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Catalanofobia

1 May, 2020

Fuente: http://www.eldiario.es

Déjenme que empiece este artículo con mi anécdota favorita sobre la catalanofobia. En invierno del 2005, Isabel Pantoja viajó a Barcelona para promocionar su nuevo álbum, ‘Sinfonía de la Copla’. En su paso por Radio Teletaxi, cuando el periodista Justo Molinero se interesó por su opinión acerca de la campaña de boicot a los productos catalanes, la tonadillera respondió: «estas navidades brindaré con cava catalán y, luego, con champán del bueno». Meses más tarde Pantoja quiso aclarar en el diario ABC su postura sobre la cuestión y añadió que «los que tengan más dinero que brinden con champán, y los que menos, con cava». No se trataba, pues, de un desliz anticatalanista sino de una cuestión de estatus social. Aún con ello, Pantoja nos regaló uno de los momentos más hilarantes de la triste campaña de boicot al espumoso catalán.

El boicot al cava es sólo uno de los numerosos episodios que ejemplifican la escasa simpatía que despiertan los catalanes en el resto de España. La catalanofobia viene de lejos, sin duda. No obstante, la virulencia de la crisis territorial que vivimos desde el inicio del proceso soberanista puede hacernos pensar que seguramente  el anticatalanismo esté hoy más extendido que nunca. ¿Realmente es así?

Hace unas semanas el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el CIS catalán, publicó una encuesta sobre conflicto territorial en España en la que se incluían preguntas sobre el grado de simpatía por los habitantes de las distintas comunidades autónomas. Según el CEO, los catalanes son, de lejos, los ciudadanos que más rechazo generan entre los españoles. En una escala de 0 (caen muy mal) a 10 (caen muy bien), los catalanes alcanzan un aprobado justo (5,6), una cifra notablemente inferior a la del resto de comunidades autónomas, la mayoría de las cuales alcanzan valoraciones por encima del 7 sobre 10.

¿Por qué los catalanes no gozan de buena prensa? En cierto modo, existen razones para esperar que los españoles sientan una menor simpatía hacia Cataluña que hacia otras comunidades autónomas. Los prejuicios y estereotipos negativos tienden a ser más intensos cuanto mayores son las diferencias culturales, lingüísticas o religiosas. Debido a ello, es esperable que los territorios con lengua propia y mayores hechos diferenciales acaben activando más fácilmente la confrontación de «nosotros vs. ellos» y, en consecuencia, acaben fomentando más prejuicios.

Esta explicación parece cumplirse en el caso de por ejemplo el País Vasco y Cataluña, con lenguas propias, pues son precisamente estas comunidades autónomas las que gozan de menos simpatía entre los españoles. Sin embargo, no ocurre lo mismo con Galicia. A pesar de que alrededor del 40 por ciento de su población tiene el gallego como lengua materna, los gallegos son el tercer colectivo que más simpatía genera, sólo por detrás de los andaluces y los asturianos. La diferencia entre Galicia y Cataluña o País Vasco sugiere que en las filias y fobias territoriales van algo más allá de la lengua o de los hechos diferenciales. Es necesario también tomar en consideración la confrontación política y por los recursos entre territorios.

En efecto, el anticatalanismo perece estar estrechamente vinculado a la confrontación política. En el pasado el rechazo a los catalanes estaba muy vinculada al papel de CiU en la conformación de mayorías en el Congreso de Diputados. Los cánticos de «Pujol, enano habla en castellano» en frente de Génova 13 en 1996 no sólo respondían al rechazo a Cataluña como comunidad con rasgos nacionales diferenciados, sino también a la sensación de injusticia que provocaba la estrategia de CiU de intercambiar estabilidad parlamentaria a cambio de mejoras para Cataluña y su autogobierno.

Con el inicio del proceso soberanista en 2012, los partidos nacionalistas catalanes dejaron atrás ese tradicional rol pactista y apostaron por una agenda rupturista. En este sentido, es probable que la actual hostilidad que provocan los catalanes hoy esté a más vinculada a la crisis constitucional que al «mercadeo» de competencias por estabilidad.

La virulencia de la confrontación política tras el proceso soberanista puede llevarnos a pensar que la catalanofobia hoy es mayor que en otras épocas. Pero, ¿realmente es así? ¿nos encontramos ante una ola de hostilidad hacia los catalanes sin precedentes? Si comparamos la encuesta reciente del CEO con la que el CIS publicó en 1996, los datos parecen indicar incluso lo contrario*. En general, los catalanes caen algo mejor hoy, pues la simpatía ha pasando del 4,9 al 5,6 sobre 10. Entre 1996 y 2019 no solo ha mejorado la imagen de los catalanes, sino también la de la práctica totalidad de las gentes del resto de las comunidades autónomas, especialmente la de los vascos. Los catalanes siguen siendo el colectivo que genera mayor rechazo, pero hoy el rechazo es menor del que era casi dos décadas atrás.

El gráfico 1 muestra  la relación entre anticatalanismo e ideología (izquierda vs derecha), comparando 1996 con 2019**. Del gráfico se desprende una conclusión muy llamativa y, en cierto modo, contraintuitiva. Si bien en 1996 el rechazo a los catalanes era transversal, actualmente es una actitud especialmente presente entre los españoles conservadores. Su imagen ha mejorado de forma significativa entre los votantes de centro y sobre todo entre la izquierda, pero se ha mantenido baja entre la derecha.

En definitiva, los datos no parecen compatibles con la tesis de que el proceso soberanista haya alimentado la catalanofobia. En realidad el rechazo a los catalanes era más intenso y más generalizado cuando la confrontación política se centraba en la estrategia de CiU de «mercadear» apoyo en el Congreso de los Diputados a cambio de beneficios o transferencias para Cataluña.

graf1

Si bien en 1996 la catalanofobia estaba muy débilmente relacionada con la ideología, en la actualidad  ha cobrado un papel crucial. De hecho, entre la izquierda la antipatía que despiertan los catalanes es muy moderada. En el gráfico 2 se puede constatar cómo entre los votantes más progresistas no existen grandes diferencias entre la simpatía que despiertan los catalanes con respecto a los madrileños o los murcianos.

Así pues, la catalanofobia parece estar hoy más relacionada con la ideología que en 1996. Los catalanes caen mal a uno de cada tres españoles de derechas y para el 14 % el rechazo es máximo (con valoraciones de 0 sobre 10). Este último porcentaje es tres veces inferior para el caso de la izquierda. Aún así, es importante leer las cifras sin sensacionalismos. La catalanofobia es una actitud minoritaria incluso entre la derecha: es más probable encontrarse por la calle a un español conservador que no tenga una valoración negativa de los catalanes que lo contrario.

Catalanofobia, al fondo a la derecha

¿Por qué la catalanofobia está hoy más relacionada con ser de izquierdas o derechas? Déjenme que ofrezca una respuesta tentativa: la irrupción de Podemos en el espacio de la izquierda. Esta formación ha defendido en numerosas ocasiones la existencia de la plurinacionalidad de España, se ha sentido cómoda en la aceptación de la diversidad lingüística y ha intentado alejarse de discursos homogeneizadores. Además, ha simpatizado con algunos de los postulados más destacados del independentismo, como por ejemplo la aceptación de un referéndum como instrumento para zanjar la crisis catalana. Estas posiciones pueden haber ayudado a que sus votantes no hayan vivido el proceso soberanista con tantos sentimientos de rechazo. Los datos de la encuesta del CEO son en cierto modo compatibles con esta tesis. En efecto, si bien la catalanofobia está casi tan extendida entre los votantes del PSOE como entre los del PP, esta actitud es marginal entre los votantes de Unidas Podemos.

En definitiva, a pesar de la severidad del conflicto territorial no parece que la catalanofobia hoy esté más extendida que en otras épocas. En los tiempos de Jordi Pujol el rechazo que generaban los catalanes era más intenso y más transversal en lo ideológico. La catalanofobia pervive en la misma intensidad entre los españoles conservadores, pero se ha reducido de forma significativa entre los españoles más progresistas.

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Nota metodológica:

*CIS y CEO incluyen la pregunta de simpatía con similar anunciado y escala similiar.

**Los gráficos son valores predichos resultantes de un modelo de regresión lineal en las que se incluyen como variables independientes: edad, sexo, estudios, preferencias territoriales y Comunidad Autónoma dónde se vive.

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Los españoles tras el mito de la Liberación de Francia: ¿Un olvido interesado?

31 diciembre, 2019

Fuente: http://www.eldiario.es

Combatientes españoles en Francia. Verano de 1939. Abajo, a la derecha, sin camisa, Julio Vázquez, nacido en 1917 en Obregón, (Villaescusa, Cantabria). Militante comunista histórico. Se alistó voluntario en el ejército de la República, combatió en el Frente Norte, fue evacuado tras la caída y se hizo tanquista en Cataluña, pasó a Francia y fue recluido en el Campo de Barcarés, donde se tomó esta foto. De allí salió acompañado de paisanos de Villaescusa y del valle de Cayón y posteriormente se incorporó al Maquis en la Gran Combe. Fue detenido y deportado a España.

Este pasado mes de agosto se han cumplido 80 años de varios acontecimientos que revisten el carácter de históricos, algo que a veces se otorga con exceso de rapidez cuando no con elevadas dosis de frivolidad. El 1 de abril hizo 80 años del último parte de nuestra Guerra Civil. Este 1 de septiembre es el mismo aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial. La relación entre ambas, usando solo criterios académicos es muy difícil de negar. En España, la paz oficial se veía a diario acompañada de cientos de ejecuciones que causaron decenas de miles de víctimas en el siguiente cuarto de siglo. En ese mes de agosto de 1939, el fusilamiento de las jóvenes republicanas conocidas como las Trece Rosas señala una de las cuentas de ese funesto rosario. En Francia, varios miles de españoles, como Julio Vázquez, estaban a punto de empuñar de nuevo las armas.

También en agosto de 1939, a partir del envío de una carta de Albert Einstein al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, tuvo su génesis el Proyecto Manhattan, que conduciría, el 16 de julio de 1945, al primer ensayo nuclear en Alamogordo, Nuevo México. Un mes más tarde, después de los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, se rindió Japón. Seis años de destrucciones, locuras y crueldades que parecían ya lejos del momento evolutivo de la humanidad.

Como se ha dicho al principio, a lo largo del mes se sucedieron una serie de acontecimientos que, analizados con la perspectiva del tiempo transcurrido, dejan ver un plano inclinado hacia la guerra. Así, la firma el día 18 del acuerdo comercial entre la Alemania nazi y la Unión Soviética precedió al mucho más conocido del día 23, el Pacto Molotov-Ribbentrop, mediante el que Hitler y Stalin se repartieron Europa oriental: Finlandia, los países bálticos y la parte oriental de Polonia pasaron a ser soviéticas y Polonia occidental de Alemania. El acuerdo, que todavía no hizo reaccionar a las dos grandes democracias occidentales, dejó estupefacto a buena parte del movimiento comunista internacional que, en buena medida, hizo suyo el orden requerido por Stalin.

Al día siguiente, 24 de agosto, se produjeron desórdenes en la ciudad libre de Danzig/Gdansk, el pasillo al mar conseguido por Polonia en el final de la I Guerra Mundial. Los nazis se hicieron con el gobierno de la ciudad. Un episodio que aparece en ‘El tambor de hojalata’ del Nobel alemán Günter Grass. El 26, Alemania garantizaba la neutralidad de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Una garantía que resultó absolutamente falsa, como es sabido, y el 27 las primeras tropas británicas llegaban a Francia. El 30, tras un supuesto ataque polaco, Alemania presentó un ultimátum a Polonia, que respondió con la movilización general. Ese mismo día la flota británica fue puesta en estado de alerta.

Por otra parte, el pasado 6 de junio se cumplieron 75 años del desembarco de Normandía. La apertura de ese segundo frente en Europa occidental, tras el italiano que se encontraba bastante atascado, sería ya el definitivo principio del fin para la Alemania nazi.

La participación de españoles en la Segunda Guerra Mundial, en la liberación de Francia en concreto, ha padecido durante mucho tiempo un conocimiento escaso. Tras años de silencio oficial absoluto (solo se conocía la verdad, mitificada, en ámbitos militantes de la izquierda) ha empezado a divulgarse en los últimos tiempos el papel de los españoles de la Nueve en la liberación de París, de la que se han cumplido 75 años. Las obras de Mesquida, La Nueve, 24 Août 1944 –Ces républicains espagnols qui ont libéré Paris, con prefacio de Jorge Semprún y Cuando los republicanos liberaron París, de Monteagudo, ambas publicaciones ya de este siglo, han documentado con exactitud esa participación en el hecho concreto de la capital francesa. Pero hay bastante más.

En un manual de culto pese a su brevedad, Historia de España, que no pudo venderse en España hasta después de la muerte de Franco, Pierre Vilar, no concede una sola línea al papel de los republicanos españoles en el combate contra los nazis en la Francia ocupada. Es cierto que puede, o podía, persistir un rasgo académico de no juzgar esos hechos como parte de la Historia de España.

En Francia hace más tiempo que se incorporó a la normalidad oficial esa parte de nuestra Historia. Pero no fue desde el principio. El discurso que pronunció el general Charles de Gaulle desde el Ayuntamiento de la capital al día siguiente, el histórico discurso de la liberación de París, no dejaba lugar a dudas:

«Liberada por ella misma, por su pueblo, con la participación de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la participación de toda Francia. De la Francia que lucha, de la única Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna».

También nació de ese discurso la confusión interesada por la que parecía que no había existido una Francia colaboracionista con los nazis. Un héroe de la I Guerra, como el Mariscal Pétain arrodillado ante Hitler, condenado a muerte e indultado por De Gaulle. Difíciles de explicar las condenas a muerte para tantos colaboracionistas empezando por Pierre Laval, antiguo dirigente socialista reconvertido y artífice del intento institucional del Nuevo Estado francés corporativo, que fue ejecutado en octubre de 1945 después de haber intentado refugiarse en España. Si los franceses tenían su propia confusión en relación con la guerra, en muchos sentidos también una guerra civil, no es tan extraño que tardaran en reconocer oficialmente la participación de españoles en la liberación.

Desde 1995, en el cincuenta aniversario del final de la guerra, y diez años más tarde, muy poco a poco, se ha ido desvelando la verdad. En las tachuelas que salpican el centro de París y que recuerdan las víctimas de aquellos días de agosto de 1944, también hay apellidos inequívocamente españoles. Lo mismo que en muchos pueblos de Francia, especialmente en los departamentos fronterizos, en las lápidas dedicadas a los héroes locales de la Resistencia, caídos contra los alemanes, donde también figuran apellidos españoles.

Las publicaciones anteriormente citadas y la llegada a la alcaldía de París de Anne Hidalgo han resultado definitivas para establecer que la guerra de España continuó fuera de la Península después de la retirada de 1939. Como en otros aspectos de la memoria colectiva de los españoles relativa al conflicto iniciado en 1936, los combatientes de un bando, los azules que se encuadraron en la Wehrmacht, han tenido desde el primer momento su lugar en la Historia. Los otros han estado a punto de morir, les ocurrió a muchos, sin que se les reconociera oficialmente su papel en la derrota del fascismo en Europa.

Este año, el presidente del Gobierno de España ha asistido a actos conmemorativos en Montauban, ante la tumba del presidente Azaña, y en Colliure, en la del poeta Antonio Machado. Un año después de su llegada a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero estuvo presente en los actos del 60 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Mauthausen, en el que perecieron unos cinco mil republicanos españoles, la mayoría capturados por los nazis en Francia. A finales de agosto, la ministra de Justicia rindió homenaje a los españoles que participaron en la liberación de París hace 75 años. Queda por resolver cuánto tardará en realizarse un reconocimiento institucional análogo en España a quienes contribuyeron a la victoria en la Segunda Guerra Mundial.

La neutralidad y la no beligerancia, como posturas oficiales de la España franquista en el marco de la Segunda Guerra Mundial conllevaron algún olvido sobre la participación de los españoles en el conflicto. Hace cuatro años Berlín conmemoró el final de dicha guerra, el final de su propia tragedia. Decenas de exposiciones y actos muy diversos. Dos olvidos de magnitud: la participación en el combate contra los alemanes de los yugoslavos, de una parte de ellos, y la de los españoles, de una parte de nosotros.

La 9éme Compagnie, la Nueve, de la II División Blindada, al mando del general Leclerc, formada mayoritariamente por republicanos españoles, ha sido, fuera de duda, el ariete que ha ido abriendo otras páginas de la participación española en la Guerra. No es fácil de ocultar el tránsito desde África a Normandía y después París, Alsacia y el mismísimo cuartel general de Hitler, el Nido del Águila, en Berchtesgaden. Tan importante participación tuvo su coste: solo sobrevivió aproximadamente un 10%, únicamente 16 españoles de la Nueve vieron el amanecer del 8 de mayo de 1945.

Si Pierre Vilar no se ocupa en su Historia de España de ninguno de estos hechos, Tuñón de Lara sí les presta mayor atención. En el volumen 10 de su Historia de España se encuentran varias referencias. Tras señalar con detalle la división que reinaba entre las fuerzas políticas republicanas en el exilio, la misma que había existido durante la Guerra Civil y que había estallado de manera vergonzosa al final de la misma en Madrid en el mes de marzo, se analiza la actuación, muchas veces individual o incluso grupal, aunque al margen de los encuadramientos políticos. Son españoles que han combatido al fascismo en España, que han sido derrotados, de momento, pero que asisten a un nuevo combate contra el mismo fascismo. Y participan.

Tuñón señala que fue el PCE el que empezó a coordinar acciones, ya en el otoño de 1940. Numerosos españoles se fueron organizando, sobre todo en la zona sur. En el Macizo Central hubo algunas partidas de cenetistas que se resentían de sus propias escisiones y aún más divididos, según Tuñón, estaban los socialistas. Hemos hecho anteriormente una referencia académica. Textualmente dice:

«Lo más importante, a nivel de Historia de España, es la participación de millares de españoles en la Resistencia francesa contra el nazismo, que alcanzará mayor desarrollo en 1942, en cuyo mes de abril se crea el XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles. Su acción adquirió pronto importancia, realizándose acciones incluso en el centro de Toulouse. Al terminar 1942 los guerrilleros españoles actuaban en diez departamentos del sur y otros grupos en el Limousin y la Alta Saboya».

Maneja Tuñón la posibilidad de que Franco ya supiera, por la vía de una conversación en Berlín, poco después de la derrota de Stalingrado, entre el almirante Canaris, jefe de la Abwehr y el general Martínez Campos, asesor de Franco, que Alemania no iba a poder ganar la guerra. Ese es el punto de inflexión. Semanas después Franco exponía al embajador norteamericano su teoría de las tres guerras. La de los anglosajones contra Italia y Alemania, en la que la España franquista es neutral; la del Pacífico, en la que España apoya a los aliados contra Japón (aunque muy al final, Franco rompe relaciones diplomáticas con Japón); y la guerra contra el comunismo, en el frente oriental, en la que España es beligerante. No hay constancia de la expresión facial de Mr. Hayes ante la exposición de esa teoría.

Con el retorno a España después de la muerte de Franco (y, muchos más tras las elecciones de junio de 1977) de miles de exiliados empezó a conocerse, fuera de los reducidos ámbitos de la clandestinidad militante, la participación de españoles en la liberación de Francia. En muchos lugares de los departamentos fronterizos se celebraban ya encuentros en verano entre antiguos combatientes de ambas nacionalidades y sus familias. Con la llegada de un sistema democrático a España, esos encuentros recibieron publicidad y muchos más visitantes.

De los cinco departamentos franceses fronterizos, en los tres no costeros los españoles se desenvolvieron con más y mejor organización. En Ariège y Alto Garona, las Fuerzas Francesas del Interior estaban constituidas en muy buena proporción por españoles. Tuñón matiza con precisión, al referirse a la liberación del mediodía francés, la participación del ya citado XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles en la toma de Toulouse, de Angulema, de Pau… pero diferencia entre participar y protagonizar, y fueron españoles quienes «liberaron Tarbes, Aire-sur-Adour, Albi, Montluçon, Laruns…y más allá, en el Ródano, Montélimar, Valence…». En concreto, afirma: «Pamiers y todo el departamento del Ariège fue liberado por el XIV Cuerpo».

El desembarco en Provenza, el 15 de agosto, hizo temer al mando alemán que sus unidades resultaran aisladas en el sur, lo que condujo a que en pocos días la región fuera liberada. Todavía habría numerosas víctimas en los últimos momentos, llenos de incidentes, pero en general, en la semana que siguió al desembarco, el sur francés quedó libre de la presencia alemana.

En Foix, sede de la Kommandantur del departamento, se combate en las calles del centro. Las unidades de los comandantes José Antonio Alonso, «Robert», Pascual Gimeno, «Royo» y J. Estevez, «Montero», atacan junto a las de Bigeard y Probert que cuentan con oficiales británicos de la Inteligencia Militar. Prayols, en la periferia de Foix, es liberada también por españoles como atestigua el monumento a los guerrilleros. Esa localidad y Santa Cruz de Moya, Cuenca, mantienen un hermanamiento y un doble encuentro anual desde 1982, aquí y allí.

Participación de vanguardia en París, exclusiva en algunos lugares del sur, colaborando con unidades francesas o encuadrados en ellas, en otros lugares del territorio metropolitano. También hubo españoles en combate en territorios franceses en África. Lo que ya es innegable, probablemente no tiene todavía todo el conocimiento popular que merece. Al final del verano de 1944, alrededor de 20.000 españoles lucían armas y uniformes en territorio francés.

Todo ese poder armado, fundamentalmente en el sur de Francia, es el que hizo posible la invasión del Valle de Arán. El intento de tener un territorio peninsular liberado del mando de Franco con el que forzar a los aliados a reconocer al gobierno republicano en el exilio. Los hechos demostraron que si la operación militar era arriesgada, fallaba más la base: la madurez política de la misma. No era una operación unitaria. Ni siquiera fue una operación comunista, en el sentido de que hubiera sido ordenada por la dirección del PCE. De hecho, fue Santiago Carrillo quien voló desde Argelia para detener la operación.

A 75 años de ese hecho, es posible afirmar que la vertiente militar de la misma, las vanguardias de un ejército guerrillero de más de 4.000 hombres llegaron a las afueras de Tremp, a casi 100 kilómetros de la frontera, estuvo muy por encima de la estructura política que debería haberla organizado. Era un preludio de lo que sucedería con la guerrilla antifranquista en el interior de España en los años siguientes.

El ejército franquista, al mando de Moscardó, tardó más de tres semanas en recuperar el territorio ocupado por los guerrilleros. Si los aliados hubieran estado por la labor la coartada podía haber servido pero, vale la pena insistir, la operación no respondía a una orden unitaria del antifranquismo.

Esa participación de españoles en la liberación de Francia tiene relación directa, una vez que De Gaulle consigue un asiento entre los grandes que han derrotado a Hitler, con el aislamiento de la España franquista en los primeros años de la postguerra. El cierre de la frontera francesa, el repudio a un régimen que se consideraba amigo de los derrotados, no tuvo entidad suficiente para deponerlo por la fuerza pero sí para pasar por diversos avatares hasta que, guerra fría y anticomunismo mediante, Franco consiguió un asiento en la ONU diez años más tarde.

La Historia oficial, durante decenios, solo mencionó la participación en la Segunda Guerra Mundial de los españoles de la División Azul. Ahora, tras 40 años con un régimen político regido por una Constitución, y con investigaciones históricas más que suficientes, parece que ya es hora de fijar la participación de españoles, del bando republicano en la Guerra Civil, en los principales escenarios del conflicto en Europa y África. Desde el principio, en Dunquerque, dónde algunos no fueron transportados a Gran Bretaña por no ser británicos ni franceses y Narvik, pasando por Dieppe y Normandía o el sur de Francia, donde ejercieron un papel principal.

En unidades propias, como el XIV Cuerpo de Guerrilleros, en la Legión Extranjera francesa y en los comandos británicos, sin olvidar a quienes sirvieron directamente en el ejército soviético… ya es hora de reclamar la participación de españoles en el bando vencedor de la guerra. El poco ejercicio de memoria colectiva en este tema, y en algunos otros, ha dado paso a simplificaciones que con peor o mejor voluntad, dejan la Historia en un juego, o en un negocio, o en ambas cosas a la vez. Reproducir el desembarco de Normandía en Arija o en El Sardinero, pueden ser ejemplos de cómo, fuera de contexto, se puede pervertir una buena intención, si es que la había.

El 9 de agosto de este año se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado la lista de los 4.427 españoles asesinados en Mauthausen, 49 de ellos naturales de Cantabria. Faltan datos de algunos cientos más. Es tarde, muy tarde para los que sobrevivieron. Pero ya está en el BOE. Lo que era real desde hace 75 años, empieza a ser oficial.

El BOE publica los nombres y apellidos de 4.427 españoles muertos en los campos de concentración nazis Mauthausen y Gusen

5 diciembre, 2019

Fuente: http://www.publico.es

Los familiares e interesados tendrán la posibilidad de presentar alegaciones y solicitar correcciones en el plazo de un mes. Así serán incluidos en el registro de fallecidos, estatus que todavía no tenían. 

mauthausen

Imagen del campo de concentración de Mauthausen. ARCHIVO

El Boletín Oficial del Estado (BOE) ha publicado (PDF) el listado de 4.427 españoles muertos en los campos de concentración nazis de Mauthausen y de Gusen (Austria), que dependía del anterior, con el objetivo de facilitar a los familiares su registro como fallecidos.

Con la publicación del listado se lleva a cabo lo acordado por la magistrada-juez encargada del Registro Civil Central, que cumple una de las iniciativas de la Ley de Memoria Histórica para la reparación de las víctimas del nazismo, según destaca el Ministerio de Justicia.

Los familiares e interesados tendrán la posibilidad de presentar alegaciones y solicitar correcciones en el plazo de un mes. Así serán incluidos en el registro de fallecidos, estatus que todavía no tenían.

La nómina de españoles que perdieron la vida en los campos de Mauthausen y Gusen anotada en la Dirección General de los Registros y del Notariado ha sido comparada con otras bases de datos.

Las personas interesadas en presentar alegaciones podrán hacerlo a partir de este viernes en el plazo de un mes y en internet a través de dos enlaces a páginas web que aparecen en el edicto publicado en el BOE.

Destaca Justicia que la iniciativa persigue agradecer y reparar a los más de 10.000 españoles deportados a campos de concentración por el gobierno franquista, de los cuales más de la mitad perdió en ellos la vida.

Recuerda, además, que el Consejo de Ministros acordó en abril establecer el 5 de mayo como día de homenaje a estas víctimas.

Mauthausen by Público.es on Scribd

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La España de Campofrío nos hundirá en la miseria

14 febrero, 2014

Fuente: http://www.eldiario.es

Iñigo Sáenz de Ugarte 20/12/2012 – 19:06h

Los protagonistas del anuncio de Campofrío hacen sus aportaciones a la lista del orgullo español.

Los protagonistas del anuncio de Campofrío hacen sus aportaciones a la lista del orgullo español.

Georg Pieper es un psicólogo alemán que sabe de traumas. Considerado un experto en el tratamiento del estrés postraumático, acude cuando se produce una catástrofe en Alemania para atender a los supervivientes. Viajó también a Noruega tras la matanza protagonizada por Anders Breivik. En octubre, visitó Grecia para dar conferencias a especialistas locales y lo que vio le dejó profundamente impactado. Ciertas palabras terminan perdiendo su significado por repetidas: crisis, pesimismo, recesión. Para Pieper, lo que está ocurriendo allí es algo más. Tiene todos los rasgos de un trauma colectivo.

Una sociedad puede sumirse en una profunda depresión, no sólo en términos económicos. Corre el riesgo de perder la capacidad de sobreponerse a las dificultades, de rebelarse contra las injusticias, de ser capaz de admitir los errores cometidos y obrar en consecuencia. A partir de ahí, cualquier cosa puede ocurrir.

No hay que dejarse llevar por la desesperación, pero negar la realidad sólo puede servir para sufrir una recaída posterior aún más dolorosa. La campaña promovida por la empresa Campofrío –con el eslogan #elcurriculumdetodos– es un ejemplo de manual de ese voluntarismo que tanto gusta a la gente. Somos un gran país y todo se solucionará más pronto que tarde. Si los de fuera cuentan que nos hemos quedado en los andrajos es sólo porque son unos envidiosos.

Es una respuesta muy habitual en la propaganda de regímenes autoritarios. Cuando ocurre en una democracia, hay motivos para preocuparse aún más.

No podemos extrañarnos. Esa actitud es marca de la casa en los políticos españoles, y no es sino el reverso del triunfalismo con que nos regalaban los oídos no hace muchos años. La euforia desmedida de Aznar y Zapatero se convirtió después en el voluntarismo vacío de Zapatero (versión postmayo 2010) y Rajoy. Las dos actitudes no son tan diferentes como parece.

Ya dijo Rajoy una vez que «hay lugar para el optimismo porque España tiene españoles y eso es una cosa muy seria». Y en el anuncio de Campofrío salen muchos españoles.

Es difícil pensar en un ejemplo más redondo de humor negro, casi descarnado, a cuenta de la terrible situación económica española. Lo malo es que la intención no era esa, y mucha gente lo ha valorado y lo ha compartido como el mensaje de optimismo que todos necesitan. El guión adjudica a los artistas frases sencillamente hilarantes porque pueden interpretarse desde el orgullo o desde la vergüenza. Todos van recordando los muchos motivos de los que los españoles pueden presumir.

Siete premios Nobel. No es que eso nos coloque en una posición de dominio. Trasplantes. Eso es cierto. Idiomas. ¿Idiomas? No será por el inglés. Ah, se refieren a los otros idiomas de España, esos que el PP suele contemplar con desconfianza. Cuando aparece la mención al AVE, ya está claro que el guionista ha perdido la cabeza. «El tren de alta velocidad. Que se lo hemos vendido a los chinos» (?), dicen dos humoristas. ¿Será todo esto una colección de chistes? Acto seguido, la generación del 27, el Quijote y Velázquez. Y por esto último no ha habido que pagar nada en los últimos años. «Infraestructuras, que aquí tenemos aeropuertos para aburrir». ¿Presumimos de haber levantado las obras públicas que pagamos con dinero de los bancos alemanes en la época del dinero fácil? ¿Los españoles deben levantar el ánimo al ver las pistas vacías del aeropuerto de Castellón o la estatua en honor al cacique local?

De eso se trata, de levantar el ánimo. Con todas esas aportaciones, Fofito escribe la lista de éxitos. Y es al final cuando ya no podemos hablar de humor negro. El nivel de sarcasmo es ya excesivo, inhumano. No pueden estar intentando burlarse de jóvenes y ancianos.

Resulta que tenemos que presumir (va directo a la lista del orgullo) de que estamos expulsando a los jóvenes porque aquí no hay nada que hacer: «No te olvides de los jóvenes que exportamos, la generación más preparada de la historia». No se exporta a las personas. No es ningún motivo de satisfacción perder a las personas cuya educación has pagado con fondos públicos. Y pasan al lado unos jóvenes y, en vez de reaccionar con la lógica violencia tras escuchar algo así porque el país en el que quieren vivir es un páramo y no tiene nada para ellos, se giran y dicen: «Pero volveremos». Quizá, pero no se irán con una sonrisa en los labios ni sabiendo cuándo regresarán.

Luego, no falta la referencia elogiosa a los abuelos «que con su pensión están sosteniendo a sus hijos y sus nietos». WTF? ¿Pensiones de 400, 500 y 600 euros están pensadas para mantener a tres generaciones diferentes? Ese es el progreso del que debemos sentirnos satisfechos.

La España de Campofrío es la España de la que hay que huir corriendo. La que se queda ensimismada con las glorias del Siglo de Oro. La que arruinada, como los viejos hidalgos, se siente obligada a continuar aparentando que todo va bien, que es una privilegiada por vivir bajo el sol de España. La que no cree que haya que cambiar nada porque todo terminará solucionándose como por arte de magia. La que antes rezaba a la Virgen –y ahora también en el caso de la ministra de Trabajo– y actualmente ni siquiera eso.

«Es inadmisible que hace diez años se hablara del milagro español, y ahora nos saquen en la prensa internacional comiendo del cubo de basura», dice la directora creativa de la agencia de publicidad autora de la campaña. Ajá, el contubernio contra España, «que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece». El ABC llamó «una campaña de la prensa anglosajona contra España» a los artículos de The New York Times sobre la crisis. Rita Barberá ha tocado la misma tecla nacionalista y patriotera con ocasión de un reportaje reciente emitido por la BBC: «Parece que a los británicos les molesta nuestro progreso», ha dicho la alcaldesa de Valencia, la capital de la comunidad del bono basura, y ya sabemos que no es la única.

Lo de siempre, nos envidian por lo que somos. Norteamericanos, franceses, británicos, alemanes… El hidalgo no tiene que afrontar la realidad, puede seguir trampeando a la caza de la comida suficiente para sobrevivir, alardeando de lo bien que se vive en su país. Lo que ha pasado es culpa de todos y por tanto no es culpa de nadie. Que siga la fiesta. Como diría Rajoy, este país está lleno de españoles. ¿Qué puede salir mal aparte de todo?

BOLA EXTRA: ¿De qué me suena esta campaña? ¿No la hemos visto antes? Pues claro. Se llamaba «Esto lo arreglamos entre todos».

UN AÑO DESPUÉS… La resaca melancólica de la España de Campofrío

Los españoles están poco implicados en política porque tienen ‘cosas más importantes que hacer’

1 febrero, 2014

Fuente: http://www.eldiario.es

El 92,1% de los ciudadanos nunca ha pertenecido a un partido político y solo un 7,4% está actualmente afiliado a los sindicatos

El 29,5% de los encuestados por el CIS no participa en la sociedad civil porque tiene «cosas más importantes que hacer»

Los españoles tienen la intención de incrementar su participación en organizaciones políticas y sociales

Irene Castro 04/12/2013 – 13:56h

La sociedad española participa muy poco en la vida política y social, según se desprende del último barómetro del CIS que recoge datos sobre la vinculación de los ciudadanos a partidos políticos, sindicatos, asociaciones y ONG. De este tipo de organizaciones, las más populares son los clubes y asociaciones deportivas, seguidas de las dedicadas a la caridad. Las que menos adeptos han tenido son las ecologistas y la patronal.

Solo un 6,2% de los españoles pertenece y participa activamente en asociaciones de caridad y ayuda social. A pesar del mal dato, ocupa el segundo lugar en el ránking de participación social y política de los ciudadanos. La primera son los clubes deportivos, en los que participan activamente un 8,4% de los ciudadanos. Las organizaciones ecologistas son las menos preferidas por los españoles (un 96% nunca ha pertenecido) seguidas de las de empresarios (que actualmente cuentan con un 1,2% de ciudadanos activos).

Un 3,4% de los españoles está afiliado a los partidos políticos frente al 92,1% que nunca ha tenido carné. El principal motivo de afiliación es «poner en práctica ideas, valores e ideas» (un 49,2%) seguido de lejos por la creencia en la necesidad de la implicación ciudadana (10,3%). Un 8,2% considera que así se defiende mejor los intereses personales. Las principales razones de abandono de los partidos son la discrepancia con otros miembros (24,5%) y el sentimiento de que «no servía para nada» (18,2%).

A los sindicatos pertenece el 7,4% de la sociedad: solo el 3,4% se declara activo. Cerca de la mitad de los integrantes se afilia a las organizaciones de trabajadores para defender los intereses propios y un 18,4% lo hace por considerar que «de forma conjunta se pueden lograr más objetivos que individualmente». En este caso, la principal razón de abandono es que «no servía para nada» (24,3%) seguido de las discrepancias con otros miembros.

Falta de interés y motivación

El CIS también pregunta las razones por las que los ciudadanos no participan en las organizaciones de la sociedad civil. La respuesta «tengo cosas más importantes que hacer» ha sido la más seleccionada (29,5%) seguida de la inexistencia de organizaciones que le motiven a participar (24,4%). Un 21,6% de los encuestados ha contestado que no quiere «complicarse la vida».

En cuanto a la realización de acciones sociales y políticas, la más popular es la recogida de firmas o apoyo a estas iniciativas (el 50,3% de los encuestados lo ha hecho alguna vez) y la donación a causas sociales o políticas (34,6%), aunque en los últimos doce meses solo ha donado a este tipo de causas el 19,2% de la población.

En los propósitos para el futuro los españoles son más generosos ya que se incrementan todos los indicadores de participación en acciones sociales, como la intención de participar en plataformas de acción ciudadana: un 32,3% de los encuestados dice que lo hará en el futuro frente al 9,8% que lo ha hecho en el último año.

Uno de cada cinco hogares españoles está en riesgo de pobreza según el Consejo Económico y Social

1 octubre, 2013

Fuente: http://www.vozpopuli.com

Pese a que desde 2009 han caído las rentas medias y por lo tanto también se ha rebajado el umbral de pobreza, la quinta parte de la población se encuentra por debajo de dicho umbral, situado en 2012 en los 7.355 euros al año para hogares unipersonales y en los 15.445 euros al año para familias de dos adultos y dos niños. Y lo que es aún peor: el 30 por ciento de los menores de edad vive en situaciones de precariedad.

ECONOMÍA | 19-08-2013

Antonio Maqueda

Una quinta parte de los hogares en España ya se encuentra en riesgo de pobreza monetaria, denuncia el Consejo Económico y Social en su Memoria Socioeconómica y Laboral del 2012.

El retrato de la precariedad que traza el CES resulta abrumador. Pese a que desde 2009 han caído las rentas medias y por lo tanto también se ha rebajado el umbral de pobreza, la quinta parte de la población se encuentra por debajo de dicho umbral, situado en 2012 en los 7.355 euros al año para hogares unipersonales y en los 15.445 euros al año para familias de dos adultos y dos niños.

Es más, según este criterio, la crisis se ceba especialmente con los más pequeños de la casa. Tristemente, el 30 por ciento de los menores de edad vive en situaciones de precariedad. Sin embargo, al mismo tiempo, desciende la pobreza relativa entre los mayores de 65 años, cuyos ingresos han aguantado mejor.

Estos datos han llamado la atención incluso de la Comisión Europea, que en sus últimas recomendaciones urge al Gobierno de Rajoy a que tome medidas específicas para combatir la pobreza, aumentando la eficacia del apoyo a la infancia y mejorando la empleabilidad de los grupos más vulnerables.

Las políticas sociales no bastan

Según la Encuesta de Población Activa del último trimestre de 2012, más de 400.000 hogares no percibían ningún ingreso, lo que en opinión del CES subraya las insuficiencias de las políticas dirigidas a evitar la exclusión.

Aunque el paro de larga duración se ha disparado, las altas de beneficiarios en las prestaciones por desempleo se han contenido, estabilizándose en una media de 2,9 millones. Y ello se refleja en que la tasa de cobertura de las prestaciones se desplomó hasta el 65,8 por ciento de los desocupados.

El Consejo Económico y Social también denuncia que las rentas mínimas de inserción, uno de los principales instrumentos de lucha contra semejante miseria y que corren a cargo de las Comunidades Autónomas, están muy castigadas por las restricciones presupuestarias. Y las cifras de asistencia de este colchón de última instancia manifiestan que se queda fuera un porcentaje bastante elevado de los más necesitados.

De hecho, el Consejo destaca que esta insuficiencia ha provocado que se multiplique la carga de trabajo de las entidades de carácter no lucrativo. A modo de ejemplo, el CES cita los datos de Cáritas, que ha pasado de atender unas 370.000 personas en 2007 a más de 1 millón en 2011. Y ello pese a que han ralentizado el número de atendidos porque han tenido que centrarse en los casos más graves.

De acuerdo con los datos de la EPA, a finales de 2012 el 14 por ciento de los hogares tenía a todos sus miembros activos en el paro. Y según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2011, el 10,1 por ciento de la población se sitúa en niveles de pobreza extrema.

El coste de la vivienda sube

Incluso con los precios del ladrillo a la baja, durante 2012 continuó aumentando la disparidad entre las rentas y los costes de la vivienda, por lo que se ha elevado la carga que representa el alojamiento en los presupuestos familiares, y ello a su vez ha ocasionado mayores retrasos en los pagos relacionados con la vivienda habitual y, por lo tanto, mayores impagos y ejecuciones hipotecarias.

Si en el 2007 la vivienda ocupaba el 25 por ciento de los desembolsos, en 2011 representa el 31 por ciento, algo que en parte se explica porque incluye el suministro energético, cuyos precios han ido al alza. Y tales datos contribuyen a que la morosidad en el alquiler creciese en 2011 hasta situarse en una tasa del 15,4 por ciento.

Y pese a que una sentencia europea fijase que había que establecer una cierta protección para el desahuciado ante una cláusula contractual abusiva, el CES constata que los jueces todavía están aplicando esta jurisprudencia de una forma desigual.

Salvo por la vivienda y otros capítulos que ahí se incluyen como la luz, las familias han recortado en todos los demás epígrafes del gasto. Entre 2007 y 2011, gastan en comparación unos 500 euros menos por hogar en alimentación y otros 500 euros menos en vestido y calzado.

Retraso con Europa

El CES alerta de que los desempleados, niños y extranjeros no comunitarios son los más expuestos a la pobreza; de que el abandono escolar y el paro de larga duración elevan el riesgo de perpetuación de la pobreza; y de que cada vez hay más trabajos que no requieren cualificación, reparten salarios bajos y tienen un carácter temporal.

A pesar de que en los años previos a la crisis los españoles remontaron en los rankings europeos de riqueza, los ingresos españoles ahora equivalen, teniendo en cuenta la capacidad de compra, al 68 por ciento de los franceses y el 71 de los ingleses.