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Esclavizados y transparentes

26 noviembre, 2014

Fuente: EL PAÍS SEMANAL

Pese a las enormes e innegables ventajas de las nuevas tecnologías, se trata de instrumentos de dominio y control. Desde hace poco empiezo a recibir comentarios envidiosos por no haberme entregado a ellas.

JAVIER MARÍAS 7 JUL 2013 – 00:00 CET

Si desde hace una década o más mis amistades me insistían con fervor exagerado en que utilizara ordenador e email y móvil y cuantas maravillas electrónicas vinieron luego; si, al ver que no había forma de convencerme, me miraban con una mezcla de horror y conmiseración, como si al excluirme de su mundo feliz me hubiera convertido en un primate; si dudaban entre reírme la gracia o considerarme paranoico cuando yo aseguraba que todos esos inventos, pese a sus enormes e innegables ventajas, me parecían sobre todo instrumentos de dominio y control; si así eran las cosas, desde hace poco empiezo a recibir comentarios envidiosos del tipo: “Qué astuto fuiste al no entregarte en cuerpo y alma a las nuevas tecnologías. No sabes de la que te has salvado. Por culpa de ellas vivimos en un permanente infierno, sin descanso”. Muchas personas –al menos las que aún trabajan– se levantan de la cama y se encuentran con 20 o 40 mails nuevos en su correo. Eso después de haberse quedado la noche anterior hasta tarde contestando los más posibles de la jornada previa. Jamás tienen ya la sensación de haberse despejado el terreno, de haber cumplido con sus tareas y poderse dedicar un rato a leer, dar un paseo, ver una película o –lo que es más increíble– trabajar en lo que de hecho trabajan, para lo cual no les queda apenas tiempo. A mí mismo –sin email ni móvil ni nada– me ocurre a veces: se supone que escribo novelas, y que a algunos individuos les conviene que lo siga haciendo: a mis agentes, a mis editores varios, a los libreros, a los distribuidores. Pues bien, a menudo he de luchar contra los propios interesados y contra mucha más gente para encontrar “huecos” en los que dedicarme a lo que me dedico. Me lleva tanto tiempo despejarme el campo de asuntos aledaños a mi oficio que hay días en que, cuando por fin me siento ante la máquina para meterme en mi absurdo mundo ficticio, estoy agotado y se me han hecho las seis de la tarde. Estoy seguro de que si además tuviera correo electrónico, nunca volvería a escribir una novela. Nada grave para el conjunto de la población, por otra parte.

Pero cada vez hay más “arrepentidos”. Un periodista inglés me dijo hace poco que se había instalado un dispositivo que le impedía acceder a su email cinco horas diarias. Él mismo calificó de “patético” haber debido recurrir a la autoprohibición, como esos ludópatas que, en un momento de sobriedad, piden a los casinos que les denieguen la entrada. Hay gente que tiene los programas Freedom y SelfControl –explícitos nombres– para limitarse la navegación por Internet. El novelista Franzen extrajo la tarjeta inalámbrica de su ordenador y cortó el cable Ethernet para convertir aquél en una mera máquina de escribir sin acceso a la Red. Un exdirector de medios en Twitter, experto tecnológico, ha resuelto usar un viejo móvil Nokia sólo para hacer llamadas, se deshizo de su iPhone, toma notas con bolígrafo y cuaderno y lee libros en papel nada más. Otros sujetos “a la vanguardia de la tecnología están poniendo todo su empeño en hacerla retroceder unos pasos”, informa Nick Bilton, al menos en lo que respecta a sus vidas: desconectan el móvil al salir de casa, el wifi por las noches y los fines de semana, asimismo leen en papel en vez de píxeles en una pantalla.

Añadan a todo esto las recientes “revelaciones” hechas por el digno y sensato Edward Snowden, al cual persigue ahora la Administración de Obama por denunciar los abusos de dicha Administración y de la del Reino Unido en el espionaje masivo de las comunicaciones de los ciudadanos del mundo entero. He escrito esa palabra entre comillas porque hacía falta ser muy ingenuo para creer que cuanto se lanza a Internet no estaría sujeto, antes o después, al escrutinio de nuestros Gobiernos cada vez más totalitarios. Al contrario, se lo hemos puesto en bandeja. Si siguiéramos utilizando papel, sobre y sellos, como hasta hace nada, no digo que no pudieran inspeccionar nuestras misivas, pero les costaría muchísimo más tiempo y esfuerzo. Hoy mismo leo que, según Snowden, el Reino Unido pinchó más de 200 cables de fibra óptica, y que cada uno de ellos traslada en un día la información equivalente a 192 veces el contenido de todos los libros de la Biblioteca Británica. “Estamos empezando a dominar Internet”, decía con ufanía el autor de un documento ahora filtrado. Lo que más me inquieta es “empezando”, porque significa que lograrán ir mucho más lejos. Los investigados son, en su inmensa mayoría, “ciudadanos sobre los que no pesa sospecha alguna”. Y no se debe olvidar que, si el Estado puede conocer y almacenar nuestras comunicaciones, eso estará también al alcance de cualquier otra organización preparada.

Ustedes verán. Pero si nuestros Gobiernos nos tratan como a delincuentes, si han decidido saberlo todo sobre nosotros, lo público y lo privado y lo íntimo, si ya no podemos tener secretos de ninguna índole, habremos de actuar como delincuentes. Ya saben que la Mafia siciliana se comunica sólo mediante los piccini, papelitos escritos a mano que un recadero lleva del remitente al destinatario: la única manera de que nadie intercepte el mensaje, en principio al menos. Nos obligarán a seguir su ejemplo. Si nos ven como a criminales, nos tocará esquivar a nuestros gobernantes e intentar defendernos. Para cualquier cosa que no queramos que nadie sepa, habrá que volver al siglo XIX. Un gran engorro, desde luego. Pero, puestas así las cosas, yo no me asomaría a Internet, jamás, para nada que alguien pudiera volver en mi contra.

Gallardón indultó a siete cargos públicos o funcionarios por delitos de corrupción

19 agosto, 2014

Fuente: http://www.elpais.com

LA PROMESA INCUMPLIDA DEL MINISTRO

El ministro dijo ayer que nunca lo ha hecho, pero hay varios casos que lo desmienten.

El titular de justicia alega ahora que se refería solo al enriquecimiento de políticos.

Gallardón: “Mientras sea ministro no daré indultos por corrupción”.

VERA GUTIÉRREZ CALVO Madrid 13 MAR 2014 – 22:07 CET603

Corrupción: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. Corromper: “Sobornar a alguien con dádivas o de otra manera”. Apoyado en estas dos definiciones del diccionario de la Real Academia de la Lengua, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, afirmó el miércoles —y reiteró hoy jueves— que no ha concedido ningún indulto en casos de corrupción, y que no lo hará nunca. En realidad, su ministerio ha concedido en estos dos años media docena de indultos a cargos públicos o funcionarios municipales condenados por delitos de malversación de fondos o prevaricación urbanística. Pero Gallardón sostiene que eso no es estrictamente “corrupción”, porque los condenados no se llevaron el dinero a su bolsillo.

“Este Gobierno no ha concedido un solo indulto en casos de corrupción. Es más, mientras yo sea ministro de Justicia, no lo va a hacer”, dijo el ministro a última hora del miércoles, durante una conferencia ante estudiantes de Derecho de la escuela superior Esade, en Barcelona. Hoy, a media mañana, varios partidos de la oposición (PSOE, IU, ERC, UPyD, Compromís) y la asociación Jueces para la Democracia lo habían tachado ya de mentiroso, señalando que Justicia sí ha concedido indultos en casos de corrupción.

El propio ministerio, a través de un portavoz oficial, admitió más tarde que, entre los 691 indultos concedidos en 2012 y 2013, hubo diez en casos catalogados como “delitos contra la administración pública”; de ellos, siete están relacionados con malversación o prevaricación (el resto son delitos de otro tipo pero vinculados con el trabajo público). Aun así, Gallardón sostuvo que él no había mentido, porque la malversación y la prevaricación no siempre implican, dijo, corrupción.

“La corrupción no es un delito jurídico que esté como tal delimitado en el Código Penal”, afirmó el ministro. “Lo que me preguntaron ayer [en la conferencia en Barcelona] es si los políticos que se llevan el dinero a su bolsillo habían sido o iban a ser indultados. Y la respuesta es que no: ni lo han sido ni lo van a ser”, añadió. Esa respuesta de Gallardón el miércoles se entendió como un anuncio de que no indultará al exministro y expresidente de Baleares Jaume Matas, condenado a prisión por tráfico de influencias.

De los siete indultos concedidos por malversación o prevaricación en estos dos años, el más claro es el de Josep María Servitje, miembro de Uniò Democràtica y ex número dos del Departamento de Trabajo de la Generalitat de Cataluña, que evitó la cárcel tras ser condenado —en el llamado caso Treball— a cuatro años y medio de prisión por prevaricación y malversación en la adjudicación de informes a varias empresas. Hay también tres ediles y un exalcalde del PP de un municipio malagueño indultados tras ser condenados por conceder licencias de obra sin proyecto arquitectónico. Y otros dos casos de malversación menor (ver cuadro). Además, el Gobierno indultó a un cargo de la subdelegación del Gobierno en Cáceres que había estafado a inmigrantes cobrándoles dinero por falsos permisos de residencia (este último caso no está incluido en los diez catalogados como «delitos contra la administración pública» por el ministerio).

El portavoz de Justicia del PSOE, Julio Villarrubia, acusó a Gallardón de faltar a la verdad porque ha concedido, dijo, “bastantes” indultos en casos de corrupción, y abogó por una reforma legal que los prohíba en esos casos. Gaspar Llamazares, de IU, y Joan Tardà, de ERC, afirmaron directamente que “el ministro miente”. Y Rosa Díez, de UPyD, registró esta pregunta parlamentaria al Gobierno: “¿No considera el Gobierno el delito de malversación como un delito asociado a la corrupción?”. También la asociación Jueces para la Democracia emitió un comunicado en el que arremete contra el ministro por no decir “la verdad” y reclama una reforma de la ley de indulto.

Informes inútiles, licencias ilegales

V. G. C.

El Gobierno del PP concedió 501 indultos en 2012 (rechazó 6.995) y 190 en 2013 (rechazó 6.776). De ese total de 691 indultos concedidos, diez son de “delitos contra la administración pública”. Tres de estos, sin embargo, no tienen que ver con corrupción: son por desobediencia, denuncia falsa y omisión del deber de perseguir delitos. Estos son los otros siete:
‘Caso Treball’.Josep Maria Servitje, de Uniò Democràtica y ex número dos de Trabajo en la Generalitat de Cataluña, fue indultado en marzo de 2012 y evitó así entrar en la cárcel. Había sido condenado a cuatro años y medio por prevaricación y malversación. Según el tribunal, él y el resto de condenados habían pagado años atrás 7,6 millones de pesetas (46.158 euros) a varias empresas a cambio de la elaboración de varios informes sin ninguna utilidad, con el objetivo de que el empresario beneficiado “pudiera disponer del dinero obtenido en beneficio propio o de terceros». Ese empresario también era militante de Uniò, de modo que en el caso sobrevoló desde el principio la sospecha de que detrás pudiera haber una vía de financiación irregular del partido (no determinada por el tribunal).
Exalcalde del PP. Tomás Gómez Arrabal, exalcalde del PP de Abdalajís (municipio malagueño de 2.700 habitantes), y otros tres ediles de ese partido fueron indultados en julio de 2012. Habían sido condenados a prisión por delitos continuados de prevaricación urbanística cometidos entre los años 2001 y 2004, cuando concedieron licencias de obra ilegales (sin proyecto arquitectónico) a locales comerciales. Los grupos municipales de PP, PSOE e IU pidieron el indulto por entender que no había habido intencionalidad ni lucro.
Apropiación de bienes embargados. El Gobierno indultó el pasado septiembre a una funcionaria y miembro de la dirección del PSOE en un barrio de Sevilla. Había sido condenada a tres años de prisión por malversación de bienes públicos, al sustraer un coche procedente de un embargo y del que era depositaria.
Malversación impropia. Otra funcionaria, esta del Ayuntamiento de Alicante, fue indultada de la pena impuesta por expedir un informe de servicios sociales a una persona con la que tenía una relación.
Venta de permisos falsos a inmigrantes. En mayo de 2012 el Gobierno rebajó la pena mediante un indulto a Constancio Alvarado, exsecretario de la subdelegación del Gobierno en Cáceres, condenado en 2010 por vender permisos falsos a inmigrantes (las cantidades pagadas por estos a cambio de los papeles llegaban a los 3.000 euros). El ministerio rebajó la pena de prisión de dos años y seis meses a dos años, lo cual impide el ingreso en la cárcel cuando no hay antecedentes. Este indulto no está incluido en los diez catalogados por el ministerio como «delitos contra la administración pública», porque pertenece al ámbito de los delitos de falsedad.

Lo que nos pasa

7 agosto, 2014

Fuente: diario EL PAÍS

Deberíamos hacer cola por la mañana, a la espera de que abrieran los quioscos, para conocer el escándalo del día

JUAN JOSÉ MILLÁS 28 FEB 2014 – 00:00 CET

En una época de paro, explotación y supresión de derechos laborales, los sindicatos de clase deberían gozar de un protagonismo del que huyen como de la peste. En una época de políticas de extrema derecha, con atentados gravísimos a las libertades individuales (la ley del aborto, verbi gratia), los partidos de izquierda deberían brillar como el neón en las encuestas de intención de voto. En una época de mentiras públicas diarias, lanzadas a granel en los telediarios, en las emisoras de radio y hasta en el Congreso de los Diputados, la verdad debería declararse Patrimonio de la Humanidad o ser objeto al menos de los cuidados de las especies en extinción. En una época en la que la monarquía se falta el respeto a sí misma cada martes y cada jueves, la República debería constituir una aspiración moral de proporciones ciclópeas. En una época en la que se contempla pasivamente cómo un grupo de inmigrantes se ahoga intentando alcanzar la orilla o, peor aún, se contribuye a que mueran con disparos de pelotas de goma, los que se llaman a sí mismos defensores de la vida deberían incinerarse a lo bonzo ante el Ministerio del Interior para poner en evidencia el cinismo gubernamental. En una época en la que los bancos roban a sus clientes, en la que a los políticos se les descubren cuentas en Suiza un día sí y otro también, en la que los enfermos agonizan y mueren en los pasillos de los hospitales, en la que el peso de la carga fiscal cae sobre las clases medias y bajas, y en la que se amnistía a los defraudadores de gran tonelaje, el periodismo de denuncia debería conocer uno de sus momentos de gloria: deberíamos hacer cola por la mañana, a la espera de que abrieran los quioscos, para conocer el escándalo del día.

¿Qué ocurre entonces? No sé, quizá, que la obsesión por lo que nos pasa, nos impide averiguar lo que pasa.

Menos mal que no votamos a los comunistas

21 febrero, 2014

Fuente: http://www.eldiario.es

 

Al final no lo hicimos. De la que nos hemos librado

Pascual Serrano 19/12/2013 – 20:47h

La vivienda situada en la calle Ofelia Nieto evita el desalojo

En la vivienda situada en la calle Ofelia Nieto se logra evitar el desalojo. / Olmo Calvo

No votéis a los comunistas porque, cuando gobiernen, os quitarán vuestras casas («Un desahucio cada 15 minutos»).  Nacionalizarán las compañías eléctricas y os subirán el recibo de la luz («El recibo de la luz se disparará más de un 11% en enero»). Se gastarán todo el dinero de vuestros impuestos en nacionalizar los bancos («El Gobierno destina otros 41.000 millones de dinero público para ayudar a la banca. Los avales del Estado pasan de 217.043 a 258.000 millones»). Y arruinarán a los pequeños empresarios impidiendo que se puedan financiar «(La financiación a las empresas desciende un 10% y también toca mínimos de toda la crisis»).

El comunismo corrupto utilizará los bancos donde tenga influencia para dar préstamos a sus amigos o familiares («Recarte se interesó en Caja Madrid por una operación denegada a unos socios suyos de Libertad Digital««Bankia cede la gestión de su negocio inmobiliario al fondo buitre del hijo de Aznar»«Blesa negoció un contrato de intermediario para Aznar en una empresa armamentística»).

Como resultado de todo ello, vendrán tiempos de pobreza y hambre («La crisis obliga a ‘millones de personas’ a alimentarse de la basura, según la Fadsp»).

Además, os quitarán las libertades, como hicieron en Rusia, os multarán si os manifestáis («Multas de 600.000 euros por convocar una protesta en Twitter ante el Congreso») o incluso comprarán un camión para disolver con chorros de agua las manifestaciones ciudadanas «(La Policía comprará un camión antidisturbios lanza agua») .

Por supuesto, los comunistas intentarán controlar a través del Estado tu vida privada y tus principios morales («150 organizaciones suscriben un pacto contra la reforma de la Ley del Aborto»;«La asignatura de Religión ‘resucita’ en las aulas»).

Menos mal que, al final, no votamos a los comunistas. De la que nos hemos librado.

¿Recuperación? Ahorramos en prima de riesgo y dilapidamos en deuda pública

12 octubre, 2013

Fuente: http://www.eldiario.es

 

Rajoy nos ha endeudado en 207.234 millones de euros más que Zapatero desde que está en el poder.

La deuda pública ha aumentado al mayor ritmo de la historia y en cuantía que no se ha conocido en más de un siglo, a pesar de los recortes de servicios, privatizaciones, alzas de precios y subidas de impuestos.

El Gobierno ha invertido el 97% de la «hucha de pensiones» en deuda pública para «dar confianza» y rebajar la prima de riesgo.

Rosa María Artal 21/08/2013 – 20:31h

El gobierno y su poderosa máquina mediática han lanzado la idea con la parafernalia de sus mejores campañas: se está acabando la recesión y se vislumbra el fin de la crisis. Buena parte de la sociedad ya la ha engullido. La prima de riesgo ha bajado, repiten a quien les quiera oír. Dato profusamente destacado frente a las variables de la economía real que apenas se citan. El auténtico escenario nos sitúa ante un aumento de la deuda pública desde la llegada de Rajoy al Gobierno a un ritmo sin precedentes, el mayor que se ha dado jamás. En el hecho de que pagamos –coyunturalmente- menos intereses por los créditos que ha pedido el país, pero debemos mucho más dinero, cada vez más. Algo asombroso si se piensa en el brutal descenso del gasto público, en los recortes de servicios y alzas de precios sin fin. No han servido absolutamente para nada en el balance, más aún, parecen ya el único filón del que seguir tirando. La política económica del PP –no hablemos ya de las otras- puede pasar a los anales de la historia como la más caótica del período democrático. Con serios riesgos.

Comencemos por la aireada prima de riesgo que nos dicen tan saneada. De entrada vemos que simplemente ha vuelto a los niveles en los que estuvo con Zapatero cuando era “imprescindible” apostar por el PP. En este enlace interactivo –con datos oficiales- se ve la evolución respecto a Alemania que es el país que se utiliza como referencia. El diferencial había llegado a estar en 20 puntos el 26 de Mayo de 2008. Sí, 20 puntos, eran los felices tiempos en los que la prima no había entrado a formar parte de nuestras vidas.

Tal como he recordado varias veces, el riesgo se dispara cuando los gobiernos neoliberales deciden que se dispare, en 2010. Es entonces cuando inician la ficticia y especulativa “crisis de la deuda”. En 103 puntos está el 12 de Mayo el diferencial de la prima española con el bono alemán, 192 el 18 de Junio, por ejemplo. Y desde ahí la escalada ascendente no cesa. El máximo registrado durante el gobierno de Zapatero fue 290 el 8 de Agosto de 2011 salvo una oportuna alza en sprint justo la víspera de las elecciones del 20 de Noviembre que lo deja en  467.

 Durante el gobierno de Rajoy se tocó techo con 612 puntos el 25 de Julio de 2012. Cuando los medios hablaban del chollo que era comprar deuda española por los elevadísimos intereses que reportaba: hasta el 17% de beneficio, una rentabilidad nada fácil de conseguir. Aún la lograron mayor los “inversores” con Grecia o Portugal a veces. Estos días la prima de riesgo ha venido oscilando en torno a los 250/260 puntos y ésa, nos dicen, es la gran noticia. Que lo es, siempre es preferible pagar menos que más, pero no olvidemos contemplar el conjunto.

  Tres causas fundamentales han influido en el descenso –coyuntural, repito- de la prima de riesgo española.

  • La inmediata, que ha subido el bono alemán. Se ha reducido la diferencia con otros países también.
  • El segundo factor es la intervención (poniendo dinero) del BCE a raíz del descomunal aumento de la prima española del verano pasado. Lo reconocen miembros del gobierno incluso, como Íñigo Fernández de Mesa, Secretario General del Tesoro, en declaraciones a periódicos económicos. Pero no se sabe cuánto durarán las inyecciones.
  • Y, en tercer lugar, la arriesgada jugada del PP de comprar nuestros propios bonos del Estado vaciando la hucha de las pensiones. Hasta el 97% de ella se ha dedicado a este fin. No es la primera vez que los gobiernos recurren a esta medida extrema –romper la hucha del abuelo-, pero nunca en tan enorme proporción y dedicando toda la inversión a deuda española sin diversificar los riesgos. De este modo, apostamos a ganar o perder con un remanente que debería preservarse al máximo y, además, pagando intereses por nuestro propio dinero que se saca al casino de la especulación. Los medios internacionaleslanzan cada poco la voz de alarma, los españoles escasamente  incluso quitando importancia a lo que sí parece tenerla… y Báñez, muy en su línea, se muestra encantada de su labor.

El resultado de estas maniobras dependerá de la confianza que despierte España. De si los “mercados” creen que va a pagar o no lo que debe.  Y ahí viene en su ayuda –y en nuestra desgracia- la reforma de la Constitución que perpetraron en 2011 Zapatero y Rajoy a instancias dela UE. En ella se consagra la prioridad del pago de la deuda sobre cualquier otro interés ciudadano. Saben que el gobierno abonará la cuenta aunque tenga que dejarnos sin pensiones, sin hospitales, o sin comer. Dado que ellos realizan todas esas funciones a plena satisfacción, e incluso con sustanciosos “complementos” salariales, por esa parte no hay problema.

 Pero sí en cómo está llevando el PP la política económica. Rajoy ha elevado la deuda pública española a niveles no conocidos en décadas, concretamente en más de un siglo. 1910 es el anterior referente. La deuda es un mecanismo de los gobiernos para financiarse que incluso gozó de notable predicamento antes de la era de la austeridad. Pero hay una diferencia abismal entre dedicar el dinero prestado a inversiones (como hacen otros países muy endeudados también) que verán una rentabilidad, social también, y gastarlo, dilapidarlo, en el más estricto sentido de la palabra. Ese Rajoy que decía: “ no hay que gastar más de lo que se tiene, es de sentido común”, se ha pulido 207.234 millones de euros más que Zapatero desde que está en el poder. Sin dedicarlo a nada productivo y dando tajos letales encima a todo lo público, sanidad, educación, universidad, investigación ciencia, cultura, dependencia. Vendiendo cuanto pilla de nuestro patrimonio. Ha gastado mucho más de lo ingresado a pesar de esos recortes y de las subidas de impuestos. Los que cobran de esa deuda y esos intereses no tienen queja, eso sí, pero todo tiene un límite si se hunde el país o la sociedad.

 Aquí lo vemos, en este otro enlace interactivo figura la evolución de la deuda pública española desde 1998. Nunca llegó al extremo actual. Del 69,30% que acabó oficialmente 2011, estamos ahora, en Agosto de 2013, en el 90,3%. Y todo eso es dinero que se añade a nuestro agujero, al pasivo. ¿Lo pagaremos más barato? Qué suerte tenemos, nos “ahorramos” un montón mientras las arcas se vacían y tenemos que rellenarlas con créditos. Los datos son más espectaculares si los miramos en detalle. Cada español debía 9.608 euros al inicio de la crisis, cuando contaba con los servicios públicos esenciales. Los destrozos de los poderes financieros que nos hicieron pagar elevaron esa deuda a 16.008 euros a finales de 2011, manteniendo aún prácticamente todas las prestaciones. Hoy adeudamos más de 20.000 euros por cabeza habiendo sido privados hasta de derechos.

 El PP parece haber basado lo que llama “recuperación” en el abaratamiento de los salarios y de las condiciones laborales. En la exportación de los que fabriquen algo, no tanto en el mercado local. No hay modelo productivo alguno –salvo Eurovegas- y persistir en el turismo, tan vulnerable a otras circunstancias. Será  poco probable por tanto recuperar el consumo y seguirán cayendo empresas, puestos de trabajo más o menos dignos y esas variables que cada día nos asolan como las cifras de morosidad. Sin duda, en un empobrecimiento de las condiciones de vida, en donde nada es “gratis” aunque nos frían a impuestos. Y todo lo damos a cambio ¿de qué? ¿Dónde parará la alocada carrera de restar a los ciudadanos para pagar una deuda que no deja de crecer y sin invertir en absoluto? ¿Dónde meten Rajoy y el PP el dinero y qué buscan en realidad? Una gestión económica nefasta, sin duda, por no pensar en algo peor. Si hoy auditar la deuda (y saber cuál es ilegítima y cuál no) parece una utopía, detener al menos esta sangría resulta tarea inaplazable. A la prima la visten de seda mientras se desnuda a buena parte de la familia.

Izquierda Unida: generosidad o casta

7 junio, 2013

Fuente: http://www.eldiario.es

Víctor Alonso Rocafort 02/03/2013 – 21:25h

Hace poco más de 100 años, un joven socialista alemán quiso analizar por dentro la organización del partido que en aquel entonces todavía era el referente del socialismo internacional, el Partido Socialdemócrata Alemán. Lo que vio no le gustó. Escribió entonces un clásico de la ciencia política que aún hoy se estudia como referencia en todas las Facultades del mundo: Los partidos políticos. En él, Robert Michels desarrollo la célebre ley de hierro de las oligarquías según la cual toda organización política tiende a concentrar un grupo de dirigentes en la cúpula que, irremediablemente, comienza a confundir sus intereses con los del partido, con los de sus militantes y simpatizantes. El interés de esta casta oligárquica sería su propia supervivencia, el mantenerse al frente del poder interno, en lugar de desplegar las políticas que reclaman sus bases.

Izquierda Unida es quizá uno de los partidos más democráticos de los que tienen hoy representación parlamentaria en España. Su programa está conectando con cada vez más personas que buscan alternativas reales, justas y democráticas a esta crisis. No solo su militancia, sino también algunas figuras importantes de su dirigencia, participan en los movimientos ciudadanos de resistencia a las políticas implantadas tanto por el anterior gobierno del PSOE como por el actual del PP. Durante el pasado Debate sobre el Estado de la Nación, las palabras de los portavoces de Izquierda Plural se escuchaban distintas a las de la mayoría: eran claras, honestas y directas. Y sin embargo, aun creciendo en las encuestas, IU no acaba de despegar.

Quizá se deba a que todavía esta coalición acoge demasiados resabios de vieja política en su seno. Y eso también se escucha. Como queriendo dar la razón al joven Michels, por muy marxistas y demócratas que se consideren sus dirigentes, no dejan de vislumbrarse problemas oligárquicos. El pasado 19 de febrero asistíamos, en Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid, a la representación de un viejo movimiento que ya describía Michels en algunos capítulos de su libro. En un proceso más democrático que el de los partidos hegemónicos en España, sí, pero con grandes carencias aún, la lista continuista con la dirección anterior representada por dirigentes como Ángel Pérez, Gregorio Gordo o el denostado José Antonio Moral Santín, había logrado mantener el pasado diciembre las riendas del Consejo Político. Como líder, sin consenso, escogieron a un joven y valioso economista de su facción, Eddy Sánchez. Esta misma semana los dirigentes vencedores han confirmado que en la Ejecutiva no habrá un solo representante de la lista crítica que logró un 49% de los votos delegados. Recordemos que los militantes no votaban directamente, y que tampoco se consultó a los simpatizantes.

Los dirigentes de Izquierda Unida de la Comunidad de Madrid han sido responsables durante los últimos años de crear una fuerte desafección entre los movimientos sociales madrileños. El runrún del llamado “marxismo-ladrillismo” les ha perseguido durante años, sin que hayan tenido los reflejos de salir a la palestra, de forma transparente, e incluso indignados por lo que podría ser una calumnia, y así defender las actuaciones de sus dirigentes en materias urbanísticas. A ello se ha sumado el desastre de Moral Santín, ex consejero de Bankia con sueldo astronómico e incapaz de oponerse a la política de desahucios de la entidad en su momento. Él debe más que nadie, desde hace meses, una explicación detallada y transparente de su actuación.

Robert Michels indicaba en su libro que los partidos socialistas europeos se jactaban de tener una estructura descentralizada, federal, lo que traería por sí sola más democracia. En la práctica demostró, sin embargo, que las pequeñas oligarquías regionales dominaban férreamente sus territorios, así como pugnaban por sus competencias frente al centro neurálgico del partido.

En Andalucía la dirección de Izquierda Unida decidió, tras las últimas elecciones, entrar en el gobierno socialista dirigido por José Antonio Griñán. A pesar del escándalo de los ERE, ventilado en una comisión de investigación parlamentaria que ha resultado ser una pantomima más. A pesar también de que, al poco de gobernar, el PSOE imponía con éxito a su nuevo socio una serie de recortes en servicios públicos básicos, “obligado” por las mismas presiones que hicieron en mayo de 2010 renunciar a su programa al presidente Zapatero. Esta vez sustituyendo Madrid por Bruselas. Pues bien, a pesar de esto, Izquierda Unida de Andalucía no se bajó del carro, es decir, de las Consejerías, para indicar que otra política económica no sólo es posible, sino necesaria. Por supuesto, dignos sectores minoritarios del partido en Andalucía alzaron su voz para criticarlo; pero no pasó nada.

Como adelanté al principio, al analizar la oligarquía de los aparatos dirigentes Michels se fijó principalmente en lo que calificaría de bonapartismo de los líderes. Los intereses del aparato dominante “son siempre conservadores (…) y en una situación política dada estos intereses pueden dictar una política defensiva y aun reaccionaria cuando los intereses de la clase trabajadora reclaman una política audaz”.  

A nadie se le escapan los deseos de cambio radical de gran parte de la ciudadanía española. Con el bipartidismo hundiéndose en las encuestas, el ejemplo de Syriza en Grecia ha animado a muchos en nuestro país a suspirar por ese modelo. En él se unen partidos muy diferentes de la izquierda griega, y se defiende un programa muy claro, con una política y una economía radicalmente distintas a las que nos sumen hoy en el abismo. Syriza se alzaría hoy probablemente con la mayoría del respaldo popular, de celebrarse elecciones en su país, tal y como Alternativa Galega asciende a gran ritmo en Galicia.

Sin embargo el líder actual de IU, Cayo Lara, dijo hace apenas unas semanas al renovar como coordinador general de la formación que “esta es la Syriza española”. Con estas palabras ninguneó a tantas organizaciones políticas, colectivos y ciudadanos que aspiran a una unión de las izquierdas. Días después, el propio Lara echaba un jarro de agua fría a los partidos que en diversas naciones del Estado plantean desde la izquierda la defensa del derecho a decidir, no como un camino necesario a la independencia, sino como una forma de engrandecer la democracia mediante la consulta directa a la ciudadanía. La decisión sobre la posible independencia de Cataluña, vino a decir Lara, es asunto de todos los españoles y no solo de los catalanes.

Este nuevo tapón sobre las aspiraciones a la unión de las izquierdas en todo el Estado —sobre la base del respeto a las diferencias, pero animados por un potente programa común— ha contribuido a plantear serias dudas sobre si Cayo Lara está haciendo lo suficiente a la hora de trenzar una amplia alternativa de gobierno frente a PP y PSOE. Por el momento los representantes de todos los partidos parecen seguir con la lengua fuera, ya sea a favor o en contra, las acciones políticas de la ciudadanía, sea en las mareas, en la paralización de los desahucios o en las exigencias de honestidad en la vida pública. Esta nueva política ciudadana exige reformas concretas que permitan establecer de manera consistente la democracia directa en el régimen político, pero también precisa de un apoyo parlamentario que pueda ser reflejo, complemento e interlocutor del mismo.

Llegados a este punto, una aclaración. Debe reconocerse la honestidad y la cercanía de la acción política de Cayo Lara, o de otros dirigentes como José Luis Centella o Gaspar Llamazares, que han logrado serenar los ánimos de una formación tradicionalmente cainita en sus luchas internas. A pesar de las críticas que se les puede —y se les debe— hacer, a mi juicio son de lo mejor que tenemos en el actual Parlamento español.

Y sin embargo, no están siendo capaces de olvidarse de sus siglas, de desterrar prácticas jerárquicas en la estructura de su partido, de enterrar sus intereses y los de su aparato, de unirse en alianzas con el resto de las izquierdas del país en torno a un programa de alternativa radical a la política y la economía de estas tres últimas décadas. Es por ello que nos debemos atrever a solicitarles que sean generosos y propicien un gran cambio en el que sus figuras, quizá, ya no tengan por qué ser centrales. Con respeto, con admiración hacia un trabajo honrado, cotidiano, a pie de calle, con un reconocimiento hacia parte de lo que han conseguido también internamente, algo en lo que direcciones anteriores naufragaban una y otra vez. Pero con la lealtad de atrevernos a expresar que en este momento político deben anteponer los intereses de militantes, simpatizantes y ciudadanía a su permanencia en el poder de la coalición. Y es que además, con la que está cayendo, IU todavía se encuentra oscilando en los sondeos entre el 10 y el 15% de los votos de la ciudadanía que acudiría a las urnas. Es tiempo de construir desde la prudencia y la paciencia, sí, pero también con una imaginación política radical. De lo contrario, en poco tiempo se empezará a situar también como oligarquía de partido, como casta, a los más inmovilistas.

Sobre el final de Robert Michels: desencantado con el partido socialista alemán, de ser un ardiente y lúcido defensor de la democracia acabó cayendo en la seducción populista del fascismo. El peligro que hoy se vislumbra en España es que, como sucedió en Italia tras la tangentópoli, el populismo suceda al bipartidismo. Los últimos sondeos así mostraban que UPyD, un partido que solicita la “regeneración” reclamando “España para los españoles”, tomaba un ritmo ascendente mayor que el de IU; o que la abstención sería la opción escogida por casi la mitad del electorado.

Para terminar es preciso también una advertencia. Nos equivocaríamos una vez más si nos centráramos en pedir únicamente cambios en direcciones regionales e incluso federales, o si nos entregáramos a las alternativas que se vislumbran porque hablen mejor, tengan menos años, estén más formadas, se adapten de forma exquisita a la democracia de audiencia de la que habla Bernard Manin, o sean más cercanos a la ciudadanía indignada. Estas son razones a tomar en cuenta, cómo no. Y son argumentos que también impulsan esta crítica.

Sin embargo, lo que debe cambiar es el funcionamiento de la organización que surja de las nuevas alianzas. La confianza, la amistad política y el respeto por la pluralidad, incluso en el conflicto, deben ser sus motores. Con una rotación de cargos ágil, sin miedo a las deliberaciones públicas y los votos directos de quienes se consideren parte del proyecto. Con un protagonismo ciudadano real. Hay un programa claro que defender, unas ideas compartidas por cada vez más gente y una ilusión cívica con muchas ganas de expresarse. Necesitamos que la democracia logre colarse hasta las últimas rendijas de cualquier organización partidaria para fijar garantías y procedimientos nuevos. Porque, y aquí sí contradigo a Michels, no hay leyes de hierro en política. Esta es impredecible; a cada instante se puede construir lo que hoy parece imposible. Pero para ello necesitamos generosidad y altura de miras.