Archive for the ‘Derechos Humanos’ Category

La represión a la católica que padeció España desde la guerra civil: “Franco mató en nombre de dios hasta el último día”

7 marzo, 2024

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco

MEMORIA HISTÓRICA

Francisco Franco, y su mujer Carmen Polo, asisten a la celebración de la eucaristía en la Plaza de España de Sevilla en 1968
Francisco Franco, y su mujer Carmen Polo, asisten a la celebración de la eucaristía en la Plaza de España de Sevilla en 1968

Peio H. Riaño

29 de enero de 2023 22:04h

Actualizado el 30/01/2023 21:53h

“Detente enemigo que el corazón de Jesús va conmigo” (sic). El lema iba prendido al sombrero cordobés de uno de los grupos paramilitares más sangrientos que actuaron en la guerra civil española, en la represión de los pueblos del Aljarafe sevillano. El “detente” guiaba las barbaridades que cometió esta columna franquista, que controlaba el temido Ramón de Carranza. Con el corazón de Jesús estaban legitimados para “limpiar los pueblos de gente roja”, como indica el historiador Paco Espinosa, autor del libro Contra la República. Los “sucesos de Almonte” de 1932. Laicismo, integrismo católico y reforma agraria.«

Cuando los obispos se exhibían brazo en alto» o cómo la iglesia apoyó al franquismo

El grupo arrasó desde Huelva a Sevilla, entre agosto de 1936 y marzo de 1937, cuando la columna pasó a formar parte de la Falange. Estas “escuadras negras” participaron en la primera fase de la “limpieza política”. En Huelva, hasta el inicio de los tribunales militares, en marzo de 1937, fueron asesinados 2.376 hombres y 86 mujeres.

La historia de Atilano Coco es más conocida porque el director Alejandro Amenábar la recuperó para el cine en 2019, en la película Mientras dure la guerra. El pastor protestante, profesor, masón y amigo de Miguel de Unamuno fue secuestrado y asesinado por los franquistas en diciembre de 1936 en Salamanca. Había cometido el pecado de no creer en la religión católica.

Fue paseado en una de las sacas que conducían a los presos de la prisión provincial al monte de La Ordaba, en la carretera de Salamanca a Valladolid. Como tantos otros, fue asesinado sin causa judicial. Como en el caso de Andalucía, era la práctica propia de los falangistas y los miembros de la paramilitar Guardia Cívica, con la complicidad de los guardias civiles que vigilaban la cárcel.

“No verá usted a un católico matar en nombre de su religión. Otros pueblos tienen algunos ciudadanos que sí lo hacen”, aseguró el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, este jueves para demostrar la supuesta superioridad de la religión católica sobre las demás tras el asesinato de un sacristán en Algeciras. El político gallego borró de un plumazo una parte de la historia española al ignorar la Inquisición o la Cruzada franquista, entre otros capítulos del pasado.

Las autoridades franquistas justificaron la sublevación contra la democracia como cruzada o guerra santa y la idea fue apoyada por la inmensa mayoría del episcopado español, a pesar de la repulsa de la Europa católica. “Franco estuvo matando en nombre de dios hasta el último día”, indica por teléfono el historiador y profesor de la Trent University de Ontario (Canadá) Antonio Cazorla. De esta manera responde a la polémica aseveración.

La santa cruzada

Cazorla rescató hace años las cartas que los españoles escribían a Franco y en las que se podía encontrar peticiones de clemencia y alabanzas por la causa que había iniciado. Durante el franquismo, “la mayoría de los españoles tenía que tener mucho cuidado con lo que decía, no fuese a ser que, siendo afectos, neutros u hostiles al régimen, lo dicho fuese o pareciese inconveniente a la autoridad”, explica Cazorla en el libro Cartas a Franco de los españoles de a pie (1936-1945).

El 2 de septiembre de 1937, la Asociación Española de Señoras de la Virgen del Pilar escribe al General Franco una carta en la que le manifiestan su “reconocimiento por esa gloriosa cruzada tan justamente emprendida y dirigida por V. E. para salvar a nuestra querida España de la Barbarie comunista y felicitándole también por las brillantes victorias obtenidas en esta santa cruzada”.

En esta correspondencia puede comprobarse la particularidad española en los fascismos europeos de los años treinta, con la participación de la Iglesia católica en la sublevación contra la República. Franco fue defendido como el Salvador de la España Católica. Cazorla indica que “a veces se simplifica el papel de la Iglesia y de los religiosos en este período”. “Mientras que no cabe duda de que la mayoría de los clérigos, y del mundo católico en general, apoyaban a Franco, también es cierto que algunos religiosos intentaron interceder por las víctimas de la dictadura”, asegura.

Aquella población adepta a Franco lo describía en sus cartas personales como “el jefe el alma del movimiento Católico y Nacional español”. La cruzada religiosa era conocida en el extranjero. El 1 de octubre de 1938 le escribe el ciudadano canadiense Arthur Blanchette: “Dándonos las gracias, querido Generalísimo, yo os deseo todas las posibilidades de un éxito rápido sobre sus adversarios Rojos y la restauración de las antiguas glorias y esplendores de la España Católica” [sic].

La espada contra los infieles

Desde Venezuela, un tal Antonio. J. C. S. escribe a Franco, en septiembre de 1937, una carta en la que incluye un poema revelador con el que le desea “buen término la gigantesca obra de regeneración” que está ejecutando: “Al libertador de España / El paladín de la Victoria / Con santo Amor y pasión / Es escogido por la Gloria / Para salvar a su Nación. / Puso su espada en su diestra / El Señor de los señores / Para herir a la siniestra / Cuadrilla de malhechores. / Fieras sin Patria ni hogar / Perversos desde la cuna / Engendros de Lupanar / Influenciados por la luna. / Satanás en forma humana / Cuya maldad inaudita / Persigue al alma cristiana / Para hacerla una maldita”.

El 25 de febrero de 1940, un tal José G. felicita al dictador desde Navarra por la nueva Ley [la Ley de Responsabilidades Políticas, promulgada el 9 de febrero de 1939], “que declara guerra sin cuartel a la Masonería y Sociedades secretas, que han sido la causa de los males, que durante muchos años han asolado a nuestra querida patria España y con ello ha dado V. E. una gran satisfacción y aliento a los que precisamos de querer ante todo a España y sobre España, solamente consideramos a DIOS, ya que DIOS y España son nuestros más grandes amores por los que tenemos que seguir sacrificándolo todo, incluso hasta la vida”.

En nombre del catolicismo se asesinó a los enemigos, pero también apelándolo podían librarse de la muerte. El 3 de junio de 1940, Amalia P. de A. escribe a Carmen Polo para que se apiade y evite que su marido masón sea fusilado. “Mi esposo José A. M., pertenecía a la Masonería; está detenido desde el 29 de Abril del 39, hizo su retractación a la Iglesia, en marzo del 39, en el Sanatorio de San José, como consta en este Obispado. Pues al estar en esa secta, hará tan solo como muchas veces se hacen las cosas, por los amigos” [SIC]. Y reclama: “Señora, por caridad, pídaselo a su esposo, que sea ese el obsequio para el día de su Santo, que se apiade de mis pobres hijos”.

Legitimar el castigo

Gutmaro Gómez Bravo es el historiador que más ha investigado el sistema de represión, con libros como La redención de penas: la formación del sistema penitenciario franquista, 1936-1950. Explica a este periódico que la represión en nombre de la fe se legitimó desde el mismo golpe de Estado. “No hay ninguna duda de la persecución y represión por motivos religiosos. Los judíos, los masones, los protestantes fueron homologados e identificados como el mal y legitimaron su castigo. La participación de la Iglesia es precisamente la particularidad del totalitarismo franquista comparado con el de Mussolini y Hitler”, sostiene Gutmaro Gómez Bravo.

En el centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca se conservan decenas de miles de expedientes clasificados por la Brigada Político-Social con denuncias contra los ciudadanos por sus creencias y que se mantuvo activa entre 1938 y 1977. Ahí están las pruebas que contradicen las creencias de Núñez Feijóo. La represión en nombre de dios estaba institucionalizada de tal manera que los censores literarios debían cumplimentar una ficha en la que se especificaba si el autor o autora “atacaba” al “dogma”, a la “moral”, “al Régimen y a sus instituciones” o a “la Iglesia o a sus Ministros”. Cualquiera de estos informes repletos de tachones en rojo muestran cómo la Iglesia católica también reprimió durante más de cuatro décadas las libertades de los españoles.

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Migrantes que solo pueden pedir asilo si saltan la valla en contra de lo que dice Marlaska

29 octubre, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

SaltoValla (1)

Gabriela Sánchez

6 de diciembre de 2022 22:38h
Actualizado el 07/12/2022 12:55h 

Para pedir protección internacional en España, hay que llamar “a sus puertas”, según dice Fernando Grande-Marlaska. El ministro del Interior, en su última comparecencia en el Congreso, tildó de “falso e irresponsable” asegurar que muchos de quienes saltaron la valla el día de la tragedia de Melilla lo hicieron ante la imposibilidad de pedir asilo de otro modo. Pero los testimonios de migrantes que han intentado solicitarlo muestran otra realidad.

Acnur también desmiente a Marlaska: las devoluciones de la tragedia de Melilla eran ilegales y había personas vulnerables

Es el caso de Amir, un joven sudanés que saltó la valla de Melilla el 24 de junio, el día en que fallecieron al menos 23 personas, según los datos oficiales. Él, ahora desde Reino Unido, dice no saber dónde están esas puertas a las que tendría que haber llamado, según el ministro.

Es uno de los 133 migrantes y refugiados que entraron en la ciudad autónoma y lograron permanecer en ella tras esquivar las 470 devoluciones en caliente practicadas por la Guardia Civil. Pidió asilo a su llegada a España y su solicitud, como la de todos los que llegaron el día de la tragedia, fue admitida a trámite.

Amir pudo registrar su petición de asilo solo después de saltar la valla porque apenas existen vías para solicitar protección sin necesidad de entrar en territorio español. Y viajar a España de forma regular es prácticamente imposible para personas de determinadas nacionalidades, como la suya, la sudanesa, debido a los complicados requisitos impuestos para solicitar un visado. Como Amir, expertos en migración y la agencia de la ONU para los refugiados coinciden en desmentir las palabras del ministro.

En sus explicaciones de la tragedia de Melilla, el ministro del Interior suele destacar siempre el supuesto carácter violento del salto, mientras diputados de la oposición y de los partidos socios de la coalición, así como las ONG, le han insistido en distintas ocasiones en que los obstáculos con los que se chocan para solicitar protección internacional de otro modo les empujan a intentar entrar a España de forma irregular. 

“Se ha llegado a afirmar que las personas que asaltaron nuestra frontera de forma violenta lo hicieron ante la imposibilidad de pedir asilo. Y sencillamente es falso e irresponsable”, declaró Marlaska en la primera intervención de su última comparecencia sobre las muertes de Melilla. El ministro consideró que estos “mensajes y las declaraciones públicas” pretenden “justificar el violentar una infraestructura fronteriza”. 

“La Ley de Asilo define claramente los espacios donde solicitar asilo”, defendió Grande-Marlaska. Además de en territorio español, la legislación mencionada por el ministro también cita como lugares aptos para pedir protección los puestos fronterizos y las embajadas o consulados de terceros países. En la práctica, sin embargo, es más complicado.

De la ley a la realidad

“Sobre el papel sí es posible pedir asilo antes de cruzar la frontera y llegar a territorio nacional, pero en la práctica es imposible. Y todas las entidades que trabajan en el terreno saben que no es así”, dice Blanca Garcés, investigadora sénior sobre migraciones en el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). 

Una de esas organizaciones en contacto continuo con los solicitantes de asilo es la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que lleva décadas denunciando la falta de vías legales de entrada para solicitar asilo en España. “Más allá de lo que dice la ley, la realidad es que esa vía no está abierta”, dice también Elena Muñoz, responsable del área jurídica de la ONG. 

En concreto, en la frontera de Melilla, el acceso a las salas de asilo habilitadas en el puesto fronterizo es muy restringido, especialmente a las personas de origen subsahariano, dado que carecen de libertad de circulación en el país vecino. Para acceder a estos puntos, los solicitantes de protección deben sortear antes el control marroquí, algo prácticamente imposible para una persona negra sin papeles. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas (Acnur) para los refugiados no tiene constancia de que “ninguna persona” de origen subsahariano haya logrado pedir asilo desde la creación de estas oficinas en 2015, según los datos ofrecidos por Acnur en los últimos años. Tampoco en la existente en Ceuta. 

“Estas personas no pueden acceder al puesto fronterizo. Viven en el bosque, en las ciudades del norte los persiguen. Aunque tuviesen dinero, se van al bosque, se esconden, por los riesgos que corren: la discriminación y las redadas les hacen la vida imposible. Por lo que no se pueden ni acercar al puesto fronterizo”, dijeron desde Acnur.

Oficina de asilo de Melilla

Las salas de asilo de las fronteras de Ceuta y Melilla forman parte de esos casos, mencionados por ambas expertas, en los que la normativa dice una cosa pero la práctica es otra. “La realidad es que no hay gente que se pueda acercar físicamente al puesto por el control férreo de Marruecos”, indica Muñoz. Aunque con dificultades, las personas blancas o de rasgos magrebíes sí han podido acceder a estos puntos, sorteando el control marroquí simulando ser marroquíes con permisos de entrada en España. No obstante, tras la reapertura de la frontera y la mejora de las relaciones con el Gobierno español –después del giro del Gobierno con respecto al Sáhara Occidental–, la vigilancia ha limitado el acceso al puesto fronterizo de cualquier solicitante, apunta la abogada de CEAR. 

De las 98.080 solicitudes de asilo registradas en España en lo que va de año –hasta el 31 de octubre–, 2.322 peticiones fueron presentadas en “puestos fronterizos”, según los datos oficiales. El Ministerio del Interior no desglosa entre puestos específicos, pero tanto Acnur como CEAR apuntan a que se trata de las demandas de refugio formalizadas en los aeropuertos. Esta sí es una vía abierta para la entrada de algunos potenciales solicitantes de asilo, pero no para todos. 

Visados

En lo que llevamos de 2022, la mayoría de solicitantes de asilo han llegado a España en avión porque proceden de países de Latinoamérica cuyos nacionales tienen facilidades para viajar al país y además carecen de visado de tránsito para hacer escala en aeropuertos españoles, como Venezuela, Colombia y Perú. 

“Aquí entra la política de visados y visados de tránsito aeroportuario, que no solo depende de la UE. Hay una parte de ese listado sobre la que los Estados deciden sí pueden imponerlo a terceros países o no. Si se impone, se dificulta la escala, cuando hay muchos solicitantes que no tienen permiso de entrada en España pero podrían aprovechar esa escala para solicitarlo sin llegar de forma irregular”, explica Muñoz. “Hemos visto ejemplos en los que, en cuanto hay un aumento en las solicitudes de asilo de ciertas nacionalidades, España decide exigir el visado de tránsito. Lo hemos visto con Siria, con Yemen, con Gambia, con Haití…”.  

Otra de esas puertas incluidas en la legislación pero cerradas para muchos en la realidad es la posibilidad de pedir protección en las embajadas o consulados. La Ley de Asilo de 2009 lo contempla, pero determina que el procedimiento a seguir debe ser desarrollado en el reglamento de la normativa. Doce años después del plazo establecido para ello, el reglamento nunca se aprobó.

Embajadas

El resultado: la arbitrariedad reina en cada consulado y, por norma general, apenas es posible solicitar asilo por esta vía salvo excepciones, como en el caso de Afganistán tras la toma de Kabul. En 2022, 551 personas han pedido asilo en embajadas de España, aunque fuentes próximas al procedimiento de asilo apuntan a que la mayoría son trámites ligados a la reagrupación familiar.

“La Ley de Asilo define también que el intento de superar una infraestructura fronteriza no constituye un punto habilitado para pedir protección internacional en nuestro país”, dijo también el ministro del Interior.

Amir ha logrado pedir asilo en Europa, pero solo después de dos años de viaje en su intento de llegar a suelo comunitario. Primero, lo intentó desde Libia por la vía marítima. Luego, pidió protección en Marruecos pero, allí, no se sentía seguro. En España pidió asilo después de saltar una valla y ver morir a uno de sus amigos. Hace unas semanas ha llegado a Reino Unido, después de atravesar en barca el Canal de la Mancha, porque es allí donde cree que tendrá más oportunidades para salir adelante. 

“Yo también pensaba que nos dejarían entrar legalmente en Europa para pedir asilo, pero luego vimos que no era verdad”, dice el sudanés.

Ian Gibson: “Si las derechas no cambian, este país no tiene futuro”

21 octubre, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco

MEMORIA HISTÓRICA

Ian Gibson, hispanista, fotografiado en su casa de Lavapiés, Madrid.
Ian Gibson, hispanista, fotografiado en su casa de Lavapiés, Madrid. Olmo Calvo

Marta Borraz

4 de diciembre de 2022 22:05h
Actualizado el 09/12/2022 17:06h 

Cuando Ian Gibson nació, los franquistas acababan de ganar la guerra. Era abril de 1939, en Dublín (Irlanda), y hacía tres años que Federico García Lorca había sido asesinado. El hispanista se topó con el Romancero gitano siendo casi un adolescente y ya nunca abandonó al poeta granadino. A punto de estrenarse en las salas de cine Donde acaba la memoriael documental sobre su figura, Gibson recibe a la prensa en su casa de Lavapiés, el barrio madrileño al que confiesa su amor cada vez que puede. En 1957 hizo su primer viaje a España y, aunque pasaron 21 años hasta que se instaló definitivamente aquí, la realidad es que nunca se llegó a ir del todo.

La nieta de Dióscoro Galindo lleva a Estrasburgo su petición para localizar la fosa de Lorca

Conquistado por esa primera visita, Gibson ha dedicado toda su vida a mirar y contar la historia contemporánea de España a través de su tres genios más reconocidos: Lorca, Buñuel y Dalí, de los que ha escrito hasta la saciedad. Ahora, Pablo Romero-Fresco reconstruye el retrato de este metódico “detective literario” que sigue convencido de saber dónde están los restos del poeta. El documental reproduce una grabación hasta ahora desconocida del enterrador de Lorca que sirvió de base a Gibson para publicar el lugar exacto de su enterramiento hace 50 años. En unas horas presentarán el documental en Granada, donde apenas puede caminar por la calle sin pararse con la gente. “Allí es como una estrella de rock”, dice Romero-Fresco.

¿Qué le llamó la atención tanto de España?

Es normal que nazca una fascinación con otro país cuando estás empezando, te interesan los idiomas y empiezas a aprender castellano. Siempre he sido ornitólogo, así que sabía algo de Doñana, pero además tuve la suerte de entrar en la universidad en un departamento de español con profesores fantásticos. Uno de ellos dio un curso de Rubén Darío y me abrió un mundo nuevo. España es muy compleja y muy rica, hay tema para siglos y estudiosos de todo el mundo. Luego está el clima, el vino, la vitalidad… Te podría decir mil cosas más.

En el documental afirma que probablemente no haya día de su vida en el que no haya pensado en los últimos momentos de Lorca. Lo suyo con el poeta es una obsesión.

Sí, sí, es una obsesión. Cuando leí el Romance de la luna luna, el primer poema del Romancero gitano, aún no conocía bien el idioma, pero intuí que había algo allí para mí para siempre. Fue una especie de experiencia mística, extraña. También creo que había una relación de Lorca con la literatura irlandesa que yo conocía. Él dijo de sí mismo que era un poeta telúrico, agarrado a la tierra. Pudo haber sido otro poeta, pero en mi caso buscaba algo que encontré allí, en Lorca.

Gibson, retratado junto a James Joyce, Salvador Dalí, Federico García Lorca y Antonio Machado, en un cuadro colgado en su despacho. Olmo Calvo

En alguna ocasión ha relacionado al poeta con su hermano mayor…

Sí, este es uno de mis mejores libros (coge de la estantería Lorca y el mundo gay y lee la dedicatoria). Para Rafael e Isabel Borrás, en recuerdo de mi hermano Allan, que no pudo con sus dramones. Federico usaba esta palabra para hablar de cuando estaba deprimido, pero nadie sabía qué le pasaba porque tenía que ver con sus relaciones gays. Él no pudo vivir su vida abiertamente y en mi familia, protestante de Irlanda de entonces, fue terrible tener un hermano homosexual, como lo fue en el caso de Lorca para su familia. Su hermano Francisco llegó a publicar un libro en 1980 llamado Federico y su mundo en el que no se menciona el tema. Allan me contaba sus penas y sus dificultades y eso me ayudó, obviamente, a comprender a Lorca.

Las cartas que Lorca le escribió a Dalí se han perdido. ¿Qué encontraríamos en ellas?

Sería completar una documentación humana extraordinaria. Sabemos que el poeta quería demostrar a Dalí que era genial porque le adoraba y le fascinaba. Recompondríamos mucha información sobre aspectos de su relación. Había unas 40 o 50 cartas. Tampoco tenemos la voz del poeta, a pesar de que estaba cada noche en la radio. No puedo creer que su voz haya desaparecido, espero que algún día se pueda recuperar.

 ¿Veremos su exhumación?

Yo lo espero, creo que se verá. Si lo veré yo no lo puedo decir porque tengo los años que tengo, pero tienen que volver a buscarle. Yo haré todo lo posible por echar una mano, pero ayudaría que la familia hiciera una declaración y dijera que no se llevaron los restos a ningún otro lugar. Es algo que la gente piensa en Granada, aunque yo no lo creo. Creo que las veces que se han intentado encontrar sus restos, los trabajos de búsqueda que se hicieron fueron incompletos, no había estudios previos suficientes.

El reconocido hispanista Ian Gibson trabaja desde su despacho en su casa de Lavapiés, Madrid. Olmo Calvo

¿Qué supondría encontrarle?

Ayudaría a que hubiera una reconciliación de verdad, porque Lorca es el poeta y dramaturgo español más leído y amado de toda la historia, no hay nada comparable. Para mí él representa a todos los desaparecidos de la Guerra Civil y la dictadura, sería un alivio para este país. ¿Qué problema hay con encontrarle? Eso no impide que se busque a todos los demás y a los que fueron enterrados con él. Yo como biógrafo, como ser humano que ama profundamente su obra, quiero saber dónde está, quisiera poder ir allí y llorar, llevar flores o rezar.

Recientemente ha entrado en vigor la nueva Ley de Memoria Democrática. ¿Es suficiente?

Tengo que confesar que no me la he leído entera, lo tengo pendiente, pero creo que es un gran avance hacia la normalidad. Porque lo que estamos esperando en este sentido es que este país se normalice, que la oposición no se oponga a la búsqueda de los desaparecidos. Es muy difícil para la derecha de este país afrontar la criminalidad del régimen de Franco, pero lo fue, mató a decenas de miles de inocentes y todavía hay 115.000 cadáveres tirados en fosas como perros. ¿Cómo es posible a estas alturas? No he oído ni una palabra de crítica del régimen franquista al Rey emérito ni a su hijo. Vendría muy bien. Si las derechas no cambian, este país no tiene futuro, no tiene el futuro que podría tener.

Hace no mucho Alberto Núñez Feijóo se refirió a la Guerra Civil afirmando que “hace 80 años nuestros abuelos y bisabuelos se pelearon y no tiene sentido vivir de los réditos de lo que hicieron”. ¿Qué piensa de estas palabras?

Son indignas. Decir que aquello fue una pelea cuando lo que ocurrió fue una sublevación militar es una barbaridad. Dicen que lo que se quiere es reabrir heridas, pero no hay ganas de revancha ni de odio en este país, hay ganas de decencia humana y dignidad. Si yo tengo un abuelo en una fosa lo intentaría sacar, igual que si Pablo Casado lo tuviera, también lo haría, en vez de hablar de “la fosa del abuelo”. Eso no es cristianismo ni catolicismo, todo lo contrario, es blasfemia e hipocresía. Debería ser muy fácil a estas alturas dejar a los demás recuperar a sus muertos.

Ian Gibson, hispanista, fotografiado en su casa de Lavapies, Madrid. Foto: Olmo Calvo Olmo Calvo

¿Qué otras cosas están pendientes?

Veremos qué pasa con el Valle de los Caídos, si el Gobierno logra conseguir lo que se está proponiendo. No sé si les va a dar tiempo. Si la izquierda no gana las próximas elecciones va a haber una vuelta atrás en memoria histórica, ya lo ha dicho Feijóo, como lo dijo Mariano Rajoy en su momento. Ese es mi temor.

Pico Reja, donde la tierra habla de nuestros muertos

20 octubre, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

  • En el cementerio de Sevilla, ante la mayor fosa común abierta en Europa occidental, compruebo cómo las víctimas del franquismo nos resultan hoy más cercanas, más nuestras, que en las primeras décadas de democracia, cuando nos parecían mucho más lejanas en el tiempo que ahora.

Isaac Rosa

Dos cuerpos yacen boca abajo con las manos atadas a la espalda, en la fosa de Pico Reja, en el cementerio de Sevilla. EFE/ Raúl Caro.
Dos cuerpos yacen boca abajo con las manos atadas a la espalda, en la fosa de Pico Reja, en el cementerio de Sevilla. EFE/ Raúl Caro.

4 de diciembre de 2022 22:05h
Actualizado el 06/12/2022 11:27h 

Yo tenía veinte años cuando supe por primera vez de los maquis, los guerrilleros antifranquistas que prolongaron la guerra durante una década en los montes. Como tantos de mi generación, en los años noventa ese conocimiento del pasado reciente no te llegaba por la escuela o el instituto, ni por la inexistente memoria institucional, y a menudo tampoco en la familia, incluso si contaba con represaliados. Así que te alcanzaba por otras vías. De pronto caía en tus manos un libro, ni siquiera de historia: una novela. En mi caso fue La agonía del búho chico, del extremeño Justo Vila, mi primer contacto con lo que entonces todavía no se llamaba memoria histórica.

Recuerdo el impacto que me produjeron aquellas historias de hombres en el monte y mujeres en los pueblos, supervivientes todos: perseguidos y cazados como conejos ellos, aterrorizadas y humilladas con enorme crueldad ellas y sus hijos. Tan fascinantes como horribles, me provocaron el mismo asombro que otros personajes inverosímiles de aquella feroz posguerra: los topos, esos republicanos escondidos en sus casas, en un desván, tras un armario o una falsa pared, algunos más de veinte años recibiendo alimento por un hueco y viendo crecer a sus hijos como muertos en vida. Unos y otros, los guerrilleros pasando más de diez inviernos en la montaña, y los topos enterrados en sus casas, eran personajes increíbles, legendarios. Novelescos. A falta de otra memoria más que la ficticia, los veíamos con distancia, remotos: como si no hubiesen pasado cuarenta o cincuenta años sino varios siglos, personajes de un pasado mítico, alimento de cuentos y leyendas en los pueblos, carne de ficción, pura épica. La guerra civil era “nuestro western”, dijo un novelista, muy ingenioso él.

Se lo comentaba hace unos días a mi admirado Alfons Cervera, escritor valenciano que acaba de ver reeditada Maquisuna novela enorme que cumple veinticinco años. Le decía que, releída su novela en este 2022, las historias de esos hombres en el monte y mujeres en el pueblo me resultan hoy mucho más cercanas que cuando las leí por primera vez a finales del siglo pasado. Entonces estaban más cerca en el tiempo, incluso quedaban supervivientes, mientras que hoy apenas quedan hijos vivos. Y sin embargo en los años noventa, tras dos décadas de democracia, los maquis, topos y en general las víctimas del franquismo nos resultaban totalmente ajenas, no tenían que ver con nosotros, eran de otro tiempo, remoto, oscuro, inaccesible. Un western. Mientras que hoy, veinticinco años después, pese a estar cronológicamente más alejadas, las sentimos emocionalmente más cercanas, más vivas y dolorosas. Más nuestras.

Lo comentaba con Alfons hace unos días, mientras visitábamos los trabajos de exhumación en la fosa de Pico Reja, en el cementerio de Sevilla. Allí fuimos en compañía de dos imprescindibles: la activista y familia de represaliados Paqui Maqueda y la novelista Rosario Izquierdo. Escuchamos de boca del director de la excavación, Juan Manuel Guijo, cómo Pico Reja es ya la mayor fosa común abierta en Europa occidental. Esperaban encontrar varios centenares de asesinados, y ya han aparecido más de 1.600. Ha habido que rescatarlos uno a uno, pues en su afán por ocultar los crímenes, durante años les arrojaron encima otros miles de cadáveres posteriores, tumbas vaciadas, osarios, restos de actividad funeraria. El equipo de arqueólogos y antropólogos que trabaja con la Sociedad de Ciencias Aranzadi llevan varios años desenterrando con paciencia, rigor y compromiso, para conseguir que “la tierra hable”, en expresión que repite Guijo.

Y vaya si ha hablado la tierra. A gritos, atronadora. Gritos de dolor, se oyen con solo ver las fotos que han ido tomando. Cuerpos amontonados con desprecio, boca abajo para negarles hasta el enterramiento digno, profanados a mayor ensañamiento. Hombres con las manos atadas a la espalda con grilletes, con alambres, formando cuerdas de presos. Mujeres, muchas más mujeres de las que estimaban encontrar. Señales de tortura, cráneos con varios disparos. Series de cadáveres todos con el agujero en el mismo punto del hueso parietal: los alineaban y el verdugo iba pasando y disparando. Un extermino industrial, mecánico, no por ello menos sádico. 

En algunos casos han tenido que unir fragmentos óseos como un imposible puzzle. No basta con sacar una caja llena de huesos: hay que recomponer en lo posible el esqueleto completo, y poder fotografiarlo así, para que las familias recuperen a su desaparecido en toda su humanidad, no un montón de costillas y tibias. Y todos aquellos objetos personales que transmiten más emoción que los huesos: gafas, botones, medallas, monedas. Y proyectiles, muchos alojados todavía en cerebros momificados. Rascando, cepillando la tierra, con extremo cuidado porque están recogiendo pruebas de crímenes contra la humanidad, pero también por respeto: porque, cumpliendo todos los protocolos forenses, la prioridad han sido siempre las familias.

Familias para las que la exhumación de Pico Reja -como la que comenzará en los próximos días en el Valle de Cuelgamuros, después de mil triquiñuelas para frenarla- ofrece una mínima reparación. Que llega tarde, cuarenta democráticos años tarde para muchos hijos que murieron sin encontrar a sus padres. El hijo del alcalde republicano de Sevilla, por ejemplo: Horacio Hermoso, que acaba de morir sin llegar a encontrarlo, pero al menos se ha ido sabiendo que su esfuerzo de años por recuperar la memoria de su padre culminaron en una exhumación histórica como la de Pico Reja. Histórica y ejemplar, por su rigor y transparencia, y por su pedagogía democrática, presentando periódicamente el avance de los trabajos en los centros cívicos de los barrios. Hay que reconocer el compromiso del Ayuntamiento de Sevilla, que además de colaborar y financiar, acaba de presentar un proyecto monumental en el mismo emplazamiento, para cuando terminen los trabajos.

Al ver aquellos huesos, cráneos reventados, fémures y caderas que no solo cuentan el sexo y edad, también la vida de penurias que llevaron, obreros la mayoría -los mineros fueron reconocidos por los restos de metales en su osamenta-; al ver aquellos huesos, sentí lo mismo que al releer Maquis: qué cercanos hoy, qué nuestros. Si hubiese visto esos mismos esqueletos veinticinco años atrás, en aquella España desmemoriada, me habrían parecido antiquísimos. Pompeyanos. Prehistóricos. Y sin embargo hoy, sobrecogido ante las cientos de cajas con fémures y vértebras que llenan el almacén del cementerio, siento propios todos esos hombres y mujeres. Son también nuestras abuelas y abuelos, nuestros compañeros. “Son mis muertos, aunque no tengan mi sangre ni mi apellido”, como dice Lucía Sócam en el documental Pico Reja, la verdad que la tierra esconde.

“Hay otra memoria que es la memoria maltrecha de los vencidos, la que ha ido creciendo frente a los paredones inmensos del silencio”, escribe Alfons en su novela. Esa memoria maltrecha es la que cuenta la tierra en Pico Reja, la que seguirá contando cuando hablen las otras fosas por abrir en el mismo cementerio -incluida la de los guerrilleros, que habrá que buscar en la zona conocida como de “los disidentes”-, y las que seguirán hablando en otros lugares. “Pico Reja es solo una de las setecientas fosas de Andalucía”, recuerda en el mismo documental Cecilio Gordillo, otro imprescindible.

Al volver del cementerio para recoger a mi hija, en la puerta del colegio, me encuentro a una madre amiga, Inés. Le hablo de Pico Reja, y me cuenta que ella acaba de descubrir, por un primo lejano, que su bisabuela fue asesinada por las tropas de Queipo. Lo descubre ahora, tantos años después, silenciado en su familia. No es la única: Lourdes, otra madre del colegio, lleva años luchando por la memoria de su abuelo Joaquín Farratell, director de un periódico y también asesinado. Porque antes mencioné al alcalde republicano, y hay que recordar que en Sevilla, del alcalde hacia abajo, los golpistas aplicaron un plan de exterminio absoluto: dirigentes políticos y sindicales, obreros, maestros, intelectuales, militares leales al gobierno legítimo. Y sus mujeres y madres en muchos casos, como Isabel Atienza, que fue llevada noche tras noche al paredón, y cuando ya se creía a salvo, al bajar del camión cerca de su casa, la asesinaron en mitad de la plaza y allí quedó su cadáver tres días, para luego ser arrojado a la fosa. Su bisnieta lo cuenta en el documental. Asesinados todos sin guerra. No piensen en combates, bombardeos, milicianos capturados, represalias de retaguardia. En Sevilla no dio tiempo, no hubo guerra. Fue un exterminio pacífico.

No sé si a ustedes también les pasa que todos esos muertos, los de Pico Reja, los republicanos de Cuelgamuros -llevados contra la voluntad de sus familias-, los maquis y topos que creíamos legendarios, los miles de desaparecidos por toda España, les resultan como a mí tan cercanos, tan propios, tan nuestros. Y el paso de los años no los aleja, no nos los vuelve extraños ni los deja atrás, sino que al contrario los acerca más. Esa distancia menguante, ese tiempo plegado sobre sí mismo para volverse inmediato, esa cercanía emocional, se la debemos a tantas mujeres y hombres que llevan más de dos décadas construyendo memoria democrática en España. Gracias.

Mussolini, Videla o Putin: los otros anfitriones del Mundial que tampoco respetaban los derechos humanos

8 octubre, 2023

Fuente: http://www.eldiario.es

Foto de archivo del 19 de junio de 1938, el equipo de fútbol italiano realiza el saludo fascista antes del inicio de la final de la Copa Mundial de fútbol contra Hungría, en el Estadio Colombes, París (Francia)
Foto de archivo del 19 de junio de 1938, el equipo de fútbol italiano realiza el saludo fascista antes del inicio de la final de la Copa Mundial de fútbol contra Hungría, en el Estadio Colombes, París (Francia) AP Photo/File

Laura Galaup

24 de noviembre de 2022 22:39h
Actualizado el 25/11/2022 05:30h 

La celebración de eventos deportivos para legitimar regímenes que no respetan los derechos humanos no es una novedad que ha llegado con la elección de Qatar como sede del Mundial de fútbol. Rusia acogió la edición anterior de esta competición. Y Arabia Saudí ha celebrado, y volverá a celebrar el año que viene, la Supercopa de España. Incluso, regímenes militares han sido anfitriones de este torneo. La dictadura de Jorge Rafael Videla en Argentina albergó esta competición en 1978. Unas décadas antes, en 1934, fue Benito Mussolini el que acogió este campeonato en Italia. Arranca el Mundial de Qatar bajo la sombra de la corrupción, la explotación laboral y la homofobia

El papel del fútbol como un factor más que influye en la geopolítica mundial es una de las tesis que sostiene una corriente de la academia universitaria. No solo para blanquear a regímenes totalitarios, también para otorgar visibilidad a reclamaciones políticas. “El fútbol es una herramienta de resistencia política. Paradójicamente, Naciones Unidas no cuenta con tantos miembros como tiene la FIFA”, explica Xavier Brito-Alvarado, docente de la Universidad Técnica de Ambato (Ecuador), que considera que “el ejemplo más claro es Gran Bretaña”. “Es solo un país en Naciones Unidas, pero en la FIFA está Inglaterra, Gales, Irlanda del Norte y Escocia”, apunta. Palestina es otro de los ejemplos citados por el entrevistado, ya que al contar con una selección de fútbol propia se le concede “un estatuto de reivindicación social”.

El fútbol, como “brazo” de difusión del fascismo

En el caso de eventos futbolísticos vinculados a regímenes totalitarios, desde Amnistía Internacional defienden que ha habido una evolución en la digestión social de los lavados de cara de sistemas políticos que no respetan los derechos humanos. Para Carlos de las Heras, portavoz de la ONG, “hace 20 o 30 años” el blanqueamiento que realizaban estos torneos “era muchísimo más común y contribuía mucho a tapar la imagen de determinados países”. El torneo albergado por Mussolini, añade, fue “un altavoz” para el fascismo.

Por su parte, Víctor Gómez Muñiz, profesor de historia y autor de Victorias y Derrotas, la Historia a través del balónsostiene que a través de las construcciones deportivas para albergar los partidos, el dictador italiano promovió “una propaganda brutal de un régimen fascista desde el propio estilo arquitectónico”. En esta misma línea, la del ensalzamiento del régimen, Brito-Alvarado considera que en ese momento, en el periodo de entreguerras, el fútbol era una herramienta para demostrar superioridad –“un brazo para difundir el fascismo italiano de Mussolini”– y no un elemento de blanqueamiento.

Italia ganó el Mundial, tal y como Mussolini había requerido al presidente de la federación cuando la FIFA les eligió como sede. “Italia debe ganar este Mundial, es una orden”, aseveró el dictador. Y la petición se cumplió. No sin ayuda, ya que en algunos partidos la selección anfitriona contó con un trato de favor por parte de los árbitros. España fue uno de los equipos que pagó un arbitraje polémico. “Nos han birlado el partido”, lamentó el portero Ricardo Zamora, tal y como recoge la reconstrucción que ha realizado el periódico ABC de aquel partido gracias a su hemeroteca. 

Tres décadas después, en Argentina se repitió esta situación. Un régimen militar acogía un Mundial de fútbol. Era 1978 y el anfitrión, Videla. En este caso, sí que hay más unanimidad entre los entrevistados para concretar que este evento fue una acción de sportwashing, un lavado de cara de regímenes autoritarios por medio del deporte. Con este evento, la dictadura argentina aspiraba a demostrar cierta normalidad en el día a día del país. Se buscaba exportar una imagen de “país libre, donde se podía andar por la calle, que no detenía a nadie, cuando era todo lo contrario”, recuerda Gómez Muñiz. 

Jorge Rafael Videla jura como presidente el 29 de marzo de 1976. En el extremo izquierdo, Emilio Eduardo Massera, y en el derecho, Orlando Ramón Agosti.

La final del Mundial de 1978, que fue ganado por Argentina, se celebró a escasos mil metros de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros más emblemáticos de detención, tortura y exterminio de víctimas de la dictadura. “Se estima que por allí, en el entonces Casino de Oficiales, pasaron aproximadamente 5000 secuestrados, permaneciendo la mayoría de ellos desaparecidos al día de hoy”, recuerda el Archivo Nacional de la Memoria en una publicación titulada ‘Dictadura, deporte y memoria’.

Además del carácter “distractivo” que tuvo esta competición para la sociedad, la celebración de este evento deportivo supuso un “intento de legitimación política por parte de las Fuerzas Armadas en plena represión feroz y un despilfarro de recursos estatales que”, según indica la institución memorialista argentina, “tuvieron dudosos sobreprecios y sospechosos destinatarios”. 

Desde Amnistía Internacional consideran que en esa época, el Mundial servía para “ocultar la violación de los derechos humanos”. “En ese sentido, la sociedad ha ido aprendiendo que no todo vale y que el deporte no sirve tampoco para tapar ese tipo de violaciones”, insiste De las Heras. Ante el escaparate que suponía este torneo, Videla realizó un discurso inaugural “completamente político”, apunta Gómez Muñiz. Y añade: “Era un discurso hacia las masas, [sabiendo] que es la imagen del mundo”.  

Paralelismos entre los mundiales de 1978 y 2022

Este profesor de historia ve ciertos paralelismos entre el Mundial de Argentina y el que se está celebrando actualmente. “En Argentina se sabía los muertos que había en los vuelos de la muerte, los desaparecidos y la existencia de centros de tortura. Aquí, en Qatar, sabemos todos los miles de muertos que ha habido en la construcción de esos estadios”, añade Gómez Muñiz.

La utilización del sportwashing por parte de países autoritario se ha convertido con el paso de los años en una estrategia que puede desencadenar consecuencias mediáticas no deseadas por los regímenes anfitriones. En el caso de Argentina, por ejemplo, el Mundial también sirvió para que “los exiliados y los propios organismos de derechos humanos recientemente creados –como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo–” contasen con atención social para denunciar públicamente “las atrocidades cometidas por la dictadura”, reseña el Archivo Nacional de la Memoria.

“Este Mundial [en alusión a Qatar] ha sido el que más recorrido mediático ha tenido desde su concesión en 2010”, explica Xavi Ginesta, profesor de la Universidad Central de Catalunya y autor del libro ‘Las multinacionales del entretenimiento’ editado por la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). Este docente lleva una década estudiando cómo el emirato de los Al Thani está utilizando el deporte “como elemento de construcción de marca-país”. 

En la comparación de estos dos eventos, Gómez Muñiz destaca que tanto Argentina como Qatar han utilizado “el fútbol como una pantalla política de limpieza y de propaganda internacional”, ante la inactividad de “todos los estamentos internacionales, desde la FIFA a las federaciones nacionales”, que no hicieron nada por impedir que un Mundial se celebrase en países con regímenes que vulneran los derechos humanos. 

La elección de la sede del Mundial hace cuatro años también fue polémica. Se celebró en Rusia. “Es cierto que quizá no tuvo mucha repercusión, pero también hubo una ola de represión salvaje, sobre todo, contra miembros del colectivo LGBTI y activistas en favor de derechos humanos. Muchos de ellos fueron, incluso, encarcelados”, apunta el portavoz de Amnistía Internacional. 

El presidente de la FIFA con Vladimir Putin Europa Press

“¿Por qué el Mundial de 2018 se desarrolló en la Rusia occidental? Para enseñar que Rusia no es el enemigo”, explica Brito-Alvarado ahondando en la geopolítica de estos eventos. Se trató de mostrar “una Rusia moderna, abierta al comercio, a las grandes fábricas”, donde había grandes corporaciones internacionales como “McDonalds” y “Ferrarri”. “No mostraron esa Rusia musulmana de Chechenia y esa Rusia rural”, apunta. 

No solo la FIFA se ha decantado por dar visibilidad a estados autoritarios: la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) también se ha apuntado a esta tendencia al conceder a Arabia Saudí la sede de la Supercopa de España. El acuerdo supone un reembolso económico de 40 millones de euros por temporada para el fútbol español, según las distintas informaciones que han abordado estas relaciones económicas. También jugó un papel importante en esas negociaciones Kosmos, la empresa del exfutbolista del Barcelona, Gerard Piqué, tal y como reveló El Confidencial.  

Ante la controversia de elegir a un país ampliamente denunciado por las infracciones de los derechos humanos, y cuyo príncipe heredero Mohamed bin Salmán ha sido responsabilizado por la CIA del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, la delegación española de Amnistía Internacional trató de contactar por la federación española “para evaluar qué papel podía jugar” esta institución deportiva y “cómo se podría utilizar” ese evento –apunta De la Heras– “para introducir mejoras de derechos humanos” en el país del golfo Pérsico. A pesar de esas comunicaciones, no habido respuesta por parte de la institución liderada por Luis Rubiales: “La Federación ha hecho caso omiso”.