Archive for the ‘literatura’ Category

Más falso que Judas o ir de Herodes a Pilatos: la Semana Santa y la lengua española

9 May, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 4 abril 2023 16:45 CEST

Autoría

  1. Manuel Casado Velarde Catedrático emérito de Lengua Española, especializado en análisis del discurso, innovación léxica, Lexicología y Semántica del español, Universidad de Navarra

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Todo lo que forma parte de la vida, creencias y afanes de las sociedades humanas acaba por dejar huella en sus lenguas –“la lengua es el archivo de la historia”, escribió el filósofo y poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson– y afectar a los modos de expresarse sus hablantes y de estar “instalados en el mundo”, por decirlo con palabras de Martin Heidegger.

La temprana evangelización de los habitantes de Hispania, cuyo comienzo se remonta a la época apostólica (siglo I de nuestra era) –pensemos en Santiago el Zebedeo y, posiblemente, también en san Pablo–, tuvo repercusiones de gran calado en las diferentes manifestaciones de la actividad lingüística, ya sea creando palabras nuevas, o bien dando nuevos significados a las ya existentes.

Las nuevas realidades evangélicas

De entrada, hubo que empezar denominando las nuevas realidades que anunciaba el mensaje evangélico: Mesías o Cristo, apóstol, obispo, bautismo, misa, domingo, pascua, iglesia, penitencia, ángel, demonio, cementerio

La antroponimia, con los nuevos nombres de pila (bautismal, por supuesto) que se fueron difundiendo, experimentó un vuelco importante, e incluso la misma toponimia: nombres de ciudades como Santiago o Santa Cruz, Santa Fe, San Juan, San José, San Francisco, San Antonio, Los Ángeles, La Paz, luego trasplantados a América.

Apenas hay esfera de la vida en la que no haya dejado su impronta, y no solo a través del idioma, la fe y el modo de vivir de los cristianos: calendario, festividades y vacaciones, edificaciones, saludos y despedidas, patronos, romerías, gastronomía, etc.

Refranero de origen cristiano

Y, como no podía ser menos, los personajes y acontecimientos de los libros sagrados –tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento– pasaron a formar parte del acervo idiomático de andar por casa.

Por citar solo a personas o hechos asociados con las conmemoraciones que se celebran en estos días, sirvan de ejemplo comparaciones emblemáticas como ser alguien más falso que Judas, llorar como una Magdalen_a o estar más alegre o contento que unas pascuas; enunciados o frases como andar o ir de Herodes a Pilatos (ir de mal en peor en un asunto), lavarse las manos (como el gobernador romano recién citado), estar hecho un ecce homo, armar o montar el cirio, beber o apurar el cáliz, ser _alguien un cirineo (persona que ayuda a otra en algún trabajo penoso), o un Barrabás (persona mala, traviesa, díscola), hacer una barrabasada; vocablos como Dolorosa, resurrección, hosanna, aleluya, escriba, fariseo; o interjecciones como ¡por los clavos de Cristo! o ¡santas pascuas!

Los dolores y la cruz

Para referirnos a lo que se nos hace costoso o nos produce dolor, la lengua española proporciona frases que incluyen expresiones como Calvario o Gólgota, Getsemaní, vía crucis y calle de la amargura.

Sólo para la palabra cruz, el Diccionario común de las Academias de la lengua registra más de cuarenta expresiones o locuciones.

El rótulo latino de la cruz (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum), reducido a las iniciales inri –la madre de todas las siglas que vendrían a lo largo de los siglos, en particular en estos siglos de siglas en que vivimos–, campa en la difundida locución para más (o mayor) inri.

¿A quién no le resultan familiares los nombres de Emaús, Pilatos, Verónica, Nicodemo o José de Arimatea?

Algunos de los nombres que protagonizan los relatos bíblicos de estas celebraciones pascuales se encuentran incluidos como nombres comunes en los diccionarios de la lengua. Así, por ejemplo, herodes es un “hombre cruel con los niños”, judas es un “hombre alevoso, traidor”, magdalena es una “mujer penitente o arrepentida de sus pecados” y verónica se emplea metafóricamente para un lance del toreo.

Conocer la historia y la religión

Preocupan, con razón, las carencias en la competencia lingüística de los jóvenes. No hace falta que, de pascuas a ramos, nos lo recuerden los informes PISA u otros similares. Es posible, en cambio, que nos cause menos desazón la ignorancia de las raíces y tradiciones de nuestra cultura y civilización.

Pero no se puede separar la lengua y la cultura; la civilización y el idioma que le ha servido de cauce expresivo durante siglos. En los países occidentales de tradición judeocristiana, no conocer los valores que han configurado su vivir durante siglos se traduce en inhabilidad lingüística. Lo mismo ocurre con el inmenso y rico mundo de las bellas artes (arquitectura, escultura, pintura, música, literatura), que se torna opaco, en buena medida, cuando se desconocen los referentes que venimos comentando.

¿Más motivos para ponderar la importancia del conocimiento de la historia y de la religión? Otro gallo catará, o cantaría, por emplear una expresión más, tomada de las celebraciones de la Semana Santa, si se atendieran mejor los contenidos (y no solo las destrezas y habilidades) en las enseñanzas secundarias.

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Luis Felipe Torrente

Sí a los libros ‘molestos’: la lectura debe ser crítica desde la infancia

29 abril, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 26 marzo 2023 22:17 CEST

Autoría

  1. Claudio Moyano Arellano Doctorando y Profesor en el Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Valladolid, Universidad de Valladolid
  2. Sara Molpeceres Arnáiz Profesora del Área de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Universidad de Valladolid

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En los últimos tiempos parece que está extendiéndose la idea de que la ficción debe ser placentera y agradable, y que los valores éticos y morales de los textos deben ir en consonancia con las convicciones actuales.

No obstante, la literatura tiene que molestar para hacer pensar al lector. Tiene que resultar incómoda, tanto en su forma como en su fondo, para que quien esté ante ella se vea, en ocasiones, obligado a parar, levantar los ojos del libro y reflexionar acerca de lo que está leyendo.

Las obras que reafirman los valores de la comunidad son, ciertamente, importantes, pero no son menos relevantes aquellas que importunan al ciudadano y lo enfrentan contra otros sistemas de creencias, que sin duda le harán dudar y cuestionarse sus propios principios.

Un debate en el mundo angloparlante

Aunque posteriormente, y debido al enorme revuelo mediático provocado, dieron marcha atrás, la decisión de la Roald Dahl Story Company –cuyos derechos eran adquiridos por la plataforma de streaming Netflix en septiembre de 2021– y Puffin Books de reescribir algunos fragmentos de libros tan icónicos del escritor británico Roald Dahl como Matilda o Charlie y la fábrica de chocolate fue uno de los ejemplos más recientes de esta corriente que considera que los libros infantiles han de ser ejemplares o, como mínimo, correctos en los valores que transmiten.

Los responsables de la decisión explicaron que las obras de Dahl, escritas en su mayoría entre los años cuarenta y noventa del siglo XX, no reflejan los valores que hoy se consideran adecuados, de lo que se concluye que no deben aparecer en las lecturas destinadas al público infantil y juvenil.

De este modo, por ejemplo, la protagonista superdotada Matilda ya no aparecía leyendo a Kipling o a Conrad, sino a Jane Austen, y los icónicos Oompa Loompas serían descritos no como “hombres pequeños” sino como “personas pequeñas”.

Censura y bondad

Para confundir más aún la cuestión, algunos de los críticos con la decisión de Puffin Books no lo han hecho con el acierto esperado. Por ejemplo, Salman Rushdie, que afirmaba: “Roald Dahl no era un ángel, pero esto es una censura absurda”. Con esta afirmación, a pesar de querer romper una lanza a favor de Dahl, ahonda en la misma impostura de querer vincular bondad con ficción literaria. Aludir a la propia biografía del escritor supone que autores polémicos en lo personal no pudieran haber escrito obras que hoy consideramos sublimes y pertenecen a nuestro canon literario.

Más allá de considerar la oportunidad de esta decisión, que en el panorama editorial español, según ha afirmado la editorial Santillana, no se va a replicar, lo interesante es la reflexión que podemos hacer desde la Filología y la Teoría de la Literatura sobre si la ficción ha de ser ejemplar, si deben leerse solo novelas acordes a los valores que hoy se consideran válidos y apropiados. Además de qué novelas leer, la reflexión nos obliga a considerar, sobre todo, cómo debe leerse una ficción.

Dahl, a los 72 años, firmando libros en Amsterdam, Países Bajos, en octubre de 1988. Wikimedia Commons / Rob Bogaerts / Anefo

¿Qué novelas merecen ser leídas?

Leer algo que defiende valores distintos a los nuestros nos obliga a articular una justificación que nos explique a nosotros mismos por qué nuestros valores son mejores. En España, autoras como Marta Sanz y Belén Gopegui, entre otros escritores, llevan trabajando en esta idea durante largo tiempo, tanto desde la literatura considerada para adultos como desde la literatura infantil.

Al defender la legitimidad e importancia de los textos incómodos, surge una cuestión fundamental: cómo leer dichos textos ficcionales. En este sentido, parece claro que ya desde la infancia y la adolescencia debe primar una lectura crítica de todos los libros, un proceso que permita que el lector reflexione, tanto desde su propia singularidad, como a través de la guía de sus padres y profesores.

Interpretar y ubicar

La lectura no es un acto independiente de la interpretación: no es otra cosa lo que conocemos como hermenéutica. Al confrontarnos con textos de otros momentos, que reflejan otros valores, la solución no es obviarlos, ni censurarlos, sino ser capaces de ubicarlos y entenderlos dentro de su contexto.

Solo este proceso de comprensión e interpretación adecuadas de los textos literarios permite extraer una lección fundamental, que debe aprender el lector cuanto antes si quiere desarrollarse plenamente dentro de su comunidad. Esta enseñanza consiste entender que los valores que hoy respetamos y consideramos válidos no lo han sido siempre y, por tanto, nada impide que en el futuro puedan sucumbir ante opciones políticas autoritarias.

La lectura de textos en los que se perciben diferentes sistemas de valores, e incluso con creencias que hoy no consideramos aptas, nos permite entender cómo los derechos y libertades que hoy disfrutamos no siempre han sido reconocidos como tales y cómo, por ello, es de enorme importancia formar ciudadanos críticos que reaccionen ante potenciales riesgos que pueda sufrir nuestra democracia.

Porque, hoy lo sabemos, el progreso no siempre implica necesariamente avance y, por ello, trabajar una lectura crítica cuanto antes, desde la infancia y la juventud, se convierte en una exigencia fundamental de nuestros tiempos.

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Lucía Caballero

Jefa de Edición / Editora de Medio Ambiente y Energía

Ian Gibson: «Las derechas de este país no aceptan la criminalidad del régimen franquista»

18 abril, 2024

Fuente: http://www.infolibre.es

El hispanista y biógrafo Ian Gibson durante la entrevista.
El hispanista y biógrafo Ian Gibson durante la entrevista. IL

Álvaro Sánchez Castrillo

19 de marzo de 2023 19:55h

Actualizado el 20/03/2023 06:00h

@AlvaroSanCas

Si a algo se ha dedicado Ian Gibson (Dublín, 1939) desde hace décadas es escribir sobre vidas ajenas. Lo ha hecho con la de Federico García Lorca, Antonio Machado, Salvador Dalí o José Antonio Primo de Rivera. Pero ahora le ha tocado a él ser el protagonista. Un carmen en Granada (Tusquets, 2023) es quizá la historia más difícil que le ha tenido que contar en su larga trayectoria. La obra es un recorrido por la vida del escritor a través de sus recuerdos. Y también un autorretrato que muestra al hispanista como «un ser obsesivo empeñado en que todos los demás lo admiren» y perseguido por mil demonios. Su libro más íntimo con el que pretende poner punto y final a su etapa como biógrafo: «Habiendo contado la historia de gente tan fundamental para mí pensé que tenía que terminar con esto explicando un poco cómo llegué hasta aquí».

Gibson se entrevista con infoLibre en una terraza de bar en el madrileño barrio de Lavapiés, donde vive atrapado por el amor a la multiculturalidad. Es una mañana de viernes desapacible. Sobre la mesa, un cortado, un café con leche y un chupito de Magno. Durante casi una hora, el hispanista habla sobre las memorias, que son para él una especie de «catarsis». Dibuja una infancia difícil en un ambiente marcado por un rígido puritanismo religioso, que le hizo llegar tarde al Ulises de James Joyce. Y, por supuesto, habla de Federico García Lorca, ese poeta granaino que le dejó hipnotizado con su Romance de la luna, luna a finales de los cincuenta. Tanto que durante la investigación sobre su muerte estuvo a punto de cometer alguna locura. Hoy, le persigue el hecho de que siga desaparecido: «Yo, como millones de personas, quiero saber dónde están los restos de Lorca», reclama.

¿Escribir una autobiografía supone poner punto y final a su etapa como biógrafo?

Yo creo que sí, que es el final de una larguísima etapa de mi vida. Habiendo contado la historia de gente tan fundamental para mí, como Lorca, Machado o Dalí, pensé que tenía que terminar con esto explicando un poco cómo llegué hasta aquí.

¿Es más sencillo escribir sobre los demás que sobre uno mismo?

En mi caso ha sido muy difícil. De hecho, creo que este libro no podría publicarlo en inglés porque hay cosas que cuento de mi familia que son muy duras, relatadas con cierta crudeza, y aún tengo familiares que viven. Por eso, y aunque he tratado de ser justo, casi te diría que tengo algo de remordimiento por haber traicionado, por ejemplo, a mi hermano. Tengo derecho a contar, pero tampoco quiero herir.

En sus memorias, usted retrata a un Ian Gibson “obsesivo, empeñado en que todos los demás lo admiren” y perseguido por mil demonios. ¿Cuánto de eso es fruto de su infancia?

Yo creo que todo, al final cada uno viene de su infancia. [William] Wordsworth, el poeta británico, dijo aquello de «el niño es padre del hombre», algo que [Sigmund] Freud entendió fabulosamente. En mi caso, yo no digo que no hubiera momentos felices en mi infancia, pero no fue fácil. Mientras mi hermano era una estrella al que mi madre tenía en un altar, yo, cinco años más pequeño que él, no encontraba talento alguno. Contar todo lo que cuento es duro, pero vi la necesidad de sacarlo fuera como una especie de catarsis. Y yo creo que está teniendo ese efecto porque presentar este libro ante el público me pone muy nervioso.

¿Más que con otros?

Sí, yo he dado mil conferencias y nunca me he sentido así de nervioso.

¿Cuánto del Joyce que escribió ‘Ulises’ y cuánto del Alonso Quijano de Cervantes hay en Ian Gibson?

Mucho. Al Joyce profundo llegué con tardanza. Es cierto que había leído Retrato del artista adolescente y, obviamente, Dublineses, pero Ulises era una obra que no conocía porque estaba proscrita en la Irlanda de los años cincuenta. Yo, por aquel entonces, conseguí un ejemplar bajo cuerda y, cuando empecé a leerlo, me di cuenta de la heroicidad de Joyce y de la gran importancia que para mí tendría el libro.

Este libro es el final de una larguísima etapa de mi vida

En cuanto a Cervantes, puedo decir que si España sólo hubiera producido El Quijote su contribución a la cultura, a la civilización mundial, ya estaría hecha. Influyó también mucho en mí el darme cuenta de que el héroe de la literatura española era un hombre en busca de aventuras. Cuando yo vine por primera vez a España en tren y crucé toda la meseta, viendo la inmensidad del paisaje, ese «ancha es Castilla», recuerdo que pensé: esto es para mí.

Cuenta que en 1957 su vida cambió por completo. Por entonces, usted estaba leyendo Ulises, de James Joyce. Pero, de pronto, se topa con un tal John E. Doyle. ¿Por qué ese nombre es tan importante para usted?

Por aquel entonces, yo estaba en mi segundo año en Trinity College, después de un primero dedicado a la gramática española y completado con un curso de verano aquí para aprender un poco más el idioma. Un día, en una librería de ocasión, Eason’s, vi una hilera de libros en español que alguien había vendido. Entonces, cogí un tomo, encuadernado en verde y que aún conservo en mi archivo, que contenía tres obras encuadernadas juntas: Cántico, de Jorgue Guillén; Seguro Azar, de Pedro Salinas; y Primer romancero gitano, de Federico García Lorca. Iban firmados por un tal John E. Doyle, que luego resultó ser profesor en la Universidad de Dublín, en la católica.

Entonces, comencé a leer el Romance de la luna, luna, de Lorca. Por entonces, yo ya había leído algunos romances de Rubén Darío, pero aquel descubrimiento fue definitivo. Yo noté en él algo familiar, una vinculación con la literatura irlandesa en lo relativo a la cosa telúrica, la cosa de la tierra. Y era tremendo porque había palabras que ni siquiera conocía. Me llamó la atención de una forma tremenda, esa luna que se materializa como bailarina mortal y ese niño hipnotizado por la luz de la luna.

Y fue entonces cuando usted quedó hipnotizado con Federico García Lorca

Sí, y sigo hipnotizado. Es un poeta misterioso. Todo en él es misterio y nunca llegaremos al fondo del pozo. ¿Quién fue? ¿Desde dónde llegó? Un niño que nace en un pueblo de la Vega de Granada con dones incomparables. Eso sí, en el seno de una familia también excepcional, lo que nos hace volver a esa frase de Wordsworth: «el niño es el padre del hombre». Toda su familia era musical, donde cada uno, sin haber aprendido nada, tocaba la bandurria, el violín, el piano.

A mediados de los sesenta, viene a España con la idea de terminar su tesis sobre la primera etapa de Lorca. Pero, al final, se termina convirtiendo en un detective que indaga sobre su asesinato. ¿Era sencillo investigar eso por aquel entonces?

Mi proyecto inicial no era hacerlo, porque yo estaba obsesionado con el aspecto telúrico de su obra a raíz de mi primera lectura de Romance de la luna, luna. Mi tesis, por tanto, iba a ir sobre las raíces de la obra lorquiana y sus primeros escritos. Sin embargo, durante ese tiempo fui conociendo en Granada intelectuales republicanos represaliados, que se reunían en el bar El Suizo, y que me empezaron a contar lo que había pasado en la ciudad. Un día, recibí información sobre los últimos días de Lorca, los fusilamientos, el horror… Y decidí aplazar mi tesis para empezar una investigación sobre lo ocurrido.

Indagar entonces sobre las circunstancias de la muerte de Lorca era muy peliagudo

Mucha gente era reacia a hablar del tema, tenían miedo a ser denunciados. Por aquel entonces, Lorca no estaba del todo proscrito, su obra había salido con el beneplácito de Francisco Franco porque se llegó a un acuerdo con la familia sobre los derechos de autor. Es decir, se podía hablar de él. Ahora, indagar sobre las circunstancias de su muerte era muy peliagudo para la gente que hablaba conmigo. Por eso yo iba con mucho cuidado para no implicar a nadie.

¿Cometió alguna locura, o estuvo a punto de cometerla, durante su investigación?

Cuando yo descubrí que en la oficina del cementerio [de Granada] tenían un libro con el registro de todos los fusilamientos que se habían producido en la zona, con los nombres y aquellos eufemismos relativos a la causa de la muerte, elaboré un plan, nunca realizado, para robarlo [risas]. No quería que aquel registro se destruyera. De hecho, cuando salió mi trabajo en 1971, aquel libro desapareció. Sin embargo, no se llegó a destruir, porque el falangista [Eduardo] Molina Fajardo reprodujo algunas páginas en su libro póstumo Los últimos días de García Lorca.

Si quiere, le refresco la memoria con otro. Usted llegó a crear una identidad falsa…

Sí [risas]. Como yo hablaba francés, creé una tarjeta de visita falsa a nombre de Michael Grosjean, catedrático de Botánica. Fui con una de ellas a la Comandancia Militar porque alguien me había dicho que allí tenían unos mapas fenomenales de toda la zona de Víznar, un entorno que quería conocer bien físicamente porque allí es donde se llevaron a cabo los fusilamientos masivos de rojos. Les expliqué que era catedrático, que había unas plantas muy raras en la zona y quería hacer una investigación sobre ellas. Y me dieron los mapas [risas].

Durante años, ha podido charlar con personajes que estuvieron presentes en los últimos momentos de vida de Federico. ¿Cree que alguno de ellos contó menos de lo que realmente sabía?

Probablemente. Estamos hablando de 1965, con una dictadura y una policía brutal, la gente tenía mucho miedo, por eso creo que a veces no me contaban toda la verdad. Yo creo, de hecho, que hay mucho que aún no sabemos. Entonces, el problema estaba en conseguir documentación original. Era muy complicado conseguir algo seguro, convincente.

¿El que no se haya localizado aún el cuerpo de Lorca es algo que le persigue?

Claro que me persigue. Yo creo que no se ha buscado bien en toda la zona del parque de Alfacar. Yo estoy convencido de que Manolo El Comunista, cuando me indicó el lugar del enterramiento, no me mentía: el olivo, el barranquillo. Él estaba convencido de que era allí, lo cual no quiere decir que no pudiera estar equivocado y que estuviera realmente en otro olivo cercano.

Pero luego vino la revelación de Ernesto Antonio Molina, exvicepresidente segundo de la Diputación de Granada, que dijo que cuando hicieron el parque aparecieron huesos muy cerca del olivo que fueron metidos en un saco y puestos en otro sitio del parque. Desde entonces, este hombre no ha querido aclarar nada. Tiene que seguir investigándose, haciéndose una búsqueda completa en esa zona, con georradar. Y espero que se haga, porque yo, como millones de personas, quiero saber dónde están los restos de Lorca.

A lo largo de sus memorias, su hermano se perfila como un personaje central. ¿Cree que su orientación sexual le influyó a la hora de dedicar más de media vida a la figura del poeta?

Estoy convencido de que sí. En mi familia, fue tremendo el hecho de conocer que mi hermano era gay, igual que lo fue en la de Lorca. Fíjate, cuando su hermano Francisco publica en 1980 Federico y su mundo no figura ni una sola vez la palabra homosexual, algo que es tremendo. Entonces, tener un gay en la familia era un baldón.

Cuenta que cuando usted visitó España en el verano de 1957 le llamó la atención un monumento cargado de banderas de España, águilas negras, yugos y flechas. Hoy, ese monumento sigue en pie en aquel cementerio. ¿Por qué resulta imposible cerrar de una vez aquel terrible capítulo de la historia de España?

Las derechas de este país, por desgracia, no aceptan la criminalidad del régimen franquista, cuando no les debería resultar tan difícil hacerlo si son católicos, donde lo principal es el amor al prójimo. Y si ellos no son capaces de asumir eso estamos perdidos. No es tan difícil: ocurrió, lo sentimos mucho, nosotros no somos asesinos, hay que desenterrar a los muertos. No puede decirse que esto último suponga reabrir heridas porque nunca se han cerrado. Los viejos se van muriendo sin ver el hueso de su padre. Y eso a mí me duele.

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Dice que la situación política española le preocupa hondamente. ¿Qué es lo que le inquieta?

Yo, si soy algo, es socialdemócrata. Y quiero un centro razonable. Centro derecha o centro izquierda, pero centro, moderación y diálogo. Por favor, dialoguemos. Te escucho, pondero tus palabras, me escuchas y si por el camino podemos llegar a un acuerdo, perfecto.

El que no se haya localizado el cuerpo de Lorca es algo que me persigue

Me preocupa que algunas personas o partidos tampoco sean capaces de asumir que España es un país mestizo, con mezcla de sangres. Por eso, cada vez que tengo oportunidad, como ahora, le digo a Santiago Abascal que se haga un test de saliva porque se ve que es más moro que el rey Boabdil de Granada. Y me parece estupendo, no hay ninguna vergüenza. Por eso, no me gusta cuando se dice que esto va a ser un «estercolero multicultural». Primero, el estiércol es muy útil, fertiliza. Y en cuanto a la multiculturalidad, yo quiero una España así, ¿dónde está el problema?

Ian Gibson, el irlandés que relató las vidas de Lorca, Dalí, Buñuel y Machado, cuenta ahora la suya

29 marzo, 2024

Fuente: http://www.eldiario.es

El hispanista Ian Gibson fotografiado en su casa de Lavapies, en Madrid, el pasado mes de diciembre
El hispanista Ian Gibson fotografiado en su casa de Lavapiés, en Madrid, el pasado mes de diciembre Olmo Calvo

Miguel Ángel Villena

19 de marzo de 2023 21:57h Actualizado el 24/03/2023 09:38h

Tiene toda su miga que el mejor biógrafo de grandes de la cultura española del siglo XX como Lorca, Dalí, Buñuel o Machado sea un irlandés. Se llama Ian Gibson (Dublín, 1939) y es un tipo simpático y afable, de mirada inquieta tras sus gafas, curiosidad infinita y una gran pasión por España, un país que define como “el más complejo de todo Occidente”. A punto de cumplir 84 años Gibson observa la vida y los pájaros —es muy aficionado a la ornitología— desde un quinto piso en el corazón del barrio madrileño de Lavapiés, donde reside desde hace 14 años.

Charlie Watts, el baterista tímido y elegante que marcó el ritmo de los Rolling Stones

La elección de ese vecindario abigarrado y multicultural encaja a la perfección con su visión y defensa de una España culta, mestiza y tolerante. Tras dedicarse durante más de medio siglo a investigar y escribir sobre aquellas personalidades de la cultura española, Ian Gibson ha creído llegado el momento de convertirse en protagonista de un libro. Así las cosas, acaba de publicar Un carmen en Granada. Memorias de un hispanista dublinés (Tusquets) que ganó el prestigioso premio Comillas que convoca esta editorial.

Este antiguo profesor de francés y español, que llegó a Granada en los años sesenta para estudiar las obras literarias de juventud de Federico García Lorca, quedó ya atrapado para siempre en los misterios de la vida y muerte del poeta español más universal. Gibson sabe que forma parte de una rica tradición de hispanistas anglosajones que abarcan desde viajeros del siglo XIX como Richard Ford a historiadores como Hugh Thomas, Gabriel Jackson o Paul Preston sin olvidar a un Gerald Brenan, autor de un libro imprescindible: El laberinto español.

En este sentido, conviene ser precisos y hablar de autores anglosajones porque la pregunta que más odia Ian Gibson, como buen irlandés, es cuando alguien le aborda con la siguiente frase: ¿Es usted Gibson, el famoso hispanista inglés? Ríe y asiente para añadir a continuación que, en ocasiones, también lo confunden con su amigo Preston. En cualquier caso, estas anécdotas ofrecen una clara medida del peso que han tenido los hispanistas anglosajones en el estudio de la historia contemporánea de este país. No obstante, Gibson cree que se exagera un poco esa influencia. “No pienso”, señala, “que exista más interés o se publiquen más libros sobre España que sobre Italia en los países anglosajones. Quizá los hispanistas han sido o hemos sido más exhibicionistas o hemos tenido más repercusión en los medios”.

Un género difícil en España

Apasionado de las biografías y autor de libros esenciales sobre Federico García Lorca (1987), Salvador Dalí (1998), Antonio Machado (2006) y Luis Buñuel (2013), Gibson no acierta a explicar las carencias de la literatura española en los géneros memorialistas. Acude a su admirado Brenan, que opinaba que los españoles eran muy puritanos y solían guardar los secretos de familia; pero añade otros puntos de vista.

“La historia de España”, avanza Gibson, “es muy conflictiva, marcada por muchas guerras y dictaduras y no resulta fácil de abordar. Por otra parte, escribir una buena biografía cuesta mucho dinero y requiere de unos grandes anticipos de las editoriales o de subvenciones. Mi biografía de Dalí costó una fortuna, tuve que viajar mucho y me ocupó durante 10 años. Hay que considerar también que un historiador no tiene por qué ser un buen biógrafo porque debe ser a la vez un autor con un estilo ágil y ameno”. Como conclusión de estas distintas actitudes ante el género biográfico, según los países, Gibson recuerda una frase que le dijo el escritor Antonio Muñoz Molina: “Pocos españoles, por no decir ninguno, se ocuparían durante varios años en estudiar la vida de otro”.

Las peripecias de este hispanista dublinés regresan una y otra vez a Granada y a Federico García Lorca. En esa línea, Gibson evoca en sus memorias el enorme miedo de la gente en Granada en los años 60, en plena dictadura; la losa de silencio sobre el autor de Bodas de sangre y El romancero gitano; la suerte de encontrar a un círculo de antiguos republicanos en el famoso Café Suizo de esa capital andaluza; su ardid para pasar por profesor de inglés de una hija de José María Nestares, uno de los militares que dirigió la represión brutal en la zona, incluida la muerte de Lorca; el tabú sobre la homosexualidad del poeta entre su familia; o, en suma, sus infinitas pesquisas, todavía sin resultado, para hallar, identificar y desenterrar el cadáver de un mito universal.

Ian Gibson tiene muy claro que Lorca significa un símbolo de los desaparecidos en todo el mundo. “Es el más famoso y el más amado de todos ellos. Por eso no comprendo las reticencias de la familia para saber la verdad. No supone una actitud morbosa saber, por ejemplo, si fue torturado, como creo que ocurrió. Como investigador solo busco la verdad”. Como tantos otros, Gibson confía en que aparezcan los restos algún día en un empeño judicial en el que persisten los familiares del maestro republicano Dióscoro Galindo y de los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, fusilados junto al escritor.

Vidas y obras inseparables

De Lorca pasó Gibson a otros dos gigantes artísticos, como Dalí y Buñuel, compañeros los tres en la mítica Residencia de Estudiantes de los años 20 y 30. Al tiempo que califica a aquella residencia, vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, como “uno de los más importantes centros educativos de Europa en la época”, el sabio irlandés afirma que aquellos tres artistas demostraron que la vida y la obra siempre caminan unidas, no pueden desligarse una de la otra.

De izquierda a derecha, los hispanistas Gerald Brenan, Gabriel Jackson e Ian Gibson en el transcurso de una entrevista, en una fotografía clavada en la pared de la casa de Gibson Olmo Calvo

Tal vez esa reflexión sirva también para la propia trayectoria de Gibson. En Un carmen en Granada narra de un modo sincero y valiente sus orígenes en una familia metodista y puritana, su gran necesidad de amor y atención, sus celos hacia su hermana pequeña a la que intentó matar, su rebeldía de adolescente entre una madre amargada y un padre tímido y acomplejado. Gibson cierra el prólogo de sus memorias con una confesión reveladora del papel de España en su vida y en su obra. “He tratado de relatar con honestidad cómo fueron mi niñez y adolescencia (…) y sin ocultar mi lado atormentado y cobarde. Lado que España, su luz, sus gentes y sus culturas, así como mi apasionante quehacer como biógrafo, me han ayudado sin duda alguna a sobrellevar algo mejor”.

Aquel amor que Gibson añoró de pequeño lo ha recibido con creces en España y de ahí una gratitud que manifiesta a las primeras de cambio. Ha sido un autor no solo elogiado por la crítica, sino que ha tenido y tiene el apoyo de miles de lectores que han valorado sus trabajos, la mayoría de ellos escritos en español. El Gobierno socialista le otorgó la nacionalidad española en 1984 y después ha recibido premios tan relevantes como las medallas de Andalucía y de Bellas Artes.

Intelectual de izquierdas y defensor de muchas causas progresistas, no es ajeno a los mensajes de odio desde algunos sectores de la ultraderecha. “El otro día un tipo en un bar”, cuenta Gibson, “me dijo que los ingleses [sic] que veníamos a España, odiábamos este país. En fin, son hechos aislados porque siempre he sentido el cariño de la mayoría de la gente”.

Confiesa que lo pasó mal durante los meses más duros de la pandemia porque no podía pasear ni viajar, dos constantes en su vida cotidiana. Pero ahora está feliz porque sus memorias, que abarcan hasta la llegada de la democracia (“quizá habrá una segunda parte”), han supuesto de alguna manera un desahogo vital. Tenía que ‘vomitar’ algunos recuerdos y ya lo ha hecho. Agradecido a su mujer y a sus hijos por haberle permitido dedicarse en cuerpo y alma a las biografías, ya está pensando en nuevo libro, un ensayo sobre la influencia celta en la península ibérica. Un proyecto que uniría su Irlanda natal con su España de adopción.

Clásicos en el aula: otro enfoque es posible

27 febrero, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 8 febrero 2023 19:13 CET

Autoría

  1. Ana Cristina Formento Torres. Profesora asociada en la Facultad de Educación, Universidad de Zaragoza

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Conocer a los autores que forman nuestro pasado cultural y que son la base del trabajo de los nuevos escritores y artistas siempre ha sido parte de la asignatura de Literatura.

Sin embargo, actualmente, hay voces que se alzan poniendo en duda tal afirmación. Las razones son variadas pero fundamentalmente aluden a la escasa conexión que estas obras tienen con la realidad de las nuevas generaciones y también a la dificultad que encuentran muchos alumnos a la hora de comprender un texto.

De esta forma, se extiende, incluso entre algunos profesionales de la educación, la idea de eliminar dichos textos del currículum y de las recomendaciones escolares. ¿Es este el camino a seguir a la hora de formar a los estudiantes y futuros ciudadanos?

Ofrecer lo mejor de la cultura

Ofrecer a los niños y jóvenes lo mejor de la cultura universal es ofrecerles lo mejor de nuestra sociedad. Limitar su acceso no es el camino hacia la igualdad y justicia entre todos los ciudadanos. Si una sociedad avanzada es una sociedad más justa y mejor para todos, en este camino la cultura es un valor fundamental.

Nuestra misión es compartir el conocimiento y enriquecer el debate.

A medida que los clásicos se alejan en el tiempo de las generaciones que los van a estudiar, la cuestión no es si deben conocerlos, sino de qué manera se puede ayudar a su comprensión y su disfrute.

Cuando en la Enseñanza Secundaria Obligatoria y el Bachillerato se recomiendan a los alumnos lecturas que buscan iniciarles en la alta literatura, el objetivo no es machacarlos o hacerles odiar el acto de leer, sino ayudarles a que conozcan las reflexiones de otros antes que nosotros. Aprender sobre los grandes pensadores y artistas que, a su manera personal y a veces muy bella, han hablado y escrito para nosotros.

Una conexión con el pasado

La mayoría de esas palabras del pasado nos siguen interrogando hoy en día porque hablan de las mismas cosas que nos preocupan, que nos hacen pensar o que nos hacen reír y llorar.

En un aula con veinticinco o treinta alumnos, con sus diferencias, sus problemas y su historia familiar y personal, la tarea no es fácil.

La clave es cambiar la forma de hacerlo y, sobre todo, de evaluar las lecturas. Si sólo se busca examinar a la manera tradicional lo que leen nuestros alumnos, lo que se consigue es, muchas veces, lo contrario de lo que se buscaba. Es decir, que odien todo lo relacionado con la lectura.

Trabajo cooperativo en el aula

Una fórmula puede ser el trabajo cooperativo: un grupo bien organizado y entrenado que debe realizar trabajos, con la ayuda de actividades que mezclen imágenes, vídeos, explicaciones y lectura guiada. A medida que solucionan los retos progresivos que se les van planteando, consiguen entender el texto original y disfrutarlo.

El profesor trabaja desde el principio de curso, tanto en las tutorías del grupo como en la clase de Literatura, cómo pueden aprender juntos. Esta es la filosofía del aprendizaje cooperativo.

A medida que se van acostumbrando a dialogar, escuchar y realizar pequeños trabajos juntos, se va desarrollando su capacidad de resolver los retos propuestos.

Evaluar sin examen

Este aprendizaje no se puede evaluar con un examen. Para saber si los alumnos han aprendido y han conseguido avanzar tras las actividades realizadas no son necesarias las pruebas tradicionales. A medida que han ido trabajando, el profesor va recogiendo el resultado de los pasos que han ido dando.

Al final, la resolución de los retos de manera conjunta les ha ayudado a madurar, a ser compañeros y también a conocer grandes escritores. A leer lo que escribieron y entender por qué lo hicieron.

Han conocido lo que pensaban, lo que vivieron en épocas también difíciles, lo que soñaron y cómo lucharon por entender un mundo a veces tan complicado como el suyo propio.

Ese es el privilegio que nos brinda la literatura, y que debemos poner a su alcance.

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Filosofía y poesía en María Zambrano

21 febrero, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 5 febrero 2023 20:17 CET

Autoría

  1. Francisco Javier Blázquez Ruiz. Catedrático de Filosofía el derecho. Bioética e Inteligencia artificial., Universidad Pública de Navarra

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Aunque María Zambrano sea considerada por la Enciclopedia Oxford de Filosofía la figura femenina más importante del pensamiento español en el siglo XX, sigue siendo una autora desconocida en España, más allá del ámbito académico y las aulas universitarias.

De poco ha servido que le otorgaran en 1981 el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, o que la Universidad de Málaga la nombrara Doctora Honoris Causa un año después, en 1982. Tampoco que fuese la primera mujer en recibir el Premio Cervantes en 1988.

Un grupo de hombres y mujeres posan en la calle.
María Zambrano, con Ortega y Gasset (entre otros). Fundación María Zambrano

Nacida en 1904 en Vélez (Málaga), María Zambrano pudo recibir de sus padres, maestros de profesión, una educación liberal en una época en la que más de la mitad de la población permanecía lastrada por el analfabetismo. Fue una de las pocas alumnas que cursó estudios de filosofía en la Universidad Central de Madrid (la actual Complutense) y acudió a las clases de eminentes pensadores como Xavier Zubiri y Manuel García Morente. Formó parte también de la tertulia de la Revista de Occidente.

A pesar de su compromiso con la República, como su maestro Ortega y Gasset, se mostró escéptica y decepcionada ante la dinámica seguida por la política de partidos. De hecho, Zambrano prefirió la educación y la reflexión filosófica como herramientas de transformación social. Su aportación le parecía más profunda y fructífera dado que “la acción de preguntar supone la aparición de la conciencia”.

Posteriormente, en enero de 1939, inició el exilio que le llevaría a pasar años difíciles en el extranjero con estancias docentes discontinuas en países latinoamericanos y europeos como México, Cuba, Puerto Rico, Italia y Suiza hasta que regresó definitivamente a España en 1984.

La filosofía y la razón poética

Pensadora innovadora, sus obras giran en torno a la dimensión espiritual de los seres humanos, la búsqueda de principios morales y la necesidad de mantener un diálogo profundo y permanente con el entorno que nos rodea. Consideraba que el hombre es el ser que alberga dentro de sí un vacío que ha de llenar:

“El anhelo es la respiración del alma, la manifestación de la esperanza. El anhelo es como el viento que llena las velas, pero luego necesita esperanzas para avanzar. Por el contrario, la desesperanza lleva el barco a las rocas y al hundimiento”.

María Zambrano aspiraba a desarrollar una filosofía humanizada, capaz de transformar el rostro gris de un mundo que se muestra árido y a veces hostil. Buscaba un horizonte en el que las personas pudiesen recuperar el impulso de su fuerza creadora y fuese posible expresarse también de la mano de la sensibilidad, no solo desde la vertiente racional: “la cultura es el despertar del hombre”.

Entre sus obras, además de SenderosEl hombre y lo divinoEl pensamiento vivo de SénecaLa agonía de Europa y La tumba de Antígona, destaca Claros del bosque, publicada en la Revista de Occidente tras fallecer su hermana Araceli. En ella se plantea los interrogantes más acuciantes del ser humano y defiende la necesidad de una razón poética.

Esa razón poética –su principal aportación filosófica y que se diferencia de la razón meramente especulativa que ha caracterizado a la historia del pensamiento occidental– trata de reivindicar los orígenes de la filosofía griega cuando la poesía y la filosofía iban de la mano, cuando convivían y no estaban separadas. No podemos disecar –argumentaba– la vida mediante la abstracción y el uso instrumental o técnico que aporta la razón.

Esta razón poética trata de afrontar las necesidades propias de la existencia humana sin rodeos, y se torna mediadora entre la vida y el ámbito de la verdad. En la última época de su vida, su filosofía se caracterizó también por incorporar una profunda religiosidad, cercana al misticismo de San Juan de la Cruz.

Vuelta a España

Después de un exilio de 45 años, María Zambrano regresó a Madrid a la edad de ochenta años. Durante ese largo periodo mantuvo vivos vínculos emocionales e intelectuales con la realidad de España: su historia, tradiciones, esencia, sus crisis permanentes, todo lo cual se convirtió para ella en tema recurrente de sus textos escritos.

Deseaba regresar desde hacía tiempo, pero era consciente de que la experiencia del exilio había impregnado tanto el curso de su vida como el itinerario de su pensamiento: “yo no concibo mi vida sin el exilio que he vivido”.

A pesar de su estado de salud cada vez más deteriorado, María Zambrano siguió escribiendo y colaborando con diversas publicaciones. Sus reflexiones, tan lúcidas como incisivas, siguen interpelándonos desde entonces.

El mundo de hoy según Zambrano

Una mujer con abrigo y sombrero mira a cámara.
Retrato de María Zambrano hacia 1930. Fundación María Zambrano / Wikimedia Commons

Para María Zambrano vivimos instalados en la superficie, sometidos al culto de la velocidad que parece atarnos de pies y manos. Esa actitud de continuo frenesí genera una sensación de desconcierto, de extrañeza y de pérdida del sentido del mundo. El progreso económico y tecnológico va a la par de una crisis espiritual que se nutre de un empobrecimiento moral progresivo. Esa crisis del espíritu provoca malestar, tanto personal como social.

Entre tanto, el mundo ha quedado despojado del alma y nuestra vida se vuelve cada vez más impresionista y superficial. Vivimos hacia fuera, vertiendo nuestra mirada al exterior, pero no somos dueños de nosotros mismos. Por el contrario, nos mostramos cada vez más dependientes e incluso superficiales. Como consecuencia, desaparece día a día la autonomía personal y deja de cultivarse la creatividad artística. También van perdiéndose el sentimiento poético y la sensibilidad.

Tras regresar del exilio y fallecer en Madrid el 6 de febrero de 1991, María Zambrano fue enterrada en su ciudad natal, Vélez (Málaga), a la sombra de un limonero en el cementerio local, por expresa voluntad suya. Volvía a su origen, para descansar en las entrañas de la tierra andaluza que la vio nacer. Allí reposan también los restos de su hermana Araceli, a la que dedicó todos sus cuidados en los últimos años de su vida.

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Done ahora

Elena Sanz

Redactora jefa / Editora de Salud y Medicina

Baltasar Gracián: la inteligencia aplicada al liderazgo

8 enero, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 22 enero 2023 21:17 CET

Autoría

  1. Santiago Iñiguez de Onzoño. Presidente IE University, IE University

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La idea de que la dirección de empresas es filosofía en acción ha dado mucho que pensar a los expertos en gestión empresarial. Sin embargo, todavía no es una tarea fácil encontrar referencias convincentes acerca de cómo integrar pensamiento y acción, principios y desempeño, en el ámbito empresarial.

Muchos piensan que hay cierta contradicción entre el pragmatismo y oportunismo empresarial y el comportamiento ético.

Lecciones de gestión

La historia de la filosofía proporciona buenos manuales sobre el pensamiento práctico, escritos con el propósito de servir como libros de consulta, colecciones de consejos o pensamientos aplicables al quehacer cotidiano, especialmente para el ejercicio del liderazgo.

En algunos casos, son compendios de tácticas y operativas, desprovistas de cualquier componente moral, pero esta ausencia de valores es también una forma de filosofía, aunque mal vista por la mayoría. En otros casos, los valores, los principios y la intención constructiva son evidentes.

Algunos de los libros más populares de este género son: las Meditaciones del emperador romano Marco Aurelio, el Breviario del político del cardenal Mazarino, y las Máximas de François de La Rouchefoucauld.

Gracián entra en escena

Retrato de Baltasar Gracián procedente de la iglesia parroquial de San Miguel de Graus (Huesca). Wikimedia Commons

Ahora, permítanme presentarles a Baltasar Gracián, clérigo y pensador español del siglo XVII que, aunque no alcanzó la misma fama que sus colegas filósofos, desempeñó un papel influyente en la Ilustración europea.

Nietzsche lo aclamó como el autor de una de las obras de filosofía práctica más geniales de la historia. Su principal contribución a la estrategia, El arte de la prudencia, comprende 300 máximas, elegantemente elaboradas, que son tan sorprendentemente apropiadas para el funcionamiento de una corporación empresarial global del siglo XXI como lo fueron para la sociedad española de hace más de 300 años.

Si un editor incluyera en el libro referencias a la inteligencia artificial, el blockchain o los bitcoines, los lectores difícilmente notarían que están ante páginas escritas hace varios siglos.

Las recomendaciones de Gracián para combinar el comportamiento ético y el éxito terrenal son realmente instructivas, además de prácticas.

Las astutas observaciones y el enfoque humanista de este capellán, confesor, predicador y administrador académico están muy lejos del cinismo de otros autores clásicos y son mucho más aplicables al tipo de entorno corporativo al que ahora aspiramos.

¿Bien común o interés propio?

La virtud de la escritura de Gracián radica en proporcionar la combinación perfecta de pensamiento y acción en la gestión. Por ejemplo, sus contribuciones podrían dar respuesta al debate provocado por el profesor de estrategia Sumantra Ghoshal que, en un artículo publicado de manera póstuma en 2005, lamentó el énfasis que los profesores de empresa prestan a la teoría del homo oeconomicus como piedra angular de la gestión.

Esta teoría sostiene que los agentes económicos se comportan como maximizadores racionales de su beneficio y actúan tácticamente, tratando de anticiparse a las posibles reacciones de otros agentes económicos a sus decisiones. El bienestar social no entra en esta ecuación.

Este pensamiento es aceptado por los economistas y se encuentra en obras clásicas como El Príncipe, de Nicolás de Maquiavelo, otro manual lleno de consejos prácticos para líderes, que ha encabezado las listas de libros más vendidos durante siglos y que todavía forma parte del plan de estudios de gestión estratégica en algunas escuelas de negocio.

Pero, para muchas personas, este es un modelo perverso (maquiavélico), basado en la idea de que la naturaleza humana es intrínsecamente malvada y que todos antepondrán sistemáticamente sus propios intereses al bien común. Según sus defensores, este modelo perverso se basa en hechos supuestamente indiscutibles, sin analizar si estos hechos son evitables o deseables.

En resumen, es un intento de analizar y describir cómo son las cosas, en lugar de aprobarlas; sin embargo, se puede cuestionar que sea una descripción precisa de la realidad.

Esta crítica parece ser la principal línea de ataque de Ghoshal, en el sentido de que la teoría del homo oeconomicus no deja lugar a otros patrones de comportamiento, como el altruismo.

Gestión empresarial, ¿una ciencia social?

Ghoshal no estuvo de acuerdo con la inclusión de la gestión empresarial como una disciplina académica dentro de las ciencias sociales: “Nuestras teorías e ideas han contribuido a consolidar las prácticas de gestión que ahora todos condenamos tan enérgicamente”. Sostuvo que las ciencias sociales tienen un cierto complejo de inferioridad, lo que llamó “envidia de la física”, porque sus supuestos, modelos y conclusiones no se rigen por paradigmas causales.

El modelo predominante de las ciencias sociales es funcional, un intento de explicar cómo se comportan los individuos. Es más, como él señala, hay un aspecto reduccionista en adaptar el comportamiento humano a paradigmas funcionales. Para él, ninguna teoría científica explica el fenómeno de la complejidad organizada de las empresas, posiblemente porque no son fenómenos naturales observables empíricamente, como los volcanes o los animales, ni siguen ningún patrón predeterminable.

El riesgo de estudiar las empresas con ojos científicos es reducir a los complejos seres humanos a poco más que maximizadores del beneficio.

Las lecciones de Gracián

Página del título de Baltasar Gracián, Oráculo manual y arte de prudencia…, Huesca, Juan Nogués, 1647. Wikimedia Commons

Dejemos a un lado la pesadilla planteada por Ghoshal e introduzcamos el noble sueño, como lo definen numerosos partidarios de los negocios sostenibles. De acuerdo con este modelo, los políticos y gerentes deben asumir la responsabilidad ética de sus acciones. La idea subyacente es que el deber esencial de los gerentes es crear riqueza pero también preservar el medioambiente, erradicar la pobreza y mejorar la sociedad en general.

No obstante, los políticos, gerentes y educadores empresariales no son ni ángeles ni demonios, sino que tienden a moverse entre el egoísmo y el altruismo.

Baltasar Gracián es un autor que proporciona soluciones para alcanzar ese equilibrio, brindando un enfoque realista del problema. El gran atractivo de su obra es que sus observaciones sobre la naturaleza humana son viables desde todas las perspectivas.

Se instruye al lector, por ejemplo, en que el conocimiento y las intenciones honorables aseguran que el éxito dé sus frutos y que el carácter y la inteligencia son los ejes alrededor de los cuales gira el talento. No es suficiente ser inteligente, también se debe tener el carácter adecuado.

La integridad puntúa muy bien con Gracián, no solo como virtud, sino en términos puramente pragmáticos.

“Trata siempre con gente de palabra”, nos dice. Si solo actúas con personas honradas, entonces las posibilidades de éxito se multiplican, ya que su honor es la mejor garantía de su comportamiento, pues siempre actúan de acuerdo con su carácter.

Todo esto puede sonar como si Gracián estuviera preparando a sus lectores para que fueran presa fácil del primer tiburón corporativo que salga a su encuentro. Pero también se encargó de equipar a sus lectores para el lado más oscuro del mundo de los negocios. Advierte de no ser demasiado paloma y recuerda que se debe usar pero no abusar de la astucia.

Los consejos comerciales atemporales abundan en este volumen, pequeño pero perfectamente formado. Gracián incluso rinde homenaje al trabajo en red. Señala que uno de los dones del héroe es la capacidad de convivir con los héroes: “Esta habilidad es una maravilla de la naturaleza, tanto porque es muy misteriosa como porque es muy beneficiosa”.

También fue un gran defensor de ideas plenamente actuales, como la necesidad de innovar de forma permanente. Como él dice tan elocuentemente, “Renueva tu fama cada día. (…) Si te dedicas con tesón a renovarte, tendrás muchos amaneceres, como el sol”, que suena mucho más agradable que la máxima contemporánea “innovar o morir”.

Comentarios como “tener opiniones originales y fuera de lo común” o “hacer flotar un globo de prueba para ver qué tan bien se recibe algo” no estaría fuera de lugar entre las prácticas de cualquiera de las actuales empresas líderes.

También se aborda la globalización: “Evitad los defectos de vuestro país. Ningún país, ni siquiera el más refinado, ha escapado jamás a algún defecto innato u otro, y los países vecinos aprovechan estas debilidades como defensa o consuelo”.

Gracián comprendió que disipar las percepciones estereotipadas es crucial cuando se trata de desarrollar un perfil profesional y es una habilidad esencial cuando se lideran equipos interculturales.

Los verdaderos visionarios son difíciles de encontrar, pero, cuando aparece un caso, es particularmente alentador descubrir que los principios y la acción pueden estar alineados y que se puede ser optimista sin ser ingenuo. El oráculo de bolsillo de Gracián dice: “La sabiduría tiene una ventaja. Ella es inmortal. Si este no es su siglo, muchos otros lo serán”.

Baltasar Gracián sigue siendo un visionario, un ejemplo de cómo la filosofía puede formar parte del pensamiento empresarial, y que puede tener una inmensa utilidad práctica.


Una versión de este artículo fue publicada originalmente en LinkedIn.


Antes de que se vaya…

Los artículos de The Conversation pretenden saciar nuestra curiosidad y contextualizar lo que nos sucede a diario. Pero también pedimos a los científicos que conversen con los lectores sobre lo que está por venir, analizando asuntos realmente importantes como el cambio climático, la calidad de la democracia, la igualdad o la gestión del agua. Porque comunicarlo ayuda a construir un mundo mejor.

Done aquí

Elena Sanz

Redactora jefa / Editora de Salud y Medicina

El boom del manga en España, ¿estallará la burbuja?

18 octubre, 2023

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 5 diciembre 2022 19:10 CET

Autoría

  1. Eszter Wirth. Profesora de Economía Internacional (ICADE), Universidad Pontificia Comillas

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Tras dos años de restricciones pandémicas, los organizadores del Salón del Manga de Barcelona esperan récords de asistencia a su vigesimoctava edición, que se celebra entre el 8 y el 11 de diciembre de 2022. De ahí que lo hayan trasladado a un nuevo recinto, con más espacio que nunca. De hecho, entre septiembre y octubre se vendieron todos los abonos y las entradas de fin de semana.

El interés que suscita este evento es un reflejo del buen momento que goza el mercado del manga en España. Pero este interés ¿es sostenible en el tiempo?

Número estimado de asistentes al Salón del Manga de Barcelona. * La edición de 2020 fue virtual y en 2021 hubo restricciones de aforo. Fuente: Ficomic.

La popularidad del manga

Atrás quedó la polémica generada por la RAE cuando, en 2012, definió al manga como “género de cómic de origen japonés de dibujos sencillos en el que predominan los argumentos eróticos, violentos y fantásticos”.

Ante las críticas, la Academia tuvo que rectificar y definirlo con un simple “cómic de origen japonés”. Sin embargo, muchos argumentan que también deberían considerarse manga todos aquellos cómics realizados por autores no nipones que sigan el estilo de los mangas japoneses, incluidos los españoles. De hecho, las editoriales están añadiendo superventas surcoreanos (Solo LevelingTower of God) y chinos (Grandmaster of Demonic Cultivation) a sus catálogos.

No se puede ignorar la gran variedad de temáticas, estilos y creatividad que ofrecen estos cómics a un público muy amplio. Se ha normalizado el consumo de manga y anime como un producto de entretenimiento más, sin que se estigmatice a los lectores como raros o frikis. Parte de la generación que veía series de anime en los 90 tiene ahora más capacidad adquisitiva, sigue consumiendo este producto y ha inculcado la afición a la siguiente generación.

Estimaciones económicas

Debido a la falta de disponibilidad de cifras sobre tiradas y ventas, ya que las editoriales no las facilitan, analistas del sector, como Marc Bernabé o el equipo de la Guía del Cómic usan el número de novedades lanzadas al mercado nacional para proporcionar una radiografía del mismo.

Número de novedades de manga publicados en España entre 2001 y 2021. Fuente: MangaLand

El número de novedades es directamente proporcional a los ciclos económicos. Entre 2003 y 2007 hubo un incremento significativo de novedades, pero la burbuja estalló con la crisis financiera y fue seguida de seis años de hundimiento hasta 2015, cuando logró remontar. En 2020 hubo gran incertidumbre debido a los confinamientos pero, en 2021, las editoriales respondieron con un número récord de novedades y en 2022 se llevan contabilizados más de 1 500 lanzamientos, según Listado Manga.

Esta brusca recuperación podría responder a los patrones de consumo durante la pandemia. Muchos jóvenes confinados que dedicaron su tiempo a ver series anime en plataformas digitales descubrieron nuevos títulos, lo que les animó a leer los mangas originales. Aunque la mayoría de animes están basados en los mangas más populares, solo adaptan parte de la historia en una o dos temporadas, por lo que el aficionado tiene ganas de leer la historia completa.

Proporción de novedades de manga y del resto de cómics en España. Fuente: Guía del Cómic

Las editoriales del manga

El mercado español está dominado por tres editoriales, las Big 3, que acaparan el 60 % de las novedades: PlanetaNorma e Ivrea. A ellas les siguen cuatro editoriales medianas, Milky WayECCPanini y Arechi. Las medianas y pequeñas han ido incrementado su peso pues en 2012 casi el 90 % de las novedades estaban en manos de las Big 3. En 2021 había 25 editoriales publicando manga, a las que se han sumado cuatro más en 2022.

Fuente: Guía del Cómic
Lanzamientos de manga en España, por editoriales (2012-2021).

Aunque no hay disponibles cifras de venta, Planeta cuenta con superventas –como Dragon BallOne PieceNaruto o My Hero Academia– por lo que podría tener aproximadamente el 50 % de las mismas.

Norma también cuenta con algunas de las novedades más cotizadas entre los lectores jóvenes. Según Daniel Coronado, gerente de la tienda Otaku Center, especializada en manga, los títulos más vendidos en 2022 son: Tokyo RevengersDandadanChainsaw Man y Jujutsu Kaisen, de la editorial Norma; Kaiju 8Haikyū!! y One Piece, de Planeta); y Spy x Family, de Ivrea. Por tanto, el mercado está dominado por el público juvenil (shonen), si bien estos títulos también pueden gustar a los adultos de ambos sexos.

Logo de Naruto, serie de manga escrita e ilustrada por Masashi Kishimoto. Wikimedia Commons / Masashi Kishimoto / Pierrot

¿Burbuja a la vista?

Desde 2018 se lleva especulando con que podría haber una burbuja en el mercado manga español, particularmente en el contexto económico actual, dada la proliferación de pequeñas editoriales y el gran número de series abiertas y su larga duración.

Además, la inflación también afecta a las editoriales, que en 2022 se han visto obligadas a incrementar sus precios por la escasez de papel y el encarecimiento del transporte. De hecho, tras una vida efímera, la editorial Kodai acaba de comunicar su cierre.

David Jiménez, director del blog Ramen para Dos, señala: “Si en 2023 hay recesión económica el ocio se verá afectado, descendiendo las ventas y resistiéndose los lanzamientos. Las más afectadas serán de nuevo las editoriales más pequeñas”. Daniel Coronado tampoco cree que este auge sea sostenible: “Ya se está notando una bajada en las ventas e imaginamos que 2023 será peor. Muchas series son largas y el público es joven, con pocos recursos y constancia, por lo que muchos números 1 se venden bien pero luego se diluyen bajando hasta un 66 % en 3 o 4 números”.

Sin embargo, Jiménez es optimista, porque el mercado ha madurado desde 2008. “Creo que tenemos un mercado más amplio y diversificado. Habrá recesión en el sector, pero no una crisis como la de 2009-2014”.

¿Creían los romanos en fantasmas?

1 septiembre, 2023

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 30 octubre 2022 19:16 CET

Autoría

  1. Rosario Moreno Soldevila. Catedrática de Filología Latina, Universidad Pablo de Olavide

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El 1 de noviembre se celebra la fiesta cristiana de Todos los Santos y tradicionalmente se visitan los cementerios para honrar a los difuntos. Por la influencia del cine y las series americanas también hemos adoptado la fiesta de Halloween, y el 31 de octubre podemos ver a los más jóvenes disfrazados de seres espectrales.

Los romanos también tenían sus fiestas de difuntos e historias de fantasmas. En general creían en la existencia del alma y el más allá. En el centro de sus creencias sobre la muerte estaban los ritos funerarios. Muchas de las apariciones fantasmales que encontramos en la literatura tienen su origen en la falta de un enterramiento adecuado.

¿Cómo llamaban los romanos a los fantasmas?

Fantasma viene del griego a través de latín (phantasma). La palabra está etimológicamente relacionada con “fantasía” y también con “fenómeno”. Sin embargo, los autores latinos prefieren otros términos como umbra (“sombra”), idolon o imago (“imagen”) y simulacrum. Estos tres últimos hacen referencia a que el fantasma se asemeja a un ser humano sin serlo.

Cuando el fantasma es hostil y aparece con la intención de hacer daño, la palabra usada es larva. El término lemures alude a unos espíritus malignos y nocturnos. Curiosamente, el científico Linneo, formado en la lengua y literatura latinas, dio este nombre a los lémures, famosos primates de Madagascar.

Culto a los ancestros y fiestas relacionadas con los espíritus de los muertos

Las almas de los muertos reciben en latín el nombre de Manes. Por eso, la mayoría de las inscripciones funerarias romanas comienzan con la abreviatura D M (Dis Manibus, “a los dioses manes”).

Inscripción funeraria encontrada en Arlés (CIL XII 702) Rossignol Benoît / Wikimedia CommonsCC BY-SA

Los romanos recordaban y veneraban a sus ancestros durante la fiesta de los Parentalia a mediados de febrero: el último día de esta festividad se celebraban los Feralia, rito que consistía en llevar ofrendas a las tumbas de los muertos.

El poeta latino Ovidio nos habla en su obra Fastos de otros rituales de carácter privado, los Lemuria, para apaciguar a los lemures. En esa misma obra cuenta una leyenda: una vez no se celebró la fiesta de los Parentalia debido a la guerra, por lo que los ancestros salieron de sus tumbas y recorrieron aullando la ciudad y los campos. Los romanos ya no se volvieron a olvidar de los ritos debidos.

Almas en pena: los fantasmas en la literatura

Cuando Odiseo viaja al país de los muertos para hablar con el adivino Tiresias, se encuentra allí con su compañero Elpénor. Este había muerto por accidente en la casa de Circe. Elpénor le pide que le dé sepultura y celebre sus exequias. En la Ilíada, el espíritu de Patroclo se aparece a Aquiles en sueños para pedirle que lo entierre: no puede cruzar las aguas infernales para unirse al resto de almas.

Odiseo y Tiresias, Alessandro Allori (1580) Banca Toscana / Wikimedia Commons

También en la literatura latina hay almas en pena que no pueden cruzar al otro lado. Encontramos la típica casa encantada, habitada por un fantasma que desaparece en cuanto recibe una sepultura digna. Plauto presenta en La comedia del fantasma el ardid del esclavo Tranión, quien hace creer al dueño de la casa que está maldita, encantada, habitada por el fantasma de un hombre asesinado allí a traición y enterrado de forma clandestina.

En un contexto más serio, Plinio el Joven cuenta en su carta VII 27 otra historia de una casa encantada en Atenas. El texto puede leerse como un relato gótico en potencia.

El fantasma (idolon) de un anciano, escuálido y sucio, aparece todas las noches con ruido de cadenas. Muertos de miedo, sus dueños abandonan el hogar. El filósofo Atenodoro compra la casa y pasa allí la noche estudiando, imperturbable ante la aparición del espectro. Este le hace una señal para que le siga, pero el filósofo indica que se espere: está trabajando. Cuando finalmente le hace caso, el fantasma desaparece. A la mañana siguiente manda cavar en el lugar en el que se desvaneció y encuentra un esqueleto rodeado de cadenas. Tras enterrarlo dignamente, la casa queda liberada del fantasma.

Los fantasmas como portadores de información

Los fantasmas saben más que los vivos, no solo del presente sino también del futuro. En la tragedia griega las apariciones espectrales servían con frecuencia para hacer avanzar la trama, proporcionando información. La tragedia romana, más proclive a lo truculento y lo maravilloso, también recurre a estos personajes de ultratumba. Buena prueba de ello son las obras de Séneca, que dejaron su clara impronta sobre Shakespeare.

Eneas y el fantasma de Creúsa, Giuseppe Maria Mitelli (1663). Wikimedia Commons

En la Eneida de Virgilio, Eneas se entera de que Troya está en llamas porque se lo dice en sueños el fantasma de Héctor. Después, mientras Eneas busca a su esposa Creúsa por la ciudad, se le aparece su fantasma (imago), quien le habla de su futuro en Italia.

Ovidio, en sus Metamorfosis, cuenta la historia de Céix y Alcíone. Cuando Céix fallece en un naufragio, el dios Morfeo adopta su forma y su voz y se presenta en sueños a Alcíone para anunciarle su muerte. También encontramos fantasmas que revelan la identidad de sus asesinos en Cicerón (Sobre la advinación) y Apuleyo (El asno de oro).

Fantasmas aterradores

En El asno de oro se cuenta la historia de una mujer adúltera quien, abandonada por su marido, panadero, recurre a una bruja. Esta envía un fantasma (larva) al hombre para atormentarlo. Así, una mujer vestida con harapos, descalza, demacrada y pálida, con cabellos desgreñados y sucios de ceniza que le cubren la cara se aparece en el molino y se encierra con el panadero. Los sirvientes lo encuentran más tarde ahorcado y no ven rastro de la mujer. Es el propio fantasma del panadero, con la soga al cuello, quien se aparece en sueños a su hija y le revela el terrible crimen de su esposa.

Con todo, los fantasmas no se limitan a los relatos de ficción. Cuenta Suetonio que Nerón vivía mortificado por haber asesinado a su madre Agripina y confesaba que lo atormentaba su fantasma.

Nerón y Agripina, Antonio Rizzi. Museo Civico Ala Ponzone / Wikimedia Commons

Hay muchas más apariciones espectrales en la literatura latina y su influencia en la literatura posterior es innegable. No sabemos si de verdad los romanos creían en los espectros pero sí podemos intuir que, como a nosotros, les gustaba una buena historia de fantasmas.

Los silencios de Dulcinea

17 agosto, 2023

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 11 octubre 2022 19:04 CEST

Autoría

  1. Santiago Alfonso López Navia. Vicedecano de Investigación de la Facultad de Educación, UNIR – Universidad Internacional de La Rioja

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En un artículo anterior dedicado a las voces femeninas en el Quijote ya nos ocupamos de los discursos de las mujeres más relevantes de la novela y prestamos especial atención a la pastora Marcela, ejemplo de libertad, coherencia y lealtad a sus sentimientos más profundos.

¿Pero qué ocurre con la silenciosa (y ausente) Dulcinea? ¿En qué consiste su naturaleza literaria? ¿Quién la inventa y, sobre todo, quiénes y por qué la reinventan? ¿Cómo se entiende la función de esta mujer que no sabe que hay un hombre que se hace llamar don Quijote y que se cree caballero andante en su nombre?

Dulcinea, una invención de don Quijote

En el mismo comienzo de la novela de Cervantes y en su visión literaria del mundo, Alonso Quijano se reinventa a sí mismo como el caballero andante don Quijote de la Mancha. Para crear y recrear una experiencia caballeresca a su medida le hace falta una dama, y ese es el punto en el que entra Dulcinea. Podemos decir, en cierto modo, que Alonso Quijano inventa a don Quijote y que este inventa a Dulcinea, a partir de Aldonza Lorenzo.

Esta Dulcinea inventada es totalmente ajena a la fabulación literaria de don Quijote. Eso justifica que sea siempre un personaje sin voz: un personaje que no habla, pero del que hablan los demás. Un personaje, por cierto, del que don Quijote habla a Sancho sin que este conozca en principio su verdadera identidad

La reinvención de Sancho Panza

Desde el momento en que Sancho Panza sabe que Dulcinea del Toboso es en realidad Aldonza Lorenzo dispone de las claves necesarias para reinventarla de acuerdo con sus intereses, necesidades y circunstancias.

Eso explica que en la narración del encuentro que nunca tuvo con ella en El Toboso caiga en su propia trampa. Así, en los primeros capítulos de la segunda parte, para salir del apuro que para él representa la búsqueda de la dama por interés de don Quijote, Sancho urde un falso encantamiento de Dulcinea y sus damas, “convertidas” a los ojos de su amo en “tres labradoras sobre tres pollinos…”.

Tal como había previsto Sancho, don Quijote, que reinventa literariamente la realidad, entiende y acepta el falso encantamiento de Dulcinea. Por eso vuelve a verla encantada en su sospechosa ensoñación de la cueva de Montesinos.

Pero en la recreación de Sancho empiezan los problemas, que le convierten en víctima de su propia fabulación.

Un hombre baja la cabeza mientras habla con una campesina.
Retrato del ‘encuentro’ entre Sancho y Dulcinea, pintado por Eugène Lepoittevin. Wikimedia Commons

La apropiación de los duques

Durante la estancia en el palacio de los duques, don Quijote y Sancho Panza sufren la burla de sus anfitriones, representantes de una nobleza ociosa y malintencionada.

Tirando del hilo de la Dulcinea encantada que Sancho se había sacado oportunamente de la chistera, los duques montan una farsa aparatosa y espectacular donde las haya. Un fingido mago Merlín, cuyo discurso no discute don Quijote, desvela la fórmula del desencantamiento, sin duda traumática para Sancho, que consiste en obligarle a darse tres mil trescientos azotes “en ambas sus valientes posaderas”.

Sancho no puede confesar públicamente su mentira, pero tampoco está dispuesto a cumplir con los designios de Merlín. De nada vale la vehemente insistencia de don Quijote, porque el desencantamiento solo funcionará si Sancho acepta voluntariamente el procedimiento.

Y ahí es donde entra la voz de una no menos fingida Dulcinea, encarnada por un paje de los duques, que afea severamente la pusilanimidad de Sancho. Esta reconvención, reforzada por el duque cuando advierte al futuro gobernador de que no lo será si persiste en su cobardía, hace que Sancho acepte. Lo hace a regañadientes y deja bien claro “que me los tengo que dar cada y cuando que yo quisiere”, momento a partir del cual don Quijote no dejará de recordarle su promesa.

La fabulación tiene otras manifestaciones y da pie a otras peripecias a lo largo de la segunda parte de la novela, pero las claves esenciales quedan suficientemente expuestas. No podemos dejar de prestar atención, sin embargo, a la imbatible lealtad de don Quijote cuando, vencido en la playa de Barcelona por Sansón Carrasco, caracterizado como Caballero de la Blanca Luna, está dispuesto a perder la vida con tal de no renunciar al ideal que él mismo inventó en su día. La voz que no tiene Dulcinea se compensa con la firmeza de la voz de un don Quijote derrotado, pero no vencido.

Algo sobre la voz de Dulcinea en las recreaciones del Quijote

Dibujo de una campesina arreglándose el peinado.
Dulcinea, dibujada por C. R. Leslie (el grabado es obra de John Cheney). El dibujo ilustra un poema de Miss Leslie. Wikimedia Commons

A diferencia de la novela de Cervantes, Dulcinea tiene voz propia en algunas recreaciones narrativas del modelo. Grosera y soez, replica al caballero en el segundo capítulo del Quijote de Avellaneda (1614). Despechada, pero enamorada, se queja de la deslealtad de don Quijote en las Semblanzas caballerescas de Luis Otero y Pimentel (1886). Acogedora y tierna, le confiesa su permanente disposición para amarlo y darle consuelo en El pastor Quijótiz de José Camón Aznar (1969). Reivindicadora de su existencia real, su voz preside toda la narración de Dulcinea y el Caballero Dormido de Gustavo Martín Garzo (2005).

Frente a lo que ocurre en la música popular española, en donde mantiene su silencio, la voz de Dulcinea tiene también su presencia en la música culta. Ahí está el caso de la ópera Don Quichotte de Jules Massenet (1910), cuya Dulcinea, por referirnos siquiera brevemente a la música popular estadounidense, tiene alguna relación con la que habla en el musical Man of la Mancha de Dale Wasserman, Mitch Leigh y Joe Darion (1965).

Silenciosa y ausente, en fin, pero siempre presente en la misión caballeresca de don Quijote, oímos la voz de Dulcinea en otras voces y su mensaje nos recuerda cuánto de inspirador y cuánto de necesario hay en el ideal que representa.