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Fotos inéditas de la presencia nazi en España: “El franquismo fue una anomalía fascista en Europa”

8 May, 2024

Fuente: http://www.eldiario.es

Lucas Marco

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Foco

MEMORIA HISTÓRICA

Funeral oficiado por las autoridades religiosas en el cementerio de Alicante por la muerte de marineros alemanes en la costa de Calp en 1943.
Funeral oficiado por las autoridades religiosas en el cementerio de Alicante por la muerte de marineros alemanes en la costa de Calp en 1943. CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LOS REFUGIOS SÉNECA Y BALMIS (ALICANTE)

1 de abril de 2023 22:30h

Actualizado el 07/04/2023 08:49h

La investigación sobre la presencia nazi en la España franquista, tanto durante la Guerra Civil como en la posguerra, desvela poco a poco aspectos desconocidos. Tras la Segunda Guerra Mundial, los aliados solicitaron al dictador Francisco Franco la entrega de 104 criminales nazis refugiados en España. “Franco no entregó a ninguno, la derrota de Hitler dejó al franquismo como una anomalía fascista en la Europa de la segunda mitad del siglo XX”, explica a elDiario.es el antropólogo Joan Salazar, coautor de La memòria segrestada. Nazis al País Valencià, la guía dedicada al alumnado y al profesorado de los institutos públicos editada recientemente por el Aula Didàctica de la Memòria Democràtica creada por la Conselleria de Educación de la Generalitat Valenciana.

A pesar de la debilidad y el aislamiento del franquismo tras la contienda mundial, los criminales nazis siguieron campando a sus anchas por España. “La razón es ideológica, formaban parte del mismo esfuerzo y momento histórico”, dice Salazar en referencia a ambos regímenes. La guía didáctica, elaborada por varios docentes de secundaria y especialistas en la materia (María José Soriano, Juan Vicente Morales, Andrea Moreno y José María Azkárraga), aporta fotos inéditas tanto de miembros de la División Azul como de actos en Alicante.

Algunas de las imágenes más novedosas, provenientes del Centro de Interpretación de los refugios Séneca y Balmis de Alicante, muestran un funeral en el cementerio de la localidad, adornado con banderas de esvásticas nazis y oficiado por las autoridades religiosas por la muerte de marineros del submarino alemán U-77, hundido frente a las costas de Calp en 1943.

Miembros valencianos de la División Azul. ARCHIVO J. M. AZKÁRRAGA

La guía pretende que el alumnado valenciano de secundaria trabaje materiales relacionados con la memoria democrática en las aulas. Joan Salazar, responsable junto con la historiadora Esther López Barceló del Aula Didàctica de la Memòria Democràtica, presentada esta semana en la antigua prisión franquista de Sant Miquel dels Reis de Valencia, destaca el “trabajo con fuentes históricas” y “documentos primarios” para “construir el conocimiento histórico”. “No se trata de dar un contenido elaborado sino de abordar las fuentes, algunas de ellas inéditas, y plantear una serie de actividades que permiten tratar temas, personajes y acontecimientos”, apostilla.

Un método “científico, riguroso y crítico”

La guía, encargada por la dirección general de Innovación Educativa de la Generalitat Valenciana, propone ir más allá del “aprendizaje pasivo de los hechos históricos” para dar al alumnado “herramientas para reflexionar sobre el pasado pero también sobre el presente”. “Hace falta hacerlo con un método científico, riguroso y crítico”, señala Joan Salazar, quien destaca que se trata de todo un “reto”.

El diseño de la guía didáctica, “claro y cuidado” a cargo de Rosa Bou y Kumi Furió, de Limoestudio, está pensado para el uso en el aula incluso con un formato horizontal. “Son los primeros materiales didácticos que abordan el tema en clave autonómica, con información de nuestro territorio y siguiendo un eje cronológico, desde la participación de la Alemania nazi en la Guerra Civil entre 1936 y 1939 hasta el refugio de criminales en nuestra costa hasta los años noventa”, indica el coautor de la obra.

Miembros de la División Azul jurando obediencia a Hitler. ARCHIVO J. M. AZKÁRRAGA

Los autores han planteado todo tipo de ejercicios y actividades dinámicas para el alumnado e incluido recomendaciones bibliográficas y recursos en internet. Mediante códigos QR, pueden acceder a documentales para responder a las preguntas que plantean las actividades propuestas.

A pesar del mito de que el dictador libró al país de la participación en la Segunda Guerra Mundial, los contenidos inciden en la colaboración entre el régimen nazi y la España franquista. Las autoridades españolas “enviaron a 40.000 soldados a luchar después de hacer un juramento a Hitler, dieron toda clase de recursos al Tercer Reich mediante una red de centenares de empresas para su guerra total en Europa e invitaron continuamente a jerarcas nazis y miembros de sus instituciones, incluso las SS y la Gestapo”, recuerda Joan Salazar.

“Se repite, como un mantra, que el nazismo y el fascismo italiano colaboraron con el bando franquista, pero eso es quedarse corto”, concluye Salazar.

Sobre este blog

Espai que combina l’actualitat al voltant de les polítiques de les administracions valencianes en matèria de memòria democràtica i exhumació de fosses amb continguts més especialitzats sobre la història de la repressió franquista i els avanços en les investigacions acadèmiques. Reportatges, entrevistes, actualitat, opinions, informació sobre recerques universitàries o publicacions…

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La esclavitud africana y su legado en el Caribe

5 enero, 2024

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 3 junio 2021 19:29 CEST

Autoría

  1. Chelo Naranjo Orovio. Profesora de investigación. Historia del Caribe y América Latina, Instituto de Historia (IH – CSIC)

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Chelo Naranjo Orovio recibe fondos de la Comunidad Europea para desarrollar un proyecto de investigación.

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El comercio de esclavos o trata atlántica se prolongó desde el siglo XVI hasta mediados del XIX: un negocio boyante que, mediante la captura de más de doce millones de personas en África y su venta en territorios caribeños como mano de obra para cultivos, construyó fortunas e imperios.

La existencia de tierras aptas y baldías en el Caribe favoreció el asentamiento y cultivo con productos tropicales que pronto alcanzaron una gran demanda en Europa (azúcar, café o algodón). El empleo del trabajo coactivo fue el otro factor que aseguró que la empresa fuera rentable al ser una mano de obra barata, de aprovisionamiento regular, fácil reposición y captura.

El proyecto europeo Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World es un esfuerzo colectivo de quince instituciones de España, Francia, Italia, Alemania, Colombia, Puerto Rico, República Dominicana, Costa Rica, Cuba y Chile. Como resultado de este proyecto, he dirigido el documental La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe.

Este documental muestra uno de los fenómenos de mayor trascendencia y vergüenza para la humanidad: la esclavización de más de 12 000 000 de africanos enviados a América.

Trailer del documental sobre la Trata Atlántica, de Chelo Naranjo Orovio (2021).

Un negocio seguro y regulado

La riqueza generada por el trabajo esclavo contribuyó al auge económico de Europa y animó a muchos países a participar. Desde la segunda mitad del siglo XVIII los ingleses controlaron el comercio de esclavos.

Según la bandera de la embarcación, el número de esclavos transportados y vendidos por parte de cada país se repartió así:

  • Portugal, 5 848 266;
  • Gran Bretaña, 3 259 441;
  • Francia, 1 381 404;
  • España, 1. 061 524;
  • Holanda, 554 336;
  • Trece Colonias y Norteamérica (a partir de 1783) 305 326;
  • Dinamarca: 111 040.

La trata fue una empresa internacional realizada tanto legal como ilegalmente. Fue ejercida en un principio por mercaderes, compañías mercantiles y desde 1789, tras la liberalización de este comercio, por particulares. Gran Bretaña la prohibió en 1807 aunque el tráfico se mantuvo hasta la década de 1860.

Fue un negocio seguro por la demanda creciente de esclavos en América y la diferencia abismal entre el precio de compra y el de venta. Muchos sectores de la sociedad se beneficiaron en distintas proporciones: comerciantes, capitanes de barco, marineros, hacendados, personas de medianos recursos, las Coronas y la Hacienda Real.

Plano de la estiba del barco esclavista británico Brookes en 1788. Wikimedia Commons / Library of Congress

Un viaje mortal de dos meses

La costa occidental de África, especialmente la zona del Calabar, fue de donde se extrajeron un mayor número de esclavos, y en el siglo XIX las regiones del Índico africano. Los capturados eran conducidos a las factorías (instalaciones fortificadas edificadas en la costa) donde esperaban en los barracones su venta, y eran carimbados (marcados) con un hierro candente. A partir de mediados del siglo XVI, el viaje era directo de África a los puertos americanos. Los navíos eran buques mercantes con una capacidad para entre 200 y 800 personas, y una alta tasa de mortalidad (20 % – 15 %). La duración de las travesías oscilaba entre 30 y 70 días.

Distintos códigos y reglamentos integraron un cuerpo legislativo que sistematizaba la venta y vida cotidiana del esclavo: Código de Barbados, de 1661, que sirvió de modelo en las colonias británicas de las Antillas; el código de Santo Domingo, de 1768; Luisiana, de 1769, y Santo Domingo, de 1784, para las colonias españolas, y el Code noir, de 1685, vigente hasta 1789 en las Antillas francesas.

Rebeliones y derechos

El esclavo no fue un sujeto pasivo. No dejó de esforzarse por mantener sus tradiciones y conquistar espacios de libertad. Desde el siglo XVI se produjeron rebeliones.

La primera fue en La Española (isla de Santo Domingo) en 1521. Algunas se quedaron en revueltas, otras consiguieron marcar un nuevo ritmo en la historia mundial: por ejemplo, la Revolución de Saint-Domingue de 1791, que finalizó con la creación de Haití, en 1804, por exesclavos.

Otra forma de resistencia fue el uso de la ley. A través del síndico de esclavos, reclamaron derechos y en algunas ocasiones la libertad. La abolición fue un proceso lento y desigual iniciado en 1838 y finalizado en 1888.

Imagen de Ulises González.

Un legado actual

Junto a los esclavizados viajaron tradiciones, alimentos y plantas que en tierras americanas se mezclaron con las culturas indígenas y europeas. Este mestizaje continuo originó nuevas culturas.

En América pervive el uso de plantas para curar algunas enfermedades y de alimentos: quimbombó, ñame, ackee, fufú o fricanga.

En la música, son muchos los ritmos resultantes: el son, la rumba, bomba, plena, biguine, merengue, cumbia, reggae, bullerengue…

La Regla de Ifá, Shango Cult, Palo Monte, Candomble, Vudú, son ejemplos del sincretismo religioso.

El documental La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe muestra la esclavización de millones de africanos y su traslado a América, y la estigmatización que durante siglos han vivido ellos y sus descendientes.

Documental La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe, de Chelo Naranjo Orovio (2021).

Las diferencias físicas superficiales, como el color de la piel, que no genéticas, contribuyeron a fortalecer las ideas sobre las diferencias entre las poblaciones que justificaron la esclavitud, la exclusión y el racismo.


En octubre de 2021 se inaugurará la exposición sobre “La esclavitud y el legado cultural de África en el Caribe” en el Museo de América, en Madrid, comisariada por Miguel Angel Puig-Samper.


La “extirpación metódica” del enemigo y los expolios culturales nazi y franquista

3 enero, 2024

Fuente: http://www.eldiario.es

  • Es necesaria toda cautela a la hora de compararlos: la escala, la intensidad, los procedimientos, la diversidad de objetivos perseguidos y el alcance último difieren exponencialmente. Pero ambos compartieron su entronque con las políticas totalitarias dirigidas a refundar la sociedad.

Miguel Martorell

Catedrático de Historia en la UNED

Foto difundida por EFE en 1940 de la entrevista de Franco y Hitler en Hendaya.
Foto difundida por EFE en 1940 de la entrevista de Franco y Hitler en Hendaya. EFE

14 de enero de 2023 21:47h
Actualizado el 15/01/2023 10:44h 

“Arrancar de cuajo o de raíz”. Este es el significado que la RAE atribuye a la palabra extirpar en su primera acepción. Algo más brutal es la segunda: “Acabar del todo con algo, hasta que deje de existir”. Arrancar, acabar con algo hasta que deje de existir. No es casual que mediado el siglo XX este verbo o sus sinónimos apareciesen con frecuencia en prensa, panfletos u otros textos para describir qué estaba ocurriendo, o qué se deseaba que ocurriera, en la Europa totalitaria.

Manuel Chaves Nogales, por ejemplo, en una crónica escrita desde Alemania en 1933 consignó que el Tercer Reich perseguía la “extirpación metódica de los judíos”. Cinco años después, en el San Sebastián ocupado por los franquistas durante la Guerra Civil, Enrique Suñer escribió que urgía “una extirpación a fondo de nuestros enemigos”, afirmación relevante, pues en 1939 Suñer presidiría el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Por supuesto, el modo en que se aplicó el verbo extirpar difirió en ambos casos, pero la intencionalidad era la misma: purgar el cuerpo nacional de elementos señalados como impuros, dañinos o peligrosos. 

Los expolios de bienes culturales llevados a cabo por la Alemania nazi y la España franquista difieren mucho, muchísimo. El componente racial del primero y su nexo con el Holocausto y las políticas de exterminio masivo ya bastarían para desaconsejar cualquier intento de comparación. También es distinta la escala, tanto en la extensión del territorio abarcado como en el volumen de obras de arte en movimiento, que se puede contar en centenares de miles en el primer caso y es muy inferior en España. Además, el saqueo llevado a cabo por el Tercer Reich fue mucho más metódico y sistemático que el franquista. 

Son tantas las divergencias que cualquier comparación formal entre estas dos campañas de pillaje o sus consecuencias últimas resulta fútil e improcedente. Pero sí cabe hallar un elemento común que no es menor: su entronque con la voluntad totalitaria de refundar radicalmente las sociedades española y alemana o europea conforme se expandió el Tercer Reich; el deseo de construir comunidades políticas homogéneas, expurgando del cuerpo social a los señalados como enemigos o disidentes.

Una parte destacable del saqueo de bienes culturales perpetrado por los nazis entronca con la voluntad de erradicar de Europa a los considerados como enemigos, y singularmente a los judíos. El Tercer Reich expurgó de la sociedad alemana a los ciudadanos de origen judío a través de un conjunto de leyes desplegadas entre 1933 y 1939. Lo mismo ocurrió en los territorios europeos que dominó a partir de 1938. Las medidas dirigidas a «arrancar de cuajo» a los judíos del cuerpo social precedieron a su exterminio, que fue sistemático a partir de 1941. 

Toda esta larga persecución vino acompañada del saqueo de sus propiedades: desde la ropa interior hasta las viviendas; de las vajillas o los juguetes a las bombillas, los coches o la ropa de cama. Las obras de arte y otros bienes culturales constituyen solo una parte de este programa de desposesión total, absoluta.

Esta voluntad de extirpar resultó asimismo patente en la campaña imperial del Tercer Reich en Europa del Este. En la cosmovisión nacionalsocialista, el Este era la tierra prometida para el imperio alemán y sus habitantes serían desplazados a la fuerza hacia Siberia o constituirían la futura mano de obra semiesclavizada. 

Mas para someter a los pueblos eslavos, los nazis debían acabar con cualquier símbolo que expresara su identidad. De ahí que, al tiempo que exterminaban a los judíos y masacraban cualquier forma de resistencia en su avance por Europa oriental, los invasores destruyeran aquellas creaciones culturales que encarnaban la conciencia nacional checa, polaca, rusa o, en general, la identidad eslava: museos, bibliotecas, estatuas, edificios conmemorativos, libros, partituras…

También diezmaron a los artistas, científicos e intelectuales en todo el territorio ocupado. Las culturas eslavas fueron proscritas, extirpadas, de las zonas incorporadas al Reich. Y de nuevo el pillaje acompañó a este brutal proceso de cirugía social, pues los nazis saquearon a su paso cuantos bienes artísticos y culturales quisieron. 

Volvamos a España y a Enrique Suñer. El Tribunal de Responsabilidades Políticas que presidió desde 1939 era parte de un vasto aparato represivo que encarnaba su deseo de “extirpar a fondo” de la comunidad nacional a los enemigos de la España franquista, de “arrancar de cuajo” todo aquello que tuviera algún vínculo, aún leve, con las culturas políticas que florecieron durante la Segunda República: desde las que insuflaban los principios del liberalismo democrático hasta las que alentaban las distintas corrientes del movimiento obrero, pasando por las que sustentaban a los nacionalismos que competían con el español. 

Este programa de erradicación total, absoluta, convergía con el totalitarismo fascista de nuevo cuño forjado en la Europa de entreguerras, pero al tiempo hundía sus raíces en el totalitarismo nacionalcatólico, en la reacción visceral de la Iglesia contra las desviaciones del mundo moderno, en la voluntad presente en el Syllabus de combatir “el funestísimo error del socialismo y el comunismo” y no reconciliarse jamás “con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización”.

Durante la guerra civil y la durísima posguerra, la dictadura franquista privó de libertad, torturó, asesinó o forzó a partir hacia el exilio a quienes habían participado de las culturas políticas proscritas, y estigmatizó y amedrentó a los supervivientes para que no cayeran de nuevo en el error de proclamar sus ideas. 

La dictadura castigó con graves penas económicas a quienes integraban las comunidades políticas extirpadas del cuerpo social. En algunos casos, incautó sus pertenencias sin que mediara una norma escrita; en otras, a través de órdenes o decretos, como los que confiscaron las propiedades de partidos y organizaciones proscritos. La Ley de Responsabilidades Políticas, de 1939, o la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo, de 1940, también impusieron duras multas y dispusieron la requisa de bienes, cuya condición o valor variaba en función de la responsabilidad imputada: desde propiedades rústicas e inmuebles hasta enseres domésticos, vestidos o animales de carga. 

Es en este contexto en el que tuvo lugar el expolio cultural: la incautación de estos patrimonios conllevó la requisa de obras de arte, bibliotecas u otros bienes culturales en un volumen que aún no conocemos en su totalidad, ya pertenecieran a políticos, empresarios, militares, intelectuales o ciudadanos de muy diversas profesiones, o a organizaciones y asociaciones de diversa índole.

Conviene insistir de nuevo en que es necesaria toda cautela a la hora de comparar los expolios culturales nazi y franquista: la escala, la intensidad, los procedimientos, la diversidad de objetivos perseguidos y el alcance último difieren exponencialmente. Pero ambos compartieron su entronque con las políticas totalitarias dirigidas a refundar la sociedad, a purgar de cuerpos extraños a las comunidades nacionales, o imperiales; a extirpar “a fondo” o de forma “sistemática” a quienes fueron marcados como enemigos. 

Las historias de los 85 fusilados en Villadangos: «Veíamos pasar las carretillas con los cadáveres»

8 julio, 2022

Fuente: http://www.eldiario.es

MEMORIA HISTÓRICA Olga Rodríguez

24 de febrero de 2022 01:45 h. Actualizado el 24/02/2022 09:38 h. 

Varios carpinteros, industriales, jornaleros y sindicalistas, un cartero, un pescador, dos maestros, un abogado poeta o un practicante son algunas de las personas que fueron fusiladas y sepultadas en la fosa más grande de Villadangos del Páramo. Todos procedían de la ciudad de León o de otros pueblos de la provincia en los que no hubo frente de guerra porque el golpe militar triunfó casi de inmediato. Fueron arrestados por sus ideas, algunos por militar en partidos de izquierda y sindicatos, otros por ser maestros o masones, por haber intentado evitar el golpe de Estado en su localidad, por no haber expresado apoyo al mismo o por alguna desavenencia pasada con gente del nuevo régimen.

La represión franquista en el fútbol salta por fin a la cancha SABER MÁS

Carta del cartero Federico Sacristán desde el campo de concentración de San Marcos, pocos días antes de que lo fusilaran e hicieran desaparecer en Villadangos.

La mayoría pasaron antes por el campo de concentración de San Marcos u otras prisiones de la zona y fueron fusilados sin juicio ni sentencia. El modo de operar de las fuerzas golpistas para practicar este tipo de asesinatos era trasladarlos a algún pueblo donde nadie los conociera y matarlos. De ese modo se aplicaba una deshumanización añadida, pues se convertían en cadáveres sin nombre, sin identidad: son los desaparecidos por el franquismo. Hubo decenas de miles en todo el país.

En Villadangos, tras los disparos nocturnos entre septiembre y noviembre de 1936, un grupo de vecinos acudía al monte en busca de los cadáveres para trasladarlos al área del cementerio, donde llegaron a acumularse, en la fosa más grande, hasta 71 cuerpos, uno de ellos de una mujer. Antes de sepultarlos redactaban descripciones en las actas de defunción, con la firma del juez Pedro Arias, entre otros. Los mayores del lugar aún recuerdan aquello: “Cuando era niña un día vi un par de carretillas con bultos tapados con mantas, que llevaban en dirección al cementerio. De repente me di cuenta de que de una de ellas asomaba una pierna. Eso no se olvida”, recordaba recientemente una vecina.

Cuando vinieron a por mi maestro Sixto varios niños, alumnos suyos, nos pusimos delante del coche para intentar evitar que se lo llevaran

La familia del abogado y escritor José Álvarez-Prida, fusilado y desaparecido en octubre del 36, desconoce su paradero exacto. Uno de los lugares que se baraja es las fosas de Villadangos.

El cartero y sus mensajes desde el campo de concentración

Parte de los asesinados en Villadangos fueron quemados, para evitar que sus cadáveres pudieran ser reconocidos. Aun así, la descripción en varias actas, así como la recolección de objetos de las víctimas, ayudaron a la identificación de algunos por familiares y conocidos en los días y semanas siguientes. Es el caso del maestro Toral, cuya historia se contó en estas páginas hace unos días, o el de los seis de Mansilla de las Mulas. También el de Federico Sacristán, cartero de la ciudad de León y padre de nueve, “quien muchas veces tenía que leer las cartas a sus destinatarios porque no sabían leer”, cuenta su nieta Elisa a elDiario.es.

En septiembre de 1936 Federico fue trasladado a Villadangos desde el campo de concentración de San Marcos atado a otro hombre, quien se dio cuenta de que llevaban las esposas sueltas y propuso correr cuando parara el camión. “Pero mi abuelo no corrió, no tuvo fuerzas. Su compañero sí lo hizo y se salvó. Tiempo después visitó a la familia y lo contó”.

Otro nieto del cartero Federico, José Sacristán, guarda varias cartas enviadas por su abuelo desde San Marcos antes de ser asesinado. En ellas el cartero solicitaba a su esposa “mantas, jabón, toalla, tabaco, una peseta”, nombraba a presos conocidos con los que se cruzaba –“vi a Bernardo el cojo y a Domingo”–, enviaba cariño y ya en las dos últimas, cuando probablemente percibía su final, pedía a sus hijos mayores “que sean buenos hijos y miren por su madre y hermanitos”, y a los pequeños les solicitaba “que me tengan presente y sus oraciones, que yo no les olvido”.

El cartero Federico Sacristán y Serapio Pedrejón, que trabajaba en la Estación Norte de León. Ambos fusilados y desaparecidos

El maestro de San Cipriano

Sixto Rodríguez, otro de los fusilados, es uno de los al menos dos maestros que fueron sepultados en Villadangos. Impartía clases en San Cipriano del Condado, donde fue detenido a pesar de que algunos alumnos intentaron impedirlo. Uno de ellos, Olivio Llamazares González, aún vive, y lo recuerda así:

“Era el mejor maestro, sabía muchas cosas y casi siempre ganaba en los exámenes de la inspección de enseñanza, porque sus alumnos eran los mejores. Cuando vinieron a por él, varios niños nos pusimos delante del coche, para que no se lo llevaran. Pero nos echaron. Tendríamos ocho años”.

Una de las actas de defunción en el Ayuntamiento de Villadangos, en el libro del año 1936, donde el juez firma los datos sobre un cadáver que posteriormente sería identificado por esas descripciones. Hay 85 actas de defunción similares entre septiembre y noviembre de aquel año.

Los seis de Valencia de don Juan

Marcelino Quintano Fernández, Jesús Luengo Martínez, Víctor Pérez Barrientos y Urbano González Soto, concejales socialistas de Valencia de don Juan, también fueron fusilados en Villadangos, así como los ugetistas Frideberto Pérez Manovel y Moisés Rodríguez Martínez, de la misma localidad leonesa. La hermana de Urbano González, con diez años cuando lo mataron, aún vive: “Me acuerdo como si fuera hoy mismo”, cuenta a su nieta, Carmen Méndez.

“A mis 46 años he escuchado muchas veces la historia de boca de mi abuela, su hermana. Siempre me cuenta que Urbano murió inocente, como todos, porque es lo que eran, pobres inocentes: un obrero no podía resurgir, era imposible, y se encargaron de que así fuera”, señala Carmen. “También me ha contado que en los tres días en los que estuvo en la cárcel ella iba a llevarle el desayuno y él le daba un beso entre las rejas, y cómo su madre gritaba rota de dolor cuando se lo llevaron. Él había trabajado en Francia, tenía unas ideas muy distintas a lo que se esperaba de él en aquel momento en España y aprovecharon la mínima para llevárselo”.

A mi abuela siempre la vi como si estuviera en una eterna espera, nunca fue viuda, fue esposa de desaparecido

Moisés Rodríguez había trabajado como minero en Matarrosa del Sil y participado en las huelgas de 1934. Su nieta, Belén Carnicero, resalta la importancia de intentar encontrarlo, “sea cual sea el resultado”. “A mi abuelo le gustaba mucho leer, y por las tardes en vez de ir al bar se sentaba a la puerta de su casa y leía. Y me parece precioso. Mi madre, mi hermana y yo hemos heredado ese amor por la lectura”.

Jesús Germán Luengo, nieto del pescador Jesús Luengo, sabe retazos de su abuelo por gente de Valencia de don Juan, que lo calificaba como “un honesto trabajador y persona que se preocupaba por la igualdad social. Su padre también era pescador y músico aficionado, tocaba en fiestas populares y regentaba un salón de baile que se usaba para charlas educativas y para enseñar a leer a mujeres jóvenes. Ningún mal hicieron a nadie por aleccionar a los más humildes”.

Para este nieto “esta búsqueda tiene importancia porque supone impulsar lo que todos sus hijos intentaron en sus vidas y no pudieron”.

A la izquierda, Rufino Juárez con su esposa y un hijo. A la derecha, José Honrado.

Los de Vegas del Condado

Rufino Juárez y Epifanio Llamazares Cármenes (en la foto que encabeza este reportaje), de Vegas del Condado, también fueron fusilados en Villadangos. “Mi abuelo Epifanio tenía ocho hijos y además había acogido a dos sobrinas porque habían quedado huérfanas. Fue recaudador de impuestos, industrial, zapatero y representante del fondo de garantía agraria La Previsora del Porvenir. Era de Unión Republicana. La historia de mi familia es, como la de casi todas las que estamos en esto, de silencio y mucho dolor. Ahora tengo la esperanza de que aparezca al menos uno de las decenas que fueron sepultados ahí”, cuenta Amparo, su nieta.

Rufino Juárez, hijo del desaparecido Rufino Juárez, murió hace pocos meses buscando a su padre. Se había reunido con el alcalde de Villadangos para rogarle celeridad en el proceso, pero este optó por apoyar una votación de la Junta vecinal para decir sí o no al proyecto de exhumación. Aquel referéndum sobre un derecho esencial supuso un dolor añadido para Rufino.

Su hija Merche, nieta del desaparecido, ha tomado el testigo: “Mi padre tenía dos años cuando lo mataron y creció con esa sensación del desamparo de ser huérfano, de que su madre tiraba por todo. Para mí el hecho de que tantas familias nos hayamos unido en este proyecto, con tanta positividad, me permite seguir esa búsqueda que mi padre inició hace tanto tiempo”.

Eugenio Curiel, director del instituto de Astorga y concejal en Valladolid, y el practicante Gerardo Vega Baca.

También están sepultados en Villadangos Gerado Vega Baca, practicante en San Andrés del Rabanedo y padre de dos hijos; Eduardo Prieto, natural de Celadilla, residente en Navatejera y padre de cuatro hijos; y Jesús Agustín Prieto, de San Martín del Agostedo, quien pasó un tiempo escondido antes de ser apresado. Su hijo Isidro, nacido en 1936, todavía vive.

Otro de los desaparecidos es José Honrado Jánez, de Zuares del Páramo, agricultor, ganadero y comerciante nacido en 1900, detenido por falangistas y conducido con otros seis hombres en un camión a Villadangos, donde fue fusilado. Tenía cuatro hijos, el mayor de nueve años y el pequeño de cinco.

“A mi abuela siempre la vi como si estuviera en una eterna espera, nunca fue viuda, fue esposa de desaparecido”, cuenta la nieta de José Honrado, Begoña Chacón. “Desde pequeña fui interiorizando aquella situación, diciéndome que, si un día había posibilidad de indagar y de recuperar sus restos, lo haría. Lo considero una deuda familiar, y pienso que también lo es de la sociedad”.

El director de instituto

Sin tanta certeza sobre su paradero final como en los casos mencionados, varias familias más participan en el impulso de la búsqueda en Villadangos, porque algunos indicios señalan que sus abuelos podrían haber sido fusilados allí, aunque hay relatos que los ubican en otras zonas. “Pero tenemos que intentarlo y acompañar al resto”, indica Patricia Curiel, sobrina de Eugenio Curiel, director del instituto de Astorga desde 1933 y concejal en Valladolid, quien fue asesinado con su amigo el catedrático de latín y sacerdote Bernardo Blanco en octubre de 1936.

“Cuando mi padre Luis se estaba muriendo nos reunió a mi madre y a sus cuatro hijos y nos dijo: ‘Hijos míos, tengo que pediros un favor y es que encontréis a mi hermano Eugenio’. Él siempre lo buscó. Me contaba mi primo que incluso una vez compró una azada, un pico y una pala para recorrer aquellos montes y cuando mi madre le dijo que eso era imposible, él contestó: ‘Cavaré cerros y valles y no pararé hasta que lo encuentre’. Ese es el reflejo del amor que tenía hacia Eugenio, un hombre que luchó por los pobres, por las mujeres, por los más vulnerables y de quien toda la familia está orgullosa”.

El abogado, ensayista y poeta José Álvarez-Prida con su familia. Fue fusilado y desaparecido en octubre del 36. No está claro su paradero final.

El abogado poeta

También están pendientes de la excavación de Villadangos los nietos de José Álvarez-Prida y su sobrina, la historiadora María Rosa de Madariaga Álvarez-Prida. José Álvarez-Prida, abogado, ensayista y poeta, amigo de algunos integrantes de la Generación del 27, fue acusado de extremista y “agente secreto del Socorro Rojo”. Enseñó durante unos años lengua y literatura españolas en la Universidad de Sofía (Bulgaria), su puesto dependía del Ministerio de Estado (Asuntos Exteriores) y viajaba con pasaporte diplomático.

En el campo de concentración de San Marcos sufrió malos tratos y vejaciones. Tenía 35 años, dejó esposa –Albina Carrillo Laredo– y dos hijos de dos y cuatro años. Su amigo el poeta Gerardo Diego le dedicó un poema, Retrato de José Álvarez-Prida. Algunos de sus versos decían así:

No le temáis. Su indómita melena, si se eriza,


La desmienten sus ojos tan dóciles y humanos.

Rostro de león heráldico, de piedra crespa y riza,

No temáis al león, os lamerá las manos.


De versos y de pájaros vedle siempre en acecho.

Cuando los prende vivos, no los ata ni encierra.

Los pule, los calienta en lo íntimo de su pecho,


y al aire los devuelve, libres sobre la tierra.

Su sobrina María Rosa de Madariaga escribió un artículo sobre él hace unos años en El País, bajo el título Dónde están nuestros muertos, en el que contaba retazos de su interesante vida y el dolor de la familia por su desaparición: “Su único delito era ser de izquierdas”.

Su nieto Emilio señala que su búsqueda es “un deber moral, buscarlos dignifica no solo su persona, sino la sociedad como tal. Hablamos de una cuestión básica de derechos humanos”

El mantel con un mapa

Serapio Pedrejón de la Fuente también es buscado por su familia. Era hojalatero en el depósito de máquinas de la Estación Norte de León, fue representante político y sindical (PSOE y UGT) y tuvo dos hijos.

“En el relato familiar mi abuelo era una persona que defendía a la gente contra las injusticias, vivía encima del restaurante Besugo de León, el propietario de la vivienda subía injustamente el alquiler y él salía en defensa de los vecinos ante ello. Su búsqueda es importante, por mi abuela, por todos. Su hermano Arturo tenía un mantel con el mapa de España y siempre lo miraba y decía: ‘¿Dónde estará mi hermano?’. Él y su hermana murieron queriendo encontrarlo, sufrieron el abandono, la huida –porque tuvieron que irse– y para mí sería un orgullo poder decirles desde aquí que lo hemos encontrado”, cuenta su nieta Ángeles.

Otros identificados

Además de los nombres aquí mencionados, las actas de defunción elaboradas por los vecinos de Villadangos en el mismo 1936 indican que otros de los allí sepultados son: Fulgencio Mateo Rey, natural de Valdevimbre; Feliciano Alvarez Alvarez, de Sahagún, quien tenía cinco hijos menores; Narciso Robles González, de Villamarco, con tres hijos menores; Eladio Quiñones Blanco, de San Cristóbal de la Polantera, que dejó seis hijos; Marcelino Rodríguez Olano, de Folgoso de la Ribera; Máximo Moraix Llamas, con cuatro hijos; Ignacio Barrientos Ruano, de San Andrés de Rabanedo; Julián León Canal, de Oncina y Herminio Puente Suárez.

También fueron enterrados en esa fosa varios jóvenes procedentes de Alija de los Melones (ahora Alija del Infantado): Matías del Río Pérez, Vicente Fernández, Luciano Llamas Astorga, Marcelino Rabanal, José Pérez Alija, Francisco Ferrero Lera y Teófilo Pérez Aparicio, casi todos jornaleros.

Según los documentos de 1936 suscritos por el juez, otros trece hombres fueron enterrados en una fosa en Fojedo del Páramo, pedanía de Villadangos. Dos de ellos pudieron ser identificados: Máximo García Ramos, natural de Navianos de la Vega, y Benigno Esteban, también de Navianos, quien tenía cinco hijos. Además, hay un buen número de fichas sin nombre, bajo el epígrafe de “desconocido”, ya que nunca se pudo encontrar pistas sobre la identidad de esos cadáveres. En total, ochenta y cinco actas de defunción en aquellos fatídicos meses de septiembre, octubre y noviembre de 1936. Ahora, con el inicio de la excavación por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, se podrá saber si sus restos siguen allí.

El farero que apagó la luz para salvar a los huidos de La Desbandá

12 junio, 2022

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco

MEMORIA HISTÓRICA

Imagen restaurada de un joven Anselmo Vilar | Luda Merino Garrido (@RestaurandoDign)
Imagen restaurada de un joven Anselmo Vilar | Luda Merino Garrido (@RestaurandoDign)

Néstor Cenizo

5 de febrero de 2022 20:45 h. Actualizado el 07/02/2022 20:53 h 

En La Desbandá hubo unos cuantos verdugos, miles de víctimas y algunos héroes. De Norman Bethune, el médico canadiense que recogió en una destartalada ambulancia a cientos de víctimas que huían camino de Almería, se ha escrito bastante. Pero de Anselmo Vilar García, un hombre que pagó su valentía con la vida, se sabe algo menos. Durante dos días, Vilar apagó el faro de Torre del Mar (Málaga) para evitar que la aviación franquista masacrara en sus vuelos rasantes a miles de personas que se habían agolpado en un descampado cercano. Consumada la toma de la plaza por las tropas franquistas, fue ejecutado sin juicio cuando contaba 55 años.

Carmen Tejero, la memoria de La Desbandá 82 años después de la masacre SABER MÁS

La historia de Vilar, nacido en Castro de Rei (Lugo), fue rescatada del olvido por Jesús Hurtado, un periodista de Vélez-Málaga (municipio al que pertenece Torre del Mar) con alma de investigador. Mientras escribía la historia del Vélez CF, algunos de los más veteranos del equipo le contaron recuerdos de la Guerra Civil: cómo huyeron por la carretera y muchas personas se salvaron de la muerte porque una noche el faro se apagó. Y a Hurtado la luz se le encendió: debía documentar esa historia con los testimonios de quienes la vivieron, que conforman la base de su relato. Habló con cinco supervivientes que le confirmaron que durante dos noches, el faro de Torre del Mar se apagó.

El acoso de las tropas fascistas a los civiles malagueños

A Vilar la guerra le puso en las manos la vida de cientos de personas. Lo de ser farero en Torre del Mar le venía de familia. Su abuelo, Anselmo Vilar Coria, fue el encargado de estrenar el primer faro del pueblo el 15 de marzo de 1867, y fue relevado por su padre, que se mantuvo en el puesto hasta 1910, según recoge el propio Hurtado en su trabajo El Faro Torreño. Él se hizo cargo del faro a una edad ya tardía, con 48 años, en 1930.

Pronto, la vida le iba a poner en una tesitura trascendental. Entre el 6 y el 7 de febrero de 1937, decenas de miles de personas (algunas fuentes elevan la cifra hasta las 150.000) salieron de Málaga, entregada a los fascistas sin disparar un tiro, uniéndose en su caótica huida (juía) a otros tantos que venían de Cádiz o de la comarca de Loja, en Granada, a través del boquete de Zafarraya. Los militares republicanos y el coronel José Villalba declararon que en total huyeron por la carretera unas 300.000 personas. Queipo de Llano hablaba de 250.000.

A quienes salieron de Málaga les acosaban tres columnas de las fuerzas italianas, comandadas en España por el general Mario Roatta. La columna del coronel Carlo Rivolta (zona Antequera-Málaga), la del Corpo Truppe Voluntari dirigida por el histriónico y violento Arconovaldo Bonaccorsi (que se hacía llamar Conde Rossi), y otra integrada por las Flechas Azules del comandante Guassardo Gusberti, que venía desde Alhama de Granada, según el trabajo de Antonio Navas Muñoz La Italia fascista en Málaga durante la Guerra Civil española. Queipo de Llano completaba el macabro cuadro con sus amenazas y exabruptos desde Unión Radio Sevilla: “Malagueños, ponedle pantalones a la luna”.

Decenas de miles se agolpan en Torre del Mar

Pero la táctica de la guerra celere (el equivalente italiano al blitzkrieg alemán) se topa con un escollo en la pedanía veleña de Puente de Don Manuel. Una escaramuza obliga a Gusberti a frenar su avance, y quienes huyen desde Málaga quedan atrapados en una especie de nudo en Torre del Mar, ya en la costa. “Los partes de guerra señalan que hay un cerco en la carretera. Hay quien dice que en Torre del Mar se agolpan 200.000 personas, entre quienes salían de las casas, gente que venía de Málaga, de Granada y Loja”, explica Hurtado. La mayoría confluyen en una zona conocida entonces como Acequia Bigotona, una explanada donde hoy se celebra un festival de música, a menos de un kilómetro del faro.

Es la madrugada del 6 al 7 de febrero, una noche fría y lluviosa. Málaga está cayendo, miles de personas huyen despavoridas y Heinkel alemanes y Fiat CR-32 italianos (llamados “chirri” por los malagueños) venían ametrallando a quienes huían a lo largo de la carretera. “A los tres cuartos de hora, un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación que bombardeó, incendiando algunos camiones”, dijo Queipo.

De aquel ensañamiento y de la huida desordenada y febril de miles de personas quedó reflejo en documentos oficiales, pero también en los testimonios de periodistas y escritores extranjeros. En su novela La Esperanza, basada en su experiencia como piloto de la República, André Malraux pone en boca de uno de sus personajes estas palabras sobre la caída de Málaga. “El éxodo es extraordinario, Magnin… Más de cien mil habitantes en fuga… Terrible… Y los aviones italianos los persiguen”. Y más adelante, una frase luego muy citada: “El mundo entero, en ese minuto, corría en un único sentido”.

“Hacia las dos de la tarde comienza el éxodo desde Málaga. La carretera es un río de camiones, coches, mulas, carros, gentes asustadas que riñen entre ellas. Esta riada lo chupa y lo arrastra todo: civiles, milicianos desertores, el gobernador civil, algunos oficiales del Estado Mayor… Corren algunos extraños rumores por Málaga: que los rebeldes han ocupado ya Vélez, la siguiente población hacia el este, a unos cincuenta kilómetros; el río de refugiados se dirige a una trampa mortal. Según otro rumor, la carretera está todavía abierta, pero bajo el fuego de los barcos de guerra y de aviones que ametrallan a los refugiados. Nada, entonces, puede ya detener al río: fluye y fluye, y se alimenta sin cesar de los arroyos del miedo”, escribe Arthur Koestler, corresponsal para el Daily Worker, en su obra Diálogo con la muerte: un testamento español.

Vilar, que conoce todo esto y sabe que miles se agolpan cerca de su faro, toma su decisión: apaga las luces para evitar que los aviones se orienten y continúen su matanza. Despistados, los pilotos pasan Torre del Mar y continúan hasta la siguiente referencia: Torrox, a 18 kilómetros, donde el faro sí les alumbra.

Dos noches apagado

Una noticia aparecida en The Manchester Guardian (actualmente The Guardian) y obtenida por Hurtado gracias a un contacto en Inglaterra da cuenta del suceso en los siguientes términos, según lee el investigador: “La caravana de miles de personas llena la carretera de banda a banda; se avanza con dificultad. Algunos prefieren hacerlo de noche aprovechando que el faro de Torre del Mar ha sido apagado y deciden tirar campo adentro para evitar los continuos reconocimientos que se hacen ininterrumpidamente en esta zona de la costa con intención de ametrallar y bombardear”.

Según le contaron a Hurtado, dos noches permaneció sin luz el faro de Torre del Mar, que tenía un alcance de doce millas, unos 22 kilómetros. Gracias a la oscuridad, miles pudieron refugiarse sin miedo a ser descubiertos. “Por eso entre Torre del Mar y El Morche (la pedanía costera de Torrox) hubo ametrallamientos y en Torre del Mar no, a pesar de que hubo la mayor concentración de personas”, resume Hurtado.

Cuando al día siguiente el Teniente Coronel Mejide y el Capitán de Infantería Ramón Marvá Maciá llegan a Vélez-Málaga, se encuentran una ciudad vacía, en la que apenas pueden hablar con un matrimonio cubano y un par de paisanos más. Un capitán de milicias les informa: la resistencia ya se ha marchado. 

Del destino del farero no hay constancia oficial. Pero según le contaron a Hurtado los más veteranos del lugar, Vilar fue apresado y asesinado por su acción humanitaria. Según Hurtado, fue ejecutado en las paredes del cementerio de Vélez-Málaga, donde aún hay varias fosas comunes por abrir. En 2017, IU impulsó una iniciativa para recordar y homenajear al farero en Vélez-Málaga, y este año el investigador ha contado su historia como parte de los actos de la ruta senderista de La Desbandá.

Anselmo Vilar era, según pudo saber de quienes le conocieron, un hombre sensible, que por su oficio sabía leer y escribir, y ayudaba a los marengos a redactar sus cartas y escritos. Frecuentaba el Casino de la Alegría y era un aficionado al ajedrez. En sus ratos de soledad en el faro, tallaba sus propias piezas. “Siempre tenía en el bolsillo una torre de ajedrez, que simbolizaba un faro”. Es posible que la llevara cuando fue apresado y que el hombre que apagó la luz para que otros salvaran la vida muriera, al fin, junto a un faro. 

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En Auschwitz quedó la maleta de Klara Goldstein

28 May, 2022

Fuente: http://www.blogs.elpais.com

Por: Tereixa Constenla | 27 de enero de 2015

Klara Goldstein dejó su maleta en Auschwitz. Allí sigue, una más entre miles de maletas de cuero, cartón y piel que se apelotonan entre sí, arrebujadas como para sacudirse el frío. Más de setenta años lleva la maleta aguardando el reencuentro con una propietaria que nunca regresará, con una señas que no surtieron efecto (Rote Kreuz: Cruz Roja). Klara bajó de un vagón en mitad de la intemperie polaca, donde el Tercer Reich montó su más perfeccionada industria del exterminio, y ascendió al cielo convertida en humo. ¿Cuándo se dio cuenta Klara de su viaje a ninguna parte? ¿Cuándo reparó en que su maleta era un maquiavélico atrezo? 

En Auschwitz alguien podría pasar toda la jornada leyendo uno a uno los nombres de los dueños de maletas abandonadas por las víctimas. Ocupan una habitación, protegidas tras un cristal. En cada maleta iba lo imprescindible, probablemente aquello que cada uno salvaría si se fuese a una isla desierta, el mínimo común existencial, lo más querido o lo más necesitado, lo que definía a cada uno como uno mismo: los zapatos de fiesta, la blusa de seda, las zapatillas de ballet, el libro de oraciones, la partitura, el espejo de mano, el broche de la madre, la novela de Thomas Mann… ¿Qué podía llevar cada judío en su ignorado camino hacia la cámara de gas?

Hace 70 años los soviéticos liberaron Auschwitz, un complejo formado por tres campos de concentración habilitados junto a la ciudad polaca de Oswiecim, a unos 70 kilómetros de la bella Cracovia. Allí murieron 1,1 millones de personas, la gran mayoría judíos, pero también otras minorías étnicas (gitanos) y enemigos políticos del nazismo. Cuando abandonaron el lugar, los alemanes volaron algunas evidencias de sus crímenes como la cámara de gas y el horno de Auschwitz II-Birkenau, su principal máquina de matar. Ahora puede verse acordonado por razones de seguridad, pero basta con visitar su predecesor, la cámara de Auschwitz I, para empaparse de oscuridad. 

A pocos metros del primer edificio donde se experimentó con Zyklón B se levanta la casa donde residía el kommandant del campo, Rudolf Höss, con su familia: Hedwig, su esposa, y sus cinco hijos. Un lugar de risas y correrías. Desde la segunda planta podía verse la chimenea del horno crematorio, tan cerca y al mismo tiempo en otra galaxia. Höss asistía a los actos de exterminio para mostrar su fortaleza ante sus subordinados. Varios años después, en 1947, regresaría al lugar para morir. Un tribunal polaco le condenó a la horca. Fue ejecutado en Auschwitz, a medio camino entre el chalé por donde correteaban sus hijos en el pasado y la cámara de gas. Uno de sus nietos visitó el campo hace poco. «Este es el único lugar decente que hay aquí», dijo junto a la horca. 

En los registros de Auschwitz hay constancia del paso de dos mujeres que compartieron el nombre de Klara Goldstein. Una nació el 20 de mayo de 1900 en la ciudad húngara de Nyiracsad y murió el 14 de septiembre de 1942 en el campo. La segunda nació el 29 de agosto de 1921 en lugar desconocido. Figura en la lista de presos transferidos desde Birkenau a otros campos. Ignoramos a qué se dedicaban, si les gustaba el cine o la música, si tenían hijos, maridos o hermanas, si creían o no en algún dios, si habían fantaseado con envejecer en el mismo lugar donde habían nacido… La magnitud de la masacre fue tal que parece inevitable el anonimato masivo. Pero ello es un último atropello a la memoria de las víctimas. Cada objeto que les materializa les salva del olvido, aunque se trate de gafas redondas repetidas hasta el infinito, prótesis ortopédicas de discapacitados o zapatos ajados…

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Salvador Vila, el joven rector de la Universidad de Granada fusilado por los golpistas por “intelectual”

23 febrero, 2022

Fuente: http://www.eldiario.es

  • La historia de este erudito se enmarca dentro de la Edad de Plata de las ciencias y las artes españolas. Personas a las que se les tachó de “intelectuales” peyorativamente por tratar de crear un país avanzado y que fueron asesinadas, exiliadas y represaliadas por los golpistas contra la II República. La Universidad acaba de hacer un reconocimiento a su figura y al resto de represaliados en la institución
Salvador Vila fue asesinado en octubre de 1936 en Víznar (Granada)
Salvador Vila fue asesinado en octubre de 1936 en Víznar (Granada)

Álvaro López

30 de octubre de 2021 21:42 h Actualizado el 31/10/2021 05:30 h 

Salvador Vila Hernández (Salamanca, 1904) solo quería aprender y aportar al mundo sus conocimientos. Disfrutar de una vida entre libros y aulas. Entre tizas y pizarras. Con apenas 30 años logró ser catedrático y con solo 32, rector de la Universidad de Granada (UGR) sin saber que meses después la oscuridad de una fosa común sería su futuro. Hasta hoy. Al borde de una de las decenas que hay en el barranco de Víznar, Salvador Vila fue fusilado por los golpistas el 23 de octubre de 1936. La Universidad ha querido realizar un acto de reconocimiento y reparación a su antiguo rector y al resto de represaliados de la institución por el franquismo.

Una de las personas que más ha estudiado sobre su figura es Mercedes del Amo, profesora jubilada de la UGR. Ella escribió la biografía más completa que hay sobre un hombre singular y adelantado a su tiempo, como muchos de los que vivieron en la misma época que la Generación del 27. “Salvador Vila: El rector fusilado en Víznar”, es un libro esencial para conocer mejor quién fue y por qué la sinrazón acabó con la vida de una persona tan importante para la historia de la enseñanza universitaria española.

Mercedes del Amo insiste en que ni Vila ni ninguno de los profesores perseguidos en la Guerra Civil “cometieron ningún delito”. A su juicio, el único pecado en el que participaron fue “ser protagonistas de la Edad de Plata de España». Según la define, este periodo constituyó «un movimiento de renacimiento tanto de la literatura como de las ciencias y las artes”. Empezó en el último tercio del siglo XIX y fue “brutalmente cercenado” en 1936 por el fascismo español.

Se basó en dos instituciones: en la Institución Libre de Enseñanza, que quería la alfabetización de una población con altos índices de analfabetismo y sobre todo enseñar a pensar libremente para que hubiese ciudadanos responsables; y en la Junta de Ampliación de Estudios que pretendía modernizar los estudios universitarios y en parte lo consiguieron renovando métodos y formas de hacer universidad. “Ese fue el gran pecado de las personas que luego fueron ajusticiadas, exiliadas o represaliadas”, sostiene Mercedes del Amo.

Un intelectual de mirada abierta

En ese contexto emerge la figura de Salvador Vila. Un joven al que la vida le había llevado sin atajos a ser una eminencia con apenas 30 años. En su Salamanca natal, pudo estudiar Derecho y Filosofía y Letras gracias a una beca de la Junta de Colegios Mayores de Salamanca. Con un mundo interior como el suyo y con las ganas de aprender como impulso, Vila acabaría marchándose un tiempo a Berlín donde conocería a su mujer, la alemana Gerda Leimdörfer, judía, que le acompañaría hasta el abrupto final de su vida.

Como explica Mercedes del Amo, Salvador Vila “obtuvo sobresaliente” en su formación universitaria y logró ser premio extraordinario de Doctorado con tan solo 30 años. Un currículum brillante que no le restó tiempo para ser políticamente activo, sino que le dio alas y herramientas para poder defender la libertad y las ideas de un mundo que tenía que avanzar. Mercedes del Amo considera que Vila y sus coetáneos tenían “además de un compromiso científico, un compromiso social y político”. A pesar de ser pocos, fueron “muy eficaces y eficientes” a la hora de expresar y promover sus conocimientos para lograr una sociedad más moderna.

El rectorado de la UGR en la época de Salvador Vila

Por desgracia, el clima político de España en aquellos años fue más que agitado y personas como Vila fueron rápidamente señaladas. Republicano de corazón y convicción, se mostró contrario a la dictadura de Primo de Rivera cuando era un joven de apenas veinte años. En 1926 fue deportado a las Islas Chafarinas por defender a Miguel de Unamuno, del que fue discípulo. Salvador formó parte de una protesta contra un miembro de la Universidad de Salamanca que había concedido la plaza de catedrático de Griego de Unamuno a otra persona, aprovechando que el escritor español estaba deportado en Fuerteventura por criticar al régimen. Por eso, acabó siendo castigado unos meses en las islas que se encuentran frente a las costas de Marruecos.

Perseguido por pensar

Conforme pasaron los años y Vila siguió engordando su currículum, llegando a trabajar como profesor de Literatura en Baeza (Jaén), el mundo que le rodeaba le abría puertas y le presentaba a intelectuales de la talla de Federico García Lorca, con el que macabramente compartiría asesinato en el barranco de Víznar; de Manuel de Falla, figura clave en sus últimos meses de su vida o de Emilio García Gómez, filólogo y arabista. Todos ellos tuvieron la mala fortuna de vivir en un país que empezó a estigmatizar a sus pensadores utilizando negativamente el calificativo de «intelectuales». “Pasaron a ser un cargo punible, de tal manera que aquella persona que iba a juicio, si lo había, sabía que iba a tener una gran condena”, explica Mercedes del Amo.

De esa forma, la enseñanza en España sufrió la sinrazón de la guerra y la persecución del fascismo y el franquismo que se instaló con la dictadura de Francisco Franco. “La Universidad de Granada fue una de las más represaliadas del país. El profesorado, en gran parte, fue fusilado, se tuvo que exiliar o fue represaliado”. Un grupo de señalados en el que entró Salvador Vila. Como decía su suegro, según recuerda Mercedes del Amo, Vila era “socialista teórico, pero sin adscripción política”, lo que acabaría siendo un motivo más para que los golpistas le asesinasen.

En abril de 1936, como reconocimiento a una carrera extraordinaria y a una voluntad aún mayor por ser un hombre avanzado a su época, Salvador Vila fue elegido rector de la Universidad de Granada. Lo que debía ser una noticia feliz y motivo de orgullo, a las pocas semanas se convirtió en su sentencia de muerte. Cuando se encontraba de vacaciones en Salamanca junto a su mujer y su hijo, la Guerra Civil estalló. Los sublevados, que habían tomado Granada, le destituyeron como rector y la cuenta atrás de su vida se puso en marcha.

En octubre fue detenido por los fascistas en Salamanca y conducido de regreso a Granada. Antes del fatal desenlace, Manuel de Falla intentó salvarle la vida tanto a él como a su mujer, que también fue apresada y que logró salvarse por convertirse al catolicismo siendo judía. Pero Salvador Vila no tuvo opción. El 23 de octubre de 1936, hace 85 años, él y otras 28 personas fueron conducidas al borde de una zanja rodeada de cadáveres y fosas comunes. Allí, uno o varios disparos acabaron con una vida de luz y brillantez. Allí, sin razón ni motivo, Salvador Vila dejó de existir como persona, para hacer eterna su figura. Y allí, como el de centenares de personas, sigue enterrado su cuerpo, esperando a que el olvido no borre su recuerdo.

Ameen Jubran, el yemení que huyó de su casa y acabó construyendo el hogar de miles de desplazados de guerra

2 febrero, 2022

Fuente: http://www.eldiario.es

Ameen Hussain Jubran, jefe y fundador de la ONG yemení Jeel Albena, en la ciudad de Saná.
Ameen Hussain Jubran, jefe y fundador de la ONG yemení Jeel Albena, en la ciudad de Saná. Ahmed Haleem/ACNUR

Emili Serra 6 de octubre de 2021 22:07 h Actualizado el 07/10/2021 05:30 h 

Tras el estallido de la actual guerra civil, en 2014, Ameen Jubran fue uno de los miles de yemeníes a quienes los combates obligaron a huir dentro de las fronteras del país. Tras escapar de su casa, acechada por los bombardeos, pasó a convertirse en una persona clave para los miles de desplazados internos que sobreviven a la peor crisis humanitaria del mundo. Su labor ha sido reconocida este mes con el Premio Nansen, el galardón del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

El Gobierno limita el acceso de los yemeníes al asilo a pesar de sufrir la «peor crisis humanitaria» del mundo SABER MÁS

Su interés por la ayuda humanitaria se remonta a sus años como estudiante de química en la Universidad de Saada, donde vio las consecuencias del eterno conflicto en algunos de sus compañeros. No volvían a casa por vacaciones, tenían dificultades para contactar a sus familias y apenas podían pagarse las tasas universitarias. Después de asumir el puesto de jefe del sindicato de estudiantes, Jubran decidió ayudarlos. Lo siguió haciendo hasta que él mismo se vio en la misma situación. 

Fue en 2017 cuando, con un grupo de amigos de la universidad y después de haber colaborado con otras entidades durante años, Jubran fundó la Asociación Jeel Albena, una organización sin ánimo de lucro que presta servicios de emergencia a las comunidades desplazadas en el norte del país.  Hasta el día de hoy, ha proporcionado un techo bajo el que dormir a 20.000 desplazados internos y ha apoyado a otros 60.000. La organización de Jubran también cuenta con un centro de desarrollo de habilidades y un programa de rehabilitación escolar.

Ameen Jubran, director y fundador de la Asociación Jeel Albena, en el interior de uno de los refugios para desplazados internos en al-Mansuriyah, Hudaydah. Abdulhakeem Obadi/ACNUR

«Yemeníes para yemeníes»

«Nuestro lema es de yemeníes para yemeníes», cuenta Jubran a elDiario.es desde Saná en una videoconferencia, «más del 40 % de nuestros empleados proceden de las propias comunidades desplazadas». La organización emplea a unas 4.000 familias locales, que a menudo se encuentran en peor situación que los desplazados internos que acogen en la ciudad yemení de Hudaydah, en la recolección y producción de «Khazaf», un material natural que proviene de las palmeras locales conocidas como «Doum».

Las hojas o «Khazaf» se tejen en capas y luego se colocan sobre un marco de refugio para hacer las cabañas. Alrededor del 90 % de los trabajadores locales empleados por Jeel Albena para tejer el «Khazaf» son mujeres.

El estallido de la pandemia acrecentó la dura situación humanitaria que el país llevaba viviendo años. «El COVID-19 nos ha supuesto muchos retos. Ha aumentado las necesidades a las que podemos dar respuesta con los fondos que tenemos disponibles. Al haber sido nosotros mismos desplazados, entendemos los retos que conlleva desplazarse. La pandemia nos ha impactado mucho, ya que no nos permitió responder a todas las necesidades que conocemos».

A las zonas del norte del país en las que trabaja no están llegando dosis, cuenta Jubran. Él mismo no ha podido viajar a la entrega del galardón por no estar vacunado.

El Premio Nansen a Jeel Albena, ACNUR también pretende poner el foco en una crisis humanitaria, la peor a nivel global ahora mismo, a la que los medios y la comunidad internacional «no prestan atención suficiente». «Centrarse en el conflicto político y no en la situación humanitaria es lo que ha llevado a Yemen a una de las peores situaciones humanitarias de nuestro tiempo. Esperamos que al ganar este premio podamos arrojar luz sobre lo que está pasando», dice Jubran.

El director de la agencia alimentaria de la ONU advirtió hace dos semanas de que 16 millones de personas en Yemen estaban en riesgo de inanición. «Ver que el apoyo que proporcionamos es realmente necesario es lo que básicamente nos motiva para seguir ayudando a las personas necesitadas, a nuestras familias y vecinos», dice Jubran.

Aish Mohammed Abdo, de 52 años, fabrica esteras de hojas de un material natural conocido como khasaf, junto con otras mujeres desplazadas en Az Zaydiyah, Hudaydah. Abdulhakeem Obadi/ACNUR

«Esperamos que la comunidad internacional ayude a Yemen a alcanzar la paz, centrándose en la situación humanitaria y poniendo fin al conflicto. Yemen necesita apoyo para poder ser autosuficiente y así dejar de depender de la asistencia internacional».

Una guerra estancada

La guerra civil en Yemen empezó el año 2014, cuando los rebeldes Houthi tomaron el control de la capital, Saná, así como de gran parte del norte del país. El Gobierno del presidente Abd-Rabbu Mansour Hadi tuvo que huir al sur y, posteriormente, a Arabia Saudí.

En marzo de 2015, una coalición liderada por Arabia Saudí empezó una campaña de bombardeos, que contó con el apoyo de Estados Unidos, para intentar restaurar a Hadi en el poder.

Los Houthis controlan una amplia franja de Yemen y cuentan con el apoyo de Irán, al que Arabia Saudí considera su adversario regional, y han respondido con frecuencia a los ataques aéreos saudíes enviando misiles a través de la frontera hacia territorio saudí.

A pesar de la campaña aérea y de los combates terrestres, la guerra ha llegado a un punto muerto, generando tras de sí la peor crisis humanitaria del mundo. Desde entonces, Estados Unidos ha suspendido su participación directa en el conflicto.

Según estimaciones de Naciones Unidas, casi un cuarto de millón de yemeníes ha muerto en el conflicto, y millones se enfrentan a una situación de hambre aguda o inanición. Alrededor del 80 % de los aproximadamente 30 millones de personas del país necesitan ayuda humanitaria.

El pasado mes de marzo, Arabia Saudí propuso una oferta de paz para poner fin a la guerra, comprometiéndose a levantar el bloqueo aéreo y marítimo si los rebeldes Houthi aceptaban un alto el fuego.

Ultraderecha, fascismo, libertad

13 octubre, 2021

Fuente: http://www.infolibre.es

Julián Casanova contacta @infolibre.es @CasanovaHistory

Publicada el 31/05/2021 a las 06:00 Actualizada el 31/05/2021 a las 16:57

La Primera Guerra Mundial no acabó en 1918. El fin oficial de las hostilidades, tras más de cuatro años de guerra, firmado por los representantes aliados y alemanes el 11 de noviembre de 1918 en un vagón de tren cerca de Compiégue, no inauguró una posguerra pacífica. El mundo contempló varias revoluciones, guerras civiles, guerras de independencia, conflictos étnicos y levantamientos anticoloniales en un escenario marcado por dos cambios decisivos: la revolución bolchevique en Rusia y la lucha por el legado de los imperios que se desintegraron en 1917-18, acompañados de la creación de nuevos estados-naciones, disputas territoriales y desplazamientos masivos de población. El paramilitarismo y las milicias armadas alimentaron un nuevo cultivo de la violencia política, con desastrosas consecuencias.

Formaciones paramilitares habían surgido antes de 1914 en Rusia, en el Ulster, para preservar la Unión de Irlanda con Gran Bretaña, en la guerra de los Balcanes y en Hungría, donde el ideólogo antisemita Miklós Szemere había propugnado introducir batallones universitarios como el primer paso para la creación de un ejército nacional independiente. Pero como fenómeno establecido como fuerzas irregulares frente a las formaciones militares convencionales, el paramilitarismo necesitó, para expandirse y consolidarse, el vacío de poder dejado por la quiebra de los Estados imperiales durante y después de la Primera Guerra Mundial.

Con los ejércitos regulares en desbandada, algunos oficiales comenzaron a reclutar voluntarios organizados en unidades que llevaban el nombre de su lugar de origen, del comandante que la dirigía o de figuras carismáticas que habían destacado en los combates. Junto a excombatientes aparecían jóvenes que no habían tenido la oportunidad de luchar y a quienes las formaciones paramilitares les ofrecían una oportunidad de demostrar su odio al bolchevismo, pero también de robar, violar, extorsionar, bajo la retórica común de la creación de un “nuevo orden”.

La inmensa mayoría de los cientos de miles de activistas paramilitares en Europa central tenía entre 20 y 30 años y algunos menos de 18. Eran jóvenes radicales que no habían estado en el frente, los “retoños adolescentes” de la generación de la guerra. Los jóvenes que entraron en masa en las SA, formadas en 1920 como grupos de defensa en los mítines nazis frente a sus oponentes izquierdistas y que copiaban a las unidades paramilitares de los Freikorps, habían nacido después de 1920.

Políticamente eran ultraderechistas que odiaban a las nuevas repúblicas, a los socialistas y comunistas traidores y a la burguesía cobarde que no se había rebelado contra la derrota y la revolución.

Las formaciones paramilitares salidas de la guerra y de la “cultura de la derrota” compartían el odio al bolchevismo, a los judíos y a las mujeres “politizadas”. Era una amenaza que había nacido en Rusia con la revolución de octubre de 1917 y que se había propagado a otros países en noviembre del año siguiente con la proclamación de repúblicas democráticas en Alemania, Austria y Hungría. La revolución había destruido, o amenazaba con destruir, las jerarquías sociales, los valores de orden, las autoridades e instituciones tradicionales. La contrarrevolución significaba precisamente impedir que esa pesadilla se hiciera realidad, reparar los daños de la derrota y de la humillación nacional. Una venganza violenta contra los responsables de subvertir las normas incuestionables hasta ese momento, la tríada “eslavo-judía-bolchevique”.

Ese combate contra el feminismo, compartido por muchos de los oficiales que habían combatido en los ejércitos alemán y austrohúngaro, era la mejor forma de mostrar su hombría y de restablecer el orden y la autoridad. El desprecio del socialismo y de la participación de las mujeres en política se oponía al elogio de la virilidad, de la camaradería, del sacrificio, del respeto por las jerarquías y del amor a la patria. Era también el contraste entre el mundo ordenado del soldado disciplinado y el caótico de las turbas politizadas y afeminadas.

Reconocidos historiadores especialistas en el fascismo han subrayado que la violencia fue tan intrínseca a la práctica del movimiento y a su ideología que no puede ser tratada meramente como un aspecto de su historia. Fascismo y violencia fueron unidos desde el principioSquadristi y fascistas en general vieron la violencia no simplemente como un instrumento en la lucha política, sino como un “eje”, el “elemento unificador” de su misma existencia.

El movimiento contrarrevolucionario, antiliberal y antisocialista se manifestó muy pronto en Italia, durante la profunda crisis posbélica que sacudió a ese país entre 1919 y 1922, se consolidó a través de dictaduras derechistas y militares en varios países europeos y culminó con la subida al poder de Hitler en Alemania en 1933. Una buena parte de esa reacción se organizó en torno al catolicismo, la defensa del orden nacional y de la propiedad.

Tras la Primera Guerra Mundial, la caída de las monarquías, el espectro de la revolución y la extensión de los derechos políticos a las masas hicieron que un sector importante de las clases propietarias percibiera la democracia como la puerta de entrada al gobierno del proletariado y de las clases pobres. Temerosos del comunismo, se inclinaron hacia soluciones autoritarias. La crítica a los parlamentos y a la democracia ganó terreno. La cultura del enfrentamiento se abrió paso en medio de una falta de apoyo popular a la democracia.

La ultraderecha forma parte del fragmento más negro de esa historia de Europa hasta 1945 y de España hasta 1978. En la actualidad no necesita rechazar la democracia parlamentaria ni cerrar o destruir parlamentos. Tampoco está en su agenda ofrecer soluciones radicales de eliminación sistemática de sus oponentes. Le sirve socavar la democracia desde dentro, hacerla más frágil, quebrar sus perspectivas ético-políticas. Hacer todo eso además en nombre de la libertad. En los años treinta del siglo pasado mucha gente se lo creyó y aceptó estar organizada conforme a estrictas normas autoritarias, pasando por encima de quienes resistieron. La historia rima.

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Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza.

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El gasto militar y el hambre mundial

1 octubre, 2021

Fuente: http://www.rebelion.org
Por Hedelberto López Blanch | 08/05/2021 | Economía

Fuentes: Rebelión

La más baja reducción desde la Segunda Guerra Mundial del Producto Interno Bruto (PIB) global ocurrida en 2020 y la continuidad de esa tendencia en 2021 debido a la pandemia de coronavirus, se contrapone a los enormes gastos dedicados a la carrera armamentista que en ese período alcanzaron cifras récord.

La Covid-19 ha puesto en vilo a la economía del orbe al perderse millones de puestos de trabajo; quiebras de empresas y negocios; enormes gastos para atender la salud de los contagiados; caída del comercio y la proliferación de la miseria y la pobreza en gran parte de la población sobre todo en los países en desarrollo.

Los expertos catalogan la situación de catastrófica en la que muy pocos países han salido incólumes ante tamaña enfermedad que ha demostrado la incapacidad del sistema capitalista neoliberal para enfrentar y proteger a la mayoría de sus poblaciones de los graves efectos del flagelo. 

El Instituto Internacional de Finanzas (IIF por su siglas en inglés) en un reciente informe indicó que la deuda de hogares, empresas, bancos y gobiernos de todo el planeta sumaba al cierre del tercer trimestre de 2020, 272 billones de dólares y a finales del año llegó a un máximo histórico de 277 billones de dólares, que representan el 365 % del PIB mundial.

Pese a esta gran problemática, el gasto militar continuó incrementándose, pues según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (CEPRI), la crisis generada por la pandemia no ha impedido que el capital colocado en la defensa siga en alza.

Por quinto año consecutivo afirma, subió hasta los 1,98 billones de dólares, 74 000 millones más que en 2019, es decir, 2,6 % interanual, mientras que el PIB mundial cayó un 4,4 %. El hecho de que el gasto militar aumente en un año de recesión económica, significa que la proporción de este tipo de inversiones en el PIB total también creció.

De acuerdo al CEPRI, solo cinco países ostentan el 62 % del gasto militar: Estados Unidos ascendió a 4,4 % en 2020 hasta los 778 000 millones de dólares, o sea, 39 % del total; China 1,9 % en el año para 252 000 millones; India, 2,1 % para 72 000 millones; Rusia 2,5 % hasta 61 700 millones; Reino Unidos, 2,9 %, o sea, 59 200 millones.

Con respecto a los países integrantes de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) se elevó a 1,1 billones, lo que representa el 56 % global.

Pero analicemos otros datos, como el del Banco Mundial, donde indica que en 2020 cayeron en la pobreza extrema entre 88 millones y 115 millones más por lo que las personas que sobreviven con solo 1,98 dólares al día ha aumentado entre 703 millones y 729 millones. La tasa de pobreza extrema sería entre 9,1 y 9,4 % lo que equivale a un retroceso de tres años pues se volvió a los niveles que se registraron en 2017.

Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990, el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, señaló en múltiples foros internacionales la necesidad de poner coto a los monumentales gastos en que incurrían las naciones más poderosas con el objetivo de mantener la carrera armamentista.

En uno de sus discursos, pronunciado el 12 de octubre de 1979 ante el XXXIV período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Fidel denunció:

«El ruido de las armas, del lenguaje amenazante, de la prepotencia en la escena internacional debe cesar. Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo se puedan resolver con armas nucleares. Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia».

Expertos de Naciones Unidas aseguran que solo se necesitan 160 dólares por persona al año para minimizar la extrema pobreza. Si se multiplica por los 729 millones que están en esa frágil categoría, la cifra llegaría a 116 640 millones de dólares, cantidad suficiente para minimizarla.

Pero la ONU va más lejos al asegurar que se necesitan 1,5 billones para erradicar la pobreza humana para siempre y para que los más necesitados pueden tener a su alcance programas de alimentación, salud y educación.

Aunque la cifra parece grande, la cantidad solo equivale al 1 % del PIB global anual o 23 meses de gasto militar de Estados Unidos. Si en los últimos años la inversión social hubiera crecido en vez de la carrera armamentista, el mundo estaría mejor, con menos desigual, más próspero y humano.

Las políticas realizadas en los últimos tiempos por la anterior administración estadounidense de Donald Trump y al parecer, continuada por la actual de Joe Biden al impulsar una nueva guerra fría, esta vez contra China y Rusia,  indiscutiblemente que incrementará aun más el hambre y la pobreza mundial. Esperemos que esta situación no se prolongue por el bien de la humanidad.  

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.