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Almudena y Mario

14 May, 2022

Fuente: http://www.infolibre.es

Ian Gibson

14 de enero de 2022 21:02h

Yo ya lo sabía, pero la reacción ante la muerte a deshora de Almudena Grandes es la prueba definitiva: España cobija a la derecha más abyecta, más inculta, más ruin y más hipócrita (sepulcros cristoneofascistas blanqueados) de Europa. No es que a mí me parezcan angelitos los conservadores británicos, pero siempre ha habido entre ellos personas razonables, éticamente decentes, capaces de disfrutar y aprender de la lectura y de discrepar, al dirigirse a los de la bancada de enfrente, sin algarabías, sin insultar, sin rezumar desdén. También en Francia los ha habido, y hay dialogantes, raisonnables. Aquí, según parece, no. O, si están, no recriminan nunca a sus propios representantes cuando se pasan de la raya. En cuanto a estos, el adversario de izquierdas no es tal sino enemigo, sin más, y lo único que cuenta es derribarlo como sea y cuanto antes mejor. ¿Ha leído el alcalde Almeida alguna novela de Grandes, para justificar su actitud, su negativa a que fuera nombrada hija predilecta de la capital? ¿Por qué, en sus múltiples entrevistas recientes, televisivas y otras, no se lo han preguntado los profesionales del ramo? Para, en el caso de recibir una contestación afirmativa, inquirir sobre títulos y contenidos. Ello es patético y grotesco, porque, como ha apuntado Antonio Ruiz Valdivia, la autora de El corazón helado “era Madrid, nadie ha contado en las últimas décadas sus calles como ella”. Ni sus calles, ni sus gentes, ni “el agujero negro por el que se perdían una buena parte de los españoles del siglo XX” (Tereixa Constenla). 

Me imagino que, en realidad, las derechas patrias no leen, ni por asomo, nada que sea crítico con sus propios planteamientos. El último y documentadísimo libro de Paul Preston, por ejemplo, Arquitectos del terror. Franco y los artífices del odio (Debate), demoledor para las fake news de los vencedores sobre su régimen genocida, ¿lo van a tener en consideración, lo van a sopesar? Apuesto a que jamás. Es la obra de un guiri deleznable, dirán, de un historiador rojo y, como tal, mentiroso. Esta manera de ser y estar me recuerda, por asociación, a lo que le comentó alguien en Barcelona a Julio Llamazares, cuando hace un par de años el escritor investigaba in situ la estancia en la Ciudad Condal, tan admirada por Cervantes, del Caballero de la Triste Figura“Aquí, ¡cómo vamos a leer el Quijote cuando en Cataluña tenemos el Tirant lo Blanch! (que, por cierto, es valenciano). 

El 11 de octubre pasado, escasas semanas antes de su muerte, Almudena Grandes publicó en El País, en su muy leída columna semanal, un texto titulado “Ídolo”. Texto que, releído hoy, me produce intensa emoción por su valentía y su sinceridad. Se trataba, sin nombrarle, de Mario Vargas Llosa, que había influido poderosamente en la vocación de la naciente escritora, deslumbramiento confirmado posteriormente, pero ahora, para la tristeza de ésta, caído de su pedestal a raíz de ciertas alegadas miserias a las cuales el ser humano, a pesar de poseer otras cualidades más apreciables, es tan proclive. “La admiración no cambia —terminaba la jeremiada de Grandes—, pero más allá está el frío, el dolor húmedo del abandono y esa insoportable sensación de orfandad”. 

El Nobel, que yo sepa, no se dio por aludido. Tampoco me consta que haya comentado el brutal rechazo de la novelista por el Partido Popular, tan de sus amores, y de Vox.

¿Qué significa decir, hoy, que uno es un “liberal de verdad”? A mí me parece una autodesignación vacua, carente de contenido

La desilusión de Almudena Grandes con Vargas Llosa emanaba en parte de la reciente revelación por El País según la cual, en 2015, el peruano habría tenido una sociedad en un paraíso fiscal “para gestionar el dinero proveniente de los derechos de autor de sus obras y la venta de varios inmuebles en Madrid y Londres”. Operación emprendida, antes de conseguir la nacionalidad española, para eludir, presuntamente, el pago de impuestos en el país correspondiente del momento. Vargas Llosa formuló su desmentido al día siguiente en una carta remitida a la directora del mismo periódico. Terminaba así: “Aunque no siempre estoy de acuerdo con los impuestos elevados, siempre he cumplido con las leyes, como solemos hacer los liberales de verdad”.   

¿Qué significa decir, hoy, que uno es un “liberal de verdad”? A mí me parece una autodesignación vacua, carente de contenido. Me imagino que tampoco le cayeron bien a Almudena Grandes unas manifestaciones del Nobel hechas, a finales de septiembre, al término de la convención del PP, cuando anunció que en los próximos comicios generales iba a votar “bien” y, en vez de seguir apoyando a Ciudadanos, dará su confianza al partido dirigido por Pablo Casado, a quien colmó de elogios (decisión que a su vez procuró razonar en un artículo, “Votar ‘bien’ y votar ‘mal’”, publicado en El País el 17 de octubre). 

La presencia del escritor en tal cónclave lo decía todo. Porque el PP, como se ha demostrado y se sigue demostrando, es un partido de corrupción sistémica, consustancial. Un partido incapaz de admitir sus errores, de pedir perdón cuando le incumbe, y, para más inri, de condenar el régimen criminal del cual procede. ¿Por qué optó el Nobel por no seguir defendiendo a Ciudadanos, en su inicio partido de centro abierto al diálogo y a los pactos, y ahora tan necesitado de que le siguiera echando una mano? ¿No habría sido un rasgo de coherencia, incluso de magnanimidad?

Creo que a Almudena Grandes le habría disgustado, y mucho, la última “Piedra de toque” de Vargas Llosa en El País, titulada Los dictadores (2 de enero), donde se refiere al reciente magno cambio operado en Chile. En ella el peruano insiste en que, desde niño, sintió  “una aversión visceral” por todos los dictadores de América Latina, del color que fuesen, y recuerda su lucha, desde el primer momento, contra Pinochet. No duda que Chile, ahora, ha cometido una “grave equivocación”, eligiendo, como presidente electo, al adalid de la nueva izquierda del país, Gabriel Boric, en vez de al ultraderechista José Antonio Kast, “que me parecía representar una continuación sensata de la política económica que había llevado a Chile casi a alcanzar a ciertos países europeos y a distanciarse mucho del resto de América Latina”. Pero, ¿por qué se trata necesariamente de una equivocación por parte del electorado chileno? No hay indicación alguna de que Boric sea un dictador en potencia.

¿No sería justo concederle un margen de confianza, a la espera de la formación de su Gobierno el 11 de marzo? 

Para ir terminando, si Vargas Llosa odia tanto las dictaduras, y le creo, sorprende que nunca se haya explayado en el mencionado diario sobre la radical maldad del franquismo, la exitosa exhumación del dictador por el Gobierno de Pedro Sánchez, el futuro del Valle de los Caídos y las más de 100.000 víctimas de aquel criminal régimen todavía abandonadas en cunetas y fosas comunes a lo largo y lo ancho del país.

Creo, en fin, que el venerable escritor está hoy mucho más en sintonía con Abc o La Razón que con la actual línea editorial de El País, tutelada por Pepa Bueno. Ya se fue Antonio Caño. ¿Por qué no sigue su ejemplo y nos deja en paz a los lectores vitalicios del rotativo, que, desde su nacimiento en 1976, ha venido mayormente alegrando nuestros días y nuestras esperanzas? Y que lo sigue haciendo, gracias a su larga lista de comentaristas progresistas de primera fila: los de siempre y los de incorporación más flamante.

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Ian Gibson es hispanista, especialista en historia contemporánea española, biógrafo de García Lorca, Dalí, Buñuel y Machado.

La Guerra Civil no fue una guerra fratricida entre dos bandos igualmente deshumanizados y violentos

14 enero, 2022

Fuente: http://www.blogs.publico.es

VICENÇ NAVARRO SEPTIEMBRE 2, 2021

Imagen de archivo de Franco almorzando con el general Dávila durante la Guerra Civil. — EFE

Imagen de archivo de Franco almorzando con el general Dávila durante la Guerra Civil. — EFE

En un artículo reciente («Por qué es tan difícil recuperar la memoria histórica«Publico. Agosto 10, 2021), que causó gran revuelo, hice una crítica a los historiadores Paul Preston y Ángel Viñas por su aceptación —en una entrevista en La Vanguardia el último 18 de julio —de la tesis promovida por el establishment político-mediático español de que la transición de la dictadura a la democracia en España había sido modélica, definiéndola como «maravillosa» y «un milagro» (en el caso de Paul Preston) y «un éxito al desbaratar la estructura institucional política y jurídica del franquismo» (según Ángel Viñas). Indicaba en mi artículo que, resultado del gran desequilibrio de fuerzas en el Estado español (controlado en parte por los herederos de los vencedores en la Guerra Civil, que poseían también la mayoría de los medios de información y persuasión del país) el proceso de transición distó mucho de ser «modélico», «maravilloso» o «exitoso» pues el resultado de tal proceso fue una democracia muy incompleta, no homologable a la mayoría de las democracias europeas y con un bienestar muy insuficiente (para documentar tal afirmación ver mis libros Bienestar insuficiente, democracia incompleta. De lo que no se habla en este país. Anagrama, 2002 y El subdesarrollo de España. Causas y consecuencias. Anagrama, 2006). Terminaba mi artículo alertando de que se estaban reproduciendo, incluso entre intelectuales de clara trayectoria progresista, tesis promovidas primordialmente por los vencedores de la Guerra Civil y sus herederos, y ello como consecuencia de la profunda hegemonía que tal establishment tiene todavía hoy en la vida intelectual, cultural y académica del país.

La supuesta equidistancia y corresponsabilidad de los republicanos y los golpistas en determinar el fin de la II República

Otra tesis promovida también por el establishment político mediático español, relacionado con la tesis anterior, es que, en el análisis del fin trágico de la II República se establece una corresponsabilidad y equidistancia de responsabilidades atribuyéndose tal fin, por igual, al comportamiento de las fuerzas republicanas por un lado y a la rebelión militar, por el otro. Ambos lados (bandos) del conflicto fueron así responsables de lo ocurrido, y siendo conscientes de su responsabilidad prefirieron el olvido del pasado, explicándose así la pasividad, tanto de los unos como de los otros en la recuperación de la Memoria Histórica. De esta manera, la falta de recuperación de la Memoria Histórica ha tenido como objetivo el olvidar aquel pasado pues todos ellos habrían contribuido por igual a los elementos tan negativos de tal historia.

Tal tesis aparece, en parte, en «Los diez tweets para explicar la Guerra Civil española» de amplia difusión, que leí con interés y también con preocupación, escrita por otro historiador, Julián Casanova, del cual he leído sus escritos con gran atención aun cuando en su narrativa de lo ocurrido utiliza una terminología y unos conceptos derivados más de términos y conceptos de la cultura dominante de los vencedores que de los vencidos en aquel conflicto. Ha tenido una amplia difusión debido al formato en que se presentó su síntesis de la Guerra Civil española en 10 tweets. Ni que decir tiene que el lenguaje del tuit es súper telegráfico y poco útil para analizar situaciones complejas. De ahí a que no sea yo muy favorable a la cultura tuitera era pues no permite el debate sosegado que cualquier tema histórico pueda generar. Pero admito que en la cultura actual uno tiene que participar utilizando cualquier medio que la gente, y sobre todo la juventud haga. Mi crítica pues, no es al sistema de comunicación escogido, los tweets, sino a lo que se dice en él.

¿El desorden y la actitud destructiva de los republicanos fue la causa (¿justificación?) del golpe militar?

Valga la aclaración de que hay varias de las diez observaciones presentadas como tweets de los que presenta Julián Casanova con las cuales estoy de acuerdo. Pero hay tres centrales en su artículo con los que estoy en desacuerdo. El primero es cuando, en el segundo tweet, habla del por qué se inició la Guerra Civil, indicando que «el Estado republicano se tambaleó, el orden quebró, y comenzó una revolución radical y destructiva». Ante tal realidad hubo una respuesta militar. «Era julio de 1936 y así comenzó la Guerra Civil«. Se acentúa así que el desorden y la actividad radical y destructiva de los republicanos fue lo que determinó el golpe militar. En la manera en como está escrito el tweet, tal origen de la Guerra Civil fue el resultado directo del comportamiento de los supuestos revolucionarios, radicales, destructivos que implica (¿y justifica?) el golpe militar, creando un gran desorden que tuvo que ser muy reprimido pues tenía a mucha gente en contra. Poner la quebradura del orden causada por los «radicales» y «destructivos revolucionarios republicanos» como punto de partida de la Guerra Civil, es una manera de expresarse que caracteriza más el discurso y explicación (y justificación) de las derechas que no el de las fuerzas democráticas progresistas. Sorprende pues que se utilice este lenguaje en ese contexto. Podría haberse clarificado añadiendo «injusto» después de la palabra «orden», y cambiando el término «destructivo» con el de «constructivo y alternativo». Pero tal como está escrito, el original es la versión derechista, no progresista de lo que ocurrió. Queda así ignorada que las propuestas del Frente Popular incluían reformas muy necesarias y urgentes para construir un país más justo, más democrático, más plurinacional y diverso, y más policéntrico y plural, dentro de un orden más justo y más social.

La deshumanización y el terror no fue política de Estado en la República

El otro desacuerdo es el de homologar el intento y comportamiento de los republicanos con el de los golpistas, cuando indica en el tercer tweet que «lo que caracterizó (a los dos bandos de la Guerra Civil) fue la deshumanización del contrario y la espantosa violencia que generóLa apelación al exterminio del contrario caracterizó ese doble proceso de rebelión militar y respuesta revolucionaria«. Según tal tuit y tal tesis, tanto los golpistas como los republicanos fueron inhumanos, súper violentos, llamando al exterminio del contrario, corresponsabilidad y homologación que hace a vencidos y a vencedores corresponsables de tanta deshumanización y violencia. Tal afirmación es insostenible en base a toda la evidencia existente que muestra claramente que la intención de los golpistas fue de eliminar físicamente a todos los que estaban en desacuerdo con ellos, incluyendo a la mitad de la población española si ello fuera necesario, tal como dijo el dictador Franco, quien dirigió una de las dictaduras más sangrientas que ha habido en la Europa del siglo XX. Según el experto en Fascismo en Europa, el Profesor Malekafis de la Universidad de Columbia en Nueva York , por cada asesinato que hizo Mussolini, Franco hizo 10.000. Su política de terror no tenía paralelo ni en cantidad ni en intensidad, en el lado republicano. El terror no fue una política del Estado republicano como si lo fue en el lado fascista. Incluso hoy continúa habiendo más de 120.000 personas asesinadas por el bando vencedor, totalmente desaparecidas, siendo España el segundo país del mundo con más personas asesinadas desaparecidas después de Camboya. El número de víctimas de aquel proceso iniciado por los golpistas supera el millón de víctimas dividido entre muertos y exiliados como ha señalado el mismo Preston en su «holocausto español«. Hablar de tal deshumanización como responsabilidad compartida es profundamente injusto, (pero necesario, por parte de las derechas pues intentan así relativizar su comportamiento).

¿Por qué perdió la República? La supuesta neutralidad de las democracias europeas

Los diferentes resultados en este conflicto (victoria versus derrota) según Casanova, son consecuencia de la diferencia de recursos (militares, apoyos externos, entre otros), mayores en el caso de los golpistas militares que el de los republicanos revolucionarios. «La intervención de la Alemania Nazi y de la Italia Fascista, y la retracción de las democracias condicionaron la duración del conflicto y su resultado final». No tengo ningún desacuerdo con esta observación aun cuando creo que la expresión «retracción» es un término confuso, pues hay otros términos para definirlo. Fue un abandono de las fuerzas democráticas progresistas y republicanas por parte de los gobiernos autodefinidos como demócratas, con tolerancia, cuando no complicidad, hacia el apoyo proveído por intereses financieros y económicos (en cada uno de tales países democráticos) a los golpistas militares, como petróleo en Estados Unidos y fondos bancarios en el Reino Unido. Tolerancia y abandono que se debía al temor de tales gobiernos a que el deseo de cambio profundo de la gran mayoría de clases populares de España contagiara a las clases populares de aquellos países.

Las propuestas constructivas de la II República para establecer el orden republicano

Las propuestas hechas por los gobiernos progresistas republicanos en los años 30 fueron de gran relevancia en su intento de establecer un país más justo, más social, más equitativo, más libre y democrático, más plural y más poliédrico y menos radial y central con mayor diversidad y reconocimiento plurinacionales, medidas, muchas de ellas, que fueron aprobadas después de la II Guerra Mundial en gran parte de los países democráticos europeos. Tales medidas perjudicaban los intereses financieros (y muy en especial de la banca), agrícolas (los grandes terratenientes), corporativistas (como las grandes empresas), eclesiásticas (los enormes privilegios de la Iglesia Católica) e instituciones públicas (como el ejército) que se opusieron a tales medidas mediante un golpe militar, frente a la gran mayoría de la población y muy especial de las clases populares, siguiendo una política de terror apoyada y financiada por la Alemania Nazi y la Italia Fascista con el silencio y tolerancia de los gobiernos democráticos europeos que mantuvieron silencios y apoyos procedentes de intereses financieros y petrolíferos a los golpistas favorables a sus intereses.

La transición de la dictadura a la democracia fue inmódica, fruto del enorme poder que los herederos de los golpistas tenían sobre los aparatos del Estado y sobre medios de información del país, dominados por unas derechas con escasa cultura democrática, responsables de grandes limitaciones del Estado democrático y del bienestar español. Para entender hoy el comportamiento de las derechas en España (ultra derechas en el espectro europeo) y su constante agresividad y juego sucio con las izquierdas hay que conocer la historia de este país, incluyendo la II República y la Dictadura que siguió. De ahí que no quieran que se conozca su pasado.

Agradezco el esfuerzo de Julián Casanova en explicar brevemente lo que fue la Guerra Civil, añadiendo datos y puntos de vista críticos de la sabiduría convencional. Pero me permito aconsejarle que, en la utilización de términos y conceptos para redactar su artículo, expresado en tuit, sea más cuidadoso para evitar la repetición de esta misma sabiduría convencional que nos ha llevado a una redefinición de la Guerra Civil considerada al principio como una Cruzada y más tarde como una guerra fratricida entre dos bandos igualmente responsables por el fin de la II República. Tal equidistancia es la versión «oficial» que continúa ocultando lo que en realidad ocurrió y que es fundamental que se conozca para entender lo que está pasando en España hoy, donde un gobierno de coalición de izquierdas (el primero desde la II República) está haciendo propuestas de cambio muy razonables, existentes en su mayoría en otros países europeos, que están creando una gran hostilidad por parte de las derechas de siempre acusando al gobierno de ilegítimo, radical y destructor del orden, tal como ocurrió en los años 30.

Pero esto es lo que, repito, no quieren que se conozca.

Franco y la cruz laureada de San Fernando: un caudillo que se cree sus propias mentiras (2/12)

28 diciembre, 2021

Fuente: http://www.infolibre.es

Ángel Viñas Ideas Propias
Ángel Viñas Ideas Propias

Ángel Viñas 25 de agosto de 2021 06:00 h @angelvinashist

Julián Serrano Orive era un jefe que ya se había distinguido en tierras de Filipinas y que poco después de la llegada del aspirante a héroe a quien se refiere esta serie fue ascendido a teniente coronel por méritos de guerra. Coronel cuatro años más tarde, alcanzó el generalato en 1924 y cayó en combate pocos meses después. Hemos de suponer que la actividad de Franco bajo su mando, en tanto que ayudante segundo, no pudo ser de lo más intenso en términos de actividad guerrera.

El 16 de enero de 1915, a las órdenes inmediatas del teniente coronel Serrano Orive, el primer teniente que era entonces el protagonista de estos articulitos “tomó parte en el combate que tuvo lugar para la ocupación de la Peña de Beni-Hosmar, siendo citado en el parte de este día como distinguido”. Llamo la atención toda de los amables lectores sobre el hecho de que ESTA ES LA PRIMERA VEZ QUE APARECE TAL MENCIÓN, p. 35, en la hoja de servicios publicada de Franco (se repitió el 3 de noviembre de 1915, misma página). Supongo que algo análogo ocurriría también con otros oficiales en numerosas ocasiones y que los casos igualmente se incorporarían a su respectiva documentación, pero esto me lleva a preguntarme, ingenuo que soy, cuáles serían realmente los méritos por los que le habían concedido previamente la medalla del Mérito Militar de primera clase con distintivo rojo. Por desgracia, no los he encontrado, aunque como verán quienes sigan esta serie en realidad no tiene demasiada importancia.

En todo caso, me deja un pelín “sorprendido” que con tales “hechos de armas”, y NO OTROS NO OTROS, siempre según la hoja de servicios publicada, el joven primer teniente hubiera ascendido a capitán con antigüedad de 1º de febrero de 1914 (!!!!), es decir en el corto lapso de año y medio. El historiador que lea entre líneas es difícil que no se pregunte: ¿qué diablos hizo Franco en tal período cuando nunca se le mencionó en ningún despacho, parte o notita elevada a la Superioridad? Si las hubo, nuestro futuro héroe fue tan poco atento que no se preocupó de que se incorporaran a la antedicha hojita. Pero no me lo creo.

Así pues, salvo EPRE en contrario, que por lo que sé nadie ha exhibido y que tampoco he visto en su expediente personal no publicado, cabe concluir que hasta el 31 de enero de 1914 Franco no había tenido ninguna actuación espectacular que debiera reseñarse en su hoja de servicios. Tal vez la incomparable Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) pueda corregirme gracias a su afamada documentación y su devoción al héroe de quien toma el nombre, pero reitero mi tesis sabiendo que había oficiales y jefes que se preocupaban de que en sus correspondientes hojas de servicio figuraran hasta los detalles más nimios de interés militar.

Lo que no es dudoso, al menos para mí, es que lo que Franco habría hecho fue cumplir con su deber como tantos otros. Claro que había que justificar el ascenso y la hoja publicada lo explica en la p. 34: “En recompensa por los méritos contraídos en los hechos de armas, operaciones efectuadas y servicios prestados desde el 1º de enero a fin de abril del año de 1914”. Es decir, en cuatro meses absolutamente anodinos. La hoja ni siquiera se refiere a algo que hubiese hecho en el año y medio anterior. Todo historiador debe preguntarse: ¿no se me escapará algún detalle?

Quizá. Por ello hay que acudir en demanda de explicación a uno de los más aguerridos y excelsos chantres del futuro Caudillo: Ricardo de la Cierva. La ofreció a su manera. El 1º de febrero de 1914 hubo un combate en Beni Salen. Es cierto. Figura en la hoja de servicios publicada sin el menor comentario, sin el más pobre adorno. Tampoco lo hace en el original manuscrito que he consultado en el expediente personal de Franco no publicado. Pues bien, en dicho “acontecimiento” se cebó tan distinguido cortesano para destacarlo como el instante mismo –acontecimiento sublime– en que el general Dámaso Berenguer, de posterior fama, “se fija insistentemente en el teniente Franco”. ¿Evidencia primaria relevante de época? Cero absoluto. Razón de más para no fiarse del profesor De la Cierva, que se ganó a pulso su fama de palmero mayor del Reino.

Para explicar lo racionalmente no explicable el coronel Blanco Escolá adelantó una tesis muy verosímil: los méritos de Franco no fueron adquiridos en el campo de batalla. ¿Cómo pudo ocurrir esto? De una forma muy simple. A falta de cualquier otra documentación fidedigna, dicho autor planteó la hipótesis de que bien pudo ser una consecuencia de su cargo de ayudante del teniente coronel Julián Serrano Orive, probablemente muy feliz con su propio ascenso.

Los años de mi “mili” son ya muy lejanos, pero me parece verosímil que el joven Franco no pudo tener entonces, como simple segundo ayudante, demasiadas ocasiones de ejercer mando de tropas en acción, en duros combates cuerpo a cuerpo contra un escurridizo enemigo. No consta que hubiera estado asignado, incluso temporalmente, a ninguna unidad. Ahora bien, es indudable que sí pudo tener muchas oportunidades de camelar a su jefe más directo, que era quien tenía que proponer su ascenso.

“Franco, gracias a su proverbial astucia y su afán arribista, pero también a su imagen de hombre disciplinado, cumplidor, aparentemente dócil y servicial…, supo ganarse [su] confianza (…) hasta conseguir que le propusiera para el ascenso a capitán”. Tal fue el veredicto de Blanco Escolá que desestima con malas palabras el hoy por hoy último turiferario del Caudillo del que tenemos noticia: un general cuyo nombre no revelaré en esta serie. Dice el recio refrán castellano que el mejor desprecio es no hacer aprecio. Lo aplico con frecuencia.

Nada de lo que antecede significa minusvalorar aquellas dotes que subrayó Blanco Escolá. Ya capitán no sabemos si en algún rato de ocio tuvo ocasión Franco de profundizar sus conocimientos de táctica o incluso de estrategia en una guerra ferozmente primitiva. No se han encontrado, que sepamos, listas de sus lecturas. Ahora bien, sí es muy verosímil que no tardase en comprender, bien por “radio macuto” o por sus dotes congénitas, que a los osados solía sonreírles la fortuna.

A ello añadió una conciencia aguda del valor de la publicidad orientada hacia su propia persona, algo sobre lo que se ha escrito largo y tendido y que Sir Paul Preston ha resaltado. El tema, muy interesante, no es relevante aquí. Si haciendo la pelota al teniente coronel Serrano Orive había tenido un primer ascenso “por méritos de guerra”, ¿qué no podría conseguirse si se era un pelín más audaz? La respuesta la hallarán los amables lectores en los próximos artículos de esta serie.

(continuará)

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*Esta serie está dedicada a la memoria del Dr. Miguel Ull y de mi primo hermano, Cecilio Yusta, fallecidos a causa de la pandemia, que me ayudaron a desentrañar el primer asesinato de Franco, en la persona del general Amado Balmes.

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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo.

Por qué es tan difícil recuperar la memoria histórica

16 diciembre, 2021

Fuente: http://www.blogs.publico.es
VICENÇ NAVARRO

AGOSTO 10, 2021

El dictador Francisco Franco junto al dirigente nazi Heinrich Himmler, durante su visita a Madrid (1940).
El dictador Francisco Franco junto al dirigente nazi Heinrich Himmler, durante su visita a Madrid (1940).

Tengo gran respeto por los trabajos de los historiadores Paul Preston y Ángel Viñas que han criticado extensa y detalladamente la historia tergiversada (que continúa existiendo en círculos del establishment político-mediático español) del reciente pasado español, y muy en particular de lo que se conoce en España como la Guerra Civil y la dictadura que le siguió, conocida también en este país como Franquismo. Aconsejo la lectura de sus textos que deberían ser ampliamente distribuidos en los centros de docencia, (a todos sus niveles) a lo largo del territorio español por las razones que he explicado en muchas ocasiones: la urgente necesidad de corregir la historia sesgada y manipulada de este país.

Ahora bien, habiendo aplaudido y reconocido los méritos de sus libros, debo también mostrar mi sorpresa y desacuerdo con algunas de sus declaraciones hechas el 18 de julio de este año en La Vanguardia en la entrevista realizada por Ramón Álvarez en la que hacen unas observaciones que merecen ser discutidas y, creo también, criticadas, como su afirmación de que la transición de la dictadura a la democracia fue «maravillosa» y «un milagro«, (en el caso de Paul Preston) y «un gran éxito al desbaratar la estructura institucional política y jurídica del franquismo«, (según Ángel Viñas). Tales declaraciones son casi idénticas a la promovida por el mismo establishment político-mediático español que definió tal transición como «modélica», término utilizado por los mayores medios de información del país para definir los cambios del Estado dictatorial para convertirlo en un Estado democrático, supuestamente homologable a cualquier democracia existente en la Europa occidental. Con este término tal establishment intenta ocultar las enormes deficiencias de la democracia española, resultado del enorme dominio que las fuerzas conservadoras (herederas de los que ganaron la mal llamada Guerra Civil) tuvieron durante aquel proceso. Había un gran desequilibrio de fuerzas dentro del Estado español en el que los herederos de los vencedores —los golpistas de 1936 —tenían mucho más poder en las instituciones y aparatos del Estado que los herederos de los vencidos.

Los enormes déficits democráticos del estado español

La evidencia de este dominio de las derechas de siempre en el proceso de transición es abrumadora. Desde el continuo retraso social de España, con gran sub-financiación de los servicios y transferencias del Estado de bienestar, (ver mi libro: El subdesarrollo social de España, causas y consecuencias. Anagrama, 2006), a la falta de diversidad ideológica de los mayores medios de información y persuasión del país; a la obvia falta de cultura democrática predominantemente de los gobiernos y políticos de derecha del país; a la vocación represiva de los aparatos de seguridad y de la judicatura del Estado; a la proximidad de la mayoría de Ministros de Economía de todos los gobiernos españoles con los poderes económicos y financieros del país; al servilismo del Banco de España a los intereses de la Banca en su constante promoción del neoliberalismo; a la integración de miembros de los aparatos de los mayores partidos gobernantes en la estructura económica y financiera del país; a la amplia utilización de las cloacas por los aparatos represivos del Estado con amplia colaboración de los medios de comunicación para destruir las voces opositoras, y un largo etcétera. (Para expansión de estas enormes insuficiencias de la democracia española, ver mi libro: Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país. Anagrama, 2002).  No es de extrañar, pues, que la amenaza mayor para este Régimen del 78 fue la aparición en la segunda década de este siglo de unos movimientos sociales (primero) y socio políticos (después) que lo cuestionaron. Su eslogan (del 15M) altamente popular «no nos representan«, lo decía todo. La radicalización de las derechas, con la aparición de la ultra derecha en la vida legislativa del país es la consecuencia de ello.

La continua redefinición de la memoria histórica

Y este conflicto, ultra derecha-izquierda, aparece en la redefinición de lo que es la memoria histórica de España. La España de los vencedores —incluyendo la Monarquía —se encuentra hoy claramente amenazada y crecientemente desacreditada. Las estridencias de la vida política, generadas por esta ultra derecha (que existe también ampliamente en la derecha) es resultado de ello. Homologar las estridencias, presentándolas como común tanto entre las derechas como entre las izquierdas, es la versión moderna de la supuesta equidistancia u homologación que supuestamente ocurrió durante la transición entre los vencedores y los vencidos, atribuyéndoles igualdad de responsabilidades en los hechos ocurridos en el pasado. El hecho de que la Amnistía, aprobada en la transición, considerara por igual a los autores de crímenes y represión, llevados a cabo por los vencedores, que los actos de lucha por la libertad y democracia de los republicanos vencidos, se repite ahora en que las grandes tensiones de la vida política en España con elevadas estridencias se considerara responsabilidad igual de las derechas y de las izquierdas. Y es ahí donde también estoy en desacuerdo con Paul Preston cuando dice que «la calidad de los políticos de izquierda es tan mala como los de la derecha«, como causa de las tensiones en la vida política del país. Esta homologación entre derechas e izquierdas como causantes iguales del griterío político hoy está muy extendida en los mayores medios de comunicación españoles que están intentando desacreditar a los herederos del 15M, que, junto con las renovadas izquierdas a la izquierda del PSOE, han denunciado al Régimen del 78, cuestionando los dogmas conservadores y neoliberales, y presentando alternativas que crean gran revuelo en la vida política del país acostumbrada a la placidez del bipartidismo. Ello explica la enorme hostilidad y el juego sucio, con la activa participación de las cloacas del Estado, con colaboración de los grandes medios en contra de las nuevas izquierdas (UP y sus coaliciones en Comú Podem y Galicia en Común). Poner la izquierda y la derecha en el mismo saco es profundamente injusto y frívolo en extremo.

En la redefinición de la memoria histórica, el establishment político mediático está dispuesto aceptar de que hay que encontrar a las víctimas, es decir a los muertos desaparecidos (más de 120 mil personas) pero no se les puede enjuiciar a los que les asesinaron pues ya fueron amnistiados en la transición cuando todos, tanto las víctimas como los victimarios fueron amnistiados por igual. Esta igualdad de responsabilidades alcanzó su máxima obscenidad cuando en un desfile militar, organizado por el gobierno socialista bajo la dirección de un hijo de los vencedores, el Ministro de Defensa el señor José Bono (el gran referente en la Sexta Noche), hizo desfilar a  soldados de la división Fascista que apoyaron el Nazismo en Europa junto a luchadores por la democracia y la libertad en España, poniendo al mismo nivel a los defensores del Nazismo (herederos de los golpistas españoles) que a los que lucharon contra él. (Tal personaje prohibió más tarde a los republicanos que lucharon por la libertad a que llevaran su bandera republicana en la reunión a los que se les convocó al Congreso). Y tales portavoces de esa versión de la memoria histórica asumen explícitamente que ha habido una reconciliación entre los vencedores y los vencidos consecuencia de que las heridas ya se cicatrizaron.

¿Qué heridas se cerraron, señor Bono?

Una de las grandes falsedades frente a la transición modélica fue considerar que los vencedores y los vencidos, con gran generosidad, conciliaron sus diferencias cerrando las heridas. Conozco a muy pocos herederos de los vencidos que consideran que las heridas están cicatrizadas. Mis padres y mi familia fueron brutalmente represaliados por el Fascismo primero, y en caso de mis tíos y tías por el Nazismo en Francia, después. Mi padre fue represaliado y expulsado del magisterio por enseñar, precisamente, los valores de democracia, libertad y justicia durante la República, en un pueblo de la región pirenaica catalana. Y mi tía, prisionera en un campo de concentración Nazi, por luchar en la resistencia anti Nazi en Francia (como miles de republicanos), condecorada más tarde por el gobierno francés del General De Gaulle, pero completamente olvidada en España como así ha ocurrido con la diáspora republicana en Latinoamérica. ¿Cuándo fueron aquellas heridas cicatrizadas? ¿Cuándo estos valores republicanos fueron enseñados en las aulas españolas? ¿Y cuando fueron los maestros represaliados por la dictadura, homenajeados y compensados por su enorme sacrificio? ¿Y cuando los gobiernos españoles han homenajeado a la diáspora republicana en el mundo? ¿Y hasta cuando los luchadores antifascistas continuarán olvidados? ¿Y cuándo se denunciarán a los que represaliaron, que todavía hoy gozan de todas las prebendas? Y ello no se debe a que todos los políticos son iguales, señor Preston, sino a que unos que continúan teniendo un gran poder ven alarmados el creciente clamor a favor del cambio y se sienten amenazados respondiendo con todo tipo de medidas represivas que intentan destruir las voces valientes que denuncian la situación actual. En realidad, la respuesta a la pregunta del título del artículo, «¿Por qué es tan difícil recuperar la memoria histórica?», es muy fácil de responder: las derechas heredadas de los vencedores de la Guerra Civil, continúan ejerciendo un gran poder político y mediático español, que evitan por todos los medios que se conozca la historia real en este país, habiendo contribuido a ello el consenso forzado en el proceso inmódelico de la transición, que impuso un silencio y una complicidad para no recuperar la historia del país. Y lo pude ver directamente cuando volví del exilio, unas de las cosas que me preocupó más cuando llegué de nuevo a España fue ver la enorme ignorancia que los estudiantes tenían de la historia reciente de este país. De ahí que una cosa que pedí en la universidad en donde yo enseñaba, es que se dieran clases sobre nuestro pasado y de nuestros valores republicanos. Ni siquiera la izquierda gobernante vio motivo para ello, pues creían que era mejor no tocar el pasado. Esta actitud ha sido muy común, hasta hace poco, incluso, entre algunos sectores de las nuevas izquierdas. En realidad, la clara recuperación de la bandera republicana en los movimientos contestatarios es un hecho reciente. En España los vencidos perdieron la Guerra Civil y perdimos gran parte de la democracia. Pero las movilizaciones en las calles parecen ser indicadores de que podemos recuperarla. Pero, hasta que esto se revierta no vamos a tener una ley de la memoria histórica que el país necesita y se merece.

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De Azaña a Primo de Rivera o Clara Campoamor: diez figuras políticas que libraron la ‘batalla de las ideas’ durante la República

3 septiembre, 2021

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco MEMORIA HISTÓRICA

Manuel Azaña.
Manuel Azaña.

Juan Miguel Baquero 13 de abril de 2021 22:21h 

@JuanmiBaquero

El 14 de abril de 1931 vive la instauración de la Segunda República. Se trata del mayor intento reformista en la historia de España hasta ese momento. Una época de cambio desde pilares como el trabajo, la educación y los derechos de la mujer, que encuentran la oposición radical de las fuerzas reaccionarias del país. Pero, ¿quién libra esa batalla de las ideas? ¿Qué personajes actúan a uno y otro lado del tablero político?

El país de la desmemoria, del genocidio franquista al silencio interminable SABER MÁS

Ahí están nombres como Manuel Azaña y Largo Caballero, desde una izquierda transformadora (y republicana). O Gil-Robles y Primo de Rivera, exponentes de una derecha reaccionaria (y golpista). Y, con acento femenino, una etapa marcada por mujeres como Clara Campoamor o María Zambrano. Un perfil de un periodo clave a través de figuras comentadas, para elDiario.es, por el hispanista Paul Preston y la investigadora y profesora Pura Sánchez.

Izquierda reformista (y republicana)

Azaña, en el centro, con el presidente del Consejo de Ministros, Francisco Largo Caballero, a su izquierda, y otras figuras de su Gobierno.

Manuel Azaña (Alcalá de Henares, 1880 – Montauban, Francia, 1940)

Presidente del Gobierno y de la II República. Es uno de los grandes impulsores del Frente Popular y representa, como político, el republicanismo ilustrado y burgués. Escritor –recibe el Premio Nacional de Literatura en 1926– y periodista, sus memorias son un reflejo de la época.

«Azaña fue un hombre inteligentísimo, como muestran sus diarios» Paul Preston

El reconocimiento de Estado llega ocho décadas después de su muerte en el exilio: desde el Congreso de los Diputados al rey Felipe VI. Con una parada, ante la tumba de Azaña, del jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, junto al presidente francés, Emmanuel Macron, que homenajea a los republicanos: «No olvidaremos a los españoles que nos permitieron ser libres».

«Azaña fue un hombre inteligentísimo, como muestran sus diarios», elogia Paul Preston. ¿Contribuyó al fracaso de la República? «Se podría argumentar que intentó ir demasiado lejos demasiado rápidamente desafiando a la Iglesia y al estamento militar a la vez», sostiene el hispanista. «Le falló –en la primavera del 36 y otra vez en 1939, dice– la aplicación más firme de medidas exigidas por una situación peligrosa».

Indalecio Prieto (Oviedo, 1883 – Ciudad de México, 1962)

Socialista. Ocupa varias carteras ministeriales. Trata de ‘republicanizar’ la «cuestión vasca». Participa en la huelga revolucionaria de octubre del 34. Vuelca su vocación periodística en el diario El Liberal.

«Posiblemente es el político republicano más astuto estratégicamente hablando» Paul Preston

Historiadores desmienten que como presidente del PSOE imponga una «deriva revolucionaria y radical» y niega su «complicidad» en el asesinato de Calvo Sotelo. La ultraderecha quiere borrar su rastro en las calles de Madrid y ataca su estatua con la pintada de «asesino».

«Posiblemente es el político republicano más astuto estratégicamente hablando» desde el 14 de abril del 31, señala Preston. Con un pero: «cuando tuvo la posibilidad de ser presidente del Consejo de Ministros –mayo del 36–, le faltó la determinación necesaria». Con «un sentido de realismo que faltaba a Largo Caballero», que impone su «táctica obcecada», la República «perdió la posibilidad de un liderazgo fuerte en los meses en que la conspiración militar cobraba fuerzas».

Francisco Largo Caballero (Madrid, 1869 – París, 1946)

«El hombre que contribuyó masivamente al fracaso de la República, cometiendo los dos mayores errores tácticos por exceso de ilusiones revolucionarias» Paul Preston

Histórico dirigente de PSOE y UGT. Ministro y presidente del Gobierno en plena guerra civil. Detenido por la policía francesa, pena en campos de concentración nazis, donde es liberado en 1945 por las tropas rusas. Los ataques a su Memoria, como en Madrid, están basados en «clichés franquistas», según los expertos.

«El hombre que contribuyó masivamente al fracaso de la República, cometiendo los dos mayores errores tácticos por exceso de ilusiones revolucionarias», describe Paul Preston. Otoño del 33: impide que continúe la coalición republicano-socialista y «así garantiza el triunfo de la derecha en las elecciones». Y, tras la victoria del Frente Popular, comete el «error» de frenar un Gobierno unido y «condena a la República a tener un gobierno débil en contra del golpismo militar».

Mujer y (naciente) feminismo

Clara Campoamor.

Clara Campoamor (Madrid, 1888 – Lausana, 1972).

Escritora, política y abogada. Luchadora por los derechos de la mujer e impulsora del sufragio universal: las mujeres votan por primera vez en España en 1933. Queda para la historia su mítico enfrentamiento con Victoria Kent. Una «personalidad relevante» cuya «conocida lucha en favor del voto femenino» lleva al «ostracismo político», resume Pura Sánchez.

Palabra de Campoamor: «Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para que la política sea cosa de dos». O: «La libertad se aprende ejerciéndola». Y más: «El feminismo es una protesta valerosa de todo un sexo contra la positiva disminución de su personalidad».

María Zambrano (Vélez-Málaga, Málaga, 1904 – Madrid, 1991)

Filósofa, escritora y poeta. Pertenece a Las Sinsombrero, las artistas borradas de la Generación del 27. La guerra la obliga a un largo exilio: París, Nueva York, La Habana… Trabaja en universidades de México y Puerto Rico. España reconoce su figura literaria al final de su vida: Premio Príncipe de Asturias en 1981 y Premio Cervantes en 1988.

«Se hace política siempre que se piensa en dirigir la vida», responde Zambrano cuando «se le preguntó por qué no hacía política adscribiéndose a algún partido», recuerda la profesora Sánchez. Porque «es posible llegar a destruir un orden y establecer otro, con la consiguiente aureola revolucionaria, en nombre de una tendencia conservadora», dice. Deja, en su madurez, esta reflexión: «Ser mujer significa renunciar y no poder ser lo que se quiere ser».

Pilar Primo de Rivera (Madrid, 1907 – Madrid, 1991).

Política fascista. Fundadora de la Sección Femenina de Falange Española que manda desde su aparato propagandístico, la revista Consigna: «El niño mirará al mundo, la niña mirará al hogar». Aunque durante la República está en segundo plano, su creciente protagonismo escala con el adoctrinamiento de la mujer en la dictadura de Franco y colabora con la Alemania nazi.

Hija del dictador Miguel Primo de Rivera y hermana del líder falangista José Antonio Primo de Rivera. Con la Transición «se consideró traicionada» por el rey (ahora emérito) Juan Carlos y por el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. Condesa del Castillo de la Mota desde 1960.

Sección Femenina de Sevilla (1940-1945). ICAS-SAHP, Fototeca Municipal de Sevilla, Fondo Galán.

Derecha reaccionaria (y golpista)

José María Gil Robles (Salamanca, 1898 – ​Madrid, 1980)

Político y abogado. Líder de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Diputado en las Cortes republicanas y Ministro de la Guerra en 1935. Antes, colabora en la dictadura de Primo de Rivera. Asiste a los congresos de Núremberg y estudia la propaganda nazi. En la campaña electoral de 1933 apela a fundar «una Nación nueva, dejar la Patria depurada de masones, de judaizantes», con los «deberes y sacrificios» necesarios: «¡Qué importa que nos cueste hasta derramar sangre!», exclama.

«Un político astuto» que desarrolla «la idea inteligente de que una derecha que pareciese más moderada tendría más éxito que los grupos abiertamente golpistas», explica Paul Preston. Y lleva esta premisa –como «discípulo de Ángel Herrera» – a la práctica: «primero dedicándose a obstaculizar el programa reformista de la República». Ya en el poder, en el bienio negro de los años 34 y 35, «hizo lo posible para fortalecer a los militares antirrepublicanos» y en la primavera del 36 para «justificar la conspiración militar en las Cortes».

José Calvo Sotelo (Tuy, Pontevedra, 1893 – Madrid, 1936)

Político y jurisconsulto. Ministro de Hacienda en la dictadura primorriverista, evita juicio en la República con su exilio en Portugal, hasta la amnistía del Gobierno derechista del 34. Desde el partido Renovación Española busca instaurar una monarquía autoritaria.

Un grupo de pistoleros (falangistas, según Preston; requetés carlistas, dice Ian Gibson) mata a tiros el 12 de julio del 36 a José Castillo, teniente de la Guardia de Asalto y militante socialista. El terrorismo de extrema derecha suma homicidios y un grupo de policías pide autorización para detener a fascistas todavía en la clandestinidad.

En la batida, y tras intentar apresar entre otros a Gil-Robles, cae Calvo Sotelo a manos de La Motorizada, una suerte de milicia socialista madrileña. Durante el traslado a la Dirección General de Seguridad queda consumado el crimen. Los rebeldes esgrimen el mito de su asesinato como causa del golpe de Estado. La falsa amenaza de Dolores Ibárruri, La Pasionaria, a Calvo Sotelo sigue en el imaginario de la ultraderecha y de las ‘fake news’ del franquismo sociológico.

José Antonio Primo de Rivera (Madrid, 1903 – ​Alicante, 1936)

Abogado, político y primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera. Como fundador de Falange Española, aspira a convertirse en líder del fascismo patrio. Juzgado por conspiración y rebelión militar contra el Gobierno de España, su condena a muerte es ejecutada por fusilamiento el 20N del 36.

Tras la guerra civil, el régimen franquista exhuma los restos, que traslada a El Escorial y luego al Valle de los Caídos, donde sigue enterrado. Considerado una especie de mártir de los golpistas, su nombre queda inscrito desde entonces en iglesiasCruces de los Caídos, calles, monumentos y hasta colegios o esquelas en periódicos. Un descendiente sigue siendo Duque de Primo de Rivera, que concede Franco entre otros títulos nobiliarios.

La ‘bola extra’ del ciudadano Lerroux

Alejandro Lerroux (La Rambla, Córdoba, 1864 – Madrid, 1949). Político, periodista y publicista. Jefe del Gobierno en la II República durante varias etapas. Fundador del Partido Republicano Radical. Ejerce de muleta del poder, enfrentado a Azaña, acaba girando a la derecha y está envuelto en diversos escándalos de corrupción. Durante la guerra de España se exilia en Portugal y muestra su apoyo a Francisco Franco.

«Un hombre listo y muy corrupto más interesado en el poder y sus propias posibilidades económicas que en la suerte de la República», define Paul Preston.

«Dentro de un sistema electoral que favorecía las coaliciones, su salida de la coalición republicano-socialista significó una pérdida inmensa, que fortaleció masivamente a la derecha», explica. Ya en 1934, «con tal de quedarse en el poder», permite «a la CEDA desmantelar las reformas del primer bienio y así aumentó las tremendas divisiones sociales», cuenta el hispanista.

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Publicado el 13 de abril de 2021 – 22:21 h

¿Por qué fracasó la II República? Las razones de la transformación inacabada de España

30 agosto, 2021

Fuente: http://www.eldiario.es

Foco MEMORIA HISTÓRICA

Proclamación de la II República en la Puerta del Sol de Madrid.
Proclamación de la II República en la Puerta del Sol de Madrid.

Juan Miguel Baquero 10 de abril de 2021 22:04 h 

@JuanmiBaquero

España, en los años 30 del siglo pasado, mantiene una estructura casi medieval: en los pueblos mandan el cacique, el alcalde y el cura. Y el proceso de transformación de la II República busca un cambio radical que coloque al país como una de las democracias más avanzadas del momento. Una odisea, sobre el papel, que sin embargo empieza a tomar forma desde el 14 de abril de 1931.

El país de la desmemoria, del genocidio franquista al silencio interminable SABER MÁS

Pero, ¿qué razones tumban el proyecto? ¿Por qué España no culmina la metamorfosis que persigue asentar los derechos de la mujer o la educación y la cultura como bases de esta mutación inacabada? ¿Por qué una parte de la sociedad del momento va desacompasada con los avances propuestos? ¿Qué poderes atacan la experiencia republicana?

¿Por qué fracasa la II República? Una pregunta que responden para elDiario.es expertos como el hispanista Paul Preston, que retrató esta cuestión en 1978 con su obra La destrucción de la democracia en España (Ed. Debate); la autora de estudios sobre la represión franquista sobre las mujeres en libros como Individuas de dudosa moral (Planeta), Pura Sánchez, y el historiador Ángel Viñas, autor de El gran error de la República (Planeta) o ¿Quién quiso la guerra civil? (Planeta), entre otros.

Cambio de paradigma para España

«La llegada de la República estimula una esperanza masiva de dejar atrás la incompetencia y la corrupción del sistema político de la monarquía», asegura Paul Preston, en conversación con elDiario.es desde Londres (Reino Unido). Pura Sánchez incide sobre aquel propósito de transformación: «El proyecto republicano, aunque reformista, necesitaba tiempo para desarrollarse; un tiempo que no tuvo».

Preston señala el cambio de paradigma que sustenta ese nuevo Gobierno de España que forma la «coalición republicano-socialista» bajo «dos grandes programas». «Los republicanos», de un lado, «quieren acabar con el militarismo y el poder de la Iglesia, sobre todo en cuestiones de enseñanza. Los socialistas quieren reforma agraria y más derechos sociales para los obreros, tanto del campo como de la industria», apuntala el hispanista.

«Las reformas económicas, sociales, políticas, culturales y de régimen de familia que impulsaron las izquierdas implicaban una declaración de guerra al ‘statu quo’ económico y social heredado de la monarquía». Ángel Viñas — historiador.

Las dos patas gubernamentales exhiben, además, «ambiciones para ampliar los derechos de la mujer». Estos ejemplos «paradigmáticos» acaban revelándose como «intentos insuficientes por parte de los gobiernos republicanos de poner en marcha las reformas, unido, claro, a las resistencias de las fuerzas conservadoras: la oligarquía, la Iglesia católica y una parte de la cúpula militar», opina Sánchez.

Estas «reformas económicas, sociales, políticas, culturales y de régimen de familia que impulsaron las izquierdas implicaban una declaración de guerra al statu quo económico y social heredado de la monarquía», explica desde Bruselas (Bélgica) el historiador Ángel Viñas. Y, en particular, subraya, tres mejoras clave: «agraria, del sistema de relaciones laborales y del sistema educativo».

Fotografía de portada del libro ‘Por la religión y la patria. La iglesia y el golpe militar de julio de 1936’. FRANCISCO ESPINOSA MAESTRE / JOSÉ MARÍA GARCÍA MÁRQUEZ

El boicot de las oligarquías patrias

Las oligarquías patrias evidencian la firme convicción de frenar el creciente anhelo transformador. Si una parte de la sociedad quiere mutar la piel del país, los poderes fácticos ponen toda la carne en el asador para evitar el giro de bisagra. «Toda esta combinación de ambiciones –de la II República– suscita la oposición férrea de la Iglesia, de la alta oficialidad militar, los latifundistas, los industriales y los banqueros», resume Paul Preston.

Tienen el poder. Y lo ejercen. «Es una alianza fortísima con mucho control de los medios de comunicación y mucho dinero», asegura el hispanista. El boicot oligárquico arranca en el minuto uno. «Algunos empiezan a obstaculizar las reformas en el campo, otros directamente a conspirar», explica Preston. Los palos en la rueda se multiplican desde el 14 de abril del 31.

«Se cometió el error de pensar que si se pausaba el ritmo de los cambios, las fuerzas reaccionarias se tranquilizarían, lo que no iba a suceder en modo alguno. Quienes aspiran a tenerlo todo rara vez están dispuestos a contentarse con una parte.» Pura Sánchez — historiadora

«En el fondo se cometió un error de planteamiento: pensar que si se pausaba el ritmo de los cambios, las fuerzas reaccionarias se tranquilizarían, lo que no iba a suceder en modo alguno», analiza Pura Sánchez. Pura entelequia. «Quienes aspiran a tenerlo todo rara vez están dispuestos a contentarse con una parte», resume la investigadora.

Poner los cambios al ralentí no calmó a la fiera de espíritu golpista, «sino que puso en contra también a una parte de la clase obrera, que veía pospuestas o frenadas sus aspiraciones de justicia social», según la profesora. «Esto significa que el programa de reforma va lentísimamente», coincide Preston.

«La derecha saca la conclusión de que una izquierda unida ganaría las elecciones de 1936 y que, ante esto, la única solución para sus intereses es un golpe militar para acabar con la República.» Paul Preston — hispanista

Y el frenazo atraviesa los órganos vitales del nuevo régimen democrático: «provoca a los anarquistas, que ven a la República como igual de nociva que la monarquía», y «frustra a la izquierda del PSOE». La fractura de la coalición deriva en la victoria electoral de las derechas en el 33 que garantiza «el éxito de los obstáculos a las reformas», que las desmantela «e intensifica las divisiones sociales».

La solución final de la derecha golpista

La situación caldea las calles, al cabo. «Permite a la derecha tildar a la República de ser incapaz de mantener el orden público y así justificar la idea de la necesidad de un golpe militar», dice Preston. La solución final de la derecha golpista permanece viva.

La represión posterior a la «insurrección de Asturias» de octubre del 34 deja una doble lectura: «Convence a la izquierda que, para volver a controlar el aparato del Estado, hace falta unidad y se crea el Frente Popular». La derecha, en cambio, «saca la conclusión de que una izquierda unida ganaría las próximas elecciones (febrero de 1936) y, que ante esto la única solución para sus intereses es un golpe militar para acabar con la República», describe Preston.

Una columna de Guardias Civiles con prisioneros en Brañosera (Palencia) en 1934.

«La República fracasó porque los republicanos no supieron y no pudieron atajar la conspiración que se fue fraguando en las fuerzas armadas contra ella desde, por lo menos, 1934», afirma Ángel Viñas. «La combinación de ineficacia con la persistencia de la ayuda fascista a los conspiradores monárquicos, que tutelaron la subversión en el Ejército, fue determinante», mantiene.

«La República fue no tanto un proyecto fracasado cuanto un proyecto interrumpido de forma violenta en 1936 por un golpe de Estado», defiende Pura Sánchez. La iniciativa transformadora «ya había sufrido una paralización y una desvirtuación importante tras las elecciones de 1933, cuando las derechas llegan al poder y tratan de revertir lo que se había puesto en marcha a partir de 1931», resalta.

Y estalló el golpe de Estado –larvado durante años y con una intentona en 1932, la Sanjurjada– desde el 17 de julio de 1936. Una rebelión armada contra la democracia republicana que gestionan y fomentan las oligarquías económicas, militares y religiosas del país. Y una sublevación que, con su fracaso, provoca la guerra civil. El resto, también, es historia: desde el genocidio fundacional del franquismo a décadas de dictadura y otras tantas de desmemoria.

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Publicado el 10 de abril de 2021 – 22:04 h

Los mejores libros de Historia de 2014

28 abril, 2021

Fuente: http://www.blogs.elpais.com

Los mejores libros de Historia de 2014

Por: EL PAÍS | 10 de diciembre de 2014

Una veintena de especialistas, entre historiadores y editores, han elegido los títulos más notables que se han publicado en 2014 en cuatro categorías.

Este es el resultado:

Mejor ensayo de Historia de España: Nosotros, los abajo firmantes, de Santos Juliá, en Galaxia Gutenberg, La victoria sangrienta 1939-1945, de Francisco Moreno Gómez, en Alpuerto, y Madrid 1939. La conjura del coronel Casado, de Ángel Bahamonde, en Cátedra.

Mejor ensayo de Historia no española: Sonámbulos, de Christopher Clark. Galaxia Gutenberg.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: El gran depredador. Gabrielle d’Annunzio, emblema de una época, de Lucy Hughes-Hallet. Ariel.

A los participantes se les invitó a elegir un título en cada una de las cuatro categorías. Podían dejar en blanco sus respuestas. A los editores se les pidió que no escogiesen obras de sus propios sellos. Los ensayos y biografías sobre temas y personajes extranjeros debían estar traducidos al español y publicados este año. A continuación se reproduce la lista de participantes, con sus respectivas selecciones.

MIGUEL AGUILAR. Editor de Debate.

Mejor ensayo de Historia de España: Nosotros los abajo firmantesUna historia de España a través de manifiestos y protestas (1896-2013), de Santos Juliá. Galaxia Gutenberg.

Mejor ensayo de Historia no española: El capital en el siglo XXI, de Thomas Pikkety. Fondo de cultura económica. 

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: El príncipe rojo, de Timothy Snyder. Galaxia Gutenberg.

PILAR ÁLVAREZ. Editora de no ficción de Turner.

Mejor ensayo de Historia de España: A cuerpo de rey, de Jon Juaristi. Ariel.

Mejor ensayo de Historia no española: De animales a dioses, una breve historia de la humanidad, de Yuval Noah Hararide. Debate.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gassetde Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: Sidra con Rosie, de Laurie Lee. Nórdica.

ISABEL BURDIEL. Catedrática de Historia contemporánea de la Universidad de Valencia. Premio Nacional de Historia en 2011.

Mejor ensayo de Historia de España: España en la Primera Guerra Mundial. Una movilización cultural, de Maximiliano Fuentes Codera. Akal.

Mejor ensayo de Historia no española: Sonámbulos, de Christopher Clark. Galaxia Gutenberg.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: El príncipe rojo, de Timothy Snyder. Galaxia Gutenberg.

MERCEDES CABRERA. Catedrática de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad Complutense. Exministra de Educación.

Mejor ensayo de Historia de España: Corrupción y política. Los costes de la democracia, de Javier Pradera. Galaxia Gutenberg.

Mejor ensayo de Historia no española: De las ruinas de los imperios. La rebelión contra Occidente y la metamorfosis de Asia, de Pankaj Mishra. Galaxia Gutenberg.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: Thomas Harding: Hans y Rudolf. El judío alemán y la caza del Kommandant de Auschwitz, de Thomas Harding. Galaxia Gutenberg.

JULIÁN CASANOVA. Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza.

Mejor ensayo de Historia de España: Cruzados en la Reconquista, de Francisco García Fitz y Feliciano Novoa Portela. Marcial Pons.

Mejor ensayo de Historia no española: Las Furias. Violencia y terror en las revoluciones francesa y rusa, de Arno Meyer. Prensas de la Universidad de Zaragoza.

Mejor biografía de personaje español: Cisneros, el cardenal de España, de Joseph Pérez. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: El gran depredador. Gabrielle d’Annunzio. Emblema de una época, de Lucy Hughes-Hallett. Ariel.

MARÍA CIFUENTES. Editora de Galaxia-Gutenberg.

Mejor ensayo de Historia de España: España y Cataluña. Historia de una pasión, de Henry Kamen. La esfera de los libros.

Mejor ensayo de Historia no española: De animales a dioses: una breve historia de la humanidad, de Yuval Noah Harari. Debate.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: Las siete cajas, de Dory Sontheimer. Circe.

CARMEN ESTEBAN. Editora de Crítica.

Mejor ensayo de Historia de España: El final de la guerra, de Paul Preston. Debate.

Mejor ensayo de Historia no española: ¿Por qué manda Occidente… por ahora?, de Ian Morris. Ático de los libros.  

Mejor biografía de personaje español:—-

Mejor biografía de personaje no español: El gran depredador. Gabrielle d’AnnunzioEmblema de una época, de Lucy Hughes-Hallett. Ariel.  

JUAN PABLO FUSI. Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense. Miembro de la Real Academia de la Historia.

Mejor ensayo de Historia de España: Madrid 1939. La conjura del coronel Casado, de Ángel Bahamonde. Cátedra.

Mejor ensayo de Historia no española: De las ruinas de los Imperios. La rebelión contra Occidente y la metamorfosis de Asia, de Pankaj Mishra. Galaxia Gutenberg.

Mejor biografía de personaje español: Cisneros. El cardenal de España, de Joseph Pérez. Taurus.

Mejor biografía no española: El Gran Depredador. Gabrielle d’Annunzio. Emblema de una época, de Lucy Hughes Hallett. Ariel.

RICARDO GARCÍA CÁRCEL. Catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona. Premio Nacional de Historia 2012.

Mejor ensayo de Historia de España: El federalismo. La libertad protegida, la convivencia pactadade José Antonio Piqueras. Cátedra.

Mejor ensayo de Historia no española: Sonámbulos, de Christopher Clark. Galaxia Gutenberg.

Mejor biografía de personaje español: El archiduque Carlos y los austracistas, de Virginia Leon.Editorial Arpegio.

Mejor biografía de personaje no español: Lucrecia Borgia, de Dario fo. Siruela.

ANTONIO LÓPEZ VEGA. Profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense.

Mejor ensayo de Historia de España: Agonía y redención. España y la Europa meridional (siglos XIX y XX), de Edward Malefakis. Biblioteca Nueva.

Mejor ensayo de Historia no española: Sonámbulos, de Christopher Clark. Galaxia Gutenberg.

Mejor biografía de personaje español: Cisneros. El cardenal de España, de Joseph Pérez.Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: El gran depredador. Gabrielle D’Annunzio, emblema de una época, de Lucy Hugues-Hallet. Ariel.

EDUARDO MANZANO MORENO. Profesor de investigación del CSIC. Medievalista.

Mejor ensayo de Historia de España: La economía española en perspectiva histórica, de Jordi Maluquer de Motes. Pasado Y Presente.

Mejor ensayo de Historia no española: El Giro, de Stephen Greenblatt. Crítica.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: Catalina la Grande: Retrato de una mujer. Crítica. 

CARLOS MARTÍNEZ SHAW. Catedrático de Historia Moderna de la UNED. Académico de la RAH.

Mejor ensayo de Historia de España: Cataluña y el absolutismo borbónico. Historia y política, de Roberto Fernández. Crítica.

Mejor ensayo de Historia no española:Trinidad. Una historia económica basada en el azúcar (1754-1848), de Lizbeth J. Chaviano. Bellaterra.

Mejor biografía de personaje español: El III Conde de Fernán Núñez, de Carolina Butrach. Marcial Pons.

Mejor biografía de personaje no español: Augusto, de revolucionario a emperador, de Adrian Goldsworthy. La esfera de los libros.


ENRIQUE MORADIELLOS
. Catedrático de Historia contemporánea de la Universidad de Extremadura.

Mejor ensayo de Historia de España: El Evangelio fascista. La formación de la cultura política del franquismo (1930.1950), de Ferran Gallego. Crítica.

Mejor ensayo de Historia no española: —–

Mejor biografía de personaje español: La política como pasión: el lendakari José Antonio Aguirre (1904-1960), de Ludger Mees, José Luis de la Granja y Santiago de Pablo. Tecnos.

Mejor biografía de personaje no español: —–

MIRTA NÚÑEZ DÍAZ-BALART. Directora de la Cátedra de Memoria Histórica de la Universidad Complutense y profesora de Historia de la Comunicación Social.

Mejor ensayo de Historia de España: Madrid 1939. La conjura del coronel Casado, de Ángel Bahamonde. Cátedra.

Mejor ensayo de Historia no española:—-

Mejor biografía de personaje español:—-

Mejor biografía de personaje no español: Hugo Chávez. Mi primera vida, Conversaciones con Ignacio Ramonet. Editorial José Martí.

CARLOS PASCUAL. Director de la editorial Marcial Pons.

Mejor ensayo de Historia de España: Cataluña y las demás Españas, de Santiago Muñoz Machado. Crítica.

Mejor ensayo de Historia no española: Las Furias. Violencia y terror en las revoluciones francesa y rusade Arno J. Mayer. Prensas universitarias de Zaragoza.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español:—–

JUAN SISINIO PÉREZ GARZÓN. Catedrático de Historia contemporánea en la Universidad de Castilla-La Mancha.

Mejor ensayo de Historia de España: Atado y mal atado: el suicidio del franquismo y el surgimiento de la democracia, de Ignacio Sánchez Cuenca. Alianza.

Mejor ensayo de Historia no española: El federalismo. La libertad protegida, la convivencia pactadade José Antonio Piqueras. Cátedra.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: Ilia ErhenburgGente, Años, Vida. Memorias 1891-1967Acantilado.

FERRAN PONTÓN. Editor y librero.

Mejor ensayo de Historia de España: Hotel Florida. Verdad, amor y muerte en la Guerra Civil, de Amanda Vaill.Turner.

Mejor ensayo de historia no española: El color de la justicia, de Michelle Alexander. Capitán Swing.

Mejor biografía de personaje español: José Ortega y Gasset, de Jordi Gracia. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: Assia Wevill, de Yehuda Koren y Eilat Negev. Circe.

PAUL PRESTON. Catedrático de Historia internacional de London School of Economics y director del Centro de Estudios Contemporáneos de España Cañada Blanch.

Mejor ensayo de Historia de España: La victoria sangrienta 1939-1945, de Francisco Moreno Gómez. Editorial Alpuerto.

Mejor ensayo de Historia no española:—-

Mejor biografía de personaje español: La aventura comunista de Jorge Semprún, de Felipe Nieto.Tusquets.

Mejor biografía de personaje no español: La maldición de Stalin, de Robert Gellately. Pasado Y Presente.

MARÍA JOSÉ TURRIÓN. Subdirectora del Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH).

Mejor ensayo de Historia de España: Nosotros, los abajo firmantesUna historia de España a través de manifiestos y protestas (1896-2013), de Santos Juliá. Galaxia Gutenberg.

Mejor ensayo de Historia no española: El telón de acero. La destrucción de Europa del Este 1944-1956, de Anne Applebaum. Debate.

Mejor biografía de personaje español: Cisneros, el cardenal de España, de Joseph Pérez. Taurus.

Mejor biografía de personaje no español: La estirpe de Leonor de Aquitania. Mujer y poder en los siglos XII y XIII, de Ana Rodríguez. Crítica.

ÁNGEL VIÑAS. Catedrático emérito de Historia contemporánea.

Mejor ensayo de Historia de España: La victoria sangrienta, 1939-1945, de Francisco Moreno Gómez. Editorial Alpuerto.

Mejor ensayo de Historia no española: La ocupación. Israel y los territorios palestinos, de Ahron Bregman. Crítica.

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Paul Preston: «Los tres periodos de mayor corrupción política son las dictaduras de Primo de Rivera y Franco y los últimos años del PP con la Gürtel»

24 enero, 2021

Fuente: http://www.eldiario.es

  • Según Preston, España «no ha gozado de la clase política que se merecía, aunque ahora en Gran Bretaña tenemos otra clase política muy incompetente como se ha demostrado con el Brexit»
El historiador Paul Preston
El historiador Paul Preston EFE

Rafael Guerrero

14 de septiembre de 2020 21:33h 

El prestigioso hispanista británico Paul Preston considera que hay tres periodos, en el ultimo siglo y medio de la Historia de España, en los que la corrupción política ha alcanzado su mayor magnitud. Y, por orden cronológico, son la dictadura de Primo de Rivera durante el reinado de Alfonso XIII, la dictadura de Franco y los gobiernos del PP con la ‘trama Gürtel’. Así lo ha declarado durante la entrevista en el programa ‘La Memoria’ (RAI, Canal Sur Radio) este veterano historiador que lleva centrado en la investigación sobre el pasado reciente español más de medio siglo desde que llegara a Granada a finales de los años 60 y que acaba de publicar ‘Un pueblo traicionado’ (Debate), un libro de 800 páginas donde analiza con detalle la historia de la corrupción y la incompetencia política en España desde la restauración borbónica en 1874 hasta la actualidad, incluyendo el reinado de Felipe VI.

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Corrupción e incompetencia política son realidades presentes en España que, según Preston, «no ha gozado de la clase política que se merecía, aunque ahora en Gran Bretaña tenemos otra clase política muy incompetente como se ha demostrado con el Brexit». No es, por tanto, nada nuevo. El historiador pone como ejemplo de esa peor clase dirigente a Alfonso XIII, que huyó de España al proclamarse la Segunda República el 14 de abril de 1931 con 85 millones de pesetas. Pese a todo, el bisabuelo de Felipe VI «se quejaba de no tener dinero, pese a que vivía bastante bien, primero en París y después en Roma. Yo descubrí casos de corrupción de Alfonso XIII, antes y durante la dictadura de Primo de Rivera, porque el rey estaba metido en asuntos bastante turbios».

La dictadura de Primo de Rivera, «alucinantemente corrupta»

La dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) «no fue especialmente represiva, como sería la de Franco, pero sí alucinantemente corrupta. La corrupción lo inundaba todo. Los militares y los colaboradores civiles tenían las manos en la masa». La guerra del Rif, con la que los militares quisieron enjugar sus fracasos sistemáticos del siglo XIX, que acabaron con la pérdida de Cuba y Filipinas, fue un buen ejemplo de corrupción e incompetencia política, ya que aquella veleidad imperial se llevaba una tercera parte del Presupuesto del Estado, «algo increíble, si pensamos que ahora Trump critica a algunos gobiernos europeos por no gastarse ni un 2 % del PIB en Defensa». Y hace referencia a los informes del general Picasso sobre el desastre de Annual (1921) y del socialista Indalecio Prieto, afirmando que «había heroísmo, sí, pero también un nivel de corrupción alucinante. La guerra del Rif no aportaba beneficio a España. Todo eran pérdidas en dinero y en sangre».

El ingenio de Preston le hace establecer ciertas semejanzas entre Primo de Rivera y el presidente estadounidense Donald Trump: «En los años 20 del siglo pasado no había móviles ni tuits, pero las notas oficiales que el dictador español publicaba diariamente equivalen a los tuits de ahora. ¿Cómo se puede uno imaginar a un dictador que escribe de su puño y letra una cosa alabando sus triunfos sexuales?».

Bajo el reinado de aquel monarca caprichoso y mujeriego que era Alfonso XIII, se cimentó una de mayores fortunas del mundo, la de Juan March, que controlaba negocios de tabaco, banca, navieras y prensa, manejando los hilos de la política, y que cuando no tuvo más remedio que pisar la cárcel lo hizo al estilo del narcotraficante Pablo Escobar, «como si estuviera en un hotel de 5 estrellas». El hispanista de Liverpool recuerda el papel clave de Juan March en la conspiración y golpe contra la República, que no se limita al alquiler de la avioneta Dragon Rapide que llevó a Franco desde Canarias hasta Tetuán para liderar el levantamiento del ejército de África. «Siendo entonces uno de los hombres más ricos del mundo, Juan March puso su fortuna al servicio de los conspiradores. Su dinero despejó las dudas de Franco y Mola, garantizando el traslado de sus familias a Francia. Pero fundamentalmente su dinero sirvió para comprar las primeras armas y los aviones italianos Savoia para el transporte de tropas de África a la península, sencillamente porque compró la empresa. Todo ese dinero fue una inversión en la causa rebelde que le permitió duplicar o triplicar su fortuna en poco tiempo».

Preston no pasa por alto los tejemanejes durante la Segunda República y no se olvida de Alejandro Lerroux, al que califica de «corrupto, chaquetero y redomado sinvergüenza», recordando que lo pusieron al principio como ministro de Exteriores, pese a no saber idiomas, sencillamente porque era la cartera donde tenía menos posibilidades de robar.

La II República y Largo Caballero

Sobre el dirigente socialista Francisco Largo Caballero, apodado como «el Lenin español», Preston se explaya en ese caso por su incompetencia y no ahorra críticas al afirmar que «su aportación a la derrota de la República fue masiva», poniendo como ejemplo «su empeño en impedir la coalición con los republicanos en las elecciones de noviembre de 1933, que facilitó la victoria de las derechas que dieron lugar al bienio negro, desbaratando las reformas y promoviendo odios y tensiones sociales». Posteriormente, con la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, Preston critica a Largo Caballero por oponerse a la entrada de los socialistas en el Gobierno de coalición con los republicanos, «condenando a España a tener un Gobierno sin fuerza, creyendo que cuando pudieran gobernar los socialistas aplastarían la reacción de la derecha y eso no es lo que pasó el 18 de julio». Y finalmente, cuando a comienzos de la contienda Largo Caballero asume la Presidencia del Gobierno incluyendo el Ministerio de la Guerra, el historiador censura su negligencia e indolencia: «No cambiaba el ritmo de su vida. Se levantaba a la hora de siempre y se iba a la cama a las 8, sin permitir que lo despertaran por muy grande que fuera la catástrofe en plena guerra. Fue un desastre inmenso», concluye.

Como biógrafo de Francisco Franco, Preston ha publicado varios libros y es buen conocedor de sus estrategemas y puntos débiles. En ‘Un pueblo traicionado’, recuerda el amago de traición hacia los suyos -los conspiradores contra la República- del que era apodado por algunos como «el cuquito». Es el caso de aquella carta que dirigió en junio del 36 al entonces presidente del Gobierno republicano Casares Quiroga. En ella reclamaba todo el poder sobre el Ejército y las fuerzas policiales que llegó a tener cuando aplastó a sangre y fuego la Revolución de Asturias en octubre de 1934 para evitar el golpe de estado que se produciría un mes después. «Aquello fue un entrenamiento para ser dictador y disfrutaba horrores con eso. Le decía a Casares que «yo pongo orden y así se evita una guerra civil», lo que se puede interpretar como una traición a sus colegas de conspiración, pero no hay constancia de si Casares recibió esa carta y de su reacción. Si la hubiera recibido, el presidente del Gobierno debería haber arrestado Franco, aunque tampoco arrestó a Mola o a Yagüe». Una demostración más de la ingenuidad con que la República afrontó la insistencia de rumores golpistas. De hecho, Azaña y Casares decían: «Son caballeros, no harían eso».

«Queipo de Llano era un monstruo»

A propósito de Queipo de Llano, Preston prefiere no compararlo con Primo de Rivera, ya que «Primo era una figura un tanto cómica, pero no era un hombre sangriento. Estaba obsesionado con las mujeres, pero no alentaba a sus hombres a violar a las rojas. Miguel Primo alardeaba de que las mujeres lo adoraban, pero nunca, que yo sepa, provocaba violencia contra las mujeres». El historiador británico no puede ser más contundente en sus calificativos sobre el temido «virrey de Sevilla»: «Queipo sí que era un monstruo. Se que es un tema polémico que divide mucho a la gente en Sevilla, pero no estoy a favor de que un psicópata y un asesino siga por más tiempo enterrado en la Macarena como si fuese una figura religiosa».

Y sobre la corrupción del franquismo, qué decir. En este caso, la corrupción partía de la cúspide y Preston se remite a las investigaciones de Ángel Viñas -que calificó al caudillo en el programa La Memoria como «un enorme chorizo»- y Mariano Sánchez Soler sobre «el Pazo de Meirás y sus inmensos chanchullos», ya que desde el principio de la guerra Franco desviaba suscripciones populares a la causa rebelde a sus cuentas particulares. Hizo una fortuna colosal, porque no tenía que robar ya que pensaba que toda España era suya. Lo ha demostrado aún su familia con el uso que ha hecho del patrimonio nacional».

Sobre Transición y «valentía»

Ya en clave más actual sobre el fenómeno de la memoria histórica, Paul Preston se muestra entre comprensivo y crítico con la Transición. «Ahora, con el espejo retrovisor de la Historia podemos decir muchas cosas», advierte. Tras admitir que Felipe González «debió ser más valiente con la memoria histórica», amparado en su gran mayoría absoluta parlamentaria y tras el fiasco golpista del 23F de 1981, rememora una conversación de entonces con Alfonso Guerra a propósito de sus investigaciones sobre «los cientos de miles de personas con antecedentes penales del franquismo por crímenes que nunca habían cometido». Le decía Guerra: «Paul, no sabes lo difícil que será hacer todo eso». Y es que había miedo. La Transición fue un pequeño milagro con unas fuerzas armadas y una Guardia Civil hostiles a la democracia y con falangistas con licencias de armas». Y pone especial énfasis en la pervivencia del franquismo sociológico: «Cuarenta años de dictadura controlando los medios de comunicación y la educación en un régimen de terror habían creado una masa sustancial de gente que pensaba que Franco había salvado a España. Los éxitos posteriores del Partido Popular se deben a esto. Así se pueden explicar, que no justificar, las reticencias de los socialistas, por miedo y por una cierta complacencia».

Paul Preston recuerda cuando entonces los periodistas le preguntaban sobre cómo superar las amarguras y las divisiones derivadas de la guerra civil y él respondía que era «cuestión de tiempo», pero 20 años después comprueba que aunque la gente siga preocupada por cómo llegar a fin de mes, «el tema está más candente que nunca».

Ahora, con un Gobierno progresista de coalición PSOE-Unidas Podemos que ultima una reforma legal sobre la memoria histórica que ancla sus principios en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que pretende perseguir la apología del franquismo y prohibir las fundaciones fascistas, así como investigar el origen ilícito de algunos patrimonios y fortunas del franquismo, Preston mantiene sus recelos sobre que esos propósitos culminen: «Son buenas intenciones, con sentido común político, pero dependerá del tiempo que duren en el poder para hacerlo. Yo habría ido más lento, aunque las intenciones son buenas».

“¿Quién escribe esa Historia? ¿Cómo se llega a una versión aceptable para todos sobre la Historia que hay que enseñar en la escuela? Son problemas que no se prestan a soluciones fáciles”. 

El fecundo y prestigioso hispanista británico también alberga sus dudas acerca de la introducción de la memoria histórica en las aulas, para evitar que la ignorancia general sobre la Historia reciente facilite la manipulación política de la ciudadanía: «La ignorancia está por todos lados». Y pone como ejemplo su propio país «porque en el debate sobre el Brexit unos pocos han aprovechado la ignorancia de la gran masa. Yo no soy quién para decir que hay que leer los libros de Viñas, Santos Juliá o los míos.» Y profundiza en el quid de la cuestión: «¿Quién escribe esa Historia? ¿Cómo se llega a una versión aceptable para todos sobre la Historia que hay que enseñar en la escuela? Son problemas que no se prestan a soluciones fáciles». Y concluye afirmando: «Yo soy historiador, no predicador del futuro».

Los mejores periodos

Y para finalizar, retomando el argumento inicial de la entrevista, en que Preston fijaba como periodos más corruptos de la Historia reciente de España las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco y los gobiernos de Aznar cuando funcionaba la ‘trama Gürtel’, el hispanista, nacido hace 76 años en Liverpool, señala sensu contrario los periodos donde predominó en mayor medida la honestidad política. A su juicio hay dos: «Los primeros dos años de la Segunda República y los primeros años de la Transición, cuando los políticos de entonces estaban pensando más en el país, en hacer algo bueno para un futuro mejor anteponiendo los intereses nacionales a los personales. Esos fueron los mejores periodos y ojalá estemos empezando otro tanto ahora mismo». 

Publicado el 14 de septiembre de 2020 – 21:33 h

Martín Villa y la justicia argentina

17 enero, 2021

Fuente: http://www.eldiario.es

  • En España se ha rechazado cualquier posibilidad de investigación y reparación para las víctimas. La querella ante la justicia argentina está siendo la vía, por el momento.
Concentración en Pamplona contra la impunidad del franquismo y por un juicio a Martín Villa

Javier Pérez Royo

3 de septiembre de 2020 22:23 h 

La casualidad ha querido que el mismo día que está previsto que Rodolfo Martín Villa tenga que declarar ante la jueza María de Servini desde la Embajada de Argentina en España, “The Guardian» haya publicado un pequeño ensayo en su sección Longreads firmado por Giles Tremlett con el título «Operation Condor», en el que analiza en qué consistió dicha operación de liquidación de militantes de izquierda en diversos países latinoamericanos con la utilización de torturas, secuestros, asesinatos y desapariciones. Analiza las dificultades con que se han encontrado las víctimas o sus familiares para conseguir el procesamiento de los autores de dichas prácticas que conseguían identificar, ya que en todos los países implicados en la Operación Cóndor se dictaron leyes de amnistía, que hacían inicialmente imposible su persecución ante los tribunales de justicia. Y describe el proceso tan difícil a través del cual se consiguió derribar el muro de la amnistía e iniciar el procesamiento de los implicados en dicha operación, proceso en el que ocupan un lugar destacado un juez y un fiscal españoles, Baltasar Garzón y Carlos Castresana. Todavía queda mucho camino por recorrer, pero el muro de la impunidad ha sido derribado. Excepto en Brasil.

Quien haya leído “El Holocausto Español” de Paul Preston, por mantenernos dentro del marco de referencia británico, y compare lo que en ese libro se desvela con la información que transmite Giles Tremlett en su pequeño ensayo en The Guardian, comprobará inmediatamente que la Operación Cóndor queda muy lejos del genocidio que se produjo en España como consecuencia de la rebelión militar liderada por el General Franco contra el Gobierno democráticamente constituido de la Segunda República, que conduciría a una guerra civil y a una dictadura de cerca de 40 años. La diferencia en magnitud de la Operación Cóndor respecto del holocausto español es enorme. Tanta que lo cuantitativo se convierte en cualitativo. No son comparables las dictaduras argentina o chilena con lo que fue el Régimen del General Franco.

Tanto es así, que en España el muro de la impunidad sigue en pie. No se ha residenciado ninguna conducta de los autores del genocidio ante los tribunales de justicia, porque en España la ley de amnistía sí les ha proporcionado protección efectiva. La justicia española se ha negado reiteradamente a considerar que podía iniciarse siquiera una investigación. Como subrayó el relator de Naciones Unidas, Pablo de Greiff, la actitud omisiva de la justicia española carece de cualquier justificación objetiva y razonable. Pero en esas seguimos.

Parece que empiezan a abrirse grietas en ese muro. Y si la justicia española tuvo un papel clave en la quiebra del muro de la impunidad en Argentina y Chile fundamentalmente (la italiana en Uruguay), ahora es la justicia argentina la que puede ocupar ese lugar respecto de la impunidad en España.

Es obvio que no es esta la mejor manera de enfrentarse con un problema de la magnitud del holocausto franquista. Lo suyo hubiera sido que se hubiera hecho un ajuste de cuentas como el que se hizo en la República Federal de Alemania con el pasado nazi. Pero esto en España ha resultado inimaginable. En España se ha rechazado cualquier posibilidad de investigación y de reparación para las víctimas. El poder judicial en bloque se ha negado a contemplar siquiera esta posibilidad.

En tales circunstancias, la necesidad de buscar justicia y reparación se ha tenido que abrir camino como ha podido. La querella ante la justicia argentina está siendo, por el momento, la vía. Y en una querella hay que individualizar conductas y acumular pruebas sobre el carácter delictivo de dichas conductas. Es a través de «rendijas» como ha tenido que atacarse el muro, porque de frente ha resultado imposible hacerlo.

La consecuencia de ello es que la persona procesada puede no ser la que mejor ejemplificaría lo que fue la operación de genocidio que se activó en España con la rebelión militar de julio de 1936. Es verdad que la Transición no fue una operación de genocidio, pero también lo es que un componente importante de la Transición fue el encubrimiento y exención de responsabilidad de la operación de genocidio que practicó el Régimen del General Franco. Y en esa tarea de encubrimiento y exención de responsabilidad, Martín Villa sí tuvo un papel destacado. Si se hubiera seguido la senda indicada por Pablo de Greiff, posiblemente Martín Villa no tendría que declarar hoy ante la jueza María de Servini.

También Iñaki Urdangarín ha sido el único miembro de la Casa Real procesado y condenado por corrupción. Por lo que se va sabiendo, incluso a través de Comunicados de la Casa Real, la conducta corrupta de Iñaki Urdangarín es incomparablemente menor que la presunta conducta corrupta de Juan Carlos I. Y sin embargo, el primero está condenado y respecto del segundo se está intentando levantar un muro de impunidad, que le exima de toda responsabilidad. Si respecto de la conducta del Rey Juan Carlos I los poderes públicos y los medios de comunicación se hubieran comportado de otra manera, Iñaki Urdangarín no estaría en la cárcel.

Si no se hubiera interpuesto el muro de la ley de amnistía, de manera, además, anticonstitucional, ya que con el «mandato interpretativo» del artículo 10.2 de la Constitución, no cabe la interpretación que se ha hecho de la misma por el poder judicial español, estaríamos en otro escenario.

Pero estamos en el que estamos. Con manifiestos a favor del Rey emérito y con cartas de los expresidentes del Gobierno (ahora entiendo por qué no han firmado el Manifiesto de exministros) a la jueza María de Servini en defensa de Martín Villa.

La Transición fue “»inmaculada». Esto tiene que mantenerse a toda costa, porque en dicho carácter inmaculado descansa la legitimidad del sistema político articulado mediante la Constitución de 1978. Que ello comporte extender la inviolabilidad a conductas presuntamente delictivas en la Jefatura del Estado, que no tienen nada que ver con la función constitucionalmente atribuida a la misma o convertir la ley de amnistía en una «ley de punto final», es una consecuencia insoslayable. El carácter inmaculado de la Transición no se puede poner en duda.

El riesgo de esa opción salta a la vista. En este país tan taurino, sería recomendable que se recordara la primera ley de la tauromaquia.

Sobre este blog

Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Publicado el 3 de septiembre de 2020 – 22:23 h

Paul Preston, historiador: «Si Juan Carlos hubiese pedido perdón, es posible que hubiera ayudado a la monarquía, pero no habría resuelto las amenazas a las que está sujeta»

17 diciembre, 2020

Fuente: http://www.eldiario.es

  • El prestigioso hispanista señala que la pervivencia de la monarquía «depende ahora más de la Justicia que de la Casa Real”
  • El biógrafo de Juan Carlos I continúa defendiendo que «su contribución a la transición a la democracia es algo que no se puede manchar retrospectivamente»

Foco VIGILANCIA DEL PODER

Vanesa Rodríguez

6 de agosto de 2020 22:18 h 

@vanesuki

Sir Paul Preston (Liverpool, 1946) es uno de los grandes hispanistas contemporáneos. Sus obras de estudio, centradas en la historia de España, han levantado en ocasiones ampollas en una sociedad nada acostumbrada a caminar sobre las huellas de su pasado. Durante más de cuatro décadas, ha documentado la Segunda República y los trágicos acontecimientos que llevaron a la Guerra Civil. Él, antifranquista, escribió una biografía sobre Franco que no gustó a sus nostálgicos. Él, juancarlista, escribió una biografía sobre Juan Carlos I que no gusta a los que ponen en duda que la monarquía tenga hoy utilidad. Ángel Viñas: «Es imprescindible que la Casa Real deje de refugiarse tras un velo de secretismo»

SABER MÁS

En 2003, tras décadas de estudio, publicó su esperado retrato del monarca. En Juan Carlos. El rey de un pueblo (Plaza & Janés), Preston repasaba a lo largo de más de 600 páginas la figura del rey, desde su nacimiento hasta la publicación del título. El libro relata cómo llegó al trono de la mano de Franco, su papel en el 23F –Preston le señala como máximo responsable «de las frenéticas operaciones para desmantelar el golpe»– y sobre todo, resalta su dedicación a la institución. «Al contrario de la imagen que dan las revistas del corazón, el rey ha tenido una vida bastante abnegada y sacrificada», escribía entonces el historiador, y añadía que para el Borbón, «vivir como un rey ha significado sacrificio y dedicación en un grado tal que ha dotado a la monarquía de una legitimidad impensable».

A lo largo de los años, Preston ha publicado sucesivas revisiones de su biografía. Los acontecimientos así lo demandaban: «Los elefantes y la princesa alemana se habían unido para romper un dique mediático que ya hacía agua», escribía en uno de los añadidos titulado Los peligros de la rutina o el auge del Fénix. Pero por mucho que se sumaran páginas al relato, el autor siempre ha defendido la importancia del papel de Juan Carlos en la democracia española. Y lo sigue haciendo hoy, cuando accede amablemente a responder desde Londres a las preguntas de elDiario.es sobre la huida del rey Juan Carlos, en plena investigación sobre sus finanzas, a un destino del que por ahora no ha sido informada la ciudadanía. 

El hispanista considera que «es muy triste que una trayectoria tan importante para la historia de España termine así» y coincide con otros expertos en que, «en términos inmediatos», la marcha del emérito es «una medida desesperada para salvar la monarquía».

Aunque en su último libro, Un pueblo traicionado (Debate), ya recogía alguna de las últimas andanzas del exmonarca y los escándalos del final de su reinado que condujeron a su abdicación, se muestra «sorprendido» por la decisión de su marcha de España. Reconoce que ya pensaba que «difícilmente podría terminar bien el asunto»: Juan Carlos I había dejado de ser hace tiempo «un héroe nacional», según escribía en este volumen centrado en la historia de las corrupciones ‘made in Spain’. 

Preguntado por si cree que los últimos acontecimientos hacen necesario revisar la historia de Juan Carlos I, el biógrafo del exmonarca sigue sosteniendo «que todo lo que hizo desde que asumió el trono en 1975 hasta la derrota del ‘Tejerazo’ como contribución a la transición a la democracia es algo que no se puede manchar retrospectivamente». Sin embargo, sí cree que «de los últimos veinte años habrá mucha revisión».

El experto en el pasado de España no se atreve a vaticinar si este gesto será suficiente para salvar la Corona. «Predecir el futuro no es mi fuerte», reconoce. Asegura que «algo ayuda a la situación de la monarquía el exilio de Juan Carlos», y considera que la pervivencia de la institución depende ahora más «de la Justicia que de la Casa Real» y lo que pueda hacer Felipe VI.

Preston señala que «es posible» que si Juan Carlos hubiera dado explicaciones o pedido perdón, algo que no ha hecho en ningún momento, «hubiera ayudado un poco a la situación de la monarquía», pero considera que el gesto «no habría resuelto las amenazas a las que está sujeta».

El prestigioso historiador ha reconocido en varias entrevistas que le cuesta entender qué motivó que Juan Carlos I tomase los senderos de las supuestas ilegalidades que ahora están bajo la lupa. Los escándalos conocidos en los últimos años, más allá de los ‘salseos’ protagonizados por ‘el campechano’, rompen definitivamente cualquier resquicio de esa imagen de rey sufridor y sacrificado. Su huida en plena investigación de su supuesto enriquecimiento multimillonario ilícito ha sido la puntilla a su imagen, cuya sombra cada vez era más grotesca. 

Preston confía en que, aún así, el emérito pase a la Historia «como uno de los artífices de la democracia», aunque reconoce que dependerá «mucho» de esas «revisiones» que quedan pendientes de sus comportamientos. Las últimas páginas de esta historia todavía están por escribir, pero todo apunta a que es difícil que recojan un final feliz para Juan Carlos I.

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Juan Carlos I, fuera de España

Publicado el 6 de agosto de 2020 – 22:18 h