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El cura Antonio María García Blanco, uno de los catedráticos fundadores de la Universidad Central de Madrid y diputado en Cortes, fue un liberal tan exaltado que justificó la quema de conventos y la matanza de frailes de julio de 1834, según consta en sus memorias, que se han publicado en edición crítica.
«Memorias de un cura exaltado (1800-1889)» (Alfar) es el título que el profesor de la Universidad de Sevilla Manuel Moreno Alonso, experto en el Liberalismo español y biógrafo de Napoleón y de José Bonaparte, además de autor de numerosos estudios sobre Blanco White, ha puesto a esta obra, de la que ha dicho a Efe que supone un recorrido «de primera mano por casi todo el XIX español».
Maestro de dos presidentes de la Primera República, Salmerón y Castelar, García Blanco fue de un liberalismo que, según Moreno Alonso, «no podía ser más exaltado» ya que ante el incendio de conventos y la matanza de frailes registrada el 16 y el 17 de julio de 1834 en Madrid y otras ciudades españolas «no dudó en justificarlas» porque en su opinión las víctimas «actuaron antes como frailes que como religiosos». Los religiosos asesinados en la revuelta liberal murieron, según García Blanco, «sin predicar de acuerdo con el Evangelio y sin hacer de mediadores entre el pueblo y la tiranía».
Enemigo acérrimo del absolutismo monárquico, García Blanco «rechazó de plano el peligro de que los eclesiásticos, y particularmente el clero regular, formaran un estado dentro del Estado», en lo que empeñó sus principales actuaciones políticas, según Moreno Alonso. En sus memorias, presenta al rey Fernando «aguijoneado por frailes, monjas, sacristanes, canónigos fanáticos, generales de las Órdenes y palaciegos inverecundos».
Liberal exaltado
«Culpa será y efecto de un Gobierno despótico, que parece ha temido a la luz , de un sistema de oscurantismo que nos ha cubierto de oprobio y de ignorancia; de una circunstancia particular que parecía haber cortado relaciones con todo lo que conduce a saber , con la ilustración, con la claridad, con la verdad y con el orden».
Anticlerical
García Blanco fue «partidario de la igualdad de todos los individuos» y «del sostenimiento por el mismo pueblo de las instituciones que lo vinculaban a la revolución» que consideraba una «prioridad del servicio a la nación», ha añadido.
Durante la Primera República fue una figura tan reconocida que fue designado para encabezar la representación española en la Exposición Universal de Viena de 1873, en la que llegó a encontrarse con el emperador Francisco José en el palacio de Schonbrun.
Maestro de Menéndez Pelayo
La edición crítica efectuada por Moreno Alonso, que también es uno de los principales especialistas en la Guerra de la Independencia y en el Cádiz de las Cortes, consta de casi 600 notas a pie de página, además de las casi doscientas páginas de la introducción.