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La temperatura del mar se sale de los registros: “Entramos en terreno desconocido”

16 May, 2024

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco

CRISIS CLIMÁTICA

Mapa global de temperatura de los océanos en abril de 2023
Mapa global de temperatura de los océanos en abril de 2023 NOAA

Raúl Rejón

10 de abril de 2023 14:30h

Actualizado el 23/04/2023 19:54h

“Los océanos entran en territorio desconocido”. Así ha alertado el meteorólogo J.J. González Alemán sobre el récord de temperatura del agua del mar medido por los satélites el 8 de abril. La media oceánica escaló hasta los 21ºC, superando el anterior récord, marcado hace solo siete años, en 2016.

El Mediterráneo padece una ola de calor marino en pleno invierno

Se trata del agua marina más caliente desde que hay mediciones satelitales, es decir, al menos en los últimos 45 años. La mezcla del calentamiento global provocado por los gases de efecto invernadero y el fin del fenómeno de La Niña –que refresca las aguas del Pacífico ecuatorial– ha hecho saltar los registros.

La Niña es la fase fría del fenómeno meteorológico conocido como El Niño-Oscilación-Sur (ENSO). Cuando se producen vientos alisios fuertes desde el oeste, la temperatura en las aguas del Pacífico ecuatorial descienden y una vez frena ese régimen, la temperatura se eleva y comienza una fase de El Niño.

“La Niña había estado camuflando estos últimos años el calentamiento del planeta”, explica el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología, Rubén del Campo. La Niña es un fenómeno de interacciones atmosféricas en el océano Pacífico que hace que una vastísima cantidad de agua en una extensión gigantesca del mar esté más fría de lo normal.

“Y eso tira hacia abajo de la temperatura media, no solo de los océanos sino de todo el planeta”, cuenta Del Campo. “Camufla la elevación que correspondería por el nivel de emisiones y acumulación de gases invernadero en la atmósfera”.

Es decir, que mientras la costra gaseosa creada al lanzar CO2 crecía y atrapaba el calor, La Niña refrescaba la superficie del Pacífico. Y esta Niña ha sido, además, inusualmente prolongada: ha encadenado episodios durante tres años. Sin embargo, este fenómeno ha finalizado.

La misma Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) consideró a comienzos de marzo que La Niña había llegado a su fin.

Una vez finalizado, la Tierra está en una fase de transición hacia la situación inversa. Está generándose El Niño, que recalienta el agua. Así que en este abril no ha existido compensación y los efectos del cambio climático se dejan notar sin ese colchón.

“El océano acumula una cantidad ingente de calor y, aunque se recaliente más lentamente que los continentes –porque cuesta más calentar un volumen de agua–, está claro que la temperatura de los mares está subiendo”, subraya el meteorólogo.

La cantidad de calor que se traga el mar cada año va de récord en récord. En 2022 se midió el valor más alto en toda la serie histórica que superaba la anterior plusmarca, de 2021, que, a su vez batía el pico de 2020. Los valores de 2019 y 2017 son los siguientes en la lista. Los científicos que se dedican a estas mediciones han evidenciado que la tendencia “es tan continua y robusta que cada año se establece un récord”.

“Los pronósticos indican que El Niño puede llegar después del verano” –informa Rubén del Campo–. “Y, claro, si tenemos toda esa masa oceánica más caliente de lo normal, lo esperable es que el conjunto esté muy por encima del promedio y, además, esta gran cantidad de agua caliente en mucha superficie va a tirar hacia arriba de la temperatura media del planeta”.

El horno del Mediterráneo

En España, el año pasado ya supuso un horno para el mar Mediterráneo. En verano encadenó olas de calor marino “sin precedentes”. “En el mar Balear se llegó a los 30ºC en el agua”, recuerda el portavoz de la Aemet. Todas las regiones del Mediterráneo occidental padecieron eventos extremos.

Pero, al pasar el estío y llegar el otoño y el invierno, el calor no aflojó. El Mediterráneo soportó olas de calor en pleno enero. La misma zona de Baleares encadenó más de 230 días de olas de calor, un dato sin precedente, según contaba a elDiario.es la investigadora del SOCIB, Mélanie Juza.

El recalentamiento de los mares no es solo una cuestión de agua caliente. La temperatura más allá de los umbrales causa mortandades en especies marinas que no pueden adaptarse o huir e influye en la cadena de ecosistemas que conduce a buena parte de la alimentación de los humanos.

Además, unas aguas recalentadas ceban los temporales costeros, las gotas frías y los huracanes: el calor acumulado es energía que, más adelante si se dan las condiciones meteorológicas, es devuelta en forma de tormentas y vientos supercargados.  La temperatura del mar se sale de los registros: “Entramos en terreno desconocido”

Marzo caluroso: el segundo más cálido y seco del siglo

Marzo ha sido un mes muy cálido y muy seco en España. El mes comenzó con temperaturas bajas, pero, luego, ha reforzado la tendencia hacia un mundo más recalentado. Al final ha supuesto el segundo marzo con mayor temperatura del siglo XXI y el tercero de la serie histórica (a partir de 1961). Al mismo tiempo, no hubo muchas lluvias. La acumulación de precipitaciones se quedó en 21 mm para la península, 7,8 en Baleares y 4 mm en Canarias. Son los segundos peores datos desde 2000 y el sexto desde 1961.

De hecho, las lluvias apenas han supuesto un tercio del promedio esperables para esta época del año. “Continúa la situación de sequía meteorológica en el conjunto de España, tanto para los indicadores de los últimos 12 meses como para los de los últimos 36 meses, lo que significa que persiste la sequía de larga duración que comenzó a finales de diciembre de 2022”, ha avisado la Aemet.

El invierno primaveral genera caos en los ecosistemas españoles

9 julio, 2022

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco CRISIS CLIMÁTICA

Unos niños corren hoy sábado en la Vía Verde de la sierra de subbética de Córdoba donde las temperaturas primaverales adelantan la floración de los almendros
Unos niños corren hoy sábado en la Vía Verde de la sierra de subbética de Córdoba donde las temperaturas primaverales adelantan la floración de los almendros EFE/Salas

Raúl Rejón

24 de febrero de 2022 01:45 h. Actualizado el 24/02/2022 19:21 h.  

Los ecosistemas españoles padecen estos días el caos que les ha traído un invierno recalentado producto de la crisis climática: desde enero se encadenan semanas muy cálidas que han desembocado en temperaturas “más propias de la primavera” en febrero. Dos meses, además, con pocas lluvias.

“Entre las alteraciones evidentes de los inviernos más cálidos está el cambio en la fenología de la plantas: cuándo se abren las flores, nacen las hojas y se caen”, explica el Francisco I. Pugnaire, investigador de la Estación de zonas áridas del CSIC. Enero de 2022 ha tenido las temperaturas diurnas más altas desde 1961. Y este febrero registra valores “más propios de mayo”, explica el portavoz de la Aemet, Rubén del Campo. Las condiciones para el desbarajuste vegetal.

Así que “hay un caos porque las flores y brotes han salido fuera de su estación. No son solo los almendros. Castilla ya está llena de flores. Flores en enero y febrero que luego pueden morir si cambian las temperaturas”, describe Francisco Pugnaire.

El peligro está en que, más que una primavera adelantada, se trate de una primavera intercalada. El termómetro puede caer de nuevo y hacer estragos. Las plantas están adaptadas al frío. Se refugian en invierno activando un estado durmiente: suspenden el desarrollo.

Muchas hierbas, por ejemplo, salen de esa dormancia “cuando el suelo se ha calentado durante una semana o más, lo que suele ocurrir en abril”, explica un análisis sobre cómo el cambio climático puede confundir estos ciclos vitales en las plantas de la Universidad de Illinois (Estados Unidos).

“Al subir las temperaturas, los carbohidratos almacenados en los rizomas alimentan los tejidos en crecimiento. Si esto ocurre demasiado pronto, los brotes pueden morir y los rizomas ya no tendrán esas reservas si las temperaturas bajan a su rango más normal”, detalla el trabajo.

“La supervivencia invernal de muchas plantas depende, entre múltiples factores, de la aclimatación al frío y la capacidad para mantener la resistencia hasta que el peligro de helada ha pasado”, sentencia una investigación conjunta de las universidades de Iowa State (EEUU) y Oulu (Finlandia). “Una fluctuación errática de temperaturas como, por ejemplo, condiciones primaverales fuera de temporada a las que siga frío, puede pillar a las plantas ya desaclimatadas y vulnerables”, avisaban los investigadores Rajeev Arora y Kari Taulavuori al analizar sus datos.

Y la magnitud y frecuencia de estas fluctuaciones son cada vez mayores en los años recientes, según el panel de científicos climáticos de la ONU (IPCC). “Algunas de las heladas más devastadoras en América del Norte han sido debidas a estos caprichos climáticos”.

Flores anticipadas: desajuste total

Hay más. Aparte de las floraciones fuera de temporada, los inviernos calurosos como este activan una reacción en cadena funesta. “Las imágenes de los almendros son populares porque pueden verse en casi cualquier sitio, pero muchas otras flores están saliendo estos días y es un problema general: es el principio de todos los desajustes”, alerta Juan Carlos del Moral, biólogo de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife).

Del Moral cuenta que “los insectos polinizadores de esas plantas no han completado su fase de larva así que no están preparados para polinizar con lo que no se completa ese ciclo: no habrá frutos en otoño”. Luego, al llegar esa estación, “las aves no van a hallar esos frutos que necesitan para tener fuerzas en su migración. Deben viajar miles de kilómetros y no han encontrado la fuente de energía que antes sí había”, describe el biólogo. “Y tampoco van a diseminar las semillas que no han ingerido”.

Las golondrinas van a llegar a España porque hace ‘muy bueno’. Vienen desde el otro lado del desierto de Sahara y no van a encontrar muchos insectos para comer tras ese viaje

Juan Carlos del Moral, biólogo de la SEO-Birdlife

El coordinador de seguimiento y estudio de avifauna de SEO pone un par de ejemplos de especies damnificadas. El urogallo, que está en peligro de extinción, tiene en este desajuste uno de los factores que lo han puesto en grave peligro: “Su principal fuente de alimento para los pollos son unos arándanos que precisan de unos insectos concretos para su polinización”. Ahora, con la subida prematura de temperaturas, “estarán floreciendo esas plantas, pero no hay esos insectos. No habrá suficientes frutos”.

Otra variedad afectada serán las golondrinas, detalla Juan Carlos del Moral. “Van a llegar a España porque hace muy bueno. Vienen desde el otro lado del desierto de Sahara y no van a encontrar muchos insectos para comer tras ese viaje. Vemos que muchas mueren por este motivo”.

En los suelos, un bien escaso y en declive de donde parte todo el ciclo biológico terrestre, los inviernos recalentados por la crisis climática se dejan sentir para mal. Allí medran microorganismos como bacterias y hongos que “las plantas han domesticado durante milenios para utilizar las que les vienen bien para crecer” explica Francisco Pugnaire. El botánico abunda en que “la alteración de las condiciones afecta a estos microorganismos y perturba el equilibrio con las plantas que se había ganado durante tantos años”.

Sequías y plagas

“Este invierno está siendo relevante por ser especialmente cálido y seco”, dice Mireia Banqué, ambientóloga en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales de Catalunya (Creaf). “Aunque ya llevamos unos cuantos inviernos cálidos”, remacha. A la coordinadora del sistema de vigilancia Deboscat le preocupa la segunda pata de estos meses de invierno alterado: la falta de lluvia. “El agua es un factor limitante para cualquier ecosistema, pero para los bosques más”.

Estas oscilaciones fuera de estación con otoños e inviernos más cálidos cada vez, con récords y luego la sequía…estamos viviendo el cambio climático.

Francisco Pugnaire, botánico investigador del Csic

Entre el 1 octubre y el 20 de febrero ha llovido, de manera general en España, 200 litros por metro cuadrado cuando el promedio es 335. Un 41 % menos, según la Aemet. Enero y febrero han sido un inicio de año entre los tres más secos de la serie histórica. Desde enero a 20 febrero, en la mayoría de sitios no ha llovido un cuarto de lo normal.

El botánico Francisco Pugnaire recuerda que “sequías ha habido siempre. Es habitual en el Mediterráneo, pero si vas sumando los picos de sierra, el valor medio de agua baja”. Mireia Banqué subraya que “cuando se reactiven los árboles es cuando será más necesario que llueva”.

Pero no tiene pinta de que vaya a suceder, porque la Aemet ha previsto un trimestre más seco de lo normal. “Al bosque nadie lo riega. La sequía es como estar cansado y no comer: las hojas se vuelven marrones, se caen… no hacen fotosíntesis y algunos de estos árboles pueden llegar a morirse”, explica Banqué.

Procesionaria en los pinares de Hinojos (Huelva) / Ayto. de Hinojos

Lo que han podido averiguar en Catalunya es que los árboles planifolios, como las encinas, son los primeros en mostrar los síntomas de decaimiento, pero también se recuperan mejor. “Sin embargo sequías sostenidas como esta tienen efectos más negativos porque los debilita”. Las coníferas como los pinos “aguantan un poco más, pero cuando no pueden más, mueren. No tienen esa capacidad de remontar y eso provoca un cambio de estructura en el ecosistema. Su función ha desaparecido”, relata la ambientóloga.

Y luego están las plagas. La investigadora del Creaf cuenta que “el metabolismo de estos insectos como la procesionaria está muy relacionado con las temperaturas. El frío hace que estén parados. Y con la temperatura se activan. Los ciclos se aceleran y acortan. En un invierno normal no podían comer mucho, pero, ahora, comen más y pueden bajar más rápido a hacer las procesiones”.

Las lluvias torrenciales, la puntilla

La Aemet ha anunciado una posible DANA para los próximos días que traería un leve alivio a las reservas hídricas. Pero la manera en que esta agua va a caer preocupa. Tanto Pugnaire como Banqué alertan de que estas precipitaciones torrenciales, asociadas al cambio climático, pueden dar una puntilla a los ecosistemas alterados por el invierno caliente y seco. “No es lo mismo 100 litros en diez días que en una hora (que el terreno no absorbe). El valor es el mismo, pero la realidad ha cambiado mucho”. 

“El cambio climático ya está aquí”, destaca el botánico del CSIC. “Estas oscilaciones fuera de estación con otoños e inviernos más cálidos cada vez, con récords y luego la sequía… estamos viviendo el cambio climático y, sin ponerle remedio, solo puede ir a peor”.

La crisis climática se ceba con España, que en 2019 soportó un año con récord de calor, lluvias destructivas y sequía

22 noviembre, 2020

Fuente: http://www.eldiario.es

  • La alteración del clima hace que España sea un país más cálido, con menos agua disponible y golpeado por episodios extremos como el de la DANA que barrió el litoral en septiembre pasado, según ilustra el último informe de la Aemet

Foco CRISIS CLIMÁTICA

Raúl Rejón 2 de julio de 2020 18:59h @raulrejon

España padeció en 2019 toda la combinación dañina relacionada con los efectos de la crisis climática: acumuló un calor excepcionalmente severo, temporales destructivos y, además, grandes áreas del país soportaron sequía, según ilustra el Informe del Estado del Clima de la Agencia Estatal de Meteorología.

El año pasado fue el sexto más cálido desde 1965 en España. De hecho, se registraron tres olas de calor. Pero una de ella, la que se produjo entre el 25 de junio y el 1 de julio, batió récords absolutos en los termómetros. Algo muy «inusual», ya que lo habitual es que los picos máximos de temperaturas se han dado históricamente en los meses de julio o agosto. «Ha sido la más intensa en cuanto a temperatura junto a la de 1987″, calcula el meteorólogo de la Aemet Rubén del Campo. Esa masa de aire caliente en la península ibérica fue la más cálida para un mes de junio desde 1979, explica un estudio del meteorólogo José Ángel Núñez.

El país se está recalentando y de manera acelerada. Desde la década de los 60 del siglo XX, la temperatura media crece, de promedio, 0,3ºC cada década, según recoge el informe. La llegada de aire cálido o extremadamente cálido es diez veces más frecuente en las dos primeras décadas del siglo XXI que en las dos últimas del siglo XX.

Las olas de calor, pues, se adelantan y 2019 fue un indicador más sobre este fenómeno. Los episodios anormalmente cálidos y extendidos que se disparan en junio eran antes bastante raros. En las últimas décadas, no tanto. De las diez olas registradas en el primer mes del verano desde 1975, ocho fueron a partir del año 2001.

Menos menos agua disponible

Una vez comprobado que la crisis climática hace que en España haga más calor cada vez, los registros de la Aemet indican que, a lo largo de los 12 meses del año, las precipitaciones estuvieron en un nivel normal respecto a la media histórica: 628 mm, un 3 % menos que ese promedio. La Agencia avisa de que observó diferencias muy grandes según la época y el lugar donde se viva. Los datos absolutos se compensaron debido a las fuertes lluvias del otoño en el norte y el sureste de la península que revertieron el ciclo entre enero y octubre que era «muy seco».

Sin embargo, grandes zonas cerraron el curso en sequía meteorológica: la cuenca del Guadiana recibió un 28 % menos de agua de lo normal. Las mediterráneas andaluzas un 43 % menos. En la cuenca del Guadalquivir llovió un cuarto menos de lo esperado y en la del Tajo, un 15 % menos. Se trata de dos amplísimas zonas con problemas de agua.

Con una perspectiva más amplia, la Aemet indica que «la precipitación media anual ha experimentado un moderado descenso en los últimos 50 años». A esto hay que añadir que, al convivir con un calor cada vez más intenso, el agua se evapora más. A igual volumen embalsado, renta menos. «Así, se dibuja actualmente en España un escenario claramente más cálido y con menor disponibilidad de agua que en décadas pasadas», resume la Agencia.

Precipitaciones torrenciales e inundaciones

En contraste, incluso paradójico, el curso pasado varios puntos sufrieron episodios de lluvia torrencial destructiva que provocaron riadas e inundaciones. Fue especialmente aguda la que barrió el sureste y las Baleares entre el 10 y el 15 de septiembre. Lluvias con una fiereza estadísticamente sin precedente en varios lugares: siete estaciones recogieron el máximo de lluvia diario jamás registrado desde la provincia de Valencia a la de Almería pasando por Alicante y Murcia. Esta DANA fue la más profunda documentada por la estación de radiosondeo de Murcia en todo su funcionamiento desde 1984. Y, aunque quizá el más mediático, no fue el único caso de precipitaciones catastróficas de 2019. En abril en Valencia, en julio en Navarra y en agosto en Madrid fueron casos de lluvia destructiva y riadas.

Mirando los mapas de la Aemet, se ve que la cuenca del Segura tuvo un 127 % más de lluvias respecto a su media histórica. La del Júcar, un 97 %. Las imágenes de Orihuela (Alicante) o Los Alcázares (Murcia) han ejemplificado las consecuencias de los temporales. Durante ese episodio, en algunos puntos llovió en tres días más que en todo un año. Y, sin embargo, «no han garantizado la abundancia de agua», explica la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Hecho que han confirmado las protestas de los regantes del sureste cuando no han dispuesto del agua que querían desde el trasvase Tajo-Segura. Esto anuncia la necesidad de una «mejor gestión del agua. Vivimos en un país donde dos tercios de territorio está en riesgo de desertificación», ha resumido Ribera al termina de leer el informe de la Aemet.

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Publicado el 2 de julio de 2020 – 18:59 h