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Cómo hablar con tus hijos sobre Ucrania

7 May, 2023

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2022/02/26/espanol/rusia-ucrania-ninos.html

Los menores tienen más acceso a las noticias que nunca y muchos de ellos están preocupados. Aquí hay una guía para abordar sus dudas.

Los niños mayores pueden ver imágenes perturbadoras y noticias del conflicto de Ucrania en las redes sociales.
Los niños mayores pueden ver imágenes perturbadoras y noticias del conflicto de Ucrania en las redes sociales.Credit…Dmitry Kostyukov para The New York Times

Por Melinda Wenner Moyer

Publicado 26 de febrero de 2022Actualizado 27 de febrero de 2022

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Si tus hijos han escuchado sobre la invasión de Rusia a Ucrania, puede ser que estén nerviosos. Gracias a las redes sociales y los medios en internet, los menores tienen más acceso a noticias que nunca. Muchos tendrán preguntas sobre la historia entre ambos países y dudas sobre cómo el enfrentamiento afectará al resto del mundo.

Ucrania accede a conversaciones con Rusia

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“Mi preadolescente me llamó ayer al trabajo para preguntarme si esta era la Tercera Guerra Mundial”, dijo Emily W. King, psicóloga infantil residenciada en Raieligh, Carolina del Norte.

¿Cómo debes responder a las preguntas de tus hijos sobre lo que está pasando? Si no preguntan, ¿debes abordar el tema?

Estas son las sugerencias de los expertos.

Deja que tu hijo te guíe

Si tus hijos hacen preguntas, puede que no sea porque están inquietos o asustados. Muchos chicos “solo hacen preguntas por curiosidad”, dijo King. Cuando lo hagan, intenta responderlas con calma y precisión sin alterarte, dijo.

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Puede que los más pequeños no sepan del conflicto pero los adolescentes y preadolescentes bien pueden haber escuchado algo de sus amigos o haber visto memes preocupantes en Instagram o en TikTok.

“Ya he escuchado que los adolescentes en las redes sociales están compartiendo chistes sobre que los reclutan para la Tercera Guerra Mundial, o amenazas nucleares en las ciudades que viven”, dijo Hina Talib, pediatra y especialista en medicina adolescente en el Colegio Albert Einstein de Medicina.

Si no parecen interesarse por lo que sucede, eso también está bien, dijo Robyn Silverman, especialista en desarrollo infantil y adolescente. “No tienes que insistir”, dijo, aunque sí sugiere que los padres al menos zanjen el tema —tal vez que pregunten a sus hijos que han oído del conflicto— y se aseguren de que saben un poquito sobre lo que está pasando.

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“Puedes decir: ‘mira, yo entiendo que en este momento no te interese. Pero si sí, por favor acude a mí”, dijo Silverman.

Busca señales de sentimientos de ansiedad

Algunas veces, los chicos hacen preguntas que indican que están sintiéndose ansiosos. Otras veces, no obstante, se preocupan en silencio. Por eso vale la pena buscar las señales más sutiles de que están nerviosos. Por ejemplo, los chicos que tienen dificultades de ansiedad, pueden tener problemas para dormir, tal vez porque se despiertan con pensamientos o imágenes que vieron en las noticias, dijo Talib.

Los niños ansiosos también tienen cambios en su apetito: comen menos que de costumbre o más comidas reconfortantes. Puede que estén irritables, inseguros o con dolor de estómago. Si notas signos de ansiedad en tu hijo “hazle saber que estás disponible para hablar; a menudo ayuda mucho sin siquiera llegar a tener una gran conversación”, dijo Talib.

No lo bombardees con noticias o imágenes atemorizantes

Aunque es comprensible querer mantenerse al tanto de las noticias, ten en cuenta que tu hijo también puede estar mirando o escuchando. “Tener prendidas las noticias, donde constantemente circulan imágenes que pueden ser perturbadoras para ellos, esa no será su mejor opción”, dijo Silverman.

Es posible que tampoco sea buena idea buscar información en línea mientras estás con tu hijo, agregó King. “No se puede controlar qué imágenes o videos pueden aparecer”, dijo. “O investigas por tu cuenta y compartes información con tu hijo de una manera que pueda entender sin sentir demasiado miedo o le compartes algún artículo para leer que hayas revisado previamente”.

Si lo que te preocupa es que tus hijos estén haciendo doomscrolling en su dispositivo, es decir navegando sin fin en la marea de malas noticias, hay que animarlos a tomar decisiones inteligentes, sugirió Talib. “Pregúntales qué fuentes están siguiendo y por qué motivo y qué cobertura les ha ayudado a comprender mejor el conflicto y cuál les ha acelerado el corazón”, dijo.

Si los chicos se informan en las redes sociales, Silverman sugirió guiarlos hacia fuentes confiables de información y noticias. Common Sense Media recomienda un puñado de aplicaciones y sitios de noticias diseñados especialmente para los menores, entre ellas News-O-Matic y Newsela, así como fuentes apropiadas para adolescentes, como NPR y HuffPost Teen.

Averigua la raíz de su temor

Los padres pueden asumir por error que sus hijos están preocupados por las mismas cosas que ellos, pero a menudo no es así, dijo Silverman. “Pueden tener un marco de referencia, perspectiva o información diferente”, dijo.

Por ejemplo, si tu hijo pregunta cosas como “¿esta es la Tercera Guerra Mundial?”, lo mejor es responder con tus propias preguntas de modo que puedas comprender qué es lo que realmente les pregunta. Una alternativa es decir: “¿A qué te refieres con eso?” o “¿Qué es lo que te preocupa exactamente?”.

Podría ser, por ejemplo, que tu hijo esté evocando imágenes de guerras pasadas y preocupado de una invasión a su comunidad. O tal vez les preocupa que los precios de los alimentos aumenten y no haya nada que comer.

“Presta atención a preguntas o preocupaciones que puedan indicar que se sienten inseguros o tienen algún miedo irracional”, dijo King.

Apacigua sus preocupaciones pero tómalas en serio

Una vez que has identificado lo que realmente preocupa a tu hijo, aborda sus inquietudes particulares, dijo Silverman. Pero no le digas que se calme o que está exagerando. “Esto puede parecer que se desestima los sentimientos del niño porque los chicos saben que incluso si ellos están bien, pueden sentirse tristes por las circunstancias de una guerra, incluso en un lugar lejano”, dijo King.

Si tus hijos están preocupados por las familias en Ucrania, piensa en todo lo que podrías hacer para ayudar, como donar a organizaciones de caridad. “A menudo se escucha la frase de Mr. Rogers, ‘busca a los que ayudan’. A mí me gusta darle la vuelta: ‘¿cómo puedes ser tú de los que ayudan?’”, dijo Silverman. Cuando a los niños se les da la oportunidad de ayudar a otros, les da un sentimiento de agencia, dijo, que puede ser reconfortante.

También está bien si no tienes las respuestas a todas sus preguntas, dijo Halib. “Está bien decir: ‘no sé’ y que vas a buscar la respuesta para dársela después”, dijo. “También está bien decir: ‘este es un tema grande e importante, hablémoslo en la noche cuando puedo prestarte toda mi atención’”. Dicho esto, es buena idea intentar estar al tanto de las noticias para que puedas responder sus dudas más elementales.

También recuerda que lo más importante es que los chicos se sientan seguros. “Nuestro papel principal, siempre que un niño se siente extremadamente ansioso sobre algo que pasa en el mundo”, dijo Silverman, “es ayudarle a sentirse escuchado y seguro”.

Melinda Wenner Moyer es periodista científica y autora de How To Raise Kids Who Aren’t Assholes.

La sabia naturaleza

25 febrero, 2015

Fuente: EL PAÍS SEMANAL

La sabia naturaleza

PACO ROCA 13 ABR 2014 – 00:00 CET

Paco Roca (Valencia, 1969) comenzó en la revista Él víbora y ganó el Premio Nacional de Cómic con su novela gráfica Arrugas, sobre la vejez, la soledad y el alzhéimer. Su adaptación cinematográfica obtuvo los Goya en 2012 al mejor guion adaptado y mejor largometraje de animación. Roca es, junto con el dibujante Max y de manera alternativa, uno de los dos encargados de la sección de cómic de El País Semanal.

La revista continúa animando a sus lectores para que compartan su talento y nos envíen sus trabajos. Sin tema predefinido, con estilo libre, en blanco y negro o en color, con muchas o con una sola viñeta, el único requisito es que brille la creatividad. Invitamos a todos aquellos dibujantes que lo deseen (profesionales o aficionados) a participar en esta sección y a enviar sus propuestas. Lo pueden hacer a través de elpaissemanalcartas@elpais.es o rellenando el formulario de cartas en nuestra web. El equipo de la revista valorará en última instancia su publicación.

Los padres como maestros

1 diciembre, 2014

Fuente: EL PAÍS SEMANAL

BORJA VILASECA 15 SEP 2013 – 00:00 CET

JOSÉ LUIS ÁGREDA

Cuenta una historia que unos padres entregaron unas monedas a su hijo. No se sabe cuántas eran ni tampoco si estaban hechas de oro, de plata o de cobre. Y el joven, indignado, les gritó: “¡Estas no son las monedas que me merezco! ¡Qué injusticia!”. Seguidamente pegó un portazo y salió de casa de sus padres con el corazón inundado de dolor.

Durante años, la lucha, el conflicto y el sufrimiento marcaron la vida de aquel joven. Sin monedas se le hacía muy difícil vivir. Por eso decidió ir a buscarlas a otra parte. Creyó que aparecerían al iniciar una relación de pareja. Poco después se casó, pero ni rastro de las monedas. Más tarde tuvo su primer hijo. “Seguro que las tiene él”, pensó. Un par de años más tarde confirmó que no era así. Movido por su tozudez, tuvo un segundo hijo. Pero las monedas tampoco estaban ahí.

Casado y con dos hijos, no conseguía llenar su vacío. Su vida carecía de sentido. Y seguía sufriendo. Hacia los cuarenta años, el protagonista de esta historia decidió buscar un terapeuta. Tras un profundo proceso de autoconocimiento, finalmente se liberó del dolor y por fin vio con claridad dónde estaban las monedas. Con lágrimas en los ojos, volvió a casa de sus padres, pidió disculpas y les agradeció todo lo que habían hecho por él. Y entre abrazos les pidió que, por favor, le devolvieran las monedas: “Ahora sé que son las que necesito para ser feliz y seguir mi propio camino”. Al salir de casa de sus padres y despedirse cariñosamente de ellos notó cómo la lucha, el conflicto y el sufrimiento comenzaron a despedirse de él. En el momento en que aceptó, tomó y agradeció las monedas de sus padres, se reconcilió consigo mismo y con la vida.

Este cuento, inspirado en el libro ¿Dónde están las monedas?, de Joan Garriga, ilustra el camino que todos podemos elegir para resolver parte de nuestros conflictos internos. No en vano, la sombra de papá y mamá es alargada. Y esconde alguno de nuestros peores temores y se nutre de las heridas que más nos cuesta curar. De ahí que muchos adultos se hayan distanciado emocionalmente de sus padres.

Debido a nuestra falta de madurez, los hijos solemos culpar a nuestros progenitores por el tipo de inseguridades, carencias y frustraciones que arrastramos desde la infancia y que se acentuaron durante la adolescencia. Y en definitiva, les negamos nuestro cariño porque ellos no nos quisieron como nos hubiese gustado. Sería maravilloso que todos los padres amaran a sus hijos como estos necesitan. Pero no es así. ¿Cómo nos van a querer nuestros padres si no saben apreciarse a sí mismos?

Nuestros padres y madres, antes de esa condición, son seres humanos. Y tienen sus propias heridas. Nos quejamos de nuestra mochila emocional cuando en general ellos cargan con una maleta bastante más pesada. Nuestros progenitores lo han hecho lo mejor que han sabido. Esta es una lección de la vida que muchos aprendemos demasiado tarde. Normalmente cuando nos convertimos en padres y comprendemos lo desafiante y agotador que puede ser educar a un hijo. De pronto recordamos que de un día para otro dejaron de ser los protagonistas de sus propias vidas.

Debemos cuestionar cómo hemos interpretado nuestra historia familiar hasta poner en orden de dónde venimos”
Emanciparse emocionalmente de nuestros padres consiste en cortar definitivamente el cordón umbilical que nos mantiene atados a ellos. Depender de su aprobación dificulta que seamos libres para seguir nuestro propio camino en la vida. No en vano, convertirse en una persona adulta implica haber resuelto nuestros traumas de la infancia. El hecho de que sigamos en guerra con nuestros progenitores pone de manifiesto que seguimos sin sentirnos en paz con nosotros mismos. Por eso se dice que la adolescencia se sabe cuándo empieza, pero no cuándo termina.

Dejar de esperar algo de nuestros padres, incluyendo que nos acepten, que nos apoyen y que nos quieran. Así es como empezamos a aceptarnos, apoyarnos y querernos, fortaleciendo la autoestima y confianza en nosotros mismos. El indicador más fiable de que hemos conquistado la madurez emocional es que estamos agradecidos por todo lo que hemos recibido de nuestros padres. O, mejor dicho, por el aprendizaje derivado de cómo se han relacionado con nosotros. Es cierto que hay hijos que han heredado falta de afecto, malos tratos e incluso deudas. Sin embargo, el viaje de la emancipación implica comprender que en cada problema o adversidad se esconde un aprendizaje oculto, que es precisamente el que necesitamos para conocernos y saber verdaderamente para qué estamos aquí.

Al comprender y perdonar los errores de nuestros padres, nos liberamos de ellos. A partir de entonces, al mirar hacia atrás solo vemos gratitud. Y cada vez que caminamos hacia delante, nuestro corazón se llena de confianza. El primer paso para transitar esta senda consiste en cuestionar la manera en la que hemos interpretado nuestra historia familiar. Y seguir cuestionándola hasta que consigamos poner en orden el lugar de donde venimos, aceptando, valorando y agradeciendo de corazón las monedas que en su día nos entregaron.

LIBRO
– ‘¿Dónde están las monedas?’, de Joan Garriga (Ridgen Gestalt). Un cuento que trata sobre las causas y las consecuencias que tiene no estar en paz con nuestros padres. Y que profundiza sobre la solución que nos permite resolver este problema.
PELÍCULA
– ‘Las vírgenes suicidas’, de Sofia Coppola. Una adolescente intenta suicidarse. Y su padre, movido por su miedo y su ignorancia, termina encerrando a sus cinco hijas en su propia casa, provocando que su mayor temor se haga finalmente realidad.
CANCIÓN
– ‘Father and son’, de Cat Stevens. La letra de esta conmovedora canción es una conversación entre un padre y un hijo que no consiguen ponerse de acuerdo, pero a pesar de ello siguen unidos y conectados.