O llegan inmigrantes o entraremos en declive demográfico

Fuente: http://www.eldiario.es

  • En los próximos 15 años habrá en España 1,5 millones más de defunciones que de nacimientos, y solo la llegada de inmigrantes evitará un fuerte descenso de la población

Arsenio Escolar

Cinco migrantes caminan por el arcén de la carretera desde la ciudad marroquí de Nador hacia la localidad de Berkán. Según cuentan a EFE, dos de ellos habían estado en el monte Gurugú como paso previo a intentar cruzar a Melilla, pero las redadas de los últimos días les han hecho desistir del intento. EFE/ Mohamed Siali
Cinco migrantes caminan por el arcén de la carretera desde la ciudad marroquí de Nador hacia la localidad de Berkán. Según cuentan a EFE, dos de ellos habían estado en el monte Gurugú como paso previo a intentar cruzar a Melilla, pero las redadas de los últimos días les han hecho desistir del intento. EFE/ Mohamed Siali

18 de octubre de 2022 22:35h
Actualizado el 19/10/2022 09:35h 

La anécdota es muy significativa. A finales de los años ochenta del siglo pasado, Finlandia vivía una crisis demográfica severa, y el entonces primer ministro, Harri Holkeri, intentó concienciar a sus conciudadanos con un golpe de efecto. Se dirigió solemne a la nación: “Me dicen los expertos que, al paso que vamos, en el año 3000 solo quedarán dos finlandeses. Si ambos son del mismo sexo, Finlandia estará en apuros”. Finlandia no llegaba por entonces a los 5 millones, hoy supera los 5,5 millones. 

La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística (INE) español publicó unas proyecciones demográficas poco parecidas en lo alarmistas a las de Finlandia hace casi medio siglo, pero que sí deberían servir para alguna reflexión colectiva y debate público y para decidir algunas políticas a medio y largo plazo. No eran proyecciones cocinadas internamente por el instituto público, sino de demógrafos de toda España a los que el INE ha consultado mediante una encuesta. Sus conclusiones son, por tanto, una especie de consenso del mercado.

Las proyecciones de población no son una ciencia exacta. Muestran, eso sí, la evolución que seguirá un territorio si se mantienen las tendencias demográficas del momento en que las proyecciones se hacen. “No constituyen una predicción, en el sentido de que no tienen como objetivo determinar cuál es la evolución más probable”, afirma el propio INE en la nota con que las hizo públicas. 

Pese a no constituir una predicción, la proyecciones arrojaban datos tan interesantes como estos. Todas en condicional, si se mantienen las tendencias:

  • En los próximos 15 años, entre 2022 y 2036, el número medio de hijos por mujer pasaría en España del 1,19 actual a 1,27 en 2036, con lo que nacerían en el total de ese periodo en torno a 5,5 millones de niños, un 14,2% menos que en los 15 años previos. 
  • En ese mismo periodo de 15 años, las defunciones sumarían en torno a 7 millones, luego el saldo vegetativo (nacimientos menos defunciones) sería negativo, perderíamos unos 1,5 millones de personas.
  • Y, sin embargo, nuestra población sería superior a la actual en unos 4,32 millones, y superaría en total los 51 millones en 2036. El factor diferencial estaría, en efecto, en las migraciones. Nuestro saldo migratorio, la diferencia entre los que vendrían a residir en España y los que se fueran desde aquí a residir en otro país, sería claramente positiva y evitaría nuestro declive demográfico.

La población es uno de los grandes activos de un país o de un territorio. El capital humano es tan valioso o incluso más que los recursos naturales. Perder población es un drama económico y social y genera desequilibrios gravísimos en muchos campos, de las pensiones a la educación, de la ordenación del territorio (¡ay, la España despoblada!) a las inversiones públicas.

La evolución de los nacimientos resume muy bien la crisis demográfica española: en las dos décadas del llamado baby boom, de 1957 a 1977, nacían en España entre 650.000 y 700.000 niños al año; en 1996 la cifra se había desplomado hasta los 362.626; el pasado año, 2021, el primero postpandemia, nacieron solo 336.247. En medio de los dos últimos datos hubo un vigoroso repunte: en 2008 nacieron 519.779 bebés. ¿Qué había pasado? Que las migraciones nos habían rescatado. Que a principios de siglo se abrieron en cierto modo nuestras fronteras a la inmigración, y la tasa de fecundidad, el número de hijos por mujer, subió gracias a esa nueva población femenina residente en España. La crisis financiera de 2007 redujo de modo radical los flujos migratorios hacia España, y poco después nuestra tasa de fecundidad volvía a caer. La pandemia la hundió aún más. 

No solo los demógrafos encuestados por el INE ven en la inmigración el mejor remedio a nuestra crisis demográfica, a la crisis que con diferentes altibajos lleva ya casi medio siglo entre nosotros, como una enfermedad crónica. En verano de 2018, un organismo internacional tan poco sospechoso de extremismos de izquierda como es el FMI recomendaba a España que acogiera 5,5 millones de personas extranjeras hasta el año 2050 para hacer sostenible nuestro sistema público de pensiones. 

¿Y los políticos? El debate con datos brilla por su ausencia. Se produzca o no se produzca el próximo año un cambio de ciclo electoral, hasta la derecha xenófoba -que la tenemos, y ya está dentro del gobierno de Castilla y León y aspira a sentarse en el Consejo de Ministros- debería reflexionar sobre todo esto. Además de por solidaridad y por memoria -a lo largo de la historia, hemos sido más veces un país exportador que importador de población, más de emigrantes que de inmigrantes-, deberíamos fomentar la inmigración por economía, por interés y provecho propio. 

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