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Los españoles tras el mito de la Liberación de Francia: ¿Un olvido interesado?

31 diciembre, 2019

Fuente: http://www.eldiario.es

Combatientes españoles en Francia. Verano de 1939. Abajo, a la derecha, sin camisa, Julio Vázquez, nacido en 1917 en Obregón, (Villaescusa, Cantabria). Militante comunista histórico. Se alistó voluntario en el ejército de la República, combatió en el Frente Norte, fue evacuado tras la caída y se hizo tanquista en Cataluña, pasó a Francia y fue recluido en el Campo de Barcarés, donde se tomó esta foto. De allí salió acompañado de paisanos de Villaescusa y del valle de Cayón y posteriormente se incorporó al Maquis en la Gran Combe. Fue detenido y deportado a España.

Este pasado mes de agosto se han cumplido 80 años de varios acontecimientos que revisten el carácter de históricos, algo que a veces se otorga con exceso de rapidez cuando no con elevadas dosis de frivolidad. El 1 de abril hizo 80 años del último parte de nuestra Guerra Civil. Este 1 de septiembre es el mismo aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial. La relación entre ambas, usando solo criterios académicos es muy difícil de negar. En España, la paz oficial se veía a diario acompañada de cientos de ejecuciones que causaron decenas de miles de víctimas en el siguiente cuarto de siglo. En ese mes de agosto de 1939, el fusilamiento de las jóvenes republicanas conocidas como las Trece Rosas señala una de las cuentas de ese funesto rosario. En Francia, varios miles de españoles, como Julio Vázquez, estaban a punto de empuñar de nuevo las armas.

También en agosto de 1939, a partir del envío de una carta de Albert Einstein al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, tuvo su génesis el Proyecto Manhattan, que conduciría, el 16 de julio de 1945, al primer ensayo nuclear en Alamogordo, Nuevo México. Un mes más tarde, después de los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, se rindió Japón. Seis años de destrucciones, locuras y crueldades que parecían ya lejos del momento evolutivo de la humanidad.

Como se ha dicho al principio, a lo largo del mes se sucedieron una serie de acontecimientos que, analizados con la perspectiva del tiempo transcurrido, dejan ver un plano inclinado hacia la guerra. Así, la firma el día 18 del acuerdo comercial entre la Alemania nazi y la Unión Soviética precedió al mucho más conocido del día 23, el Pacto Molotov-Ribbentrop, mediante el que Hitler y Stalin se repartieron Europa oriental: Finlandia, los países bálticos y la parte oriental de Polonia pasaron a ser soviéticas y Polonia occidental de Alemania. El acuerdo, que todavía no hizo reaccionar a las dos grandes democracias occidentales, dejó estupefacto a buena parte del movimiento comunista internacional que, en buena medida, hizo suyo el orden requerido por Stalin.

Al día siguiente, 24 de agosto, se produjeron desórdenes en la ciudad libre de Danzig/Gdansk, el pasillo al mar conseguido por Polonia en el final de la I Guerra Mundial. Los nazis se hicieron con el gobierno de la ciudad. Un episodio que aparece en ‘El tambor de hojalata’ del Nobel alemán Günter Grass. El 26, Alemania garantizaba la neutralidad de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Una garantía que resultó absolutamente falsa, como es sabido, y el 27 las primeras tropas británicas llegaban a Francia. El 30, tras un supuesto ataque polaco, Alemania presentó un ultimátum a Polonia, que respondió con la movilización general. Ese mismo día la flota británica fue puesta en estado de alerta.

Por otra parte, el pasado 6 de junio se cumplieron 75 años del desembarco de Normandía. La apertura de ese segundo frente en Europa occidental, tras el italiano que se encontraba bastante atascado, sería ya el definitivo principio del fin para la Alemania nazi.

La participación de españoles en la Segunda Guerra Mundial, en la liberación de Francia en concreto, ha padecido durante mucho tiempo un conocimiento escaso. Tras años de silencio oficial absoluto (solo se conocía la verdad, mitificada, en ámbitos militantes de la izquierda) ha empezado a divulgarse en los últimos tiempos el papel de los españoles de la Nueve en la liberación de París, de la que se han cumplido 75 años. Las obras de Mesquida, La Nueve, 24 Août 1944 –Ces républicains espagnols qui ont libéré Paris, con prefacio de Jorge Semprún y Cuando los republicanos liberaron París, de Monteagudo, ambas publicaciones ya de este siglo, han documentado con exactitud esa participación en el hecho concreto de la capital francesa. Pero hay bastante más.

En un manual de culto pese a su brevedad, Historia de España, que no pudo venderse en España hasta después de la muerte de Franco, Pierre Vilar, no concede una sola línea al papel de los republicanos españoles en el combate contra los nazis en la Francia ocupada. Es cierto que puede, o podía, persistir un rasgo académico de no juzgar esos hechos como parte de la Historia de España.

En Francia hace más tiempo que se incorporó a la normalidad oficial esa parte de nuestra Historia. Pero no fue desde el principio. El discurso que pronunció el general Charles de Gaulle desde el Ayuntamiento de la capital al día siguiente, el histórico discurso de la liberación de París, no dejaba lugar a dudas:

«Liberada por ella misma, por su pueblo, con la participación de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la participación de toda Francia. De la Francia que lucha, de la única Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna».

También nació de ese discurso la confusión interesada por la que parecía que no había existido una Francia colaboracionista con los nazis. Un héroe de la I Guerra, como el Mariscal Pétain arrodillado ante Hitler, condenado a muerte e indultado por De Gaulle. Difíciles de explicar las condenas a muerte para tantos colaboracionistas empezando por Pierre Laval, antiguo dirigente socialista reconvertido y artífice del intento institucional del Nuevo Estado francés corporativo, que fue ejecutado en octubre de 1945 después de haber intentado refugiarse en España. Si los franceses tenían su propia confusión en relación con la guerra, en muchos sentidos también una guerra civil, no es tan extraño que tardaran en reconocer oficialmente la participación de españoles en la liberación.

Desde 1995, en el cincuenta aniversario del final de la guerra, y diez años más tarde, muy poco a poco, se ha ido desvelando la verdad. En las tachuelas que salpican el centro de París y que recuerdan las víctimas de aquellos días de agosto de 1944, también hay apellidos inequívocamente españoles. Lo mismo que en muchos pueblos de Francia, especialmente en los departamentos fronterizos, en las lápidas dedicadas a los héroes locales de la Resistencia, caídos contra los alemanes, donde también figuran apellidos españoles.

Las publicaciones anteriormente citadas y la llegada a la alcaldía de París de Anne Hidalgo han resultado definitivas para establecer que la guerra de España continuó fuera de la Península después de la retirada de 1939. Como en otros aspectos de la memoria colectiva de los españoles relativa al conflicto iniciado en 1936, los combatientes de un bando, los azules que se encuadraron en la Wehrmacht, han tenido desde el primer momento su lugar en la Historia. Los otros han estado a punto de morir, les ocurrió a muchos, sin que se les reconociera oficialmente su papel en la derrota del fascismo en Europa.

Este año, el presidente del Gobierno de España ha asistido a actos conmemorativos en Montauban, ante la tumba del presidente Azaña, y en Colliure, en la del poeta Antonio Machado. Un año después de su llegada a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero estuvo presente en los actos del 60 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Mauthausen, en el que perecieron unos cinco mil republicanos españoles, la mayoría capturados por los nazis en Francia. A finales de agosto, la ministra de Justicia rindió homenaje a los españoles que participaron en la liberación de París hace 75 años. Queda por resolver cuánto tardará en realizarse un reconocimiento institucional análogo en España a quienes contribuyeron a la victoria en la Segunda Guerra Mundial.

La neutralidad y la no beligerancia, como posturas oficiales de la España franquista en el marco de la Segunda Guerra Mundial conllevaron algún olvido sobre la participación de los españoles en el conflicto. Hace cuatro años Berlín conmemoró el final de dicha guerra, el final de su propia tragedia. Decenas de exposiciones y actos muy diversos. Dos olvidos de magnitud: la participación en el combate contra los alemanes de los yugoslavos, de una parte de ellos, y la de los españoles, de una parte de nosotros.

La 9éme Compagnie, la Nueve, de la II División Blindada, al mando del general Leclerc, formada mayoritariamente por republicanos españoles, ha sido, fuera de duda, el ariete que ha ido abriendo otras páginas de la participación española en la Guerra. No es fácil de ocultar el tránsito desde África a Normandía y después París, Alsacia y el mismísimo cuartel general de Hitler, el Nido del Águila, en Berchtesgaden. Tan importante participación tuvo su coste: solo sobrevivió aproximadamente un 10%, únicamente 16 españoles de la Nueve vieron el amanecer del 8 de mayo de 1945.

Si Pierre Vilar no se ocupa en su Historia de España de ninguno de estos hechos, Tuñón de Lara sí les presta mayor atención. En el volumen 10 de su Historia de España se encuentran varias referencias. Tras señalar con detalle la división que reinaba entre las fuerzas políticas republicanas en el exilio, la misma que había existido durante la Guerra Civil y que había estallado de manera vergonzosa al final de la misma en Madrid en el mes de marzo, se analiza la actuación, muchas veces individual o incluso grupal, aunque al margen de los encuadramientos políticos. Son españoles que han combatido al fascismo en España, que han sido derrotados, de momento, pero que asisten a un nuevo combate contra el mismo fascismo. Y participan.

Tuñón señala que fue el PCE el que empezó a coordinar acciones, ya en el otoño de 1940. Numerosos españoles se fueron organizando, sobre todo en la zona sur. En el Macizo Central hubo algunas partidas de cenetistas que se resentían de sus propias escisiones y aún más divididos, según Tuñón, estaban los socialistas. Hemos hecho anteriormente una referencia académica. Textualmente dice:

«Lo más importante, a nivel de Historia de España, es la participación de millares de españoles en la Resistencia francesa contra el nazismo, que alcanzará mayor desarrollo en 1942, en cuyo mes de abril se crea el XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles. Su acción adquirió pronto importancia, realizándose acciones incluso en el centro de Toulouse. Al terminar 1942 los guerrilleros españoles actuaban en diez departamentos del sur y otros grupos en el Limousin y la Alta Saboya».

Maneja Tuñón la posibilidad de que Franco ya supiera, por la vía de una conversación en Berlín, poco después de la derrota de Stalingrado, entre el almirante Canaris, jefe de la Abwehr y el general Martínez Campos, asesor de Franco, que Alemania no iba a poder ganar la guerra. Ese es el punto de inflexión. Semanas después Franco exponía al embajador norteamericano su teoría de las tres guerras. La de los anglosajones contra Italia y Alemania, en la que la España franquista es neutral; la del Pacífico, en la que España apoya a los aliados contra Japón (aunque muy al final, Franco rompe relaciones diplomáticas con Japón); y la guerra contra el comunismo, en el frente oriental, en la que España es beligerante. No hay constancia de la expresión facial de Mr. Hayes ante la exposición de esa teoría.

Con el retorno a España después de la muerte de Franco (y, muchos más tras las elecciones de junio de 1977) de miles de exiliados empezó a conocerse, fuera de los reducidos ámbitos de la clandestinidad militante, la participación de españoles en la liberación de Francia. En muchos lugares de los departamentos fronterizos se celebraban ya encuentros en verano entre antiguos combatientes de ambas nacionalidades y sus familias. Con la llegada de un sistema democrático a España, esos encuentros recibieron publicidad y muchos más visitantes.

De los cinco departamentos franceses fronterizos, en los tres no costeros los españoles se desenvolvieron con más y mejor organización. En Ariège y Alto Garona, las Fuerzas Francesas del Interior estaban constituidas en muy buena proporción por españoles. Tuñón matiza con precisión, al referirse a la liberación del mediodía francés, la participación del ya citado XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles en la toma de Toulouse, de Angulema, de Pau… pero diferencia entre participar y protagonizar, y fueron españoles quienes «liberaron Tarbes, Aire-sur-Adour, Albi, Montluçon, Laruns…y más allá, en el Ródano, Montélimar, Valence…». En concreto, afirma: «Pamiers y todo el departamento del Ariège fue liberado por el XIV Cuerpo».

El desembarco en Provenza, el 15 de agosto, hizo temer al mando alemán que sus unidades resultaran aisladas en el sur, lo que condujo a que en pocos días la región fuera liberada. Todavía habría numerosas víctimas en los últimos momentos, llenos de incidentes, pero en general, en la semana que siguió al desembarco, el sur francés quedó libre de la presencia alemana.

En Foix, sede de la Kommandantur del departamento, se combate en las calles del centro. Las unidades de los comandantes José Antonio Alonso, «Robert», Pascual Gimeno, «Royo» y J. Estevez, «Montero», atacan junto a las de Bigeard y Probert que cuentan con oficiales británicos de la Inteligencia Militar. Prayols, en la periferia de Foix, es liberada también por españoles como atestigua el monumento a los guerrilleros. Esa localidad y Santa Cruz de Moya, Cuenca, mantienen un hermanamiento y un doble encuentro anual desde 1982, aquí y allí.

Participación de vanguardia en París, exclusiva en algunos lugares del sur, colaborando con unidades francesas o encuadrados en ellas, en otros lugares del territorio metropolitano. También hubo españoles en combate en territorios franceses en África. Lo que ya es innegable, probablemente no tiene todavía todo el conocimiento popular que merece. Al final del verano de 1944, alrededor de 20.000 españoles lucían armas y uniformes en territorio francés.

Todo ese poder armado, fundamentalmente en el sur de Francia, es el que hizo posible la invasión del Valle de Arán. El intento de tener un territorio peninsular liberado del mando de Franco con el que forzar a los aliados a reconocer al gobierno republicano en el exilio. Los hechos demostraron que si la operación militar era arriesgada, fallaba más la base: la madurez política de la misma. No era una operación unitaria. Ni siquiera fue una operación comunista, en el sentido de que hubiera sido ordenada por la dirección del PCE. De hecho, fue Santiago Carrillo quien voló desde Argelia para detener la operación.

A 75 años de ese hecho, es posible afirmar que la vertiente militar de la misma, las vanguardias de un ejército guerrillero de más de 4.000 hombres llegaron a las afueras de Tremp, a casi 100 kilómetros de la frontera, estuvo muy por encima de la estructura política que debería haberla organizado. Era un preludio de lo que sucedería con la guerrilla antifranquista en el interior de España en los años siguientes.

El ejército franquista, al mando de Moscardó, tardó más de tres semanas en recuperar el territorio ocupado por los guerrilleros. Si los aliados hubieran estado por la labor la coartada podía haber servido pero, vale la pena insistir, la operación no respondía a una orden unitaria del antifranquismo.

Esa participación de españoles en la liberación de Francia tiene relación directa, una vez que De Gaulle consigue un asiento entre los grandes que han derrotado a Hitler, con el aislamiento de la España franquista en los primeros años de la postguerra. El cierre de la frontera francesa, el repudio a un régimen que se consideraba amigo de los derrotados, no tuvo entidad suficiente para deponerlo por la fuerza pero sí para pasar por diversos avatares hasta que, guerra fría y anticomunismo mediante, Franco consiguió un asiento en la ONU diez años más tarde.

La Historia oficial, durante decenios, solo mencionó la participación en la Segunda Guerra Mundial de los españoles de la División Azul. Ahora, tras 40 años con un régimen político regido por una Constitución, y con investigaciones históricas más que suficientes, parece que ya es hora de fijar la participación de españoles, del bando republicano en la Guerra Civil, en los principales escenarios del conflicto en Europa y África. Desde el principio, en Dunquerque, dónde algunos no fueron transportados a Gran Bretaña por no ser británicos ni franceses y Narvik, pasando por Dieppe y Normandía o el sur de Francia, donde ejercieron un papel principal.

En unidades propias, como el XIV Cuerpo de Guerrilleros, en la Legión Extranjera francesa y en los comandos británicos, sin olvidar a quienes sirvieron directamente en el ejército soviético… ya es hora de reclamar la participación de españoles en el bando vencedor de la guerra. El poco ejercicio de memoria colectiva en este tema, y en algunos otros, ha dado paso a simplificaciones que con peor o mejor voluntad, dejan la Historia en un juego, o en un negocio, o en ambas cosas a la vez. Reproducir el desembarco de Normandía en Arija o en El Sardinero, pueden ser ejemplos de cómo, fuera de contexto, se puede pervertir una buena intención, si es que la había.

El 9 de agosto de este año se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado la lista de los 4.427 españoles asesinados en Mauthausen, 49 de ellos naturales de Cantabria. Faltan datos de algunos cientos más. Es tarde, muy tarde para los que sobrevivieron. Pero ya está en el BOE. Lo que era real desde hace 75 años, empieza a ser oficial.

«Más que persecución de artistas de izquierdas, lo que hay es una torpeza tremenda»

30 diciembre, 2019

Fuente: http://www.eldiario.es

La conversación tiene lugar en un momento en que los incendios de Gran Canaria ocupan la primera plana de todos los medios. Pedro Guerra (Güímar, Tenerife, 1966) sufre con la noticia «como todo el mundo, porque es una imagen muy triste. En Gran Canaria además, un incendio tan grande y devastador para un territorio tan pequeño, supone un drama que no se puede entender». Pero el músico canario también tiene motivos para la alegría. Este verano está de gira con motivo del 25 aniversario de su disco debut, Golosinas, el mismo que lo puso en la vanguardia de una nueva oleada de cantautores junto a Javier Álvarez, Ismael Serrano o Jorge Drexler, entre otros.

¿Dicen las canciones cosas nuevas, un cuarto de siglo después?

No tanto, más bien se mantienen como una actualidad. No las siento para nada distintas, y de hecho una de las razones por las que he decidido volver sobre este disco es porque tenían una actualidad grande. Se escucha y se canta como hace 25 años.

Cuando escribió un tema como Contamíname, ¿podría imaginar también que tendría esta vigencia al cabo de este tiempo?

Podía suponer que los problemas derivados de la circulación de seres humanos por el planeta seguirían sin resolverse. Lo que no podía imaginar es que habría en el mundo este retroceso que estamos viviendo. No sólo se trata de Salvini en Italia, es también Bolsonaro en Brasil, y Trump en Estados Unidos, y en España vivimos el auge de Vox. Hay un paso atrás tan grande a nivel mundial que sin duda me sorprendería hace 25 años. Entonces quería creer que los pasos serían siempre hacia delante.

Canarias fue un puerto de llegada de migrantes durante un periodo especialmente intenso. ¿Llegó a comprender alguna vez a sus paisanos que se oponían a auxiliar y acoger a los cayucos, por algún tipo de miedo o de rechazo?

No, es algo que no puedo entender. La tendencia natural, por humanidad, debe ser acoger a esa gente. Sobre todo, cuando se acercan a lugares que se caracterizan, en su Historia, por haber enviado emigrantes a otros países. Es lo increíble de un país como Italia, que fue un pueblo emigrante desde siempre. Canarias también lo fue, nuestros abuelos y bisabuelos marcharon, sobre todo a América, y mejor o peor, fueron acogidos. Por eso no me cabe en la cabeza esa cerrazón de Europa. Como digo, acoger es lo primero, por sentido humanitario, y luego hacer políticas de integración. Y por último, pedir cuentas a los países de origen. Hablamos de gente que viene de realidades complejísimas, que hace un viaje que, lejos de ser de placer, discurre en la línea que separa la vida y la muerte.

Volviendo sobre Golosinas, algo que sí ha cambiado es la industria discográfica. La que existía hace 25 años saltó por los aires, ¿no?

Ha cambiado todo muchísimo. La industria entró en crisis, luego se ha ido recuperando poco a poco pero las formas de consumo han cambiado totalmente. Cuando Golosinas vio la luz no existían las redes sociales, Internet medio empezaba. Ahora el mercado físico está casi a punto de desaparecer, se consume música digital… todo es distinto.

¿Siente nostalgia de aquella época?

Echo de menos lo bueno que había, y me adapto a lo bueno que hay ahora y que antes no teníamos. Pienso que tendríamos que haber funcionado con una balanza, y no renunciar a cosas que eran mejores. Por ejemplo, el álbum con formato físico, entendido como un todo, con una portada… ¿Por qué renunciar a eso?

Usted surgió también en medio de un boom de las pequeñas salas de conciertos, muchas de las cuales también se han perdido. ¿A qué se debe?

Bueno, en los últimos años se está revitalizando el circuito. Eso se lo debemos a la crisis, no quedó más remedio que reabrir ese circuito. Hay mucha gente trabajando en él, a pesar de que algunas ciudades sigan teniendo políticas muy hostiles hacia la música en directo.

El compromiso, ¿adquiere otro sentido con el transcurrir de los años?

Uno no va a cambiar eso. Desde Golosinas a mi último disco, tengo canciones de amor y otras de temática social, es una forma de trabajo. Aunque hiciera un disco todo de canciones de amor, el compromiso seguiría asomando por todas partes.

En 2005 apoyó públicamente la campaña de IU a las elecciones europeas. ¿Volvería a hacerlo?

No. Puntualmente sí lo hice porque sí, porque la coyuntura me animó a ello. Ahora sigo teniendo la misma posición ideológica, pero me pienso mucho lo de apoyar campañas en concreto. Con la división que hay en la izquierda, se vuelve todo más complejo. Me gustaría ver una propuesta unitaria, seguramente me implicaría en una campaña como esa. Pero tampoco sé si es eso lo más importante…

Su cuñado y su sobrino, Luis y Pedro Pastor, han sido objeto de sonada censura recientemente. ¿Hay una persecución de los artistas de izquierda, como se ha denunciado?

Creo que más bien hay una torpeza absoluta. Un Ayuntamiento de derechas, si no quiere contratar a alguien, no lo hace y punto, así funcionan las cosas. Y probablemente funcionen igual al revés. En 25 años ha habido ayuntamientos donde no he actuado nunca, ni yo ni Luis Pastor. Pero si hay un concierto cerrado, que llegue un Gobierno nuevo y tire eso para atrás sí supone un acto de censura, casi de venganza. Y es una torpeza tremenda, porque el resultado se vuelve en su contra. Espero, en todo caso, que no se convierta en práctica habitual, porque lo hemos visto con Luis y Pedro, con Def con Dos, con C. Tangana hace poco…

Por él iba a preguntarle precisamente. ¿Es la misma censura la que sufre Luis Pastor que la de C. Tangana?

No, creo que hay que distinguir. Partiendo de la idea de que no se debe censurar a nadie, y de que estoy contra todas las prohibiciones, se supone que tras el veto a C. Tangana hay un argumento, el propósito de no contratar a un grupo que canta letras machistas u homófobas, que atentan contra valores intocables. En la música de Luis Pastor y de Pedro no hay incitación al odio, ni nada, solo piensan distinto. Eso es un pequeño matiz.

¿No es para los cantautores un objetivo loable molestar, inquietar al poder?

Habría que preguntar uno por uno, tampoco es que los cantautores nos reunamos para ver una manera común de operar. A mí no me preocupa irritar al poder tanto como defender una manera de ver el mundo. La intención es al final esa, decir lo que uno piensa.

Usted, junto a otros compañeros, fue durante mucho tiempo la nueva canción de autor española. Ahora es aclamado por los novísimos como un referente, ¿cómo lo lleva?

 Es algo en lo que no pienso. He hecho mi música, mi trabajo. Supongo que es ley de vida que los que llegan te reconozcan algo, como yo mismo tuve mis referentes y luego pasé el testigo. Mañana le tocará a Rozalén, a Marwan…

Una última cosa sobre Golosinas: recuerdo que ese disco contó con una banda extraordinaria. ¿Echa de menos a alguno de aquellos músicos, mantiene contacto con ellos?

Fue una colaboración puntual, nos reunimos sólo para el disco y nunca volví a tocar con ellos. Bueno, Marcelo Fuentes, el bajista, sí formó parte de las distintas bandas que tuve hasta 2008, y con Luis Fernández he tenido mucho contacto, pero con el batería Tino di Geraldo no toqué más, ni con John Parsons [guitarra], aunque alguna vez nos volviéramos a encontrar… Es verdad que son unos músicos espectaculares, pero ya llevo ocho años solo con mi guitarra.

¿Fue un imperativo de la crisis?

Un poco sí, se puso muy difícil mover un grupo. Y por otro lado, siempre he tenido esa vertiente. Tres cuartos del disco Golosinas es de guitarra sola, he tocado así muchas veces y me siento a gusto en ese formato.

«Los que nos llaman ‘busca huesos’ no son personas, son bichos, verdugos»

29 diciembre, 2019

Fuente: http://www.eldiario.es

Esta entrevista la empieza Luis Vega Sevillano. Casi sin dar tregua al periodista. Así: «Los tenemos en la puerta. La derecha reaccionaria, que nos hizo sufrir tanto. Ya estamos otra vez. Porque yo pasé lo que a ninguna criaturita le debe pasar. Y todas esas cosas hay que tenerlas en la memoria».

Y la termina. Así: «Las mujeres hoy son las que están diciéndole en el mundo al fascismo que ellas también tienen derechos. Las mujeres no deben consentir que toda esa lucha que han tenido vuelva atrás. Es lo que quiere esa gente de Vox y toda esa familia de lagartos».

Luis es víctima del franquismo. Los golpistas mataron a su madre, Catalina Sevillano, y a su padre, Francisco Vega. En 1936, en el mismo pueblo donde vive con 90 años: Paterna de Rivera (Cádiz). Ahí donde ha logrado un entierro digno para diez de los 40 «paisanos» que ejecutó el fascismo.

«Te prometí que nadie más iba a pisotearles», le decía el domingo 14 de julio su hijo Juan Luis Vega, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Paterna y pilar básico en la exhumación de una fosa del cementerio local. Aunque los análisis genéticos no han podido confirmar que ninguna de esas diez personas sean Catalina o Francisco.

Aquel día, el propio Luis inauguró el monumento de homenaje a las víctimas del franquismo. Pese a la oposición del Obispado de Cádiz, como ha confirmado este medio, ahí está la obra con las manos alzadas al viento. Y, a esos diez, nadie más los va a pisar.

Luis sigue pensando a diario en el asesinato de su madre y su padre. «Todos los días», 83 años después, confiesa en esta entrevista para eldiario.es Andalucía«Mis niños, mis niños», repite la memoria de Luis aquella letanía de Catalina, arrastrada a la muerte por un grupo de falangistas. «Ni olvido ni perdono», dice.

Luis Vega, tras inaugurar la escultura de homenaje a las víctimas del franquismo en el cementerio de Paterna. | DIPUTACIÓN DE CÁDIZ/DAVID DOÑA
Luis Vega, tras inaugurar la escultura de homenaje a las víctimas del franquismo en el cementerio de Paterna. | DIPUTACIÓN DE CÁDIZ/DAVID DOÑA

Acaba de dar un entierro digno a diez personas que sacaron de una fosa común de Paterna. ¿Qué sintió después de tantos años de lucha?

Sentí muchísimas cosas. Porque no es solamente el entierro. Ahí había personas que perdieron la vida por luchar por lo que tenemos hoy, libertad y democracia. Yo recuerdo los años de la República. Se vivía muy malamente y tenían a nuestros padres como si fueran esclavos. Por eso hicieron lo que hicieron.

Defender los derechos llevó a muchos a las fosas…

Como un caso, una familia, un padre y sus hijos, que iban a echar el jornal al campo y a media mañana empieza a llover. Cobraban 19 pesetas por peonada. Al día siguiente reclamaron al terrateniente 9 pesetas por cabeza. ¿Sabes lo que hicieron? Acabaron apuntados en los libros de todos los cortijos. En la campiña de Cádiz desde entonces ya no tuvieron trabajo. Decían que era un hombre muy reclamentista, peligroso.

Lo que deseo es que nunca más se llegue a este extremo. Como vi el otro día a las diez personas, cada una en una cajita… Eso no se lo deseo yo a nadie.

Luis Vega, ante las cajas con los restos óseos de las diez víctimas exhumadas en Paterna. | DIPUTACIÓN DE CÁDIZ/DAVID DOÑA
Luis Vega, ante las cajas con los restos óseos de las diez víctimas exhumadas en Paterna. | DIPUTACIÓN DE CÁDIZ/DAVID DOÑA

Pero no sabe si en esas diez cajas están su madre o su padre.

En la Universidad de Granada –encargada de los análisis de ADN– no dijeron que fuera cierto.

¿Tiene esperanza de que algún día le digan dónde están?

La verdad, me voy a morir con el sufrimiento ese. La esperanza nunca se pierde, pero la mía… hay poca ya. Ojalá aparecieran.

¿Va a seguir luchando?

Sí.

Tenía 7 años cuando asesinan a sus padres.

El día 18 –de julio de 1936– fue el de la sublevación, la noche de los tiros. Ya amanecimos fuera, no sé cómo nos llevaría mi padre, dormidos, a la choza de la Tragachina Vieja. Esa mujer nos acogió aquella noche.

Mi padre se fue luego a una cordillera que le dicen la Sierra Alta. Es un punto de visión, de vigilancia, desde donde se ve todo el pueblo. A la tarde se vino, no fuera a ser que lo persiguieran con bestias y lo mataran allí delante de nosotros. Ya cuando llegó mi padre quedé más contento. Al rato vino mi tío y ya estábamos todos, mis tíos, mis primos, mis hermanos y mis padres. Entonces mi padre fue cuando abrazó a mi madre, la besó y nos besó a nosotros. Por última vez. Y ya se fueron.

Al verse mi madre allí con nosotros tres, la mujer, la Tragachina Vieja, se saludó con ella y nos vinimos para Paterna. Y esa fue la perdición de mi madre. Muchas veces me lo digo solo, que se tenía que haber ido con mi hermano Francisco, que era el más chico, y dejarnos a nosotros allí. Nos hubiéramos venido solos y nos hubieran recogido como hicieron después. Pero tuvo la mala suerte de venirse a Paterna.

Vi cómo se llevaban a mi madre. Ese día… me acuerdo como si fuera ahora. Estaba en la calle y miraba a cada momento a mi casa porque todavía no habíamos comido caliente. Pero nos habían visto y se presentaron allí. Antes de llegar ya sentía los gritos de mi madre. Al entrar, uno tenía una pistola y estaba apoyado en el barandal de la escalera. Me dio un empujón y me tiró, diciendo «echa para allá, aquí no se entra».

Vi a mi madre cómo la sacaron uno por un brazo y otro por el otro, por las escaleras abajo al arrastre. Y lo único que yo le escuchaba –tiene que parar, llora– era «mis niños, mis niños, mis niños». No lo puedo olvidar. Hay veces que me pego hasta las tres de la mañana dándole vueltas y no me quedo dormido.

83 años después, sigue pensando todos los días en aquel momento.

Todos los días. Todos. En aquel 19 de julio del 36.

Luis Vega durante la exhumación en el cementerio de Paterna. | JUAN MIGUEL BAQUERO
Luis Vega durante la exhumación en el cementerio de Paterna. | JUAN MIGUEL BAQUERO

¿Y su padre?

Mi padre volvió el día 27 o 28 de octubre. Lo cogieron en El Gastor, un pueblecito de Cádiz, y la Guardia Civil dio parte a Paterna, que tenían a dos del pueblo. Les dijeron que ya había pasado todo, que no les iba a pasar nada. Se tenían que haber ido a Francia, como hicieron tantos. Lo llevaron a confesar ante el cura, los sacaron a las diez y a las once y media uno de los verdugos entró en la tienda Calderón diciendo «vengo de matar a los hermanos Chalero». Sin más juicio ni más nada.

Un niño, solo, ¿cómo sobrevivió?

Me recogió mi tía Juana, fue una segunda madre para mí. Estuve dos años con ella, pero el matrimonio discutía mucho por cuenta mía. Yo estaba pendiente. Él decía: «Juana, que son cuatro y él cinco, y nosotros dos, y yo no puedo». Yo pensaba, «Aquí estoy estorbando». Hasta que un día dije «mi tía ya no discute más por mi culpa». Fue en el año 38. Con 9 años me fui solo a buscar trabajo.

Después de tanto pasado, ¿tiene deseos de venganza?

No. Venganza, no. Justicia, sí. La venganza no debe existir, debe existir la ley. Y el que haga una cosa de esas, que se siente en un banquillo. Yo podía haberme vengado con uno de los hijos de los que me hicieron tanto daño, porque eran más chicos que yo. Darles un trancazo y matarlos. Pero la venganza para mí no existe, existe la ley. Ahí debe estar la verdad.

Pero en España, el país de la desmemoria, las víctimas del franquismo no encuentran respaldo.

Debía ser como en otros países que han pasado estas cosas. Que todavía estemos sufriendo porque no sabemos dónde están nuestros seres… Ahí se han descubierto –en la fosa de Paterna–. ¿Por qué España pone tantos impedimentos?

Porque lo que han puesto en el cementerio –la obra del escultor Jesús Cuesta Arana–, el clero ha estado dando por culo para que no se pusiera. Y es el cementerio del pueblo. El Obispo de Cádiz decía que ahí no se ponía nada. En España, lo mismo el clero que el capital, siempre ha estado en contra del trabajador.

¿Qué le diría a la gente que no entiende la lucha de las víctimas del franquismo?

Con ese señor, Pablo Casado, querría hablar. Con toda la claridad del mundo, porque estamos en democracia. Decir que en España, o Andalucía, no hay fosas… ahí han aparecido diez. Si piensa eso que dice es que es de la misma raza.

Y al otro, al de Vox, que los que nos llaman «busca huesos» no son personas, son bichos, verdugos. Se lo diría así de claro, eres un verdugo que piensa igual que tu padre. Otros no tienen culpa. Pero la persona que dice eso es que son iguales. «Busca huesos», dice, ¿y qué busca él?

¿Y a los familiares de víctimas que siguen buscando a los suyos en fosas y cunetas, qué les dice?

Que no dejen de buscar. Luchad como he hecho yo. Machacad, machacad… hasta dar con ellos. Que puede haber la mala suerte que yo he tenido, que no han aparecido mis padres… Pero el día del entierro, por ejemplo, la gente de Puerto Real se abrazó a mí como si fueran de mi familia. Eso es lo que yo agradezco. Pero esas personas que dicen «busca huesos», yo desearía decirles en su cara que son la semilla.

Juan Luis Vega, hijo de Luis y nieto de Francisco y Catalina, ejecutados por franquistas. | JUAN MIGUEL BAQUERO
Juan Luis Vega, hijo de Luis y nieto de Francisco y Catalina, ejecutados por los franquistas. | JUAN MIGUEL BAQUERO

La herencia recibida… En su caso, su hijo Juan Luis es un pilar de la Memoria. ¿Por qué hace unos años le decía: «hijo, no te metas en esto»?

No quería que se metiera para que no le pasara nada. Yo no tengo miedo por mí, pero a él le podían hacer daño si sale el hijo de uno de esos verdugos. Se lo decía cuando era pequeño, habilitando para cuando fuera mayor de edad. Y él me decía: «Papá, la maleta que tú has llevado tantos años la voy a coger yo». Ahora es mayor y es su camino. Si no hubiera sido por él, y la ayuda de mucha gente, ahí –en la fosa– no habría aparecido nada. Con la mala suerte de que no hay nada de los míos. Pero qué vamos a hacer. Hay que seguir.

Su hijo le dijo aquel día en el cementerio: «Te prometí que nadie más iba a pisotearles».

Antes de sacarlos ya dije mucho tiempo que por qué no le ponían un barandal alrededor de la fosa, que se lo dijeran al cura –el cementerio del pueblo era parroquial–, porque veía a la gente y decía «que tengan que pasar por ahí encima, donde hay criaturas enterradas».

¿Han notado oposición en el pueblo?

Cuando estaban trabajando –el equipo arqueológico– una mujer les dijo que lo tenían que haber dejado para otro tiempo. Le dije que los dejara trabajar tranquilos. No me contestó. Claro, sabe que yo soy uno de los dolientes y ella en su familia tiene verdugos. Estuve por decirle: «Que tú eres de la misma raza». Pero me callé, por respeto.

¿Cree que está regresando el fascismo?

Sí. Están levantando los pies del suelo. Han estado aplastados y están como la leche cuando se pone en la candela, subiendo hasta que se sale por lo alto. Eso es malo. Que se siga, peleando, discutiendo, como sea, pero lo malo es que llegue esa gente otra vez.

Y cuáles son las herramientas…

Porque las mujeres hoy son las que están diciéndole en el mundo al fascismo que ellas también tienen derechos. Antes no. Una mujer entraba a un cortijo sirviendo y los hijos de los caciques, los capitalistas, tenían a su antojo a esas criaturitas de 14, 15 o 16 años. Abusaban de ellas. Y si tenían un crío, apáñate como puedas. Las mujeres no deben de consentir que toda esa lucha que han tenido vuelva atrás. Es lo que quiere toda esa gente de Vox y esa familia de lagartos. Es lo que quieren otra vez. Y la información, el conocimiento, enseñar lo que puede suceder, eso es lo que podemos hacer contra eso. La memoria. Que no se olvide lo que pasó.

Al rescate del amazigh, la lengua de los primeros pobladores de Canarias

28 diciembre, 2019

Fuente: http://www.eldiario.es

«Rompa mi voz tu conciencia, al despertar de la herencia que a nosotros nos legaron, aquellos que antes lucharon con coraje y persistencia». Los versos del escritor aruquense José Juan Sosa son una fiel ilustración del sentir a lo largo de la historia del pueblo canario. Las voces de los primeros pobladores resuenan con fuerza en nuestra memoria y nos ayudan a escribir un futuro que se agarra al recuerdo de quienes pusieron las primeras huellas en las conocidas como Afortunadas. Conocer el origen y la cultura de nuestros ancestros ha sido uno de los grandes empeños de los canarios. La lengua y la forma de comunicarse fueron una de las manifestaciones más importantes. Afortunadamente, hoy en día la lengua amazigh sigue viva, candente y al alcance de quien desee conocerla.

Los amazighes, conocidos popularmente como bereberes, son las poblaciones autóctonas del norte de África. Habitaron un amplio territorio que abarca desde Egipto occidental hasta Canarias y juntos comparten raíces, rasgos culturales y lingüísticos. La historia de las Islas no se puede entender sin la ascendencia amazigh, de la conquista del Archipiélago por parte de los castellanos surgió un nuevo pueblo fruto del cruce de razas entre europeos e indígenas. El resultado es latente, el sentimiento nacionalista canario cala con más fuerza en la sociedad isleña que en otras regiones españolas.

Rumén Sosa es un joven canario que en su día a día lucha por recuperar y conocer un poco más los orígenes de los canarios. Es profesor de Geografía e Historia de secundaria y está trabajando en su tesis doctoral el proceso histórico de la desaparición de las hablas amazighes de Canarias, conocidas popularmente como lenguas guanches, lo que le llevó a estudiar el amazigh durante un año en Marruecos. “Siempre me han gustado los idiomas y la historia, pues al final se unió todo”, cuenta. “Es una forma de entender mejor nuestra historia y un patrimonio del que la gente no es consciente”.

La lengua de los antiguos canarios se continúa hablando en pequeñas minorías de Egipto, Libia, Túnez, Níger, Malí, Mauritania, Argelia y Marruecos, estos dos últimos países son los que más hablantes tienen y los que la reconocen como lengua oficial. Sosa cuenta que, desde hace una década, el amazigh está en fase de institucionalización, incluso ya se ha comenzado a estudiar en algunos centros de enseñanza. Afortunadamente, se está construyendo una lengua escrita. Antes solo era oral.

El joven ve inconcebible que desde las Islas se sienta como “algo lejano” cuando cada día decimos nombres de lugar, de personas y algunas palabras de nuestra habla común que provienen de esa lengua. “Gofio, tenique, baifo o jaira son algunas de ellas”, enumera. Los topónimos abundan y son fáciles de identificar ya que no tienen sentido en español: Telde, Agaete, Tejeda, Artenara, Fataga, Arguineguín, Arinaga, etc. Además de algunos apellidos que, “por circunstancias especiales se pudieron conservar”, ya que tras la conquista a los canarios se les bautizó con apellidos castellanos o portugueses. Oramas, Baute o Bencomo son algunos de los que permanecen.

Según cuenta este historiador, la lengua amazigh desapareció en el siglo XVI, aunque en algunas islas pudo llegar al siglo XVII. Si bien es cierto que el escritor Cairasco de Figueroa incluyó en una de sus obras en ese siglo, Comedia del recibimiento, cuando se supone que el amazigh ya no se hablaba en Canarias, un diálogo en esa lengua dándole voz a Doramas, uno de los principales líderes indígenas de Gran Canaria frente a la conquista castellana.

Las dos lenguas convivieron durante los primeros años tras la conquista y, aunque finalmente el castellano sustituyó al amazigh, se creó un nuevo dialecto, el español de Canarias. Sosa explica que en los inicios también estuvo presente el portugués. En todo ese tiempo el español cogió algunas palabras de la lengua nativa y las incorporó a su vocabulario. “Son palabras que no existen en castellano como nombres de plantas endémicas, nombres de lugar, como no había alternativa cogieron las que utilizaban los pobladores del lugar”, explica.

Cada isla tenía su variedad y se llegaron a utilizar traductores indígenas de una isla a otra. Es decir, podían llegar a comunicarse, pero tenían algunos problemas para ello. “En esa época no había contacto, no había una educación reglada, ni medios de comunicación y obviamente había diferencias marcadas entre islas”, subraya. Sosa asegura que es una situación que se vive en la actualidad en el norte de África: entre los hablantes de amazigh de una zona y otra también existen diferencias.

Junto a dos amigos, Fernando Batista y Jusay Mahamud, Rumén continúa en la práctica del amazigh. Los tres jóvenes reconocen que no es fácil hablar la lengua de nuestros antepasados. No es una lengua latina y aún se encuentra en proceso de normalización, ya que tiene una gran variedad dialectal, pero no creen que sea algo imposible. “Es más fácil que el árabe”, consideran.

 (Izq a derec) Fernando Batista, Rumén Sosa y Jusay Mahamud. (ALEJANDRO RAMOS)
(Izq a derec) Fernando Batista, Rumén Sosa y Jusay Mahamud. (ALEJANDRO RAMOS)

Sobre la diversidad cultural cuentan que hay diferencias “importantes” con las Islas, sobre todo porque pertenecen a la religión musulmana. Sin embargo, insisten en que hay tradiciones del mundo rural e incluso de la forma de ser y la idiosincrasia que les recuerdan a los canarios. “Conservan costumbres parecidas a las de nuestra gente, pastores y agricultores, y ahí es donde se pueden encontrar paralelismos”.

Estos tres jóvenes grancanarios creen que es fundamental tomar conciencia, al igual que se hace con el patrimonio arqueológico y etnográfico, del lingüístico. Hace apenas dos meses el yacimiento arqueológico de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria se convirtieron en Patrimonio Mundial por declaración de la Unesco, un templo astronómico utilizado por los antiguos aborígenes canarios. “En Canarias tenemos la tarea pendiente de tomarnos el lenguaje como un patrimonio, tanto el español de Canarias como la lengua amazigh, las dos forman parte de nuestra identidad”, insiste Sosa.

“Cada día podemos ver cómo los canarismos van decreciendo frente a las palabras del castellano”, lamenta Sosa. “Lo peor de todo es que muchos canarios todavía siguen creyendo que la variante castellana tiene más prestigio que la variante canaria cuando las dos son igual de válidas. La gente no distingue entre hablar mal y hablar canario”. “La principal seña de identidad del canario es el habla canaria, debemos ser conscientes de eso”, sentencia.

Nos arrebatan la historia. Nos roban nuestra cultura, perdemos con amargura los restos de una memoria, con un pasado de gloria. Nos engañan con quimeras y con costumbres de afuera nos quitan los referentes que nos hacen diferentes”, decía José Juan Sosa en ‘Ser canario es algo más que un orgullo, carajo’.

El día que se tomó Pamplona por culpa de una batalla de bolas de nieve

27 diciembre, 2019

Fuente: http://www.historiasdelahistoria.com

En la firma del Tratado de Fontainebleau el 27 de octubre de 1807 entre Manuel Godoy, valido del rey español Carlos IV, y Napoleón Bonaparte, se acordaba la invasión militar conjunta de Portugal – aliada de Inglaterra – y, para ello, se permitiría el paso de las tropas francesas por territorio español… lo que sería el germen de la posterior invasión francesa de la Península Ibérica y de la Guerra de la Independencia.

En 1808 un contingente de 2.000 soldados francesas al mando del general D´Armagnac, atravesaba Roncesvalles y, tras una dura marcha y condiciones climatológicas adversas, el 8 de febrero llegaron a Pamplona para descansar y seguir luego camino hasta Portugal. Aunque en teoría, y según el Tratado firmado, eran aliados de los españoles, la población de Pamplona recelaba de aquella invasión pacífica y en la que, además, debían contribuir con el avituallamiento y alojamiento. Y estaban en lo cierto… D´Armagnac había recibido órdenes del mariscal Murat para tomar la Ciudadela.

Cuando D´Armagnac se entrevistó con el Marqués de VallesantoroVirrey y Capitán General de Navarra, para poder acantonar parte de su tropas, que ya llegaban a los 4.000 efectivos, dentro de la Ciudadela, le dio largas diciendo que para ello necesitaba la autorización desde Madrid. Visto que la diplomacia francesa no fue suficiente, D´Armagnac se decidió por la estrategia. Se reunió con el capitán Robert y planificaron el plan de ataque.

La noche del 15 al 16 de febrero, Robert y un grupo de 100 soldados, aparentemente desarmados, elegidos de entre lo mejor de las tropas francesas se dirigieron, como hacían todos los días, a recoger sus raciones de pan a las puertas de la Ciudadela. Aprovechando que la nevada caída había cuajado, la mitad de ellos comenzó un guerra de bolas de nieve. La guarnición que defendía la Ciudadela, un pequeño contingente de voluntarios poco dispuestos y menos preparados para las artes de la guerra, se mofaban de aquella inusual batalla; momento que aprovecharon el resto de franceses para desarmar a los defensores y tomar la Ciudadella sin un sólo disparo.

Gracias a Aritz Iñiguez R. Fuentes: Diario de NavarraCuriosidades de Pamplona

Garbo, el espía (Edmon Roch): el mago de Normandía

26 diciembre, 2019

Fuente: http://www.jotdown.es

Publicado por 

“La respuesta alemana al desembarco de Normandía fue ciertamente sorprendente. A Hitler ni le molestaron, ni siquiera le despertaron para avisarle del ataque. Rommel, por puro azar, estaba en Alemania en una celebración familiar. La reacción militar en Normandía fue, en general, bastante localizada y débil. Y fue así en gran parte porque ese ataque no fue percibido como el ataque principal. En los días posteriores al día D, Garbo y sus agentes enviaron un caudal de información e inteligencias asegurando a los alemanes que el ataque principal sería en Calais, y que Normandía no era más que una distracción (…) ¿Por qué dos semanas después del desembarco de los Aliados había más tropas alemanas en el Paso de Calais de las que había antes de la invasión? Fue algo bastante insólito. ¿Por qué no hubo nunca ningún contraataque a medida que las tropas desembarcaron en Normandía? La respuesta es el engaño. La estrategia del engaño”.

Mark Seaman y Nigel West en Garbo, el espía (el hombre que salvó al mundo) – Edmon Roch, 2009.

Hubo en la Segunda Guerra Mundial un mago muy conocido llamado Jasper Maskelyne. Maskelyne era un ilusionista, un trilero británico de familia de hechiceros que se quedó sin trabajo cuando la guerra dejó sin público los teatros de Londres. Se enroló con los Aliados y los convenció de que sus trucos podían serles de ayuda. Luchó en el frente del Magreb y llevó a cabo algunas tretas prodigiosas, como la famosa defensa de Alejandría. Tras él iba un pelotón de ceramistas, vidrieros, dibujantes, carpinteros y demás artesanos y artistas a su servicio. Maskelyne llevaba a cabo diferentes trucos, efectos ópticos, juegos de luces, tanques de cartón piedra, ciudades de mentira y un sinfín de ingenios que lograban diferentes propósitos de distracción y defensa. Su contribución para ganar la guerra en África se considera hoy fundamental, aunque en su momento muriera con mucha más pena que gloria.

Juan Pujol García sí tuvo reconocimiento, aunque fuera postrero y él no lo deseara demasiado. El misterioso hombre al que todo el mundo conocía como Garbo también era un mago, aunque de un modo muy distinto. La magia de Juan Pujol era la del espía que se inventó a sí mismo sin haber pisado un consulado en su vida. La destreza de Garbo era la de engañar a los demás y hacerles creer lo que él quisiera, cualquier cosa que fuera necesaria. Al tiempo, ni un poco de polvo de estrellas ha quedado fuera de este documental de Edmon Roch sobre uno de los espías más importantes de la Segunda Guerra Mundial, quizá el agente doble más importante de toda la época. La magia y el ingenio de Garbo, el espía, están intactos aquí, aunque todo él sea una broma muy pesada pero muy en serio.

La historia (I): Espía peligrosamente

La información secreta es fácil de conseguir. Si es lo suficientemente secreta, sólo usted la conocerá. Lo único que necesita es un poco de imaginación”.

Nuestro hombre en la Habana (1959) Carol Reed

Primero Garbo fue Juan Pujol García, nacido en Barcelona en 1912. Hasta que sobrevino la guerra fue un señor cualquiera de clase media, un industrial y otro hombre del renacimiento de la burguesía catalana de la época. Pocos rasgos lo alejaban del estereotipo de persona de su círculo salvo por una extraña teatralidad que lo hacía ligeramente excéntrico. Como para tantos otros, la Guerra Civil cambió buena parte de su vida. Pujol no fue ajeno a la convulsión de antes de la guerra ni de los propios meses de la contienda. Pasó el primer año y medio como ‘topo’, escondido en el sótano de su casa para burlar la llamada a filas y confiando, como casi todos, en una guerra de corta duración. Cuando ya no pudo soportar más el confinamiento se unió al bando republicano y acabó la guerra en Madrid, al albur de los nuevos acontecimientos. Madrid acaparaba gran cantidad de intrigas pese a su estatus de ciudad no beligerante. Muchos incluso no dudan en señalarla como la ciudad de los espías entre 1939 y 1945, sobre todo por su amistad con el Eje y su fundamental situación estratégica. En cualquier caso, Pujol estaba en Madrid cuando toma la iniciativa que lo cambiará todo: se presenta en la embajada de Gran Bretaña y ofrece sus servicios. La Segunda Guerra Mundial avanza sin piedad desde hacía meses y el voluntarismo era relativamente frecuente en la época. Hay quienes piensan que simplemente buscaba un trabajo, un modo de subsistencia, pero según sus propias palabras es tan novelesco como sigue: “Un plan comenzó a tomar forma lentamente en mi cabeza: tenía que hacer algo factible. Tenía que poner mi granito de arena para la humanidad”. Pujol se presenta sin más ante los británicos en Madrid y éstoscomo no saben muy bien quién diantres es ese hombre ni qué demonios quiere en realidad, le largan dando evasivas y recomendándole permanecer neutral. Ni corto ni perezoso, Pujol va y prueba suerte en la embajada alemana para ponerse a disposición del Tercer Reich. De manera inverosímil los ceñudos nazis lo aceptan con entusiasmo como otro soldado de la inteligencia alemana. Le enseñarán alguna cosa genérica y lo enviarán a Gran Bretaña, corazón del bando Aliado, para que espíe a los británicos y les sea de utilidad.

La farsa comienza en 1941. En efecto, declara desplazarse a Londres, principal objetivo germano, cuando en realidad sólo puede mudarse a Lisboa, concretamente a Cascais. Comienza a enviar informes a la Abwehr como si estuviera en Inglaterra. Sin hablar una palabra de inglés ni haber estado nunca allí, Pujol se valdrá de la prensa inglesa y de guías de consulta diversas, como periódicos y almanaques, para conseguir ingredientes creíbles que usar en sus reportes. Crea una red de subagentes por toda Europa que le irá proveyendo información valiosa. Un piloto portugués, un estudiante venezolano, un maestro sueco. Cualquier cosa. Todos eran falsos y sólo existían en su imaginación y en la de sus ‘víctimas’, los alemanes, pero todos tenían nombres, apellidos y un perfil personal muy definido. Tenían verdadera vida: enfermaban, se casaban, morían, eran amantes del propio Garbo, cambiaban de trabajo, cambiaban de domicilio, etc. Todos estos agentes suministraban a Pujol toda la información que luego enviaba a sus controladores alemanes, siempre ávidos de todo tipo de detalles. Pero ¿cómo diantres se tragaron algo así? El truco consistía en una mezcla de pasión retórica, datos más o menos ciertos que iba consiguiendo —amén de otros incomprobables— y sobre todo mucha imaginación. En la inercia de una mentira, además, la siguiente siempre era más sencilla. La suerte y el ingenio duraron lo suficiente como para que el invento no se derrumbara demasiado pronto. El cortejo de Pujol al MI6, que continuó en Lisboa aunque en Madrid le hubieran rechazado, finalmente dio resultado justo cuando los embustes y los recursos se le agotaban. Dijo ser un espía de los alemanes con deseos de servir como agente doble para los Aliados. Los británicos, que le seguían los pasos, tampoco le creyeron esta vez y le pidieron alguna prueba. En respuesta, para probar su influencia, Pujol pasó una información a los alemanes sobre un supuesto convoy de los Aliados. Sería una incursión de ataque en un lugar y en un momento concreto. En cuanto lo supieron, bingo, la respuesta alemana no se hizo esperar: no dudaron en desplegar su fuerza en el sitio y en el tiempo profetizado por Garbo para defender un ataque fantasma que, evidentemente, nunca sucedió. Los británicos comprobaron que Pujol tenía vía de comunicación directa con el Reich y, no sólo eso, sus informes eran tenidos muy en cuenta y movilizaban gran cantidad de recursos enemigos. Convencidos de la utilidad del personaje, el MI6 lo enrola de pleno.

Lo llevan a Inglaterra, lo adiestran y le enseñan algunas cosas. Perfeccionan el método y le proveen de información mucho más relevante y jugosa para los nazis. Además de lo ya desplegado e ingeniado por Pujol durante los 11 meses que duró su juego en solitario, la nueva táctica fue pasar a los alemanes información veraz pero a destiempo, de modo que el daño pudiera ser controlado o minimizado. En una gran mayoría de casos se trató simplemente del truco de magia que Pujol ya había utilizado infinidad de veces: medias verdades, informaciones ambiguas, dobles mentiras que hacían una verdad, varias fuentes contradictorias, datos irrelevantes pero muy bien vestidos, etc. En cuestión de meses Pujol se convirtió en uno de los espías alemanes más valiosos para el Reich, incluso de los más queridos. Los informes de Garbo estaban salpicados de pasión y exentos de toda parquedad burocrática, incluían guiños y proclamas a favor de la causa nazi y también generosos desprecios a los Aliados. Para los que leían, Garbo era una persona, un camarada, un verdadero soldado del Reich, lo cual ayudó enormemente a que nadie sospechara lo más mínimo de él. Llegado el momento el globo estaba tan inflado que los mitómanos nazis, carentes de todo sentido del humor, se tragarían cualquier cosa, gracias a lo cual Pujol terminó convertido en una pieza estratégica de tremenda influencia. Para cuando la Segunda Guerra Mundial iba encaminándose hacia sus últimos escenarios, Juan Pujol estaba listo para llevar a cabo su más importante truco en el acontecimiento más importante de la guerra: el desembarco de Normandía.

La historia (II): El mago de Normandía

Garbo, informe del 9 de Junio de 1944. Revisado personalmente por el propio Hitler:

“Tras consultar personalmente el 8 de Junio en Londres a mi agentes Jonny, Dick y Dorick, cuyos informes fueron enviados hoy, soy de la opinión, viendo las grandes concentraciones de tropas en el sureste y este de Inglaterra que no forman parte de las operaciones actuales, que estas operaciones son una maniobra de distracción diseñadas para confundir al enemigo y realizar el ataque decisivo en otro lugar. Debido a los continuos ataques enemigos en las áreas mencionadas, situadas en posición estratégica, el ataque tendrá probablemente lugar en el Paso de Calais”

Toda Europa sabía que los Aliados atacarían el continente por alguna parte; la cuestión era saber por dónde. El esperado desembarco, por el que Stalin clamaba desde hacía meses, debió tener en cuenta el estado climatológico y de los mares —cuestión que retrasó la incursión un día— y también debía contar con el suficiente respaldo inteligente. En efecto, los servicios secretos soportaron su temporada alta según la tentativa de ataque iba acercándose en el optimista y tenso año 1944. Adicionalmente, no era una mera cuestión de exitosa confrontación militar: había que sorprender al enemigo, tal y como hizo el Reich cuando atacó Francia cruzando por las Ardenas en 1940. Con el factor sorpresa como baza, convenía confundir sobre cuál sería la cabeza de puente —la Bretaña, Normandía, Calais, Noruega…— y no sólo eso: una vez desembarcados, la labor de confusión y contrainformación debía continuar con mayor fuerza si cabe. Debía ser una farsa más o menos duradera que propiciara el éxito del desembarco completo, durante varios días al menos: “La decisión de ir a Normandía en lugar de al paso de Calais fue una apuesta muy arriesgada. Si los alemanes hubieran contraatacado los tres primeros días, es probable que hubiese ocurrido una auténtica catástrofe”.

Logísticamente, la operación de engaño inteligente era igual de compleja que la propia operación militar. Se articuló una completa puesta en escena de embarcaderos ficticios, lanzaderas falsas, convoyes de pega, suministros lanzados en zona equivocada, bombardeos sistemáticos cuidadosamente elegidos y un intenso tráfico de radiotransmisiones diversas, todo para proyectar una sombra convincente. La cuestión era escenificar todo el despliegue y el ruido de un gran ejército, de un gran ataque a punta de suceder en un sitio y en un momento concreto. Durante semanas el ojo alemán miró obsesivamente al paso de Calais mientras solo observaba de reojo la playa de Normandía, por más divisiones que desembarcaron allí. Garbo alimentaría la mentira una y otra vez en sus informes, confirmando con vehemencia que todas las evidencias seguían apuntando hacia Calais y hacia la tesis de que aquello era solo la invasión de mentira. “¿Por qué la Primera División Pánzer de las SS dio media vuelta cuando salió hacia Normandía desde la frontera belga para atacar a los Aliados? ¿Cómo fue posible que los alemanes creyeran del todo la historia de que el ataque en las playas de Normandía era sólo una maniobra de distracción?”. Garbo era, al mismo tiempo, el espía estrella de los alemanes y la joya de los ingleses.

El desenlace de la historia es bien conocido. El desembarco en las playas normandas de Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword no era ningún farol. A finales de agosto los Aliados tomaban París y a la primavera siguiente rusos y americanos corrían para llegar los primeros a Berlín. El desembarco había sido una decisión arriesgada pero todo un éxito en su resultadoNaturalmente, Garbo fue inquirido sobre su ‘error’ a la hora de determinar el lugar del ataque. La respuesta de Pujol a sus amigos alemanes es un reflejo delicioso de la naturaleza de su treta durante años: «Al parecer, la maniobra de distracción en Normandía ha sido mucho más exitosa de lo que nadie esperaba. Así que han cancelado la 2º invasión, la de Calais”. Como Jasper Maskelyne haría valiéndose de artefactos y construcciones, además de la pura física, Garbo podía confundir la verdad con la mentira sin que nadie pudiera luego disociarla. Su ingenio era ilusionismo, un confuso espejismo que ni él mismo llegaba a entender ya todas las veces. Sorprende comprobar que los alemanes jamás supieran con quién se acostaban realmente. Cuando perdieron la guerra honraron a Pujol con la máxima condecoración, le proporcionaron generosos fondos, le dieron las gracias por sus servicios y le presentaron excusas por la derrota. El truco, en efecto, fue perfecto porque duró hasta el final.

La obra: Reconstruyendo a un hombre que no existe

“Juan Pujol era tan buen espía que no dejó rastro. Para ilustrar su vida no tienes nada del personaje salvo un par de fotos. Así que dije, pues vamos a escribir la historia como él se escribió a sí mismo. Él era un espía autodidacta, freelance, que se construye a sí mismo viendo películas de espías. Pues vamos a usar películas de espías para explicarle. Utilizamos películas, noticiarios, animaciones y entrevistas (…) Convencimos a las grandes emisoras norteamericanas de que nos cedieran a un precio razonable los derechos de Nuestro hombre en la habana, Patton, Mata Hari…”

Cuando el documental ganó el Goya y logró por fin darse un poco más a conocer, todo el mundo se preguntó si aquello era como lo del hombre en la luna de Kubrick“¿Pero esto ocurrió de verdad, o es un fraude?” Para contar la historia de Juan Pujol, Edmon Roch descartó el género de ficción puro porque todo el mundo pensaría que aquello era un delirioUsó el formato documental para otorgar verosimilitud a la historia pero no dudó en arriesgarse en incluir todo tipo de recursos propios del falso documental, parte por necesidad por la ausencia de material, parte como personal elección narrativa. Fue la manera de adecuarse a la naturaleza del protagonista. Garbo, el espía (2009) no es un fake en absoluto pero está plagado de humor e inteligencia, atravesado por subrayados irónicos, fragmentos cinematográficos y un festín de agregados de ficción que lo hacen ciertamente desconcertante. Un tramposo como Garbo merecía seguramente un trampantojo, un pastiche ambiguo de realidad y ficción que contorsionase los límites de lo creíble y lo increíble No es casualidad que todos los falsos documentales sean un ejercicio de ironía y sarcasmo, un relato que siempre juega en la cuerda floja del registro serio y el registro paródico. No le haría justicia, además, si no fuera un documental tan tremendamente divertido.

No por debutante en la dirección Edmon Roch dudó a la hora de echar buenas cantidades de disolvente a un asunto tan contrahecho como la guerra y los espías. De paso, agita y hace burbujas en el tradicionalmente árido género documental. Su retrato es un disparate perfectamente medido y pulcramente realista, pero un disparate al fin y al cabo, a imagen y semejanza del protagonista. El misterio y la ambigüedad de Garbo lo sitúan todo el tiempo en el estimulante contorno de la invención, siempre a vueltas con el disfraz y en constante coqueteo con nuestra capacidad de credulidad. Más allá del audiovisual, el personaje en sí mismo es radicalmente misterioso No se sabe si la Guerra Civil lo vuelve un demócrata justiciero o si simplemente fue un oportunista, un listo metido en un lío de supervivencia que tomó dimensiones inverosímiles. La imagen de Juan Pujol caminando por las playas de Normandía con 72 años no lo aclara demasiado, pero su encanto es absoluto y funciona a la perfección como justicia poética del relato, desenlace de puro guionista. Si la estampa es elocuente, más lo son sus palabras, exageradas, sentidas hasta lo embarazoso: “La Humanidad no podía tolerar ese satánico esplendor. Yo tampoco. Es por eso que luché contra la injusticia y el atropello con las únicas armas a mi alcance.” Como esta versión de Garbo es un poco aburrida, pensaremos que salvó al mundo por accidente cuando simplemente se salvaba a sí mismo.

¿Qué es el fascismo?

25 diciembre, 2019

Fuente: http://www.ctxt.es

El fascismo se confunde con la dictadura militar porque sus dirigentes militarizaron las sociedades y situaron las guerras de conquista en el centro de sus objetivos
ROBERT OWEN PAXTON

<p>Benito Mussolini durante una inspección a las tropas, en Etiopía.</p>

Benito Mussolini durante una inspección a las tropas, en Etiopía.

1 DE MAYO DE 2019
No podemos comprender bien el fascismo sin trazar fronteras claras que lo diferencien de formas superficialmente similares. Es una tarea difícil porque el fascismo fue ampliamente imitado, sobre todo durante la década de 1930, cuando Alemania e Italia parecían tener más éxito que las democracias. Aparecieron así préstamos del fascismo tan lejos de sus raíces europeas como en Bolivia y en China.1

La frontera más simple es la que separa el fascismo de la tiranía clásica. El socialista moderado exiliado Gaetano Salvemini, que abandonó su cátedra de Historia en Florencia y se fue a Londres y luego a Harvard porque no podía soportar tener que enseñar sin decir lo que pensaba, indicó la diferencia esencial cuando se preguntó por qué «los italianos sintieron la necesidad de librarse de sus instituciones libres» precisamente en el momento en que deberían enorgullecerse de ellas y en que «deberían dar un paso adelante hacia una democracia más avanzada».2 Para Salvemini el fascismo significó dejar a un lado la democracia y el procedimiento debido en la vida pública en favor de la aclamación de la calle. Es un fenómeno de las democracias fallidas y lo novedoso de él fue que, en vez de simplemente imponer silencio a los ciudadanos como había hecho la tiranía clásica desde los tiempos más remotos, halló una técnica para canalizar sus pasiones en la construcción de una unidad nacional obligatoria en torno a proyectos de limpieza interna y de expansión externa. No deberíamos utilizar el término fascismo para dictaduras predemocráticas. Por muy crueles que sean, carecen del entusiasmo de masas manipulado y de la energía demoníaca del fascismo, así como de la misión que este se plantea de «prescindir de las instituciones libres» en pro de la fuerza, la pureza y la unidad de la nación.

El fascismo se confunde fácilmente con la dictadura militar, porque los dirigentes fascistas militarizaron sus sociedades y situaron las guerras de conquista en el centro mismo de sus objetivos. Armas3 y uniformes fueron para ellos un fetiche. En la década de 1930 las milicias fascistas estaban todas uniformadas —también lo estaban, en realidad, las milicias socialistas en aquella era de la camisa de color—,4 y los fascistas siempre han querido convertir la sociedad en una fraternidad armada. Hitler, recién instalado como canciller de Alemania, cometió el error de vestir una trinchera civil y sombrero cuando fue a Venecia el 14 de junio de 1934 para su primer encuentro con el más maduro Mussolini, «resplandeciente de uniforme y daga».5 A partir de entonces el Führer apareció de uniforme en los actos públicos, unas veces con chaqueta marrón, más tarde a menudo con una guerrera militar sin adornos. Pero mientras todos los fascismos son siempre militaristas, las dictaduras militares no son siempre fascistas. La mayoría de los dictadores militares han actuado simplemente como tiranos, sin atreverse a desencadenar el entusiasmo popular del fascismo. Las dictaduras militares son mucho más comunes que los fascismos, porque no tienen ninguna conexión necesaria con una democracia fallida y han existido desde que ha habido militares.

La frontera que separa al fascismo del autoritarismo es más sutil, pero es una de las más esenciales para la comprensión.6 He utilizado ya el término, o el similar de dictadura tradicional, al analizar España, Portugal, Austria y la Francia de Vichy. La frontera entre fascismo y autoritarismo fue especialmente difícil de trazar en la década de 1930, cuando regímenes que eran, en realidad, autoritarios adoptaron parte de la decoración de los fascismos triunfantes del periodo. Aunque los regímenes autoritarios pisotean a menudo las libertades ciudadanas y son capaces de una brutalidad criminal, no comparten el ansia del fascismo de reducir a la nada la esfera privada. Aceptan espacios mal definidos pero reales de ámbito privado para «órganos de intermediación» tradicionales como notables locales, cárteles económicos y asociaciones, cuerpos de oficiales, familias e Iglesias.

Estos órganos, en vez de un partido único oficial, son los principales instrumentos de control social en los regímenes autoritarios. Los autoritarios prefieren dejar a la población desmovilizada y pasiva, mientras que los fascistas tienden a hacer participar al público y a movilizarle.7 Los autoritarios tienen un gobierno fuerte, pero limitado. Vacilan a la hora de intervenir en la economía, algo que los fascistas hacen de muy buena gana, o de embarcarse en programas de seguridad social. En vez de proclamar un nuevo camino, se aferran al statu quo.8

El general Francisco Franco, por ejemplo, que dirigió al Ejército español en la rebelión contra la República en julio de 1936 y que se convirtió en 1939 en el dictador de España, tomó prestados claramente algunos aspectos del régimen de su aliado Mussolini. Se hizo llamar Caudillo y convirtió a la Falange fascista en el único partido. Durante la Segunda Guerra Mundial y después de ella, los aliados trataron a Franco como a un socio del Eje. Fortaleció esa impresión el carácter sanguinario de la represión franquista, en la que pudieron haber muerto hasta 200.000 personas entre 1939 y 1945, y por los esfuerzos del régimen para impedir el contacto cultural y económico con el mundo exterior.9

En abril de 1945, funcionarios españoles asistieron a una misa por la muerte de Hitler. Sin embargo, un mes más tarde el Caudillo explicó a sus seguidores que «era necesario bajar un poco las velas [de Falange]».10 A partir de entonces la España de Franco,11 siempre más católica que fascista, basó su autoridad en pilares tradicionales como la Iglesia, los grandes terratenientes y el Ejército, encargándoles básicamente del control social en vez de la cada vez más débil Falange o el Estado. El Estado franquista intervino poco en la economía y apenas se esforzó en regular la vida diaria de la gente siempre que se mostrase pasiva.

El Estado Novo de Portugal12 difirió aún más profundamente del fascismo que la España de Franco. Salazar fue, sin duda, el dictador de Portugal, pero prefirió un público pasivo y un Estado limitado en el que el poder social se mantuvo en manos de la Iglesia, el Ejército y los grandes terratenientes. En julio de 1934, el doctor Salazar prohibió el movimiento fascista portugués, el Nacionalsindicalismo, acusándolo de «exaltación de la juventud, el culto a la fuerza a través de la llamada acción directa, el principio de la superioridad del poder político del Estado en la vida social, la tendencia a organizar a las masas tras un dirigente político»… No es una mala descripción del fascismo.13

La Francia de Vichy, el régimen que sustituyó a la república parlamentaria tras la derrota de 1940,14 es indudable que no fue fascista en un principio, ya que ni tuvo un partido único ni instituciones paralelas. Un sistema de gobierno en el que el funcionariado selecto tradicional del país regía el Estado, con papeles reforzados para los militares, la Iglesia, los especialistas técnicos y las élites sociales y económicas establecidas, cae claramente dentro de la categoría de autoritario. Después de que la invasión alemana de la Unión Soviética en junio de 1941 llevase al Partido Comunista Francés a la resistencia abierta y obligase a las fuerzas de ocupación alemanas a actuar con mucha mayor dureza en apoyo de la guerra total, Vichy y su política de colaboración con la Alemania nazi se enfrentaron a una oposición creciente. En la lucha contra la Resistencia aparecieron organizaciones paralelas: la Milice, o policía complementaria, «secciones especiales» de los tribunales de justicia para juicios expeditivos de disidentes, la Policía de Asuntos Judíos. Pero, aunque, como vimos en el capítulo 4, se les diesen a unos cuantos fascistas de París puestos importantes en Vichy en los últimos días del régimen, actuaron como individuos más que como jefes de un partido único oficial.

¿Qué es fascismo?

Ha llegado el momento de proporcionar al fascismo una definición breve y práctica, aunque sepamos que no nos mostrará todos sus contenidos, lo mismo que una foto no puede mostrarnos del todo a una persona.

Se puede definir el fascismo como una forma de conducta política caracterizada por una preocupación obsesiva por la decadencia de la comunidad, su humillación o victimización y por cultos compensatorios de unidad, energía y pureza, en la que un partido con una base de masas de militantes nacionalistas comprometidos, trabajando en una colaboración incómoda pero eficaz con élites tradicionales, abandona las libertades democráticas y persigue con violencia redentora y sin limitaciones éticas o legales objetivos de limpieza interna y expansión exterior.

Ciertamente, la actuación política exige elegir entre opciones, y las opciones que se eligen —como mis críticos se apresuran a señalar— nos hacen volver a las ideas subyacentes. Hitler y Mussolini, que despreciaban el «materialismo» del socialismo y del liberalismo, insistían en la importancia básica de las ideas para sus movimientos. Muchos antifascistas, que se niegan a otorgarles esa dignidad, no piensan lo mismo. «La ideología del nacionalsocialismo está cambiando constantemente», comentaba Franz Neumann. «Tiene ciertas creencias mágicas —adoración de la jefatura, supremacía de la raza superior—, pero no está expuesto en una serie de pronunciamientos categóricos y dogmáticos».15 Sobre ese punto, este libro se aproxima a la posición de Neumann, y ya examiné con cierta extensión en el capítulo 1 la relación peculiar del fascismo con su ideología, simultáneamente proclamada como algo básico y, sin embargo, enmendada o violada cuando conviene.16 No obstante, los fascistas sabían lo que querían. No se pueden desterrar las ideas del estudio del fascismo, pero puede uno situarlas adecuadamente entre todos los factores que influyen en este complejo fenómeno. Podemos abrirnos paso entre los extremos: el fascismo no consistió ni en la simple aplicación de su programa ni en un oportunismo descontrolado.

Yo creo que como mejor se deducen las ideas que subyacen a las acciones fascistas es partiendo de esas acciones, pues algunas de ellas no llegan a expresarse y se hallan implícitas en el lenguaje público fascista. Muchas pertenecen más al reino de los sentimientos viscerales que al de las proposiciones razonadas. En el capítulo 2 las llamé «pasiones movilizadoras»:

  •  un sentimiento de crisis abrumadora contra la que nada valen las soluciones tradicionales;
  •  la primacía del grupo, respecto al cual uno tiene deberes superiores a cualquier derecho, sea individual o universal, y la subordinación del individuo a él;
  •  la creencia de que el grupo de uno es una víctima, un sentimiento que justifica cualquier acción, sin límites legales y morales, contra sus enemigos, tanto internos como externos;
  •  el miedo a la decadencia del grupo por los efectos corrosivos del liberalismo individualista, la lucha de clases y las influencias extranjeras;
  •  la necesidad de una integración más estrecha de una comunidad más pura, por el consentimiento si es posible o por la violencia excluyente en caso necesario;
  •  la necesidad de autoridad a través de jefes naturales —siempre varones—, que culmina en un caudillo nacional que es el único capaz de encarnar el destino histórico del grupo;
  •  la superioridad de los instintos del caudillo respecto a la razón abstracta y universal;
  •  la belleza de la violencia y la eficacia de la voluntad, cuando están consagradas al éxito del grupo;
  •  el derecho del pueblo elegido a dominar a otros sin limitaciones de ningún género de ley divina ni humana, derecho que se decide por el exclusivo criterio de la superioridad del grupo dentro de una lucha darwiniana.

El fascismo, de acuerdo con esta definición, así como la conducta correspondiente a estos sentimientos, aún es visible hoy. Existe fascismo al nivel de la Etapa Uno dentro de todos los países democráticos, sin excluir a Estados Unidos. «Prescindir de instituciones libres», especialmente de las libertades de grupos impopulares, resulta periódicamente atractivo a los ciudadanos de las democracias occidentales, incluidos algunos estadounidenses. Sabemos, por haber seguido su rastro, que el fascismo no precisa de una «marcha» espectacular sobre alguna capital para arraigar; basta con decisiones aparentemente anodinas de tolerar un tratamiento ilegal de «enemigos» de la nación. Algo muy próximo al fascismo clásico ha llegado a la Etapa Dos en unas cuantas sociedades profundamente atribuladas. No es inevitable, sin embargo, que siga progresando. Los posteriores avances fascistas hacia el poder dependen en parte de la gravedad de una crisis, pero también en muy alto grado de elecciones humanas, especialmente las de aquellos que detentan poder económico, social y político. Determinar las respuestas adecuadas a los avances fascistas no es fácil, porque no es probable que su ciclo se repita a ciegas. Pero estamos en una posición mucho mejor para reaccionar sabiamente si entendemos cómo triunfó el fascismo en el pasado.

—————————————–

1. Para Bolivia, véase capítulo 7, nota 69 (en página 331). Para China, véase Payne, History, pp. 337-338; Marcia H. Chang, The Chinese Blue Shirt Society: Fascism and De- velopmental Nationalism, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press, 1985, y Fred Wakeman, Jr., «A Revisionist View of the Nanjing Decade: Confucian Fascism», China Quarterly 150, junio de 1997, pp. 395-430. Wakeman no considera a los Camisas Azules auténticamente fascistas. Le agradezco sus consejos sobre este punto.

2. Las lecciones de Harvard de Gaetano Salvemini, publicadas en Opera de Gae- tano Salvemini, vol. VI, Scritti sul fascismo, vol. 1, p. 343.

3. Para las armas como un «objeto de amor» de los militantes fascistas, véase Emilio Gentile, Storia del partito, p. 498. «Mientras tenga una pluma en la mano y un revólver en el bolsillo», dijo Mussolini después de romper con los socialistas en 1914, «no temo a nadie». A principios de la década de 1920, tenía siempre un revólver y un par de granadas en su escritorio. En la década de 1930 el revólver había emigrado a un cajón del escritorio de su grandioso despacho del Palazzo Venezia (Pierre Milza, Mussolini, París, Fayard, 1999, pp. 183, 232, 252, 442). Hitler prefirió las fustas (Kers- haw, Hitler, vol. 1, p. 188), pero el 23 de abril de 1942 les dijo a sus comensales que «llevar armas contribuye al orgullo y el porte de un hombre» (Hitler’s Table Talk, trad. de Norman Cameron y R. H. Stevens, Londres, Weidenfeld y Nicolson, 1953, p. 435).

4. Las camisas de color proceden de la izquierda, probablemente de los «Mil» de Garibaldi, los voluntarios de camisa roja que conquistaron Sicilia y Nápoles para una Italia liberal unida en 1860. También procede de Garibaldi el título de Duce.

5. Alan Bullock, Hitler: A Study in Tyranny, ed. rev., Londres, Harper & Row, 1962, p. 297.

6. Juan J. Linz ha hecho el análisis clásico del autoritarismo como una forma diferenciada de gobierno: «An Authoritarian Regime: Spain», en Erik Allardt y Stein Rokkan (eds.), Mass Politics: Studies in Political Sociology, Nueva York, Free Press, 1970, pp. 251-283; «From Falange to Movimiento-Organización: The Spanish Single Party y the Franco Regime, 19 36-1968», en Samuel P. Huntington y Clement Moore (eds.), Authoritarian Politics in Modern Societies: The Dynamics of Established One- Party Systems, Nueva York, Basic Books, 1970, y «Totalitarian and Authoritarian Regimes», en Fred I. Greenstein y Nelson W. Polsby, Handbook of Political Science, Reading, MA, Addison-Wesley, 1975, vol. III, esp. pp. 264-350.

7. La frontera autoritaria-fascista es imprecisa aquí, pues en la práctica ninguno de los dos logra su deseo. Los autoritarios, lo mismo que los fascistas, enfrentados con públicos exaltados, pueden intentar crear una «solidaridad mecánica» durkhei- miana. Véase Paul Brooker, The Faces of Fraternalism: Nazi Germany, Fascist Italy, and Imperial Japan, Oxford, Clarendon, 1991. Hasta los fascistas pueden no lograr más que un asentimiento «superficial» y «frágil». Victoria de Grazia, The Culture of Consent:’ Mass Organization of Leisure in Fascist Italy, Cambridge, Cambridge Uni- versity Press, 1981, p. 20, y cap. 8, «The Limits of Consent». El estudio más meticu- loso sobre la opinión pública alemana bajo el nazismo, «Bavaria program», de Mar- tin Broszat, llegaba a la conclusión de que estaba descontenta pero atomizada, fragmentada y pasiva. Véase Ian Kershaw, Popular Opinion and Dissent in the Third Reich, Oxford, Clarendon, 1983, pp. 110, 277, 286, 389.

8. Véase la interesante comparación de Javier Tusell Gómez, «Franchismo et fascismo», en Angelo del Boca et al., Il regime fascista, pp. 57-92.

9. Michael Richards, A Time of Silence: Civil War and the Culture of Repression in Franco’s Spain, 1936-1945, Cambridge, Cambridge University Press, 1998, muestra cómo la autarquía económica y cultural se correspondía con la represión interna. El número estimado de muertos que aparece en Paul Preston, Franco, Nueva York, Basic Books, 1994, p. 30, hace la acusación de fascismo de otro modo, destacando las estrechas relaciones de Franco con el Eje al menos hasta 1942.

10. El estudio indispensable sobre la Falange es Stanley G. Payne, Fascism in Spain, 1923-1977, Madison, University of Wisconsin Press, 1999 (cita, en p. 401).

11. Véase capítulo 6, pp. 254-255.

12. Véase capítulo 6, pp. 256-257.

13. Citado en Stanley Payne, History, p. 315. Gregory J. Kasza, «Fascism from Abo- ve? Japan’s Kakushin Right in Comparative Perspective», en Stein Ugelvik Larsen, Fascism Outside Europe, Boulder, CO, Social Science Monographs, 2001, pp. 223-232, trabajando a partir del ejemplo japonés, propone una categoría diferenciada de re- gímenes unipartidistas que reprimen movimientos fascistas adoptando al mismo tiempo algunos instrumentos fascistas, como movimientos juveniles y economía corporativista, situándose así entre el conservadurismo tradicional y el fascismo. Sus ejemplos son Japón, Portugal, Polonia en 1979, Estonia y Lituania. Podría aña- dirse el Brasil de Vargas.

14. Véase pp. 193-194.

15. Franz Neumann, Behemoth: The Structure and Practice of National Socialism, 1933-1944, 2ª ed., Nueva York, Oxford University Press, 1944, p. 39. El escepticismo respecto a la ideología fascista no es algo que esté limitado a la izquierda. Considé- rese, por ejemplo, la famosa denuncia del antiguo presidente nazi del Senado de Danzig, Hermann Rauschning, Revolution of Nihilism, Nueva York, Alliance/ Longman’s Green, 1939. Véanse también los comentarios de Hannah Arendt citados en capítulo 2, p. 74.

16 Véase capítulo 1, pp. 37-44.

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Robert Owen Paxton (1932) es un politólogo e historiador estadounidense que ha dedicado toda su vida al estudio de la Europa de la Segunda Guerra Mundial, la Francia de Vichy y el fascismo, y en esta obra, Anatomía del fascismo, explora qué es el fascismo y cómo ha llegado a tener un impacto tan duradero y continuado en nuestra historia. Paxton ha sido profesor en la Universidad de California, Berkeley y en la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook antes de unirse a la Universidad de Columbia en 1969. Trabajó allí durante el resto de su carrera, y se retiró en 1997. Sigue siendo profesor emerito. Es colabordor habitual del The New York Review of Books.

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  • Robert Owen Paxton

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Un equipo de fútbol de Orihuela lanza una camiseta que homenajea a los republicanos de ‘La Nueve’ que liberaron París

24 diciembre, 2019

Fuente: http://www.publico.es

La segunda equipación del CFP Orihuela Deportiva, que juega en la Primera Regional Valenciana, rinde homenaje a los republicanos españoles que liberaron París y, especialmente, a Amado Granell, que participó en la expedición y que hasta el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 ejercía como Segundo Teniente de Alcalde en el Ayuntamiento de Orihuela.

Segunda equipación del CFP Orihuela Deportiva

Segunda equipación del CFP Orihuela Deportiva

El club CFP Orihuela Deportiva, que juega en la Primera Regional Valenciana y cuenta con accionariado popular, ha presentado este lunes su segunda equipación, una camiseta que rinde homenaje a los españoles que lucharon en ‘La Nueve’, la división del ejército francés compuesta por republicanos españoles que liberó París el 24 de agosto de 1944. La equipación, de hecho, cuenta con una viñeta del cómic Los surcos del Azar del ilustrador Paco Roca.

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El homenaje, si bien se rinde a todos los españoles republicanos, va especialmente dirigido a Amadeo Granell, uno de los republicanos que contó con una participación más destacada en la liberación de París y que hasta el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 ejercía como Segundo Teniente de Alcalde en el Ayuntamiento de Orihuela.

Amado Granell, de hecho, se enroló como voluntario en el Ejército Republicano tras el inicio de la Guerra Civil, donde llegó a ocupar el cargo de Comandante. Finalizada la contienda, pudo partir al exilio en el Stanbrook, el último barco que salió con republicanos desde el puerto de Alicante. Sobre él recaía una orden de búsqueda y captura por el delito de rebelión militar que conllevaba la pena de muerte.

Sin embargo, Granell continuó su lucha contra el fascismo. Participó con el ejército americano en la liberación de Orán y, posteriormente, se enroló en los llamados Cuerpos Francos de África del ejército francés y en 1943 entró a formar parte con el cargo de Teniente de la 2ª División Blindada de Leclerc. Amado Granell combatió al ejército nazi en dos continentes, primero en África y después en Europa, primero liberando París tras dos meses de contiendas y posteriormente avanzando hasta Alemania, siendo los primeros en llegar hasta “el nido de las águilas”, el refugio del dictador alemán, Adolf Hitler.

Su rostro, de hecho, apareció en la portada del diario Libération del 25 de agosto de 1944 en la que Amado Granell quedó inmortalizado como el liberador de París del yugo del nazismo.

Portada del diario francés 'Liberation' del día después de la Liberación de París con Amado Granell en la imagen

Portada del diario francés ‘Liberation’ del día después de la Liberación de París con Amado Granell en la imagen.

 

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La Nueve, cuando los republicanos derrotaron al fascismo

23 diciembre, 2019

Fuente: http://www.publico.es

La compañía de antifascistas españoles de la División Acorazada del general Leclerc entró en la historia hace hoy 75 años al liberar el ayuntamiento de París y detener al comandante de los nazis antes de retomar una participación en la II Guerra Mundial que finalizaría en mayo del año siguiente con la toma del Nido de Águilas, el refugio de Hitler en los Alpes bávaros.

Solo 16 de los 144 españoles que desembarcaron en Normandía con La Nueve llegaron ilesos al final de la II Guerra Mundial.

Solo 16 de los 144 españoles que desembarcaron en Normandía con La Nueve llegaron ilesos al final de la II Guerra Mundial.

Los soldados de La Nueve fueron, hace 75 años, los primeros en entrar en París para liberarlo de la ocupación nazi. Y lo hicieron bajo dos banderas tricolores, la de la Segunda República española, su país, y la de Francia, el que acogería como paisanos a los supervivientes de esta legendaria unidad del Ejército de Liberación al acabar la Segunda Guerra Mundial.

Alrededor de setenta miembros de La Nueve, como se conocía a la Novena Compañía [del Tercer Batallón del comandante Joseph Putz] de la División Leclerc, fueron los primeros en llegar, a las nueve de la noche del 24 de agosto de 1944, al Ayuntamiento de París, donde se habían atrincherado miembros de la resistencia y ciudadanos, para liberarlo. En los vehículos de las fuerzas aliadas que vieron desde el edificio podían leerse rótulos como “Guadalajara”, el primero en llegar, “Ebro”, “Belchite”, “Teruel”, “Brunete” o “Jarama”, nombres de batallas de la guerra civil que los republicanos habían pintado en los capós.

Unas horas antes, esta fuerza de combate, la única de las tropas de liberación en la que el castellano era la lengua vehicular tras haber sido fundada casi exclusivamente con españoles (144 de 160), habían sido los primeros en entrar en la ciudad. Y, unas horas después, tres de sus integrantes, detenían a Dietrich con Choltitz, el comandante de las fuerzas de ocupación nazis, en el Hotel Meurice, donde estaba instalado el alto mando.

El general nazi y su estado mayor fueron capturados por un extremeño (Antonio Gutiérrez), un aragonés (Antonio Navarro) y un sevillano (Francisco Sánchez) que lograron romper el cerco defensivo y subir hasta el primer piso del hotel. Sin embargo, tuvieron que retenerlos, encañonados, hasta que un oficial francés formalizara el arresto. “Antes de salir de su guarida, el general se quitó su reloj y se lo regaló a Gutiérrez, agradeciéndole haber respetado las leyes de la guerra”, cuenta la periodista Evelyn Mesquida en La Nueve. Los españoles que liberaron París, otro de los trabajos fundamentales para conocer la historia de esta unidad.

La toma del ‘Nido de águilas’ de Hitler

Para entonces llevaban tres semanas en Francia (habían zarpado el 31 de julio de Southampon), a donde habían llegado por la playa de La Madeleine, en Normandía, dentro del dispositivo iniciado el 6 de junio de ese año, el Día D. Pocos días después tendían su primer enfrentamiento con la Wehrmacht en la batalla de Ecouché, en el que sufrieron las primeras bajas. A partir de entonces actuarían como avanzadilla de las tropas.

Tras participar en la liberación de París, donde escoltaron al general Charles De Gaulle en el desfile de la victoria, y descansar una semana, el periplo bélico de La Nueve se prolongaría durante otros nueve meses, hasta primeros de mayo de 1945, con dos hitos: su participación en la campaña de Alsacia, los combates en los que más bajas sufrió la unidad hasta que cayó Estrasburgo, y la toma del Nido de Águilas, el refugio de Hitler en los Alpes bávaros, operación en la que varias secciones de la compañía intervinieron como escolta de la retaguardia en la ‘limpieza’ del desfiladero de Inzell.

“La Nueve tiene un punto de Brigada Internacional. Cuando fue creada la práctica totalidad de sus 160 miembros eran españoles, pero cuando acaba su participación en la guerra ha pasado por ella 300 soldados de catorce nacionalidades: chilenos, belgas, checoslovacos, brasileños, húngaros, e incluso italianos y alemanes, como Johan ‘Juanito’ Reiter. Ninguno de los reemplazos era español”, explica Diego Gaspar, profesor de Historia Contemporánea e investigador de la Universidad de Zaragoza, quien, tras publicar hace cuatro años La guerra continúa. Voluntarios españoles al servicio de la Francia Libre (1940-1945) están trabajando en Banda de cosacos. Historia y memoria de La Nueve y sus hombres, cuya edición está prevista para el año que viene.

“Banda de cosacos’ era cómo llamaba el capitán Dronne a sus hombres, era una forma cariñosa de referirse a ellos”, señala Gaspar, que ve en esta unidad un ejemplo de lo que fue en la primera mitad del siglo pasado “el antifascismo transnacional”.

Varios soldados de La Nueve se trasladan en el vehículo bautizado como “Don Quijote”.

Varios soldados de La Nueve se trasladan en el vehículo bautizado como “Don Quijote”.

Un coronel que había sido brigadista internacional

La Nueve se creó oficialmente el 24 de agosto de 1943 en África, a donde habían llegado decenas de miles de españoles exiliados tras la guerra civil, en unos casos de manera directa desde Valencia y Alicante (la mayoría, en el caso de la unidad) y en otras tras haber pasado por campos de refugiados en Francia. Algunos de estos últimos 30.000 habían pasado por Gurs y la mayoría por Argelès sûr Mer.

No era la única unidad con españoles, ni mucho menos. También los había, aunque no en tanta proporción como en La Nueve (sí eran un tercio de la tropa), en la Diez, en la Once y en la compañía de apoyo que completaban el batallón del coronel Joseph Putz, un sindicalista y comunista francés que había luchado en Guadalajara, Madrid y Aragón al frente de la brigada internacional conocida como La Marsellesa, y que resultó clave para la formación. Algunas fuentes sostienen que fue él, en su participación en la defensa del Bilbao, quien inspiró a Ernst Hemingway el protagonista de “¿Por quién doblan las campanas?”.

Muchos de sus integrantes habían pasado antes por el Tercer Batallón del Cuerpo Franco de África, una de las unidades a las que habían sido destinados los soldados españoles después de que, en 1942, Francia les hubiera dado la oportunidad de alistarse, bajo el mando de Putz. A finales de julio del año siguiente, cuando el Cuerpo Franco de África, que previamente había renegado del Gobierno colaboracionista de Vichy tras atraerlos los aliados, y el Ejército de la Francia Libre de De Gaulle se disuelven para crear el Ejército de Liberación Nacional francés, la unidad del exbrigadista ya había optado por quien años después sería presidente de la República en su pugna con el general Henry Giraud.

El ejército británico adoptó a los españoles que se rebelaron cuando iban a ser repatriados y creó con ellos la Spanish Company Number One | TodoColección

Las tropas de La Nueve fueron las primeras en llegar al Ayuntamiento de París el 24 de agosto de 1944 | Random House

 

Un ejército sin soldados negros

En ese batallón se organizarían las cuatro compañías, que, como el resto de unidades con antifascistas, cobrarían protagonismo como consecuencia de una medida xenófoba impuesta por EEUU: vetaron a los soldados de color negro en el ejército francés al que estaban armando, lo que suponía un contratiempo especialmente para Leclerc, que llevaba tres años reclutando tropas desde Camerún hacia el norte de África.

Leclerc se opuso, aunque De Gaulle le forzó a aceptar esas condiciones ante la imposibilidad de armar una fuerza de 14.000 hombres sin el apoyo estadounidense. “Los españoles y antifascistas de otros países, y también soldados norteafricanos, comenzaron entonces a sustituir a los tiradores senegaleses. Llenaron ese hueco y acabaron teniendo el peso específico que acabaron teniendo”, anota Gaspar.

A partir de ahí, La Nueve fue trasladada a Argelia para recibir entrenamiento con el equipamiento que suministraba EEUU antes de ser concentrada en Marruecos y trasladada a Escocia para cerrar su preparación antes de salir hacia Normandía.
Al acabar la guerra, solo 16 de los 144 españoles de la unidad que habían desembarcado en La Madeleine seguían ilesos, narra Mesquida. Su perfil, explica Gaspar, era el de jóvenes solteros y con una media de edad de 27 años cuando se alistan, que ya contaban con dos experiencias militares, una en España bajo la bandera republicana y otra en África bajo la francesa (130 habían pasado por el Cuerpo Franco), y de ideología izquierdista o progresista.

El territorio de origen más frecuente fue Andalucía (37), seguido de Catalunya y Valencia (18) y lo que entonces era Castilla La Nueva (11, cinco de ellos madrileños). Y, ya en menor medida, Aragón (7), Galicia (6), Euskadi (4), Canarias (4), Melilla (4), Murcia (4), Cantabria (3), Extremadura (3), Baleares (1), Asturias (1) y el Marruecos español). Otros cinco no especificaban su lugar de nacimiento, señala el historiador en su libro. Ninguno de ellos sigue vivo, el último en fallecer fue Rafael Gómez.

Una historia eclipsada por la ‘grandeur’

Su historia se vio oscurecida durante décadas por dos motivos: en España, por el silencio bajo el que el franquismo sepultó la participación de los republicanos en las fuerzas aliadas (la dictadura se quejó formalmente a Francia por la participación de La Nueve en el desfile de París); en Francia, por el relato oficial de corte nacionalista que se impuso en la posguerra.

“Ese relato oficial silencia la participación de fuerzas extranjeras en la liberación de Francia”, apunta Gaspar, que explica cómo esa memoria, más allá de los escritos de Dronne y de otros miembros de esas unidades, no comienza a recuperarse hasta los años 70. “Hay tres sujetos históricos que fueron vitales para la liberación de Francia y que han sido sistemáticamente olvidados: los extranjeros, las mujeres y las fuerzas coloniales”, añade el historiador.

Ahora, Gaspar aboga por “recuperar la historia de gentes sencillas, del común, que hicieron cosas extraordinarias en una época extraordinaria”. “Tras años quejándonos del blindaje de la historia en Francia -añade-, cuando se nos da la oportunidad de recuperarla hemos de hacerlo con garantías, no construyendo nuevos mitos”.

 

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Hacia la edificación sostenible: consejos para que construir y rehabilitar sea cien por cien ‘eco’

22 diciembre, 2019

Fuente: http://www.eldiario.es

El concepto de ‘sostenibilidad’ ya es requerible prácticamente al cien por cien de los sectores empresariales conforme a los compromisos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Si durante muchos años en España se construyó de manera desaforada e insostenible hasta que explotó la burbuja inmobiliaria y llegó la crisis económica, en la actualidad hay una oportunidad para que este sector no solo sea respetuoso con el medio ambiente sino también para que pueda obtener rentabilidad debido al mejor uso de la energía y el agua.

Hablamos de decenas de pasos, medidas y orientaciones que afectan a todo el proceso, desde la construcción hasta la rehabilitación edificatoria y la demolición. Para ello, CECAM, la patronal castellanomanchega ha elaborado una extensa guía dentro de su iniciativa ‘Optimiza tus residuos’. Hemos hablado con algunos técnicos sobre este manual y sobre los pasos a seguir.

Reducir los impactos ambientales es el principal objetivo a conseguir. No se refiere tan solo a los edificios propiamente dichos sino también al entorno y la a integración de los mismos en las ciudades. En el manual se parte del hecho de que la normativa relacionada con la construcción se está actualizando buscando “un mejor comportamiento” ambiental. En definitiva, “un avance en el modo de diseñar, construir, mantener, renovar y demoler los edificios”.

Se refiere así en primer lugar al diseño de edificios en cuanto a su ubicación y entorno. Entre los muchos consejos, destaca la necesidad de dar prioridad a las parcelas de zonas urbanas dotadas de infraestructuras y evitar otras no desarrolladas anteriormente. Este criterio de ubicación también debe tenerse en cuenta a la hora de elegir el aparcamiento (principalmente en planta baja sobre rasante) pero, ante todo, considera fundamental apostar por una ‘zona verde’. La vegetación también es un elemento de protección frente a la radiación solar y como amortiguador de ruidos externos.

Un buen uso de la energía

En cuanto a la energía, en este apartado de diseño, CECAM aconseja incorporar espacios soleados, miradores, atrios y galerías acristaladas como zonas activas intermedias de almacenamiento de calor; y realizar una evaluación de las posibles  pérdidas de calor y considerarlas en diseños alternativos. Y, obviamente, esto conlleva el uso de materiales renovables (que se pueden recolectar en un plazo inferior a diez años), en lugar del uso de materias primas limitadas o de ciclo largo: bambú, corcho, madera, cáñamo, aislamientos de algodón, aislamientos de lana de oveja, etc.

Incluir una instalación de calefacción, refrigeración o climatización centralizada y zonificada con control individual también puede contribuir a reducir el impacto ambiental, al igual que optimizar el uso de luz natural, calcular la huella de carbono del edificio para conocer hasta qué punto puede contaminar y poder paliar esas consecuencias incluso con beneficios fiscales. En el agua también se recomienda diseñar redes separativas de evacuación de las pluviales y residuales con el objetivo de reutilizar las primeras para riego, incendios o inodoros.

Una vez terminado el diseño, los técnicos de la patronal castellanomanchega destacan la planificación de las acciones para la construcción del edificio. Aquí incluyen consejos para una selección adecuada de materiales dando prioridad a los de procedencia local con ecoetiqueta reconocida y que puedan ser reutilizados, así como el uso de pinturas naturales y de base acuosa en lugar de pinturas sintéticas.

Al llegar el momento de la edificación, en el primer paso, el del movimiento de tierras, eliminar por riego de difusión el polvo generado, cubrir con lonas las cajas de los camiones, y reutilizar las tierras superficiales para jardinería son algunas de las orientaciones que ofrece la guía. También incluye evitar en lo posible los excedentes destinados a vertedero de tierra excavada.

Paneles fotovoltaicos en vivienda
Paneles fotovoltaicos en vivienda EUROPA PRESS

Pero es en la fase de construcción donde encontramos el mayor número de consejos y en ello coinciden los técnicos. Desde proteger el entorno de residuos peligrosos vertidos hasta realizar controles de aceites, líquidos y combustibles; pasando por disponer de material absorbente en la obra para los casos de vertido accidental, conectar a la red de saneamiento los sanitarios provisionales y disponer de una zona específica para realizar los trabajos de corte, con ventilación adecuada y sistemas de aspiración de polvo.

En esta misma fase, y en relación a la energía, se recomienda analizar la relación entre el volumen y la envolvente del edificio, aislando esta última adecuadamente. Para conseguir el mejor mantenimiento de las temperaturas, este manual apuesta por las ventanas dobles, pero precisa que la simple utilización de vidrios de dos hojas con espesores diferentes ya supone una mejora notable. A ello añade el uso de energías renovables y los sistemas de calentamiento basados en energías renovables o biomasa, así como los eléctricos mediante paneles fotovoltaicos.

El agua cumple igualmente un papel primordial en el proceso de construcción. Por eso CECAM incluye aquí un amplio apartado con medidas como la adecuación de zonas de vertido del agua de limpieza de canaletas; y la instalación de sistemas de ahorro de agua como grifos, reductores de presión, fluxores con pistones o inodoros con cisternas de reducido volumen y elección de descarga.

Por otra parte, para eliminar la contaminación acústica, los técnicos aconsejan utilizar maquinaria preferentemente de bajo consumo, vigilar que los motores de los vehículos no estén encendidos cuando no sea necesario, ubicar los equipos que generan más ruido en lugares alejados, disponer de barreras acústicas, y evitar realizar las actividades más ruidosas a primera o última hora del día.

Rehabilitación y demolición

En cuanto a los proyectos de rehabilitación edificatoria, el principal problema es que se realizan sobre condiciones constructivas del pasado “que no responden a los patrones actuales”, y por lo tanto, las actuaciones se encuentran con “limitaciones formales y funcionales”. La guía apunta como primordial realizar un inventario de residuos peligrosos, prever su retirada selectiva y asegurar su envío a gestores autorizados.

También es prioritario contar con la madera como materia principal, ya que atrapa  y almacena dióxido de carbono en su interior, así como el vidrio de doble cristal mencionado anteriormente, que garantiza una alta transmisión luminosa y el aislamiento térmico. En los acabados interiores, al igual que en la fase de construcción, aconseja la pintura plástica al agua sin plomo, y en los exteriores, madera certificada para exterior sin mantenimiento.

Finalmente, en cuanto a la  demolición y desmantelamiento, se perfilan como procesos fundamentales ligados al  auge de la obra civil y al desarrollo urbano e industrial. La principal acción a tener en cuenta es garantizar una ejecución segura y sostenible mediante un Plan de Demolición, donde es fundamental retirar todos aquellos residuos especiales o peligrosos como el amianto, los tubos fluorescentes, o los refrigerantes, antes de proceder al derribo, atendiendo a los criterios establecidos para su manipulación.

Sobre los Residuos de Construcción y Demolición (RCD) valorizables como las maderas, los plásticos o la chatarra, deben depositarse en contenedores o acopios y facilitar su reciclaje. Por último, aconseja tener  previsto el  uso o el mercado de destino para los materiales recobrados antes del comienzo de la obra de demolición y usar mangueras de agua durante el derribo para  evitar las emisiones excesivas de polvo.