Bajo mi punto de vista, la pregunta está mal planteada, por dos motivos. En primer lugar, por la puta manía de querer ir repartiendo carnets de feminista. STOP IT. Se puede ser feminista y llevar hiyab como se puede ser feminista y llevar tacones, faldas y maquillaje. Todas lidiamos con nuestras propias contradicciones individuales. En las sociedades patriarcales, las mujeres sobreviven como pueden y las estrategias que desarrollan en sus contextos personales no son relevantes más allá de la anécdota. Y aquí venimos al segundo motivo por el cual la pregunta está mal planteada. Porque lo relevante no son las acciones individuales, sino la dimensión social del fenómeno que estamos analizando: un fenómeno atravesado por el género que toma los cuerpos de las mujeres como rehenes. Así, lo cuestionable aquí no son las acciones individuales (llevar hiyab) y cómo repercute esto en su puntuación individual en el feministómetro (¿cuántos puntos de feminista te da o te quita?). Como feministas, deberíamos poner el foco en el fenómeno que estamos cuestionando, y no cuestionar a las mujeres por sus acciones individuales o por sus opiniones personales. Perdonad la autocita:
Queremos cambiar el mundo en que vivimos y hacerlo más justo, más igualitario y menos violento, pero no queremos cambiar la sociedad diciéndole a la cada mujer individualmente lo que tiene que hacer. No censuramos ni prescribimos comportamientos individuales para circunstancias personales.
Por supuesto que se puede ser feminista y usar hiyab. Se puede creer en la igualdad entre hombres y mujeres, en la lucha de las mujeres por liberarse y ser las únicas soberanas de nuestros cuerpos y de nuestras vidas… y a la vez tener unos padres musulmanes, una familia volcada en la protección de la castidad de sus hijas y un entorno hipervigilante. ¿Dónde está la contradicción? Del mismo modo, se puede creer en la lucha de las mujeres por liberarse del sometimiento a los deseos y necesidades de los hombres, y a la vez trabajar como azafata de vuelo y vivir sometida a la tiranía de los tacones, el maquillaje y el peinado que la compañía impone, porque de algo hay que vivir. No veo la contradicción: veo la adaptación individual a un sistema patriarcal. No se nos puede pedir que seamos heroínas todo el tiempo. Cada una libra esta lucha con sus propios recursos y llega hasta donde puede.
La pregunta correcta es: ¿se puede, desde el feminismo, reivindicar el hiyab como elemento empoderante? Esa es la pregunta para la que yo no tengo una respuesta que pueda decir que está 100% libre de prejuicios. Mi intuición me lleva a decir que NO, que desde posiciones feministas no se puede reivindicar un elemento concebido para someter a la mujer, recluirla, despersonalizarla y coartar su libertad, como un elemento empoderante individualmente. Aquí deberíamos acudir al significado político del concepto «empoderamiento»:
El proceso por el cual las mujeres acceden al control de los recursos (materiales y simbólicos) y refuerzan sus capacidades y protagonismo en todos los ámbitos, lo que supone que es necesario lograr el empoderamiento económico. El término se aplica a todos los grupos vulnerables en un proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, tienen visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven.
Así que no lo veo, no veo cómo el hiyab puede defenderse como empoderante desde posiciones feministas. No me encaja cómo un elemento concebido para establecer una barrera más que simbólica, material, entre las mujeres y el resto del mundo, puede conceptualizarse desde el empoderamiento de la mujer.
Pero más allá de mi opinión personal, y mucho más allá de si optar por una opción u otra te da más o menos puntos de feminista, al debate al que me gustaría asistir es otro. Conozco las explicaciones que se dan del fenómeno del tipo reivindicación identitaria y cultural, desde postulados feministas antiracistas y decoloniales. Es simplemente que las piezas no me terminan de encajar.
En cualquier caso, lo que quería poner de manifiesto con este texto es la necesidad de cambiar el enfoque: de uno que permanentemente culpabiliza a las mujeres por sus decisiones individuales y las cuestiona en su compromiso político, a otro en el que lo que se problematice y se deconstruya sea la dimensión social y no individual de cada fenómeno dentro de su contexto. Por eso la pregunta ¿se puede ser feminista y usar hiyab? es irrelevante más allá de la anécdota, la pregunta interesante y que nos aportaría respuestas y un análisis en profundidad es ¿se puede, desde el feminismo, reivindicar el hiyab como elemento empoderante?
La falta de escrúpulos políticos de la que será presidenta de la Comunidad de Madrid, más algún error de Manuela Carmena y numerosos errores de la izquierda han traído la peor noticia para Madrid
Se refería a la humanidad, supongo, pero tras el recuento electoral Díaz Ayuso dijo «el hombre»: que lo más importante que tiene el hombre es la libertad. «Soy la presidenta de todos los españoles en Madrid», ha dicho también. Es absurdo que alguien tan incapaz como Díaz Ayuso pueda ser presidenta de la Comunidad de Madrid, pero a los votantes de derechas no les importan las aptitudes de sus candidatos. Total, para robar solo hay que ser ladrón y para robar de las instituciones, los fondos y las empresas públicas solo necesitas que te lo permitan tus fundamentalistas. La corrupción de la trama Gürtel, la trama Lezo o el caso Púnica no les importa. La corrupción de Ignacio González y Francisco Granados no les importa. El espionaje de Esperanza Aguirre a los adversarios no les importa. El desmantelamiento y la privatización (Díaz Ayuso lo llama «colaboración público-privada»), para favorecer a unas pocas empresas concesionarias, de una sanidad pública que favorecía de manera universal y con calidad no les importa. Que hayan aumentado, y quieran incrementar, las subvenciones a colegios privados, muchos ultracatólicos, mientras Madrid es la comunidad que menos invierte en sus escolares no les importa. El escándalo del caso Máster no les importa.
Avergüenza mucho una ciudadanía así. Más aún sabiendo que, aunque el PP se había desplomado en la generales (y, de hecho, ha perdido votos en las municipales y autonómicas), el gobierno de Díaz Ayuso sería posible si pacta con Ciudadanos pero también con los fascistas de Vox. A fin de cuentas, para ella «Vox no es extremo, tiene postulados que no comparto pero es un partido democrático con el que se puede llegar a acuerdos». El partido democrático al que se refiere es el de Ortega Smith, que quiere apartar el Orgullo LGTBI llevándolo a la Casa de Campo, y Rocío Monasterio, que se atreve a mencionar la zoofilia mientras sostiene un folio con el logo de COGAM. Avergüenza una ciudadanía capaz de entregar su voto a esa formación (aunque menos que en las elecciones generales), pero también a un PP que se sabía que solo podría gobernar con semejantes alianzas y a un Ciudadanos que hizo lo mismo antes en Andalucía. Díaz Ayuso ya ha avisado de que no quiere dejar «infrarrepresentada» a ninguna de las formaciones con las que pactará, incluida Vox. Asusta que a esa ciudadanía no le importe la presencia de gente así en las instituciones democráticas. Deja estupefacta que les pueda convencer el tándem ultraderechista junto a Díaz Ayuso.
La falta de escrúpulos políticos de la que será presidenta de la Comunidad de Madrid (y, con seguridad, también la misma de Ciudadanos), más algún error de Manuela Carmena y numerosos errores de la izquierda han traído la peor noticia para la ciudad: que Carmena haya perdido la alcaldía. Costó mucho tener a alguien como ella y pierde Madrid. No ha habido nadie mejor al frente del consistorio en muchas décadas y su gestión deja muchos y visibles beneficios. Con Madrid Central ha disminuido notablemente la contaminación del aire y las calles del centro se han vuelto mucho más cómodas y agradables sin la saturación de coches. La deuda ha disminuido al tiempo que ha aumentado la inversión en servicios públicos. Madrid ha tenido un perfil feminista e inclusivo. Veníamos de Ana Botella. La que vendió viviendas sociales a fondos buitre con los que trabaja su hijo José María Aznar Botella. Pero, a pesar de tener más votos que sus rivales, Manuela Carmena ha perdido la alcaldía. Ganan los perdedores por la misma vergonzosa razón que mantendrán la Comunidad: los pactos con los fascistas. Da mucha vergüenza también que alguien como Martínez-Almeida vaya a sustituir a alguien como Carmena y que lo vaya a hacer con el apoyo de alguien con la violencia verbal e ideológica de Ortega Smith.
Ahora toca que la izquierda haga autocrítica, pero ya hemos oído esa cantinela tantas veces y el doble golpe ha sido tan duro que el desánimo y la desesperanza se palpan entre las personas que han votado a alguna de sus distintas divisiones. Temerosa con la que se avecina, hay mucha gente harta y enfadada con las izquierdas fragmentadas, puristas, egoístas, ególatras, irresponsables, sordas. Deberían dimitir varios, no solo Pablo Iglesias, como se está pidiendo y para quien además no es el momento porque hay que hacer gobierno progresista nacional. Quizás lo haga después, pero Podemos está herido de muerte y no parece que vaya a sobrevivir. Y quizá las izquierdas madrileñas sean un poco más inteligentes a la próxima. A lo mejor así no se quedan más de 700.000 personas en casa y algunas votan izquierdas. Es difícil perdonar esa abstención y en parte ha estado motivada por la desmotivación de la desunión. Esos votos eran fundamentales y al final vamos a tener todos lo que solo ellos se merecen.
Mientras tanto, solo cabe la resistencia, esa palabra que creíamos nuestra y que también, como tantas cosas, quiso quitarnos la ultraderecha cuando Abascal la usó en la noche electoral nacional. No queda más remedio que resistir. Y seguir luchando, también por esos animales que las derechas vienen a seguir torturando en la Comunidad de Madrid y, seguramente, en la escuela de tauromaquia del municipio (escuela de torturadores y gente que mata) a la que Carmena cerró el grifo. En Madrid los animales han perdido. Como han perdido en Europa, al no conseguir Pacma el ansiado escaño que llevaría a los animalistas españoles a trabajar en una alianza de once formaciones animalistas europeas. Una tristeza y una vergüenza.
«La presidencia [de la Comisión] la logrará quien pueda ser elegido por una mayoría de los votos. Para nosotros es fundamental el programa», afirma la ecologista alemana.
«Arias Cañete tenía que haber ido más lejos, pero la Comisión Europea tenía que haber sido más ambiciosa: para alcanzar los objetivos marcados hay que actuar ya», afirma Keller.
Los Verdes son unos de los ganadores de las elecciones europeas. Su candidata a presidir la Comisión, Ska Keller (Guben, Alemania, 1981) atiende a eldiario.es por teléfono después de una noche casi sin dormir. Los verdes alemanes han logrado un sorpaso holgado a los socialdemócratas, y el grupo parlamentario ha pasado de 50 a 69 eurodiputados. La pérdida de la hegemonía de populares y socialdemócratas en la Eurocámara augura a los Verdes y liberales un papel protagonista en la legislatura que ahora empieza.
El Grupo de los Verdes está confederado en la Eurocámara con EFA, el grupo de la Alianza Libre Europea, donde se integran tradicionalmente ERC y BNG.
Han logrado un gran avance. ¿Y ahora qué toca?
Hemos recibido un respaldo claro, de apoyo a lo que nos hemos comprometido en campaña, y tenemos un mandato de la ciudadanía en relación con la lucha contra la crisis climática y a favor de la justicia social. Esto es lo que tenemos que llevar a toda la Unión Europea a través del Parlamento Europeo.
¿La necesidad de buscar nuevas alianzas en el Parlamento Europeo significa que entrarán a las instituciones?
Lo importante es el contenido. El clima y la justicia social. Hay muchas cosas que se pueden hacer, muchos desafíos, y usaremos nuestros escaños para eso. Cambian las mayorías y podemos conseguir más a través de nuevas legislaciones. A eso nos queremos dedicar ahora.
El candidato socialista, Frans Timmermans, ha ofrecido alianzas progresistas en la Eurocámara, aunque en principio los números del pacto «desde Tsipras hasta Macron» no suma. ¿Qué opina?
Lo importante es el contenido. Nosotros queremos alcanzar una Unión Europea diferente y tenemos una propuesta muy clara en cuanto a la crisis climática y la justicia social.
El candidato del PPE, Manfred Weber, quiere comenzar ya con las reuniones para conseguir el voto para presidir la Comisión.
Nosotros tenemos muchas diferencias con el Partido Popular Europeo, en todo caso lo importante es hablar de propuestas concretas, no de cargos.
¿Cree que al final todo quedará en una Gran Coalición de PPE y socialdemócratas ampliada a los liberales?
Lo que es evidente es que los conservadores son uno de los perdedores de la noche, se han dejado 40 escaños en las elecciones. Por contra, nosotros hemos crecido mucho. Hay que tener en cuenta las nuevas mayorías.
Ustedes han insistido en su compromiso con el proceso de los spitzekandidaten. ¿No creen que este martes los líderes de la UE comiencen a pensar en nombres diferentes?
Los spitzenkanditen representan un avance democrático en Europa, aunque no es el final del recorrido. Nosotros hemos hecho campaña, hemos hecho campaña con la gente todas estas semanas, y es lo que debe contar. Tiene que ver con hacer democracia, y no significa que vaya a ser un presidente del PPE, sino quien logre la mayoría en el Parlamento.
La candidata liberal, Margrhete Vestager, decía el domingo por la noche que se postulaba, con sus 108 escaños, al estilo de Birgitte Nyborg en Borgen.
No he visto la serie, pero la presidencia la logrará quien pueda ser elegido por una mayoría de los votos. Para nosotros es fundamental el programa. Tenemos un claro mandato relacionado con la Europa social, el clima y la protección del medio ambiente.
¿La crisis climática es ya un elemento imprescindible de la agenda política europea?
Es algo de lo que se habla en todas partes. Es una crisis que te afecta vivas donde vivas, en la UE y en el mundo. Pero es que además la UE tiene muchas herramientas para combatirla, como es limitar las emisiones de CO2 o poner impuestos.
¿Cómo califica la gestión de Miguel Arias Cañete estos cinco años como comisario de Medio Ambiente?
Tenía que haber ido más lejos, haber sido más ambicioso en el Consejo, que ha estado bloqueando muchas medidas. La Comisión no quiso dar batallas con el Consejo por el cambio climático, tenía que haber sido más ambiciosa, porque para alcanzar los objetivos marcados hay que actuar ya.
¿Usted se ve como nueva comisaria de Medio Ambiente?
Depende del programa.
¿Por qué cree que han caído los socialdemócratas y la Izquierda Unitaria?
Nosotros hemos crecido. Ha habido movimientos del electorado, pero depende mucho de los países. Nosotros hablamos también de que van juntas las crisis climática y la social; la justicia climática y la justicia social también. Es lo que hay que visibilizar.
Además, estamos contentos de que los excompañeros catalanes hayan sido elegidos y puedan volver [Oriol Junqueras fue eurodiputado de Verdes/ALE entre 2009 y 2012].
¿La extrema derecha, en cambio, no ha ido tan lejos como se esperaba?
Sí que ha ganado en Italia y Francia, pero también es verdad que ha habido otras fuerzas, con un mensaje positivo, como nosotros, que también hemos crecido. Y eso es un síntoma de que a otros partidos les puede ir bien trabajando con visiones positivas.
¿Cree que el retroceso puede hacer estallar la Gran Coalición en Alemania?
Eso es una buena pregunta… No lo sé. Vamos ver qué pasa.
El ciclo que se abrió el 15M para destituir al Régimen del 78 se cerró el domingo con la restitución del orden anterior. La debacle de Unidas Podemos y la pérdida de la mayoría de ayuntamientos del cambio nos ha devuelto al bipartidismo de antes, aunque ahora tenga otra apariencia.
Españoles, la Restauración ha vuelto. El ciclo que se abrió el 15M para destituir al Régimen del 78 se cerró el domingo con la restitución del orden anterior. La debacle de Unidas Podemos y la pérdida de la mayoría de ayuntamientos del cambio nos ha devuelto al bipartidismo de antes, aunque ahora tenga otra apariencia. Disfraz de Gatopardo. Todo ha cambiado para que no cambie nada.
El PSOE contra el que se levantaron los indignados se ha recuperado, la derecha se ha dividido para contener su hemorragia y la nueva política que venía a revolucionarlo todo ha terminado involucionando hacia la vieja izquierda irrelevante y dividida de siempre. Los socialistas le piden al partido del Ibex que les levante el veto, el franquismo sin máscaras obtiene representación y el PP con sus peores resultados salva los muebles haciéndose con la capital del Reino.
Y justo ahora el Emérito anuncia que se aparta definitivamente de la vida pública. Muy oportuno y simbólico. Ya vuelve a estar todo en su sitio, ya puede irse tranquilo. Queda el fleco del independentismo pero con los partidos del 155 a tope, se reducen las probabilidades de proceso constituyente y referendos sobre la república. Ha dejado al niño colocado y recolocados a los partidos que aseguran la continuidad del sistema, mientras las mareas que venían a desbordarlo se retiran mansamente.
Con excepciones. Kichi en Cádiz o Joan Ribó de Compromís en Valencia han reeditado sus éxitos, precisamente dos que se han distanciado de Pablo Iglesias, el más tocado de la noche. Unidas Podemos ha perdido gran parte del poder autonómico y la fuerza para exigirle al PSOE entrar en un gobierno progresista. La famosa ventana de oportunidad que se ha ido estrechando elección tras elección, se ha cerrado de golpe, rompiéndose en pedazos.
La tendencia de la izquierda sería coger los cristales rotos para cortarse las venas o apuñalarse entre sí. Ya está pasando. Dirigentes y votantes se echan las culpas unos a otros. No aprenden que es precisamente eso lo que ha llevado hasta aquí, que no hay un único causante sino una responsabilidad compartida, mezcla de personalismos y cainismos, falta de pluralidad y pérdida de transversalidad.
Pongamos Madrid por ejemplo. Carmena y Errejón calcularon mal sus fuerzas al dejar sus partidos y Pablo Iglesias las suyas al evitar la reconciliación. Todos tenían sus razones, ninguno ha tenido finalmente razón. La división del voto y la desilusión del votante le han dado el poder a la derecha con la ultraderecha. La izquierda prefiere perder el brazo antes que darlo a torcer. Lo digo también por la abstención que no le pasa una a Manuela, pero se puede pasar cuatro años con el PP, C’s y Vox.
También es cierto que Más Madrid no ha movilizado a los barrios más desfavorecidos, señal de que no les ven como solución a sus problemas. Toca recuperar ese espacio que no ocupa el PSOE y reconstruir desde la autocrítica colectiva. Quienes han convertido a Podemos en una nueva Izquierda Unida deberían dejar que otros lo saquen de ahí o creen otra herramienta. Incluso la derrota a los puntos en Barcelona y Madrid demuestra que aún hay una ola de cambio. Tienen cuatro años para hacerla crecer o para terminar de hundirla. Mantengamos la esperanza.
MARTES A LAS 10H, EN WWW.CARNECRUDA.ES: LA RESACA DEL 26M
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Desde que el candidato de Vox a las elecciones europeas, Jorge Buxadé ‘El Hermoso’, tuvo a bien hacer campaña doblando la F de feministas a F de feministas y feas, el cachondeo ha estado servido. Y no solo. Las mujeres feministas, como de unos años a este 2019 acostumbramos a hacer, nos hemos unido para hacer chanza y memes del ingenioso machista en las redes, en casa y hasta en los bares (se lo digo yo).
Pero no se queden únicamente en la chusca anécdota al más puro ‘estilo Vox’, que intentando acomplejar y marginar a las feministas demuestra no solo una torpeza infinita (propia del nivel cultural de este partido), sino un desconocimiento absoluto de la realidad española de los últimos años. Si ha habido un factor determinante en la política de este país ha sido el movimiento feminista y sus integrantes, mujeres y cada vez más hombres convencidos de que solo logrando la igualdad de género, se consiguen democracias plenas. La igualdad entre hombres y mujeres es el punto de partida del progreso y sin ella, no existe garantía de nada más. Salvo de Buxadé y su esperpéntico Vox. Salvo de la involución.
Son muchos los matices de esta nueva victoria del feminismo en el último proceso electoral que ha tenido a España en campaña desde 2015, efectivamente, y no todos positivos, pero conviene que los partidos tomen nota del cómputo y la conclusión finales: Vox y el PP, los antifeministas por excelencia, y Ciudadanos, el partido del “feminismo liberal” (¿?) que les permite gobernar en Andalucía y apoyará en ayuntamientos (Madrid) y comunidades (Murcia y también la madrileña), han perdido clamorosamente las elecciones generales, las autonómicas, las municipales y las europeas. Es verdad que no todos los/as votantes progresistas y de izquierdas son feministas, pero todos ellos/as aceptan el feminismo como elemento transversal indisoluble de los programas electorales de los partidos a los que han elegido. Incluso, lo defienden, aunque después, los comportamientos dejen mucho que desear en todas partes. Educación, cultura, privilegios históricos… Las causas son muchas y bien enquistadas, pero ninguna justificable a estas alturas: la democracia o es feminista o no es democracia, y por ello, debemos empezar a normalizar la duda que generan las estructuras presuntamente democráticas de los partidos que reniegan del feminismo. Que te elijan en unas elecciones es consecuencia de un proceso democrático, pero no garantiza en absoluto que tú lo seas.
Nada es, sin embargo, tan ‘sencillo’ como ganar las elecciones. De hecho, para las mujeres todo es mucho más complicado cuanto más poder van sumando; cuanta más influencia ejercen. Vox es el ejemplo más claro de las brutales resistencias que arrastramos las feministas conforme vamos tomando posiciones, aunque hay más y, lo que es peor, son muchísimo más sutiles que los lindos patanes: tienen que ver con el negocio salvaje con nuestros cuerpos, con la explotación y discriminación de nuestra naturaleza reproductiva en el ámbito laboral (os queremos madres porque necesitamos a vuestros hijos) o con los cuidados en general, no remunerados en casi ningún caso o precariamente en la mayoría de los pagados.
Queda lucha, y dos de ellas están muy localizadas. En el Ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad ídem, la primera: la ultraderecha estará o marcará el paso de los gobiernos liderados por el PP y conformados por el partido de Casado (que sigue gracias a ellos) y Ciudadanos, olvidada ya la cara de póquer de Rivera en la foto de Colón junto a Abascal. En el Parlamento Europeo, la segunda: el asentamiento de la ultraderecha con un golpe de fuerza capaz de derribar a Macron en Francia o volver a protagonizar la política en la Alemania es una pésima noticia. Vox ha entrado con tres diputados en la política europea -uno de ellos, el de Jorge ‘El Hermoso’, por cierto- y aunque las derechas extremas de Francia, Alemania o España son diferentes y parten de distintas bases y supuestos, todas constituyen una amenaza muy seria para las mujeres y la igualdad de todos los europeos/as.
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Hay bulos sobre inmigrantes y personas de religión musulmana que se llevan moviendo desde enero. Uno de ellos alertaba falsamente sobre el auge de un partido de corte musulmán, PRUNE, que nunca antes se había presentado a las elecciones y del que no tenían referencias sobre él ni las encuestas electorales ni el Centro de Investigaciones Sociológicas. Otro hablaba sobre una supuesta estrategia de Pedro Sánchez para ganar votos nacionalizando «a más de 300.000 inmigrantes».
Hemos esperado al cierre de los censos, al cierre de listas y a las propias elecciones generales (28A) y municipales, autonómicas y europeas (26M) para demostrar, aún más si cabe, que siguen siendo falsos.
No, el partido musulmán PRUNE ni se ha presentado en «decenas de municipios» ni ha obtenido dos millones de votos: solo ha conseguido 179.
Antes de las elecciones se estaba moviendo por Whatsapp un bulo que aseguraba que el partido musulmán PRUNE (Partido Renacimiento y Unión de Europa) iba a presentarse en «decenas de municipios». Aseguraba, además, que conseguiría casi la misma cantidad de votos como de musulmanes hay en España: unos dos millones aproximadamente.
Hemos esperado al cierre de listas y a las elecciones municipales del 26M y el PRUNE solo se ha presentado en tres alcaldías: Algeciras, Sevilla y Mollet del Vallès. Ha conseguido 179 votos en total, no los dos millones que decía esa cadena de Whatsapp.
En Mollet del Vallès (Barcelona) el partido solo cosechó el voto de 18 personas del total de 22.592 que participaron en estas elecciones. El PRUNE quedó en última posición. En Sevilla, de los 317.843 votantes, solo 46 eligieron a este partido como opción política. Aquí, PRUNE también quedó en último lugar. En Algeciras, acudieron a votar 44.067 personas. De ellas 115 echaron la papeleta del PRUNE.
No, Pedro Sánchez no ha regalado «la nacionalidad a más de 300.000 inmigrantes» desde enero hasta las elecciones para ganar votos.
La web Diario Patriota aseguró, el pasado mes de enero de 2019, que Pedro Sánchez tenía «un plan maestro» de cara a las elecciones: «Regalar la nacionalidad española a más de 300.000 inmigrantes».
Según la web, «esos 300.000 nuevos españoles agradecidos a su gobierno resultarían en un aumento de casi un 5% de votantes, sin tener que gastar un solo céntimo en campaña electoral».
Es un bulo. Pedro Sánchez no ha concedido la nacionalidad a 300.000 inmigrantes. El número de personas que han conseguido nacionalizarse desde enero hasta abril se sitúa en 16.679. Además, no todos «los nuevos españoles», como señala la web, han podido votar porque los censos electorales ya estaban cerrados.
Dado que la web no especifica las elecciones a las que se refería, hemos esperado a que pasasen todas las convocadas para este 2019: generales (el 28 de abril), municipales, autonómicas y europeas (26 de mayo).
Desde enero de 2019, cuando la web publicó este contenido, hasta abril de 2019, el Ministerio de Justicia (del cual dependen estos trámites) ha concedido la nacionalidad a 16.679 personas extranjeras. No a 300.000. Estos datos han sido obtenidos a través de una petición de transparencia. Desde el departamento de prensa del Ministerio de Justicia nos indican que los datos de nacionalizados en el mes de mayo no están aún disponibles.
La obtención de la nacionalidad es un derecho que pueden ejercer los extranjeros que residen desde hace 10 años de forma legal en España. El plazo se reduce de uno a cinco años si la persona ha nacido en España, pertenece a algún país iberoamericano o ha adquirido la condición de refugiado, entre otros supuestos.
¿Esas 16.679 personas que han conseguido la nacionalidad han podido votar en las elecciones? Solo han podido hacerlo quienes la obtuvieron en enero, y solo en las elecciones del 26M.
Los censos electorales, tal y como contamos en esta pieza sobre quién puede votar y quién no, se cerraron el 28 de diciembre del 2018 para las generales (28A) y el 30 de enero para las elecciones europeas, municipales y autonómicas (26M). Es decir, en las elecciones generales del 28A ninguno de los nacionalizados han podido votar. Y en las elecciones del 26M han tenido derecho a voto las 5.668 personas que consiguieron la nacionalidad en enero.
Además, en ningún año desde 2010 hasta 2018 se han concedido la nacionalidad a 300.000 personas. El año en el que se otorgaron más nacionalidades fue en 2013, con Mariano Rajoy en el poder, con 261.000 nuevos nacionalizados por residencia. El número de concesiones de nacionalidad en todo 2018 (con Sánchez y Rajoy) fue de 90.940.
Desde el Ministerio de Justicia, encargado de otorgar dicha condición, ya nos aseguraron en enero que existían 360.000 expedientes pendientes de resolución y que estaban ultimando en un Plan de Choque para agilizar su tramitación, pero indicaron que «no se resolverían las solicitudes pendientes antes de las elecciones».
A Pietro Bartolo, como a tantos otros habitantes de Lampedusa, la vida le cambió el 3 de octubre de 2013. Aquel día vio llegar en su pesquero a su amigo Domenico, con 17 migrantes y cuatro cuerpos sin vida a bordo. El marinero lloraba por lo que había visto, decenas de personas tragadas por el agua de forma inmediata. Murieron 368. Pietro subió a la barca de su vecino y se llevó a los 17 supervivientes al centro de salud en el que trabajaba. Desde ese momento, pescadores y médicos de Lampedusa se convirtieron en los nuevos rescatadores de migrantes de la isla.
El doctor contó sus experiencias en el libro Lágrimas de sal, que salió publicado hace un par de años. Considera que aquella fue la jornada más horrorosa de su vida, aunque no fue su primer contacto con este fenómeno. Desde que comenzó su carrera en la medicina, en 1992, calcula que ha atendido a unos 350.000 migrantes. Siempre lo hizo en la sombra, hasta que el documental Fuocoammare, que ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín en 2016, lo retrató como uno de los héroes anónimos de la acogida de refugiados.
La formación de izquierdas Libres e Iguales –una escisión de los demócratas del Partido Democrático (PD)– ya lo tentó para que se presentara en sus listas en las últimas elecciones generales en Italia, pero él prefirió continuar en su ambulatorio de Lampedusa. La Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5E) triunfaron entonces en esos comicios e impusieron una línea dura en la política migratoria. Hace poco, fue el PD quien llamó a su puerta para presentarlo a las elecciones europeas. Y esta vez, Bartolo no se negó. Se presentó en dos circunscripciones –Sicilia y centro de Italia– y fue el quinto candidato más votado de todo el país con 275.000 votos.
Ahora señala al teléfono a eldiario.es que los resultados han ido mucho más lejos de sus expectativas. «Me hace mucha ilusión comprobar que hay gente que piensa diferente y que quiere poner en el centro los valores en los que yo he centrado toda mi vida», sostiene.
Sin embargo, la ultraderechista Liga ha arrasado en gran parte del país, incluidos algunos pueblos símbolos de la acogida como Riace o la propia Lampedusa. El médico explica que en su ciudad esto se debe a que «solo fueron a las urnas» un cuarto de los habitantes y, quienes lo hicieron, votaron a la Liga. «El resto se abstuvo, al considerar que Lampedusa ha sido abandonada en los últimos años», añade.
En el caso de Riace hay menos explicaciones. Allí también se celebraban elecciones municipales, en las que se impuso una lista ciudadana cercana a la Liga con más del 40% de apoyos. El anterior alcalde, Domenico Lucano, que ideó un sistema de integración modélico en el mundo, ni siquiera fue elegido concejal. Aún se encuentra inmerso en una investigación judicial, acusado de otorgar irregularmente documentos a refugiados –de momento no han encontrado que cometiera ningún delito–, aunque esto no impidió que se presentara en una lista electoral.
Bartolo dice que estos resultados le «llenan de amargura». Lo suyo es una excepción dentro del tsunami del partido de Matteo Salvini, que ya no solo se impone en el norte del país, sino que se queda muy cerca de la victoria en el sur, una zona a la que antes culpaba de los males de Italia como ahora hace con los inmigrantes. «Esto no ha nacido ahora. Viene de una campaña de odio y de miedo, con la que se ha mentido a la gente», afirma el nuevo eurodiputado.
Según él, la izquierda y el Gobierno anterior –del partido al que representa– ha cometido muchos errores al no saber poner en el centro la protección de las personas y ceder ante las exigencias de una política más dura con la inmigración que exigían la Liga y el Movimiento 5 Estrellas desde la oposición. Sin embargo, opina que el aluvión de votos que ha cosechado «es un símbolo de que hay italianos que quieren iniciar una nueva etapa política mirando a la solidaridad».
«Podemos taponar la ola oscura que nos está ahogando»
«Creo que se puede reaccionar y taponar esta ola oscura que nos está ahogando», sentencia, en referencia al avance de la extrema derecha en la UE. Frente a las políticas de cierre de fronteras que plantean estos partidos, como la Liga en Italia, aboga por «una Europa más fuerte que pueda ser inclusiva».
«El futuro de Europa está en el Mediterráneo y nosotros, que estamos inmersos en él, no podemos dejar de ser protagonistas. Se ha dado cuenta de ello China, que quiere tener el predominio en el mercado marítimo y en África, por lo que debemos hacer de nuestro mar un puente que nos una a todos. Lo contrario es hacer una Europa más débil, como defienden quienes quieren desmembrarla», asevera.
Bartolo ha adquirido rápidamente un discurso político propio que llevará al Parlamento Europeo en breve. Su primer mensaje estará centrado, apunta, «en la gente que sufre, los más débiles», porque para eso dice que ha dejado el oficio al que ha dedicado su vida durante casi tres décadas, esperando que algo cambie esta vez.
Reconoce, con ironía, que está de acuerdo cuando escucha que las ONG deben abandonar las tareas de rescate en el Mediterráneo. «Tienen razón, se deben ir, como se tienen que ir todos los médicos como Pietro Bartolo, porque toda esta gente debería entrar en nuestros países en avión, de forma legal o a través de corredores humanitarios», agrega. Agradece su labor a las organizaciones que desde el mar han prestado su ayuda a los migrantes, como lo hacía él desde su ambulatorio en tierra firme. Y musita de nuevo antes de colgar el teléfono: «A veces se nos olvida, en la política, en las entrevistas… que estamos hablando de personas».
Con motivo del éxito de la miniserie sobre la catástrofe nuclear, hablamos con dos fotógrafos que han documentando de cerca los efectos del desastre que paralizó a medio mundo en 1986.
«Al igual que las personas visitan Auschwitz para ver los efectos del exterminio nazi, también deberían visitar Chernóbil para comprobar las consecuencias de descuidar la energía nuclear», apunta el fotógrafo polaco Arkadiusz Podniesinski, que trabaja en la zona desde el año 2008.
«Es sorprendente cómo algo sin presencia física detectable sin un instrumento, pueda ser tan dañino», explica sobre la radiación el fotoperiodista David McMillan, que ha visitado el área en 22 ocasiones.
Chernobyl se ha convertido en la mejor serie de terror del año cuando ni siquiera forma parte del género. Tampoco es ficción (o no del todo). El desastre nuclear que paralizó a medio mundo en 1986 fue una realidad que todavía hoy lidia con las consecuencias, tanto humanas como naturales, de aquella noche en la que el reactor número cuatro de la central Vladímir Ilich Lenin estalló por los aires. Ardió durante 10 días y contaminó más de 142.000 kilómetros cuadrados, desde Ucrania hasta la ciudad rusa de Briansk, pero podría haber sido mucho peor de no ser por los héroes anónimos que sacrificaron sus vidas para evitar un daño mayor. Chernóbil, entonces parte de la URSS, nunca volvió a ser lo mismo.
La producción de HBO ha vuelto a poner el foco en un incidente que 33 años después continúa despertando la fascinación y el miedo de muchas personas. El fotógrafo y cineasta polaco Arkadiusz Podniesinski es una de ellas. Lleva documentando Chernóbil desde 2008, pero es consciente de su magnitud prácticamente desde que era pequeño. «Ya en la escuela primaria me dijeron que bebiera yodo de Lugol para evitar que mi cuerpo absorbiera los isótopos radiactivos», explica a eldiario.es recordando un momento que, según este, marcó sus proyectos fotográficos posteriores. Así lo demuestra el fotolibro HALF-LIFE: desde Chernóbil hasta Fukushima, con el que pretende «ayudar a los lectores a comprender la gravedad de este desastre para que saquen sus propias conclusiones sobre la seguridad y el futuro de la energía nuclear».
Podniesinski también ayudó a Craig Mazin, productor y guionista de la serie de HBO, a descifrar rasgos de la mentalidad ucraniana de la época o incluso a acceder a determinados emplazamientos en los que querían rodar. «El mayor mérito de la serie es mostrar las consecuencias de la mala gestión, de las negligencias y de las mentiras en las que se basó toda la Unión Soviética», apunta el cineasta.
Los responsables de alertar al pueblo consideraron que no tenían que divulgarlo porque, de lo contrario, demostraría la fragilidad del bloque soviético frente al norteamericano en una era de tantas tensiones como la de la Guerra Fría. No reconocieron los hechos hasta dos días después de la explosión, y siguieron ocultando información de vital importancia hasta mucho tiempo después. «Los intereses del imperio eran más importantes que la salud humana», agrega el fotógrafo.
La zona de alienación (o zona muerta, entre otros nombres), un área de 30 kilómetros alrededor del reactor, fue evacuada y acordonada. Sin embargo, el lugar del que hace tres décadas escaparon miles de personas hoy paradójicamente atrae a profesionales (y curiosos) como el estadounidense David McMillan, que lo ha visitado en 22 ocasiones. Es también autor del libro Crecimiento y decadencia: Prypiat y la zona de exclusión de Chernóbil (editorial Steidl), en el que se puede ver cómo han cambiado las instalaciones con los años. Las ruinas, cada vez más presentes, han dejado paso a la vegetación y la fauna salvaje. Como si alguien hubiera apretado el botón de reiniciar.
A los ojos parece que todo peligro se ha difuminado, pero las llamadas «áreas calientes», aquellas en las que la radiación fue más intensa, todavía son puntos señalados en rojo en el mapa. «Es sorprendente cómo algo sin presencia física detectable sin un instrumento pueda ser tan dañino. No hay una diferencia aparente cuando se mira un área limpia y una contaminada», dice McMillan. No obstante, según Podniesinski, normalmente el riesgo se reduce a seguir las reglas de seguridad apropiadas: «Usar ropa protectora, máscara y limitar el tiempo de exposición». «Sin embargo, si alguna vez tengo cáncer, todos dirán que se debe a Chernóbil», apunta con ironía.
El cineasta polaco destaca tres zonas a tener en cuenta: el Bosque Rojo, que recibió casi todo el humo contaminado; partes de la ciudad de Prípiat, construida en los años 70 para alojar a los trabajadores de la central; y, tal y como puede verse en la serie, el sótano del hospital al que fueron llevados los primeros bomberos que intentaron apagar el fuego. «Sus trajes estaban tan contaminados que nadie sabía qué hacer con ellos, así que los dejaron en el sótano. De hecho, he visitado este sitio muchas veces y allí siguen».
Y es que, si los exteriores de Chernóbil son desoladores, esta sensación se multiplica cuando la cámara se adentra en casas o centros médicos, en aquellos sitios donde los ciudadanos desarrollaban su vida normal. «Inicialmente pensé en fotografiar paisajes, pero los interiores me conmovieron, especialmente las escuelas y los jardines de infancia. Hubo algo que tuvo mucho que ver: sabía que el accidente afectó a muchos niños y tenía la idea de tener mis propios hijos», considera McMillan.
En cambio, lo que más llama la atención de Podniesinski no son los edificios abandonados, sino cómo antiguos residentes han decidido volver a sus hogares a pesar de las pésimas condiciones y de las advertencias del gobierno ucraniano. «Son principalmente mujeres de unos 70 años, enfermas y privadas de atención adecuada. Hay aproximadamente 150 ancianos, y ese número disminuye cada año», añade el cineasta sobre los llamados samosely (en español, colonos). No temen a su destino porque ya está escrito.
Chernóbil, ciudad de vacaciones
Ambos fotógrafos coinciden en que no fue fácil conseguir el permiso oficial necesario para traspasar la zona muerta. «Fue un reto. A través de una serie de conexiones me dieron el número de un cineasta ucraniano que hablaba inglés y había filmado en la zona, por lo que conocía a algunas de las personas que administraban el área. Con su ayuda y la de alguna moneda obtuve acceso», recuerda el fotógrafo estadounidense.
«Transformarlo en una atracción turística masiva ha sido el sueño de todo gobierno ucraniano tras la tragedia. A raíz de esto llegaron empresas de todo el mundo para ofrecer experiencias extremas a un precio asequible, así como hoteles, tiendas de recuerdos que venden imanes que brillan en la oscuridad, bolígrafos e incluso preservativos con el signo radiactivo en ellos», lamenta Podniesinski, quien añade que «lo que no ha sido destruido por el paso del tiempo hoy está siendo destruido por la gente».
No todos los grupos se ajustan a protocolos oficiales. Los autodenominados como stalkers [personas que se cuelan en la zona en busca de ‘tesoros’ radioactivos] recorren cientos de kilómetros por vegetación irradiada, duermen en cobertizos abandonados y contemplan el amanecer sobre la ciudad de Prípiat. Todo ello, por supuesto, de forma ilegal. «Te sientes como la última persona de la Tierra. Deambulas por caminos, ciudades, pueblos vacíos. Es una sensación mágica», indicó uno de ellos a la revista National Geographic. «Para ellos es una aventura, como el paracaidismo o el montañismo. Algunas personas realizan actividades de riesgo para demostrarse algo a sí mismas», asegura McMillan.
Pero, al margen de las visitas y al margen de la ley, ¿aporta algo contemplar el reactor cuatro con nuestros propios ojos? ¿O es solo morbo? Según el director polaco, «al igual que las personas visitan Auschwitz para ver los efectos del exterminio nazi, también deberían visitar Chernóbil para comprobar las consecuencias de descuidar la energía nuclear». Continúa diciendo que es necesario concienciar de lo que puede provocar «el descontrol de la energía nuclear», aunque, a juzgar por los hechos, parece que las lecciones no han servido de mucho.
Los accidentes nucleares no son problemas del pasado. 25 años después de Chernóbil, el mismo miedo volvió a sacudir el planeta cuando una escena similar se repitió en Fukushima (Japón) tras un terremoto. «Las causas de ambos desastres fueron diferentes, pero los efectos económicos, sociales y de salud son casi idénticos: la emisión de una gran cantidad de isótopos radiactivos a la atmósfera y al océano, la contaminación de miles de hectáreas de tierra, la evacuación de cientos de miles de personas, el tiempo y los millones de dólares que costará eliminar los efectos del desastre», enumera Podniesinski, que también se desplazó hasta el país del sol naciente para comprobarlo. Deja además una hipótesis en el aire: «Quién sabe, tal vez la segunda temporada de la serie tenga lugar allí».
Charito, cabeza de lista de Abuelas por Patones, un pueblo de la sierra madrileña, fue elegida concejala con 49 votos el pasado domingo.
«Las mujeres hemos estado menos en política porque hemos estado en casa haciendo las tareas. El hombre estudiaba y trabajaba y nosotras teníamos que prepararles para ello», dice.
«Ya llevábamos tres años pensándolo, hasta que nos hemos decidido. Somos amigas de toda la vida, la más joven tiene 63 años», cuenta sobre su candidatura.
En Patones de Arriba un día cualquiera se ven más gatos que personas. Apenas hay gente por la calle en este pueblo de la sierra norte de Madrid del que se habla más que nunca en los medios. La atmósfera contrasta con la que se vive los fines de semana, cuando el lugar, declarado en 1999 Bien de Interés Cultural (BIC), se abarrota de visitantes. Los habitantes llevan tres días recibiendo a periodistas interesados en hablar con Charito, como la conocen allí, y sus vecinas se han convertido en improvisadas jefas de prensa. María del Rosario Testa ha sido elegida concejala del pueblo a sus 95 años.
Casi nada más entrar al pueblo una amiga «de toda la vida» nos conduce hasta su casa en un par de minutos y tras subir varias de las cuestas características del pueblo. Charito pasea y observa las macetas de flores que ha puesto frente a su vivienda, en una especie de plataforma en la que ha colocado sillas y una mesa. Allí es donde confabulan y se reúnen las siete mujeres, con Charito a la cabeza, que forman Abuelas por Patones, la candidatura que el pasado domingo logró 49 votos y una edil en las elecciones al Ayuntamiento del pueblo, formado por Patones de Arriba y de Abajo.
«Ya llevábamos tres años pensándolo, hasta que nos hemos decidido. Somos amigas de toda la vida, la más joven tiene 63 años», ríe Charito, que desgrana su programa electoral en dos propuestas concretas: construir un parking para los turistas que visitan el conocido pueblo los fines de semana y ampliar la residencia de ancianos que hay en Patones de Abajo. «Muchas abuelas y abuelos acaban en residencias sin ver a familiares, pero en residencias que a veces no están en sus propios pueblos. Yo no quiero que eso pase aquí».
Las personas mayores forman parte de su discurso porque a sus 95 años, recién cumplidos el pasado mes de abril, tiene constancia de una cosa: «A las abuelas no nos escuchan y nos tienen que empezar a oír». Así responde a la pregunta sobre el motivo que ha llevado a estas mujeres a presentar una candidatura propia. Los comicios del pasado domingo, en los que votó el 100% de vecinos (447) han configurado un consistorio formado por 5 concejales del PSOE, que gobernará como ya hizo la pasada legislatura, uno del Partido Popular y otro más de Abuelas por Patones.
Las tres formaciones ya han hablado y han coincido en ir «de la mano» los próximos cuatro años, explica Charito, bilbaína que lleva 55 años viviendo en el pueblo. La mujer asegura que, entre sus expectativas, no se encontraba la de ser alcaldesa y que siendo concejala ya está «muy orgullosa» de lo que han conseguido. «Todavía no lo hemos celebrado, pero lo haremos», anuncia al tiempo que aplaude que «todo el mundo esté hablando de Patones» y haya estado estos días en la agenda mediática. Por su casa, de hecho, han pasado más de 70 medios de comunicación.
«Todavía hay que seguir peleando»
Las «abuelas», como ella las llama, vuelven a ocupar parte de la conversación y la nueva concejala de su pueblo reitera que no son tenidas en cuenta lo suficiente. «Las abuelas no solemos pintar nada, cuando damos todo. Cuidamos a los nietos y a las familias enteras, en realidad. La puerta de la abuela siempre está abierta, pero lo cierto es que la sociedad no lo reconoce», lamenta. De hecho, se calcula que en España una de cada cuatro personas mayores (la mayoría mujeres) cuida habitualmente de sus nietos.
Charito, que ha enseñado su casa a todos los periodistas que han querido acercarse a ella, ofrece café para amenizar la conversación al tiempo que habla de la igualdad entre hombres y mujeres. Ella, que tiene cuatro hijos varones, apunta a que los avances de los últimos años son palpables y «se ve que hemos mejorado a pasos agigantados», dice agarrada al bastón que le ayuda a caminar por las empedradas calles de Patones. Sin embargo, «todavía hay que seguir peleando. ¿Por qué vamos a ser desiguales?», se pregunta. Habla de la brecha salarial, aunque no le pone nombre: «Ya es hora de que en los trabajos paguen lo mismo a ellas que a ellos. Es que no hay justificación para que haciendo los mismos trabajos, con las mismas carreras y en las mismas oficinas… que a uno le paguen más que a otra».
La nueva concejala de Patones rompe esquemas y su caso está revestido de un tono simbólico que traslada con sus reflexiones sobre la política y la presencia de las mujeres en el ámbito público. «Las mujeres hemos estado menos en política porque hemos estado en casa haciendo las tareas. El hombre estudiaba y trabajaba y nosotras teníamos que prepararles para ello». Bromea incluso diciendo que si ahora tuviera hijas, «irían antes al colegio que ellos» y se imagina qué pasaría si en vez de 95 años tuviera unas décadas menos. «Si volviera a nacer saldría a trabajar fuera, ¡anda que iba yo a quedarme en casa! Por otro lado, nunca se nos ha pagado un salario por ello. ¿Tu sabes lo que es tener un trabajo que te ganas tú y no estar todo el día fregando cacharros? ¡Es como si fuera nuestra obligación!».
Poli y Carmen aparecen entonces en escena. Son dos de las Abuelas por Patones y justo las dos vecinas, una a cada lado, de Charito. Las tres se quedan conversando, riéndose y celebrando su ‘salto a la política’: «Anda que no iba a cambiar yo si vuelvo a nacer…», medita Charito.
El consumo televisivo español ha registrado en 2018 su peor dato de la década, con una pérdida de 604.000 espectadores en prime time en solo un año
El retraso sistemático del horario estelar, que se sitúa cada vez más cerca de las 23 horas, propicia una fuga de televidentes que también tiene su efecto en el mercado publicitario: los minutos de oro se los llevan, salvo excepciones, formatos de otras franja y no las ofertas que concentran las máximas inversiones de las cadenas
Este escenario, diferente al de los mercados internacionales, brinda una oportunidad de oro a las plataformas, cuyos abonados consumen menos televisión lineal que el resto de la audiencia
Los españoles ven cada vez menos la televisión. Esta es la conclusión principal del primer Informe Geca, un estudio presentado por la consultora audiovisual que arroja luz, y datos, sobre una transformación del consumo televisivo que debería abrir al menos un debate en las principales cadenas.
Históricamente, España es uno de los países en los que se ve más televisión en el mundo, pero su curva de consumo está sufriendo fisuras en los últimos tiempos hasta llegar a un punto susceptible de análisis.
El peor dato de consumo televisivo de la década
En 2018 se ha registrado el peor dato de consumo televisivo de la década, con una media diaria de 3 horas y 48 minutos por espectador. Esto supone 20 minutos menos que en 2012, cuando se alcanzó el récord histórico gracias al aumento de la oferta con la puesta en marcha de la TDT.
Este descenso, no obstante, afecta principalmente al prime time. El horario estelar ha perdido la barrera de los 16 millones de espectadores totales, alcanzando su mínimo de los últimos diez años. En solo 6 años, la franja que concentra las grandes inversiones publicitarias ha perdido más de 1.400.000 espectadores. 604.000 de ellos, casi la mitad, se han ‘fugado’ entre 2017 y 2018, lo que supone el descenso más pronunciado de la historia.
Además, según datos de Kantar, el apagado de los dispositivos se produce cada vez más temprano, en torno a las 22:45 horas, provocando preocupación en el sector publicitario y suponiendo una oportunidad de oro para las plataformas bajo demanda.
¿Por qué España es diferente al resto del mundo?
El de España es un caso aislado en la televisión mundial, pues las particularidades del modelo de programación de las cadenas nacionales no se encuentran en ningún otro país. Este descenso en el consumo televisivo está propiciado principalmente por la transformación de las parrillas, según determina el citado informe.
Retraso sistemático del prime time
La oferta estelar ha ido retrasándose de forma sistemática en España a espaldas de los hábitos de sueño de los espectadores. Actualmente el prime time está fijado a las 22:49 horas, una hora más tarde que cuando surgieron las televisiones privadas a principios de los noventa y 34 minutos después de donde estaba establecido hace apenas diez años.
El debate sobre la hora de inicio y de fin del prime time se ha puesto sobre la mesa en numerosas ocasiones, tanto por parte de medios como de profesionales del sector. También se ha pronunciado sobre ello el sector médico, pidiendo adelantar las ofertas estelares y ajustarse al resto de Europa. Sin embargo, ninguna de las cadenas principales ha querido tomar la iniciativa de manera contundente.
El access prime time marca los tiempos
Este retraso sistemático en el prime time time tiene su origen en el access, una franja concebida como antesala de la oferta estelar que actualmente es en la que se concentran los picos de consumo.
Formatos como El Informal, Camera Café, Escenas de matrimonio e incluso El Hormiguero y El Intermedio nacieron con la misión de aguardar a que acabara el informativo líder y ejercer de «sala de espera» para los espectadores antes de la gran emisión de la noche, la de prime time.
Sin embargo, temporada tras temporada estos programas se han hecho fuertes hasta el punto de ser ellos los que marcan los tiempos de la noche. Este es un hecho insólito en la televisión mundial, pues las grandes ofertas (talent shows, concursos, realities y series) dan comienzo casi 15 minutos después de alcanzarse el pico máximo de consumo del día.
Así, vemos como diariamente los minutos de oro se los llevan dos formatos de otras franjas, Pasapalabra y El Hormiguero, y no las ofertas que concentran las máximas inversiones de las cadenas. El concurso que presenta Christian Gálvez ha acumulado el 50% de los minutos más vistos de la temporada 2018/19, mientras que el show de Pablo Motos se ha llevado el 17.1%.
De igual forma, los rankings de programas más vistos del día están acaparados por formatos que arrancan sobre las 22 horas, «penalizando» a las ofertas estelares que dan comienzo casi una hora después.
Por contra, a escala internacional, la lógica televisiva impone que las ofertas estelares arranquen poco antes del pico de consumo, con el objetivo de ser ellas las que aprovechen al máximo esa gran concentración de espectadores.
Trasvase de la audiencia a las plataformas bajo demanda
Las plataformas de streaming y contenido bajo demanda están modificando los hábitos de consumo en los principales mercados televisivos del mundo. Sin embargo, a su propio atractivo y empuje se suman las particularidades del mercado español, que brindan una oportunidad de oro para asentarse.
Los tardíos arranques de las ofertas estelares ya mencionados provocan que un número elevado de espectadores opten por cambiar el directo por el diferido, y organizar su propia programación a la carta. Según Kantar, un 26.7% de hogares españoles está abonado a Netflix o HBO, mientras que un 20.6% tienen Movistar+.
Aunque la audimetría todavía no maneja datos precisos sobre los datos de consumo de las plataformas, sí que permite conocer que los que están suscritos a estos servicios consumen menos televisión lineal que el resto de la audiencia. Esto explicaría la notoria pérdida de espectadores del prime time en el último año.
Según el citado estudio, los abonados ven 58 minutos menos de televisión lineal al día que el resto de espectadores. Estos niveles son aún más significativos entre los jóvenes de 13 a 24 años, que no dedican siquiera hora y media a las ofertas tradicionales.
La TV lineal no muere, pero sí se resiente
Este panorama no evidencia la muerte de la televisión lineal ni supone una visión apocalíptica del futuro. La TV sigue teniendo el potencial único de generar eventos de concentraciones muy elevadas de espectadores difícilmente alcanzables por cualquier otro medio.
Sin embargo, sí pone de manifiesto una tendencia descendiente que puede tener solución si se piensa en el espectador y se organizan bloques de programación consensuados y coherentes que no obliguen a la audiencia a aguantar hasta altas horas de la madrugada.