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Un repaso histórico por el anarcosindicalismo: ¿Por qué fue tan importante en España? 

18 May, 2024

Fuente: http://www.spanishrevolution.net

Javier F. Ferrero12 abril 2023 08:02  6 min

Durante la Segunda República, el anarcosindicalismo tuvo una gran influencia en la política y la sociedad española

El anarcosindicalismo es un movimiento social y político que ha tenido gran relevancia en la historia de España. A pesar de que ha habido muchas corrientes y variantes dentro del anarquismo, el anarcosindicalismo se ha destacado por su defensa de la lucha obrera y la autogestión económica, así como por su oposición al Estado y a cualquier forma de jerarquía o autoridad.

En este artículo, haremos un repaso histórico por el anarcosindicalismo, y veremos por qué ha sido tan importante en España, especialmente durante la Segunda República y la Guerra Civil.

¿Qué es el anarcosindicalismo?

El anarcosindicalismo es una corriente del anarquismo que se centra en la lucha obrera y en la defensa de los derechos de los trabajadores. A diferencia de otras corrientes anarquistas, que se centran en la lucha contra el Estado y cualquier forma de autoridad, el anarcosindicalismo se enfoca en la organización de los trabajadores y la lucha contra la explotación capitalista.

El anarcosindicalismo defiende la autogestión económica, es decir, la gestión y control directo de la producción y distribución de bienes y servicios por parte de los trabajadores. También aboga por la abolición del Estado y cualquier forma de jerarquía o autoridad.

Orígenes del anarcosindicalismo en España

El anarcosindicalismo en España tiene sus orígenes en el siglo XIX, cuando el país estaba viviendo una revolución industrial y las condiciones laborales eran extremadamente precarias. En ese contexto, surgieron diversos movimientos obreros y sindicales que buscaban mejorar la situación de los trabajadores.

Uno de los más importantes fue la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores (también conocida como la Primera Internacional), que se fundó en 1870 y tuvo una gran influencia en el desarrollo posterior del anarcosindicalismo en España.

Sin embargo, el anarcosindicalismo como tal no surgió hasta la década de 1880, cuando comenzaron a formarse las primeras organizaciones específicas que defendían esta corriente de pensamiento. Uno de los principales precursores del anarcosindicalismo en España fue Fernando Tarrida del Mármol, quien había sido miembro de la Primera Internacional y que fundó en 1881 el primer sindicato anarquista en España.

A partir de entonces, el anarcosindicalismo comenzó a extenderse por todo el país, especialmente en Cataluña y Andalucía, donde había una fuerte presencia obrera y una larga tradición de lucha social. En 1910 se creó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que se convertiría en la principal organización anarcosindicalista de España.

La CNT se caracterizó por su carácter horizontal y autogestionario, y defendía la abolición del Estado y del capitalismo. A diferencia de otros sindicatos, la CNT no buscaba negociar con los patronos, sino que defendía la acción directa y la huelga general como herramientas para lograr la transformación social.

El anarcosindicalismo durante la Segunda República

Durante la Segunda República, el anarcosindicalismo en España experimentó una época de gran actividad y desarrollo. La Federación Anarquista Ibérica (FAI) y la CNT eran las principales organizaciones anarcosindicalistas del país, con una gran presencia en el mundo laboral y una importante influencia política y social.

La CNT se fundó en 1910 y se convirtió en el sindicato más importante de España, llegando a tener más de un millón de afiliados en la década de 1930. La CNT se caracterizaba por su ideología anarquista y por su lucha por la abolición del sistema capitalista y la instauración de una sociedad basada en la autogestión y la igualdad.

La FAI, por su parte, era una organización político-militar anarquista que nació en 1927 con el objetivo de coordinar las acciones de los grupos anarquistas y difundir su ideología. La FAI tenía una gran influencia en la CNT y muchos de sus miembros formaban parte de ambos grupos.

Durante la Segunda República, la CNT y la FAI llevaron a cabo numerosas acciones de protesta y de lucha por los derechos de los trabajadores. La huelga general de 1934, que fue convocada por la CNT y la Unión General de Trabajadores (UGT), tuvo un gran impacto en todo el país y fue duramente reprimida por las fuerzas del gobierno.

En 1936, con la llegada al poder del Frente Popular y la victoria electoral de las fuerzas republicanas, la CNT y la FAI se convirtieron en una de las principales fuerzas políticas y sociales del país. Los anarcosindicalistas participaron en el gobierno republicano y ocuparon cargos importantes en la administración pública y en el mundo laboral.

Sin embargo, la Guerra Civil que estalló en 1936 supuso el fin de la Segunda República y la instauración de la dictadura franquista. Durante la guerra, la CNT y la FAI jugaron un papel importante en la lucha contra las fuerzas franquistas, pero tras la derrota republicana, el anarcosindicalismo fue duramente reprimido por el régimen franquista.

El anarcosindicalismo durante la Guerra

El estallido de la Guerra Civil española en 1936 fue un momento crucial para el anarcosindicalismo. Muchos militantes se unieron a las milicias anarquistas para luchar en el frente contra el golpe de Estado de Franco y sus fuerzas fascistas.

El movimiento anarcosindicalista, en particular la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), tuvo un papel destacado en la lucha contra el fascismo. La CNT se unió con la Unión General de Trabajadores (UGT) para formar el Comité Nacional de Defensa, con el objetivo de coordinar la resistencia contra el golpe militar.

Los anarcosindicalistas también jugaron un papel clave en la revolución social que tuvo lugar en muchas partes de España. Durante los primeros meses de la guerra, muchos trabajadores ocuparon fábricas y tierras y las gestionaron colectivamente, sin la intervención del Estado ni de los patronos. Esta experiencia se conoce como la «colectivización», y fue vista por los anarquistas como un preludio de una sociedad libertaria.

Sin embargo, la guerra también tuvo un costo muy alto para el anarcosindicalismo. Muchos militantes murieron en el frente, mientras que otros fueron perseguidos y asesinados por las fuerzas franquistas después de la victoria de Franco en 1939.

Además, la guerra llevó a una polarización del movimiento anarquista. Algunos militantes se unieron a los partidos comunistas y socialistas para formar una coalición antifascista más amplia, mientras que otros se mantuvieron fieles a la línea anarquista de oposición a todo tipo de gobierno.

Hoy en día, aunque el movimiento anarcosindicalista no tiene la misma relevancia y presencia que en décadas anteriores, sigue siendo una corriente activa en la lucha por la justicia social y la defensa de los derechos de los trabajadores. Los sindicatos anarquistas continúan organizando huelgas, manifestaciones y otros actos de protesta para defender los derechos laborales y para luchar contra la precariedad y la explotación.

Ha de volver el ‘nihil obstat’

17 May, 2024

Fuente: http://www.eldiario.es

  • Varias autoridades religiosas, ejerciendo su jurisdicción más allá de sus espirituales circunscripciones, han censurado acremente la parodia de una entrevista a la Virgen del Rocío en Està Passant decretando sin margen de error que es una ofensa a los católicos y un exceso de la libertad de expresión

Joan J. Queralt

@joanqueralt0000

La actriz caracterizada como la Virgen del Rocío, en un momento del programa.
La actriz caracterizada como la Virgen del Rocío, en un momento del programa.

10 de abril de 2023 22:25h

Actualizado el 11/04/2023 13:08h

Los antiguos buenos tiempos, para algunos los únicos buenos tiempos, tenían hasta la modernidad liberal un mecanismo de control perfecto sobre la exteriorización del pensamiento: la censura previa y la prohibición de la libertad de imprenta, reforzado por el poder eclesiástico, bajo la denominación nihil obstat de la autoridad de la Iglesia, católica, por supuesto: nada que objetar. Así, el escrito podía publicarse sin correr excesivos peligros.

El martes pasado, 4 de abril, en el informativo satírico de TV3 Està passant, en el espacio semanal Entrevista Improvisada, se escenificó una entrevista a una caricatura de la Virgen del Rocío (a partir del 16’ y 30“), encarnada por una acreditada monologuista e improvisadora catalana, Judit Martín. De la mano de los presentadores, Toni Soler y Jair Domínguez -que ya se curaban en salud desde el principio del sketch-, se produjo, a mi modo de ver, una delirante entrevista a la Blanca Paloma ful (para los nacidos después del 2000: ful es el antecesor de fake).

En primer término, hay que congratularse muy de corazón de que, vista la audiencia allende la demarcación territorial catalana, se ha ratificado un mito catalán, pasando de tal condición al de realidad empíricamente constatable: el catalán es fácil y se entiende perfectamente. 

Varias autoridades religiosas (por ejemplo, los obispos de Huelva y de la Seu d’Urgell), ejerciendo su jurisdicción más allá de sus espirituales circunscripciones, han censurado acremente la parodia decretando sin margen de error que es una ofensa a los católicos -deberán, supongo, de haber preguntado a todos, previo visionado del corte correspondiente, lo que adquiere tintes milagrosos- y un exceso de la libertad de expresión. Totum obstat, pues. 

Casi antes que los prelados, más preocupados por una devoción que por los abusos a menores, ampliamente vilipendiados por incitación lasciva -casos que mantienen, como el sepulcro del Cid, bajo siete llaves-, Teresa Rodríguez, líder ahora de Adelante Andalucía, también se manifestó. Gracejo, a la vista de su tuit, no le falta:

Para rematar esta selección, el artículo del imputado Fernández Díaz en La Razón del domingo de Pascua Racismo anti andaluz y anti católico desarrolla, sucintamente y con el acierto de quien tienen al ángel Marcelo como aparcacoches, la existencia de dos nuevas razas: la de los andaluces (raza que yo creía solo referida a los bellos caballos andaluces) y la de los católicos, sin morfología, hasta ahora, distintiva. Nuevos hitos de la antropología, desde luego.

No han faltado las apelaciones al honor mancillado de la Virgen del Rocío, que debe ser restituido de inmediato. Una imagen, una advocación o un rito no tienen, hasta donde alcanzo a ver, personalidad jurídica ni, menos aún, la condición de persona, por lo que, no ya a la reparación, sino a la lesión del honor imagénico, no les veo solución con el Derecho de este mundo. En el otro, Dios dirá. O no. Inteligente como es -no juega a los dados- no parece que ni vaya a arquear una ceja por la enésima disputa humana, y tan hispana, a causa del honor calderoniano. De todos modos, tanto las declaraciones y tuits del presidente de la Junta, Juanma Moreno, como la web de su Gobierno, son muestra cegadora de la separación Iglesia-Estado, lo que confiere a sus declaraciones el valor que se merecen.

Después de la capital absolución que mereció la sátira procesional del Coño insumiso, no merece mucho la pena entrar a discutir cuáles son los límites de la libertad de expresión y la religión, especialmente en sus exteriorizaciones, que pueden ser fruto o no de tradiciones -muchas de origen pagano, ¡ojo al dato! -, pues ritos no son ni tan solo dogmas o artículos de fe. Pero, aunque lo fueran, pueden ser criticados, censurados y satirizados por los cuatro costados, pues no hay causa que lo impida.

Empezando por la imposibilidad ontológica de tres religiones monoteístas que vindican para sí un único Dios verdadero y continuado, en lo que concierne al tema que nos ocupa, el de la virginidad de María, nos encontramos ante un mundo no comprensible por la razón. Resulta, en efecto, algo incompatible con la razón -la fe es otra cosa- que una virgen no fecundada por un hombre sea madre biológica; aunque, visto lo visto, pudiera ser cierta modernidad avant la lettre. Sea como fuere, es llamativo el perenne ensalzamiento de la virginidad como modelo en estos tiempos en que la mujer pugna por acceder plenamente al estatus de ciudadano y liberarse de estereotipos impuestos que no responden más que a un apolillado y talar patriarcado. Hoy tiene más sentido el de madre responsable, como en otro sketch de la misma productora catalana del Està Passant y con la misma actriz que se ofreció en Polònia hace ya más de tres años sobre el cuidado deparado por la Moreneta -la virgen negra de Montserrat- a su hijo ante el acecho abusivo de ciertos rijosos monjes

Hablar, en fin, de andaluzofobia en Catalunya es, en el mejor de los casos, hablar por boca de ganso. Ni en TV3 ni en ningún sitio. Imbéciles haylos en todos lados. En todos; no vale el mínimo esfuerzo bajar al fango de la anécdota para elevarlo a categoría. No hay más que observar la demografía catalana, con su enorme mestizaje, para darse cuenta de la sinrazón de esa atribución despectiva. Como si en Catalunya, además, se hubieran importado procesiones de Semana Santa, algunas ya con secular tradición, o las más recientes Ferias de Abril -más concurrida que la original-, o el propio Rocío. 

El pelo de la dehesa o el rencor no son fuentes ni de conocimiento ni de concordia. La fe del carbonero, tampoco. En todo caso, la libertad de expresión y elección siguen siendo, eso, libertades, no sometidas al nihil obstat. ¿O no?

En todo caso, recomiendo, ya fuera de las emisiones pan religiosas de las teles -algunas públicas-, revisar Bananas (Woody Allen, 1971 -la escena de la llave de cruceta es genial-, prohibida hasta la muerte del defensor de la fe), La Vida de Brian (Terry Jones, 1979) y, la más ácida de todas, La fiesta de San Jorge (Yakov Protazanov, 1930; ¡helàs! en b/n, muda y soviética), de la que hay un remake no desdeñable, pero desde otra óptica, Nunca fuimos ángeles (Neil Jordan, 1989, con David Mamet a la escritura). Para estrambote -aunque no la revisaré- recuérdense las airadas protestas contra TVE, en pleno franquismo de b/n, por la emisión de la obra de Miguel Mihura, Ninette y un señor de Murcia, en un, creo recordar, Estudio 1 o similar. Según las fuerzas vivas huertanas, el honor murciano quedó hollado para siempre. Murcianofobia. Y así hasta hoy.

PS. De momento. No hay querellas. Si siguiendo así, no darán trabajo, lo que en este contexto es buena cosa.

Desmontando prejuicios entre Biblia y feminismo: la jueza Débora

11 May, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 5 abril 2023 20:01 CEST

Autoría

  1. Ianire Angulo Ordorika. Profesora de Sagrada Escritura, Universidad Loyola Andalucía

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Uno de los mayores logros de nuestra sociedad moderna es el reconocimiento de la igualdad fundamental entre varones y mujeres. Esto, al menos, a un nivel teórico y aunque estemos lejos de extraer todas sus consecuencias prácticas. En este proceso de toma de conciencia de que toda la humanidad sale beneficiada en la medida en que varones y mujeres avanzamos juntos y de la mano, la Biblia no siempre ha sido un elemento generador de armonía.

Es innegable el papel de la Biblia en el mundo occidental. Este nace al abrigo de las tradiciones judeocristianas, las cuales, transmitidas de generación en generación a lo largo de los siglos, han construido nuestra identidad cultural.

De aquí se deriva que muchos autores hayan culpabilizado a esta tradición de cómo el mundo occidental ha percibido a las mujeres a lo largo de la historia, así como de aquellos roles de género que se han asumido de modo inconsciente, casi por ósmosis.

Si bien nos puede brotar una mirada de cierta benignidad hacia la misoginia característica de las sociedades antiguas, no sucede igual con los relatos que, brotando de ese contexto cultural, continúan siendo significativos hoy para muchas personas. Podemos aceptar que hace miles de años se considerara a la mujer como una propiedad más del varón, pero no es tan fácil consentir que esta percepción siga transmitiéndose en unos textos que, en cuanto Palabra de Dios para un nutrido grupo humano, siguen teniendo autoridad.

No todas son mujeres de sus maridos

No debería sorprendernos que entre las líneas de la Biblia encontremos muchos personajes que pretendan reforzar y mantener el statu quo del momento histórico en el que nacen, consolidando así el rol femenino propio de una sociedad profundamente patriarcal.

Es, por ejemplo, lo que sucede con la descripción de la mujer ideal que aparece al final del libro de los Proverbios (Prov 31).

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?

Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.

El corazón de su marido está en ella confiado,

Y no carecerá de ganancias.

Le da ella bien y no mal

Todos los días de su vida.

Busca lana y lino,

Y con voluntad trabaja con sus manos.

Aunque lo más habitual es encontrar relatos bíblicos que refuerzan este rol, también nos encontramos con algunos personajes femeninos que rompen con el modelo que nos cabría esperar. Se trata de narraciones a las que no siempre se ha dado relevancia o que se han interpretado de modo muy alejado de lo que expresa el texto bíblico.

Pero, si volvemos la mirada hacia esos pasajes del Antiguo Testamento, descubriremos a mujeres cuyo protagonismo y actitud descalabran las expectativas sociales sobre ellas.

Débora, jueza

No son los más conocidos, pero la Biblia también ofrece personajes femeninos que no se restringen a las tareas del hogar. Mujeres que se desenvuelven con soltura en la vida pública y que no se presentan supeditadas a un varón del que dependan. Al revés, son mujeres que se relacionan con ellos de igual a igual y que hacen oír su voz con libertad y sin reparos.

Una mujer de pie bajo un árbol atendiendo a un hombre.
Débora bajo la palmera, c. 1896-1902, de James Jacques Joseph Tissot o sus seguidores. Jewish Museum, Nueva York/Wikimedia Commons

Sin caer en el error de valorarlas desde criterios anacrónicos, se las dibuja como personas que no necesitan depender infantilmente de otro para ser ellas mismas, liberadas de esa inseguridad que se protege en expectativas ajenas y capaces de enriquecer a los demás compartiendo sus ideas, opiniones y vivencias con voz propia.

Uno de esos personajes femeninos de la Biblia es Débora. De ella se habla ampliamente en los capítulos cuarto y quinto del libro de los Jueces. El hecho de que se le dedique este espacio tan amplio delata ya su relevancia, por más que su repercusión en el imaginario colectivo haya sido más bien poca.

En Jueces 4,4-5 se la presenta como profetisa y jueza en medio del pueblo, siendo la única figura femenina que aparece entre la lista de estos líderes que aunaban en sí la autoridad moral y la militar. Ahí está Débora, sentada bajo una palmera, impartiendo justicia entre los israelitas que acudían a ella:

“En aquel tiempo gobernaba a Israel una profetisa llamada Débora, que era esposa de Lapidot. Ella tenía su tribunal bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín, y los israelitas acudían a ella para resolver sus disputas”.

Si en este contexto cultural una mujer casada no debía salir de su casa sin mantener cubierto el rostro, mucho menos debía hablar con varones que no fueran su marido. De hecho, lo más conveniente era que las mujeres pasaran absolutamente inadvertidas cuando abandonaban el espacio doméstico.

El comportamiento de Débora que presenta el texto bíblico rompe con esas normas sociales, lo que parece explicar la valoración negativa que este personaje va a recibir en el Talmud (Megillah 14b).

La descripción que se nos hace de Débora dibuja a una mujer relevante y valorada socialmente. Mantiene una relación con su marido que no la anula y con una autoridad moral reconocida entre sus conciudadanos. Además, también se la presenta tomando decisiones aguerridas y valientes.

El texto bíblico describe a Débora desde parámetros que rompen con la mentalidad propia de pueblos antiguos. Estamos ante una mujer relevante en la vida pública, con carácter y voz propia, segura de sí misma desde la convicción de estar llevando adelante el plan divino y relacionándose con los varones de igual a igual, en enriquecedora complementariedad.

Antes de que se vaya…

Los artículos de The Conversation pretenden saciar nuestra curiosidad y contextualizar lo que nos sucede a diario. Pero también pedimos a los científicos que conversen con los lectores sobre lo que está por venir, analizando asuntos realmente importantes como el cambio climático, la calidad de la democracia, la igualdad o la gestión del agua. Porque comunicarlo ayuda a construir un mundo mejor.

Done aquí

Elena Sanz

Redactora jefa / Editora de Salud y Medicina

El ‘crimen’ de Charles Darwin

10 May, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 5 abril 2023 19:53 CEST

Autoría

  1. José Manuel Sánchez-Ron. Profesor emérito de Física Teórica. Historiador de la Ciencia. Académico de la RAE, Universidad Autónoma de Madrid

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Charles Darwin (1809-1882) figura entre los científicos más importantes de la historia de la ciencia, y no podía dejar de estar presente en mi libro de correspondencias Querido Isaac, querido Albert. Su gran obra, aquella por la que es y será recordado, desvela que las especies han variado a lo largo del tiempo, y desencadenó procesos que afectaron a algo tan básico como nuestras ideas acerca de la relación que liga a nuestra especie, Homo sapiens, con otras formas de vida animal que existen o han existido en la Tierra.

Encajar el rompecabezas de la naturaleza

Darwin defendió que la vida es como un árbol, de cuyas raíces comunes han ido brotando diferentes ramas; esto es, especies (emparentadas por su conexión con el tronco común) que con el paso del tiempo continúan diversificándose, dando origen a otras “ramas” bajo la presión de determinados condicionamientos (entre ellos –esto Darwin no lo supo– las mutaciones genéticas que espontáneamente se producen).

Después de afanarse por encajar en una gran síntesis las piezas (botánica, zoología, taxonomía, anatomía comparada, geología, paleontología, cría domestica de especies, biogeografía….) del gigantesco rompecabezas que es la naturaleza, y estimulado por la noticia de que Alfred Wallace había llegado a conclusiones similares, aunque no tan sustanciadas, en noviembre de 1859 publicó un libro que forma parte del tesoro más precioso del que dispone la humanidad: El Origen de las Especies. Pero el camino que lo llevó a su teoría y libro no fue ni fácil ni breve.

El pinzón que cambió el mundo

Un momento fundamental de ese camino fue cuando en marzo de 1837, mientras estudiaba las aves recogidas por Darwin en las Galápagos –una de las últimas paradas del Beagle, el bergantín en el que había partido el 27 de diciembre de 1831 en un viaje de cinco años que cambiaría su vida–, John Gould, un taxónomo de la Zoological Society, identificó varias especies de pinzón terrestre cuyos picos se habían adaptado para comer insectos, cactus o semillas.

Gould pensó entonces que estas variedades de pinzones probablemente vivían cada una en islas diferentes, pero no podía asegurarlo porque Darwin no las había etiquetado con la indicación del lugar en que las recogió.

Las indicaciones de Gould dieron pie a Darwin para considerar si las semejanzas entre los pinzones de las diferentes islas no serían restos de un antepasado común. Semejantes datos llevaron a Darwin a atreverse con la idea que le rondaba la cabeza: que las especies no son estables.

Pinzones de Darwin o pinzones de las Galápagos. Dibujados por Darwin en 1845 en el Diario de investigaciones de la historia natural y geología de los países visitados durante el viaje del H.M.S. Beagle alrededor del mundo, comandado por el capitán Fitz Roy, R.N. Wikimedia commons

La carta de Darwin: “Es como confesar un crimen”

En una carta que Darwin envió el 11 de enero de 1844 al botánico Joseph Dalton Hooker expresó con claridad sus pensamientos:

“Me impresionó tanto la distribución de los organismos de las Galápagos […] y […] el carácter de los mamíferos fósiles de América […], que decidí reunir a ciegas toda suerte de hechos que pudieran tener que ver de alguna forma con lo que son las especies. He leído montones de libros de agricultura y horticultura, y no he parado de recoger datos. Por fin han surgido destellos de luz, y estoy casi convencido (totalmente en contra de la opinión con la que empecé) de que las especies no son (es como confesar un crimen) inmutables. El Cielo me libre del disparate de Lamarck de ‘una tendencia al progreso’, ‘adaptaciones debidas a la paulatina inclinación de los animales’, etc…, pero las conclusiones a las que he llegado no son muy diferentes de las suyas, aunque sí lo son por completo los instrumentos del cambio. Creo que he descubierto (¡esto es presunción!) la simple forma por medio de la cual las especies devienen exquisitamente a adaptarse a varios fines”.

“Es como confesar un crimen”, decía.

Evolucionan, pero ¿cómo?

Ahora bien, una cosa era reconocer que las especies cambian y otra identificar algún mecanismo para que sucediera esto. En otras palabras, era necesaria una teoría que diese sentido a la evolución; no bastaba con las observaciones que realizó durante el viaje en el Beagle, ni lo que luego aprendió sobre los cambios producidos por la selección artificial de animales domésticos.

Darwin encontró la clave en las ideas del economista Thomas Robert Malthus, tal y como éste las había expuesto en su ensayo de 1826 Ensayo sobre el Principio de la Población.

En su autobiografía, Darwin explicó lo que significó para él aquella obra:

“En octubre de 1838, es decir, 15 meses después de haber iniciado mi indagación sistemática, leí por casualidad el libro de Malthus sobre la población, y como, debido a mi larga y continua observación de los hábitos de los animales y las plantas, me hallaba bien preparado para darme cuenta de la lucha universal por la existencia, me llamó la atención enseguida que, en esas circunstancias, las variaciones favorables tenderían a preservarse, y las desfavorables a ser destruidas. El resultado de ello sería la formación de nuevas especies”.

La puerta que le conduciría a su teoría del origen de las especies queda así abierta definitivamente.

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Luis Felipe Torrente

Director

Más falso que Judas o ir de Herodes a Pilatos: la Semana Santa y la lengua española

9 May, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 4 abril 2023 16:45 CEST

Autoría

  1. Manuel Casado Velarde Catedrático emérito de Lengua Española, especializado en análisis del discurso, innovación léxica, Lexicología y Semántica del español, Universidad de Navarra

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Manuel Casado Velarde no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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Todo lo que forma parte de la vida, creencias y afanes de las sociedades humanas acaba por dejar huella en sus lenguas –“la lengua es el archivo de la historia”, escribió el filósofo y poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson– y afectar a los modos de expresarse sus hablantes y de estar “instalados en el mundo”, por decirlo con palabras de Martin Heidegger.

La temprana evangelización de los habitantes de Hispania, cuyo comienzo se remonta a la época apostólica (siglo I de nuestra era) –pensemos en Santiago el Zebedeo y, posiblemente, también en san Pablo–, tuvo repercusiones de gran calado en las diferentes manifestaciones de la actividad lingüística, ya sea creando palabras nuevas, o bien dando nuevos significados a las ya existentes.

Las nuevas realidades evangélicas

De entrada, hubo que empezar denominando las nuevas realidades que anunciaba el mensaje evangélico: Mesías o Cristo, apóstol, obispo, bautismo, misa, domingo, pascua, iglesia, penitencia, ángel, demonio, cementerio

La antroponimia, con los nuevos nombres de pila (bautismal, por supuesto) que se fueron difundiendo, experimentó un vuelco importante, e incluso la misma toponimia: nombres de ciudades como Santiago o Santa Cruz, Santa Fe, San Juan, San José, San Francisco, San Antonio, Los Ángeles, La Paz, luego trasplantados a América.

Apenas hay esfera de la vida en la que no haya dejado su impronta, y no solo a través del idioma, la fe y el modo de vivir de los cristianos: calendario, festividades y vacaciones, edificaciones, saludos y despedidas, patronos, romerías, gastronomía, etc.

Refranero de origen cristiano

Y, como no podía ser menos, los personajes y acontecimientos de los libros sagrados –tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento– pasaron a formar parte del acervo idiomático de andar por casa.

Por citar solo a personas o hechos asociados con las conmemoraciones que se celebran en estos días, sirvan de ejemplo comparaciones emblemáticas como ser alguien más falso que Judas, llorar como una Magdalen_a o estar más alegre o contento que unas pascuas; enunciados o frases como andar o ir de Herodes a Pilatos (ir de mal en peor en un asunto), lavarse las manos (como el gobernador romano recién citado), estar hecho un ecce homo, armar o montar el cirio, beber o apurar el cáliz, ser _alguien un cirineo (persona que ayuda a otra en algún trabajo penoso), o un Barrabás (persona mala, traviesa, díscola), hacer una barrabasada; vocablos como Dolorosa, resurrección, hosanna, aleluya, escriba, fariseo; o interjecciones como ¡por los clavos de Cristo! o ¡santas pascuas!

Los dolores y la cruz

Para referirnos a lo que se nos hace costoso o nos produce dolor, la lengua española proporciona frases que incluyen expresiones como Calvario o Gólgota, Getsemaní, vía crucis y calle de la amargura.

Sólo para la palabra cruz, el Diccionario común de las Academias de la lengua registra más de cuarenta expresiones o locuciones.

El rótulo latino de la cruz (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum), reducido a las iniciales inri –la madre de todas las siglas que vendrían a lo largo de los siglos, en particular en estos siglos de siglas en que vivimos–, campa en la difundida locución para más (o mayor) inri.

¿A quién no le resultan familiares los nombres de Emaús, Pilatos, Verónica, Nicodemo o José de Arimatea?

Algunos de los nombres que protagonizan los relatos bíblicos de estas celebraciones pascuales se encuentran incluidos como nombres comunes en los diccionarios de la lengua. Así, por ejemplo, herodes es un “hombre cruel con los niños”, judas es un “hombre alevoso, traidor”, magdalena es una “mujer penitente o arrepentida de sus pecados” y verónica se emplea metafóricamente para un lance del toreo.

Conocer la historia y la religión

Preocupan, con razón, las carencias en la competencia lingüística de los jóvenes. No hace falta que, de pascuas a ramos, nos lo recuerden los informes PISA u otros similares. Es posible, en cambio, que nos cause menos desazón la ignorancia de las raíces y tradiciones de nuestra cultura y civilización.

Pero no se puede separar la lengua y la cultura; la civilización y el idioma que le ha servido de cauce expresivo durante siglos. En los países occidentales de tradición judeocristiana, no conocer los valores que han configurado su vivir durante siglos se traduce en inhabilidad lingüística. Lo mismo ocurre con el inmenso y rico mundo de las bellas artes (arquitectura, escultura, pintura, música, literatura), que se torna opaco, en buena medida, cuando se desconocen los referentes que venimos comentando.

¿Más motivos para ponderar la importancia del conocimiento de la historia y de la religión? Otro gallo catará, o cantaría, por emplear una expresión más, tomada de las celebraciones de la Semana Santa, si se atendieran mejor los contenidos (y no solo las destrezas y habilidades) en las enseñanzas secundarias.

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Los nadies de la Guerra Civil

7 May, 2024

Fuente: http://www.infolibre.es

Urania Mella con María Gómez en la cárcel de mujeres de Saturraran (Motrico, Vizcaya) a principios de los años 40
Urania Mella con María Gómez en la cárcel de mujeres de Saturraran (Motrico, Vizcaya) a principios de los años 40 Proxecto nomesevoces.net

Francisco J. Leira Castiñeira

1 de abril de 2023 19:44h

Actualizado el 02/04/2023 06:00h

Una práctica común entre lectores y escritores a la hora de devorar un libro es anotar en sus márgenes comentarios referidos al mismo o ideas que surgen con su lectura. Esta práctica es conocida por marginalia y ha sido estudiada por filólogos debido a la cantidad de información y reflexiones que dejaron grabadas autores como Juan Ramón Jiménez o Mark Twain. Es una práctica que seguimos haciendo muchos de nosotros para recordar aquello que quedó al margen de la narración y queremos subrayarlo.

Este símil puede aplicarse a lo que ha sucedido en la historiografía hasta hace pocos años. Por suerte, cada vez son más los historiadores-as que incluyen en su narrativa la marginalia de los nadies (Eduardo Galeano), de los ninguén (Xosé Neira Vilas), los menores, porque tienen un poder menor (Pier Paolo Pasolini), es decir, los olvidados de la Historia. De este modo, podemos abordar el pasado desde otra perspectiva, más compleja, cambiante y porosa. Todos tenemos cierta capacidad de agencia, de decisión, pero está ligada a nuestra relación con el entorno sociopolítico y cultural, y al momento histórico. Por eso, estudiar a la gente corriente, nos evoca un reflejo más fiel de aquel universo sociocultural que tratamos de reconstruir pero que nunca conoceremos del todo. Pero, no solo representa lo que fuimos, sino también lo que somos: personas, y como tal no podemos clasificarnos de manera dicotómica como si no estuviésemos sometidos a una constante evolución del pensamiento, ni que nuestro comportamiento actúe constantemente como, en teoría, nosotros mismos nos definimos. ¿Acaso los seres humanos no somos contradictorios? Pongamos unos ejemplos del libro Los Nadie de la Guerra de España (publicado en Akal),

Alicia Solleiro recuerda cómo la primera vez que vio a su madre, Urania Mella, tras la salida de esta última de la cárcel de Saturraran, le respondió negativamente a la pregunta de si la quería. El motivo estribaba en que la familia del marido de Urania la culpaba de ser la causante del asesinato de este por parte de los golpistas. Ella rompió el techo de cristal participando en organizaciones obreras como el Socorro Rojo o la Asociación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo de la localidad de Lavadores (ahora perteneciente a Vigo). Posiblemente, como consecuencia de la socialización familiar (su abuelo era Juan Serrano Oteiza, y su padre, Ricardo Mella, dos influyentes intelectuales anarquistas), participó en política, así debe ser reivindicada su figura, no por ser hija de. Su marido, Humberto Solleiro, también fue un destacado sindicalista de Vigo, aunque no tuvo la repercusión de su esposa.

Con el golpe de Estado, les abrieron un juicio sumarísimo por vía militar con sentencia a pena de muerte para ambos, aunque, finalmente, solo ejecutaron a Humberto. A Urania le conmutaron la sentencia por cadena perpetua, y salió de prisión a mediados de los años cuarenta. El adoctrinamiento de las también víctimas de la represión franquista, en este caso, la familia de Humberto, hizo que buscaran una explicación y un chivo expiatorio, y esto provocó que descargaran su ira contra Urania. Por este motivo, que es difícil de justificar, pero que ha de comprenderse por la complejidad de aquel periodo de violencia y miseria moral, todos sus hijos mantuvieron una idea negativa sobre ella. Ese pensamiento cambió en Alicia cuando llegó la adultez y empezó a descubrir quién había sido, qué había conseguido, su lucha en defensa de los más desfavorecidos (era profesora de mujeres con pocos recursos) y cómo fue condenada. Cuando Alicia comenzó a asentar su vida en Cataluña, empezó a militar en las mismas organizaciones en las que lo hiciera su madre.

Por eso, es difícil juzgar la actitud de la familia de Humberto Solleiro cuando culpan de la muerte de su hermano, a su esposa. La sinrazón, la falta de comprensión de lo que ha ocurrido o, incluso, un intento por salvar la vida de sus sobrinos hizo que cargasen contra la madre y no les permitieran verla más que un par de veces antes de morir. Este matiz, no es una postura equidistante, puesto que ya lo advertía Pierre Vilar, al afirmar que “comprender no es justificar”.

Este tipo de historia, la que se lee en los márgenes del pasado desde lo particular a lo general, sirve para conocernos como conjunto y como individuos

Ruptura de lazos solidarios

Otro ejemplo de esto es el juicio que le abrieron a la primera alcaldesa de Galicia, María Gómez, afiliada a Izquierda Republicana. Tras esa causa militar, fueron asesinados cuatro políticos de la pequeña localidad en la que residía, A Cañiza, y ella fue recluida en la cárcel de mujeres de Saturraran. Al leer las declaraciones, comprobamos que se acusan los unos a los otros ante las imputaciones de los nuevos poderes despóticos de los sublevados. En vez de escudarse en que defendían la democracia, se atribuían entre sí las acciones que habían llevado a cabo: reunirse en la Casa Consistorial y hacer una requisa de armas tras la noticia de un golpe de Estado. Seguramente, no fue a causa de las declaraciones vertidas tras la coacción y las amenazas, pero el resultado fue la ruptura de los lazos de solidaridad existentes en aquel tiempo.

La crisis infinita Ver más

Este tipo de aspectos pueden ser irrelevantes al estudiar a los grandes personajes, los generales, políticos o intelectuales, casi siempre hombres que ostentaron poder. Es verdad que, desde los últimos años, ha habido un cambio historiográfico relevante que trato de continuar, igual que lo es que las biografías de los grandes políticos o monarcas poco tienen que ver con las realizadas hace años (sirvan de ejemplo las de Alfonso XIIIy Miguel Primo de Rivera escritas por Moreno Luzón o Alejandro Quiroga). Sin embargo, reivindicar la vida de los menocchios de la historia (en referencia al protagonista del libro de Carlo Ginzburg El queso y los gusanos) nos permite desentrañar, a partir de pequeñas cosas, cómo la sociedad interactuó con su contexto y, en consecuencia, cómo lo hacemos nosotros en la actualidad. Este tipo de historia, la que se lee en los márgenes del pasado desde lo particular hacia lo general, sirve para conocernos como conjunto y como individuos, así como para que se comprenda la importancia de la Historia, que no está circunscrita a un pequeño grupo, sino que la hacemos todos nosotros día a día.

Los personajes que cito dejaron tras de sí poca documentación. Algunas cartas, entrevistas a los familiares, un juicio, mas no un gran archivo como los que pueden haber legado los ministros o presidentes del Gobierno. Por eso, requiere de una interpretación, en ocasiones arriesgada, de una parte, muy concreta de sus vidas para reconstruirlas. No obstante, tratar de alcanzar ese objetivo permite entender no solo a María Gómez, a Urania Mella, a Humberto Solleiro y a sus hijas, sino muchas otras historias que el paso del tiempo hizo caer en el olvido y que las instituciones no quisieron que fuesen recordadas. De esta forma, las personas citadas dejan de ser individuos para convertirse en colectivo, en esa parte de la sociedad, de la mayoría de nosotros, que permanecemos en silencio en los bordes de los libros de Historia, pero que determinamos el devenir de los acontecimientos. Llevemos al centro de nuestras narraciones lo que antes solo escribíamos en los márgenes.

Francisco J. Leira Castiñeira (A Coruña, 1987), es doctor en Historia y autor de ‘Los Nadies de la Guerra de España’ (Akal, 2022).

Sevilla, 1933: cuando la izquierda luchó para que hubiera Semana Santa y la derecha logró que no saliera ni un paso

2 May, 2024

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco

Memoria histórica

La hermandad de la Estrella fue la única que salió la Semana Santa de 1932.
La hermandad de la Estrella fue la única que salió la Semana Santa de 1932.

Antonio Morente

2 de abril de 2023 20:27h

Actualizado el 03/04/2023 19:41h

La primavera de 2020, en pleno confinamiento por el coronavirus, no hubo Semana Santa en Sevilla (y en toda España, claro está) por mucho que fuese algo inconcebible pocas semanas antes. Hubo quien dijo entonces que era la primera vez en la historia que no había pasos en las calles hispalenses, pero en los ámbitos cofradieros se sabía muy bien que no era así porque ya había ocurrido antes, concretamente en 1933. Entonces, cuando la II República se disponía a cumplir dos años (el 14 de abril caía en Viernes Santo), no salió ni una sola hermandad tras meses en los que las autoridades republicanas de izquierda estuvieron batallando para que hubiera cofradías, mientras que las fuerzas conservadoras tiraban en sentido contrario. En 1932 sólo la salida de la Estrella impidió que aquella Semana Santa pasara en blanco, lo que no pudo evitarse un año después.

Desmontando la leyenda negra sobre la amenaza republicana a la Semana Santa de Sevilla

“Hubo una utilización política de las hermandades, a las que usaron como arma de conspiración contra la República”, apunta Leandro Álvarez Rey, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla que ha estudiado a fondo este intenso periodo, que en Sevilla pronto se empezó a enfocar desde el punto de vista de las hermandades. El advenimiento republicano se produjo días después de la Semana Santa de 1931, pero fue cuestión de poco tiempo que hubiese voces preguntándose qué iba a pasar en 1932, sobre todo después de que se precipitaran los acontecimientos: la nueva Constitución prohibía a los ayuntamientos subvencionar a las hermandades, el laicismo del Estado fue entendido por los católicos como una agresión, se acabaron las clases de religión, los crucifijos en los colegios…

A este convulso periodo de cambio hay que unirle una cuestión nada menor como fue la quema de conventos, la violenta ola anticlerical de mayo de 1931. “Es verdad que había un ambiente antirreligioso”, explica Álvarez Rey, pero también muchos entendieron como un ataque directo a sus creencias lo que no dejaba de ser la aplicación de una política laicista “que llevaba décadas en Europa”. “Separación Iglesia-Estado no significa persecución, otra cosa es que hubo salvajes, como los ha habido siempre”.

Puestas las bases, queda dicho que en 1933 no hubo ni un paso en la calle, pero lo que ocurrió hace 90 años fue en realidad la repetición de lo que ya se vivió en 1932, con la diferencia de que no hubo ninguna corporación que a última hora diera el paso al frente de salir como entonces hizo la Estrella. Y para saber qué ocurrió aquella Semana Santa hay que remontarse todavía más atrás, a cuando en otoño de 1931 nace la Federación de Hermandades, Cofradías y Asociaciones Piadosas de la Diócesis hispalense, en la que inicialmente no tiene nada que ver el cardenal Eustaquio Ilundain y en la que abundan como hermanos mayores los nombres de pedigrí conservador que copan los círculos económicos, empresariales, culturales… y políticos, incluyendo a diputados de partidos de derechas. En el otro lado de la mesa tenemos al alcalde republicano, José González Fernández de la Bandera, del Partido Radical de Martínez Barrios y personaje clave para frenar la Sanjurjada de 1932 (sería fusilado por ello en agosto de 1936 junto a Blas Infante, el padre de la patria andaluza), enfrascado en dar todas las facilidades del mundo a las hermandades para que salieran.

“Predisposición a no salir”

Durante estos dos años, ésta sería la constante: las autoridades republicanas de izquierda haciendo todo lo posible para que la Semana Santa se desarrollase con normalidad, mientras las fuerzas conservadoras buscaban justo lo contrario para así desestabilizar al Gobierno. Esto no significa que la izquierda fuese un bloque monolítico, porque por ejemplo los socialistas votaron en contra de unas concesiones a las hermandades que veían como un “anacronismo”. Para la derecha, por su parte, que las cofradías salieran como si tal cosa era normalizar la política laicista, con lo que de partida “hubo predisposición de las hermandades a no salir”. A este caldo de cultivo le puso palabras en una reunión con el gobernador civil el hermano mayor de San Bernardo, Antonio Filpo: “¿Cómo voy yo a sacar tranquilo a la calle un Cristo que se lo quitan a mi niño de las escuelas?”.

Una semana después, en febrero de 1932, en una asamblea a la que acudieron 37 de las 41 hermandades el resultado fue contundente, con 34 hermanos mayores a favor de no salir y sólo tres abstenciones. Al margen de cuestiones políticas, aquello suponía un desastre para Sevilla, que a la crisis económica del momento por la Gran Depresión le unía que estaba asfixiada por las deudas tras celebrar la Exposición Iberoamericana de 1929. Y teniendo en cuenta que ahora estaba prohibido que el ayuntamiento financiase a las cofradías, como había hecho históricamente, el alcalde Fernández de la Bandera propuso lo que no dejaba de ser una subvención indirecta: que las hermandades se quedasen con los ingresos por el alquiler de las sillas para ver los pasos en la Carrera Oficial, el tramo por el que desfilan todos los pasos.

Fernández de la Bandera (centro), el alcalde que sufrió el boicot de las hermandades en 1932 y 1933. Familia González-Herrera

La fórmula fue rechazada aunque es la misma que está vigente hoy día, y tampoco convencieron las garantías de seguridad para los cortejos en la calle que ofreció el regidor. Si a esto le unimos la indignación que provocó que Jueves y Viernes Santo dejaron de ser festivos en favor de días de Feria, las hermandades tenían más que tomada su decisión. “Las cosas están en tal punto que los católicos se consideran incompatibles con la República, el sentimiento religioso fue el cemento que unió a todos los sectores conservadores, que tenían muchas diferencias entre sí”, subraya Álvarez Rey.

“Aquí quien manda eres tú”

Así las cosas, y aunque es comprensible la inquietud de las cofradías por el ambiente tan inquieto que se respiraba, lo cierto es que las autoridades se volcaron en materia económica y de seguridad, y nunca se prohibió la salida de las hermandades, que fue la versión que el franquismo instauró como verdad histórica. Prueba de ello fue la salida de la Estrella, cuyo cabildo de hermanos argumentó que “esta cofradía, que es del pueblo, al pueblo se debe, que es tanto como decir que se debe al régimen constituido legalmente”. Acusada de esquirol, a la corporación trianera se le puso el sobrenombre de la Republicana, aunque las fuerzas conservadoras se encargarían poco después de darle la vuelta a la tortilla y presentarla como la Valiente, con lo que se alababa que había sido la única con el arrojo suficiente para desafiar el supuesto veto gubernamental y el clima de hostilidad religiosa.

Aquel Jueves Santo de 1932, a la Virgen de la Estrella le cantó la Niña de la Alfalfa una saeta que muestra el ambiente que se vivía: “Se ha dicho en el banco azul/ que España ya no es cristiana/ y aunque sea republicana/ aquí quien manda eres tú,/ Estrella de la mañana”. Durante la procesión hubo tensión, incidentes y la imagen (que procesionó sin joyas) fue tiroteada. No hubo heridos ni daños graves, pero los sucesos fueron esgrimidos por las fuerzas conservadoras para reprochar que las autoridades no habían sido capaces de garantizar la seguridad de una única hermandad. Pocos días después, el fuego arrasaba con la iglesia de San Julián y la popular Virgen de la Hiniesta, lo que abonó el discurso de que el futuro de la Semana Santa sevillana estaba en peligro si no ganaban las fuerzas conservadoras.

Restos de la iglesia de San Julián, quemada días después de la Semana Santa de 1932.

“La derecha no dudó en instrumentalizar y rentabilizar políticamente el tema de la Semana Santa”, incide Álvarez Rey, sobre todo en un 1933 que empezó de la peor de las maneras, con los sucesos de Casas Viejas en Cádiz. Lo ocurrido a la Estrella fue el principal argumento para justificar que hace ahora 90 años no hubiera ni un solo paso en la calle, una decisión que esta vez se encarriló desde el primer momento pese a los intentos en sentido contrario del gobierno local. Las hermandades cambiaron su salida por una vigilia en la Catedral, como ya hicieron casi todas en 1932, a lo que unieron un abundante reparto de comida entre los pobres.

O izquierda o cofradías

Lo que se daba en llamar las fuerzas vivas y la prensa local, mayoritariamente conservadora, acabaron lanzando según Álvarez Rey un mensaje cristalino, que no era otro que “para que las cofradías sevillanas volvieran a la calle la izquierda tenía que ser expulsada del poder”. La ocasión llegó en noviembre de 1933, tras el cese de Azaña de la Presidencia del Gobierno, un periodo electoral en el que Sevilla se inundó de pasquines con un mensaje muy claro: “Hace dos años que no salen las cofradías sevillanas. ¡Piensa en tu cofradía, sevillano, antes de votar! Y piensa en todo lo que tiene que cambiar antes de que puedan salir”.

En 1933 las derechas decidieron ir unidas (“entendieron perfectamente a lo que obligaba la nueva ley electoral, que le daba el 80 % de los diputados a la primera fuerza y el 20% restante a la segunda”) frente a la separación de la izquierda, un contexto que suena singularmente contemporáneo. La candidatura única conservadora arrambló con 10 de los 16 escaños en disputa, pese a que en conjunto recibió muchos menos votos (80.000) que los 130.000 que cosechó una izquierda fragmentada.

Publicidad de las fuerzas conservadoras llamando a la movilización de sus votantes.

La llegada de la derecha al Gobierno de la República fue mano de santo, tal y como se desprende del giro radical en la postura de las hermandades: en 1934 aceptaron la misma fórmula económica que habían rechazado dos años antes, dieron por buenas las medidas de seguridad que antes nunca eran suficientes y consiguieron que el nuevo alcalde, Emilio Muñoz-Rivero (también del Partido Radical, Fernández de la Bandera dejó el cargo al ser elegido diputado), volviese a declarar festivo Jueves y Viernes Santo. Eso sí, se produjo una fractura en el frente común que hasta entonces habían sido las fuerzas conservadoras, ya que la ultraderecha insistió en que no se podía volver a procesionar sin más, unas fricciones que tuvieron su reflejo en que al final sólo salieron 14 hermandades, básicamente las cofradías de barrio.

La normalidad se recuperó ya en 1935, con llamamientos como el de la Cámara de Comercio a “deshacer la leyenda de la Sevilla roja, injustamente forjada”, y se mantuvo incluso en 1936 tras la victoria del Frente Popular en unas elecciones en las que la derecha volvió a jugar la carta de las cofradías pero esta vez con peores resultados, dada la unión de la izquierda. El nuevo alcalde, Horacio Hermoso (de Izquierda Republicana), mantuvo las mismas garantías económicas y de seguridad pactadas en 1934, además de la consideración de festivos de Jueves y Viernes Santo. Aún así, tuvo que enfrentarse a un boicot de las élites locales más intransigentes, que decidieron no renovar sus abonos en las sillas del punto más noble de la Carrera Oficial, a lo que el regidor respondió invitando a los niños del hospicio y de las escuelas municipales. Pocos meses después, el 29 de septiembre, era fusilado por los sublevados en la tapia del cementerio.

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Sí a los libros ‘molestos’: la lectura debe ser crítica desde la infancia

29 abril, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 26 marzo 2023 22:17 CEST

Autoría

  1. Claudio Moyano Arellano Doctorando y Profesor en el Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Valladolid, Universidad de Valladolid
  2. Sara Molpeceres Arnáiz Profesora del Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Universidad de Valladolid

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En los últimos tiempos parece que está extendiéndose la idea de que la ficción debe ser placentera y agradable, y que los valores éticos y morales de los textos deben ir en consonancia con las convicciones actuales.

No obstante, la literatura tiene que molestar para hacer pensar al lector. Tiene que resultar incómoda, tanto en su forma como en su fondo, para que quien esté ante ella se vea, en ocasiones, obligado a parar, levantar los ojos del libro y reflexionar acerca de lo que está leyendo.

Las obras que reafirman los valores de la comunidad son, ciertamente, importantes, pero no son menos relevantes aquellas que importunan al ciudadano y lo enfrentan contra otros sistemas de creencias, que sin duda le harán dudar y cuestionarse sus propios principios.

Un debate en el mundo angloparlante

Aunque posteriormente, y debido al enorme revuelo mediático provocado, dieron marcha atrás, la decisión de la Roald Dahl Story Company –cuyos derechos eran adquiridos por la plataforma de streaming Netflix en septiembre de 2021– y Puffin Books de reescribir algunos fragmentos de libros tan icónicos del escritor británico Roald Dahl como Matilda o Charlie y la fábrica de chocolate fue uno de los ejemplos más recientes de esta corriente que considera que los libros infantiles han de ser ejemplares o, como mínimo, correctos en los valores que transmiten.

Los responsables de la decisión explicaron que las obras de Dahl, escritas en su mayoría entre los años cuarenta y noventa del siglo XX, no reflejan los valores que hoy se consideran adecuados, de lo que se concluye que no deben aparecer en las lecturas destinadas al público infantil y juvenil.

De este modo, por ejemplo, la protagonista superdotada Matilda ya no aparecía leyendo a Kipling o a Conrad, sino a Jane Austen, y los icónicos Oompa Loompas serían descritos no como “hombres pequeños” sino como “personas pequeñas”.

Censura y bondad

Para confundir más aún la cuestión, algunos de los críticos con la decisión de Puffin Books no lo han hecho con el acierto esperado. Por ejemplo, Salman Rushdie, que afirmaba: “Roald Dahl no era un ángel, pero esto es una censura absurda”. Con esta afirmación, a pesar de querer romper una lanza a favor de Dahl, ahonda en la misma impostura de querer vincular bondad con ficción literaria. Aludir a la propia biografía del escritor supone que autores polémicos en lo personal no pudieran haber escrito obras que hoy consideramos sublimes y pertenecen a nuestro canon literario.

Más allá de considerar la oportunidad de esta decisión, que en el panorama editorial español, según ha afirmado la editorial Santillana, no se va a replicar, lo interesante es la reflexión que podemos hacer desde la Filología y la Teoría de la Literatura sobre si la ficción ha de ser ejemplar, si deben leerse solo novelas acordes a los valores que hoy se consideran válidos y apropiados. Además de qué novelas leer, la reflexión nos obliga a considerar, sobre todo, cómo debe leerse una ficción.

Dahl, a los 72 años, firmando libros en Amsterdam, Países Bajos, en octubre de 1988. Wikimedia Commons / Rob Bogaerts / Anefo

¿Qué novelas merecen ser leídas?

Leer algo que defiende valores distintos a los nuestros nos obliga a articular una justificación que nos explique a nosotros mismos por qué nuestros valores son mejores. En España, autoras como Marta Sanz y Belén Gopegui, entre otros escritores, llevan trabajando en esta idea durante largo tiempo, tanto desde la literatura considerada para adultos como desde la literatura infantil.

Al defender la legitimidad e importancia de los textos incómodos, surge una cuestión fundamental: cómo leer dichos textos ficcionales. En este sentido, parece claro que ya desde la infancia y la adolescencia debe primar una lectura crítica de todos los libros, un proceso que permita que el lector reflexione, tanto desde su propia singularidad, como a través de la guía de sus padres y profesores.

Interpretar y ubicar

La lectura no es un acto independiente de la interpretación: no es otra cosa lo que conocemos como hermenéutica. Al confrontarnos con textos de otros momentos, que reflejan otros valores, la solución no es obviarlos, ni censurarlos, sino ser capaces de ubicarlos y entenderlos dentro de su contexto.

Solo este proceso de comprensión e interpretación adecuadas de los textos literarios permite extraer una lección fundamental, que debe aprender el lector cuanto antes si quiere desarrollarse plenamente dentro de su comunidad. Esta enseñanza consiste entender que los valores que hoy respetamos y consideramos válidos no lo han sido siempre y, por tanto, nada impide que en el futuro puedan sucumbir ante opciones políticas autoritarias.

La lectura de textos en los que se perciben diferentes sistemas de valores, e incluso con creencias que hoy no consideramos aptas, nos permite entender cómo los derechos y libertades que hoy disfrutamos no siempre han sido reconocidos como tales y cómo, por ello, es de enorme importancia formar ciudadanos críticos que reaccionen ante potenciales riesgos que pueda sufrir nuestra democracia.

Porque, hoy lo sabemos, el progreso no siempre implica necesariamente avance y, por ello, trabajar una lectura crítica cuanto antes, desde la infancia y la juventud, se convierte en una exigencia fundamental de nuestros tiempos.

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El Laco: el volcán más raro del mundo

28 abril, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 26 marzo 2023 22:24 CEST

Autoría

  1. Fernando Tornos Arroyo. Investigador, Instituto de Geociencias (IGEO – CSIC – UCM)

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Fernando Tornos Arroyo ha recibido fondos de la Agencia Española de Investigación y FEDER, proyecto RTI2018-099157-A-I00 (MCI/AEI/FEDER, UE).

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Cerca del Paso Sico, una remota frontera entre Chile y Argentina y entre las conocidas zonas de la Quebrada de Humahuaca y el Salar de Atacama, los turistas que visitan esos grandiosos paisajes ven un cerro anodino de 5 400 m reflejándose en la Laguna Tuyaito. Se trata del Cerro de El Laco, uno de los lugares geológicamente hablando más controvertidos e intrigantes de la Tierra.

Rocas hechas de magnetita

A finales de los años 1950 del siglo pasado, Charles Park, profesor de yacimientos minerales de la Universidad de Stanford, describió unas coladas volcánicas formadas por magnetita en un lugar remoto de los Andes. Este descubrimiento apoyaba la teoría, ya planteada por el geólogo sueco Geiger en 1910, de que rocas similares y mucho más antiguas que se explotaban en la mina de Kiruna, en Laponia, estaban formadas por la cristalización de un magma desconocido, rico en hierro.

La magnetita es una fuente importante de hierro y un mineral que raramente se encuentra en cantidades tan elevadas como en Kiruna o El Laco. Una fábula de Plinio el Viejo atribuye el nombre de la magnetita al de un pastor de nombre Magnes que descubrió este mineral en el monte Ida, observando que se adhería a los clavos de su calzado.

El Laco es un volcán reciente, formado hace “solo” unos 2-3 millones de años, lo que significa que podemos estudiar en sus laderas unas rocas que están casi intactas.

Chile. En el cuerpo de Laco Sur a 4.800 m. Author provided

La rareza del volcán

Alrededor de este volcán clásico de los Andes hay unas coladas muy similares a las de cualquier volcán, pero algo más oscuras y con formas de erosión caprichosas. En detalle, estas coladas tienen todas las estructuras que podemos esperar en un volcán. Son coladas de lava que han descendido por la ladera, rocas piroclásticas o bombas volcánicas.

Parecen rocas convencionales, pero no lo son: están formadas por magnetita. Es difícil percatarse de esto hasta oír el sonido metálico al impactar un martillo o acercar un imán. Con la lupa podemos también observar que la magnetita es masiva, solo tiene unas pequeñas inclusiones de fluorapatito, mineral rico en fósforo y flúor, y diopsido.

Una lava inusual en la Tierra

La formación de estas rocas ha suscitado un debate científico enconado. Aun hoy, más de 60 años después del descubrimiento, no hay una teoría unánimemente aceptada sobre su origen.

Las hipótesis sobre cómo se han podido formar unas rocas tan únicas son de lo más variado. Incluyen, junto con la hipótesis magmática, modelos que sugieren que la magnetita se formó por aguas de los salares que fueron calentadas por la actividad magmática y extrajeron el hierro de las rocas volcánicas para depositarlo en la superficie. O que el hierro fue transportado por agua caliente que procedía de las raíces del volcán.

Sin embargo, en los últimos años hay más evidencias geológicas y geoquímicas de que la magnetita sea una lava inusual.

El mayor problema es que nadie ha visto esas lavas en la Tierra, aunque hay investigadores que hipotetizan que son frecuentes en Marte y otros planetas. Un problema similar pasó con unas rocas muy distintas, las carbonatitas, que también son extrañas lavas compuestas por carbonatos. Hasta que no se descubrió la lava carbonatítica emergiendo del volcán Oldoinyo Lengai (Tanzania) no se cerró la polémica.

Si El Laco tiene coladas volcánicas de magnetita, surgen dos grandes preguntas que resolver. La primera es que la magnetita funde a unos 1590°C, una temperatura que no se registra en la corteza terrestre. Además, la temperatura máxima de los magmas que llegan a su superficie no excede los 1300°C.

¿Cómo se puede fundir magnetita?

Los expertos en altos hornos saben que, si añadimos unos elementos como el fósforo o el flúor al hierro, la temperatura de fusión baja enormemente, casi hasta los 700°, una temperatura ya mucho más normal en volcanes.

Pero ¿de dónde vienen esos componentes relativamente poco habituales?

Debajo de El Laco hay evidencia geológica de que existen grandes capas de sal depositadas en un medio marino hace entre 40 y 90 millones de años. Esta relación con la sal se repite en los pocos lugares del mundo donde hay depósitos de magnetita similares.

Una posible explicación es que los magmas de composición más corriente (andesitas) al ascender a través de la corteza terrestre, y ya cerca de su superficie, incorporaron la sal y los fundentes que, junto con la andesita, facilitaron la formación de estos magmas tan ricos en hierro.

Restos de estas rocas se han encontrado como fragmentos arrojados por el volcán o en forma de pequeñas inclusiones dentro de la propia magnetita. Los trazadores geoquímicos también muestran que la magnetita no está químicamente relacionada con las rocas volcánicas encajantes. La composición química de las rocas ricas en magnetita traza la reacción de esos magmas profundos con las rocas que están encima.

Esta inusual relación entre magmas de origen profundo y capas salinas podría explicar la rareza de estos volcanes.

Nadie ha visto estas lavas ni tampoco hemos visto qué es lo que sucede en las raíces de estos volcanes. Los humanos hemos llegado tarde a la contemplación de un fenómeno que, si ocurrió, debió ser de los más espectaculares de la naturaleza, con coladas de hierro fundido bajando a velocidad inusitada por las laderas del volcán y acompañadas de grandes columnas piroclásticas.

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¿Puede una fotografía cambiar el mundo?

26 abril, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 28 marzo 2023 19:10 CEST

Autoría

  1. Beatriz Guerrero González-Valerio Profesora de Fotografía y Estética, Universidad CEU San Pablo

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Beatriz Guerrero González-Valerio no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

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“La fotografía es una pequeña voz. Yo creo en ella. Si está bien concebida, a veces se deja oír”

(W. Eugene Smith, París: Photopoche)

Retratar injusticias no es algo nuevo. Desde los primeros años del siglo XX hasta el momento actual muchos fotógrafos se han preocupado por dejar su testimonio. Pero ¿se puede tratar de reformar, de enderezar el mundo a través de una fotografía?

Le sorprenderá saber la cantidad de fotógrafos que con sus imágenes han tratado de persuadir de la necesidad de cambiar la realidad que nos rodea. En estos casos la fotografía tiene intención de enmendar, de denunciar ciertas situaciones y de provocar respuestas.

Del mundo a la utopía

El término fotografía documental se refiere a las imágenes realizadas con la intención de reflejar el mundo, respetando los hechos y buscando la veracidad. Por tanto, la fotografía documental es una imagen que constata, que certifica un acontecimiento y que se basa en su capacidad para acercar la realidad. Esto no significa que la foto documental sea toda la verdad, ni la única posibilidad fotográfica. Así mismo, tiene que haber una difusión de esas imágenes, un público al que interpelar.

El documentalismo utópico es parte de la fotografía documental, pero va más lejos. Sus fotografías se toman con la intención de hacer constar algo, de mostrar la realidad, pero no solamente, sino que confían en la capacidad de convicción que puede tener una imagen, su capacidad de persuasión para mejorar el mundo.

¿Y por qué nos puede llegar tanto una fotografía? Por un lado, el componente mecánico de la fotografía (la cámara) hace que los hechos percibidos resulten más creíbles. Por otro lado, la fotografía se considera, socialmente, como más certera. El fotógrafo se orienta hacia la realidad, obteniendo una imagen que por su analogía con lo retratado va a ser sinónimo de veracidad. A esto se une la idea de que para poder tomar esa imagen el fotógrafo ha tenido que ser testigo presencial, ha tenido que estar allí.

Los inicios de la fotografía documental

La primeras imágenes realizadas con una cámara se obtuvieron hace casi dos siglos. Y ya desde sus inicios, la fotografía se debatió entre ser documental, acercándose a la realidad y representando los hechos, o artística, expresando sentimientos y fabricando las escenas. Es decir, la verdad o la belleza.

Sin embargo, la intención documental en la fotografía no surgirá hasta finales del siglo XIX y los primeros años del XX. Los inicios se sitúan en Nueva York, de la mano de Jacob August Riis (1849-1914) y de Lewis Hine (1874-1940). Ambos realizaron fotografías de temática social con la intención última de dar a conocer ciertas desigualdades para reformarlas. No debe pasarse por alto que en estos años el paso a una sociedad industrializada estaba generando grandes desigualdades.

En 1890 Jacob A. Riis, emigrante de origen danés, consciente de los límites de la palabra escrita para describir los hechos, comenzó a tomar fotografías mostrando la desprotección y condiciones de vida de los inmigrantes urbanos.

Unos años después publicaba en Nueva York Cómo vive la otra mitad. El libro tuvo una gran trascendencia y generó una reforma urbanística en las zonas menos favorecidas de la ciudad, como la construcción de patios de recreo o zonas ajardinadas.

A comienzos del siglo XX, Lewis Hine, el primer sociólogo que se hizo escuchar con una cámara, realizó fotografías de los inmigrantes que llegaban a la isla de Ellis, mostrando su adaptación a una nueva vida. No obstante, sus trabajos más importantes fueron sobre la explotación infantil en minas y fábricas textiles. Gracias a estas imágenes consiguió impulsar la Ley de protección laboral de menores.

Esta intención de reforma se mantendrá en la década de los años 30, también en EE. UU., a través de la Farm Security Administration –un conjunto de reformas y subsidios aprobados durante el gobierno de Roosevelt con el objetivo de paliar los daños de la crisis del 29–. Dentro de este programa se reclutó a una serie de fotógrafos para concienciar a los ciudadanos, mediante imágenes, de la necesidad de dichas ayudas. Destacan Dorothea Lange, Walker Evans o Margaret Bourke-White, entre otros.

Tres familias acampadas detrás de una valla publicitaria que sirve de cortavientos.
Fotografía de Dorothea Lange durante la Gran Depresión. Tres familias acampan en las llanuras a lo largo de la carretera U.S. 99 en California. Están acampadas detrás de una valla publicitaria que sirve de cortavientos parcial. Todos necesitan trabajo. 1938. La valla publicitaria dice: ‘La próxima vez prueba el tren. Southern Pacific. Viaje mientras duerme’. Library of Congress

Del documentalismo al fotoperiodismo

Tras la Segunda Guerra Mundial, la fotografía documental perdió algo de brío. Sin embargo, el fotoperiodismo asumió sus principios. Las revistas ilustradas, que estaban en pleno apogeo, fueron las que publicaron temas de interés humano.

Entre los fotógrafos de finales de siglo podemos destacar a Sebastião Salgado (Brasil, 1944). Su obra principal se ha centrado en mostrar el sufrimiento de seres humanos que atraviesan situaciones de exilio, emigración, modos de trabajo o la miseria de ciertas comunidades. Muestra al público occidental cómo es la vida en lugares a los que nuestros ojos no llegan. En la misma línea que los que iniciaron este campo podemos citar al español Gervasio Sánchez, con su proyecto de largo plazo Vidas minadas, o a James Nachtwey, con su trabajo en Afganistán.

Dos fotografías de niños mirando a cámara.
Exposición fotográfica de Sebastião Salgado en el Museu da Imagem e do Som de Alagoas (Brasil). Ajmcbarreto/Wikimedia Commons, CC BY-SA

A día de hoy podemos encontrar fotógrafos con la misma inquietud que buscan persuadir a sus contemporáneos para cambiar el mundo y movilizar conciencias. Además, ya está plenamente aceptado que el documentalismo puede presentar muchas posibilidades y que no es una fórmula cerrada.

Desde finales del siglo XX, el sentido de la palabra documental se ha ido modificando. Cada vez nos encontramos con una mayor diversidad de propuestas, si bien todas ellas coinciden en su confianza en la capacidad de comunicación de la fotografía.

Se puede afirmar que el documental con la idea de mejorar y estimular respuestas sigue vigente y funcionando. Sigue habiendo fotógrafos interesados en reformar y en persuadir a sus contemporáneos de la necesidad de enderezar el mundo. Fotógrafos para quienes la fotografía documental sigue siendo sinónimo de compromiso y reforma. En definitiva, que no han renunciado a la utopía.

No obstante, si hay un fotógrafo también debe haber un público que reconozca esas imágenes como documentos, que sea capaz de hacer una lectura documental, dando sentido a las imágenes y actuando en consecuencia.

Evidentemente, dependerá de cada persona y del momento vital en el que se encuentre. Asimismo, no todos nos veremos afectados de la misma manera. No obstante, al final, como individuos, si nos sentimos interpelados por estas fotografías y nos movemos, aunque sea un poco, podemos hacer mucho bien.

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Lucía Caballero

Jefa de Edición / Editora de Medio Ambiente y Energía