Archive for abril 2023

España 1936 – Ucrania 2022: comparación imposible

27 abril, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Ángel Viñas

@angelvinashist

Historiador, economista y diplomático

Varios soldados ucranianos transportan material militar en Kiev el pasado 28 de febrero.
Varios soldados ucranianos transportan material militar en Kiev el pasado 28 de febrero. Diego Herrera / Europa Press

3 de marzo de 2022 22:32h
Actualizado el 04/03/2022 05:30h 

El 1º de marzo uno de los colaboradores del New York Times, Roger Cohen, escribió sobre la oleada de solidaridad que, en la Europa occidental e incluso entre los países neutrales, se ha desatado en favor del Gobierno y del pueblo de Ucrania. Hizo una caracterización pormenorizada, con multitud de ejemplos, de tal oleada y, de paso, mencionó un caso que le pareció similar: la guerra civil española, cuando millares de voluntarios europeos y no europeos proclamaron su apoyo a un gobierno de izquierdas sorprendido por una sublevación militar. En ambos momentos “la conciencia de Europa se ha despertado”, añadió. 

La realidad no puede ser más diferente. El supuesto antecedente de aquel supuesto despertar ha sido examinado minuciosamente en una amplísima literatura en numerosos idiomas. No en vano han transcurrido ya más de 80 años de aquel corte en la evolución española que tuvo, de ello no cabe la menor duda, proyección universal. Como en el caso de la guerra civil norteamericana se han examinado sus orígenes, su evolución, el sistema internacional en que se produjo, sus repercusiones internas y externas, sus víctimas y sus victimarios. Hay evaluaciones muy divergentes en cuanto al volumen de análisis históricos generados en uno y otro caso, pero me atrevería a señalar que en el español una estimación de más de 25.000 volúmenes, e innumerables artículos de historiadores profesionales, probablemente se quedaría corta. 

En Ucrania el conflicto ha generado ya innumerables artículos periodísticos, todavía pocas obras en profundidad sobre sus antecedentes (esto, sin duda, cambiará con el paso del tiempo) y los historiadores profesionales que se han dedicado a él ni de lejos se acercan a los que han escrito -y con frecuencia pontificado- sobre el conflicto español. Es lo normal. En un caso hablamos de historia. En otro de la actualidad o, si se quiere, de la historia que se está haciendo ante nuestros atónitos ojos. Como la que a los corresponsales de guerra extranjeros (un tema muy estudiado en la historiografía) parecía que se hacía en los años 30. Hoy valen, de una u otra manera, sus testimonios. Con harta frecuencia, no sus análisis. En ambos casos son materiales para la historia. No son historia. 

Para escribir historia se necesita algo más que artículos periodísticos (o vehiculados por los modernos medios de comunicación). Se necesita también documentación que permita perfilar, en la medida de lo posible, los procesos de toma de decisiones y, en definitiva, esclarecer lo que hubo detrás de los hechos. Por su propia naturaleza, esos documentos, de haberlos en el caso presente, no se harán públicos durante años. En el caso español hubo que esperar entre 30 y 70 antes de que lo fueran. No revelo por lo demás ningún secreto al afirmar que no solo en España sino también en otros países existen todavía áreas de decisión en el que el secreto de Estado continúa dominando. 

Pero es que, además, el entorno internacional que envuelve ambos conflictos no tiene punto de comparación. 

El caso español es un ejemplo de libro de texto en el que el entorno de la época facilitó el triunfo de los sublevados contra el gobierno legítimo de un país que no había despertado hasta entonces demasiada atención internacional. Está por ver si el entorno actual permitirá el triunfo más o menos claro de uno de los dos contendientes. Ciertamente el gobierno ucraniano lleva todas las de ganar en el plano de la simpatía, pero ¿será suficiente?

Ante todo hay que destacar que la República nunca contó con grandes apoyos exteriores. Los que obtuvo (la URSS, el movimiento comunista internacional, las brigadas de voluntarios, la simpatía de las izquierdas foráneas) fueron absolutamente insuficientes contra lo que se le oponía: la animadversión de potencias claves en aquel momento (en particular el Reino Unido), la banca internacional y sobre todo el dogal de la política de no intervención. Los sublevados tuvieron a su favor las grandes potencias fascistas (sin olvidar al Portugal de Salazar), que se rieron a carcajadas de la no intervención, y la buena voluntad de círculos industriales y financieros exteriores. 

Muchos de los amables lectores probablemente ignorarán que en septiembre de 1936 (es decir, dos meses después de estallada la sublevación) el propio presidente de la República, Manuel Azaña, y uno de los líderes socialistas más respetados, Julián Besteiro, coincidieron en el mismo análisis: si las circunstancias internacionales no cambiaban radicalmente, los republicanos habían perdido la guerra. El mismo resultado lo anticiparon observadores militares extranjeros sobre el terreno y de él se hablaba como muy probable en los círculos gubernamentales de Londres y París. Solo la intervención soviética, muy mitificada y muy discutida, pero hoy ya conocida suficientemente, salvó a la República. También tuvo un costo externo: asustó aún más a las democracias. 

El caso ucraniano no puede ser más diferente. Apoyo total al gobierno, suministro de armamento a pecho descubierto y con parabienes sociales e institucionales crecientes, durísimo embargo económico a Rusia, algo sin precedentes. En comparación con la impotencia de la Sociedad de Naciones, masiva solidaridad en Naciones Unidas.

Pero, ¿qué influye sin embargo en tales movimientos de solidaridad internacional? La obviedad más absoluta. El caso español, enmarcado por la no intervención, no representó un peligro para la paz europea en la opinión de los no intervinientes (y también de los intervinientes). El ucraniano tiene la potencialidad de deslizarse hacia un conflicto de nivel más elevado. En él va a ponerse a prueba la disuasión entre países dotados de inmensos arsenales nucleares. 

En 1939 el movimiento pacifista, totalmente desorientado, se planteó la cuestión de si valía la pena morir por Danzig. En 2022, ¿bastarán la disuasión y la respuesta flexible a la sombra de tales paraguas? 

El mundo de nuestros días no se parece en nada al mundo en el que nació y se desarrolló la guerra española. Es completamente diferente a cualquier nivel de (imposible) comparación. La OTAN, ciertamente, está muy próxima a las fronteras de Ucrania. Rusia lo está también a partes de su componente europeo. Hay un aspecto no menos evidente: nos encontramos en presencia de una ruptura de época. En Europa volvemos a vivir en un mundo incierto de nuevo. Las comparaciones, con gaseosa.

‘Los jóvenes infelices’ según Pasolini

26 abril, 2023

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 3 marzo 2022 09:39 CET

Autoría

  1. Antonio Fernández Vicente. Profesor de teoría de la comunicación, Universidad de Castilla-La Mancha

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La infelicidad y el malestar de la juventud se han convertido en algo cotidiano. Se malvive en un clima de ansiedad crónica, desesperanza y rabia. Cuando se cumplen los 100 años del nacimiento de Pier Paolo Pasolini, quizás algunos de sus escritos ayuden a explicar esta melancolía y amargura.

Tristeza

En los años 70, Pasolini lamentaba la angustia y degradación moral de los jóvenes de Italia. En su ensayo “Los jóvenes infelices”, incluido en Cartas luteranas, los describía como personas “sin ninguna luz en los ojos”, meros automátas que no sabían “ni reír ni sonreír”.

Imagen del film Accattone (1961). Filmaffinity

También criticaba su estandarización, pues cumplían los mismos actos y obedecían a idénticas aspiraciones hasta el extremo de ser “intercambiables”. Era como si fuesen copias homogéneas de un mismo estereotipo. Daban la impresión de ser iguales en su tristeza y desesperación, presos de la pasividad que dibuja la ausencia de horizontes y esperanza. Y nadie que conserve un mínimo de humanidad puede dejar de sentirse angustiado al verse reducido a ser una pieza más del engranaje.

Conformismo

Los jóvenes se veían atrapados por el ansia de adaptarse a lo que Pasolini llamó “el nuevo fascismo”, el consumo: “Un verdadero cataclismo antropológico”, la “pura degradación”. Y, como todo fascismo, se basaba en la lógica de la exclusión y el repudio de quienes no se adaptasen.

Era el afán patológico de ser como los demás para no ser estigmatizados, aunque fuese al precio de la infelicidad. Se trataba de la identificación con el modelo de vida consumista.

Ser “normal” significaba plegarse al hedonismo radical y al egoísmo ilimitado, envidiar el poder en lugar de denunciarlo. Se nos enseña a ser buenos y dóciles consumidores, decía Pasolini, a hacer nuestros los deseos de ascender en la escala social. Se nos enseña que la vida consiste en competir con los demás para ganar las recompensas de una vida confortable. Como si la vida no fuera más que un concurso de ganadores y perdedores.

Retrato de Antonio Gramsci en 1915. Wikimedia commons

Sin siquiera sospecharlo, los jóvenes aprendían a renunciar a la vida y a ser indiferentes, a refugiarse en la apatía del qualunquismo. Y la indiferencia es el germen de cualquier fascismo. Por eso Antonio Gramsci, a quien Pasolini dedicó un poemario, la detestaba: “Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida”.

Frustración

La infelicidad y la violencia constituían para Pasolini el inexorable castigo por un modo de vida basado en el consumo. Era la nueva religión, la nueva pseudocultura que venía a destruir y a sustituir a las culturas tradicionales. Los jóvenes se habían integrado en la “adoración inconsciente de los fetiches del consumismo”. Y esta nueva religión los atormentaba con la amenaza permanente del fracaso. Los convertía en sumisos reos del continuo miedo de no lograr el ansiado éxito.

Dibujo de Tántalo de Bernard Picart (1731). Wikimedia commons

El consumismo era el ideal de vida que el psiquiatra Erich Fromm resumía en la máxima “quien no tiene, no es”. Se alimenta el deseo de poseer y de tener, pero será un deseo siempre insatisfecho. Estaremos condenados al suplicio de Tántalo: padecer sed y hambre eternas frente a la insoportable vista de objetos de deseo inalcanzables.

Pero, en especial, en la juventud más desfavorecida este modelo de vida producía una perpetua insatisfacción. Porque hacer soñar con un ideal de vida que, dada la precariedad y desigualdades, nunca podrá ser alcanzado es una fuente continua de frustración.

Desarraigo

Retrato de Simone Weil en 1921. Wikimedia commons

Y ocurre que los valores de la sociedad de consumo crean un estado generalizado de anomia, es decir, una sensación de vacío y desarraigo. No debería extrañarnos: el dinero se ha convertido en la brújula de la vida moderna. La filósofa Simone Weil lo señalaba como una de las causas principales de desarraigo:

“El dinero destruye las raíces por doquier, reemplazando los demás móviles por el deseo de ganancia”.

Cuando parece no haber rumbo, los desorientados anhelan una salida certera, sea cual sea. Y el resultado suele ser, o bien la pasividad de quien se deja llevar como una mota de polvo por la inercia, o bien la feroz agresividad del resentimiento.

Falsa tolerancia

La sociedad se pretendía tolerante respecto a las minorías y los inconformismos. Pero, para Pasolini, no era más que una falsa tolerancia, una “condena refinada” a quienes vivían y pensaban de otra forma:

“Mientras el ‘diferente’ viva su ‘diferencia’ en silencio, encerrado en el gueto mental que le ha sido asignado, todo va bien y todos se congratulan de la tolerancia que le conceden”.

Sin ambages, con su acostumbrada franqueza y lucidez, Pasolini alzó su voz para proclamar la diferencia, y “la mofa más vulgar, el gesto más obsceno y la más feroz de las incomprensiones le hunden en la humillación y la vergüenza”. Fue asesinado con extrema brutalidad el 2 de noviembre de 1975.

Cuerpo de Pasolini encontrado en el lugar de su homicidio, en Ostia en 1975. Wikimedia commons

Defender la alegría

Pasolini en su film Los cuentos de Canterbury (1972). Wikimedia commons

Pasolini rechazó los modos de vivir que contribuían a la infelicidad de los jóvenes. Y el rechazo de un mundo cruel y despiadado implicaba al mismo tiempo defender la alegría contra la ausencia de amor y cultura, como quería Mario Benedetti.

Aunque fuese al precio del estigma y la soledad, Pasolini creía necesaria la lucha por la diversidad y otras formas de vida más humanas, como leemos en su poema El príncipe:

“Para ser poetas hay que tener mucho tiempo:

horas y horas de soledad son el único modo

para que se forme algo, que es fuerza, abandono,

vicio, libertad, para dar estilo al caos”.

Para finalizar, permítanme unos versos del poema Il pianto della scavatrice, en los que Pasolini nos muestra que sólo amar y conocer cuentan:

“Solo l’amare, solo il conoscere

conta, non l’aver amato,

non l’aver conosciuto. Dà angoscia

il vivere di un consumato

amore. L’anima non cresce più”.

(“Sólo el amar, sólo el conocer cuenta; no el haber amado, no el haber conocido. Angustia el vivir de un consumido amor. Deja de crecer el alma”.)

El abrazo (1917), de Egon Schiele. Wikimedia commons.

La “desvergüenza” de que el Gobierno no saque del Alcázar de Toledo los restos de Moscardó y Milans del Bosch

25 abril, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Cripta del Alcázar de Toledo
Cripta del Alcázar de Toledo Museo del Ejército

Fidel Manjavacas

14 de noviembre de 2021 11:47h 

Han pasado ya más de dos años desde que los restos del dictador Francisco Franco salieran de la basílica del Valle de los Caídos, donde había pasado los últimos 44 años en una sepultura de honor, desde su muerte en 1975. Sin embargo, en la cripta principal del Alcázar de Toledo continúan enterradas personalidades tan cruciales del bando fascista, franquista o sublevado como el coronel José Moscardó Ituarte, comandante Militar de Toledo y “Jefe de los Defensores del Alcázar”, o el combatiente de la División Azul Jaime Milans del Bosch y Ussia.

El Foro por la Memoria de Castilla-La Mancha explicaba que se trata de un caso similar al del dictador, al tratarse de una cripta privada en un edificio público. Por ello, en 2018, Izquierda Unida lanzó una iniciativa en el Congreso de los Diputados y Podemos en las Cortes de Castilla-la Mancha, cuando por aquel entonces formaba parte del Gobierno de Emiliano García-Page, para hacer lo propio con Moscardó y Milans del Bosch. Esta última fue tumbada antes de llegar a las Cortes regionales por PSOE y PP y sobre la otra el Ejecutivo de Pedro Sánchez consideró que las tumbas de los dos militares en la cripta de la fortaleza, declarada Bien de Interés Cultural y de propiedad pública, no suponen la “exaltación” de sus figuras, por lo que no incumple la Ley de Memoria Histórica.

Ahora, ha sido el senador valenciano de Compromís Carles Mulet el que ha vuelto a preguntar por este asunto al Gobierno de España. Mulet aseveraba en su escrito que dicha cripta es “de uso privativo de golpistas” lo que a su juicio es “en sí mismo un lugar de exaltación del franquismo aunque se tenga un acceso restrictivo”. Apuntaba además que la gestión del mismo recae en la Hermandad de Nuestra Señora Santa María del Alcázar, la cual “suele organizar misas y actos de exaltación franquista, y usa sus redes sociales para revindicar a las personas que participaron en el golpe de estado”.

Precisamente, a raíz de los actos que celebra esta Hermandad en el mes de septiembre, Mulet remitió en el Senado alrededor de una decena preguntas al Gobierno sobre su funcionamiento y sobre si se plantea la exhumación a Moscardó y Milans del Bosch y Ussia.

En concreto, cuestionaba sobre a quién se ha cedido el uso o derecho de ocupación de la cripta del Alcázar, quién tiene llaves y autorización para acceder, por qué no se vacía la misma de los restos de Moscardó y Miláns del Bosch y Ussia, si la Hermandad recibe algún tipo de ayuda pública o qué medidas va a tomar el Gobierno para “su ilegalización”, “viendo que continúa haciendo apología del franquismo en redes sociales (lo cual muestra con las siguientes capturas de pantalla) o en sus actos -a los que han acudido concejales del PP de Toledo-”.

Respuesta del Gobierno: “No consta la cesión de dicho espacio”

Este pasado 11 de noviembre, el senador recibía también por escrito la respuesta del Gobierno a sus preguntas. En el texto, señala que “no consta en el Ministerio de Defensa que se haya realizado ninguna cesión del referido espacio -la cripta-. ”Mediante el Real Decreto 636/2010 de 14 de mayo, por el que se regula el funcionamiento y se establece la estructura orgánica básica del Museo del Ejército, éste asume la responsabilidad del mantenimiento de la cripta, con el régimen de enterramientos conforme a la normativa autonómica de la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha, que permite el uso de la misma como columbario“, agrega el Gobierno.

Sobre las visitas a la misma, el Ejecutivo de Pedro Sánchez indica que “la cripta no puede ser visitada por el público con carácter general” aunque sí “existe la posibilidad de visitas exclusivamente para familiares de los enterrados, en los días en los que el Museo está cerrado al público”.

“Les da igual que los golpistas estén sepultados con honores”

La respuesta no ha satisfecho a Mulet, que indica que le “parece indignante” que el Gobierno “no conteste las preguntas más comprometidas”. “Reconocen que es del Estado y les parece lo más normal del mundo. Es una desvergüenza. Les da igual que los golpistas estén sepultados con honores al resto de mortales en un edificio público. Yo voy a continuar preguntando, hay muchas cosas que no se contestan”, agrega el senador.

A su juicio, esta situación “demuestra que la ley del 2007 -de memoria histórica- no sirve para nada porque casos como estos son completamente legales para ellos”. “Ante esto peleamos por la nueva ley que está en tramitación en la que casos como estos tienen que estar reflejados. Los restos tienen que devolverse a su familia y dejar a este lugar sin ningún tipo de connotación franquista”, considera Mulet.

Por qué la ultraderecha está creciendo a los dos lados del Atlántico Norte

24 abril, 2023

Fuente: http://www.blogs.publico.es

VICENÇ NAVARRO

NOVIEMBRE 15, 2021

Santiago Abascal, en Las Palmas de Gran Canaria.- Europa Press
Santiago Abascal, en Las Palmas de Gran Canaria.- Europa Press

A los dos lados del Atlántico Norte estamos viendo hoy un crecimiento muy marcado de partidos políticos de ultraderecha, junto con un desplazamiento de partidos de derechas mayoritarios hacia posturas de ultraderecha. Miren los datos y lo verán. En Estados Unidos el trumpismo, que controla hoy el Partido Republicano, en lugar de estar disminuyendo su apoyo electoral lo ha ido aumentando y es probable que, de seguir las tendencias, llegue a controlar el Congreso y el Senado de los EEUU en 2022 y también recupere la presidencia en 2024. En Europa la ultraderecha ha ido también aumentando en una gran mayoría de países y solo en algunos pocos países ha descendido. En España, por ejemplo, las últimas encuestas señalan como Vox y el PP están subiendo a un nivel con el cual podrían llegar a conseguir una mayoría parlamentaria, todo ello ayudados por un sistema electoral escasamente democrático que, como ocurre en la mayoría de los países del Atlántico Norte, les favorece.

Las causas del crecimiento de la ultraderecha

Hay dos hechos que, en gran parte, explican este crecimiento de la ultraderecha. Uno es la enorme crisis económica y social que vive la mayoría de tales países y que determina, a su vez, una gran crisis política. Estas crisis responden a causas comunes, entre las cuales hay que destacar el enorme daño causado al bienestar de las clases populares (que son la mayoría de la población) por la sostenida aplicación -por muchos años- de las políticas neoliberales, que han determinado un gran crecimiento de las desigualdades con un aumento muy marcado del bienestar de los sectores más pudientes de la población, a costa de un gran descenso en la calidad de vida de la mayoría de la ciudadanía.

Los datos no pueden ser más contundentes. Si analizamos la evolución de las rentas de la propiedad del capital en comparación con las rentas del trabajo (ambas como porcentaje de la renta nacional), vemos cómo las rentas del trabajo (de las cuales derivan los ingresos la totalidad de las clases populares en cualquier país) descendió muy marcadamente durante los últimos 40 años. Esta pasó en Estados Unidos de representar en 1978-1980 un 70 % de todas las rentas a un 63 % en 2012; en Alemania de un 70.4 % a un 65.7 % en el mismo periodo; en Francia de un 74.3 % a un 68.2 %; en Italia de un 72.2 % a un 64.4 %; en el Reino Unido de un 74.3 % a un 72.2 %; en el promedio de la Unión Europea de los 15, de un 72.9 % a un 66.5 %; y en España de un 72.4 % a un 58 4 %. Este gran descenso en las rentas de trabajo ha ido acompañado de un incremento de las rentas del capital, desigualdades que se han acentuado todavía más durante la pandemia.

El abandono generalizado de las políticas redistributivas de la socialdemocracia

Este aumento en las desigualdades se inició a partir del final de los años 70 con el presidente Carter y se expandió en los años 80 con el presidente Reagan en EEUU y la señora Thatcher en Gran Bretaña, continuando más tarde en el resto de Europa, con el abandono de las políticas redistributivas que habían caracterizado a los partidos de izquierda gobernantes y su sustitución por las políticas liberales (característico de La Tercera Vía), causando un gran retroceso (e incluso desaparición en algunos países) de la socialdemocracia. Tal abandono de las políticas redistributivas causó un abandono masivo de su base electoral, predominantemente de las clases populares y muy en particular de las clases trabajadoras. En Italia y en Francia, la socialdemocracia prácticamente desapareció. En España, descendió muy marcadamente, salvándole la rebelión de las bases de tal partido, lideradas por el dirigente anti-aparato Pedro Sánchez (situado a la izquierda de lo que sostenía tal aparato). Fue el triunfo del guerrismo (sin Alfonso Guerra) y del borrellismo (con Pepe Borrell) dentro del PSOE. Sin lugar a dudas el surgimiento de Podemos, heredero del movimiento de los indignados, fue determinante para que tales cambios ocurrieran.

La desaparición de los partidos de tradición socialdemócrata creó un enorme vacío que explica el atractivo de los partidos que se presentaron como anti-establishment, es decir la ultraderecha reaccionaria que se caracterizó por una idealización del pasado, señalando que «en el pasado vivíamos mejor». Esta ultraderecha es la defensa a ultranza entre los sectores económicos y financieros (y sus instrumentos políticos y mediáticos) de sus privilegios, movilizando los temas identitarios de los cuáles el crecimiento del nacionalismo imperial y conservador, así como del racismo y del machismo adquieren gran importancia.

¿Cómo responder a esta situación?

Es de una enorme importancia y urgencia recuperar las políticas redistributivas que reviertan el enorme crecimiento de las desigualdades, interviniendo en todas las áreas (de las fiscales a las reformas laborales) del quehacer público, a fin de garantizar el bienestar de las clases populares, reduciendo el porcentaje de las rentas derivadas del capital a costa del aumento de las derivadas del trabajo. La respuesta más visible mediáticamente que ha ido en esta dirección ha sido la reaparición en EEUU de las políticas redistributivas en el Partido Demócrata, vencedor de las últimas elecciones presidenciales, liderado por el candidato Biden que, al ganarlas, intentó recuperar la línea «New Deal», con un programa que compaginaba la reforma climática con la social. La victoria del Partido Demócrata no fue, sin embargo, un voto pro Biden sino un voto anti Trump. En realidad, el Partido Demócrata estaba (y continúa) muy desacreditado precisamente por su identificación con el liberalismo. La astucia de Biden fue intentar recuperar el apoyo popular enfatizando sus propuestas redistributivas con elevado contenido social (ver mi artículo «El fin del neoliberalismo y la búsqueda de alternativas»). El elevado nivel de popularidad de las propuestas (incluyendo entre amplias bases electorales del Partido Republicano) parecían confirmar la certeza y sabiduría de tales medidas.

Ahora bien, la resistencia por parte de sectores del aparato del Partido Demócrata, así como de sus legisladores próximos a intereses financieros y económicos (cuyos privilegios quedarían afectados por tales medidas) han estado debilitando tales propuestas, de manera tal que ha creado un gran movimiento de frustración, decepción y desmovilización, aprovechado por el trumpismo para movilizar sus bases y conseguir derrotar a un gran número de candidatos demócratas en las elecciones estatales y municipales de hace una semana, que podría ser el prólogo de lo que podría ocurrir en las elecciones al Congreso y Senado del 2022.

La situación en España

En España las medidas tomadas por el Gobierno de Coalición de izquierdas tienen una clara vocación redistribuidora, muy necesaria (pero todavía insuficiente) para corregir las enormes desigualdades existentes en el país. Pero una tensión existe dentro del Gobierno de coalición, que no es solo entre la UP (Unidas Podemos) y el PSOE, sino que atraviesa también el PSOE, y es definitorio de lo que pase en el futuro (incluyendo la continua expansión de las ultraderechas), tensión que tiene elementos comunes con lo que está pasando ahora con las propuestas New Deal en Estados Unidos del Presidente Biden. La resistencia del establishment económico y financiero español, siempre muy influyentes en los equipos económicos del PSOE, se está sistemáticamente oponiendo a los elementos más impactantes de las políticas redistributivas, tales como las propuestas fiscales y la eliminación de la reforma laboral del PP. Esta resistencia está enlenteciendo la propuesta de cambio, que como en Estados Unidos está desalentando y debilitando el apoyo popular al cambio propuesto por el Gobierno. Estos frenos al necesario cambio son la causa de la desmotivación y falta de apoyo al Gobierno Demócrata de Estados Unidos y podría ocurrir también aquí con el Gobierno de Coalición en España. Es frustrante que la dirección del PSOE parece no ser consciente de ello lo cual puede significar un enorme coste para el país. Imagínense por un momento que el trumpismo gobernara en EEUU y la coalición de los partidos de ultraderecha gobernaran en España. Esto podría ocurrir y la responsabilidad de que ello ocurriera seria la excesiva moderación y complicidad de sectores importantes de las izquierdas gobernantes con los poderes económicos, financieros y mediáticos del país, máximos beneficiarios de las enormes desigualdades que existen a los dos lados del Atlántico Norte y que harán todo lo posible para mantener sus privilegios. La historia de España está llena de ejemplos de ello.

MÁS OPINIONES DEL AUTOR »

Y tras los incendios, matorrales: cómo recuperar los bosques y hacerlos más resistentes al fuego

23 abril, 2023

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 17 agosto 2022 19:52 CEST

Autoría

  1. Víctor Resco de Dios. Profesor de ingeniería forestal y cambio global, Universitat de Lleida

Cláusula de Divulgación

Víctor Resco de Dios recibe fondos del MICINN, Fundación Velux y Comisión Europea.

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Europa está sumida en una de las peores sequías registradas hasta la fecha mientras los incendios se ceban con sus debilitados bosques.

Los matorrales conforman el ecosistema antrópico por excelencia en el sur del continente (aun cuando algunos puedan ser naturales). Fueron forjados con el fuego que renovaba el pasto para la Mesta, con la sobreexplotación al tratar de sostener a un imperio naval o con los intereses de la propiedad privada en las desamortizaciones, según el país.

Aunque esta tendencia se ha revertido en las últimas décadas y la superficie forestal ha aumentado, la sequía y los incendios incrementan el potencial para un nuevo episodio de deforestación y matorralización generalizada.

Estos ecosistemas pueden ser fuente de biodiversidad, pero la matorralización es reconocida como una de las principales amenazas para la amortiguación climática que nos aportan los bosques, desde el Amazonas hasta el Mediterráneo. No solo disminuye la asimilación de carbono en los matorrales, sino que también lo hace la lluvia en zonas de influencia convectiva y se altera el balance energético, amplificando el cambio climático.

Restauraciones que miran al pasado

En primer lugar, debemos aclarar qué tipo de bosque queremos restaurar: ¿el ecosistema de antes del incendio o uno adaptado al clima futuro? Y, de elegir esto último, ¿a qué futuro? ¿Al del año 2050, 2100 o a otro todavía más lejano?

La restauración forestal siempre ha mirado atrás: buscaba establecer el tipo de bosque más maduro que fuera posible, en base al suelo disponible y al clima pasado. La propia palabra restaurar indica recuperar o volver a poner en el estado que antes tenía.

Pero en un escenario de clima cambiante, la reencarnación melancólica de un pasado que no volverá carece de sentido. Tampoco lo tiene volver a crear los ecosistemas que nos han llevado a la situación actual. ¿Qué podemos hacer entonces?

¿Repoblar o no repoblar?

Los incendios llevan 420 millones de años en la Tierra y la mayoría de las especies logran sobrevivir en el régimen de incendios al que están adaptadas.

En ocasiones, la repoblación será una necesidad urgente. Por ejemplo, cuando se ha quemado un bosque que está en la cabecera de una cuenca, en zonas con procesos erosivos importantes y donde haya problemas de corrimientos de tierras o de torrencialidad.

Pero cuando no haya urgencia, conviene dar una oportunidad a la regeneración natural y esperar unos años antes de actuar.

Especies resistentes al clima futuro

Se ha discutido mucho sobre si las repoblaciones deben ser con especies autóctonas o foráneas. Bajo un escenario de cambio climático este debate carece de sentido. Si plantamos las especies adaptadas al clima del pasado, corremos el riesgo de que mueran en unas pocas décadas. Por tanto, deberemos seleccionar las plantas adaptadas al clima por venir, que pueden ser especies que actualmente no crezcan en ese sitio, sino en otro más caluroso.

Para ello, disponemos de tres opciones diferentes. En primer lugar, deberemos echar mano de la variación intraespecífica. Esto es, para aquellas especies de distribución amplia, como lo son la mayoría de árboles, podemos seleccionar aquellas que procedan de una localidad más calurosa.

En segundo lugar, nos podemos plantear la sustitución de especies, como el carballo por la encina, por ejemplo. Este proceso se conoce como migración asistida.

Las plantaciones con especies foráneas, como los eucaliptos, también son una opción adecuada para la restauración de zonas agrícolas y baldíos, ya que, aparte de aportar cierto rendimiento económico que favorece a la estabilización de la población rural, se aumenta la fijación de carbono y se mejora la calidad de los suelos. Así se desprende de las conclusiones del mayor estudio global realizado hasta la fecha.

Las repoblaciones con eucaliptos también pueden servir de plantas nodrizas. Esto es, aportan sombra y mejoran las condiciones edáficas para la regeneración de árboles característicos de estadíos maduros que son más exigentes que el frugal árbol australiano. La literatura ecológica lleva tiempo pidiendo que dejemos de demonizar a los eucaliptos y cabe recordar que, en contra de la opinión popular, estos bosques no arden más que otros tipos de vegetación.

En tercer lugar, podemos plantearnos el uso de árboles transgénicos, que vayan a soportar mejor la aridez. En nuestro laboratorio, por ejemplo, hemos desarrollado variedades de chopo que resisten mejor la sequía y la salinidad bajo condiciones de escasa fertilidad.

Los transgénicos se han criticado porque pueden contaminar el polen de los árboles no modificados genéticamente. Pero los que hemos desarrollado son estériles, por lo que son totalmente seguros desde un punto de vista ecológico. Por desgracia, la legislación actual está a años luz de la ciencia y todavía no permite este tipo de actuaciones, por lo menos en Europa.

Gestionar la regeneración (natural o artificial)

Incluso cuando apostamos por la regeneración natural, nos enfrentamos al mismo dilema del clima futuro. Tras el terrible incendio de Guadalajara (España) en 2005, por ejemplo, los robles, que son capaces de rebrotar, se recuperaron antes que los pinos, que carecen de esa facultad.

Si un incendio se vuelve a producir, es probable que los pinos se extingan de la zona, ya que no son capaces de soportar múltiples incendios, pero el roble sobrevivirá. Ahora bien, los modelos nos indican que el calor y la sequía que habrá en esa zona en unas décadas estará más allá del límite tolerable para los robles que, en consecuencia, sucumbirán frente a estas condiciones.

Los incendios recurrentes se llevarán por delante a los pinos y el cambio climático a los robles en zonas como la del incendio de Guadalajara (aunque el ejemplo es extensible a otras zonas). Por tanto, deberemos llevar a cabo diferentes actuaciones de gestión para preparar ese bosque ante el clima futuro: actuaciones de reducción de combustible como las quemas prescritas para que los incendios sean menos dañinos, claras para disminuir la competencia entre árboles y, si fuera necesario, plantaciones siguiendo alguna de las tres opciones antes planteadas.

Cuando decidamos repoblar debemos tener claro que es como tener un hijo: un compromiso que se establece durante muchos años y al que deberemos mantener y asignar recursos económicos durante 20 años, o más, para asegurar su correcto desarrollo. Plantar un bosque y olvidarse de él es como no volver a preocuparse del niño: puede comprometer su futuro. En el caso de las repoblaciones, porque estaremos plantando los fuegos del futuro: acabarán ardiendo en incendios de alta intensidad debido a la elevada carga de combustible.

Actualmente, vivimos de espaldas al cambio climático. No estamos preparando nuestros ecosistemas para la sequía ni para el fuego y, por tanto, estamos por la senda de la matorralización tras los megaincendios.

Cuatro generaciones a pie de fosa del franquismo: “Esto ya va a acabar y van a ir juntines, ya toca”

22 abril, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Olga Rodríguez

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Grau (Asturias)

Foco

MEMORIA HISTÓRICA

Amparo Arias, hija de José Arias, asesinado y desaparecido en la fosa de La Garba en 1938, junto con hijas, nietos, bisnietas, integrantes de la ARMH y vecinos de la zona.
Amparo Arias, hija de José Arias, asesinado y desaparecido en la fosa de La Garba en 1938, junto con hijas, nietos, bisnietas, integrantes de la ARMH y vecinos de la zona. Olga Rodríguez

13 de agosto de 2022 22:34h
Actualizado el 16/08/2022 12:09h 

En torno a la apertura de una fosa surgen siempre grandes conversaciones. Se extraen huesos, objetos, pruebas de los crímenes, pero también relatos y palabras que llevaban décadas silenciados, pospuestos. Ha ocurrido estos días en La Garba (Grau, Asturias), donde el equipo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha localizado y exhumado restos de al menos seis personas asesinadas y desaparecidas en 1938 y 1939 por la represión franquista.

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Alrededor de la zanja abierta han surgido diálogos pendientes, intercambio de información y de afectos, como los que las personas voluntarias de la ARMH han mostrado hacia las hermanas Amparo y María Ángeles Arias, de 86 y 91 años respectivamente, hijas de José Arias, asesinado y desaparecido en esta fosa en 1938.

Ellos me fueron transmitiendo pinceladas desde pequeñina. Y de ese modo es como si yo misma lo hubiera conocido 

Sandra, bisnieta

“Ojalá nuestros hermanos mayores estuvieran vivos para poder presenciar esto. A mi madre le tocó una vida muy dura”, musitaba este jueves Amparo mientras observaba cómo dos arqueólogos de la ARMH cepillaban los huesos que asomaban en la fosa del prado Canto La Piedra.

“Esto ya va a acabar, ya van a estar juntines tu padre y tu madre, ya tocaba”, le contestaba una vecina de Grau. “Si identifican a mi padre queremos enterrarlo con mi madre”, explicaba Amparo.

María Ángeles, de 91 años, hija de José Arias, asesinado y desaparecido en La Garba en 1938. Con ella, el joven historiador José Manuel Doutón, de 22 años, voluntario de la ARMH Olga Rodríguez

Hasta cuatro generaciones se han congregado en La Garba estos días. Sandra, una joven bisnieta de José Arias, recuerda cómo en su infancia escuchaba a su abuela y a sus tíos abuelos “contar la historia”: “Mi abuela y sus hermanos siempre tuvieron la pena por lo ocurrido. Ellos me fueron transmitiendo las pinceladas de la historia desde pequeñina. Y de ese modo puedes recordarlo, como si yo misma lo hubiera conocido”, explica con ojos expresivos.

“Cuando mi abuela ha sabido que al fin estaban abriendo la fosa, ha sentido alivio, como que ha descansado”, añade.

Una arqueóloga de la ARMH ante los restos de una de las víctimas de la fosa en el momento en el que encuentra un anillo. Olga Rodríguez

Tres niños huérfanos escondidos en un pajar

Por aquí han pasado también los hermanos Josefa y Gustavo Díez Rodríguez, nietos del matrimonio formado por María Concepción García y Enrique Rodríguez Siñeriz, arrestados y asesinados juntos en 1938 y arrojados a la fosa. Tenían tres hijos, la mayor de once años. Los niños se quedaron varios días solos en casa, aguardando su regreso.

“Entró gente a robar varias veces a la casa y se escondieron en el pajar, muertos de miedo”, relata Josefa. “Allí estuvieron hasta que vino un familiar del pueblo que se hizo cargo de ellos y después se fueron con una hermana de mi abuela que ya tenía cuatro o cinco hijos”.

“Mi madre quedó marcada. En sus últimos años de vida tuvo Alzheimer y la pobre a mí me llamaba mamá. A su hija la llamaba mamá, buscaba a su madre, muerta cuando ella tenía 11 años. Qué cosas”, añade Josefa. “Al tener tres hijos pequeños podían haber dejado a mi abuela viva, pero no”.

Su hermano Gustavo prosigue: “Esas cosas parece que están tapadas en la memoria pero cuando esta empieza a deshacerse…”. “Ellos tenían unos amigos que se habían marchado a Francia exiliados, y le decían a ella que marcharan con ellos. Mi abuela decía que no, que para qué iban a ir, que no habían hecho nada malo”.

Esta bala se llevó por delante a una persona. De algún modo, se llevó por delante a una familia entera. Y, a gran escala, a un pueblo entero. 

En primer plano, Malena García, David Fernández y Marina García, voluntarios de la ARMH Olga Rodríguez

Jóvenes a pie de fosa

Entre la gente que ha visitado esta fosa ha habido varios jóvenes sin vínculos familiares con las víctimas pero con ganas de conocer la historia de su comarca y de ayudar en las tareas de búsqueda. Es el caso de Candela Fernández, una adolescente de quince años que llegó el martes ofreciéndose a colaborar:

“Me interesa mucho la memoria y quiero participar para que nuestro futuro sea mejor”, explica. “Ha venido dos días seguidos, se ofreció a echar una mano y ha estado aquí como una más cribando tierra”, cuentan integrantes de la ARMH.

“La gente joven tiene que conocer de dónde viene para saber a dónde van”, reflexiona Marina Solís, madre de Candela.

Marina y su hija Candela de 15 años, vecinas de la zona que se han ofrecido a ayudar al equipo de la ARMH en las tareas de exhumación. Aquí, cribando tierra Oscar Rodríguez (ARMH)

En el equipo de voluntarios de la ARMH hay varios jóvenes que ya han participado en otras exhumaciones. Uno de ellos es José Manuel Doutón, de 22 años, licenciado en Historia y encargado estos días de cribar la tierra, de atender a las familias de las víctimas y de ofrecer información a periodistas y curiosos. “Me interesa mucho este aprendizaje, estar en un movimiento social para crear un mundo mejor y ayudar”, cuenta.

Julia Silva, de 24 años, trabajadora social, también ha participado en varias exhumaciones: “El sistema que rodea a cualquier persona es la familia. Incluso cuando parece que no, la familia siempre está presente. Una de estas balas que hemos encontrado aquí se llevó por delante a una persona. Pero no solo a ella. De algún modo, se llevó por delante a una familia entera. Y, a gran escala, a un pueblo entero, porque esto afecta a toda una comunidad”, explica.

El arqueólogo Serxio Castro y los voluntarios de la ARMH Julia Silva y David Ramírez. Olga Rodríguez

La solidaridad de la búsqueda

“No puedo evitar pensar que esta bota fue usada, tuvo vida, se aprecian las pisadas en el talón”, musita Malena García, voluntaria de la ARMH mientras retira la tierra que rodea a una bota que asoma en la fosa.

Un par de metros más allá, en la misma zanja serpenteante, el arqueólogo Serxio Castro cepilla pacientemente un cráneo aún incrustado en el suelo y el voluntario David Ramírez, experto en objetos, escruta unas gafas halladas el día anterior. A su lado, la arqueóloga Nuria Maqueda y el vicepresidente de la ARMH, Marco González, cavan y supervisan. Llevan más de una década participando en exhumaciones. Óscar Rodríguez, el fotógrafo de la asociación, documenta cada hallazgo.

A mi bisabuela la raparon y violaron dos días después de haber dado a luz. Tuvieron que subirla a un carro porque no se tenía en pie. 

También colaboran varios voluntarios de Asturias, como David Fernández o la historiadora Marina García, librera en Gijón. Algunos de ellos tienen familiares asesinados o desaparecidos por el franquismo. Es el caso de Marina:

“Mi bisabuela sale en un libro en asturiano sobre la represión en la zona occidental de Asturias. Ella lo contaba poco, pero supimos que la sacaron de casa, la raparon y la violaron. Había dado a luz dos días antes. Tuvieron que subirla en un carro porque no podía ponerse de pie”, cuenta mientras escarba la tierra.

Voluntarios de la ARMH hablan con Sabino Fernández, de 90 años, hijo de un desaparecido en la fosa del Rellán Olga Rodríguez

Malena García se ha encargado estos días de tomar datos y muestras de ADN a las familias de los desaparecidos en esta fosa. Cerca de aquí se encuentra la fosa del Rellán, donde hace unos meses la ARMH exhumó restos de varias víctimas. La próxima primavera, cuando se ablande la tierra, retomarán las tareas. Mientras tanto, la identificación del ADN sigue su curso, a la espera de las pruebas del laboratorio. El proceso es lento.

“Si el Estado se encargara de tener equipos propios que impulsaran las identificaciones todo podría ir más rápido”, murmura un voluntario cuando llega hasta esta exhumación de La Garba Sabino Fernández, de 90 años de edad, hijo de un asesinado en la fosa del Rellán. Viene acompañado por su hijo: “Buenas tardes, amigos. ¿No sabréis cuánto queda para que tengamos el resultado de las pruebas?”, pregunta. El tiempo depende del laboratorio privado al que se han enviado las muestras de ADN.

El equipo de la ARMH se moviliza y corre hacia Sabino para tranquilizarle. Surgen muestras de cariño, palabras de aliento, miradas atentas. “Ochenta y cuatro son ya. Ochenta y cuatro años esperando”, murmura el hombre. “Gracias por todo, amigos. Gran trabajo hacéis”, dice su hijo. Cuando se alejan en su coche, se hace el silencio y a una voluntaria se le humedecen los ojos. En la solidaridad de la búsqueda no solo se resienten las rodillas y las lumbares.

El nuevo esplendor de los viejos artesonados españoles

21 abril, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Montaje de uno de los techos en el carmen Apperley de Granada, con el diseño de Javier de Mingo y la colaboración en Enrique Nuere y Elena Franco
Montaje de uno de los techos en el carmen Apperley de Granada, con el diseño de Javier de Mingo y la colaboración en Enrique Nuere y Elena Franco J. M.

José María Sadia

13 de agosto de 2022 22:34h
Actualizado el 14/08/2022 05:30h 

En el año 1633, el carpintero sevillano Diego López de Arenas legó por escrito las claves de un saber que, un siglo más tarde, dejaría de llevarse a la práctica por completo en nuestro país: la carpintería de las techumbres españolas. El nuevo gusto por las bóvedas de yeso relegó a un último plano las cubiertas de madera —denostadas y pasadas de moda—, hasta que en los años ochenta un arquitecto valenciano logró descifrar las claves del tratado de López de Arenas. Enrique Nuere recuperaba una tradición netamente española que en las dos últimas décadas ha reverdecido, especialmente, al otro lado del Atlántico. Un siglo después de la venta masiva de artesonados españoles a los potentados norteamericanos, los discípulos de Nuere desempolvan herramientas y técnicas medievales para dar salida a los encargos que no paran de llegar, especialmente, desde estados como California.

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Pero ahora como hace un siglo, la llamada carpintería de armar española envejece sin terminar de ser profeta en su tierra. Todo tiene su explicación. Esta ingeniosa técnica —surgida en la península hace prácticamente un milenio— se ha visto empañada por el tópico de los “artesonados mudéjares”. “Enrique Nuere es muy batallador en este punto: el término da a entender que la carpintería de las cubiertas se importó, y es cierto que los trazados llegaron de Oriente, pero su aplicación en un techo es algo que se inventó en España”, explica uno de los discípulos del valenciano, el arquitecto especializado en carpintería histórica Javier de Mingo.

Recreación gráfica del aspecto original del artesonado desaparecido en el Palacio Arzobispal de Alcalá para el Museo Regional de Madrid Javier de Mingo

Curioso lo enrevesado que llega a ser el devenir histórico. Cuando Nuere descifró el sistema con el que los carpinteros medievales fabricaban las techumbres, no le quedó duda de que la técnica había surgido de puertas para adentro. En realidad, tras las cubiertas que cerraban edificios románicos y góticos se encontraba el uso de un simple cartabón, en esencia, un triángulo rectángulo —con un ángulo de 90 grados— y escaleno (todos sus lados diferentes). El redescubridor de los artesonados buscó sin descaso esta técnica en los países de Oriente, hasta que llegó a una conclusión definitiva: los musulmanes no conocían el uso del cartabón. Las cubiertas solo podían ser made in Spain.

Ni mudéjar ni artesonado

Quiso el destino empañar el logro español. Javier de Mingo, especialmente sensibilizado con la divulgación de esta técnica mágica, responsabiliza de ello a la ambivalencia del término mudéjar. “Es un adjetivo que designa a la población musulmana que permaneció en territorio cristiano recién reconquistado, pero también, al arte que deriva de la conexión entre lo cristiano y lo musulmán”. El arquitecto precisa que “cuando alguien menciona los artesonados mudéjares, los conecta con el primer significado y atribuye su fabricación a los musulmanes que se quedaron; entonces la confusión es absoluta”.

Detalle de un artesonado ochavado, fabricado por Paco Luis Martos P. L. M.

En realidad, como apunta Javier de Mingo, la carpintería de lazo —la que habitualmente se conecta con lo mudéjar— “fue mayoritariamente fabricada por carpinteros cristianos”. Si había artesanos de origen musulmán, estos eran minoría. Pero es que hay una paradoja más: existe una especial concentración de este tipo de techos en algunas zonas, como la provincia de León, donde “no consta que hubiese una población mudéjar”.

Hacia un nuevo esplendor

Pese a todo, el lastre mudéjar no ha desanimado en las dos últimas décadas a un cada vez mayor número de arquitectos y artesanos que, tras descubrir las claves de la carpintería de armar, han decidido dedicarse por entero a este oficio medieval. Junto a la labor de Enrique Nuere, tutor común de todos ellos, hubo otra circunstancia que supuso un punto de inflexión. La artesanía española comenzó a ser distinguida desde el exterior. En particular, por el multimillonario americano Richard Driehaus, cuya fundación entrega periódicamente un premio a los mejores proyectos de arquitectura tradicional. Cuando Driehaus conoció la labor del arquitecto gaditano Rafael Manzano, quedó tan impresionado que no solo decidió otorgarle uno de sus galardones, sino que creó una distinción exclusiva para España, que más tarde incluiría también a la vecina Portugal.

Entre quienes han obtenido el premio Driehaus se encuentra el prestigioso artesano jiennense Paco Luis Martos, cuyos artesonados decoran hoy algunas de las mansiones de las más distinguidas estrellas del Hollywood cinematográfico. Antes de abrir una oficina en Los Ángeles, Martos tuvo que labrarse una carrera que dio sus primeros pasos en el año 2000, con un primer encargo de tintes novelescos que no olvidará jamás. “Un día se presentó en mi taller de restauración un anticuario con un camión repleto de palos antiguos. Me dijo: ‘Mira, esto es un artesonado, hay que restaurarlo y colocarlo en un centro comercial de Sevilla’”, rememora.

Proceso de creación de una cubierta histórica en el taller de Ángel María Martín A. M.

La respuesta de Martos fue sumergirse en el universo de las techumbres españolas. “Investigué, acudí a los libros de Enrique Nuere para conocer la técnica y, sobre todo, me valí de los conocimientos que había adquirido durante los trabajos de restauración”. El resultado fue que el carpintero de Úbeda aprobó aquel examen e inició una trayectoria de altura que acaba de suponerle un nuevo reconocimiento por la recuperación de este saber tradicional, esta vez, desde la Junta de Andalucía.

Los clientes del siglo XXI

Se da por hecho que, entre los miles de artesonados históricos que aguantan las estructuras de otros tantos edificios españoles, muchos precisan de una restauración, cuando no acaban de recibirla. Lo que no deja de llamar la atención es la renacida moda de encargar una techumbre de nueva fabricación. ¿Quiénes son los clientes del siglo XXI? “Por lo general, son gente que tiene dinero y mucho gusto por el pasado. Son personas que no vienen de la nada, han estudiado, tienen carreras relacionadas con el arte y saben valorar la carpintería de armar española”, responde Javier de Mingo. Por su parte, Paco Luis Martos tiene perfectamente definido quién compone su cartera de clientes. “Por un lado, fabricamos artesonados para edificios de carácter histórico con fines comerciales, como hoteles y restaurantes un tanto especiales. Por otro, para particulares que tienen su mansión o su palacete que quieren decorar con un artesonado mudéjar, un elemento artístico del pasado que yo pienso que es universal y atemporal”, detalla el especialista, actualmente inmerso en la recreación de doce techos históricos quemados durante la Guerra Civil, dentro del proyecto “El sueño de Sijena”.

Cúpula de lazo del desaparecido Palacio de Torrijos (Toledo) Javier de Mingo

Precisamente, De Mingo y Martos coincidieron en uno de esos proyectos especiales que se divisa desde un lugar mágico, como es el mirador de San Nicolás, desde donde se contempla la imagen más icónica de La Alhambra de Granada. “Un arquitecto nos llamó para ponerle los techos a una casa histórica, el carmen [casa de recreo tradicional de Granada] Apperley, y ayudar así a recuperar el esplendor que había tenido en el pasado”, relata De Mingo. En concreto, el diseñador madrileño tuvo que dibujar tres armaduras diferentes. “Contamos con tres carpinteros para fabricar tres estructuras distintas: Paco Luis Martos hizo una cubierta plana circular, los artesanos de El Paular realizaron la techumbre alargada del salón y Ángel Martín fabricó una cúpula de lazo sobre el dormitorio principal”, precisa. El resultado no puede ser más evocador: la villa se ha convertido en un lujoso mirador privado de La Alhambra, un alojamiento turístico cuyo disfrute está solo al alcance de quien pueda gastar la friolera de mil euros o más por dormir una noche “a cubierto”.

Restauración de la armadura del hotel Hacienda Benazuza, en Sevilla Javier de Mingo

Tres ejemplos de armaduras españolas, entre las incontables cubiertas diferentes que pueden llegar a crearse, combinando la geometría de la estructura con un espectacular catálogo decorativo. Pero, de entre todas, hubo un tipo de armadura solo apta para los carpinteros más avezados. “La lacería (ornamentación a base de piezas entrelazadas) es la joya de la corona dentro de la carpintería de armar y, dentro de ella, lo más complejo son las cúpulas”, asevera Javier de Mingo. En realidad, los artesanos inventaron un truco de magia para desafiar a la física: lograron trasladar la geometría plana a la esférica. Un logro tan exclusivo como los únicos seis ejemplos de cúpulas que hoy perviven en el planeta: dos en La Alhambra, otras tantas en Sevilla, una en Madrid y otra más en Lima, Perú.

En el carmen Apperley fue el artesano Ángel María Martín el encargado de “coronar” el dormitorio de la residencia histórica con una sugerente cúpula. El carpintero abulense —quien actualmente trabaja en su primer proyecto para California— atesora una trayectoria de dos décadas, en las que ha empeñado su esfuerzo, no solo en la creación de cubiertas, sino también en la divulgación de este saber de siglos. La oportunidad de su vida se le apareció durante las obras que se realizaban en la cilla (almacén de grano) de un edificio histórico en Narros del Castillo, un pueblo de la Moraña abulense. “Había una estancia de 25 metros de largo por unos cuatro o cinco de luz que se prestaba a la colocación de un artesonado y así se lo propuse al alcalde”, rememora. Y lo convenció. Acto seguido, Martín se “encerró” con el ordenador durante mes y medio para crear su primera obra dentro de la carpintería de lo blanco, un término que alude al color de la madera de los árboles que se suelen utilizar para este cometido.

Techo de casetones mudéjares fabricado por Paco Luis Martos P. L. M.

El resultado del proyecto y su convicción personal llevaron al carpintero a promover el Centro de Interpretación de la Carpintería Mudéjar Abulense, de la que hoy es su director técnico. “Ávila tiene 248 pueblos y unos 500 ejemplos de carpintería histórica; en toda la provincia hay armaduras, pero la mayoría, las más costosas, se sitúan en la comarca de la Moraña”, precisa Ángel María Martín para justificar el emplazamiento de un centro de divulgación a cuyos cursos formativos acuden profesionales de distintas autonomías del país.

Una realidad “invisible”

Hay especialistas que calculan que más de la mitad de los artesonados de nueva fabricación viajan a Estados Unidos y, en concreto, a California, donde estiman notablemente el arte histórico español y sus “techumbres mediterráneas”. Cuestión diferente es la valoración que esta realidad netamente española tiene entre sus fronteras, donde los viejos techos españoles no tienen la consideración de otras artes. “Ni siquiera en la actualidad existe un catálogo de los artesonados españoles. Siendo objetivo, he de reconocer que nuestros techos son mucho más valorados fuera, desde que los mecenas americanos se dedicaran a comprarlos. Quizá la explicación esté en el poco apego que los españoles tenemos por lo nuestro”, reflexiona Paco Luis Martos.

Fotografía promocional del carmen Apperley J. M.

Ante tal situación, Javier de Mingo propone “dar visibilidad” a este legado. “Hago un llamamiento a los historiadores para que no solo se fijen en los muros de fábrica, que a la hora de describir los edificios, levanten la mirada y vean la cantidad de cosas que hay en los techos”, asevera. No son palabras vanas. De Mingo, Martos y Martín se cuentan entre los entusiastas que, junto a Enrique Nuere, predican con el ejemplo: ofrecen formación, fabrican cubiertas y trabajan por llevar esta disciplina a las facultades de Arquitectura. Hoy, como hace siglos, más que competir entre ellos, colaboran en la transmisión de un saber milenario, como lo hacían los antiguos gremios medievales.

Rodolfo Serrano: “Los vecinos de Vallecas me dijeron que les había devuelto la dignidad en el cómic, pero ellos me la devolvieron a mí”

20 abril, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Rodolfo Serrrano
Rodolfo Serrrano Foto proporcionada por Serrano

Luis de la Cruz

13 de agosto de 2022 22:34h
Actualizado el 25/08/2022 20:46h 

Antes de verano, llegó a las librerías VallecasLos años del barro (Hoy es siempre, 2022) para poner en viñetas lo que fue la vida en el barrio de Palomeras Bajas. Una colección de recuerdos duros y bonitos hilvanada por la mirada hacia el mundo de barro, miseria y dignidad de Carlos, el alter ego del periodista Rodolfo Serrano.

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Muchos conocerán a Serrano por sus crónicas políticas en El País o sus artículos sobre Madrid en el diario Qué!, que le valieron el premio Mesonero Romanos. Quizá a otros les sonará por haber escrito la letra de alguna canción de su hijo, el cantautor Ismael Serrano (ahora metido a editor, este es un ejemplo de ello), o por sus numerosos libros de poesía y otros géneros. Su biografía ha estado íntimamente ligada a Palomeras Bajas y Puente de Vallecas, los barrios vallecanos donde ha transcurrido su vida familiar y el compromiso con los vecinos (estuvo muy vinculado a la creación de la Asociación de Vecinos de Palomeras Bajas).

En esta ocasión se ha aliado con el dibujante Ramón López-Cabrera para derramar un relato sobre la creación desde abajo de la periferia, a través de la sedimentación humana, la toma de conciencia ante la miseria compartida y el apoyo mutuo. Ambos están preparando ya la segunda parte de la historia, que abordará el momento en el que los vecinos empiezan a organizarse para luchar por la vivienda y sufrirán, de nuevo, la represión policial. Igual que en Los años del barro, no faltarán paisajes humanos, como los cines de verano del barrio, que amplíen la comprensión de las historias de vida de unos personajes que ponen alma a la historia colectiva. Rodolfo Serrano ha tenido la gentileza de interrumpir la recuperación de una reciente operación para atendernos y conversar un rato.

Hola Rodolfo, vamos a situarnos. ¿Cómo surge y se desarrolla el proyecto Vallecas. Los años del barro?

El proyecto surge porque Román López-Cabrera me mandó un cómic en el que hace una historia de nuestra España reciente a través de los cantautores –de Luis Pastor, Pablo Guerrero, y todos estos–. A mí me pareció una maravilla y le llamé para decirle que me parecía muy bonito. Él me preguntó: “¿Tienes tú algo para hacer?” Y le mandé las historias que tenía escritas sobre Vallecas, con la idea de que las iba a ver, sin más. De repente, empecé a recibir bocetos suyos. Ismael, que es el editor, se entusiasmó con la idea y nos animó. Y aquí estamos.

López-Cabrera ha plasmado magníficamente los ambientes de la época. ¿Cómo os organizasteis a partir de ese momento para trabajar?

Como te digo, los textos estaban hechos como pequeños relatos. Creo que se nota un poco, que quizá haya demasiado texto en ocasiones, pero no me importó. Eran relatos de amigos y gente que yo recordaba del barrio. No me dio tiempo a hacer un guion, él elaboró con ellos su propio storyboard. Lo hizo tan bien que no se me ocurrió meterme en su trabajo. Pero él no conocía el barrio, yo le tuve que explicar cómo era, mandarle fotos de entonces que tengo, historias del barrio y de cómo se hacían las casas… Se produjo una gran inmersión por su parte, la gente del barrio dice que parece que ha vivido en él.

Viñeta del cómic Cortesía de la editorial

Capta muy bien la psicología de los personajes, que son una parte fundamental del relato.

Se ha metido en la piel de los amigos que yo le decía. Incluso hay un personaje al que recuerdo con flequillo, con el cigarro en la boca, y lo ha dibujado así sin yo decirle nada. Una de esas casualidades preciosas.

Las historias son reales y la gente también. Pepe el Bruto, Enrique, los hermanos Balsera, son reales y algunos viven. Al comunista le pegaban todos los Primeros de Mayo, es real que el viejo comunista contaba que había comido hierba cocida, y la señora María se trajo a una chica del hospital porque estaba sola.

Fue muy emocionante cuando algunos de ellos vinieron a darme las gracias y a decirme “nos has devuelto la dignidad”, cuando me pareció que eran ellos los que me la habían devuelto a mí. Muchos siguen viviendo en el barrio porque, aunque se echó abajo, se reconstruyó para que la gente pudiera quedarse gracias a la lucha vecinal. Y siguen peleando en asociaciones como Vallecas todo Cultura y otras.

Me ha llamado la atención el uso de los olores en la narración. ¿Hasta qué punto los sentidos permanecen clavados en la memoria?

En mi caso los olores tienen mucha importancia en las historias. Recuerdo perfectamente el olor a humedad de la ropa. Cuando vives en un sitio donde hay humedad, por mucho cuidado que tengas al guardar la ropa, mantiene el olor. No es un olor desagradable, es olor a humedad. Luego, el olor de los regueros en la calle, o el recuerdo de cómo olía el bar de Eleuterio, donde nos reuníamos los chicos a tomar un vino…El olfato es uno de los sentidos que yo creo tiene más capacidad de nostalgia.

También me ha interesado mucho la figura de los vecinos que vivían en los bloques de Falange. ¿Podrías hablarnos un poco más de aquello?

Se trataba de los llamados poblados mínimos que hizo el Estado en distintas barriadas de Madrid como Pan Bendito, Vallecas o Caño Roto. Eran unas construcciones de dos plantas hechas con materiales muy deficientes para colocar a gente afecta al Régimen, normalmente falangistas. Perseguían que controlaran de alguna manera el barrio. Había gente buena también, no todos eran estos falangistas odiosos.

Página del cómic Cortesía de al editorial

Como cronista de Madrid, ¿crees que la historia de los barrios y las gentes populares vive un mejor momento o que la ciudad sigue mirando demasiado al centro y a la corte?

Sigue faltando esa mirada a los barrios y apoyo para que los barrios cuenten sus propias historias. Una de las cosas que más me ha sorprendido es ver cómo ha recibido la gente el cómic. Tenía un cierto temor a que ya no recordaran, o pensaran que son cosas pasadas. Sin embargo, he recibido muchos mensajes para agradecerme que haya recuperado la memoria del barrio. Esto me lleva a pensar que es necesario recuperar la memoria de los barrios –todos tienen su propia historia–. Recordar que la periferia madrileña se levantó con el trabajo y el esfuerzo de mucha gente, algunos ya desaparecidos, otros ancianos y muchos herederos de aquello. No se debe perder, la gente ha de saber que fueron años duros en los que se consiguieron cambiar las cosas.

Al hilo de la idea de memoria. Hay un debate ahora sobre la nostalgia y su supuesta naturaleza conservadora. ¿Crees que las fronteras entre la nostalgia y la memoria son nítidas?

Creo que la frontera es muy tenue. Están muy unidas y deben estarlo: no hay memoria sin nostalgia ni nostalgia sin memoria. Aparte de lo de Sabina –o Pessoa–, aquello de que no hay peor nostalgia que lo que nunca sucedió. La memoria es lo que ocurrió y la nostalgia es el alma, el sentimiento, de lo que sucedió.

Viñetas del cómic Cortesía de la editorial

Para buscar realidades paralelas a las que describes en Los años del barro, quizá tendríamos que ir hoy a la Cañada Real. ¿Crees que se está atendiendo poco socialmente a lo que sucede allí?

No lo conozco de primera mano, pero por lo que he leído es una historia que merece su propia épica y ser contada. Es una situación muy parecida a la que vivimos en Vallecas entonces. La humedad, las infraviviendas, el sufrimiento, la falta de escuelas… Es terrible que tantos años después estén viviendo algo que nosotros vivimos hace sesenta años. Este es un Madrid que va dejando atrás muchos muertos y heridos.

Una pregunta como periodista de largo recorrido, con perspectiva. ¿Cómo ha cambiado el periodismo desde que compraste el primer periódico en el puesto de Antoñita?

Ha cambiado mucho. Recuerdo aquellos periódicos que eran el Evangelio. A pesar de las dificultades que tenían para informar, sobre todo a nivel político –eran años en los que no había obreros, había productores– era un periodismo que influía en la gente y se preocupaba por ella.

En el cómic nombro a Jesús de las Heras, periodista que ha muerto hace poco y se preocupó de contar lo que pasaba en el barrio. Habló con los vecinos y contó la dureza que estaban soportando, desde el periodismo. Porque creía en el periodismo. Yo creo que los periodistas ahora también creen en el periodismo, pero los periódicos ya no pertenecen a un señor sino a corporaciones cuyo mayor interés es ganar dinero. Cuando eran de una familia, como entonces, aún tenían una cierta carga humana.

He estado ahora en el hospital quince días por una operación bastante grave. Ves a las enfermeras, a los médicos, a los celadores, a todos desesperados porque no dan más de sí. Mi mujer y yo nos preguntábamos cómo es posible que los periódicos no abran todos los días con la situación de los hospitales en primera página.

Hay un poso de felicidad en el libro a pesar de contar vivencias duras. ¿Crees que ese tipo de vida en el que la gente tenía por obligación que vivir de cara a la calle tenía también aspectos positivos que se han perdido en nuestras actuales ciudades interclasistas?

Había un modelo de vida basado en la solidaridad y la ayuda mutua. Yo vivía en la calle Los González, donde está el Eroski, enfrente de la Asamblea de Madrid, y recuerdo la solidaridad de la gente, una humanidad que se va perdiendo. En parte por los medios de comunicación, que no se preocupan de dar a conocer realidades como la que comentábamos de la Cañada Real. Se ha perdido la identidad de los barrios, la gente va a tomar cañas al centro y al barrio a dormir. A lo mejor es la opinión de un viejo, pero yo creo que por ahí van las cosas.

Ramón López-Cabrera: el dibujante en primera persona

Retrato de Román por él mismo Román López-Cabrera

En 2020 envié a Ismael un ejemplar de mi cómic Memoria de una guitarra que, al parecer, tanto a él como a Rodolfo les gustó bastante. De hecho, yo entré en contacto con Rodolfo al enterarme que este estaba recomendando mi cómic en sus redes. Ese mismo septiembre fui a un concierto de Ismael y, hablando después con él, me habló de la posibilidad de hacer algo con las anécdotas que su padre tenía de cuando vivía en Palomeras. A los pocos días tenía en mi correo un documento de Rodolfo con una buena batería de historias de entonces. El proyecto tuvo que esperar unos meses, porque yo andaba con otros compromisos, pero podemos decir que así empezó mi implicación.

Claro que, involucrarse en un proyecto histórico (aunque ya tengo varios a mis espaldas), en que además entran en juego los recuerdos y vivencias personales de alguien, fue un compromiso. En primera instancia me basaba en las indicaciones de Rodolfo, tanto para descripciones geográficas como de diseños de personajes; más allá de ello, siempre intento contrastar todo lo que puedo las informaciones, buscar referencias visuales, verificar algunos datos y fechas… Pero no encontramos demasiada información. Aun así, me fascina cómo la gente que vivió en el barrio en la época me dice reconocerlo, y esto ha ido disipando mis mayores miedos, que iban en la línea de que la gente implicada se decepcionase con el resultado –sobre todo, en el apartado gráfico–. Hubo personajes que, o bien eran genéricos, o bien trasuntos de personas reales, y en estos tuve más libertad a la hora de imaginármelos a mi manera; sin embargo, Rodolfo tenía muy claro que algunos de ellos tenían que ser como eran; o lo más parecido posible. Aun así, para la mayoría no tuve más que las descripciones de Rodolfo, que me iba orientando sobre si el pelo era así, asá, o si tenía más barriga.

Desde 2012, y paulatinamente, he ido orientando mi profesión hacia el cómic; desde entonces he publicado unos quince títulos, más cuatro que hay en marcha, en diferentes grados de realización. Algunas de mis últimas obras, aparte de Vallecas, han sido Memoria de una guitarra (Panini, 2020), Miguel Hernández. Piedra viva (Cascaborra, 2021), La Confesión, con guion de Fernando Llor (The RocketMan Project / Cósmica Editorial, 2019 y editado en Alemania por Zwerchfell Comics) o 1643: Rocroi, con guion de Roberto Corroto (Cascaborra, 2019), entre otros.

Las aguas subterráneas, ignoradas, maltratadas y abandonadas

19 abril, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Santiago Martín Barajas

@Santi_MBarajas

Extracción ilegal de agua en la comarca de Baza, en Granada.
Extracción ilegal de agua en la comarca de Baza, en Granada. Foto de archivo Europa Press

13 de agosto de 2022 22:34h
Actualizado el 14/08/2022 05:30h 

La administración hidráulica española, a lo largo de décadas, apenas ha prestado atención a las aguas subterráneas, considerando casi exclusivamente las aguas superficiales. Esta desatención por parte de las administraciones ha traído consigo todo tipo de abusos por parte de particulares, a consecuencia de lo cual, una parte de nuestros acuíferos se encuentran sobreexplotados y contaminados. A ello hay que añadir el gran número de pozos ilegales existentes. Efectivamente, el Ministerio de Medio Ambiente en 2006 estimó el número de pozos ilegales en nada menos que 510.000, de los que se estimaba que se extraían anualmente nada menos que 3.600 hm3, en su gran mayoría destinados al regadío. Para hacernos una idea, 3.600 hm3 es aproximadamente lo que consumen en un año 40 millones de habitantes, incluyendo las pequeñas industrias, servicios, zonas verdes, y demás elementos asociados a los núcleos de población. Pero a pesar de estas cifras tan alarmantes, desde las diferentes administraciones hidráulicas apenas se ha hecho nada para evitar la apertura de nuevos pozos, ni siquiera se han realizado nuevos censos. A consecuencia de ello, el número de pozos ilegales ligados a la agricultura ha ido creciendo de manera exponencial. Esto puede comprobarse en aquellas zonas donde no se autoriza la apertura de nuevos pozos desde hace años por la sobreexplotación del acuífero, viendo como en las mismas proliferan paneles solares sostenidos sobre un fuste y dispersos entre los campos de cultivo. Cada una de estas instalaciones está ligada, en la mayoría de los casos, a la existencia de un pozo ilegal de más o menos reciente creación.

Como resultado del tradicional desprecio mostrado por las administraciones hidráulicas hacia las aguas subterráneas y todo lo relacionado con las mismas, nos encontramos con que actualmente un porcentaje importante de los acuíferos se encuentra sobreexplotados, y un buen número de ellos sufren una contaminación difusa que los inutiliza para el abastecimiento a poblaciones. Cada vez son más los pueblos que hay que abastecerlos de agua potable mediante camiones cisterna porque el agua del grifo ya no es apta para el consumo, pues sus fuentes de suministro han sido contaminadas a causa del regadío intensivo o por la proliferación de macrogranjas. La sobrexplotación de los acuíferos costeros conlleva a su vez un grave problema añadido. A causa del exceso de extracción de agua, se produce en los mismos la intrusión marina, consistente en la entrada de agua de mar, lo que va a inutilizar esos acuíferos para el uso humano durante muchos años. Una gran parte de los acuíferos de la costa mediterránea sufren actualmente, en un grado variable, intrusión salina marina.

Además, el estado de los acuíferos sigue empeorando. Según los últimos informes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el porcentaje de las masas de agua subterránea que no se encuentran en buen estado se ha incrementado en 3 puntos porcentuales en los últimos seis años, situándose ya alrededor del 40 %.

El desprecio que se muestra desde las administraciones hidráulicas hacia las aguas subterráneas, se hace extensible al control de los propios pozos, especialmente cuando se abandonan, siendo para estos últimos prácticamente inexistente. Como resultado de esta falta de control por parte de las administraciones, existen diseminados por todo el país, miles de pozos abandonados sin contar con ningún tipo de señalización y protección, suponiendo un riesgo para la fauna y para las propias personas. En muchos casos, el estado de abandono en el que se encuentran, favorece el crecimiento de la vegetación entorno a los pozos, que impide que puedan ser vistos y, por tanto, puedan funcionar como una trampa para animales salvajes y domésticos, como también incluso para personas. Conviene señalar que este tipo de riesgos no solo son causados por los pozos que fueron dedicados a la extracción de agua, pues los hay también en numerosas explotaciones mineras abandonadas que, especialmente las más antiguas, tampoco cuentan con ningún tipo de señalización o protección. De hecho, existen centenares de explotaciones mineras diseminadas por todo el país, que cuentan con pozos especialmente peligrosos, y que se encuentran desprovistos de ningún tipo de señalización o protección.

Desde el punto de vista ambiental también hay que añadir otros impactos generados por los pozos abandonados, pues han sido también en muchas ocasiones responsables de la contaminación de los acuíferos. Es frecuente que su apertura comunicase los sustratos superiores con otros más profundos, llegando a estos últimos la contaminación, en forma de fertilizantes y productos fitosanitarios, derivada de la actividad agraria que se lleva a cabo en la superficie. Pero hay otros casos en los que se ha vertido directamente de manera furtiva en los propios pozos residuos sólidos urbanos o incluso fluidos contaminantes, ahorrándose así su traslado a vertedero o su entrega a un gestor autorizado.

En definitiva, el tradicional desprecio mostrado por la administración hidráulica hacia las aguas subterráneas se ha traducido en que un importante porcentaje de nuestros acuíferos se encuentren sobreexplotados y/o contaminados, algunos posiblemente de manera irreversible. Además, este nivel de abandono se traduce también en la existencia de miles de pozos abandonados y sin ningún tipo de control, esparcidos por toda nuestra geografía, que constituyen un riesgo para animales y personas, además de favorecer la llegada de productos contaminantes existentes o utilizados en la superficie, a sustratos más profundos.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y los organismos autonómicos responsables de la gestión del agua, deberían afrontar de una vez y de forma seria, el estado y gestión de las aguas subterráneas, estableciendo planes para la detección, clausura y sellado de todos los pozos ilegales existentes, en un periodo reducido de años. Asimismo, debería establecerse también una normativa que exija a los ayuntamientos a detectar y sellar adecuadamente todos los pozos abandonados existentes en sus términos municipales, con independencia de la titularidad del suelo en el que se encuentren, y contando con el apoyo de las administraciones regionales o estatal si así lo requiriesen.

Por último, las administraciones responsables de la gestión del agua deberían establecer un sistema de vigilancia eficaz, de cara a la pronta detección de la apertura de nuevos pozos ilegales, estableciendo también protocolos eficaces, que permitan su clausura y sellado en un reducido periodo de tiempo.

Memoria de la Guerra Civil española

18 abril, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Carmen G. de la Cueva

Cárcel de Larrinaga durante la Guerra Civil.
Cárcel de Larrinaga durante la Guerra Civil. SANTUTXU ZAHARRA

13 de agosto de 2022 22:34h

Actualizado el 14/08/2022 05:30h 

Cada verano paso unos días en la casa familiar en un pueblo sevillano atravesado por el Guadalquivir más caudaloso. Es la casa en la que viven mis padres ahora, pero entre sus gruesos muros se guarda memoria de las otras muchas vidas que la habitaron. Cada verano, como si no pudiera evitarlo, me sumerjo en libros que cuentan historias sobre la Guerra Civil española, sobre la posguerra y el franquismo. El verano para mí tiene todavía ese halo de la infancia cuando me sentaba en la puerta de esta misma casa con mi abuela, con mis tías y mi madre, con las vecinas, y las charlas se prolongaban hasta bien entrada la madrugada. La mayoría de ellas han muerto ya, mi abuela Eugenia, mi tía Carmen, pero su memoria sigue viva todavía en mí. A algunos quizá les parezca un viaje nostálgico, un viaje imposible a un pasado del que no queda nada. Para mí no es así. Más bien todo lo contrario: un ejercicio necesario de memoria y compromiso. No es solo mi memoria personal la que está en juego, sino la memoria colectiva de toda la sociedad española.

Como decía, cada verano regreso a la casa familiar que fue la casa en la que vivía mi familia materna cuando el golpe de Estado de julio de 1936. Aquí vivían mis bisabuelos, Asunción y Pepe, con sus hijos Eugenia, Carmen, Manolo, Francisco y Pepe. Y llegó a vivir Lupe, la hermana de mi bisabuela, con su hija porque se quedó viuda muy joven y la guerra las dejó a las dos hermanas más solas todavía con varios hijos a su cargo. Mi abuelo fue elegido alcalde justo en las últimas elecciones democráticas, en las de febrero de ese mismo año. Siempre digo que mi bisabuelo Pepe fue el último alcalde republicano de Alcalá del Río y lo digo con orgullo y fascinación. Los miembros de aquel gobierno local sufrieron distinta suerte, fueron asesinados o consiguieron huir como mi bisabuelo, al menos, durante un tiempo. Esta historia, la de mi bisabuelo alcalde y todo lo que le pasó a él y a su familia por ser rojos, la he escuchado desde niña en las bocas de mi abuela y su hermana. Cada una tenía su versión, cada una añadía detalles que tenían que ver con su propia experiencia, con las diferentes edades que tenían entonces, con su manera de ver el mundo. Yo las escuchaba cada vez, las aprendía de memoria e iba añadiendo detalles y variaciones porque nunca la contaban de la misma forma. Ellas ya no están, pero la historia vive todavía a través de la memoria de aquellos que la escucharon y yo pregunto, le pregunto a mi tía, la hija mayor de mi abuela, la hermana de mi madre, que me cuente. Me afano en recordarlas porque más que memoria, vivimos un obligado olvido colectivo que de tanto querer borrar nuestro pasado más reciente —fragmentarlo hasta hacerlo desaparecer, ignorarlo como si fueran leyendas de viejos—, lo único que va a conseguir es que la historia se repita.

Estos días he cogido entre las manos un libro que, sin ser perfecto, me ha ofrecido un pequeño inventario de fragmentos perdidos de nuestra historia. El libro es La guerra civil española en 100 objetos, imágenes y lugares, editado por Antonio Cazorla y Adrian Shubert y en él once investigadores distintos con sus propias voces y visiones nos cuentan cien historias de la guerra y el franquismo a partir de objetos, imágenes y lugares. Viendo cada una de sus páginas donde hay objetos tan dispares como una granada, una placa o una cartilla de racionamiento he pensado en los objetos y lugares de la Guerra Civil de mi propia familia. Esos fragmentos me han ayudado a recomponer los propios.

De toda la memoria que guarda este libro, hay algo que me ha llamado la atención especialmente, una pieza desconocida para mí hasta ahora de este imposible puzle: la figura de la “madrina de guerra”. La fotografía es de una carta, algo que, a simple vista, pasaría desapercibido. Imagino las miles y miles de cartas que cruzarían la península de una punta a otra. La escritura, al fin y al cabo, era un ejercicio de supervivencia, una manera de sostener el hilo de la vida. Esta carta fue escrita por el soldado republicano Antonio Castillo el 19 de octubre de 1937 desde el frente de Granada. La foto es pequeña, reproducida en blanco y negro, las letras parecen apenas borrones en la página. Una carta escrita hace ochenta y cinco años, con un doblez justo en la mitad como si hubiera estado guardada así, doblada en dos durante todo este tiempo. Tuve que pegarme la página a la nariz para poder descifrar la letra de Antonio que, a pesar de todo, es hermosa y clara y dice así: “Mi distinguida camarada: el que tiene el atrevimiento de escribirle sin conocerla es un soldado que habiendo tenido referencias por un paisano suyo de que en ese pueblo hay una muchacha por demás guapa y simpática. He querido tener el gusto de saludarla aunque no si usted sabrá darle a esta carta el carácter de desinteresada curiosidad que yo quiero poner en estos renglones. Como quiera que aquí en el frente se siente uno falto de amistades con quien sostener una periódica comunicación que le ayude a pasar algunos ratos pensando en otra cosa que no sea la guerra y más que mi caso por mi condición de evadido de Granada hace que no teniendo familiar alguno mi aislamiento es doblemente trágico. Por tanto yo que tengo un…”. Y así termina. La corresponsal al otro lado es María Luisa, una de esas muchachas, “madrinas de guerra” que, de manera voluntaria, se ofrecieron a mantener correspondencia con los milicianos que estaban en el frente.

Cualquiera puede tener un objeto que le gustaría ver en estas páginas, una historia propia sobre la Guerra Civil. Todas las familias españolas tienen la suya, solo hay que rascar un poco, preguntar, vencer el miedo a los silencios. Muchas no se conocerán nunca porque nadie preguntó, porque el miedo prolongó sus raíces como un árbol centenario por los recuerdos y muchas personas que nunca hablaron se llevaron sus historias a la tumba. La generación que vivió la violencia más terrible está desapareciendo, ha desaparecido casi por completo. Y la memoria en España es moneda de cambio para los políticos. “En España hay muchos lugares sin memoria y muchas memorias sin lugar”, dice este libro. Por muchos libros que haya sobre la Guerra Civil, por mucho que algunos se empeñen en que pasemos página, todavía no se ha hecho justicia. Hay hijos, hijas que no saben dónde está el cuerpo de sus padres, hay nietos que emprenden búsquedas laberínticas que no se acaban nunca. La búsqueda se hereda, la memoria se hereda de generación a generación. Es más difícil conseguir el apoyo institucional para abrir una fosa que escarbar en la tierra con las propias manos. ¿Cómo podrán las generaciones venideras aprender sobre justicia, solidaridad e igualdad si no conocemos nuestro pasado? Aquí escribe una biznieta que todavía intenta reunir las piezas de su historia, de nuestra historia. No en vano, la mayoría de las personas que desde las asociaciones de memoria histórica intentan hacer el trabajo que el Estado no hace, son hijos, nietos, sobrinos y biznietos como yo.

Me gustaría tener una fotografía de la máquina de fideos que mi bisabuelo fabricó en la cárcel de la Ranilla para sacarse algún dinerillo o del delantal de múltiples bolsillos que mi bisabuela y su hermana escondían bajo sus faldas cuando iban a hacer estraperlo en la posguerra al puerto de Sevilla. Tantas, tantas historias que podrían estar en un museo para que todos pudiéramos recordar juntos, recomponer el puzle y que yacen en las cunetas, en los barrancos, en las tapias de los cementerios, en los cajones de las cómodas y en la memoria de los muertos.