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Cuando el alcalde pronazi de Vitoria convenció a Franco en 1937 de reinstaurar el actual himno español

21 noviembre, 2022

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco

MEMORIA HISTÓRICA

Rafael Santaolalla, en abril o mayo de 1938
Rafael Santaolalla, en abril o mayo de 1938 CEFERINO YANGUAS / ARCHIVO MUNICIPAL DE VITORIA-GASTEIZ

Iker Rioja Andueza

27 de mayo de 2022 21:46h. Actualizado el 28/05/2022 05:30h 

El militar Rafael Santaolalla, ilegítimo alcalde de Vitoria que tomó el poder a las cinco de la tarde del 19 de julio de 1936 –apenas 24 horas después del golpe de Estado contra la II República–, sentía que tenía una “misión”. Era de los que concebían la Guerra Civil como “santa cruzada” contra los “rabiosos” seguidores “rojos y separatistas”. La sublevación la describía como el momento “cuando el león hispano sacudió su melena para espantar la muerte”. Pronazi y profascista, puso alfombra roja a los destacamentos de Alemania e Italia para que operaran a sus anchas desde la capital vasca entre 1936 y 1939. Pero su mayor éxito, según se jactó en un telegrama que le envió a Francisco Franco, fue haber logrado que se reinstaurara la ‘Marcha Real’ o ‘Marcha Granadera’ como himno de España, cuya melodía es la misma que se mantiene hoy.

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El Gobierno republicano fijó en 1931 el conocido como ‘Himno de Riego’ como canción oficial frente a la partitura que acompañaba a los monarcas de la casa de Borbón. Pero el autoproclamado Caudillo recuperó la Marcha Real para los territorios que controlaba en febrero de 1937, aunque no se oficializaría el cambio hasta que en 1942, tres años después de finalizada la contienda, se publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Sin embargo, tres meses antes del decreto de Franco, en concreto el 4 de noviembre de 1936, Santaolalla ya había presentado ante la comisión permanente del pleno municipal vitoriano una moción para rescatar el viejo himno. Fue la primera decisión ejecutiva de la primera reunión de ese órgano del nuevo Ayuntamiento, que también se jactaba de haber sido “el primero de la nueva España” tras el golpe de Estado lo mismo que Eibar es considerado el primero en haber proclamado la II República un lustro antes.

Un gran libro de tamaño A3 y con sus textos manuscritos que obra en poder del Archivo Municipal conserva las actas de aquella sesión. Y reza así: “Se aprobó una moción del Sr. Alcalde-Presidente proponiendo, por las razones que expresa en la parte expositiva de la misma, 1) Que se solicite respetuosamente del Excmo. Sr. Jefe del Gobierno del Estado Español la declaración oficial de Himno Nacional de la nueva España de la llamada Marcha Real Española. Y 2) Que se traslade este acuerdo a la Corporación provincial y Ayuntamientos constituidos dentro del régimen salvador para que puedan prestarle su adhesión”. En efecto, Vitoria empujó a otros pueblos y ciudades a animar a Franco a cambiar el himno.

Logrado el objetivo, Santaolalla pronunció en la primavera de 1937 un discurso en el Ayuntamiento al que quiso dotar de la máxima solemnidad. Ésta es su literalidad: “Poco a poco se van restituyendo a la nueva España, que es la antigua y tradicional, sus atributos, costumbres y tradiciones que forman todas ellas y contribuyen al espíritu nacional de la raza Hispana. Nuestro ilustre Caudillo Generalísimo Franco, fiel intérprete como primero de los españoles de las ansias y deseos de sus subordinados, ha devuelto a los españoles la esencia y vida que constituían el alma española. Primeramente acordó el que la Bandera Nacional fuese la gloriosa enseña roja y gualda, la que nuestros generales llevaron en días de gloria y de triunfo y la que fue mortaja de héroes y de santos. Después confirmó como religión nacional a la religión católica, la de todos los españoles. Últimamente ha decretado que el Himno Nacional sea la antigua Marcha Granadera, más conocida vulgarmente por la Marcha Real. Marcha que en días no lejanos rindió honores a los Monarcas y Jefes de Estado de la Tierra y al Rey de los Cielos a su paso por las calles. Cabe el alto honor al Ayuntamiento de Vitoria de haber sido el primero que recabase de sus colegas el apoyo para que fuese declarado por el Generalísimo como himno oficial. Por primera vez los acordes de este himno sonaron en un acto oficial en la plaza de Salamanca al ejercer sus funciones de soberano del Estado el General Franco en la entrada solemne de las cartas credenciales del embajador de la nación amiga de Italia”.

Tras este inflamado parlamento, Santaolalla propuso a los corporativos no electos democráticamente que se aprobase y constase en acta un declaración de “alegría y satisfacción” por la influencia de la ciudad en Franco. La resolución fue comunicada al jefe de la sublevación acompañada del “testimonio de adhesión inquebrantable y sincero agradecimiento” del Ayuntamiento. Terminada la sesión, el munícipe mayor dio la orden a la banda municipal, allí presente, para que interpretase esa melodía con él, los concejales y los mandos militares presentes presentando sus respetos.

Una esvástica y banderas italianas cuelgan de la fachada del Ayuntamiento de Vitoria el 25 de noviembre de 1936 CEFERINO YANGUAS / ARCHIVO MUNICIPAL DE VITORIA-GASTEIZ

Así fue la represión a funcionarios republicanos

La gestión de Santaolalla tuvo mucha impronta en el plano simbólico. Se izaron las nuevas banderas rojigualdas y, mientras el Ayuntamiento se veía sin fondos para algunos gastos ordinarios, se compraron por cientos enseñas de la Italia de Benito Mussolini y esvásticas y se pusieron 400.000 pesetas para reformar de urgencia el aeródromo de Zalburu o Elorriaga (la actual Salburua), base aérea de la Legión Cóndor nazi y desde donde se iniciaron operaciones como el bombardeo de Gernika en abril de 1937. Cuando el general Emilio Mola falleció en accidente de aviación, aquella infraestructura tomó su nombre. Portugal también era un país “amigo”, hasta el punto de António de Oliveira Salazar escribió una tarjeta postal al alcalde para agradecerle que se interesara por él cuando sufrió un atentado.

Para el 26 de agosto de 1936, ya había un primer plan para cambiar de nombres a algunas calles “por su espíritu de sectarismo”, como las dedicadas a Pablo Iglesias y a Sabino Arana, que desde entonces y hasta hoy es la calle Arana, a secas. La calle de Francia se convertiría pronto en Calvo Sotelo, irónicamente la “Constitución” dejó paso a “Generalísimo” y, en 1937, portal de Urbina se convirtió en portal de Villarreal para enfatizar la derrota en la única ofensiva del Ejército de Euzkadi a los franquistas en la localidad de Villarreal de Álava (Legutio, en euskera). Asimismo, se dio nueva “brillantez” a la plaza del Ayuntamiento, conocida en el período anterior como de la República y que volvió a ser la de España.

A ello se le acompañó una feroz represión a los funcionarios leales a la democracia. Como consecuencia del asalto del Ayuntamiento hubo una cascada de dimisiones, como la del inspector de Jardines, Paseos y Arbolado, el republicano Alberto Martínez de Aragón –primero fue desahuciado de su casa en La Florida y luego fusilado–, el procurador de Arbitrios, Félix Langarica Ibarrondo, o el jefe de la Guardia Municipal. En un acta, consta cómo Santaolalla denunció como “inaudito” que cuatro empleados municipales hicieran gestos “despectivos” ante la primera izada de la bandera que sustituyó a la tricolor republicana y no se detuvo hasta identificarlos y castigarlos. Hubo expedientes a guardias, bomberos, recaudadores, botones y otros funcionarios temporeros. Se creó una comisión especial de purga con al menos 32 personas ‘depuradas’. En los registros municipales –algunos de ellos muy deteriorados por el paso del tiempo– consta cómo los juzgados, el Ayuntamiento y la Falange trabajaban de la mano para elaborar informes sobre las actividades políticas y sindicales de los contrarios a la sublevación. El predecesor de Santaolalla, Teodoro González de Zárate, fue fusilado en el puerto de montaña de Azáceta.

Por el contrario, los leales eran aplaudidos y premiados, como la conocida empresa de naipes Heraclio Fournier, que puso sus imprentas al servicio de españoles e italianos para la distribución de la cartografía militar. Y Santaolalla recibió con mucho entusiasmo en 1938 que el primer Gobierno de Franco, con base en Burgos, estableciera dos ministerios –y de mucho peso– en Vitoria. El actual edificio de la Escuela de Artes y Oficios se convirtió en sede del Ministerio de Educación Nacional (con competencias en materia de “Prensa y Propaganda” incluidas). Al frente, el general golpista situó al madrileño Pedro Sainz Rodríguez, monárquico de Acción Española y colaborador activo en la conspiración que llevó al golpe de Estado en 1936. Muy cerca, a escasos 50 metros, se instaló el Ministerio de Justicia. Lo hizo en la sede de la Diputación Foral de Álava. El titular de la cartera fue el navarro Tomás Rodríguez Arévalo, Conde de Rodezno. Tradicionalista acérrimo y ultrarreligioso, asumió no sólo la dirección de la Administración de Justicia, sino el control de todos los registros, las cárceles y los denominados “asuntos eclesiásticos”. En Vitoria, por ejemplo, se elaboró el libro de autores y libros prohibidos en las escuelas y se diseñó el modelo de trabajos forzados.

El Himno de Riego: de su posible origen en los Pirineos a la incomodidad de los anarquistas en la República

25 noviembre, 2021

Fuente: http://www.eldiario.es

  • A pesar de que la composición no gozó de un consenso total durante el segundo período republicano, sí logró imponerse como himno oficial. Rafael del Riego, quien da nombre a la canción, fue un militar asturiano que luchó contra el absolutismo.

Samuel Martínez 19 de julio de 2021 22:17 h @samumartinezr

Un 30 de junio cualquiera, es perfectamente posible que uno vaya dando un paseo a los pies de los Pirineos por la localidad de Benasque (Huesca) y, de pronto, le asalte una serie de notas musicales que a quien más a quien menos le resulte familiar. Si uno sigue caminando, es también posible que se tope con unos «danzantes que llevan un traje típico aderezado con un pañuelo en la cabeza en el que se inserta un ramo de flores». Así describe José Antonio González Serena en la Revista Aragonesa de Musicología la indumentaria tradicional que se usa en dicha localidad para bailar el tradicional Ball Benàs, una composición musical en la que, tal y como apuntan los últimos estudios realizados por el historiador Antonio Merino Mora, se podría haber inspirado el famoso Himno de Riego, que ejerció de himno nacional en el Trienio Liberal (1820-1823), la Primera República (1873-1874) y la segunda (1931-1939). No obstante, el catedrático en Musicología de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB) Francesc Cortès i Mir prefiere coger la cuestión con pinzas y seguir otorgando la autoría de la música a José Melchor Gomis.

En conversación con este medio, Cortès i Mir, autor, entre otros libros, de Músicas en tiempos de guerra (Edicions UAB), asegura que «aunque es posible que Gomis pudiera haberse inspirado en algunas canciones populares, hay que tomarlo con cautela».

Lo que está claro es que fue durante la Segunda República cuando se popularizó definitivamente el himno, aunque nunca estuvo exento de detractores, variaciones y alguna que otra polémica. Víctor Sánchez Martín, historiador de la Universidad de Alicante, habla de ello en La polifonía hímnica de la II República y el Himno de Riego: Himnos, culturas políticas y construcción nacional. Subraya que, a pesar de que es cierto que el Himno de Riego «generaba cierto consenso entre la coalición republicana al representar la lucha histórica contra la monarquía», también lo es que «dicha coalición mostró diferencias notables que generarían una singular polifonía hímnica». El catedrático Cortès i Mir cita los ejemplos más claros de esa incomodidad que suscitó el himno. «Se trata», explica, «de los grupos anarquistas —la FAI, la CNT o el POUM—, que no se sentían identificados con el sentimiento popular nacional que transmitía la canción y que para ellos era del todo ajeno».

Pero, ¿a qué se refiere Sánchez Martín con la «polifonía hímnica» que tuvo lugar durante el segundo período republicano? Concretamente a que, durante los primeros días de la República, «el protagonismo fue para La Marsellesa«, un modelo para los republicanos de los distintos países. «La prensa socialista», por su parte, «hacía hincapié en sus propios elementos simbólicos», por lo que trataba de imponer La Internacional. También escribe el propio Sánchez Martín que La Marsellesa no tuvo protagonismo únicamente el 15 de abril, el día después de la proclamación de la República, sino que el 30 del mismo mes se publicó en los diarios de Barcelona y Tarragona que se adoptaba el himno francés hasta que se resolviera cuál iba a ser el himno definitivo español. Es probable, remata, «que esta disposición precipitara que el día 5 de mayo el Himno de Riego se estableciera como oficial».

No obstante, a pesar de que las autoridades republicanas lo legitimaran por completo, no dejaron de surgir otras canciones con la aspiración de convertirse en símbolos nacionales. Es el caso, por ejemplo, del Canto Rural a la República Española, obra de Oscar Esplá y con letra de Manuel Machado.

¿Quién fue el general Riego?

El origen del himno, más allá de esa posible conexión con el Pirineo aragonés, hay que irlo a buscar al año 1820. La letra fue a cargo de Evaristo Fernández de San Miguel (1785-1862), un militar y noble español que se unió —siendo uno de los primeros en hacerlo— a la insurrección que encabezó el asturiano —y también noble y militar liberal— Rafael del Riego (1784-1823), quien da nombre a la canción, contra el monarca absolutista Fernando VII (1874-1833). Las proclamas de Riego iban en la dirección de recuperar la Constitución de 1812 (La Pepa) y de instaurar una monarquía constitucional. Finalmente, murió en el intento. Sin embargo, esa lucha del general contra el absolutismo fue la que lo convirtió en un ejemplo para muchos y lo que hizo del Himno de Riego un valor de consenso para, primero, la Primera República y, después, la segunda. «La oficialidad de la canción», concluye Cortès i Mir, «terminó cuando Francisco Franco la derogó». Fue entonces cuando se impuso en España La marcha Granadera o Marcha Real como himno oficial español. 

El desconocido origen del Himno de Riego que puso música a la República

25 septiembre, 2019

Fuente: http://www.publico.es

El franquismo no tuvo más remedio que tolerar que los músicos interpretaran tres veces al año en varios pueblos del Pirineo oscense, como ocurrirá de nuevo este fin de semana en Benasque, la ancestral pieza folclórica en la que un sargento del insurrecto liberal se inspiró hace 200 años para componer la pieza, que se popularizaría a partir de los años 30. 

: Imagen de una de las procesiones de Benasque, en las que se interpretaba la pieza a principios de los años 40, con autoridades y fuerzas de seguridad en el cortejo. Foto: Cedida por Antonio Merino

Imagen de una de las procesiones de Benasque, en las que se interpretaba la pieza a principios de los años 40, con autoridades y fuerzas de seguridad en el cortejo. Foto: Cedida por Antonio Merino

Es, quizás, una de las escenas más desconocidas de la dictadura: la Guardia Civil y las autoridades se cuadraban en pleno franquismo cuando sonaba el himno de Riego, el de la Segunda República. No en toda España, claro; pero sí en varios pueblos de la zona alta del valle del Ésera, en el Pirineo oscense, donde siglos antes había comenzado a sonar esa misma melodía, conocida como Ball de Benás (baile de Benasque en patués, la lengua local) y que sirvió de inspiración para la marcha militar que en 1820 acompañaría a las tropas del insurrecto general constitucionalista Rafael del Riego en su levantamiento contra el absolutismo de Fernando VII.

Este domingo y este lunes, como ya ocurriera en las fiestas de Benasque al terminar la guerra civil, hace ahora 80 años, el Ball des Omes y el Ball des Dones (baile de los hombres y de las mujeres) sonarán de nuevo en las calles de esa población mientras los mayordomos, los organizadores de las fiestas, que ese día actúan como danzantes, acompañan a la talla de San Marcial (Marsal o Marsial en el habla local).

«En junio de 1938 ya hubo Ball en Benasque», recuerda el historiador local Antonio Merino, ya que los enfrentamientos en el valle habían terminado a mediados de abril de ese año, tras pasar a Francia por el Portillón la columna de 6.000 hombres al mando del teniente coronel Miguel Gallo que había atravesado la zona huyendo de los sublevados. Y, como ocurría desde siglos atrás, la pieza volvió a ser interpretada en 1939 y en los años siguientes.

La restricción del franquismo: solo tres días al año

No obstante, la melodía fue objeto de restricciones durante la dictadura. De hecho, desde principios de los años 40 hasta la muerte de Franco en 1975 únicamente podía ser interpretada en tres fechas, en las festividades locales de San Sebastián (20 de enero) y de San Marcial (30 de junio y 1 de julio).

De hecho, la melodía colocó en una situación algo más que embarazosa al entonces alcalde, Antonio Albar, al que le costó convencer al gobernador militar de Huesca de que, aunque la partitura fuera la misma, lo que habían interpretado los músicos de Benasque en un acto de la Sección Femenina no era el Himno de la República sino el Ball de Benás.

«El general ordenó silencio a los músicos inmediatamente, en cuanto identificó la música que estaba sonando», explica Merino, que recuerda cómo el alcalde tuvo el apoyo de José Gistaín, que años después ocuparía ese cargo y sería procurador en las Cortes franquistas, para intentar convencer de la realidad a la dictadura.

Imagen de una de las procesiones de Benasque, en las que se interpretaba la pieza a principios de los años 40, con autoridades y fuerzas de seguridad en el cortejo. Foto: Cedida por Antonio Merino

Imagen de una de las procesiones de Benasque, en las que se interpretaba la pieza a principios de los años 40, con autoridades y fuerzas de seguridad en el cortejo. Foto: Cedida por Antonio Merino

 

Pese a la afinidad con el régimen, no pudieron ir más allá de conseguir que la prohibición de interpretarlo dejara de estar vigente en esas tres fechas. «La primera orden fue del ejército y luego vino la del Gobierno Civil», anota. Antes, en el periodo conocido como “la década ominosa” por el regreso de Fernando VII al absolutismo, también había sido prohibido tocar el Himno de Riego.

En cualquier caso, los vecinos de los cinco pueblos del alto valle del Ésera en los que se interpretaba la melodía desde siglos atrás, Benasque, Anciles, Cerler, Eriste y Sahún, vivieron con cierta habitualidad, durante tres décadas y media, la paradójica imagen de militares, guardias civiles y autoridades escoltando a un grupo de danzantes mientras el himno de la Segunda República salía de gaitas, flautas, trompetas y tambores. También se tocaba en el vecino valle de Plan y Gistaín.

«Hay varias teorías sobre su transformación en himno»

¿Cómo llegó el Ball de Benás a convertirse en el himno republicano? La clave está en su adaptación previa como marcha militar en el levantamiento de Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla), del que se cumplirán dos siglos el próximo 1 de enero, y sobre la que hay varias teorías.

Las dos más consistentes apuntan a la presencia previa de Rafael de Riego, en su etapa de oficial, en la guarnición del castillo de Benasque, donde habría conocido la melodía, y, también, a la estancia en ese destacamento de Manuel Varo, el sargento que dirigía la banda musical del Regimiento Asturias, a quien el primero habría pedido una marcha para “enardecer a las tropas”.

«Hay varias teorías sobre su transformación en el Himno de Riego, pero no están demasiado documentadas«, matiza, no obstante, Mora.

Luego llegarían el paso a las partituras y la incorporación de la letra de Evaristo San Miguel, un siglo antes de convertirse, con letra de Antonio Machado y arreglos de Oscar Esplá, en el himno de la Segunda República, para la que el constitucionalista Riego siempre fue un icono.

De hecho, algunos estudios apuntan a que la franja morada de la bandera tricolor, cosida por primera vez en Jaca (Huesca) por el sastre Julián Borderas durante el fallido levantamiento de Galán y García contra la dictadura de Primo de Rivera en diciembre de 1930, responde al uso de pendones de ese color por algunos revolucionarios liberales del siglo XIX como Riego o Mariana Pineda.

«Una danza ancestral, probablemente paleocristiana»

Lo que sí está bastante documentado es el origen ancestral del “Ball de Benás”, que “para los benasqueses supone el fin de la primavera y el inicio del verano montañés, y con él, el comienzo de las faenas agrícolas”, señala Merino en un artículo publicado en la revista Temas de Antropología Altoaragonesa.

«Se trata de una danza, ancestral, probablemente precristiana, que como muchas de las tradiciones paganas fueron asumidas por el cristianismo, ante lo arraigado de las mismas en la sociedad de la época», indica el historiador, que recuerda que antes de ser dedicada a un figura religiosa «el lugar de honor lo ocupaba un mayo, generalmente un árbol, a cuyo frente y alrededor del mismo se emprendía la danza».

Por último, Merino explica que el Ball de Benás tiene dos partes diferenciadas, la inicial, de la que «se podría deducir que es también una danza guerrera, ante el hecho que sólo danzan hombres, que como compañeros rememoran luchas antiguas», mientras la segunda, conocida como Les marradetes (los rodeos) denota «su primitivo origen agrícola», con alusiones a la forma de moverse en la montaña y a labores como la siega.

 

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