Posts Tagged ‘China’

¿De qué sirve condenar a los demás por crímenes que uno está dispuesto a cometer?

16 May, 2023

Fuente: http://www.juantorreslopez.com


Hace unos días, un periodista le preguntó al presidente Biden cuando salía  de un acto público si creía que Putin es un criminal de guerra. Inicialmente, el presidente dijo secamente que no y siguió andando. Enseguida, sin embargo, se dio la vuelta y rectificó: «creo que es un criminal de guerra».

Yo creo que lleva razón.

El Tribunal de Nuremberg de 1945 sentenció que «iniciar una guerra de agresión no es sólo un crimen internacional; es el crimen internacional supremo que se diferencia únicamente de otros crímenes de guerra en que contiene dentro de sí mismo el mal acumulado del conjunto».

No hace falta ser un jurista sofisticado para deducir que lo que está haciendo la Rusia de Putin en Ucrania encaja perfectamente en la definición de crimen de guerra y, por tanto, que el líder ruso merecería ser juzgado por ello. Pero, ¿bastaría con eso?

¿Qué valor tiene achacar la comisión de un crimen a otro cuando no se está dispuesto a reconocer las acciones igualmente criminales que ha cometido quien acusa?

¿No fueron crímenes de guerra en Vietnam? ¿No fue un crimen de guerra la invasión de Irak? ¿O los bombardeos en la antigua Yugoslavia? ¿O el inicio de la guerra de Yemen, Libia, Siria..? ¿O los cometidos por las tropas de Estados Unidos al salir de Afganistán, como ha denunciado Amnistía Internacional, o los de Israel en Palestina? ¿No es un crimen de guerra la llamada «justicia repentina» que llevan a cabo y de la que se jactan las autoridades estadounidenses? ¿No fueron crímenes los golpes de Estado en docenas de países inspirados y apoyados por los líderes de Estados Unidos tras lo que se asesinaron a miles de personas? ¿O el uso de drones para matar a niños inocentes e indefensos?

Putin debe responder de lo que está haciendo. Por supuesto que sí. Pero ¿con qué fuerza moral le pueden pedir cuentas quienes están dispuestos a seguir cometiendo, encubriendo o dejando de condenar otros hechos tan horrendos como los que Rusia está llevando a cabo ahora en Ucrania?

¿Cómo puede pedir justicia Estados Unidos si la doctrina que prevalece en aquel país es que nadie puede perseguir los crímenes que cometan sus dirigentes? ¿Cómo va a recurrir Estados Unidos a la Corte Penal Internacional para que juzgue a Putin cuando la Orden Ejecutiva del presidente Trump la amenaza si se atreve a “investigar, arrestar, detener o procesar a personal de Estados Unidos sin su consentimiento”? Y, por supuesto, cuando ni siquiera la reconoce como tal, lo mismo que ocurre, significativamente, con Rusia, China o Israel, entre algún otro país menor.

¿Dónde nos lleva combatir la infamia con infamia, el terror con el terror, el desprecio a las normas con su desobediencia, la violencia con más violencia, el horror con el horror?

¡Cómo se van a poder arreglar los problemas del mundo mientras que sus grandes potencias pidan justicia para otros sin sentirse obligadas a no cometer ellas mismas los crímenes que condenan en los demás!

Por qué el Sáhara Occidental es una pieza clave para la seguridad alimentaria mundial

26 septiembre, 2022

Fuente: http://www.theconversation.com

Publicado: 18 abril 2022 18:48 CEST.

Autoría

  1. Lino Camprubí. Programa Ramón y Cajal; IP de ERC-CoG DEEPMED, Universidad de Sevilla

Cláusula de Divulgación

Lino Camprubí no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

Nuestros socios

Universidad de Sevilla

Universidad de Sevilla aporta financiación como institución colaboradora de The Conversation ES.

Ver todos los asociados

CC BY ND
Creemos en el libre flujo de información
Republique nuestros artículos libremente, en impreso o digital, bajo licencia Creative Commons

Republicar este artículo

 Correo

 Twitter

 Facebook

 LinkedIn

Vuelven tiempos de hambre. La guerra en Ucrania ha exacerbado la tendencia inflacionista en las economías mundiales. Las restricciones de exportaciones ucranianas y rusas de trigo, maíz y cebada impiden asegurar el alimento básico de millones de personas y animales.

Se agrava la escasez de determinados productos que se venía arrastrando desde los parones por la pandemia de covid-19 (a día de hoy, China sigue cerrando fábricas como respuesta a los brotes) y desde aquel incidente del portacontenedores embarrancado en Suez en marzo de 2021. El precio del gas y el petróleo ha alcanzado máximos que han cerrado comercios y provocado protestas en numerosas partes del mundo.

Los fertilizantes ocupan menos titulares, pero su encarecimiento afecta a la viabilidad de la producción agrícola desde Brasil a Sri Lanka. Lo ocurrido en este país es indicativo de la importancia de los fertilizantes químicos.

En un intento de promover la agricultura ecológica, el gobierno de Sri Lanka prohibió el uso de fertilizantes químicos en 2021. Cuando intentó revocar esa decisión en marzo de este año, los precios eran ya inasequibles para los agricultores, que se sumaron a una rebelión virulenta cuyo final está por decidir.

Los fertilizantes son hoy por hoy imprescindibles para varias industrias y para la alimentación de la población mundial. Junto con el nitrógeno y el potasio, el fósforo es un componente clave de los fertilizantes agrícolas.

Tanto es así que en la segunda mitad del siglo XIX la lucha por su control desencadenó “las guerras del guano”, que enfrentaron a España con Perú, Chile, Ecuador y Bolivia, pero que también motivaron los primeros movimientos imperiales de Estados Unidos en el Pacífico.

En nuestros días el fosfato comercial no procede de excrementos de aves, sino de minas de mineral de fósforo. Pero las tensiones geopolíticas en torno a su control son igualmente candentes. El fondo del problema no es tanto la escasez como la distribución desigual.

Marruecos, el 70 % de las reservas de fosfato

Solo cinco países tienen fosfato accesible y en cantidades suficientes para ofrecerlo al mercado mundial. Rusia y China, entre los principales exportadores, prohibieron su venta al exterior el pasado otoño, y no van a levantar la prohibición en tiempos de guerra. Entretanto, Marruecos posee un alarmante 70 % de las reservas mundiales conocidas de fosfato.

El hecho de que esta estimación oficial contabilice el fosfato del Sáhara Occidental demuestra que la comunidad internacional, con pocas excepciones, reconoce de facto la soberanía marroquí sobre el territorio. Pero antes de explicar esa historia conviene entender dos aspectos importantes del mercado mundial de fosfatos derivados de la situación de oligopolio por parte de un puñado de países.

Contaminación y precios volátiles

El primero es que los precios son muy volátiles. Muchos granjeros de todo el mundo no pueden permitirse comprar los fosfatos necesarios para mantener la productividad de sus cosechas. En estos momentos nos acercamos a un pico de los precios similar al de 2008. Para mantener la escalada, los países con minería de fosfatos no tienen más que ralentizar el ritmo de extracción o simplemente no aumentar las inversiones en prospección y minas nuevas. Se trata de producir escasez.

El segundo es que el fósforo es uno de los contaminantes más peligrosos para las aguas de la Tierra. La eutrofización (sobre-fertilización) que produce su exceso puede ahogar ríos, lagos y mares (el Mar Menor, sin ir más lejos).

Los científicos alertan una y otra vez sobre la conveniencia de establecer mecanismos de coordinación internacional sobre el fósforo similares al que la ONU está desarrollando para el nitrógeno que podrían fomentar el reciclaje y otras prácticas más sostenibles geopolítica y ambientalmente, incluyendo promover el conocimiento del ciclo global del fósforo y cuantificar los beneficios de su gestión.

Un paso importante en esa dirección es el informe que el grupo de trabajo Our Phosphorus Future está ultimando (con una muy modesta participación por mi parte) con apoyo del Programa Ambiental de la ONU (PNUMA). A pesar de estos esfuerzos, hay muy poca conciencia pública y política sobre los peligros de nuestra dependencia del fósforo. El oligopolio también afecta a la información, la divulgación y las prioridades mediáticas.

Cambio de política española en el Sáhara, ¿por qué ahora?

El 18 de marzo se hizo pública una carta que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, envió al Rey de Marruecos, Mohamed VI, alineándose con el plan de Marruecos para el Sáhara Occidental. Esto es un golpe de timón respecto a la política de neutralidad que España venía manteniendo en las últimas décadas.

Numerosas voces, incluso dentro del Gobierno, se alzaron para denunciar lo que consideraban una traición al mandato de España como teórica potencia administradora y a los cientos de miles de saharauis que hasta 1975 se consideraban ciudadanos españoles y que desde entonces solicitan que se cumpla el Derecho de Autodeterminación que les reconoce la ONU.

Especialmente sangrante es el caso de los 300 000 saharauis estancados en campos de refugiados en Argelia, cuyo futuro es difícil de imaginar bajo una “autonomía” controlada por Marruecos (la posibilidad de que España les acoja se ha puesto alguna vez sobre el tablero).

La nueva relación entre España y Argelia

En vista de estas críticas, el día 6 de abril el Congreso reprobó (de forma no vinculante) el cambio de posición del Gobierno con el solo voto en contra del PSOE. A pesar de esto, al día siguiente Sánchez viajó a Rabat a reunirse con el monarca para simbolizar la nueva relación.

Además de críticas, el viraje respecto al Sáhara ha suscitado una pregunta: ¿Por qué precisamente ahora? La sorpresa viene porque, en plena guerra y con una dependencia del gas argelino mayor que nunca, acercarse a Marruecos en la cuestión saharaui puede afectar a las relaciones con Argelia.

A la vez que Marruecos anunciaba la vuelta a las relaciones diplomáticas (rotas desde que en abril de 2021 España diera asilo sanitario al líder del Frente Polisario saharaui), Argelia llamaba a consultas a su embajador en España. Esto puede incluso repercutir en el precio al que Argelia venda su gas a España.

Se han ofrecido varias respuestas plausibles. El hecho de que la carta del Presidente tildase de “seria, creíble y realista” la propuesta marroquí de considerar al territorio bajo su soberanía, pero con un estatuto de especial autonomía ha llevado a considerar que Estados Unidos y Francia pueden haber promovido esta acción, dado que se trata de la misma terminología empleada por los oficiales de aquellos países en sus respectivos anuncios de apoyo al plan marroquí.

Se ha especulado con que la razón de este alineamiento tiene que ver con la voluntad de cerrar frentes en tiempos de guerra y de afianzar la cohesión OTAN-UE con respecto a una región clave en el control de la inmigración y el terrorismo.

Se ha barajado incluso la posibilidad de que Argelia, a pesar de sus aspavientos dramatúrgicos, esté interesada en dar salida de algún modo a un contencioso cuya resolución le permitiría reabrir el gaseoducto que lleva su gas a España a través de Marruecos, que cerró como muestra de su apoyo a los saharauis cuando se reinició la lucha armada en noviembre de 2020.

Si Francia accediera a abrir el gaseoducto paralizado entre Cataluña y el Midi, esto permitiría que más gas argelino llegue a los países hoy dependientes del gas ruso. Además, el Sáhara Occidental ofrece sus propios recursos.

Otros motivos económicos barajados son la promesa de energía solar generada en el Sáhara, la pesca, el petróleo frente a las Canarias, las vías de comunicación terrestre entre Europa del Sur y el África subsahariana… y los fosfatos.

La perspectiva histórica: de la Revolución Verde a la Marcha Verde

En el año 2013 una investigación histórica sobre los vínculos entre geofísica y geopolítica en el Sáhara Occidental sacó a la luz archivos olvidados en el Instituto Geológico y Minero de España que contenían valiosa información sobre las prospecciones geológicas que el geólogo Manuel Alía Medina llevó a cabo en la región.

Estas prospecciones pusieron la semilla para los posteriores estudios geofísicos que siguieron una antigua formación costera por el interior del territorio hasta el descubrimiento de la mina de Bu-Craa en 1962.

La misma investigación analizó los archivos históricos del INI (en la SEPI) relativos a la empresa pública encargada de la mina del Bu Craa. Entre 1964 y 1975, se sucedieron conversaciones secretas a varias bandas entre los diferentes países interesados en el fosfato del Sáhara, que además de España y Marruecos incluían muy especialmente a Francia y Estados Unidos.

La clave estaba en el emergente mercado mundial de fosfatos. El incremento exponencial de la productividad agrícola que se ha dado en llamar Revolución Verde comenzó precisamente a principios de los 60.

Pese a los problemas sociales y ambientales de los monocultivos asociados a ella, la Revolución Verde es lo que sostiene a la humanidad. Entre sus pilares más conocidos estaban las semillas híbridas y los fertilizantes. El precio del fosfato se multiplicaba cada año. En un mundo dividido por la Guerra Fría, Marruecos supo jugar su neutralidad y sus enormes reservas para dominar el precio del mineral de fosfato, que luego se manufacturaba en Francia y vendía a toda Europa. La OCP, la empresa estatal encargada de los fosfatos, se convirtió en el pilar de la economía marroquí y, por tanto, de la estabilidad de la dinastía real.

Cinta transportadora entre Boukraa y El Aaiún, en el Sahara Occidental, en una imagen de los años 70 del siglo XX. Wikimedia Commons / Central Intelligence Agency

La mina de Bu-Craa no podía compararse a las enormes reservas bajo el suelo marroquí. Pero el mineral era de enorme calidad y fácil extracción. Un competidor al sur en las exportaciones a Europa hubiera hecho imposible para Marruecos seguir controlando el precio. Tras años de acuerdos frustrados, cuando España empezó a sacar fosfato al mercado los acontecimientos se sucedieron de forma vertiginosa. En 1972 Marruecos y España alcanzaron un acuerdo secreto que permitía a España exportar ciertas cantidades sin ir a la guerra de precios.

En 1973 la cinta transportadora que llevaba el fosfato de Bu-Craa al puerto del Aiun fue atacada por el recién proclamado Frente Polisario. El Gobierno español comprendió que, sin la cooperación saharaui, la explotación no sería posible. En 1974 anunció ante el Comité de Descolonización de la ONU que organizaría un referéndum de Autodeterminación.

Inmediatamente, Hassan II hizo saber a Kissinger y Ford que no podían aceptar esto. Sin el Sáhara Occidental, la monarquía caería, tanto por el valor simbólico que ésta le había otorgado a la idea del Gran Marruecos como por el valor económico de los fosfatos.

Manifestación a favor de la independencia del Sáhara / Shutterstock.

A continuación, Kissinger y Ford hicieron saber al entonces príncipe Juan Carlos que Estados Unidos no podía aceptar que la monarquía alauí cayera: se corría el riesgo de que un gobierno prosoviético como el de Argelia se apoderara de Marruecos o del Sáhara, otorgando a la URSS una base naval en el Atlántico.

Unos días después, cientos de miles de civiles avanzaban de Marruecos a la frontera con el Sáhara en la llamada Marcha Verde, el ejército español se retiraba, y el marroquí tomaba posiciones. Sin demasiados tiros, el Sáhara Occidental se convertía en la última colonia de África.

Una cláusula secreta de los Acuerdos de Madrid aseguró a España una participación en la mina de Bu-Craa tras su salida del país en 1975. Pero una guerra cruenta entre Marruecos y el Frente Polisario siguió hasta 1991, dificultando la extracción. Marruecos se centró en la protección del “triángulo útil”, que incluía la mina de fosfatos. Sin embargo, durante muchos años, la vulnerabilidad de la cinta impidió a la mina funcionar. No importaba. Entonces, como ahora, la guerra también sirve para producir escasez artificial.

El 1 % posee el 45 % de la riqueza personal del mundo, mientras que casi 3000 millones de personas tienen poca o ninguna riqueza

16 noviembre, 2021

Fuente: http://www.sinpermiso.info

Michael Roberts

26/06/2021 PDF COMPARTIR: Facebook Twitter Telegram

Solo 56 millones o el 1 %  de los 5.300 millones de los adultos en todo el mundo son millonarios en términos de riqueza neta. Y poseen el 45% de toda la riqueza personal global. El otro 99 % posee el resto y hay casi 3 mil millones de personas en el mundo que tienen poca o ninguna riqueza (después de deducir las deudas).

Todos los años escribo sobre los resultados del Informe anual de riqueza global de Credit Suisse.   Producido por los economistas Anthony Shorrocks (con quien me gradué en la universidad), James Davies y Rodrigo Lluberas, es el estudio más completo sobre la riqueza personal global y la desigualdad entre adultos en todo el mundo.

En el informe de 2021, los economistas encuentran que la brecha global de la riqueza se amplió durante la pandemia de Covid, aumentando las filas de los millonarios del mundo en 5,2 millones, en la medida en que los ricos se han aprovechado de los crecientes precios de las acciones y de la vivienda. Cito: «Durante la pandemia, los recortes de emergencia de las tasas de interés y las medidas de estímulo del gobierno a menudo han beneficiado a quienes menos necesitaban el apoyo público, lo que ayudó a que sus activos crecieran en valor a pesar de la recesión económica».

El informe concluye que los millonarios en dólares ahora representan más del 1 % de la población mundial por primera vez en la historia: 56,1 millones de personas tenían activos por valor de más de $ 1 millón (£ 720m) en 2020. hay que compararlo con la media de la riqueza media por adulto en el mundo de poco menos de $ 80.000.

En total, la riqueza mundial creció un 7,4 % hasta los 418,3 billones de dólares en 2020, y estas ganancias se atribuyen en gran medida al crecimiento en EEUU, Europa y China, mientras que la riqueza general en América Latina e India disminuyó.

Se espera que la riqueza global aumente un 39 % más en los próximos cinco años hasta alcanzar los 583 billones de dólares en 2025, mientras que se prevé que la cantidad de millonarios aumente en casi un 50 % hasta los 84 millones de personas. También es previsible que el grupo de personas lo suficientemente ricas como para ser incluido entre los super ricos aumente casi un 60 %, para llegar a 344.000 personas.

La riqueza global total creció un 7,4 % y la riqueza por adulto aumentó un 6 % para alcanzar otro récord de 79.952 dólares. El informe concluye que “en general, a los países más afectados por la pandemia no les ha ido peor en términos de creación de riqueza. En resumen, no hay nada en el gráfico que sugiera que los sobresaltos económicos de 2020 se parezcan a los experimentados en 2008. La riqueza de los hogares parece simplemente haber continuado su camino, prestando poca o ninguna atención a los sobresaltos económicos que debería haber obstaculizado su progreso.»

La riqueza global agregada aumentó en $ 28,7 billones para llegar a los $ 418,3 billones a final del año. Hay que compararla con un PIB mundial anual de alrededor de $ 100 billones, por lo que es unas cuatro veces mayor. En términos de dólares estadounidenses corrientes, la riqueza total creció un 7,4 % y la riqueza por adulto aumentó un 6,0 %. Sin embargo, la depreciación generalizada del dólar estadounidense representó 3,3 puntos porcentuales del crecimiento. Si los tipos de cambio se hubieran mantenido igual que en 2019, la riqueza total habría crecido un 4,1 % y la riqueza por adulto un 2,7 %.

La riqueza media mundial por adulto en el año 2000 era de 31.378 dólares. Sin tener en cuenta la inflación, la riqueza promedio es ahora 2,5 veces su valor a principios de siglo. ¿Dónde se acumula esta riqueza adicional? América del Norte y Europa concentraron la mayor parte de las ganancias de riqueza en 2020. La riqueza total apenas cambió en África, y la apreciación del tipo de cambio explica el pequeño cambio que hubo. India y América Latina registraron pérdidas en 2020. La riqueza total cayó en India un 4,4 %. América Latina parece haber sido la región peor parada, con una caída de la riqueza total del 11,4 %, 1,2 billones de dólares. Dado que estas regiones son las más afectadas por la pandemia, no es ninguna sorpresa.

El cambio en la riqueza por adulto es el mejor índice para comparar los resultados de diferentes países. Según esta metodología, la riqueza media por adulto aumentó más en Suiza y Australia. Las subidas de los precios de los activos influyeron en algunos de estos países, sobre todo en los Estados Unidos. Pero la apreciación de la moneda es la principal explicación de la mayoría de estos aumentos en la riqueza promedio. Eso significa que las monedas nacionales se apreciaron frente al dólar estadounidense para aumentar la riqueza en dólares. 

Un cuadro clave del informe que siempre muestro es la pirámide de riqueza. Resume la distribución de la riqueza entre todos los adultos del mundo. El informe calcula que 2.900 millones de personas, el 55 % de todos los adultos del mundo, tenían una riqueza inferior a los 10.000 dólares en 2020. El siguiente segmento, que abarca a las personas con una riqueza en el rango de 10.000 a 100.000 dólares, ha experimentado el mayor aumento en cifras de este siglo, más del triple, desde 507 millones en 2000 hasta 1.700 millones a mediados de 2020. Esto refleja la creciente prosperidad de las economías emergentes, especialmente China.

En 2020, si tiene un patrimonio personal (activos financieros + propiedad – deuda) de más de $ 129.000, se encuentra en el 10% superior de los poseedores de riqueza global y si tiene más de $ 1 millón de patrimonio, se encuentra en el 1% superior del planeta. Es decir, hay miles de millones de personas con poca o ninguna riqueza (financiera y propiedades) en el mundo. La desigualdad de riqueza es extrema.

Estados Unidos tiene, con mucho, el mayor número de millonarios: 22 millones, o el 39,1 % a nivel mundial, muy por delante de China, que ocupa el segundo lugar con el 9,4 % de todos los millonarios del planeta.

¿Qué pasa con los súper ricos, con más de $ 50 millones de riqueza? Hay más de 215.000 personas en este grupo, los que nos gobiernan a 7.900 millones de personas. Experimentaron el mayor aumento de su riqueza durante la pandemia. Como dicen los autores del informe: “es particularmente sorprendente en un año de convulsión social y económica. La naturaleza de la respuesta política a la pandemia, por supuesto, ha tenido una gran influencia en ello».

Como he argumentado en varias notas antes, no se presta suficiente atención a la desigualdad de riqueza en comparación con la desigualdad de ingresos, ya sea dentro de un país o a nivel mundial. 

Como dice el informe del Credit Suisse, la desigualdad de la riqueza es mucho más desigual.“Desde cualquier punto de vista, la desigualdad de riqueza es alta en todos los países y excepcionalmente alta en algunos. Por lo general y de manera aproximada, los índices típicos serían 35 % para la participación del 1 % superior y 65 % ​​para la participación del 10 % superior». La medida de desigualdad de Gini se utiliza para medir la desigualdad general en ingresos y riqueza. En riqueza, los valores de gini son mucho más altos que los valores correspondientes para la desigualdad de ingresos o cualquier otro indicador de bienestar estándar. Como he señalado antes, Brasil, Sudáfrica y Rusia lideran el mundo en desigualdad de riqueza y, entre las economías avanzadas, Estados Unidos es la más desigual de todas.

Si miramos a los que se encuentran en la parte inferior de la liga de la riqueza, los economistas del Credit Suisse estiman que el 50 % inferior de los adultos en la distribución de la riqueza global, en conjunto representaron menos del 1 % de la riqueza global total a fines de 2020. En contraste, el decil más rico (el 10 % superior de los adultos) posee el 82 % de la riqueza mundial y solo el percentil superior tiene casi la mitad (45 %) de todos los activos del hogar. Estas proporciones apenas han cambiado en 20 años.

China ha hecho, con mucho, la mayor contribución al crecimiento de la riqueza de este siglo. Los economistas del Credit Suisse calculan que «de aqui a 2025, prevemos que China representará más de una cuarta parte del aumento de la riqueza de los hogares registrada en todo el mundo».  Y eso significará que “la riqueza de China por adulto en 2025 lo calificará como un país de ‘alta riqueza’ en nuestro esquema de clasificación. China comenzó este siglo con una riqueza promedio de $ 4.250 por adulto, en la categoría de riqueza más baja de nuestra clasificación por paises. Ascender a la categoría más alta en un período de tiempo de 25 años es un logro extraordinario desde cualquier punto de vista».

La riqueza financiera mundial ha superado a la riqueza no financiera todos los años de este siglo, excepto en 2008. Es la especulación en los mercados financieros lo que ha enriquecido aún más a los súper ricos. Por ejemplo, la última cifra de desigualdad en riqueza financiera de los EEUU es realmente asombrosa. El 1 % más rico de los hogares estadounidenses ahora posee el 53 % de todas las acciones y fondos mutuos en poder de los hogares estadounidenses. ¡El 10 % más rico posee el 87 %!

De hecho, como muestra otro estudio, el 1 % de los super ricos en el mundo ha aumentado enormemente su riqueza durante la pandemia, especialmente en los lugares donde los hogares han sufrido más el impacto de la pandemia, como Rusia, Suecia, Brasil, India y los Estados Unidos.

Es lo mismo en todo el mundo, para los ricos el placer, para los pobres la culpa .Michael Roberts  economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.

Fuente:https://thenextrecession.wordpress.com/2021/06/24/1-own-45-of-the-worlds-personal-wealth-while-nearly-3bn-people-have-little-or-no-wealth-at-all/Traducción:G.

COMPARTIR: Facebook Twitter Telegram

SinPermiso electrónico se ofrece semanalmente de forma gratuita. No recibe ningún tipo de subvención pública ni privada, y su existencia sólo es posible gracias al trabajo voluntario de sus colaboradores y a las donaciones altruistas de sus lectores y lectoras.
Puedes hacer tu donativo aquí

La ministra de Exteriores de Nueva Zelanda: maorí, activista y defensora de la reconciliación con los pueblos indígenas

25 octubre, 2021

Fuente: http://www.eldiario.es

  • Nanaia Mahuta cree que su país puede ser un ejemplo para otros mientras lucha por afianzar su independencia de los aliados tradicionales de Nueva Zelanda y refuerza las relaciones comerciales con China
La ministra de Exteriores de Nueva Zelanda, Nanaia Mahuta.
La ministra de Exteriores de Nueva Zelanda, Nanaia Mahuta. AP Photo / Nick Perry

Tess McClureWellington — 13 de junio de 2021 23:14h 

Nanaia Mahuta está sentada en su oficina, situada en los pisos superiores del parlamento de Nueva Zelanda. Es un día ventoso de otoño, pero el sol brilla del otro lado de su ventana. El estante a sus espaldas está lleno de objetos y recuerdos, muchos son regalos de distintas partes de Nueva Zelanda y del Pacífico. «Pregúnteme por cualquiera de ellos», dice. «Cada uno tiene una historia».

En el estante inferior descansa el bastón tallado que perteneció a su difunto padre, Sir Robert Mahuta. Fue de él, y de su madre, de quienes Mahuta aprendió a practicar la política. Sus recuerdos más tempranos sobre esto son de cuando su padre luchaba contra la construcción de la monolítica estación eléctrica en Huntly, cuando ella tenía tan solo ocho años. «Crecí y fui criada en un ambiente donde la política y las aspiraciones tribales por desarrollarse y acceder a oportunidades a través del desarrollo económico eran la norma», dice Mahuta. «Era la conversación que teníamos dentro de nuestra casa, alrededor de la mesa».

Era una lucha entre David y Goliat – una de las muchas que Mahuta atestiguó. Más tarde, su familia estuvo al frente cuando los maoríes lucharon para que el gobierno de Nueva Zelanda pagara indemnizaciones por la confiscación masiva de tierras indígenas. Su padre fue el negociador encargado por la tribu Waikato Tainui en la búsqueda de reparaciones por las tierras robadas y las atrocidades cometidas durante la colonización. Su éxito se tradujo en ser el primer acuerdo de estas características en la historia de Nueva Zelanda: 170 millones de dólares por las tierras robadas, y una disculpa formal de la reina.

Siendo todavía una joven adolescente, Mahuta estaba tras bambalinas, observando y ayudando con la investigación. «Hacíamos tazas de té», dice, «y veíamos cómo sucedían las reuniones a nuestro alrededor, y escuchábamos, empezamos a socializar con los desafíos de nuestra época».

Un escenario global más difícil

Ahora, Nueva Zelanda lucha en el paisaje global contra una buena cantidad de Goliats. Los años que pasó en esas negociaciones han preparado a Mahuta para la tarea de representar al pequeño país insular en un escenario mundial cada vez más difícil.

A seis meses de haber asumido su papel como ministra de Exteriores de Nueva Zelanda, Mahuta se enfrenta a un ecosistema político lleno de desafíos. Su país está intentando mantenerse por encima de la disputa entre China, de quien depende comercialmente, y sus aliados tradicionales diplomáticos y militares – Australia, Reino Unido, Canadá y Estados Unidos.

La posición actual de Nueva Zelanda, de mantener una relación comercial fuerte con China, mientras se permite un margen para criticar sus violaciones de derechos humanos, se vuelve cada vez más difícil de mantener. También hay turbulencias más cerca de casa. La relación del país con Australia, su aliado más próximo y antiguo, se ha vuelto tensa por los conflictos en torno a la deportación de residentes nacidos en Nueva Zelanda. En el Pacífico, la crisis climática amenaza el futuro de los pequeños países insulares. Y, por doquier, la COVID-19 ha interrumpido las formas tradicionales, cara a cara, de llevar las relaciones de política exterior.

Es un terreno difícil de vadear. Y el Gobierno de Nueva Zelanda depende de que las habilidades que Mahuta ha practicado durante varias décadas – una política de negociación, reconciliación y reconocimiento de desequilibrio del poder – le sirvan al país internacionalmente.

Una perspectiva indígena para la política exterior

Como una de las legisladoras más experimentadas del Gobierno laborista, Mahuta tiene conexiones profundas con el movimiento Kingitanga -la monarquía maorí-, y una trayectoria en la negociación de arreglos entre los maoríes y la corona. «Ella está acostumbrada a negociar, y no suele hacerlo desde una posición de fuerza abrumadora», dice Ben Thomas, columnista político y antiguo consejero nacional del ministro a cargo de acordar los tratados. «Eso está obviamente alineado con la posición de Nueva Zelanda en el orden internacional: no somos un país que pueda ejercer mucho poder a través de la política real o de nuestros poderes militar o económico. La nuestra ha sido, casi por definición, una diplomacia blanda».

El columnista y antiguo director de campaña laborista Shane Te Pou lo describe como «un tipo de negociación donde no se trata de que gane yo o que ganes tú, se trata de que ganemos nosotros. Y es una forma de diplomacia que la ha llevado a donde está».

Siendo la primera mujer indígena en ocupar el cargo ministerial en Exteriores, la designación de Mahuta llegó a los titulares internacionales. Cuando aceptó el puesto, dijo que traería una perspectiva indígena a la política exterior: «Nadie debería subestimar el significado que tiene para otros pueblos indígenas del mundo verla en esa posición», dice Annabelle Lee-Mather, productora ejecutiva de The Hui, que documenta la política y los acontecimientos recientes para los maoríes. «Una wāhine [mujer maoríi] con un moko kauae [tatuaje facial sagrado] – es algo poderoso para todos los pueblos indígenas».

En los últimos seis meses ha construido una imagen más clara de cómo será esa perspectiva indígena a la política exterior. Mahuta optó por pronunciar su primer gran discurso como ministra de Exteriores en Waitangi, el sitio donde fue firmado el tratado fundacional entre los maoríes y los colonos británicos. Allí delineó cómo esa alianza – y el largo camino a la reconciliación que vino después – daría forma a la aproximación que el país tomaría en el escenario mundial.

Mahuta contó a The Guardian que Nueva Zelanda puede ofrecer a otros algo de ese acercamiento a la reconciliación. «Creo que podemos ofrecer esa experiencia a otros países que tengan poblaciones indígenas – no como un patrón, sino como una forma de pensar cómo realizar la autodeterminación, pero también sabiendo que no hay nada que temer».

Esa experiencia, dice ella, también ofrece un punto de vista para abordar las tensiones internacionales de una manera más amplia. «Son desafíos a largo plazo. No vamos a resolver estos asuntos de un día para el otro. Pero, ¿cómo podemos trabajar juntos? En esa asociación discursiva es donde estamos actualmente. Y creo que eso es algo bueno».

«Ha leído los informes»

En la política neozelandesa, Mahuta ha cultivado la reputación de ser una trabajadora tenaz y una triunfadora silenciosa.

«Creo que Nanaia – y no lo digo en un sentido peyorativo – es una fanática del diseño de políticas», dice Te Pou. «Comprende los problemas, ha leído los informes».

Te Pou tuvo esa impresión hace ya 26 años, cuando estaba en el panel de selección para la primera candidatura política de Mahuta. Prefirieron a un candidato mayor y más experimentado para el puesto, pero Mahuta hizo una presentación pulida y profundamente fundamentada. «Tuvo un gran efecto en el panel de selección, y nos conquistó con la robustez de su intelecto y su oratoria,» dijo. En las décadas que pasaron desde entonces, esa impresión se ha asentado.

«Nanaia me da la impresión de ser alguien absolutamente dedicada a su trabajo,» dice Lee-Mather. «Alguien que no está allí con la actitud de ‘fingir hasta lograrlo’ con la cual muchos políticos llegan al parlamento. Está muy enfocada en su mahi [trabajo], es atenta al detalle, tiene expectativas muy claras sobre lo que quiere alcanzar.

«A la vez, tiene una convicción férrea y nadie podrá obligarla a resignarse».

Esa convicción puede resultar necesaria en el intento de Nueva Zelanda de establecer su independencia de actores internacionales poderosos.

En marzo, Nueva Zelanda fue criticada por los miembros del Parlamento británico por decir que al país le resultaba «incómoda» la expansión de las competencias de la alianza con Reino Unido, Australia, Canadá y EEUU a cuestiones más amplias en la política exterior – un comentario que algunos vieron como una «retirada» de la alianza. Después, los comentarios de Mahuta sobre China causaron revuelo en Pekín: dijo a The Guardian que Nueva Zelanda podría encontrarse en el centro de una «tormenta» de enfado en China, y que los exportadores deberían diversificar sus destinos para transitar seguros una relación menos prometedora con el gigante asiático.

En su primer discurso sobre la relación entre ambas naciones, Mahuta comparó a China con el dragón y a Nueva Zelanda con el taniwha – criatura sobrenatural de la tradición maorí, que suelen ser guardiana del agua. Estas criaturas, dijo ella, eran los símbolos de los valores y tradiciones de las dos naciones – distintas una de la otra, pero igualmente merecedoras de respeto.

«El taniwha, como el dragón, tiene la habilidad de comprender la esencia de su entorno y de sus condiciones cambiantes – así como la habilidad de adaptarse y sobrevivir,» dijo. «Después de todo, como custodios y kaitaki, los taniwha están intrínsecamente vinculados al bienestar y a la resiliencia de los pueblos».

Desde la ventana de la oficina de Mahuta en el Parlamento se ve el resplandor del agua en el puerto Te Whanganui a Tara. Según la tradición maorí, el puerto comenzó siendo un lago. Uno de los taniwha que vivía allí, Ngake, sintió que había crecido demasiado para su antiguo hogar. Hizo grandes olas y eventualmente derribó la pared de piedra que lo separaba del mar. Desde los pisos superiores del Parlamento se ve la cresta de las olas.

Hasta ahora la política exterior de Nueva Zelanda ha estado orientada a provocar marejadas innecesarias. Todavía está por ver si el taniwha de la metáfora de Mahuta provocará las suyas.

Traducción de Ignacio Rial-Schies

Más información

Las palabras importan: así ha ayudado el mensaje claro de Nueva Zelanda a ganarle el pulso al virus

Nueva Zelanda aumenta el salario mínimo y sube los impuestos a los más ricos

Publicado el 13 de junio de 2021 – 23:14 h

El gasto militar y el hambre mundial

1 octubre, 2021

Fuente: http://www.rebelion.org
Por Hedelberto López Blanch | 08/05/2021 | Economía

Fuentes: Rebelión

La más baja reducción desde la Segunda Guerra Mundial del Producto Interno Bruto (PIB) global ocurrida en 2020 y la continuidad de esa tendencia en 2021 debido a la pandemia de coronavirus, se contrapone a los enormes gastos dedicados a la carrera armamentista que en ese período alcanzaron cifras récord.

La Covid-19 ha puesto en vilo a la economía del orbe al perderse millones de puestos de trabajo; quiebras de empresas y negocios; enormes gastos para atender la salud de los contagiados; caída del comercio y la proliferación de la miseria y la pobreza en gran parte de la población sobre todo en los países en desarrollo.

Los expertos catalogan la situación de catastrófica en la que muy pocos países han salido incólumes ante tamaña enfermedad que ha demostrado la incapacidad del sistema capitalista neoliberal para enfrentar y proteger a la mayoría de sus poblaciones de los graves efectos del flagelo. 

El Instituto Internacional de Finanzas (IIF por su siglas en inglés) en un reciente informe indicó que la deuda de hogares, empresas, bancos y gobiernos de todo el planeta sumaba al cierre del tercer trimestre de 2020, 272 billones de dólares y a finales del año llegó a un máximo histórico de 277 billones de dólares, que representan el 365 % del PIB mundial.

Pese a esta gran problemática, el gasto militar continuó incrementándose, pues según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (CEPRI), la crisis generada por la pandemia no ha impedido que el capital colocado en la defensa siga en alza.

Por quinto año consecutivo afirma, subió hasta los 1,98 billones de dólares, 74 000 millones más que en 2019, es decir, 2,6 % interanual, mientras que el PIB mundial cayó un 4,4 %. El hecho de que el gasto militar aumente en un año de recesión económica, significa que la proporción de este tipo de inversiones en el PIB total también creció.

De acuerdo al CEPRI, solo cinco países ostentan el 62 % del gasto militar: Estados Unidos ascendió a 4,4 % en 2020 hasta los 778 000 millones de dólares, o sea, 39 % del total; China 1,9 % en el año para 252 000 millones; India, 2,1 % para 72 000 millones; Rusia 2,5 % hasta 61 700 millones; Reino Unidos, 2,9 %, o sea, 59 200 millones.

Con respecto a los países integrantes de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) se elevó a 1,1 billones, lo que representa el 56 % global.

Pero analicemos otros datos, como el del Banco Mundial, donde indica que en 2020 cayeron en la pobreza extrema entre 88 millones y 115 millones más por lo que las personas que sobreviven con solo 1,98 dólares al día ha aumentado entre 703 millones y 729 millones. La tasa de pobreza extrema sería entre 9,1 y 9,4 % lo que equivale a un retroceso de tres años pues se volvió a los niveles que se registraron en 2017.

Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990, el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, señaló en múltiples foros internacionales la necesidad de poner coto a los monumentales gastos en que incurrían las naciones más poderosas con el objetivo de mantener la carrera armamentista.

En uno de sus discursos, pronunciado el 12 de octubre de 1979 ante el XXXIV período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Fidel denunció:

«El ruido de las armas, del lenguaje amenazante, de la prepotencia en la escena internacional debe cesar. Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo se puedan resolver con armas nucleares. Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia».

Expertos de Naciones Unidas aseguran que solo se necesitan 160 dólares por persona al año para minimizar la extrema pobreza. Si se multiplica por los 729 millones que están en esa frágil categoría, la cifra llegaría a 116 640 millones de dólares, cantidad suficiente para minimizarla.

Pero la ONU va más lejos al asegurar que se necesitan 1,5 billones para erradicar la pobreza humana para siempre y para que los más necesitados pueden tener a su alcance programas de alimentación, salud y educación.

Aunque la cifra parece grande, la cantidad solo equivale al 1 % del PIB global anual o 23 meses de gasto militar de Estados Unidos. Si en los últimos años la inversión social hubiera crecido en vez de la carrera armamentista, el mundo estaría mejor, con menos desigual, más próspero y humano.

Las políticas realizadas en los últimos tiempos por la anterior administración estadounidense de Donald Trump y al parecer, continuada por la actual de Joe Biden al impulsar una nueva guerra fría, esta vez contra China y Rusia,  indiscutiblemente que incrementará aun más el hambre y la pobreza mundial. Esperemos que esta situación no se prolongue por el bien de la humanidad.  

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Revolución política en Groenlandia para proteger el hielo ártico contra la expansión china de la minería

22 septiembre, 2021

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco CRISIS CLIMÁTICA

Una casa en la localidad de Ittoqqortoormiit, en la costa este de Groenlandia.
Una casa en la localidad de Ittoqqortoormiit, en la costa este de Groenlandia. Rob Oo

Òscar Gelis Pons Copenhague — 30 de abril de 2021 22:27 h @Oscargls

Durante la mayor parte del año la nieve y el hielo cubren las escarpadas montañas del sur de Groenlandia, peinadas por un viento feroz y constante que sopla desde el mar. No es hasta finales de primavera cuando el deshielo desvela el paisaje que impresionó al explorador en tiempos de los vikingos, Erik el Rojo, cuando descubrió una zona de fiordos con prados verdes, fuentes termales, y la mayor biodiversidad de vegetación que se puede encontrar en la isla. 

Hoy el sur de Groenlandia es conocido como «el granero» ártico por ser la única zona en la isla donde el deshielo permite la agricultura y la cría de renos y ovejas en granjas. Un paisaje que también ha ayudado a desarrollar un incipiente sector turístico atraído por los vestigios milenarios vikingos e inuit de Kujataa, protegidos como patrimonio Mundial de la Unesco. 

Es en el subsuelo de este remoto y frágil ecosistema donde se han descubierto los yacimientos sin explotar de tierras raras más grandes en el mundo: un conjunto de 18 elementos minerales claves para la fabricación de teléfonos móviles, coches eléctricos, turbinas eólicas y armas. Actualmente en Groenlandia hay activas 90 licencias de explotación minera, pero en el último año la atención internacional y la controversia se ha levantado con el yacimiento de Kuannersuit, la segunda mina de tierras raras conocida más grande en el mundo, situada a unos pocos kilómetros de la localidad de Narsaq, en el sur de la isla. 

Los expertos y grupos ecologistas locales advierten del grave impacto ecológico de este proyecto, ya que con la extracción de minerales también se extraería una cantidad importante de uranio. «El polvo radioactivo y los residuos afectarían a la pesca, la agricultura y la ganadería en la zona», advierte Niels Henrik Hooge, miembro de NOAH en Dinamarca. Según los informes de impacto ambiental, el proyecto de Kuannersuit implicaría un aumento del 45 % de las emisiones de CO2 en Groenlandia, un factor que se suma al retroceso año tras año de la capa permanente de hielo en la isla. 

Desde Narsaq la activista Gretha Nielsen, miembro de la organización Urani? Naamik («no al uranio»), dice: «La empresa explotadora nos dice que el proyecto traerá riqueza y puestos de trabajo para la comunidad, pero sabemos del impacto negativo de las minas de uranio en otros sitios del mundo y tenemos miedo que esto también pase aquí».  

Unas elecciones claves para la extracción de minerales

En los últimos meses se ha intensificado mucho el debate sobre el papel de la minería en la economía de Groenlandia, hasta convertirse en una de las principales razones del adelanto en las elecciones principios de abril. 

A pesar de que Groenlandia tiene un gobierno autónomo, continúa formando parte de Dinamarca, país que colonizó la isla ártica hace 300 años. En 2009, el Parlamento danés aprobó el nuevo Estatuto de Autonomía, en el que se reconoce el derecho a la autodeterminación y otorga al Gobierno de Nuuk las plenas competencias en la gestión de áreas estratégicas como la explotación de los recursos naturales y mineros, mientras que desde Copenhague se siguen dirigiendo las políticas de defensa y política exterior

Sin embargo, los anhelos de independencia de la mayoría de partidos políticos y de los groenlandeses chocan frontalmente con la realidad económica de la isla, que hace que su autosuficiencia sea hoy un objetivo aún muy lejos de alcanzar: Groenlandia depende casi exclusivamente de dos fuentes de ingresos: la pesca (que representa el 90 % de las exportaciones) y la aportación anual de 500 millones de euros por parte de Dinamarca, lo que supone casi la mitad del presupuesto público. 

«En los últimos años el debate ha girado en torno a la explotación más intensa de los recursos naturales», explica el politólogo e investigador de la Universidad de Copenhague, Kristian Søby: «Hasta ahora, el partido socialdemócrata Siumut, que había estado al frente del Ejecutivo durante 40 años, mantenía una posición favorable a la explotación minera, con el objetivo de diversificar la economía y alcanzar un mayor grado de independencia de Dinamarca». 

Pero las elecciones del 6 de abril, que se plantearon como un plebiscito sobre la minería en Kuannersuit, dejaron un claro mensaje en las urnas hacia las empresas internacionales interesadas en los recursos del subsuelo ártico. El partido de izquierdas, ecologista e independentista inuit Ataqatigiit (IA), con un 36,6% de los votos, alcanzó un resultado histórico con una posición clara y firme en contra del proyecto: «Tenemos algo que el dinero no puede comprar, haremos todo lo posible para parar la minería en Kuannersuit», aseguró el nuevo primer ministro, Mute Egede, de 34 años, después de formar un Gobierno de coalición con otras fuerzas progresistas. «Por el momento, todo apunta a que el proyecto minero quedará parado, probablemente durante bastante tiempo», vaticina Kristian Søby. 

El ártico, centro de interés geoestratégico 

La importancia de los minerales de Groenlandia está en el punto de mira geoestratégico, especialmente desde que China controla y procesa más del 70 % de los minerales de tierras raras en el mundo. En un principio, la licencia para explotar el yacimiento de Kuannersuit se otorgó en 2007 al conglomerado australiano Greenland Minerals, cuyo principal accionista es la empresa china Shenghe Resources.

«El proyecto minero de Kuannersuit supone una inversión a medio plazo mucho mayor que el conjunto del PIB de Groenlandia», explica Jesper Zeuthen, profesor en la Universidad de Aalborg y experto en la presencia de China en la región ártica. «La dependencia política y económica de Groenlandia con China preocupa en Dinamarca, pero también en Estados Unidos», asegura el profesor, que explica así el intento fallido en 2019 por parte del expresidente Donald Trump de «comprar» el territorio prometiendo inversiones millonarias.

Si el proyecto Kuannersuit se llevara a cabo, supondría que en Groenlandia se extraerían el 10 % de minerales raros en el mundo, el mayor yacimiento fuera de China. Además, las consecuencias del calentamiento global han abierto la veda a las potencias mundiales para explorar nuevas rutas de transporte marítimo que hace décadas eran imposible por el hielo, y a facilitar el acceso a los recursos naturales como el gas y el petróleo que atesora el ártico. 

Una vía verde hacia la independencia

«El debate en Groenlandia no está en si debe ser un país independiente, sino en cómo conseguirlo», señala Kristian Søby. «El incremento del interés internacional, no solo en los recursos minerales, sino también en la construcción de nuevas infraestructuras o en el desarrollo del turismo, es una buena señal para las aspiraciones de los groenlandeses».

Para la activista Gretha Nielsen, el futuro de su país pasa por un camino más verde hacia la independencia: «Tenemos que mejorar la economía, pero también las condiciones de vida de los groenlandeses». Según Nielsen, la prioridad debería ser buscar alternativas económicas como la agricultura, la inversión en productos pesqueros o el turismo responsable, sin perder de vista el equilibrio con el cuidado del medioambiente: «No podemos basar toda nuestra economía en un proyecto minero. En los próximos años Groenlandia debería ser el territorio clave para la protección del ártico». 

La semana internacional: apúntate a nuestro boletín

Cada domingo te mandamos un email con lo esencial de la semana para la actualidad internacional. Lo escribe nuestra subdirectora María Ramírez. Apúntate aquí.

Si eres socia/socio o estás registrado/a, puedes apuntarte directamente desde tu perfil privado.

Publicado el 30 de abril de 2021 – 22:27 h

¿A quién le pertenece Marte?

21 julio, 2021

Fuente: http://www.eldiario.es

  • La llegada de nuevos robots y sondas al planeta rojo abre una nueva era espacial: una en la que la exploración no solo está movida por intereses científicos o políticos sino también por las intenciones expansionistas de figuras como Jeff Bezos y Elon Musk
Marte a la vista. Imagen tomada por la sonda Hope de los Emiratos Árabes Unidos.
Marte a la vista. Imagen tomada por la sonda Hope de los Emiratos Árabes Unidos. Hope Mission

Federico Kukso – elDiarioAR6 de marzo de 2021 19:21h 

Nos fascina la desolación marciana. Como el mar, nos llama, nos invita: «Venid», murmura. Cada imagen del planeta rojo que nos llega —después de atravesar una extensión inhóspita— está colmada por un silencio sepulcral lleno de misterio y preguntas aun sin respuestas.

En esa tangibilidad inaprensible, cada fotografía expone una quietud eterna. Ahí están, desperdigadas en aquel estéril y desolado paisaje, incontables rocas de todas las formas y tamaños, quietas, imperturbables, pacientemente moldeadas desde hace millones de años por el viento, por las tormentas de arena y la soledad persistente. 

Allí se encontraban cuando en su planeta vecino, la Tierra, los dinosaurios perecieron; cuando los primeros audaces Homo sapiens se aventuraron fuera de África; cuando se alzaron las pirámides en Egipto. Y allí estuvieron también hace un par de semanas al borde del cráter Jezero, en lo que alguna vez fue un lago, cuando desde el cielo color salmón un bólido «extramarciano» cayó con furia y luego con calma para interrumpir eones de abandono.

Horizonte extraterrestre. La robot Perseverance buscará indicios de vida antigua en el cráter Jezero, en lo que alguna vez fue un lago. NASA/JPL-Caltech/ASU/Kevin M. Gill

La llegada de la robot Perseverance —sí, es «ella»— nos conmovió emocionalmente con todos todos los ingredientes de un buen show: el drama inherente a cualquier aventura científica que tardó años en concretarse; el suspense (¿lo logrará o se estrellará como ocurrió con el robot europeo Schiaparelli en 2016?); la expectativa de la cuenta regresiva y el éxtasis final de la confirmación del descenso seguida por una lluvia de aplausos.  

Pero en especial atrajo la atención del mundo en estos tiempos convulsionados y extenuantes de pandemia porque presionó un nervio hace mucho descuidado: el de la exploración. Con cada robot que estampa su huella —y por extensión, la de la humanidad— en otro mundo, revive esa faceta dormida de nuestra especie. 

La llegada de la Perseverance —cuyo principal objetivo será encontrar signos de vida antigua— abre un nuevo capítulo en nuestra expansión por el vecindario solar. Junto a las sondas Hope (de los Emiratos Árabes Unidos) y Tianwen—1 (de China), la nueva misión de la NASA y las que se avecinan —como la ruso-europea ExoMars en 2022— marcan una nueva época con expediciones más ambiciosas, con nuevos actores pero también con nuevos conflictos políticos, legales, económicos y hasta culturales en el horizonte.

La invasión continúa. Imagen de la robot Perseverance en su descenso del 18 de febrero. Se suma a los robots aún activos Curiosity y al lander InSight en la superficie y a las sondas MAVEN, Mangalyaan, Mars Reconnaissance Orbiter, Mars Express, Mars Odyssey, Hope y Tianwen-1 en órbita. NASA/JPL.

Bajo el signo de Marte

De un manera u otra, Marte siempre ha ejercido una gran influencia en la imaginación humana: hechizó a los antiguos romanos como dios de la guerra —aunque también de la fertilidad y la vegetación y como protector del ganado— o como dios del fuego y la destrucción para los babilonios. 

Aún hoy está presente en nuestros calendarios como mes (marzo) y como día (martes). Nos ha hipnotizado desde la ficción: ningún otro planeta ha sido más explorado por escritores como H.G. Wells, Edgar Rice Burroughs, Olaf Stapledon, Lao She, C.S. Lewis, Alexei N. Tolstoi, Frederick Pohl, Brian Aldiss, Ray Bradbury y más recientemente Kim Stanley Robinson. 

De hecho, este mundo más pequeño que la Tierra, con un año que se expande en 687 días y dos lunas —Fobos y Deimos— está en las raíces de la literatura fantástica argentina: en 1875, el naturalista Eduardo Ladislao Holmberg viajó al cuarto planeta del sistema solar en su novela corta El maravilloso viaje del señor Nic Nac a Marte. Allí el protagonista no se transporta a través de un cohete sino a través de un medio más ecológico: un viaje espiritual.

De una manera aun no del todo examinada, la ficción, como la ciencia, ha construido y construye a Marte. «La belleza de Marte existe en la mente humana», escribe Robinson en Marte Rojo. «Somos nosotros quienes lo entendemos, y nosotros quienes le damos sentido. Todos nuestros siglos de mirar el cielo nocturno y observarlo vagar entre las estrellas. Todas esas noches de observarlo por los telescopios, mirando un disco diminuto tratando de ver canales en los cambios de albedo. Todas esas estúpidas novelas de ciencia ficción con sus monstruos, doncellas y civilizaciones agonizantes. Y todos los científicos que estudiaron los datos que nos hicieron llegar aquí. Eso es lo que hace que Marte sea hermoso. No el basalto y los óxidos.»

Solo esta preparación cultural conseguida a través de tantas novelas, series y películas nos permite soportar la verdad revelada misión tras misión desde que en 1976 las sondas gemelas Viking enviaron las primeras imágenes en color de la superficie: Marte —que hasta 1910, ayer prácticamente, se pensaba por observaciones erróneas que era cálido, húmedo y que se encontraba habitado— es en realidad un mundo frío, seco, hostil para la vida humana.

Una maravillosa desolación. Marte es un mundo frío, seco, hostil para la vida humana. Pero aún así maravilloso. Así lo está viendo la robot Perseverance. NASA/JPL-Caltech/ASU/Kevin M. Gill

Con la misma edad que la Tierra, allí no fluyen ríos, lagos ni mares, aunque se sabe que hay mucha agua en forma congelada, en los polos y debajo del suelo en las latitudes altas. Las imágenes no lo transmiten: su superficie huele a huevos podridos debido a la presencia de azufre y hay un fuerte olor ácido y penetrante debido a la alta concentración dióxido de carbono en la atmósfera.

No fue siempre así. Los científicos sospechan que hace entre cuatro y tres mil millones de años este planeta ahora aparentemente muerto era mucho más cálido y húmedo de lo que es hoy. Tal vez estaba cubierto por océanos. Tal vez en ellos habitaba algún tipo de vida. Al físico británico Paul Davies la idea le vuela la cabeza: este investigador de la Universidad Estatal de Arizona especula que, tras ser eyectados de la superficie por impactos de meteoritos, microbios marcianos podrían haber atravesado el vacío interplanetario hasta llegar a la Tierra y dado inicio a nuestra historia. 

Solo esa hipótesis es suficiente para entusiasmar a cualquiera y para instalar a Marte en nuestra imaginación como nuestra próxima frontera, el lugar al que ir y donde concretar aquel deseo colonialista y de conquista con el que nos alimentó durante tantas décadas la literatura. 

Históricamente, las exploraciones geográficas y científicas han sido seguidas por la explotación comercial. De ahí que escritores como Brian Aldiss hayan advertido: «Marte debe convertirse en un protectorado de las Naciones Unidas y ser tratado como un ‘planeta para la ciencia’, al igual que la Antártida ha sido preservada, al menos en gran medida, como un desierto blanco, virgen».

El nuevo salvaje oeste

De una u otra manera, los viajes espaciales siempre han sido incitados por impulsos adquisitivos: los gobiernos han buscado proyectar una imagen de la grandeza de un país al estampar una sonda, una bota o bandera en un cuerpo espacial y así restregarle al resto del mundo su superioridad científica y moral.  

Pero en las últimas décadas el nacionalismo dejó de ser el combustible exclusivo de la exploración de nuestro vecindario cósmico. El llamado «capitalismo espacial» ha emergido con figuras como los multimillonarios Jeff Bezos y Elon Musk.

Mientras Donald Trump impulsaba la militarización del espacio con la formación de la Fuerza Espacial de Estados Unidos, el fundador de Amazon y el director general de SpaceX dieron pasos agigantados para privatizar y colonizar el espacio. Sus visiones son ligeramente distintas: mientras que Bezos tiene más interés en construir colonias espaciales en órbita, el sudafricano apunta al planeta rojo.

En ambos casos, tras la cortina de humo de sus promesas y declaraciones tecnoutópicas que encienden la excitación de sus fans, estos dos personajes que bien podrían oficiar de villanos de James Bond buscan extender sus dominios por el cosmos más que conducir la exploración espacial en beneficio de toda la humanidad. Pretenden que sus corporaciones multinacionales se conviertan en corporaciones interespaciales.

En una conferencia en México en 2016, Musk proclamó que la especie humana estaba obligada a convertirse en una especie multiplanetaria al colonizar Marte y más allá o padecer la extinción. Por entonces, afirmó que comenzaría a enviar cohetes a Marte en 2018. Eso aún no sucedió. Mientras tanto, su empresa posee más de una cuarta parte de todos los satélites activos que orbitan la Tierra. También con sus cohetes Falcon 9 llevó humanos a la Estación Espacial Internacional y actualmente pone a prueba —no sin incidentes— un vehículo de lanzamiento reutilizable llamado simplemente Starship para la conquista marciana. 

El millonario Elon Musk quiere colonizar Marte. Para ello está testeando el vehículo Starship. SpaceX

Tal expansión no estará libre de fricciones internacionales. Se estima que la aceleración de la nueva era espacial con participantes tanto privados como estatales —Estados Unidos que busca recobrar la gloria perdida, la Unión Europea y Rusia que no quieren quedarse atrás, India y China que da pasos agigantados con misiones a la Luna y Marte y una estación espacial propia— eventualmente derivará en disputas como las que se sucedieron en el llamado «salvaje oeste» norteamericano con conflictos permanentes por la propiedad de tierras y por los derechos de su explotación comercial.  

El espacio en venta

El 15 de junio de 1936 un hombre llamado A. Dean Lindsay reclamó ante la oficina del notario público de Pittsburgh, Estados Unidos, la propiedad de todos los planetas, excepto de la Tierra, y los rebautizó el «archipiélago A. D. Lindsay». 

No fue el único vivo: el abogado chileno Jenaro Gajardo Vera se proclamó dueño de la Luna en 1954. Y en 1997, tres yemeníes —Adam Ismail, Mustafa Khalil y Abdullah al—Umari— demandaron a la NASA por invadir Marte, territorio que, según indicaron, sus antepasados les habían legado hace 3.000 años.

Pese a estos reclamos, Marte, la Luna y demás cuerpos celestes en verdad no le pertenecen a nadie. Y a la vez, a todos. Cuando la Unión Soviética lanzó el primer satélite del mundo, el Sputnik, en 1957, reveló un vacío: un agujero en el derecho. La Guerra Fría de fondo y el temor de que Estados Unidos o los rusos intentaran colonizar el espacio donde instalar bases de armas nucleares alentaron a que las Naciones Unidas promulgase el llamado Tratado del Espacio Exterior en 1967. «El espacio ultraterrestre será libre para la exploración y uso de todos los Estados», dice este convenio, que establece que todos los bienes raíces extraterrestres «pertenecen a toda la humanidad» y no pueden ser reclamados como territorio soberano por ningún estado—nación. El hecho de que Estados Unidos colocara su bandera en la Luna en 1969 no significa que el Mar de la Tranquilidad le pertenezca: fue un gesto más de arrogancia que de soberanía. 

Este tratado, que fue ratificado por 109 países, considera al espacio como aguas internacionales. Prohíbe a cualquier país reclamar como suyo un cráter, un asteroide, una luna. Sin embargo, no dice que la propiedad privada sea ilegal: uno puede aterrizar en Marte y establecer allí un asentamiento. Todas las cosas que los colonos espaciales llevaron les pertenecen, salvo la tierra en la que descendieron. 

Sin embargo, la realidad de la exploración espacial del siglo XXI es muy diferente de cuando se redactó este tratado. Hoy no se cree que dure mucho como marco legal sin ser disputado por los  nuevos zares espaciales. 

«La estructura de gobierno para las actividades espaciales está muy desactualizada y no refleja las realidades actuales en el espacio», dice John Logsdon, fundador del Space Policy Institute de la Universidad George Washington. «No hay reglas. No hay régimen ni control, por ejemplo, del tráfico espacial. Es un entorno salvaje allí arriba». 

De hecho, en octubre pasado, Elon Musk anunció que no reconocería la ley internacional en Marte donde planea crear una ciudad autosuficiente. En su lugar, la compañía espacial de Elon Musk se adherirá a un conjunto de «principios de autogobierno» que se definirán en el momento del asentamiento marciano.

La idea de la necesidad de un marco legal alternativo suena cada vez más fuerte. Así fue como, en el marco del inicio del programa Artemisa de la NASA —que planea llevar la primera mujer a la Luna en los próximos años—, la agencia espacial estadounidense presentó lo que llamó los «Acuerdos Artemisa«, un primer intento de organizar la exploración y explotación sostenida de nuestro satélite con fines comerciales.

Entres sus puntos incluye prestarse ayuda mutua en caso de emergencia; publicar los datos y hallazgos científicos que ahí se logren; proteger el patrimonio y lugares históricos en la Luna, como el lugar donde alunizó el Apolo 11; y hacer buen manejo de los desechos espaciales.

Edulcorado con palabras como «transparencia» y «ambiente seguro», en realidad se trata de un documento que convalidad la privatización del espacio, una desregulación perseguida agresivamente por la administración Trump: el espacio ultraterrestre se está reconfigurando rápidamente como un bien privado o un espacio para la propiedad privada, en oposición a la idea prevalente de «bien común global».

Por ejemplo, estos acuerdos indican que para evitar interferencias en las actividades lunares, se designarán «zonas seguras». La agencia espacial rusa no está muy de acuerdo. «De esta iniciativa solo saldrá un nuevo Irak o Afganistán», dijo Dmitry Rogozin, director de Roscosmos.

«Estamos viendo el surgimiento del capitalismo en el espacio», indican los sociólogos noruegos Victor L. Shammas y Tomas B. Holen. «La producción de cohetes portadores, la colocación de satélites en órbita alrededor de la Tierra y la exploración, explotación o colonización del espacio exterior no serán obra de la humanidad como tal sino de empresarios capitalistas particulares que están forjando un nuevo régimen político—económico en el espacio, un posfordismo espacial destinado a maximizar las ganancias sin la interferencia de gobiernos. La famosa declaración de Neil Armstrong tendrá que ser reformulada: el espacio no será el lugar de ‘un gran salto para la humanidad’, sino un ‘gran salto para la humanidad capitalista'».

FK

Los países más contaminantes del mundo

15 julio, 2021

Fuente: http://www.geografiainfinita.com

Por Geografía Infinita / 8 minutos de lectura

La contaminación mundial es un problema que crece en los últimos años a un ritmo imparable. El desarrollo industrial de multitud de países está provocando que las emisiones de co2 se incrementen de forma masiva.

Tanto países que están en vías de desarrollo que están creando su entramado industrial, como países ya desarrollados que cuentan con potentes industrias están contribuyendo a esta realidad que afecta a todo el mundo.

Dentro de esta gravísima problemática para la que tenemos que pensar desde ya mismo en soluciones, encontramos algunos responsables principales. Se trata de los países que podríamos clasificar como los más contaminantes el mundo debido a su volumen de emisiones de co2.

En la tabla inferior puede verse la evolución de las emisiones a nivel global desde 1990, de los 10 países que actualmente más co2 emiten el mundo. La lista añade también las emisiones totales (más de 37 billones) así como las emisiones agrupadas de actividades que como el transporte marítimo y la aviación tienen un gran impacto a nivel de emisiones de gases de efecto invernadero.

A continuación detallaremos el listado con los diez países más contaminantes del mundo con base en los datos que tenemos de emisiones de co2 a la atmósfera durante el año 2018.

Contenidos del artículo: [ocultar]

1. China: el más contaminante

China es con diferencia el país del mundo con mayor nivel de emisiones de co2 y lleva ocupando este puesto desde el año 2005 cuando consiguió el dudoso honor de rebasar a los Estados Unidos en emisiones de co2.

Estamos hablando de un país que ha vivido un desarrollo industrial espectacular y que por lo tanto ha necesitado generar un impacto medioambiental sin precedentes. El nivel de emisiones de China en 2018 llegó a los 11.256 millones de toneladas (Mt) de co2 y sigue creciendo año a año.

Esto supone que China está detrás de cerca del 30 % de las emisiones de co2 globales. Esto es 7,95 tn co2 por persona.

De hecho, la contaminación es ya un problema de primera índole para el país y sus propios ciudadanos y el Gobierno chino parece estar tomando conciencia de ello, con apuestas como la de potenciar el vehículo eléctrico.

2. Estados Unidos: la primera potencia mundial

Estados Unidos ha dominado el siglo XX como principal potencia mundial y durante el siglo XXI su liderazgo sigue estando muy vigente, por mucho que se pueda percibir como “amenazado” por China.

Esta posición de liderazgo también la ha sostenido en cierta manera en el ámbito de la contaminación. Con los datos en la mano desde el año 1990 su nivel de emisiones de co2 se mantiene alrededor de los 5.000 millones de toneladas de co2 por año. Concretamente, en 2018, estuvo detrás de la emisión de 5.275 Mt de co2 a la atmósfera, más del 13% de las emisiones globales.

Si llevamos esos datos a un ránking por persona, Estados Unidos contamina tres veces más por cada uno de sus habitantes que China. Concretamente contamina 16,14 toneladas de co2 por persona, el doble de lo que emite China por habitante.

3. India: el gigante que ya ha despertado

La India es la mayor democracia del mundo y en los últimos años parece estar reclamando de alguna forma su lugar como potencia mundial. Fruto de este importante esfuerzo es también su notable aumento de contaminaciones duplicando desde los años 90 la cantidad de emisiones de co2.

En el 2017 vemos unas emisiones de 2.621 Mt de co2 que hacen que la India se sitúe en el ranking en el cuarto lugar, justo por detrás de la Unión Europea.

4. Rusia: un país en transición

Rusia es un caso particular ya que su nivel de emisiones está en descenso, un cambio que ha sido paralelo a su modificación de régimen político y tras la caída del comunismo. En el año 1990 Rusia contaba con unas emisiones de 2.379 Mt de co2 por año y según los datos de 2018, actualmente estaríamos hablando de unas emisiones de 1.748 Mt de co2 anuales.

Se trata de una reducción realmente notable producida principalmente por esta transición política. De la mano de ese cambio se produjo el abandono del modelo soviético de producción, eminentemente basado en la capacidad industrial.

No obstante, Rusia sigue siendo uno de los grandes contaminantes del planeta y está al cargo de cerca del 5% de los gases de efecto invernadero que se emiten en el mundo. Esto supone que cada ruso emite 12,14 toneladas de co2 por persona.

5. Japón: importante en el escenario global

Japón es sin duda un importante actor a nivel global y uno de los principales países en términos de desarrollo a nivel mundial. Su impacto en materia de emisiones de co2 es también notable.

El país contaba con unas emisiones de co2 durante el 2018 de 1.198 Mt de co2. Esto, sin duda, permite hacernos una idea del impacto que el país nipón tiene en el mundo, con algo más de un 3% de las emisiones globales.

6. Alemania: el más contaminante de la UE

En la sexta posición del ranking por países nos encontramos con Alemania. Estamos hablando de un país que en el 2018 produjo unas emisiones de 752 Mt de co2, cerca del 2 % de las emisiones globales. Estos números le sitúan como el mayor emisor en términos absolutos de la Unión Europea.

Si llevamos estos datos a las emisiones per capita nos encontramos con que cada alemán “emite” 9,15 tn de co2 al año.

Uno de los problemas de Alemania es su dependencia de las centrales térmicas, alimentadas con carbón que son grandes emisores de gases de efecto invernadero.

Alemania es un país que venía de unas condiciones particulares tras la Segunda Guerra Mundial y eso en su momento también contribuyó a su crecimiento a nivel industrial de forma masiva y sin control y por lo tanto un importante impacto en términos de contaminación.

7. Irán: sanciones y medio ambiente

Irán es un país que no ha cejado en su empeño de intentar crecer a pesar de las numerosas sanciones a nivel internacional. El país contaba en el año 2018 hablamos de 727 Mt de co2 que lo sitúan en el noveno puesto a nivel internacional en el ranking de emisiones de co2. El país lleva una trayectoria ascendente en lo que a emisiones se refiere y ya en 2017 superó a Corea del Sur para situarse en séptima posición de esta discutible lista.

Irán se enfrenta de hecho a una crisis ecológica que puede dejar gran parte de su territorio inutilizable para la agricultura, de la que vive buena parte del país. Según el Gobierno iraní, se ha llegado a esta situación por las medidas erróneas se explican en parte por “presiones exteriores”, como las sanciones económicas estadounidenses o internacionales que afectaron la joven se República islámica tras la revolución de 1978-79.

También a la “guerra impuesta”, como los iraníes llaman a la guerra Irán-Irak (1980-1988) desencadenada por el gobierno iraquí. Este conflicto a su juicio impidió avanzar en el “desarrollo sostenible” debido al aislamiento del país.

8. Corea del Sur: el desarrollo en Asia

Corea del Sur ejemplifica a la perfección el desarrollo de determinados países en Asia que han conseguido prosperar por encima de los demás. Y esto tiene su traslado a nivel de emisiones.

De esta forma vemos un aumento notable en su nivel de emisiones desde 1990, en el 2018 el impacto de Mt2 de co2 por año fue de 695.

Los surcoreanos están cada vez más preocupados por los efectos que la contaminación están teniendo en su salud. Concretamente, el 97 % de los consultados por el Ministerio de Medio Ambiente en 2018 dijeron que la contaminación del aire les estaba causando “dolor físico o psicológico”.

La cuarta economía más grande de Asia se encuentra amenazada por la calidad del aire. Los expertos no se ponen de acuerdo. Algunos dicen que el aire contaminado proviene de China.

9. Arabia Saudí: el crecimiento de los dueños del petróleo

Arabia Saudí es una importantísima potencia a nivel mundial en materia de petróleo. Fiel reflejo de esto es su nivel de emisiones de co2 que en el año 2018 alcanzó los 624 Mt2 de co2.

La causa detrás de estos números es el importante esfuerzo industrial que el país tiene que realizar para poder extraer todo el petróleo que hay bajo su territorio.

Se trata de un país que ha vivido un desarrollo muy importante en los últimos años y esto se refleja también en su gran aumento de emisiones desde los años 90.

10. Canadá: tercer país con más petróleo

Quizá pueda sorprender ver a Canadá en esta lista como el décimo país más contaminante del mundo. Concretamente contaminó 594 millones de toneladas de CO2 en 2018.

Canadá está padeciendo problemas de contaminación en algunas zonas debido a industrias petroquímicas, pesticidas, aguas servidas, nitratos, desechos químicos y bacterias.

Canadá cuenta con las terceras reservas de petróleo más grandes del mundo y es el cuarto productor y exportador.

Bonus track 1: La Unión Europea

Si tomamos todos los países de la Unión Europea en conjunto también estamos hablando de un grandísimo agente contaminante, el tercero por detrás de China y Estados Unidos.

Al igual que Estados Unidos se ha movido desde el año 1990 en unas cifras estables de contaminación en el caso de la Unión Europea hablamos de cifras por debajo de los 5,000.000 de Mt de co2, alrededor de los 4,000.000 Mt de co2 por año.

Sin embargo vemos una nota positiva en la Unión Europea con una bajada a los 3,548.345 Mt de co2 durante el año 2017 asociado tanto a una caída de la fuerza de la industria en la Unión Europea en general como a un esfuerzo por minimizar el impacto contaminante de los países de la Unión.

Bonus track 2: El transporte en barco y la aviación

Hay dos actividades que agrupan más emisiones que algunos de estos países: el transporte en barco y la aviación. Concretamente el transporte en barco supuso en el año 2018 un total de 564,61 Mtn de co2, lo que le situaría como el “país” undécimo en cuanto a contaminación en el mundo. En el caso de la aviación, hablamos de 559 Mtn de co2, lo que le colocaría en la siguiente posición si fuera un país.

De manera combinada, estas formas de transporte generan por tanto más de 1.100 Mtn de co2, es decir lo equivalente a las emisiones que general el quinto país de esta lista, Japón.

Fuente: Fossil CO2 emissions of all world countries – 2019 ReportCompartir enTwitterCompartir enFacebookCompartir enPinterestCompartir enLinkedInCompartir enWhatsAppCompartir enTelegram

Sobre el autor

Geografía Infinita

Geografía Infinita es el blog de geografía y mapas en español, con especial atención por España, la Unión Europea y Latinoamérica.

Cuando occidente quiso repartirse China

9 julio, 2021

Fuente: http://www.geografiainfinita.com

Por Carlos A. Font Gavira / 13 minutos de lectura

China es una gran potencia que, seguramente, va a desempeñar un gran papel en el siglo XXI. No es para menos con las cifras que maneja el antiguo Imperio del Centro. Es el país más poblado del mundo (con más de 1500 millones de habitantes), el tercero en extensión territorial con más de 9 millones de kilómetros cuadrados y con un crecimiento económico apabullante.

Sin embargo, apenas un siglo y medio atrás el panorama de China era muy diferente. A pesar de su enorme tamaño y potencia, el último siglo de existencia del Imperio chino fue una sucesión de guerras, revoluciones y tratados desiguales que casi llegaron a la partición territorial (como ya le ocurrió a África). 

Contenidos del artículo: [ocultar]

La relación comercial entre China y Occidente

El contacto comercial entre China y Occidente arranca bastante atrás en la Historia. El Imperio Romano ya comerciaba con los emperadores chinos y tras el freno que supuso la Edad Media, los contactos, al socaire de la Era de los Descubrimientos, se volvieron a restablecer.

En los siglos XVI-XVII-XVIII, se puede incluso afirmar que la balanza comercial china con los países occidentales era claramente favorable a estos primeros. Circulaba una afirmación, como demostración de la riqueza china, según la cual  “China produce el mejor alimento del mundo, el arroz, la mejor bebida del mundo, el té, y el mejor textil del mundo, la seda; no necesita nada del resto del mundo.”

Sin embargo fue el desarrollo de la Revolución Industrial en Europa y la expansión imperialista de las potencias europeas (a la que se sumarían los japoneses y estadounidenses) las que rompieron el equilibro. China se presentaba como un inmenso mercado para los productos europeos y avivaron una feroz rivalidad imperialista entre potencias. 

La guerra del opio

Hubo un producto, en concreto, que desató incluso una guerra. Nos referimos al opio, consumido tradicionalmente por la población china, y también por algunos círculos intelectuales de Europa.

Gran Bretaña pretendía que China abriera su mercado pero el gobierno chino se oponía severamente a la importación del opio, cuyo tráfico fue prohibido por varios decretos en 1796,1800,1814 y 1815. Incluso el Comisario imperial Lin fue al puerto de Cantón en 1838 y ordenó cerrar las factorías extranjeras y confiscó todo el cargamento de opio existente en los almacenes.

Los cargamentos fueron destruidos y se procedió a la expulsión de la colonia inglesa. El gobierno de Londres no iba a quedarse de brazos cruzados. La Guerra del Opio (1840-142) estaba a punto de estallar. 

Concesiones comerciales de China a Reino Unido

China fue claramente derrotada en la Guerra del Opio y mediante la Paz de Nankín se reanudó el comercio del opio y, lo más importante, cedió Hong-Kong a las autoridades británicas.

A partir de entonces Hong-Kong se iba a convertir en una colonia británica crucial para su imperio en Asia. Además el gobierno chino se vio obligado a realizar concesiones comerciales a los británicos en cinco puertos chinos (Cantón, Amoy, Fuchou, Ning-po y Shanghái).

La Paz de Nankín iba a establecer un precedente muy peligroso para China, el de los “tratados desiguales.” Eran supuestos tratados de paz, firmados entre China y alguna o varias de las potencias europeas, pero en una clara desventaja y debilidad por parte de China.

Los gobiernos europeos se aprovecharon para imponer sus condiciones y sacar el máximo provecho. En 1844 estos tratados concedían concesiones extraterritoriales a los extranjeros, aduanas y policía propias, jurisdicción…

Más concesiones al comercio europeo

Pocos años después tuvo lugar la Guerra de la Lorcha (1856-1858) con una destacada intervención militar franco-británica en China. Acabó con la firma de los Tratados de Tientsin (1859). Al año siguiente tuvo lugar la firma del Tratado de Pekín (1860) por el cual se crearon las embajadas europeas en la capital imperial y, otra vez, el gobierno chino procedió a realizar concesiones al comercio europeo y a las misiones cristianas.

Gran Bretaña redondeó su adquisición de Hong-Kong con la Península de Kowloon. Contamos con un testimonio excepcional de esos años terribles para el prestigio chino como la obra de Sinibaldo de Mas (1809-1868). Este diplomático y sinólogo escribió “La China y las potencias cristianas” (1860), y la conclusión más interesante es que recomendaba dividir China en zonas de influencias entre las principales potencias europeas. El reparto de China parecía una posibilidad. 

A China le crecen los enemigos que quieren repartirla

Los abusos contra el gobierno chino y las depredaciones territoriales siguieron en los siguientes años: insurrección en Tientsin y envío de un cuerpo militar europeo de castigo (1870), Japón se anexiona las islas Riy, Kyu (1872), etc.

A finales del siglo XIX la integridad territorial del Imperio Chino estaba más en cuestión que nunca. Nuevas potencias quisieron aprovecharse de la debilidad china y cobrarse su porción del pastel.

Japón, la potencia asiática en ascenso, derrotó de manera clamorosa a China en la guerra chino-japonesa de 1894-95. Los japoneses obtuvieron la isla de Formosa, el puerto de Port Arthur, Weihai y las islas de Pescadores. Corea proclamó su independencia pero bajo un protectorado japonés en 1910.

Alemania, de la mano del káiser Guillermo II, inició su propia carrera imperialista y ocupó Tsingtao, obtuvo la concesión del ferrocarril de Shantung y la base naval de Kiao-Chen por 99 años.

Los rusos ocuparon Corea del Norte, recibieron en arriendo Port Arthur en 1898, así como Manchuria, donde obtuvieron derechos para la construcción de ferrocarriles. Los británicos recibieron en arriendo el puerto de Weihai, frente a Port Arthur, en 1898, y una esfera de influencia en la cuenca del Yangtsé que incluía Shanghai y Cantón.

Los franceses, ya asentados en la península de Indochina, lograron rectificaciones territoriales en la frontera con Tonkín y el predominio en el Yunnan con el arriendo de Kuangcheu en 1898. 

Ante la gravedad de la situación el gobierno chino intentó aplicar un plan de reformas (“la reforma de los cien días”) aunque con escaso éxito. De hecho dos años después en 1900, tuvo lugar la revuelta de los Boxers con dramáticas consecuencias para el decadente imperio chino. Nueva derrota ante las potencias occidentales, indemnizaciones millonarias a pagar en concepto de reparaciones y un desprestigio de la política imperial sin precedentes. 

Reparto de China por zonas de influencia: una visión satírica

China, a finales del siglo XIX, estaba totalmente sometida al imperialismo occidental y también al oriental (Japón). En aquel momento estaba muy de moda el uso de mapas satíricos en los cuales aparecían representadas las grandes potencias como animales o seres animados.

En una época de ferviente nacionalismo los símbolos nacionales eran un lenguaje aceptado y respetado por todos. Asimismo estamos acostumbrados a visionar la cartografía europea pero desde el lejano Japón también llegaba esa influencia.

La representación del reparto de China en un mapa japonés

La Revolución Meiji, iniciada en 1868, había acelerado el proceso de modernización del país del Sol Naciente. A su vez los japoneses también iniciaron una carrera imperialista que nada tenía que envidiar a la de los países occidentales. Así lo podemos observar en este mapa del Extremo Oriente elaborado por Tse Tsan-tai (1872-1939).

El gran oso, que representa a Rusia, acecha desde el Norte, en clara referencia a las ambiciones del zar Nicolás II sobre Manchuria, limítrofe con China y muy cerca del propio Japón.

El Reino Unido está representado por un híbrido extraño de cabeza de un perro bulldog con un cuerpo de león establecido en el sur de China. Ningún detalle en el mapa es accidental puesto que si observamos con detenimiento veremos como la cola del animal está alrededor de la península de Shantung (la colonia inglesa de Wehai fue la sede del bulldog británico en la primera versión del caricatura).

El autor japonés utiliza extrañamente a una rana para representar a Francia cuando, tradicionalmente, la ha representado el gallo. A los pies de la rana hay una inscripción con el siguiente nombre: “Fashoda”. Es curioso porque es referencia clara al incidente de Fashoda en Egipto entre franceses y británicos por el cual casi llegan a la guerra en 1898. La rana tiene la isla de Hainan en su anca derecha, en referencia a Guangzhouwan, y parte de Sichuan en su anca izquierda.

Los Estados Unidos, a finales del siglo XIX, empezaron su carrera imperialista fuera de sus fronteras continentales. Es sintomática que el águila calva, animal símbolo de los USA de América, se aproxima desde las islas Filipinas por tanto, deducimos, que es posterior el mapa a 1898, año en que fueron arrebatadas las islas a España.

En el águila está escrito “La sangre es más espesa que el agua”, una referencia al dicho del comodoro de la Marina estadounidense Josiah Tattnall en 1859. El Sol simbólico detrás de Japón extiende sus rayos a través de Corea hacia China, mientras que Japón pesca para Taiwán. En el plano inferior del mapa se ven las banderas de algunos países europeos destacando la de Alemania (II Reich), expectantes a participar en el reparto de China y obtener algún territorio. 

Sin embargo podemos ver la bandera alemana en el norte de China en un enclave concreto (rozando con la cola del león británico). Nos estamos refiriendo a la concesión alemana de Tsing-tao que constituyó para Alemania su puerta de entrada al gigantesco mercado chino y su única base naval permanente en el exterior; orgullo de su flota.

Se encuentra en la provincia china de Shandong en el norte de China. En alemán es conocida por Kiautschou pero utilizaremos la denominación de Tsing-tao que fue su centro administrativo.

El papel de Alemania en el reparto de China

Alemania, como sabemos, llegó tarde a la lucha imperialista por el reparto del mundo. Sin embargo, una colonia alemana en China fue concebida como una doble finalidad: apoyar la presencia naval alemana y fomentar el comercio ultramarino con Alemania.

Las áreas densamente pobladas de China se presentaban como un mercado potencial a los productos alemanes. Pensadores como Max Weber exigían una activa política colonial y priorizó la apertura comercial de China pues se consideraba el mercado no-europeo más importante del mundo.

En noviembre de 1897 el almirante Diederichs ocupó la bahía de Kiautschou con su escuadrón naval. Se abrieron negociaciones con el gobierno de China y el 6 de marzo de 1898 el Imperio Alemán se retiró su ocupación y aceptó un contrato de arrendamiento de la bahía durante los siguientes 99 años (algo parecido a lo que hicieron los británicos con Hong Kong). Un mes más tarde, el Reichstag ratificó el tratado.

Como resultado de este acuerdo el gobierno chino cedió todos sus derechos de soberanía en el territorio arrendado a los alemanes. Aunque oficialmente formaba parte de China, por efecto del contrato de arrendamiento se convirtió la bahía de Kiautschou en un Schutzgebiet  (protectorado alemán). El tratado también incluía las concesiones ferroviarias y  las explotaciones mineras que pasaban a ser explotadas directamente por los alemanes.

El reparto de China a través de los gobernantes de las potencias

De finales de siglo XIX tenemos una visión satírica sobre el reparto imperialista de China. Esta vez no se usan animales para representar a las naciones sino le efigie de los propios gobernantes.

En este caso es más clara la identificación de cada país y el comportamiento de cada caricatura revela las intenciones de cada gobierno. Hay que tener en cuenta que la autoría es francesa por tanto su visión del reparto de China es tendenciosa e interesada.

El título de la viñeta es: “China: el pastel de los reyes y … de los emperadores” (un juego de palabras francés sobre el pastel del rey y los reyes y emperadores que desean “consumir” China). Así, un pastel representa a “China”, salvando las distancias una visión parecida al “reparto” de África de 1884-85, y se divide entre varios comensales.

La reina Victoria, con rostro incrédulo, representa al Reino Unido, mientras que un agresivo Guillermo II de Alemania marca con un cuchillo el pastel para reivindicar un trozo. El zar Nicolás II de Rusia, presenta una mirada impávida pero serena, mientras que la Marianne (Francia) se muestra diplomática como no participando en el reparto, y cerca de Nicolás II, como recordatorio de la Alianza Franco-Rusa.

El samurái representa a Japón, contemplando con prudencia qué piezas debe tomar. Quizás la caricatura más dramáticamente realista sea la de la propia China encarnada por un funcionario imperial que levanta las manos para intentar detenerlos. A pesar de su espanto no puede frenar el reparto del Imperio chino ya que no tiene fuerza para imponerse. 

China: una “infracolonia”

Esta caricatura representa como pocas una época concreta de la Historia Contemporánea. El feroz reparto imperialista del mundo. Como escribió el que sería primer presidente de la República China, Sun Yat-sen: “China se había convertido en una infracolonia”.

El político chino se refería a que ni siquiera disfrutaban de un estatutos colonial, propiamente dicho, que conllevara cierta modernización. Sometida por los extranjeros pero sin ser colonia.

La China del XX: ”el siglo de la humillación”

El comienzo del siglo XX no fue para nada tranquilo. Las anquilosadas estructuras del imperio Chino pronto iban a saltar por los aires. El 12 de febrero de 1912 se proclamó la República y terminó la monarquía imperial que durante milenios había regido el imperio chino.

Algunos territorios proclamaron su autonomía como Mongolia (1911) y el Tíbet (1912). El estallido de la Gran Guerra solo sirvió para ratificar el dominio extranjero sobre la República China. La concesión alemana en Kiautschou fue conquistada por los japoneses (aliados de los británicos) en noviembre de 1914 pero no retornó a la soberanía china.

Es más, en 1915 el gobierno del Japón presentó las llamadas “21 peticiones” por las cuales la China septentrional se convertía en zona de influencia japonesa. El gobierno chino declaró la guerra a Alemania en 1917 con la esperanza de congraciarse con los gobiernos aliados y rebajar sus exigencias. China se involucró en la guerra enviando a miles de trabajadores al Frente Occidental para que cumpliesen ingratas tareas como desactivar explosivos o cavar zanjas. 

El Tratado de paz de Versalles (1919) ignoró, totalmente, las demandas chinas y ratificaron el estatus quo. Hubo en Pekín una gran manifestación de estudiantes enfadados contra la firma del tratado de paz. La delegación china enviada a París se negó a firmar el tratado de paz.

China presentaba un panorama complicado a principios del siglo XX. La autoridad imperial había sido suprimida pero no había sido sustituida. Comenzaron numerosos conflictos con los “señores de la guerra” provinciales. Algunos mandos militares acumularon demasiado poder político y decidieron crear una serie de poderes territoriales al margen del poder central.

La fragmentación de la estabilidad política de la república china era enorme. Seguían las concesiones y colonias extranjeras en su territorios, la aplicación de los “tratados injustos” y ya se adivina en el horizonte una futura intervención japonesa. 

Mapa pictórico de China de la década de 1930

El mapa final que presentamos es un poco como resumen y fotografía estática de la situación de China a principios del siglo XX. Destaca su calidad y minuciosidad pues está jalonado de multitud de detalles en las más diversas áreas y temas: infraestructuras, economía, fauna, etc.

Este enorme y sorprendente mapa pictórico de China fue compilado por John A. Diakoff, conocido como el “Colaborador Científico de la Ex Sociedad Orientalista Rusa”, y ricamente ilustrado por G. Primakoff.

Estimamos que fue elaborado en 1931 y alberga algunas curiosidades territoriales a tener en cuenta. Por ejemplo, el Tíbet está incluido como parte integrante de China aunque no fue hasta el año 1959, con Mao Ze Don al frente del gobierno, cuando este enorme territorio fue invadido y anexionado.

El caso de Mongolia también es paradigmático ya que siempre fue un protectorado exterior de China, primero como Imperio y luego como República. No había un Estado sólido en las vastas planicies de Mongolia, y Pekín ejercía una especie de protectorado que mantuvo incluso cuando Mongolia proclamó su teórica independencia en 1911 con la caida de la dinastía Quing. 

Las colonias extranjeras (británicas, francesas, rusas, japonesas,..) no se distinguen muy bien. Es asombroso la cantidad de referencias culturales, económicas y naturales que despliega el mapa.

Podemos ver representados animales raros como el Thar del Himalaya (una especie de cabra salvaje montaraz), el desierto de Taklamakan con su puerta de entrada en la ciudad mítica de Kasghar, en la histórica ruta comercial conocida como ‘Ruta de la Seda’, o algunos frutos como las naranjas chinas.

En la esquina superior derecha hay otro tipo de información más humana. Referida a los lugares donde se encuentran academias militares, puertos, estaciones de ferrocarriles, escuelas tecnológicas o templos. 

En España, en el Museo de Arte Oriental de Valladolid, se encuentra una copia de este mapa. Un testimonio mudo de la grandeza de la antigua China que, mediante tumultuosos procesos, iba avanzando hacia la modernidad. 

Bibliografía:

-Hans-Martin Hinz, Christoph Lind: Tsingtau. Ein Kapitel deutscher Kolonialgeschichte en China 1897 – 1914. Edición Minerva, 1999, ISBN: 978-3932353178

-KINDER,Hermann y HILGEMANN Manfred. “Atlas Histórico Mundial: de los orígenes hasta nuestros días.” Akal. Edic.2007.

– MEYER,Henri. “China-the cake of kings… of emperors.”Bibliothèque Nationale de France.”Compartir enTwitterCompartir enFacebookCompartir enPinterestCompartir enLinkedInCompartir enWhatsAppCompartir enTelegram

Sobre el autor

Carlos A. Font Gavira Natural de Los Palacios y Villafranca (Sevilla), nací en 1983. Historiador e investigador. Trabajo en el mundo de los archivos (Archivo General de Andalucía), realizando el Curso de Postgrado de «Especialista Universitario en Archivística», por la UNED, en colaboración con la Fundación Carlos de Amberes. Diploma de Estudios Avanzados (D.E.A.) “Historia, Ideologías y Culturas Políticas Contemporáneas” por la Universidad de Sevilla, actualmente, preparo mi tesis doctoral sobre el refugio de la colonia alemana del Camerún en la Guinea española durante la Primera Guerra Mundial. Colaboro, habitualmente, en publicaciones de divulgación histórica como «Clío», «La Aventura de la Historia», «Madrid Histórico» o «Andalucía en la Historia». Amante de los viajes he visitado Etiopía, Camboya,India, Mongolia, Siberia,… en busca de aquellos parajes que pueblan las páginas de los libros de Historia.

No es cierto que la pobreza en el mundo esté descendiendo

29 noviembre, 2020

Fuente: http://www.blogs.publico.es

VICENÇ NAVARRO

FEBRERO 6, 2020

Tiendas para sintecho alineadas en una calle de Los Ángeles (California, EEUU). AFP/Frederic J. Bown
Tiendas para sintecho alineadas en una calle de Los Ángeles (California, EEUU). AFP/Frederic J. Bown

Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra

Existe una percepción ampliamente sostenida y promovida por los establishments político-mediáticos de los países de elevado nivel de desarrollo económico (conocidos como «los países ricos») según la cual la pobreza en el mundo está disminuyendo de una manera muy marcada, hasta tal punto que se asume que la forma más extrema de la pobreza podrá erradicarse en el mundo en un futuro no muy lejano. Esta percepción es promovida, entre otros, por organismos internacionales como el Banco Mundial, por fundaciones financiadas por filántropos como Bill Gates y George Soros, así como por los periódicos de temas económicos más conocidos como The Economist.

La causa de que apareciera tal optimismo fueron los datos (la mayoría procedente del Banco Mundial) que publicaron las Naciones Unidas a raíz del establecimiento de los Millennium Development Goals, fijados en el año 2000 a partir de la Cumbre del Milenio, unos objetivos a partir de los cuales se establecían metas para el año 2015 en muchos indicadores sociales, incluyendo el de pobreza extrema. Para este tipo de pobreza se apostaba por una reducción del 1 % anual, un objetivo que permitía albergar la esperanza de que fuera posible su eliminación en las décadas siguientes. En realidad estos objetivos del milenio fueron determinantes para el establecimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en el año 2015 por las Naciones Unidas y que está guiando las políticas públicas de muchos gobiernos hoy en el mundo, incluyendo el nuestro.

Tal programa internacional tiene una gran importancia, pues puede ayudar a establecer estrategias comunes, dentro y entre países, para avanzar en favor «de las personas, el planeta y la prosperidad», alcanzando, al menos, un mínimo bienestar. Se trata de un objetivo ambicioso y necesario que puede ayudar a sensibilizar a las autoridades públicas y a la sociedad civil sobre la interrelación entre las distintas áreas de intervención encaminadas a un bien común. Entre los 17 objetivos escogidos, el primero es el de erradicar la pobreza en sus distintas dimensiones en el mundo.

La importancia del contexto político en el desarrollo de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas

Ni que decir tiene que el desarrollo de tal plan de acción dependerá en gran medida del contexto político que lo determine, pues no es lo mismo que ese contexto tenga una orientación liberal y conservadora o una progresista (esto es, que priorice la justicia social y la democracia en las sociedades y en el mundo en el que vivimos). Y lo que es preocupante es que los Millennium Development Goals del año 2000, que inspiraron la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, estaban imbuidos de un pensamiento profundamente liberal que reflejaba el existente en los establishments políticos de las principales instituciones internacionales durante la última década del siglo XX, y que dejó su imprimátur en el informe. Veamos los datos.

El problema con el establishment liberal que dio pie a este gran optimismo es que el indicador de pobreza extrema que utilizó el Banco Mundial no medía en realidad la pobreza extrema

El indicador del Banco Mundial para medir la pobreza extrema es tener dinero suficiente para poder adquirir los alimentos necesarios para subsistir en un país pobre. Esa cantidad se calcula de la manera siguiente: primero se analiza el mínimo de alimentos que una persona necesita cada día en siete países pobres; se define así la cesta de alimentos que el individuo necesita para subsistir. Una vez hecho esto, se calcula cuál es el coste de comprar esta cesta de alimentos en un mercado de EEUU: tal coste ha sido establecido por el Banco Mundial en 1,9 dólares (casi dos dólares) diarios. Ahora bien, como los alimentos son más baratos en los países pobres que en los países ricos, se calcula cuántas unidades de la moneda local costaría conseguir aquella misma cesta de alimentos, una cantidad que suele ser mucho menor de lo que cuesta en EEUU (en la India tal valor es, en realidad, de 0,63 dólares norteamericanos –una cifra mucho menor que 1,9 dólares–). Esta es la cantidad mínima, pues, que una persona tiene que gastarse por día en la India –con monedas indias (rupias)– para no ser considerada en situación de pobreza extrema (el alimento es solo una tercera parte del consumo del individuo). Decir, pues, que aquellas personas que gastan 1,9 dólares o menos por día (tal como los medios de información indican) están en situación de pobreza extrema es erróneo, pues tal cantidad tiene que traducirse en la moneda local, estandarizada por el nivel de compra de esta moneda (lo que se llama paridad de poder de compra –PPP–), por lo que se trata de una cantidad mucho menor que los 1,9 dólares.

Por otra parte, los alimentos son solo una parte de los bienes necesarios para sobrevivir, pues también hay que considerar la ropa y la vivienda, entre otros bienes. De ahí que, utilizando el mismo método que tiene el Banco Mundial para calcular el umbral de la pobreza extrema, la cantidad necesaria para sobrevivir sería mucho mayor que 1,9 dólares por día. Se ha calculado que esta cantidad ascendería a unos 5 o 6 dólares por día. Si así fuera, se vería que el número de persona en situación de pobreza extrema es mucho mayor y que su descenso ha sido no solo más reducido, sino que incluso en algunos países ha aumentado. Tal metodología del Banco Mundial para calcular la pobreza (incluyendo la extrema) ha sido objeto de una amplia crítica, y cuando en la India se analizó un indicador más completo y adaptado a la realidad de aquel país, economistas de la agencia estatal india National Commission for Enterprises in the unorganized sector llegaron a la conclusión de que, en lugar de descender, la pobreza había aumentado en aquel país alcanzando la cifra de 836 millones de personas, que representaban el 77 % de la población en el período 2004-2005.

¡Otro error! El supuesto erróneo de creer que el crecimiento económico reduce la pobreza

El segundo punto flaco del argumento del descenso de la pobreza es que otro indicador de desarrollo económico que utiliza el Banco Mundial es el PIB per cápita, asumiendo que si tal indicador crece, crece la riqueza y por lo tanto disminuye la pobreza. Ahora bien, tomar como indicador de desarrollo el PIB per cápita asume que cada cápita (cada ciudadano) tiene los mismos recursos, lo cual es profundamente falso. En realidad, China es hoy el país más desigual en el mundo, pues ha concentrado la riqueza en el extremo de renta superior de aquella sociedad, sin que la riqueza haya alcanzado de forma significativa a amplios sectores de la población (y muy en particular de las zonas rurales, que son la mayoría de la población). Para tener impacto sobre la pobreza, el crecimiento económico tiene que ir acompañado de medidas redistributivas que, de no llevarse a cabo, pueden incluso hacerla aumentar, incluyendo la extrema. Hoy en día no hay estudios que hayan podido documentar la evolución de la pobreza extrema en el gigante asiático. Sí que se sabe, en cambio, que los servicios públicos existentes en el período maoísta anterior han sido reducidos extensamente mediante su privatización (como la sanidad), lo cual ha sido una de las causas del empobrecimiento de la población.

No ha habido tampoco convergencia en nivel de vida entre países ricos y países pobres

Otro error frecuentemente cometido por el Banco Mundial es asumir que si un país pobre crece más rápidamente que un país rico es señal de que habrá una convergencia entre los dos países. Así, se asume que puesto que China crece económicamente (medido según su PIB per cápita) más rápidamente que EEUU, ambos países llegarán a alcanzar el mismo PIB per cápita, lo cual es un error. Si un país pobre pasa de 5.000 dólares per cápita a 5.500 (creciendo un 10 %) en un año, mientras que un país rico pasa de 50.000 a 54.500 (creciendo un 9 %, menos del 10 %), el resultado final es que el rico consigue 4.000 dólares más que el pobre, que solo consigue 500 dólares más. El creer que porque crecen más rápidamente llegarán a converger con los ricos es otro error que continuamente se comete. En realidad, la distancia entre países ricos y pobres ha ido aumentando, no disminuyendo.

El porqué de la promoción del optimismo

Estos y otros ejemplo muestran el sesgo deliberadamente optimista con el que se han analizado los datos, en un intento de mostrar cuán exitosas han sido las políticas neoliberales que se han generalizado a nivel mundial a partir del fin de la Guerra Fría, intento necesario para evitar la aparición de otras alternativas que puedan cuestionar el orden (o mejor dicho, desorden) económico existente. Seth Donelly, en su libro The Lie of Global Prosperity: How Neoliberals Distort Data to Mask Poverty and Exploitation (La mentira de la prosperidad mundial: cómo los Neoliberales distorsionan los datos para ocultar la pobreza y la explotación), presenta varios ejemplos de cómo los grandes promotores de los objetivos de desarrollo del milenio habían generado ese falso optimismo, con el objetivo de ocultar la gran crisis social –muy real– que las políticas neoliberales aplicadas por ellos habían creado.

¿Qué hay detrás de tanto optimismo? La ocultación de las causas de la enorme crisis social

Seth Donnelly responde a esta pregunta indicando que los promotores del neoliberalismo querían promover una visión optimista (la expansión del neoliberalismo causante del descenso y posible eliminación de la pobreza) sin reconocer que, en realidad, éstos estaban creando una enorme crisis social causada precisamente por las políticas neoliberales que aplicaron y promovieron. Pare ello muestra varios ejemplos. La Fundación Gates ha promovido el mensaje de que su ayuda ha sido clave para combatir el SIDA en países pobres. Pero la empresa de Bill Gates, Microsoft, ha sido clave también para mantener los derechos de propiedad que defiende la Organización Mundial del Comercio, derechos que han impedido que los países pobres puedan acceder a productos farmacéuticos que son mucho más baratos (genéricos en lugar de comerciales), protegiendo así una industria farmacéutica en la que Gates ha estado invirtiendo, precisamente en los mismos productos farmacéuticos utilizados para curar el SIDA. Los 6.000 millones de dólares que posee la Fundación Gates representan solo un 2 % del valor de la empresa que la financia.

Otro ejemplo. El Banco Mundial ha sido una institución fundamental en la promoción de las grandes compañías agrícolas centradas en la exportación, empresas que desplazan del mercado a gran cantidad de pequeños agricultores y trabajadores del campo, muchos de ellos pobres, sin ser extremadamente pobres (según la propia definición del Banco Mundial). Al ser destruidos sus pequeños negocios por no poder competir con las grandes compañías agrícolas, tienen que dejar el campo y se van a las ciudades, donde sí que caen en la pobreza extrema, ya que el coste de los alimentos es más caro en las urbes que en el campo. El resultado, pues, es que aumenta el número de personas en situación de pobreza extrema.

Estos y muchos otros ejemplos muestran que no es correcta la imagen optimista que los grandes grupos económicos y financieros que configuran el sistema económico mundial están promoviendo. La realidad es muy diferente a la que promueven. De ahí que sea fundamental que la Agenda 2030 de las Naciones Unidas cambie su orientación y desarrolle alternativas, pues su despliegue podría ayudar a cambiar el dominio que el neoliberalismo todavía tiene en muchas agencias e instituciones nacionales e internacionales. Y la aparición en España de un gobierno de coalición de izquierdas puede contribuir en gran medida, junto con otros gobiernos similares presentes o futuros que haya en otros países, a desarrollar políticas públicas alternativas orientadas a eliminar cualquier forma de explotación, principal causa del enorme crecimiento de las desigualdades y de la pobreza en el mundo.

MÁS OPINIONES DEL AUTOR »

Apuesta por las voces críticas

Necesitamos ser más en la República de Público para que espacios de opinión como este sigan vivos y den cabida a nuevas voces y puntos de vista. Elige estar de nuestro lado.

ÚNETE A PÚBLICO